Sociedad

Mundo Nuestro. En días recientes el Congreso del Estado de Puebla aprobó una iniciativa del gobernador Miguel Barbosa en contra de la despenalización del aborto y el reconocimiento del derecho al matrimonio de una pareja del mismo sexo en Puebla. A todas luces una decisión marcada por la coyuntura política y que confirma el oscurantismo de los grupos de poder en nuestro estado. La Marcha de las putas, llevada a cabo el pasado domingo 13 de octubre en la ciudad de Puebla, da una idea del pensamiento de muchas mujeres jóvenes, de su determinación y coraje frente a estructuras añejas que les niegan el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos.

Esta historia contada por Samantha Páez, ilustrada con las fotografías de Mayra Guarneros, da cuenta de estos mundos enfrentados. La imagen de la verja de catedral es inigualable.



Ser puta es un elogio. Con esta frase termina la jornada de esta Marcha de las putas que he seguido desde el Paseo Bravo hasta el Zócalo. Son palabras de Huichita, la muchacha a la que he visto realizar con pasión este performance.

Es el centro de la ciudad de Puebla, en concreto frente a la iglesia de San Marcos. Parece una fiesta. Feministas vestidas de morado, rosa, verde, negro, bailan, gritan, cantan, alzan el puño. En la vanguardia del grupo, las mujeres tocan tambores o botes con frenesí; mientras, otras más mueven sus caderas, traseros, su cuerpo semidesnudo y lleno de brillantina. De frente al contingente personas vestidas de azul rezan padres nuestros y aves marías, pero sus rezos son apenas un murmullo.

Una las mujeres que baila, que perrea en el mejor estilo reguetonero, frente al grupo de católicos es Huichita. Su pelo es largo, peinado en una trenza. Viste un calzón negro, un pareo de color amarillo y unas sandalias negras. Ella porta consignas en la piel: “No a la trata”, “Vivas nos queremos”, “Derechos todos los días”. Ha ido a todas y cada una de las nueve Marcha de las Putas en Puebla.

Huichita me dice que el performance de este año se inspiró en los pueblos indígenas en pie de lucha. Las máscaras –de esas que abundan en los días de carnaval-- se las pusieron porque ninguna de ellas pertenece a alguna etnia.





Momentos antes que la marcha salga del Paseo Bravo rumbo al zócalo, Huichita y sus compañeras bailan alrededor de un palo de madera lleno de listones, que trenzaN con cada vuelta. También se colocan seis de un lado y seis del otro lado de la calle, toman los listones de punta a punta y, mientras la batucada feminista toca, las participantes de la marcha pasan por debajo siguiendo el ritmo. Es una imagen muy parecida a la de los huehues de cualquier barrio, sólo que esta vez ningún hombre estádisfrazado de mujer.

La marcha comienza con el grito de Aleeeerta. Las mujeres han cambiado los listones por bengalas moradas y verdes. Danzan en círculos. El resto del contingente responde con euforia: “Alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América Latina”. El contingente baja por la avenida Reforma.

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En la iglesia de San Marcos un grupo de católicos resguarda el portón, las feministas les perrean un momento y siguen su camino. Cantan: “Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado, que va a caer”. La gente las mira, a veces con intriga, a veces con asombro, y otras tantas con vergüenza. Dos señoras miran a las mujeres semidesnudas y a las que llevan carteles a favor del aborto, luego niegan con la cabeza y se van. Las consignas rebotan contra su desconcierto. El sol de la una de la tarde aviva el grito unánime de las jóvenes marchistas: “¡Que te dije que nooo! ¡Pendejo noooo! Mi cuerpo es mío y yo decido”. Tan parecido a la consigna con que inició la Marcha de las putas en Canadá hace ya nueve años: “No es no”. Las feministas ondean sus banderas rosas, verdes, moradas. Alzan sus pancartas que aseguran que el aborto será ley, que exigen la separación del Estado y la Iglesia. Las rodean mujeres y hombres con chalecos verdes, quienes toman un cordón azul con las manos para marcar una distancia, para protegerlas de alguna agresión.

A la altura de la calle 5 Sur, las doce mujeres llenas de brillantina vuelven a sacar sus listones y bailan. La gente sale de las tiendas para averiguar de qué trata el escándalo: tras las danzantes van 150 mujeres que paran el tráfico, que atraen las miradas de las y los transeúntes y que dejan a los policías parados a la mitad de la calle sin saber qué hacer. De repente un hombre joven de camisa de mezclilla les grita que se pongan a trabajar, aun cuando es domingo. La mirada severa de una mujer de blusa verde, lo calla y hace que volteé a otro lado.

En la esquina de la 3 sur y Reforma, la marcha da vuelta, se encamina hacia el Congreso del estado, donde hace unos días una mayoría de legisladoras y legisladores votó a favor de un paquete de iniciativas propuestas por el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, que dejan de lado la posibilidad de despenalizar el aborto y que parejas del mismo sexo puedan casarse. Mientras caminan, las manifestantes cantan: “Tuve que quemar a la policía, tuve que quemar a la comandancia, tuve que quemar y protestar”.

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Huichita dice que cada marcha a la que va la empodera. Siente la fuerza de ver a las jóvenes, a las viejas, luchando con un mismo fin. “Mostrar mi cuerpo también es poder –me dice--, porque el cuerpo de las mujeres ha sido cosificado, ha sido tomado por el patriarcado para vender. Así retomamos nuestro cuerpo para liberarnos. Retomamos lo que el patriarcado nos había quitado y lo retomamos para liberarnos.”

El poder del cuerpo como un instrumento de protesta también se siente en colectivo. Huchita recuerda que hace años, la primera vez que organizaron la Marcha de las putas, fueron vestidas de lencería. Ahora nota que cada año son más las mujeres que se desnudan, que muestran su cuerpo, que aportan con él a la lucha.

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Cuando la marcha llega a San Agustín, en la 5 Sur esquina con 3 Poniente, se escuchan decenas de voces cantar: “No queremos machos, que nos asesinen. No queremos machos, que nos asesinen”. Mientras la batucada feminista marca el ritmo de la canción de We Will Rock You, de Queen. En la acera contraria al templo, un señor de unos 65 o 70 años, sigue a una de las integrantes, parece que le quiere dar una explicación. Ella lo ignora, no necesita explicar el morbo con que ve a sus compañeras del performance.

Conforme el contingente se acerca al Congreso del estado, se siente la tensión. Los medios de comunicación se colocan frente a la puerta. Huchita y las otras mujeres semidesnudas se colocan frente a ellos y posan: doblan sus rodillas colocando sus manos en los muslos, como un equipo de futbol americano; luego alzan sus brazos en señal de triunfo y gritan consignas: “Las putas, las putas somos conscientes. Biestro, Biestro, Biestro delincuente” y “Barbosa asesino”. Se muestran molestas porque ni el Legislativo, ni el Ejecutivo, escuchó sus argumentos a favor de la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario

Un grupo de mujeres con máscaras de Sor Juana Inés de la Cruz se acerca a las paredes del Congreso. Otras las cubren con las banderas de colores, para que puedan hacer pintas y colocar imágenes con engrudo. Hay una disputa: los fotógrafos y camarógrafos quieren la imagen de las pintas; alzan sus equipos lo más alto que pueden para sortear la barrera; entonces, llegan más mujeres con carteles y banderas, protegen a sus compañeras que no quieren ser fotografiadas o grabadas. Las personas con los chalecos verdes escoltan a las chicas disfrazadas de Sor Juana, para que regresen al contingente.

Cuando se van las sorjuanas, queda un fuerte olor a pintura. En las paredes blancas del Congreso de Puebla quedan las frases “Aborto ya”, “Gay power”, “Asesinos”, “Vivas nos queremos”, “Derechos para todos”. Hay también figuras de mujeres pegadas con engrudo, donde se escribieron los nombres de las víctimas de feminicidio de este año.

Las feministas caminan hacia la Catedral. Huichita y sus compañeras se colocan en ambos lados de la calle, vuelven a alzar sus listones para que el contingente pase debajo de ellos al ritmo de los tambores. Una persona, de edad avanzada, se las topa y mientras se aleja, grita: “Son los mata niños”. Curioso: ni son ellos, ni los fetos son niños.

En la esquina de la avenida 16 de septiembre, frente a una de las puertas laterales de la Catedral, la marcha se encuentra con una hilera de hombres rosario en mano. Ellos están tomados de los brazos, parece que quieren impedir que las feministas se acerquen. La batucada se queda allí unos minutos, cantando: “Somos malas, podemos ser peores. Somos malas, podemos ser peores. Y a quien no le guste, se jode, se jode”.

De manera repentina las chicas del performance corren a la puerta principal de la Catedral, se suben a las rejas y comienzan a bailar de forma erótica. Es demasiado tarde para los católicos, la puerta principal ha sido tomada por las feministas, que cantan una y otra vez: “Somos malas, podemos ser peores. Y a quien no le guste, se jode, se jode. Y la maldad, la maldad, la maldad feminista. Aquí nadie se rinde, aquí nadie se rinde. Aquí sí se hace lucha, aquí sí se hace lucha”.

Huchita está arriba de las rejas, se descubre el trasero y lo mueve de un lado a otro. Se da nalgadas, acerca su cuerpo a las rejas y luego lo baja levantando las nalgas. Sus compañeras también bailan a su manera, se contonean tomadas de las rejas. En el patio de la Catedral, las mujeres vestidas de azul se hincan cuando las ven moverse.

Los hombres con sus rosarios se acercan a donde están ellas, las organizadoras y las personas de los chalecos verdes hacen señas para que el contingente continúe hasta el zócalo. Una parte lo hace, pero otra parte se queda a defender a las feministas que son jaladas por las mujeres y los hombres vestidos de azul celeste: les gritan que son unas putas, que son unas pecadoras.

No pasa de ahí. Ambos grupos se separan. Las feministas caminan hacia el zócalo y ahí retoman su grito de lucha: “Aleeeeerta, alerta, alerta que camina, la marcha de las putas por América Latina”.

Mujeres vestidas de verde, morado, rosa y negro ocupan toda la calle. A los lados, decenas de personas las observan, las graban con sus teléfonos, no entienden muy bien qué es lo que pasa. Las mujeres llegan a la plancha del zócalo, allí han dispuesto un templete. Todas las participantes de la Marcha de las putas hacen un círculo, las chicas del performance vuelven a poner el palo con listones y danzan alrededor de él, trenzando sus listones. La batucada golpea con fuerza los tambores y los botes que llevan. Cantan: “Ahora que estamos juntas, ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven. Abajo el patriarcado, que va a caer, que va a caer. Arriba el feminismo, que va a vencer, que va a vencer”. Las demás mujeres corean, bailan yendo hacia abajo y luego hacia arriba. La energía y el poder se sienten.

Las organizadoras de la Marcha de las putas se suben al templete y exclaman: “Ante la violencia machista”, “Autodefensa feminista”, les responde el contingente. Entonces suben Huichita y sus compañeras del performance. Hacen un acto: primero se ponen en guardia, como si fueran a pelear contra alguien; en seguida danzan en círculos, parece un aquelarre; luego alzan sus puños tomando fuerza; dan un aplauso, y se vuelven a poner en guardia.

Las organizadoras toman el micrófono, reclaman al gobierno estatal las mentiras y la hipocresía por el paquete de iniciativas que aprobaron, todas van en contra de los derechos de las mujeres y de las personas de la comunidad LGTBI+. Piden a las personas vestidas de azul, que las agredieron y empujaron, que reflexionen sobre la violencia en la familia tradicional que tanto defienden y sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. “Si quieren salvar a niños, como afirman, que volteen a ver a los que viven en las calles.”

*****

Mientras las organizadoras hablan, las mujeres del performance se cubren el cuerpo y se van a un bar. Sentadas alrededor de una mesa de madera se ríen de las caras de los católicos cuando las vieron bailar. Hablan de los momentos en los que se sintieron más poderosas. Huchita señala que para ella fue cuando vio a las personas que rezaban, porque eso le daba más gasolina.

“Fue cuando hicimos el de pompa, pompa, pompa, pompa. Luego cuando nos trepamos a la reja, así es el poder ¿no? Que nos vean, que es ridículo que nos nieguen derechos.”

De hecho, cuando las llamaron putas para ella no fue una ofensa, le pareció un elogio, porque significa que son mujeres que piensan, que deciden sobre cuerpo, porque se defienden y defienden a sus hijas e hijos de la violencia, porque son las que van a denunciar.

“Entonces yo creo que es un elogio –cierra Huichita--, hoy es un elogio ser puta.”

Vida y milagros

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Esa mujer callada y observadora, discreta e inteligente, tan admirablemente educada y tan impetuosa en el fondo de su corazón, miraba el cadáver de su marido tendido en la cama, mientras pensaba en la decisión que tomó al casarse con él en 1850, antes de cumplir dieciocho años. Habían estado juntos mucho más de sesenta. Al aceptar casarse con él había hecho a un lado sus verdaderas pasiones, que eran la libertad, la soltería y la pintura. Vivió toda su vida atada al destino de un hombre de poder y de mundo, guardando celosamente para sí misma las perplejidades y deseos que sintió en su juventud, opacando su verdadero yo. Él había sido, entre otras cosas, virrey en la India y primer ministro de Inglaterra, el protagonista en todo y ella un accesorio perfecto. Sus quehaceres le habían demandado ser esposa de tiempo completo. Había cumplido a cabalidad con el compromiso que hiciera hacía tantos años. Mientras observaba a su marido, que ni muerto había perdido la compostura, aunque sí la calidez a veces fingida de su personalidad, hacía planes para los meses o pocos años que aún tendría por delante. Serían solo para ella los días por venir. Y sus planes se centraban en recuperar y reconstruir en su memoria a la persona que verdaderamente debió ser.

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Mientras está a solas por última vez con su marido, en la sala de la casa hacen planes para ella, sin consultarla, sus hijos, yernos y nueras:
--¡Qué extraordinaria es mamá, qué bien se ha comportado! Pero Mamá no necesita vivir en esta casa tan grande. Puede venderla y vivir con cada uno de nosotros por temporadas de tres meses al año. Nos puede ir dando parte de su pensión mientras nos visita. Es un magnífico arreglo para ella y para todos. No tendremos que preocuparnos de quien la cuida ni de mantener una casa, que ya sin papá, no tiene razón de conservarse. De todos modos ella siempre ha vivido en su nube y no tiene ni idea de cómo gobernarse a sí misma.
Lo que ninguno sabe es que esa anciana de joven corazón y carácter oculto, ha decidido ya qué hacer con su vida sin pedir opiniones.
Pasados los días de duelo, reúne a sus hijos y les comunica que rentará una casa que vio y le gustó hace treinta años en la campiña cercana a Londres. Que solo se llevará con ella a su viejísima dama de compañía, y que buscarán a alguien joven que las ayude eventualmente. Que no requerirá de visitas frecuentes de sus hijos, que no desea visitas infantiles ni de adolescentes, para quienes la vida de una anciana no tiene ni interés ni importancia. Ninguno toma en serio lo que su madre dice, hasta que cumplidamente lleva a cabo su plan. Les entrega todo lo que tiene de valor como quien suelta un lastre, y los autoriza a vender la casa en que habita, conservando solo lo indispensable para su nueva vida.
En unos cuantos días ha hecho por primera vez su voluntad. Encuentra la casa que viera hace treinta años milagrosamente disponible para ella. Su viejo casero y el contratista que hará los arreglos de la casa se convertirán en su primer círculo de amigos y le darán el respeto, reconocimiento y autoridad que no gozó con su familia. Ya instalada se dispone a emprender la aventura más grande de su vida, el regreso a sí misma. Para ello contará con la inesperada aparición de un hombre soltero, de humor ácido, con una mente sagaz e inteligente, quien al conocerla a los 35 años, vislumbró en ella a una personalidad incomprendida, en secreta rebeldía, y no solo a una bella mujer tratada como el accesorio de un hombre poderoso. Ese joven viajero, excéntrico y vagabundo, con una sola mirada la había inquietado como nadie, descubriendo el camino a una habitación de su ser que ella ocultaba cuidadosamente hasta de sí misma. Él había cometido la audacia de mirarle el alma. Cincuenta años después regresaría para recordárselo y ponerla a prueba otra vez.
Así empieza y camina la novela Toda pasión concluida, de Victoria Sacksville West (1892-1962) publicada en 1931. Se considera que su novela es un estudio literario sobre la vejez, pero a mí me parece un agudo y profundo viaje hacia el espíritu y carácter de cada ser humano, del que muchas veces perdemos contacto desde muy temprano en la vida. ¿Nacemos con una brújula que nos lleva al conocimiento de nosotros mismos, aunque de manera frecuente, ciegos a las señales, elegimos el error como carta de navegación? ¿Necesitamos ayuda y tiempo para mirar cuidadosamente las señales que nos llevan al conocimiento de quien realmente somos? A veces la vida y sus retos son solo obstáculos que nos apartan de nosotros mismos, distracciones buscadas porque no nos atrevemos a mirar.
Victoria Sacksville fue una excelente poetisa, una aristócrata inglesa refinada y culta, ajena a la superficialidad de su ambiente social. Fue una amante de la jardinería , una narradora inteligente, extraordinariamente amena, profunda e inquietante. Alguien que sí se atrevió a mirar hacia adentro de su alma.



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Viernes 28 junio

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Conocemos a Alisa, profesional de APNEA, de 1.80m de altura y un cuerpo muy fuerte. Esta linda mujer nos vino a visitar al velero. Que suerte hemos tenido de conocer gente tan interesante, ahora ella con este tema. Me parece para gente con una capacidad superior, aunque ella asegura que cualquier persona podría hacerlo, solo es concentración y respiración.



Yo voy a empezar a practicar esta técnica de aguantar la respiración, Alisa nos enseñó diferentes ejercicios que ella practica para lograr mejorar su respiración. Hay varios datos interesantes que aquí sentada en cama puedo recordar.

Se debe lograr tener flexibles unos músculos del vientre que sufren contracciones al bajar. Por eso son los ejercicios. También son para que cuando ya sea el momento de bajar, logres sacar todo el dióxido de carbono que tienen los pulmones, dejando espacio para el oxígeno, no es posible agrandar el tamaño de los pulmones, pero sí es posible aprender a utilizarlos mejor. Los seres humanos aprovechamos un bajo porcentaje de nuestra capacidad respiratoria, por distraídos.

La forma del llenado se explica como en yoga, debes visualizar que tus pulmones son una jarra de agua y la vas a llenar de abajo hacia arriba. Al vaciarlos debes hacer lo contrario, aunque al final sumes la panza y pujas con la respiración varias veces para sacar lo último que queda siempre como una reserva. Al tener las leves contracciones, da por un segundo angustia, y al otro pasa ese dolor y notas que estás bien, así que sigues bajando y viene otra contracción que es debajo de las costillas normalmente, la aguantas y la superas y así pueden ser hasta 12 contracciones las que tu cuerpo sufre al someterse a aguantar la respiración y la presión. Para subir no necesitas hacer las pausas que se hacen al bucear, puedes subir sin problema, pero debes tener aún oxígeno en tu cuerpo para quemarlo en ese último esfuerzo. Siempre debes bajar acompañado de otro profesional que te vigile, pues al ir subiendo en los últimos 15 o 10 metros puedes desmayarte o tener algún problema y esa persona, que también baja sin tanque de oxígeno, debe ser capaz de sacarte. Le pregunté si tenía miedo y me dijo que ni una vez ha sentido ni tantito miedo, que debajo del agua se siente cómoda y segura, que de ahí venimos todos los seres vivos. Los bebés al nacer tienen un instinto que los hace entender cómo permanecer por un periodo corto de tiempo bajo el agua, sin tratar de respirar. Sigo pensando que es para gente con conciencia y calma del cuerpo, superior al resto de los mortales como yo.



Más tarde, Alexa pregunta donde estaremos en navidad, pues considera que debe ser un lugar del mundo que sepamos que Santa Claus visita. Alejandro explota en cólera y con mucha fuerza en sus palabras les dice a los niños: ¡no puedo creer que estemos haciendo este viaje y ustedes sigan pensando en regalos!, ¡no hay regalo más grande que este! Estamos juntos viajando, dedicándonos tiempo, conociéndonos y visitando el mundo. Ya me harté de escucharlos decir que ya quieren que venga su abuela porque siempre les trae sorpresas, quiero que quieran ver a su abuela sólo porque la quieren, no por lo que les da. Y estamos en junio, ¿por que piensan en Santa Claus ahorita?

Entendieron y no lo que les dijo su papá, sus miradas se quedaron quietas, como cuando sólo estas viendo para adentro, ordenando tus ideas, pero tus ojos siguen abiertos. Los observé unos minutos y luego me esperé a que me hicieran las 5 o 6 preguntas en las que se quedaron pensando. Alejandro tiene razón, uno de los principales objetivos de “soltar amarras” es dejar de “necesitar” o “desear” cosas materiales. Nos deshicimos de mucho, pero en serio de mucho, aunque aún así, no nos ha caído completamente el 20 de esta nueva vida. Las preguntas fueron, ¿estamos mal en querer que venga Santa Claus? ¿Por qué no nos puede dar sorpresas la Abuela, si ella ama hacerlo? ¿Mi papá nunca fue niño? Y ya no recuerdo las demás... Mi explicación fue: su papá quiere que entendamos que los regalos no solo vienen en cajas con moños, a veces un momento, un atardecer, una cena, un buen chiste, un nuevo amigo, estar juntos, nadar con las mantarrayas, reír, es más valioso que lo que podrías comprar en una tienda y guardar en un cajón. No está mal que les dé emoción recibir regalos, es normal y natural, lo que está mal es que dejemos de agradecer y valorar lo otro.

Alexa: Mamá, pero todo eso es sólo la vida, lo que nos va pasando en el viaje, no son sorpresas, pero sí nos gusta todo eso también.

Diego: A mi me fascinó nadar con matarrayas, quiero volver.

Vital: Yo ya quiero cenar.

Respuesta: LA VIDA ES UN REGALO DE CADA DÍA, TODOS LOS DÍAS AL ABRIR LOS OJOS ABRIMOS ESE REGALO, ¡QUIERO QUE ASÍ LO PIENSEN!

Alexa: Ok mamá, tienen razón.

Diego: y entonces también el corazón es un regalo, ¿no?

Vital: Tengo hambre.

Y la siguiente pregunta fue: ¿Entonces la abuela sí nos puede seguir dando sorpresas?, y si nos portamos bien, ¿si va a venir Santa Claus? Jajajajajajaaaaa....

Respuesta: ¡SÍ, MIS AMORES!!!

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Domingo 30 de junio

Este día festejaremos mucho a DIEGO, hoy cumple 8 años... Lleva varios días preguntando ¿de que va a ser mi fiesta? ¿A quien vamos a invitar? ¿No voy a tener pastel? ¿Me van a dar un regalo? Preguntas obvias de un niño en edad de gozar sus cumpleaños. Lo ignoramos un poco, le hacemos creer que no podremos hacer mucho; la noche anterior nos advierte que quiere que todos le cantemos las mañanitas en el amanecer y así lo hacemos. Vital fue el encargado de ir a despertarnos a todos para entrar con un encendedor a las 6:00 a su camarote, qué padre que sea un momento tan íntimo, me encantan y emocionan mucho estos segundos en que todos nos aventamos encima del cumpleañero en su cama y lo llenamos de besos. Amanece con aires de grandeza y nos da órdenes, quiere de desayuno huevos estrellados con tocino y tortilla de maíz frita, jugo de naranja y manzana cortada en gajos, con yougurt. Con todo mi amor se lo preparo y se siente especial. Después del desayuno le entregamos unos sobres que le mandaron su abuela y madrina con $40 dolores, cada uno pero en billetes de a dólar, siente que es millonario, cuenta de uno en uno y está fascinado con sentir en su manitas el ancho fajo de dinero, se lo entrega a su papá rogándole que se lo cuide muy muy bien, que no se le puede perder ni uno. Le damos también una bolsita con un dije, es el diseño del anzuelo que los maories se cuelgan en el cuello, de hueso y tallado, se lo pone y siente que tiene poderes mágicos. Nos lo agradece con una enorme sonrisa y me derrito de amor al ver que ése detalle lo haga feliz. Luego sacamos una hamaca que se la pensábamos dar también de regalo, pero para evitar pleitos mejor decimos que es una compra para el barco, pero el cumpleañero la va a estrenar. La colocan en la botavara y la abren para que se salga del barco, se mecen sobre el mar que debajo del velero es transparente y podemos ver caracoles salpicados en el fondo, algunos peces y mantarrayas. A las 8:45, le digo, ahora sí, córrele que ya nos vamos, el taxi viene por nosotros 9:30 para llevarnos a festejar tu cumpleaños. Se le abren como platos los ojos de la emoción, se visten todos como rayo, sólo les damos la pista de que necesitan tennis y pantalón de preferencia, nos lavamos dientes y nos trepamos al dingui para quedar amarrados en el pequeño muelle que nos queda enfrente, el del mismo restaurant Veuve de Cliquote, del que ya somos amigos.

Viene feliz mi niño, tratando de adivinar de qué se va a tratar su fiesta. Aprendió hace 5 días a decir la “r” y ahora todo quiere que suene con doble “r” y me da rrrrrisa. El taxi viene por la calle que rodea la isla, 20 minutos después, dobla a la izquierda y se mete montaña adentro, Diego trae pegada la nariz a la ventana, vemos campos de sembradíos de piña, unos cuantos potreros con vacas y me da un poco de nostalgia mi amor al rancho. No dejo de pensar en lo afortunados que hemos sido de disfrutar ese tipo de vistas desde nuestra niñez, observando vegetación tan similar a la que se desprende de cada lado de esta montaña. Se queda parado el taxi en medio del bosque y toca caminar, vamos volteando la cara hacia arriba y atrás para poder ver desde nuestra altura las puntas de los enormes pinos y árboles que nos rodean, qué onda con este cambio de alrededores, estoy feliz, me hace sentir cerca de Puebla. Después de 10 minutitos montaña arriba, llegamos a unos techitos perfectamente señalizados y metidos en el bosque, ahí nos cuidan las mochilas y el instructor nos ajusta el arnés a cada uno y nos da una breve explicación. Tenemos derecho a dos pistas, más el puente colgante. Ya estamos casi por subirnos cuando escuchamos un grito: ¡FELIZ CUMPLEAÑOS DIEGO!!! Los chilenos vienen subiendo junto con Alisa, con un regalo, los brazos abiertos y una enorme sonrisa. Corre a abrazarlos y les agradece que vinieran a su fiesta, el concepto lo tiene claro. Ahora podremos subirnos todos, qué divertido. El lugar es un bosque mágico, está perfectamente organizado y la seguridad me impresionó. A cada persona le ponen su arnés, que además de amarrarse a las piernas y cintura trae un mosquetón que no se puede abrir, solo tiene una ranura de unos 5mm de ancho, con este, te enganchas desde el principio a la pista y no puedes safarte hasta terminar el recorrido. Otro mosquetón normal que abre y cierra y tu sistema de poleas. La explicación es breve y clara. Una vez que te enganchas a una pista, no hay vuelta atrás, las manos van sobre la polea o en las cuerdas del arnés, nunca en el cable a menos que debas jalarte, y siempre utilizar los dos mosquetones de seguridad, el obligatorio y el que te dan. No es complicado, pero estos deportes extremos siempre dan emoción. Se suben Ale, Alexa y Diego a la pista verde y yo me voy con Vital al puente y a la pista azul que es para chiquitos, ¡lo disfruté tanto! Lo ví tan bebé, todo disfrazado y manejando su arnés y mosquetón, atravesando los obstáculos y deslizándose en laz tirolesas pequeñitas; grita como tarzan, gruñe y hace esfuerzos exagerados y yo lo veo cómo está nuevamente dentro de un personaje y le sigo la corriente. Después alcanza a Ale y se sube a la pista negra con Jorge, yo me quedo a pasar el puente colgante con los niños. Alexa confiesa que le dan miedo las alturas y prefiere echarse nuevamente la pista verde. Los demás regresan y nos subimos juntos y festejando a Diego a la roja que está muy divertida, son tramos de tirolesas más largas y más altas. El cumpleañero está feliz, se sabe enganchar perfectamente, y va después que su papá cable por cable volando sobre los árboles. Yo también disfruto mucho éste paseo que de verdad está bien planeado y la vista a los picos de la montaña es un deleite. A esta entretenida actividad le llaman acrobranche, y el lugar se llama TIKI PARK en OPONU BAI. Al terminar bajamos a pie el camino que desciende de la montaña, llega hasta la calle principal y nos toca ver con más detenimiento los campos y las vistas, no pierdo el asombro que me provoca ver naturaleza tan variada en tan poca distancia, de pinos y fresco bajamos en media hora a palmeras y calor, curioso.

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Nos trepamos al camión y nos bajamos en una pizzería a seguir festejando; le cantamos las mañanitas con un waffle con Nutella y cuatro bolas de helado de vainilla; le digo, después de pedir su deseo, que se dé cuenta de donde esta parado, donde está pasando su cumpleaños número 8, en la isla de MOOREA, en la Polinesia Francesa, ¡tenemos la suerte de estar aquí! No debemos olvidarnos de lo afortunados que somos en este momento, recapacitamos y todos logran conectar con el agradecimiento del presente. Diego dice, ¡es el mejor cumpleaños de mi vida!!! Se me hace lo máximo que cada cumpleaños diga lo mismo, es un niño lindo. Ya son las 5:00, estamos cansados, comienza a oscurecer y nos regresamos al barco a ver una película, cine y palomitas es lo único que falta para terminar la ”fiesta” con ¡broche de oro!!!

Creció mi niño, a partir de mañana dirá ¡tengo 8 y dará una vuelta más al sol!

Lunes 1 julio

Nos bajamos temprano al súper Ale y yo y traemos tantas bolsas que pido prestado el carrito para llevármelo hasta el dingui y regresarlo, no son más que unos 400m de distancia así que la señorita muy amable accede. Desayunamos, limpiamos y nos vamos a otra bahía para encontrarnos con los chilenos con los que planeamos ayer hacer un pic nic en la playa, cerca de las mantarrayas. En el camino se empieza a nublar, el viento otra vez se pone rudo y al llegar al anclaje cerca de los chilenos ellos prefieren invitarnos a comer a su velero. Alexa no quiere ir, quiere aprovechar la oportunidad de quedarse sola y sin sus hermanos en el barco; preparo la hielera y nos vamos. Jorge deja a mis hijos colgarse como changos por todo su velero, a Ale le da pena y Jorge le dice, déjalos, déjalos, son niños, no pasa nada. Le agradezco no tener que estar disparándoles con la mirada cada cinco minutos, me relajo con una copa de vino que me sirven en su amplia bañera y me pongo a platicar con Alisa, me cae bien esta chava. Los niños están adentro armando con hojas de papel barcos y aviones, cada vez que hacen uno salen a probarlos al mar. Me encanta la actividad y todos participan en acompañar con los ojos a los barcos de papel que se alejan luchando con el mar y el viento. Después de unas horas a Jorge papá se le pasan la copas y se pone hasta el cepillo. Estamos todos adentro pues el viento se puso aún más fuerte, frío e incómodo. Yo estaba sentada junto a Alisa y junto a mi iba y venía el borrachito terco. De pronto quise mover el brazo para alcanzar un cacahuate y Jorge se confunde, toma mi brazo y me muerde despacio, recapacita y me dice, perdón, perdón, me equivoque de persona. Ósea ¿su intención era morderle el brazo a Alisa? ¿Que le pasa a éste viejo rabo verde? me pongo a pensar en la pesadilla que debe ser para ella venir en el constante acoso de este señor caliente y que le vale madre todo. Jorge chico está súper apenado, no sabe qué hacer, calma a su papá que se tambalea por el barco, lo acuesta en un sillón, del que se vuelve a levantar y le sube a la música, Alejandro esta sacado de onda y mejor me dice con los ojos ¿nos vamos?, me parece lo más prudente, nos paramos, nos despedimos y nos vamos. Con razón esta mujer no les ha dado ningún tipo de oportunidad para conquistarla a ninguno de los dos. ¡Hombres! Con copas a sus cerebros se les olvida que son humanos.

Martes 2 julio

Otra vez dolores, estoy de quejumbrosa y pensaba que no lo era. Esta mañana me bajó, mi cara y mirada es distinta, estoy ojerosa, no dormí bien, me duele la espalda a la altura de la cadera, la cabeza, las piernas las siento cansadas y pesadas y mi humor no está tan mal pero tampoco estoy al 100. Los propios dolores que le dan a cada mujer una vez al mes y le duran unos días, de esos tengo ahora mismo. Sentada frente a mi computadora, bajo fotos para almacenarlas en un disco duro externo, llegan Jorge y Alisa de visita para traerme una memoria con fotos que ella tomó en estos días y me las quiere regalar, además en la misma memoria tiene tres películas que también copio y dos documentales. Estamos platicando, viendo fotos y trabajando en esto, cuando me dice: i am sorry to tell you this, hace una breve pausa y yo no sé que diablos quiere decir eso, me ve a los ojos y dice: you have a rat in your boat. ¿Que quéeeee???? con esto el dolor se expande hasta mi nuca, la angustia que estos animales provocan en mis nervios hacen que se me encojan los dedos del pie, me exploten las axilas y me brinque el labio. Así, sin exagerar, comienzo a sudar. ¿Como sabes? Voltea el plato del centro de la mesa donde estamos trabajando, donde desayunaron mis hijos, y donde corté el pan esta mañana, y me enseña una fruta de la pasión mordisqueada, y con sus yemas de los dedos recoge tres arroces negros de caca de roedor. Se me sumen las entrañas y siento el bajón de la regla. Me paro y me pongo a buscar en toda la cocina, hay uno que otro churrito café muy salpicado por el barco. Sólo en la sala y en la cocina. Me da comezón en la cabeza, noto el olor que desprende mi sudado cuerpo que con todo y que hace frío y viento con la noticia me convertí en zorrillo, me apesté en 5 minutos, lo juro, no olía a nada en la mañana temprano. Tengo una sudadera que por supuesto me quito y corro por desodorante. Con el cuerpo engarrotado y el alma ahuevadísima, me grita mi mente, no quiero tener que pasar por esto, nooooooo. Arriba del barco estaba muy muy a salvo y ahora tengo a este pequeño rufián que vino a alterar mi tranquilidad y para colmo tendré que buscarlo y seguramente matarlo. ¡Qué PÁNICO!!! Auxilio, Alejandro se quiere vomitar pues ayer encontró un maracuyá igual y lo partió y se lo comió, a partir de este momento es que comenzamos a notar las caquitas. Ayer limpié y no las noté. ¿Desde cuando será huésped éste intruso? No creo que hace mucho, limpio y barro a diario. Qué pesadilla. Nos amarramos a un muelle y nos bajamos en medio del ventarrón a comprar trampas para ratones, hoy cae porque cae.

Los niños tienen tema pa rato, lo buscan, dibujan mapas y trampas, dicen que harán turnos para verlo en la noche, ¿yo a donde me escapo? Jajajajaja.

Decido no cambiarme en todo el día, hace frío, mucho viento y está nublado, si me siento con flojera, que se note. De todas maneras, los platos y juguetes vuelven a aparecer por arte de magia en el día y odio ver mugre y pisar legos. Así que sentada no permanezco, pero por lo menos muy cómoda. En este muelle hay una regadera al aire libre que no sé si me atreva a usar, ya no es por pena sino por que el agua seguro está fría y con este viento me voy a congelar, pero en estos días lo único que pides es higiene y comida, ¡ah! como da gula la horrorosa regla.

Miércoles 3 julio

Calló el pobre ratón en nuestra trampa que hasta queso Roquefort tenía en su degustación. Se ve que ya moría de hambre, pues en cuanto apagamos las luces del velero y nos metimos en la cama, a los 5 minutos chilló. Alejandro lo escucha y sale rápido a comprobar si la cacería dio resultado, yo mientras desde mi cama y casi bajo mi almohada, le ruego a Dios que así sea y que se muera rápido. No tenemos opción de dejarlo vivir y pedirle de la manera más atenta que se largue de aquí, lo bueno es que Alejandro ayer nos platicó lo experimentado que es en este tema y las veces que resolvió el problema con sus propias manos. Suena aterrador, como el malo de la película, pero en este momento, una vez más, es mi esposo valiente. Se deshace del ratón y de toda la evidencia y puedo dormir tranquila, o por lo menos un poco más, el dolor de espalda va a menor.

Hacemos limpieza del barco, pero ahora sí sacamos todo para sacudir y limpiar muy bien; Alejandro por fin se inspiró, recogió el escritorio que por cuatro meses le rogué que lo hiciera y hasta aceitó la madera de todo el barco en su interior, nos quedó como nuevo, baños impecables, cocina, sala y escritorio impecables, camarotes impecables... ¡bravo, bravo, bravo! Ese ratón y sus ocho cacas esparcidas nos provocaron la necesidad de limpiar y sentir que venimos nuevamente en un ambiente pulcro y digno.

Diego hace amigos en el muelle donde estamos amarrados y lanza piedras al mar con ellos, juegan fútbol con un coco, y a señas les enseña hasta a bailar el pasito de moda del año pasado donde debes cruzar los brazos al lado opuesto de la cadera y se ven muy chistosos en su intento. ¡Me encanta escuchar el nombre de Die-GO! Con la fuerza que le ponen estas personas que hablan con el estómago.

Jueves 4 julio

Pena ser así. Hoy partieron temprano Alexa y Alejandro al dentista pues ahora Alexa traía una picada en una muela. Me dispongo a prepararle un desayuno que cuando vuelva la ponga contenta. Invito a mi chef y al sub chef a ayudarme, lo hacemos de manera muy ordenada y acabamos en una hora de preparar molotes rellenos de papa, jamón y queso. Entre una bolita de masa y otra, cómo son los niños, suben y bajan y van y vienen. En una de esas los escucho platicar con una señora que caminaba en el muelle con su nieto y no salgo pues estoy en plena freída. Me encanta escucharlos ser así de sociales y buena onda con todo el mundo. A los quince minutos nos disponíamos a desayunar, cuando escucho a Vital de nuevo platicando con ellos, corre a su cuarto, saca su caja de juguetes, toma algo, corre de nuevo a la cubierta y escucho cómo le dice, te lo regalo. El niño que venía con su abuelita grita ¡ouiiiiii!!!!! yo salgo disparada a ver qué está regalando Vital, una vil figurita de plástico de un dinosaurio que yo le compré hace un año, veo al niño alejarse dando brinquitos de la mano de su abuela. La pena es que en ese momento regaño a Vital por andar regalando sus juguetes a cuantos niños pasan. La verdad es que me dio coraje que precisamente diera ese dinosaurio por la estupida razón de que desacompleta la pequeña colección de cinco personajes. Al mismo tiempo en mi cabeza rebotan dos personas, una que me dice, ¿qué te pasa? ¿Qué más te da? El quiso hacerlo y es un juguete más. Y el otro codicioso que me dice, solamente trajo una caja de juguetes y ése en especial era ¡REX!!! Por supuesto en plena batalla entra mi ser superior y toma la decisión de corregir el problema y felicitar a Vital por ser generoso. Pero qué angustia que se me partiera el cerebro por esa verdadera tontería. Ya que pasó me apené tanto de mi show, que después de felicitarlo y obviamente confundirlo, mejor me quedé callada y poquito más tarde, ordenando mis palabras para que me entendiera, en resumen, le pedí que me enseñe qué quiere regalar antes de hacerlo. Nuevamente veinte minutos después vuelvo a escuchar a mis hijos en la cubierta y ahora Vital es el que grita de emoción. La abuela y el nieto regresaron a darle a Vital una moto de plástico que seguramente era del bebé y quisieron recompensarlo. Más pena aún, ahora sí, salgo con mi cara roja y le doy a la señora y al bebé, que se llama Victor, las gracias.

Regresan del dentista y nos preparamos para regresar a Tahití. Nos tocó un mar incómodisimo, lo impecable que venía el barco quedó hecho un desmadre, todo fuera de su lugar, cojines de la sala terminaron en la cocina, un bote de basura se soltó y rompió con el movimiento, se arrastraron cajas, salieron volando juegos con fichas y cartas que se regaron por todo el piso, volaron revistas, lentes, plumas, linternas y cosas que teníamos sobre el escritorio, no podíamos estar en ningún lado que no fuera sentados y agarrados como arañas en la bañera, nos mareamos, nos quejamos por el dolor tan incómodo que esa sensación provoca y finalmente vomitamos, las olas eran grandes y venían en todas direcciones. No estaban bien cerradas las escotillas y una ola en la que se clavó el ALDIVI, logró colarse y mojó el camarote de proa y el baño. Corrimos aún mareados a cerrarlas, gracias a Dios no fue tan grave, será cuestión de secar después y ya. Todo corría el riesgo de caerse o volar y romperse con lo mucho que se movió. Después de tres horas así, sin poder hacer nada más que esperar y venir todos callados y verdes, comenzó a bajar el oleaje pues ya estábamos cerca de Tahití, volvimos a pasar por el canal pidiendo autorización y otra hora después nos amarramos a una boya en marina Tahina. Con el estómago aún revuelto comenzamos a recoger todo el barco, me dí un baño que me mejoró el animo y ya nos estaba esperando Isabel ahí mismo en un pequeño restaurant de la marina para vernos. Destrozados, por compromiso, bajamos a darle un beso.

Vida y milagros

(Imagen de portadilla: Ciervo acosado por una jauría de perros, 1637 - 1640. Óleo sobre lienzo, 212 x 347 cm. Autor Paul de Vos. Museo del Prado.)

¿Quién en su juventud no ha querido cambiar las cosas para mejorarlas? Creo que casi todos, especialmente cuando se trata de injusticias y desigualdades que hieren tanto dentro de una comunidad, nuestro país o el mundo . Es inherente a la juventud el impulso de lograr cambios rápidos y drásticos, el opuesto al don supremo enunciado por Buda, la paciencia, que logra triunfos con tiempo y paciencia. La tentación de los caminos violentos para lograr cambios sociales y políticos siempre estará latente, brillando como una quimera hermosa que puede terminar en pesadilla.



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Hace ya unos años leí un libro estremecedor sobre el tema de las guerrillas y la lucha armada en busca de justicia social en los años sesenta y setenta del siglo XX. (Sendero en Tinieblas, Alberto Ulloa, Cal y Arena, 2004 ). El libro narra hechos reales sucedidos a un hombre joven, de clase media alta, idealista y bondadoso, pero ávido, impaciente y deseoso de cambiar el país.

Lo releí en estos días en que el tema de los jóvenes que se fueron a la guerrilla se ha puesto sobre la mesa de discusión desde muchos frentes y ángulos. Si hay un tema que requiere entender los matices y no quedarse en posturas de blanco y negro, es éste. Leer el libro ayuda a mirar con cuidado los matices.



Alberto explica con profundidad porqué decidió luchar contra un estado de cosas insoportable y asfixiante, el del estado mexicano post revolucionario, violento, crudo, hipócrita y sin contrapesos, el del caldo de cultivo que derivó en una plutocracia cínica, el de las enormes fortunas y las redes del narcotráfico construidas desde el poder político que nos agobian desde hace décadas, el de las desigualdades lacerantes encubiertas por la demagogia de los discursos priístas y partidistas, las desigualdades extremas cuyas consecuencias vislumbrara ya Alexander Humboldt en 1805 cuando visitó México, desigualdades que describiría como monstruosas, señalando que debiera ser prioritario corregirlas usando la educación, por el bien de todos, ricos y pobres, españoles e indígenas. Tuvo buen ojo Humboldt. En esa tarea, como país, hemos fallado por completo. 150 años después, esas desigualdades, la impotencia ante ellas y el poder aplastante del Estado fueron el motivo principal de casi todos los jóvenes que se fueron a la guerrilla

El 4 de septiembre de 1974, Alberto Ulloa Bornemann fue detenido por la policía judicial del Estado de Morelos. Fue trasladado en un Volkswagen con los ojos tapados con cinta adhesiva y la cara vendada durante un trayecto eterno y aterrador hasta llegar al Campo Militar Número Uno. Fue incomunicado en una celda de dos metros cuadrados antes de ser interrogado por primera vez. Alberto había sido colaborador ocasional del maestro y guerrillero Lucio Cabañas, al que conoció en la sierra de Guerrero. Alberto pertenecía a una vertiente de la izquierda radical, la Liga Comunista Espartaco. Había estudiado Ciencias y Técnicas de la Información en la Universidad Iberoamericana y militó en la organización mencionada desde 1967, hasta que fue detenido siete años después, a los 32 años. Nunca mató a nadie. Para apoyar el movimiento de Lucio haría a un lado sus privilegios, su educación , y sobre todo, a su esposa e hijita, a las que arriesgó enormemente para ejercer su labor de mensajero, facilitador, gestor, proveedor y chofer.



Después de su detención pasaría setenta días "desparecido" y a merced de las torturas e interrogatorios de sus captores, agentes de la temida Dirección Federal de Seguridad. Desde su celda escucharía o vería pasar a jóvenes campesinos o militantes urbanos rumbo a sus celdas o a los cuartos de interrogatorio. Vio a muchos llegar vivos y salir muertos. Supo de su agonía porque vivió la propia. Tomó el camino de la lucha clandestina inspirado por la revolución cubana , el Che Guevara y la revolución cultural de Mao, como muchísimos jóvenes del mundo de entonces y de hoy. Su otra motivación fue un profundo conflicto con la figura paterna y las figuras de autoridad.

Alberto optó por unirse a la clandestinidad cuando llegó a la conclusión de que la apertura del sistema político mexicano de esos años era infranqueable y las promesas de cambio solo simulaciones; ya no había tiempo para la paciencia porque la puerta para la transformación por medio de una equitativa contienda electoral permanecía tercamente cerrada. El PRI ganaban entonces de todas, todas, y no parecía dispuesto a dejar de hacerlo. Su determinación por cambiar al país lo orilló a elegir el difícil camino de una vida dedicada a la clandestinidad, que desembocaría en su detención en 1974. Como en toda guerra, la violencia se ejerce de parte de todos los contendientes, y dominarán en ambos bandos los más fuertes y violentos. El espacio para la piedad se reduce al mínimo, y menos la habrá del lado del que tiene un poder superior, en este caso, el Estado.

Alberto sería quebrantado con torturas, con el ruido constante del radio a todo volumen durante día y noche, con los gritos inesperados de otros detenidos, con la certeza de que nadie de su familia sabía dónde estaba y, por último, con la amenaza de muerte y desaparición de su cadáver. Nadie bajo tortura puede ser culpado de lo que dice. El instinto de sobrevivencia y la respuesta al dolor en casos extremos nos son desconocidos. Creo que casi toda persona sometida a tortura acabará diciendo lo que sus captores desean oír. Habrá quienes quieran culpar o sentirse culpables por eso. Son situaciones que no deben ser juzgadas, solo comprendidas.

Sesenta y cinco días después de su detención Alberto aceptó haber trasladado el dinero de un asalto bancario y dio nombres y ubicaciones de algunos de sus conocidos, imaginando que ya habrían huido. No fue así, y tres de ellos fueron detenidos y presentados junto con él, cinco días después, ante un ministerio público. Fue entonces que su padre y su esposa supieron que estaba vivo. Como miembro de la organización a la que perteneció, no le tocó ejercer la violencia, pero sí supo de ella y luego la padeció a lo largo de los cuatro años que pasó en diferentes cárceles. Primero Lecumberri, luego el Reclusorio Oriente y al final Santa Martha Acatitla. La amnistía decretada por José López Portillo a los presos políticos de la llamada guerra sucia mexicana, le permitió a él y a otros muchos salir de la cárcel cuatro años después.

La primera persona a la que Alberto vio después de los setenta días de detención en el Campo Militar Número 1 fue a su padre. Qué banales les deben de haber parecido sus distanciamientos y diferencias en esa hora de la verdad, en ese encuentro de su regreso del mundo de las desapariciones forzadas, de las que muchas veces solo queda un vacío indescifrable.

Sendero en tinieblas no es fácil de leer sin inquietarte e involucrarte. Hay muchos momentos del libro en el que quieres ir por ese joven y por muchos otros y regresarlos a sus casas y a sus familias tomados de una oreja. Decirles que crecerán, y que podrán encontrar otros caminos para construir un mejor país. Ves la manipulación de siempre en todos lados y en todos los bandos. También los errores y la grandeza humanas. Jóvenes casi niños, adultos casi jóvenes, todos empeñados tercamente en defender un sueño o en combatirlo. De uno y otro lado hay de todo. Están los judiciales y policías desalmados, pero también los médicos militares que salvan vidas e insisten en presentar ante un ministerio público a los detenidos que aparecen en sus hospitales. Están los carceleros-soldados, pobres entre los pobres, que a veces, compadecidos , le pasan agua o un taco a un preso, y otras, están esperando que algún preso muera para quedarse con los huaraches o la camisa del difunto. Están los vengadores revolucionarios que ejecutan a sus propios compañeros cuando les parecen equivocados o desleales a la causa. Ni la verdad, ni la maldad, ni la bondad son patrimonio de ningún bando. Seres humanos en el momento y condición en que los colocó la vida, marcados por sus actos, pero también por la casualidad del destino.

Al salir de la cárcel Alberto reconstruyó su vida, tuvo al hijo que anheló en los momentos más oscuros de su encarcelamiento, reconquistó la confianza de su mujer, que nunca dejó de apoyarlo, cultivó el cariño de su hija y los lazos con sus padres.

Algunas frases de Sendero en Tinieblas de Alberto Ulloa:

"A los mexicanos de centro, izquierda o derecha nos urge aprender a ejercer la tolerancia, a abandonar los estrechos cauces personales, partidarios o de clase..."

"Los atajos revolucionarios o los contragolpes reaccionarios, como lo prueba la historia mundial, no solucionan los problemas sociales, económicos y políticos de los pueblos, más bien los complican y empeoran..."

"Habría que abandonar las satanizaciones fáciles y los mesianismos delirantes...la herencia sangrienta de los dictadores de derecha o de izquierda no deben de ser reverenciados ni mucho menos reivindicados."

" Los de izquierda suelen socializar la pobreza mientras sus dirigentes acaparan el poder y sus privilegios, además de suprimir los derechos civiles y humanos de millones de personas. Los de derecha, lo mismo. Ambos extremos suelen llevar a otras naciones muerte y destrucción, así como derrota y humillación a sus propios pueblos..."

Coincido con él sin haber vivido su horror. Coincido con él en que no hay atajos y que la humilde gradualidad suele ser más eficaz que las medidas radicales. Coincido con Humboldt en que no atender y cerrar la brecha de las desigualdades, básicamente por medio de la educación y de manera paciente e inteligente, solo puede llevar a un país al abismo.

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Viernes 14 de junio

De atrás para adelante...



Son las 11:30 de la noche, que para estos trotes se sienten como las 2 de la mañana, aquí el cansancio viene mucho antes de la media noche, como señalándote el final de cada día, metiéndose el sol a las 5:30, para las 9 parecen las 12:00.

Estoy sentada en el salón del velero con Vital que se me puso peor los últimos tres días y hoy ya era el colmo su tos de foca, falta de oxigenación y casi fiebre, 37 grados constantes que sostuvo su cuerpecito rojo y ardiente combatiendo la enfermedad, aún con Ibuprofeno no le baja. Salimos con tanta prisa de nuestra anterior vida, que asumo la responsabilidad que implica el no entender para qué carajos es cada uno de los medicamentos que compré sin preguntar ni pensar, únicamente entregando en un mostrador de farmacia las muchas recetas de nuestros médicos para cumplir con un pendiente más. La prisa por querer resolverlo todo en los últimos meses antes de partir, no me dejó concentrarme ni organizarme bien, y cuando me encuentro en situaciones como ésta, en la que la salud de uno de mis hijos depende de lo que tengo en el botiquín y no sé ni qué darles me pone mal, me enojo conmigo misma. Quisiera tener más conocimientos, cómo sacarlo de esta tos y el dolor que veo que tiene en su pechito, sin tener que depender del complicado internet local para poderme comunicar con un doctor. No me atrevo a darle antibiótico, necesito la autorización de José Luis de la Concha, su pediatra. Finalmente, después de lograr comunicarme con él, la respuesta me tranquiliza, pues lo que hice no estuvo mal, solo tenemos que continuar con el tratamiento nebulizándolo tres días más, sin el antibiótico, me calmo.

Hago una mezcla con mi vida, queriendo estar en todo y hacerlo bien, ser anfitriona, gozar de la presencia de nuestras visitas y mi papel de enfermera y mamá. El niño ya está dormido desde hace un rato y después de tomarnos unos cinco mezcales Ale, Angélica y yo neteando en la cubierta, en donde logré conectar con ella como antes no lo habíamos intentado, nos reímos, platicamos de mil y un temas y la pasamos bomba. Me toca hacerla de madre responsable, aguantando el sueño y sosteniendo el nebulizador, logro combinar la solución salina con el medicamento para que mi bebé lo inhale y mañana esté mejor, han sido tres días de incertidumbre y una pizca de angustia, pues jamás te esperas que un hijo tuyo pueda ponerse en estado grave sólo por una tos, pero no puedo tomárrmela a la ligera, cuando van dos amaneceres con un bebé que llora y hace un intento por gritar de dolor. Le escucho el pecho como cuando escuchas el sonido de las burbujas de la tina romperse, es el sonido más cercano que puedo pensar se parece. Vital está dormido en el sillón de la sala, en su casi tercer sueño y yo estoy aquí, medio borracha, con el motor del aparato nebulizador a un lado de la oreja, intentado sostener la boquilla de respiración y escribiendo con mi otra mano. La plática fue maravillosa, los mezcales y temas fluyeron sin máscaras, sin temor a hablar o tomar, estamos en nuestra casa y con nuestra amiga. Yo hoy, conecté con Angélica mejor que nunca y siento que soldamos eslabones nuevos que nos unen con experiencias, pensamientos, convicciones, intereses y aprendizajes. En un mismo canal pasamos horas platicando tan a gusto que hasta los niños nos respetaron y se fueron a dormir solos.

Angélica es una mujer con un espíritu tan libre y seguro de sí mismo que entre bromas y risas, invita a entrar en temas íntimos y de mucha confianza, respeto y aceptación. Cada quien su vida, que más nos da entender otras, si la nuestra y todas, son complicadas.

Pero es que una de las conclusiones a la que llegamos es que la gente tiene miedo de vivir y aceptarse.



Y aquí está ella con sus hijas, nuestras primeras visitas que vienen desde Puebla, México, para estar con nosotros y viajar en el ALDIVI, a vivir la aventura como sea que venga, y están felices viendo estas maravillas de la naturaleza. Me pongo a pensar en lo inteligente que es esta mujer, lo exitosa, lo organizada, lo eficiente, lo buena amiga, lo atractiva, lo libre, lo valiente, lo segura de sí misma, son tantas sus cualidades que ella solita logró descubrir a través de su particular vida, sus experiencias y de sus propios ojos que la auto-critican y avanza. Avanza siempre, no hacia lo desconocido, sino hacia el reto que sabe puede alcanzar y superar, nos lo dijo hoy: yo nunca pienso que algo puede salir mal, por eso mucho me sale bien. No está en mi mente el pesimismo, no existe, no lo práctico.

Es además, de las pocas personas que lograrán decidirlo, lo sé, poner una fecha, comprar sus vuelos, hacer sus maletas y estar aquí, o hasta aquí.

Me encanta saber que tanto ellas como nosotros nos estemos dando esta oportunidad, que confió en nuestro proyecto desde que Alejandro se lo platicó. Angélica, desde el día uno, dijo: yo te voy a ir a ver, es más ¿en dónde vas a estar el 13 de junio? ¿Puedes ir por mí a Papeete?



Así quedaron hace seis meses y así pasó. Sin más planeaciónón ni complicación. Descubrir a este absoluto talento de mujer me hace aprender, reflexionar y crecer.

5:30 p.m. Estamos anclados de nuevo en Moorea, me parece de cuento esta isla. El mar nos tocó durísimo, zarpamos de Tahitíí a las 12:30, sopló constante el viento y movió al mar con fuerza y furia, todo dentro del barco sonaba y se caía, así fue la primera impresión de navegación por la zona de nuestras confiadas amigas, que decidieron sentarse en la cubierta para poder ir viendo bien el mar y una por una al sentir el zangoloteo fue regresando a la seguridad de la bañera donde nos resbalábamos y sosteníamos sin poder hacer más. Durante la mañana pedían ir a Bora Bora que está a dos días de navegación, pero como a los 45 minutos de zarpar y enfrentarnos a ese mar decidieron que era preferible conocer bien dos lugares que tres, mal, así que posiblemente nos quedemos solo en Moorea recorriendo sus costas y bahías.

Llegamos primero a un canal rodeado de altas montañas y una que otra casita que da a la orilla, nos toca el comienzo del atardecer y los colores se encienden en cielo y la humedad, así vemos un arcoíris que casi podíamos tocar y miles de tipos distintos de árboles trepados en las atascadas montañas, desde acacias hasta pinos.

8:00 am. Preparo desayunos y me dispongo a guardar y ordenar de nuevo el barco para poder salir de la marina en un rato.

De ésta forma, de atrás para delante vivimos este día, que pasó de “ hola! Que gusto tenerlas aquí” a ya somos carnalas del alma.

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Sábado 15 de junio

¿Por qué será que cuando ves para atrás, disfrutas más que cuando lo estás viviendo? me puse a revisar mis fotos y agradecí cada una de ellas y cada uno de los lugares en los que las tomé. Hacia zoom a montañas, caras, nubes, cielos y mares que mis ojos vieron en la vida real. Pienso que es el nervio o lo alerta que estamos día a día viviendo cada instante de nuestro presente, el que. al quedar atrás y no tener esa presión, cansancio, o esa emoción del momento, es la respuesta. En cada uno de los fenómenos naturales que hemos visto, he dicho: éste jamás se borrará de mi mente, pero es imposible, en algunos he logrado capturar en una imagen el resumen de lo que vi, sentí, viví y me lo agradezco, no podría recordarlo con tanto detalle. La mente se inspira en los momentos que el corazón habla con ella para conectarse y crear un nuevo recuerdo. Si a esta vida vienes a “no sentir”, no vives. Estamos hechos para vibrar, amar, emocionarnos, observar, temer, saborear, arriesgar, llorar, reír desde el estómago, confiar, las reacciones que son respuestas de nuestro cuerpo son sabias, pero a veces no logramos permitirnos sentirlas, este momento de nuestras vidas, con esta apertura a lo desconocido y la atención que ponemos cada día a vivirlo realmente nos ha ido limpiando los poros y los filtros de la piel, los ojos y el corazón. Es momento de absorber para luego recordar. Así estamos hoy VIVIENDO.

Este día ya pasó, pero lo disfruté, aún con mi Vital enfermo y que no le puede dar el sol, disfruté y valoré cada bocado, cada anécdota platicada, cada risa contagiosa de Angelica, cada emoción.

Domingo 16 de junio

Se nos va el día entre un café y otro y de estos pasamos a un mezcal y otro también, no nos para la boca, podríamos hablar de nosotros, nuestra historia, nuestras familias, nuestros amores por horas y horas, nos faltarán días y por eso estamos exprimiendo cada minuto juntos. Ángela y Carlota son un encanto con mis hijos, a veces me da un poquito de pena lo intensos que puede ser y trato de darles espacio a estas niñas de 19 y 16 años, que sin quejas están aquí, entendiendo el plan y adaptándose. Alexa se identifica con Carlota, las dos son hipocondríacas y exageradamente limpias, hacen clic. Noto cómo mi talentosa hija logra imitar voces y frases propias de la edad de estas niñas y me da ternura y también un poco de angustia, su acelere me pone nerviosa, no quiero ver que se acabe su inocencia, no quiero y punto. Hablan de Andrés, el que viene cada mes, y Alexa está ahí sin entender lo que quieren decir, pero aún así opina y se ríen las tres. Le enseñan fotos de los niños que les gustan y le parecen guapos o feos, le enseñan sus bikinis y les da su opinión, platican de alguna cosa de la escuela y ella entiende, así era yo, idéntica, se jura que puede subir y bajar de edad a su antojo, que se puede poner a la altura de cualquier conversación. Pueden llegar a ser molestas sus ganas de participar en cada conversación y me salva mandarla a su libro, que se la lleva a otro mundo donde están solo ella y los cuentos. Le explico que debemos dar espacio a las personas que vengan a vernos para que disfruten el viaje sin tenernos encima y aunque se siente un poco ofendida lo comprende y a ratos se aleja. La entiendo, está emocionada por tener más “niñas” en casa. Diego coquetea con todas y se vuelve su consentido, lo defienden y abrazan y él quiere lucirse también, se cuelga y salta y ayuda a su papá con más ganas. Ale se desespera un poco con él, pues cada vez que le da una instrucción, Diego sale corriendo a ayudarle pero al minuto ya está jugando con la responsabilidad que le dio su papá, por ejemplo: Diego detén la cuerda del dingui para que nos subamos todos, se sube Ale y Diego está muy atento, se suben las niñas y Diego sigue ahí, le toca a Alexa y ya se empieza a distraer, Ale lo tiene que aterrizar de nuevo y le grita, ¡pon atención! Le toca a Angelica, jala más el dingui queriendo ser más atento, llega una ola que lo mueve, Angélica sube un pie y sin querer se empuja del barco con el otro y se cae al agua. Sale del mar muerta de risa y Alejandro está apenado y furioso con Diego, pero lo apacigua Angélica diciendo que fue su culpa, se sube de nuevo al barco se cambia y nos vamos, llegamos 5 minutos después a un muelle junto a la calle principal, se bajan todos y faltan Angélica y Ale, nuevamente Diego está deteniendo el dingui con todas sus fuerzas, pero esta vez el dingui está de lado, no sabemos cómo Angélica pisa chueco otra vez, se va el dingui lejos de la escalera y queda por una milésima de segundo con un pie en la escalera y otro en el dingui, carcajeándose y en cámara lenta se va de nuevo al agua, yo me estoy haciendo pipí de la risa, rescato su bolsa y corro a enjuagar con agua dulce y secar muy bien su celular que gracias a Dios es contra agua. Empapada abraza a Diego y le dice que ya no vuelve a caerse, que fue su culpa; Alejandro no sabe qué hacer, yo no puedo evitar seguirme riendo, dos o tres mezcales nos tomamos con la botana antes de bajarnos y creo que son lo que provoca la torpeza de mi amiga y mi simpleza, ya en la calle, caminamos como si nada hubiera pasado, no hay nada que hacer, es un tramo de isla muy solitario y poco turístico, también son sitios interesantes, solo unos chavos bailan con sus bocinas en un puente y se vuelve un espectáculo para mí, me quedo un ratito viendo retorcer sus cuerpos con su música tahitiana-reggetonera, creo que es en francés, están lejos y entiendo poco. Nos sirve para estirar las piernas un ratito, observar la naturaleza y otras vistas y nos regresamos al barco a preparar la cena y seguirnos riendo.

Lunes 17 de junio

Un viento intenso, como no nos había tocado antes, sopla con una fuerza que el barco se mueve y se inclina aun parado, sentimos los jalones de la lucha que trae el ancla con la arena, el capitán revisa todo y ya está seguro el barco, decidimos bajarnos a snorkelear para ir a ver los tikis bajo el agua que nos quedan a poca distancia; vamos en el dingui y tenemos problemas con el anclaje, el suelo aunque arenoso no tiene la suavidad suficiente para que se entierre el ancla, de pronto sentimos que se atora con algo y un fuerte jaló, nos aventamos Diego y yo a buscar esas esculturas de piedras sumergidas, nos cuesta trabajo permanecer en un mismo sitio, la corriente y el viento nos arrastran lejos, con mucho esfuerzo y pataleando fuerte con aletas, logramos llegar hasta el sitio donde estaban, se echan los demás, Vital se niega, viene asustado con tanta fuerza de la naturaleza y Alejandro no puede dejar solo el dingui pues también le da miedo que se suelte y se aleje. Nos dura 20 minutos la emoción de los tikis y ya estamos cansados, se suben de nuevo y quedamos Diego y yo abajo para desatorar el ancla que quedó debajo de unos corales y está muy atorada. Debemos bajar, golpear el ancla y jalar, nos tardamos un poco, es difícil, bajamos varias veces, los pulmones se nos cansan pero no hay de otra, Alejandro no puede hacerlo, es peligroso que él se baje y deje a todos los demás trepados en el dingui y sin saber qué hacer. Por fin en la bajada número ocho entre gritos del capitán que el viento no nos deja escuchar, las aletas que me hicieron un hoyo en el dedo del pie, y mi niño que no quería rendirse, metemos la mano debajo de la roca con mucho miedo y logramos sacar de esa trampa el ancla, Diego se trepa en dos minutos al dingui y a mí no me quedan fuerzas, mi pie me duele y estoy algo terca, Alejandro me dice que solo lo intente y él me jala y yo pienso que no podrá, perdemos dos minutos más en discutirlo cuando siento cómo me agarra de la blusa y me trepa de un jalón. No me queda más que reírme para apaciguar los nervios de todos y terminar con la discusión, nos regresamos a resguardar al velero, el viento hace incómodo estar afuera.

Nos enjuagamos todos, son las 4:00 y ya salimos en pijama, estamos cansados y vamos a preparar una cena deliciosa, un arroz negro con calamares que nos queda de concurso; el viento se tranquiliza un poco y en cubierta cenamos y vemos un anochecer mágico con las montañas enfrente, donde todo era oscuro la luz de la luna se prende en un instante detrás de una montaña la cual sólo se observa como una inmensa silueta negra, la luz la hace parecer majestuosa, comienza a salir poco a poco una luna llena que parece un foco de luz blanca y crea un camino resplandeciente sobre el agua que viene desde la base de la montaña hasta nuestro velero, todos los tonos son grises oscuros y las nubes grises más claros contrastan, una pasa por encima de la montaña y tapa la luna, tiene forma de un pez, luego de un erizo, luego de una cara, luego de una ola, un soplido y la luna parece darle el pase como en un baile, es precioso el momento, no podemos dejar de ver esa nube en su curiosa transformaciónón. Detrás vienen otras arrastradas por el viento, se ven planas y alargadas, pretenden que parezca solo nublado pero si te fijas bien son más bien rayas muy finas de nubes horizontales que poco a poco se desvanecen.

Ahí nos quedamos un buen rato contemplando y platicando, los niños ven películas y juegan dentro dejándonos gozar este momento.

La imagen puede contener: cielo y exterior

Martes 18 de Junio

Viento que sopla con ganas de despeinar, estamos aún anclados en Moorea, con la idea de movernos a otra bahía de esta misma isla, amanece un día gris y nublado, llueve, cada quince minutos debemos cerrar escotillas y meter colchones de la bañera, el plan es incómodo y Alejandro está un poco nervioso por el barco, por el clima, porque le da coraje pensar que estos días eran para gozar y aunque eso estamos haciendo, le duele pensar que a Angélica le puedan parecer días malos. Pero ni modo, no hay más que aceptar condiciones y mantenernos a salvo, es su única responsabilidad. Baja un poco el mal tiempo como a las 11:00, subimos ancla y nos movemos de lugar, pasamos por el peligroso canal nuevamente, todos relajados menos el capitán y yo que ya me empiezo a contagiar y dar más cuenta de los momentos que son para únicamente poner atención y dejar de jugar. Llegamos del otro lado, vamos a ver qué hay por aquí, tenemos ganas de salir a caminar, de conocer mejor, la niñas quieren ir a algún super o tienda, observo a nuestras invitadas con la misma inicial decepción que yo también sentí al llegar a Islas donde no hay mucho que hacer en tierra, todo cierra temprano, no hay restaurantes y bares anunciados como en otros sitios o algún lugar con un bonito ambiente; al bajar te encuentras en una calle sin banquetas, con palmeras y casas salpicadas a los lados, y una pared montañosa de un lado y un mar azul turquesa del otro, es bellísimo pero solo puedes observar y continuar por este camino que rodea la isla en sus 60 kilómetros de circunferencia, puedes avanzar uno, dos o tres, y la vista cambiará solo un poco. Angélica logra ver los detalles, es amante de las texturas, recoge piedras, acaricia hojas, flores, troncos y semillas que se va encontrando en el camino, se fascina con eso, ve escenarios en cada jardín de cada casita que pasamos, a mí me gusta venir con alguien así, que se fija en el arte que hay detrás de todo lo que nos rodea, pero de todo, se enamoró de la llanta en la que choca el dingui a la orilla del mar donde lo dejamos amarrado a una palmera, ahí nos espera para regresarnos a nuestra casita flotante.

Después de caminar un poco, nos encontramos a una mujer de chongos organizados por múltiples pinzas y gesto duro pero sonriente, sube una maleta y una cama de masaje a la cajuela de su destartalada pic up, me acerco a preguntarle si queda lejos el súper y me hace ojos de que a pie sí está retirado, se enamora y le da ternura ver a Vital y por él nos invita a subirnos en la cabina a unos y en la batea de su camioneta a los otros y nos lleva hasta el súper más cercano. Las manijas de la camioneta se caen de viejas, parece bote pateado, pero a mí me encanta subirme a coches así, amo ver lo relajado que puede ser que lo único que importe es que prenda y te lleve.

Claro que en esos cinco minutos ya tiene cnco masajes que dar mañana, el mejor negocio de su día, $5,000 francos cobra por masaje y ya nos apuntamos todos, nos entrega su tarjeta y quedamos de vernos ahí mismo, donde nos recogió que es su casa a las 12:45 mañana.

El súper nos tiene verdaderamente sorprendidas, hay de todo, Angélica que es espléndida echa cosas al carrito y no nos deja pagar, es generosa y atenta en todo momento. Conseguimos un taxi y volvemos a la orilla para acarrear las cosas en el dingui, no pudimos hacer más, no hay ni tiendas, ni nada que visitar por la zona y el día sigue gris y amenazador. Tenemos el plan de preparar unas hamburguesas para comer-cenar y ya venimos todos cachando baba del antojo que traemos. Al llegar al barco toman un baño Angélica y sus hijas, nosotros ya sabemos tolerar un poco más nuestros jugos, pero de pronto, comienza a soplar con furia y fuertes rugidos el viento, Ale estáá más nervioso aún, nota que nos hemos movido del lugar donde anclamos y estamos a pocos metros de un catamarán que tenemos detrás, al que arrastrándonos así golpearemos en poco rato. Es necesario en medio de este temporal movernos y volver a anclarnos para quedar bien y seguros, las hamburguesas deben esperar, las bromas y carcajadas se apaciguan y dejamos actuar al capitán que solo a mí me da órdenes y yo obedezco con mi mejor gana. En medio de la noche y del casi ciclón, a oscuras pues aún no hay luna, me voy a la punta después de haber jalado la cadena del ancla, para podernos mover de lugar. A gritos y señales con mis brazos estirados, le voy a avisando al capitán por donde avanzar, para colmo, la aplicación de navionics en su celular no funciona y deberemos hacer esta maniobra recordando lo que vimos de día y haciendo caso a la intuición. Finalmente queda, sentimos el jalón de la cadena que nos mantiene junto con el ancla en un mismo sitio. Preparamos la cena y estamos alertas a todos los sonidos que se producen en el barco a causa del viento que en ocasiones inclusive parece golpearnos, empujarnos o succionarnos. Nunca nos había tocado nada igual, Ale está preocupado, como desde hace tiempo y así es la vida de un adulto, que además es capitán, toda la responsabilidad cae sobre sus hombros. Le duele la espalda, cena, vuelve a revisar su anclaje y nos dice que se necesita recostar cinco minutos, mismos que aún en traje de baño, se extendieron toda la noche. 8:45 p.m. todos ya estábamos en nuestras camas, OUT! Esperemos que resista nuestro anclaje, buenas noches.

Miércoles 19 de junio

Y aquí estoy hoy, echada en la hamaca de la masajista que ayer conocimos, en un clima ideal para gozar de este ratito que es solo para mí y mi diario, amarrada a dos palmeras me desparramo en este tejido horizontal que me mantiene a menos de un metro de la arena y la tibia agua del mar. Enfrente de mí, sobre el mar, veo flotar al ALDIVI y no puedo evitar compararlo con los barcos que lo rodean, nuevamente se ve rudo, seguro y diferente a los demás. Tiene el mástil más alto de los barcos de esta bahía y también el más ancho, se nota más fuerte. Ayer nos guardó y abrazó adentro para protegernos del mal tiempo.

En fin, volviendo a mi momento de ahorita, bajo el pie derecho y me acaricia el mar con su vaivén. Escucho el agua golpear las piedras de la orilla sin escándalos, en 45 minutos subiré a la camilla de masajes y me estoy saboreando ya ese regalo que me daré.

La arena es suavecita, el agua limpia, los corales se ven color violeta desde esta altura y después agua azul turquesa, finalmente bajo el barco un azul más profundo y detrás, más lejos, la espuma de las olas que rompen en la barrera que divide al mar. A mi izquierda, la montaña, arriba de mí, cocos y palmas, abajo raíces, rocas, cangrejos y mar. No hay cielo azul, todo es gris más claro y más oscuro, dependiendo la nube, en el horizonte van dejando cortinas de agua detrás de su lento movimiento y transformación. El generador de viento que tiene el barco ha trabajado a marchas forzadas varios días, gira y gira como rehilete cargando poco pero constante nuestras baterías, desde aquí lo veo y también veo a la bandera de la paz en la popa, que ya rasgada no se rinde para seguir volando al viento.

La casita de la masajista es sencilla y ordenada, con telas amarradas a las paredes, cubre una terraza donde ya en media hora me tocará perderme en sus manos.

Ya es de tarde, me he dado pocos masajes en mi vida, son una verdadera delicia, además de todo el cuerpo masajeó mi cara y cráneo y cargó mi cabeza con sus fuertes manos apretando puntos que me detonaron sensaciones suculentas, detrás de las orejas y debajo de los huesos de la nuca apretó y me quitó un leve dolor de cabeza que ni había notado que tenía, masajeó las palmas de mis manos y pies y me relajo, solo me dolió un poco el dedo que tengo lastimado por culpa de la aleta amarilla que me queda grande, no quería que acabara, cuando pasó por mi cadera quería que pusiera más fuerza que la normal, traigo ganas de que me brinquen encima de esa zona que siempre me duele y ya se volvió un dolorcito con el que vivo a diario, que ignoro pero que ahí está. Entre aromas y aceites me permití estar ahí y disfrutarlo. Al terminar llovía y hacia frío y no me quise bañar, decidí irme brillosa y con el pelo engrasado de regreso al barco a no hacer otra cosa más que seguir platicando con mis tres invitadas que son lo máximo; en la tarde se bajarán las niñas y Ale a darse su masaje también.

En la noche ya éramos todos amigos de Sandra la masajista de pestañas y pelo negro, nariz aguileña, piel muy blanca, chongos locos y excelente actitud. La invitamos a cenar un delicioso risoto con camarones que nos quedó espectacular; la pobre entendió la mitad de lo que dijimos porque después de esta convivencia tan intensa los chistes locales ya son parte de nuestra conversación, tratamos de explicarle pero era complicado. Nos reímos mucho y a las 10:00 como si fueran las 2:00 de la mañana nos pidió volver a casa y nos fuimos a dormir.

Jueves 20 de junio

Nos llovió todo el día, nos movimos con el velero a la bahía Cook y nos bajamos a caminar un ratito; una gaviota pintada en una fachada me cautivó un buen rato, parece una obra de arte urbano, que además integraron con materiales colgados y soldados a sus alas para darle un efecto 3D, ¿quien será el artista?

A mí que me encanta decorar y pintar paredes, este tipo de muros me enloquecen. Luego cenamos una pizza en un food truck a pie de carretera y descubrimos que el baño está decorado como un verdadero “TRONO”. A las carcajadas le tomé fotos a Angélica, “la Reyna en el trono” era todo lo que podía pensar, y ésta loca que a todo le entra ahí se fue a sentar en aquella “INSTALACIÓN” que combinaba palmas tejidas, ramas y flores enmarcando el escusado. Extraordinaria experiencia la de hacer pipí ahí. hasta para tomar jabón tenías que colocar tus manos bajo una sombrilla tejida palma con una flor que solo durará un día o dos, ¿a quién le sobra tanto tiempo? De noche caminamos por la calle, era un poco peligroso pues no hay buena iluminación ni banqueta y los coches pasan rápido; de regreso al muelle del hotel para irnos al barco, en pelotas Angélica, Alexa y yo nos bañamos en la regadera de la alberca, valiéndonos gorro tanto el permiso como los espectadores, que según nosotros no había y sin embargo caminaban por ahí los huéspedes, que oso a medio shampoo tener que decir ¡BON SOIR! pero ya pasó y no pasó nada. Será una anécdota más.

Viernes 21 de junio

Angélica me cuenta su vida a detalle y yo quisiera salir corriendo a grabarla para venderla como serie. Interesante, apasionante, triste, exitosa, con mil carencias y ahora con mil cosechas, la admiro, porque además lo que más me gusta, es que reconoce que también Dios les puso a las personas precisas en los momentos exactos para llegar a ser quien es ahora. Es de esas personas que nacen con estrella y aunque la vida que le tocó en su infancia pintaba para traumarla, se la sacudió y la transformó con su brillo, pasión, seguridad y coqueteo. Vivió con sus abuelos de niña y estos le decían que a la cigüeña se le calló la niña en la casa equivocada, que ella era mucho más que lo que ahí podían darle. Siempre conseguía lo que quería sin esforzarse de más, solo corriendo calle abajo todas las tardes cuando el señor que vendía helados ya venía de regreso chiflando y todas las sobras de los diferentes sabores, se combinaban en el cono perfecto para la niña de shorts amarillos que bajaba a toda velocidad. Como ese ejemplo sencillo de entender, es que las oportunidades le fueron también llegando en cada etapa de su vida como caídas del cielo. Después de escucharla me quedo con ganas de recordar a detalle la película que vivió.

Regresan los chilenos y nos caen de sorpresa, estamos fascinados de verlos de nuevo. Nos bajamos al hotel BALI HAI, nombre que me suena mucho y pienso que es el mismo que mis papás visitaron en su luna de miel.

Alejandro y las niñas se van a bucear y Angelica los niños y yo descubrimos un pedacito de Moorea con casas salteadas en la montaña y familias locales que en ellas viven; en uno de los jardines una casita del árbol nos atrae y los niños juegan por horas felices ahí. No puedo creer en dónde estoy parada, con la montaña detrás, el pasto cortadito, húmedo y en un tono verde intenso y el sol de frente a mí que hace que todos los tonos contrasten, mis hijos se trepan a ese árbol y juegan a que es su barco, el capitán es Diego y Vital lo obedece e imagina que una vara es una gran espada pirata. Cuelgan cuerdas con nudos en cada esquina y Diego se sube a cada una de ellas, gritando e imaginando que sube y baja velas, y Vital desde el piso se agarra y balancea con una dando saltos en el aire mientras la cuerda lo arrastra de un lado a otro, ahí me quedo quieta, en silencio, intento ser invisible para sólo verlos y escucharlos, su imaginación es mi mayor alimento en esta etapa, les tomo fotos desde lejos, tengo un nudo en la garganta de amor y gusto, es un momento tan especial, están tan felices con las rodillas y pies llenos de lodo, descalzos, corriendo en el pasto y debajo del árbol. Alexa decide no ensuciarse y solo camina por el jardín con Angélica en busca de flores y rinconcitos coquetos. Un inmenso señor 100% de facha Tahitiana nos ofrece pan de coco con azúcar y nos regala unas flores. Muy amable saca una raíz de la flor roja que trae vuelta loca a Angélica y se la regala advirtiéndole que está prohibido viajar con plantas, pero como buena mexicana, le dice que le vale gorro, que toda su vida ha viajado con semillas y plantas. Al grado que tiene más de 60 especies de árboles de higo y se está construyendo un jardín en Cholula espectacular, para que sea hogar de sus tan preciados árboles, lleva 28 años coleccionando y trayéndolos de todo el mundo, aprendiendo cómo viajar con ellos en sus maletas y cómo conservarlos y reproducirlos. Es un talento de mujer, que lo que la caracteriza tanto es que si se interesa en algo, pone su 100%.

Cenamos con los chilenos en el barco, las risas y chistes no paran, están fascinados con ella, la libre y encantadora Angélica, como amigos de toda la vida platican de mil temas, principalmente de nuestra amiga en común, la famosa Amy Camacho y lo mucho que ambas partes la admiramos. A mí se me cierran los ojos, me escabullo y me voy a dormir, abandonando la fiesta que no tengo ganas de tener. Que rico es cuando ya vas aprendiendo a estar y no, según tus ganas.

Sábado 22 de junio

Hoy en la tarde se reunirán varios veleristas y esperamos coincidir nuevamente con amigos que hemos ido adoptando en islas anteriores. Por lo pronto temprano preparo mi masa y caliento en la estufa mi comal para lograr las prometidas gorditas o pellizcadas que llevaremos a los chilenos para desayunar. Me encanta saber hacer este tipo de platillos que nos hacen volver con el paladar a nuestro México. Los chilenos quedan felices con la degustación y platico un poco con Mario, un hombre de 80 años que vino a visitarlos y a navegar con ellos por estos veloces vientos y hermosos mares. Encantador y con esa sabiduría que tienen los hombres mayores que han hecho las cosas bien, hablamos de los intereses; las personas con intereses comunes pueden hablar por horas y días, dice él, además suelen realmente subir un escalón del conocimiento. Tiene tres hijos y 11 nietos con los cuales ha sido siempre firme y les ha “obligado” de algún modo a ser disciplinados, a interesarse por algún tema y lograr un reto adecuado a cada edad, recompensándolos con atractivos viajes, por ejemplo: al terminar cada uno de sus nietos la primaria, deben presentar un examen de inglés avanzado y practicar algún deporte de forma seria, invitar a su abuelo a un torneo y entregarle sus resultados del examen para entonces recibir un viaje todo pagado a Disney, y se van los abuelos con los nietos y se divierten muchísimo. El siguiente nivel es, al terminar la secundaria, deben continuar con el deporte que eligieron y tocar un instrumento musical, invitar a su abuelo a un pequeño concierto y partido y entonces son merecedores a los 15 años, de un viaje cultural todo pagado a Europa, los lleva a Roma, Florencia y Paris, les habla de la historia del arte y los pasea por esas ciudades. Y al terminar preparatoria, deben presentar un examen de conocimientos de navegación, saber de motores, entender la física del deporte a vela y deben llevar a su abuelo a navegar al mar, hacen una travesía juntos contratando a un capitán que les dará las órdenes para que no exista ningún roce entre abuelo y nieto, durante ese viaje cocinarán, limpiarán, cuidarán el agua, es su responsabilidad viajar con las medidas de seguridad establecidas, cargarán diésel, subirán y bajarán las velas que les indique su capitán etc. Así se hacen merecedores de estudiar una carrera y este abuelo espléndido, culto, y amoroso comprueba, que exigiéndoles así, se convierten en hombres y mujeres interesantes porque les inculcó intereses. Dice también que les menciona cada vez que puede, que son jóvenes afortunados porque pueden tener oportunidades para ser gente especial, afirmando que ya lo eran desde que nacieron, trabajando en su autoestima y seguridad, pero dándoles herramientas que los catapultarán. Me tiene fascinada su plática y sus maravillosos consejos, los hijos nunca te reprocharán que les exijas orden y disciplina, en la vida debes ponerles metas y acompañarlos a cumplirlas, a los niños no se les ocurrirán sólos, hay que orientarlos. Llueve y llueve, el cielo parece soltar polvo de agua continuo sobre las montañas y sobre nuestros barcos, llegan más y más veleros a esta bahía. Entre estos, vemos a los Armenios en su velero Agahvni, que quiere decir “paloma” en armenio. Es increíble lo que nos identificamos con ellos, ya los extrañábamos, paloma=paz otra coincidencia más. Nos acercamos en el dingui e invito a sus cuatro hijos un ratito, mis hijos llevan semanas preguntando cuándo los volveríamos a ver, y aquí están. ¡Aprovechemos!!! Estoy en nuestro velero, en medio de la lluvia con 8 niños abordo y seis adultos, casa llena, corazón contento. Decido no agobiarme, sólo le sirvo agua de mandarina a todos y les doy pretzels, ven una película, sacan plumones, pintan, juegan y hablan en inglés, todos se logran comunicar, incluso Vital washawashando. Angélica se mete a dormir un ratito a su camarote, Angela lee acostada en su cama, Carlota organiza los plumones y está ahí observando a los niños, llega Osbaldo en su dingui con su hija a saludarnos, este señor tiene también un velero de aluminio de la misma marca que el nuestro y lleva navegando muchos años en los polos, es chileno también, casado con una alemana y tienen dos hijos. Le llamó la atención encontrarse a un barco como el suyo aquí, dice qué hay muy pocos, Alejandro está fascinado con su nuevo amigo que le dá más información de este barco que todavía no deja de sorprendernos, entre pláticas y datos resulta que ya conocía la historia del nuestro, no lo puedo creer, cómo es que Dios de verdad nos trae hasta aquí a tantos ángeles, no me lo explico, llegan solitos, tocan el casco a falta de puerta, toca toca toca suena, se suben y resultan ser maravillosas personas con intereses en común, de las que aprendemos mucho. Su hija ya está pintando con todos los demás y Alejandro no puede dejar de escucharlo, necesitan mucho tiempo este par de navegantes.

En la noche nos bajamos al hotel y nos toca ver un show de bailes tahitianos maravilloso, hombres de 1.90 feroces bailan al ritmo de los tambores, gritan y parecen rugir, les sale del pecho el sonido y vibras al escucharlos, brincan, mueven sus brazos, sus enormes piernas y sus caderas y nos tienen en la baba a las mujeres, luego aparecen las bailarinas que con sus movimientos de caderas y brazos podrían volver loco a cualquiera, inexplicable separan sus caderas del resto del cuerpo y las hacen girar a velocidades imposibles de igualar, poniendo en sus caras sonrisas de labios rojos y buen humor, con el pelo largo y suelto, son sensuales y sus disfraces llamativos, llenos de hojas, faldas de palma, cocos para los pechos y flores. ¡Me fascinan! Son muy profesionales, cambian de atuendos, la música es extraordinaria. Tambores retumban en los oídos, el piso y el pecho, los hombres regresan a escena con fuego y presentan un espectáculo que nunca olvidaré, se ven valientes y fuertes. Después dejamos a los niños en el velero y nos bajamos a cenar a un restaurante que da a la orilla del mar y es de una mujer japonesa casada con un tahitiano, nos enamoran los sabores, el lindo lugar, y los plátanos flameados que de verdad estaban exquisitos.

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Domingo 23 de junio

Hoy se bajan nuestras invitadas para irse a un hotel y ahora sí, no queremos verlas partir, aunque no hemos podido hacer mucho por las condiciones climáticas, la convivencia fue impecable y nos dedicamos tiempo de calidad. Hoy también es el “Tahití-Moorea” SAILING RENDEZ-VOUZ, donde nos reuniremos y haremos nuevos amigos.

Fue especial, hubo de todo, competencia de remo, clase de tejido con palma, aprendí a tejer una bolsa, Alexa pintó un pareo, hicimos coronas con flores, observamos el reto de levantar rocas pesadas, clase para abrir cocos, Alejandro se lució pues Laurent le enseño muy bien en Nuku Hiva, competencias de carreras para los niños cargando pencas de plátanos amarradas en palos de bambú como balanza, comida tradicional, y otro show de baile espectacular con más disfraces que Alexa no paraba de comparar con la película de Moana, ella y yo disfrutamos muchísimo el espectáculo, más yo, porque al final de su presentación, me sacó a bailar el más musculoso de todos los bailarines y me paré feliz, se hincó y me senté en su fuerte pierna, Diego celoso venía a darme besos mientras esperábamos nuestro turno y luego bailamos sin entendernos pero con todos los movimientos requeridos, pensaba un poco en mi marido que no creo que le pareciera lo máximo verme bailar con aquel orangután, pero al final se acercó y me felicitó, ¡fiuffff!!!. Fue un gran día de diversión y actividades para todos. Después tomamos un taxi y nos dirigimos al Hilton donde están hospedadas Angélica y sus hijas, al llegar a su cuarto de hotel, una cabañita divina con cama king size, sala, televisión y una alberquita privada, Alexa enloqueció, se dió un baño de tina y se puso una bata de toalla blanca, se metió a la cama, prendió la tele y ví cómo sus ojos decían, ¡DE AQUÍ SOY!!! yo aproveché la situación y me dí un buen baño casi privado, donde pude tallarme bien el cuerpo, bañé también a mis hijos que ya no sé cuándo fue la última vez que lo hice. Limpios, cenaron y se acostaron en la cama y sala de nuestras amigas, que divinas nos invitaron a utilizar todas esas comodidades, entre pena y agradecimiento los dejé ahí, y nos fuimos a cenar al restaurant del hotel con ellas. No hemos parado de platicar en los últimos días y sin embargo no nos para la boca, saco un tema para cerrar con broche de oro, conocernos íntimamente y les pregunto, ¿cual ha sido el peor oso de su vida? Angelica y todos tenemos varios que contar y nos hacemos reír muchísimo. Alejandro quiere invitarlas, pero está nervioso con la cantidad de platillos que Carlota elige para cenar, es espléndida con ella misma a la hora de comer y hace bien, además todos terminamos probando lo de todos, así de sana es nuestra amistad y relación. Nuestro presupuesto mensual está muy bien calculado, pero no podemos excedernos en lujos, restaurantes y compras caprichosas pues debe rendirnos bien, por eso son los nervios del normalmente espléndido de Ale, que habría querido invitarles todo en todo momento, pero la situación real es esa y debe ser cuidadoso. Aunque piensen que estamos de vacaciones, es más bien un nuevo estilo de vida, donde disfrutamos mucho pero también trabajamos todo el tiempo.

Lunes 24 de junio

Tenemos que volver a aprovechar que nuestras amigas están en el hotel y es el único lugar en la isla con buen internet, no nos hemos comunicado con nuestras familias en los últimos días y muero de ganas de enviarles fotos y platicar con ellos. Eso hicimos todo el día, mientras los niños aprovechaban la alberca, nos atascamos el internet del lugar y nos despedimos de nuestras amigas con una que otra lágrima y muchos abrazos. Las vamos a extrañar tanto, se ríen y contagian de alegría el día. Nos va a pasar con cada una de las personas que se animen a visitarnos, soltarlos de nuevo es difícil. De vuelta a nuestro nido, los cinco sólos, reconocemos que también es sabrosa la intimidad. Además, estamos agotados, atender a más personas y convivir tan intensamente es cansado. Más para el capitán que no termina de componerse de sus dolores de brazos y yo estoy ya ansiosa por saber que ya está bien, no sabemos que más hacer. Llego al barco y me percato de la cantidad de trabajo que me espera y quiero llorar. Tenemos todo patas pa arriba, saqué cosas de los camarotes de las visitas y las metí como pude en mi closet, ahora debo reacomodar todo en su lugar y me muero de flojera.

Martes 25 de junio

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Nos bajamos Ale y yo a dejar sábanas, toallas y ropa sucia a una lavandería, es muy chistoso esto de que el coche y medio de transporte sea nuestro dingui, ahí vamos trepados con seis bolsas grandes de ropa en búsqueda del lugar donde desembarcar y caminar a dejar este pendiente que decidí no sería mío. No puedo lavar en el velero, es simplemente imposible. Descubrimos un lugarcito al que mañana iremos a tomarnos una copa, se ve divino todo decorado en madera y tela amarilla color huevo, se escucha no tan elegante, pero lo es. Al llegar ahí descubrimos que es un bar que ofrece nada más y nada menos que platillos que se acompañan con champagne Veuve Cliquot, por eso la decoración es en esos tonos. Muero de ganas de irme a sentar ahí a solas con mi marido, aunque nos tomemos una cerveza y ya.

Luego regresamos por los niños y nos dirigimos en el dingui hasta la primera bahía donde anclamos, cerca del hotel intercontinental, nos toma una hora llegar hasta allá. Sabemos que los armenios estarán ahí un rato en la mañana y se van a las 2:00 rumbo a Tahití, así que volamos a las11:00 para sorprenderlos con una hielera llena de botanas, les caemos de sorpresa, estamos todos felices de poder convivir un poco más, la plática se dirige a lo incómodo que es viajar así, estamos haciendo lo mismo, con las mismas dudas y retos, ella tampoco sabe mucho de navegación, él trae toda la responsabilidad sobre sus hombros, pero la diferencia es que ellos decidieron que jamás invitarían a nadie a dormir en su barco, no dejan de decir: ¡it is too much work dude. And we are living in such a small place! Al grado que vinieron sus papás a verlos hasta aquí y se hospedaron en dos hoteles diferentes pues están divorciados, y todos los días van por ellos y los regresan. Me da más flojera la logística de tener que ir y venir que apretarnos tantito y convivir mejor, pero ellos no lo ven así y también entiendo perfectamente su punto. ¡Como sea, sharing towels, pillows and toilets it is grose man!!!

Nos despedimos de los armenios y nos vamos a ver el sitio donde dicen qué hay muchas mantarrayas. Los cuerpos de mis hijos son extensiones del mío, si la mantarraya se encimaba en Alexa, o si Diego nadaba bajo una de ellas volteado para verles la panza, a mí me recorría un rayo cargado de electricidad por cada vértebra, tenía la cámara en la mano derecha y en la izquierda detenía la cuerda del dingui, con la cabeza bajo el agua observo a los tiburones que rondan por ahí, a las nueve mantarrayas, unos cuantos peces de colores y al mismo tiempo a Diego y a Alexa que sin darse cuenta se alejan de mí en segundos, yo trato de acercarme poco a poco, pero ellos se acercan a un grupo de cuatro personas que vienen con un guía y están alimentando a las mantarrayas con latas de sardinas, por supuesto que no se quedarían a mi lado esperando a que una de ellas se nos acercara, desde una distancia de 3 a 5 metros los puedo ver bien bajo el agua, suben y bajan y acarician sin ningún miedo la babosas pieles de estos preciosos animales. En varias de nuestras aventuras he tenido que recordarme a mí misma dónde estamos, esto no es un acuario, esto es el mar con todo y sus bellezas a descubrir y sus peligros. Compró Diego un libro que puedes meter al agua y trae impresos los nombres y fotos de los animales marinos más comunes de la Polinesia francesa, los que son prohibidos de tocar tienen un símbolo de una manita tras una raya inclinada roja, son varios, creo que lo he visto unas veinte veces, aparecen desde caracoles y conchas, hasta grandes tiburones. Regresando a la experiencia del momento, no puedo negar que es totalmente increíble poder tocar y alimentar a las mantarrayas, le agradezco a Dios lo felices que están mis hijos. Ale se llevó a Vital para cuidarlo y darle confianza, mi bebé de 4 años se sume, observa y sale y se vuelve a sumir, se pesca del cuello de su papá cuando algo lo angustia y poco a poco se va soltando y alejando. Para variar me faltan manos y ojos, yo también quiero tocarlas aunque me paralice al hacerlo, éstos animales que vuelan bajo el mar son un espectáculo y tenerlas así de cerca parece un sueño, a algunas personas se les abrazan en busca de comida, yo ruego por que eso no me pase porque no sé cómo voy a reaccionar, pero seguro mal. Vienen hacia mí, directo a la cámara, pensarán que es comida, las tengo a centímetros y me giro, me importan demasiado mis grabaciones y me concentro en hacer buenos videos de mis hijos y sus sonrisas tras el snorkel, pero su aproximación lenta y cautelosa me angustia. Debajo del dingui que sostengo con una mano y que no puedo soltar, pasa un tiburón de punta negra y siento que me observa con su ojo blanco y una rayita delgada como de gato al centro, se aleja y mi corazón palpita, no sé como calmarme, qué horror, pensé que ya estaba superando este estúpido miedo. Todos están felices disfrutando de esta única experiencia, y yo tensa, me choca ser así, ¿lograré quitarme tantos temores algún día? No sé qué es lo que me contrae con tanta fuerza los músculos, nada va a pasarnos, pero mi estado de alerta es inevitable y muy cansado.

Por fin, después de una hora más o menos de este jugueteo supuestamente no peligroso, se suben todos al dingui, yo sigo abajo mientras el capitán lo enciende, esto es por seguridad, me trepo de un salto y regresa mi ritmo cardiaco a la normalidad, ahora muero de frío. Me quito la blusa que traigo pegada al cuerpo que sirve para cuidarme del sol y para nadar y mejor me voy en bikini todo el camino de regreso. El sol y el viento me secan, tiemblo, creo que es por la liberación de mis acumuladas tensiones, será un largo camino de regreso y entre aletas, visores, chanclas, hielera y bolsa seca, nos acomodamos sentándonos sin quedar realmente cómodos en los extremos laterales y avanzamos lentamente, pero constante. Los niños no paran de decir lo felices que están con lo vivido, quieren volver mañana mismo de ser posible y traer sus propias latas de sardinas para que todas las mantarrayas los rodeen y no se les despeguen, yo solo les digo que por supuesto que volveremos y sigo la corriente de la emoción, pero comienza a dolerme un poco la espalda por la posición y lo que me contuve bajo el agua. No sé como acomodarme, Vital viene parado en la punta agarrado de una cuerda y yo me derrito de amor ante su mirada indiferente con dirección al horizonte, una llovizna se nos empieza a acercar, viene de la montaña y como cada atardecer de estos lugares, aparece un arcoíris y lo observamos sin cansarnos un buen rato.

Finalmente llegamos al velero, bajamos todo, lo lavamos, preparo la cena y después con la espalda adolorida y contracturada me voy a dormir, fue un gran e intenso día.

Miércoles 26 de junio

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Me estiro con algunos movimientos de yoga y me sirve para el dolor. A veces me siento atrapada aquí, no puedo bajarme a mi antojo, no puedo irme y me ahogo, me necesito dar silencio, y mis tres hijos me llaman al mismo tiempo que Alejandro me pide ayuda, volteo a ver mi hogar y lo tengo que limpiar y recoger de nuevo como cada día, y mi caprichosa niña interior quiere salir corriendo a encontrar una cafetería con aire acondicionado donde pudiera aventarse en un sillón, tener internet 4G y un gran capuchino caliente con mucha canela. Qué ansiosa estoy, no quiero hablar ni ver a nadie y es imposible, además de que no podré parar en todo el día.

Comienza mi día a las 5:30 a.m. con mis ganas por darle vida a mis recuerdos en este delicioso diario, que me sirve de escape y que me hace pensar en mí y mis sentimientos, en los días anteriores no he podido dedicarme bien a él. A las 7:00 a.m. mi marido se levanta y me pide que le ayude a montar la vela mayor, será una tarea larga y llueve, está todo húmedo y estoy en pijama, me tengo que ir a poner unos shorts para ayudarle, no quiero, pero no hay de otra, no hay nada de viento, no hay sol y es el momento perfecto. Me hago pato media hora más y llega con un cafecito para despertarme y apurarme. Desdoblamos la vela en la cubierta del barco, es inmensa, ahora debemos primero meter la base de la vela en un carril que va dentro de la botavara, pesa mucho, no sé como me sale fuerza y logro ayudarlo, nos tardamos poco en ese primer paso, ahora debemos enganchar la punta de la vela a un herraje que va directo a la drisa que la sube y baja, cuando ya estamos en eso, Alejandro nota una fisura en el herraje y debemos cambiarlo, es increíble como los fierros pueden romperse solo con la fuerza del viento, nos pasó en el cruce del pacífico con una argolla gruesa que se partió en dos y no me lo podía creer. Teníamos el herraje de respaldo, así que lo cambia rápido y pasamos a meter los battens que son las costillas que le dan rigidez a la vela. Van de más corto a más largo y debes tener cuidado de agarrarlos con los dedos, no con toda la mano, pues puedes astillarte espantoso, son de una especie de fibra de vidrio. Esto nos lleva una hora y media y ya salió el sol, tenemos sed y hambre y los niños comienzan a inquietarse también, yo no sé cómo partirme de nuevo en mamá y ayudante paciente del capitán. Por fin después de dos horas y media de trabajo constante queda y terminamos de enrollar la vela en la botavara, me toca hacer el nudo final de la funda que la protege y siento unas palmaditas que me doy a mí misma en la espalda diciéndome, lo hiciste bien. Alejandro también me agradece, pero no puedo dejar de aplaudirme

Ahora son las 11:00 de la mañana, hay ropa, juguetes, toallas, libros y plumones por todos lados. Desayunamos y me pongo a lavar cocina y a organizarme mentalmente para ser más eficiente en mi quehacer, al mismo tiempo que exijo a mis hijos que hagan unas cuantas páginas de su libro de matemáticas, ahí estoy con un ojo al gato y otro al garabato cuando me vuelve a requerir el capitán, vamos a cargar diésel, tengo que ayudarle a subir el ancla. Mi trabajo es cobrar la cadena que pasa por un tubo que está en el camarote de mis hijos y debe caer debajo de la cama, tengo que jalar con fuerza para que no se atore en el guinch que la sube y se haga un caos. El ancla estaba enterrada en una gruesa capa de lodo y sale mugrosa, avanzamos hacia la gasolinera, estamos solos y tendré que actuar rápido y con la información que para estas alturas ya tengo entendida, me pongo mis tennis, organizamos los cabos de amarre gruesos y pesados que Diego tendrá que arrojarme, mientras Alejandro está en el timón por cualquier cosa. El muelle se ve débil y bajito, tengo que bajar los fenders que son como unos chorizos grandes de plástico para el recargón que se dará el casco con el muelle que es de madera y nuestro fuerte barco de Aluminio podría romperlo, no podemos cometer errores. Salto lo más fuerte que puedo y corro a la punta del barco, me lanza Diego el cabo que debo rápido amarrar a la cornamusa que queda sobre el muelle, opuesta a la punta del velero para frenarlo, lo hago perfecto y muy rápido; ahora me pasa Alejandro el cabo de popa y lo cruzo amarrándolo a la cornamusa que está cerca de la punta del barco, o sea el extremo opuesto nuevamente, se hace una cruz con los cabos y le da más soporte a nuestro amarre, el capitán me felicita, está contento de ver que hemos aprendido a hacer los amarres y a tener más velocidad de respuesta. Finalmente le ponemos por seguridad dos cabos más cortos en cada extremo y cargamos sin inconveniente el diésel. El calor está con todo, en la cubierta del barco hay unas tapas que dicen: diésel, water, waste, hasta esa toma debemos acercar la manguera y pistola de gasolina cuidando que no se riegue, en pleno rayo de sol y sin viento. La deshidratación me está matando, me vuelvo a montar en el barco y tomo un vaso de agua tibia que percibo cómo se absorbe en mi sudado cuerpo. Ya son las 2:15, terminamos de cargar el combustible y ahora toca desamarrarnos e irnos, parecería una tarea más fácil que llegar, y lo es, pero la inercia del barco es tanta que debemos tener muchísimo cuidado, me toca otra vez ser la marinera oficial y no puedo fallar, debo permanecer en el muelle, desamarras los cabos y empujar el barco con todas mis fuerzas, es lento pero mágico poder empujarlo, se aleja y debo saltar desde el muelle, llego sin problema pero de pronto al alejarse la proa, la popa comienza a virar y a acercarse al muelle, debo volver a saltar y detener el golpe, con la adrenalina del momento no sé cómo lo logro y ya estoy parada en el muelle jugando a ser “super girl” empujando ahora la proa con todas mis fuerzas, a un centímetro de pegar logro detenerlo, de milagro no le dimos al muelle, salimos ilesos. Debemos volver a anclarnos aquí mismo en bahía Cook, pues Andy Purpin, escritor de la revista, latitud 38, se enteró de nosotros y quiere entrevistarnos, nos dijo que llegaría a las 3:00. No he tenido tiempo de limpiar ni recoger nada. En media hora tendremos que meterle velocidad y entre todos dejar el velero nuevamente presentable. Como hormigas a toda velocidad asigno áreas y Alexa recoge los cuartos y hace las camas, Diego guarda los platos limpios, coloca los sucios de nuevo en el fregadero y limpia la mesa del comedor y a Vital solo le pedimos que recoja sus legos que ya están por todos lados. Ale en la bañera acomoda escotas, tira las cenizas de sus últimos cigarros y avienta prendas de todos a la ropa sucia. El escritorio otra vez es un nudo de cables y se ve fatal, y yo pues de todo un poco, dirigiendo la orquesta, barriendo, lavando baños, luego platos y acomodando cada cosa en su lugar. A Andy se le hace un poco tarde y nos da tiempo de estar listos, pero ahora todos tienen hambre, tengo que empezar a cocinar otra vez, pongo a hervir una cacerola de agua, pico cebolla y rallo zanahorias, saco un frasco de berenjenas ahumadas, pongo todo a freír en mantequilla, le echo sal y pimienta, la pasta al agua hirviendo y en 20 minutos tengo una comida deliciosa con verduras y parmesano, les sirvo un plato a cada quien y de una vez comemos todos. Son las 4:00, llega Andy con su encantadora esposa y se sientan en la bañera a platicar con Alejandro, es una entrevista informal que termina en gran amistad, él es un señor de más de 80 años con las piernas bronceadas y barba blanca que lo hace parecer un gran marinero, que además lo es. Algo pasa con todos los capitanes que al final se van pareciendo, como si el efecto del sol en su pelo y piel les afectara de igual manera, un envejecimiento natural que no los hace parecer tan mayores, pero sí un poco arrugados. Además. veo a mi marido cómo está tomando las mismas rutas, su barba y pelo comienzan a mostrar pelo blanco, en poco tiempo será uno de ellos, va con viento de popa, cada mes está más canoso y más guapo. Todo va muy bien, la esposa de Andy les trajo a los niños limpia pipas para que hagan diferentes figuras y se volvieron locos, empezaron a amarrar estos alambres de colores y los hombrecitos de legos colgaban por todo el barco, comenzaron los pleitos por quién tenía más y con los pleitos los gritos de Vital, Alejandro les repitió tres veces que se calmaran y simplemente lo ignoraron, después a Diego se le ocurrió lucirse, colgarse de cuerdas y treparse al mástil y a Vital cantar sus múltiples canciones inventadas que no se cansa de repetir, la entrevista se desviaba cada cinco minutos, Alejandro les pelaba los ojos y los niños seguían siendo niños y las visitas estaban encantadas con ellos, el único que sufría de enojo y angustia era el capitán, que notaba cómo su poderosa mirada no tenía efecto en sus hijos esa noche. Yo a veces me hago a un lado cuando Alejandro quiere meter orden pues termino por estorbarle o tengo que agarrar a mis hijos y alejarme de la plática que me choca perderme, así que hoy, sólo les decía en voz muy bajita, ya cálmense mis amores, papá está tratando de platicar con las visitas, resultaba cinco minutos y otra vez comenzaba el molesto ruido de sus mil y un juegos. Les ofrecí cenar nuestra deliciosa pasta que me sobró para compartirles, cenaron encantados y después se marcharon, despidiéndolos con una linda sonrisa y muy amable, nuestro capitán. En cuanto el dingui de Andy se alejó lo suficiente para no escucharnos, al capitán se le transformó la cara, le salía humo por las orejas, se puso rojo y los castigó severamente mandándolos a dormir sin cenar y en ese momento. Los amenazó hasta con los regalos de los santos reyes, los niños ya lloraban porque no recibirían nada en navidad, en cuatro días es el cumpleaños de Diego y ya juró no celebrárselo por su pésimo comportamiento. Llora con sentimiento y moco prolongado porque no tendrá un feliz cumpleaños y se va a dormir con el corazón roto. Aunque sé que no se vale, me acerco a él, le acaricio la espalda y le digo que mañana papá recapacitará y lo perdonará, pero que deben ser más obedientes y no portarse peor que nunca cuando llegan las visitas. Está confundido Diego y a mí se me parte el corazón, me dice: ya no sé cómo hacer que papá se sienta orgulloso de mi, ¿por qué se enoja cuando hacemos cosas de niños? No me puedo quedar quieto y sentado, no me gusta. Trato de ayudarlo en todo lo que me pide, pero de todo se enoja, ya no quiero estar aquí si él sigue así.

Más tarde se lo comunico a Ale pues a veces sí exagera en sus enojos y amenazas y aunque tarda en reconocerlo, lo hace, pero aún así cree que debe ser así de estricto y tampoco está mal, si yo educara a estos niños sola, los echaría a perder.

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Domingo 9 de Junio



Nos invitan a comer a su barco los chilenos. Los observo y analizo, y disfruto al hacerlo. Llega también Mario, el español. Voy a explicar mis observaciones de estos personajes que están pasando por nuestra vida en este momento.

Son tan opuestos que son iguales, me causan mucha gracia pues son cien por ciento auténticos y honestos cada uno en su estilo, tienen claro cómo son y así se saben, y no tienen ningún reparo en aceptar o rechazar lo que les gusta o no. Están si quieren y se van en cuanto lo deciden, se preguntan, se observan y se molestan como amigos de toda la vida, se quieren conocer más, pero ambos no saben por qué quieren eso, si uno toma y otro no, uno fuma y el otro no, uno es panzón y el otro no, uno quiere hablar de sexo y el otro no, uno se deja el pelo largo y el otro se rasura el pecho, son opuestos, tan opuestos que son iguales.

Jorge con su risa coqueta y sus ojos azules que dicen todo el tiempo, YO YA LO VIVÍ!, me vuelve loca, tiene una actitud tan relajada, está al acecho de conquistar una mujer y es carnal. Le habría encantado hacer este viaje 10 años atrás, dice que vendría conquistando mujeres en cada puerto, pero que ahora o son muy jóvenes o muy viejas. Es gracioso y al mismo tiempo su profundidad de pensamiento al que le pone feeling al hablar, me entretiene, baja la voz para que le pongas mas atención y así te comienza a cautivar poco a poco, es un hombre que nació para ser un pillo y ha disfrutado serlo. Siempre dice, yo no permito que me corte el pelo un hombre, tiene que ser mujer, si voy al dentista, no permito que me meta la mano a la boca un hombre, tiene que ser mujer, así de claro tiene que sólo se le pueden acercar las mujeres, me da risa su firmeza y determinación al decirlo. Hoy navega a sus 65 años por el mundo con su hijo que lo respeta y lo llama capitán, le cocina, limpia y organiza un poco el barco etc... Jorge Manuel, el solapador responsable de la eterna juventud de su padre, le celebra cada chiste, pero él es impecable, no se le sale una grosería. Con los roles invertidos, se cuidan, se joden, se acompañan, se regañan y se divierten, los he llegado a querer como familia, mis hijos en las mañanas corren a su barco a saludar a sus tíos “los Jorges", y éste par. que además tienen un don especial con los niños, los saludan haciéndoles siempre bromas, preguntas y chistes, los entretienen un ratito, son muy cariñosos.



Se pone buena la plática en la bañera del barco de los chilenos, hablan de mujeres y se desvían a un tono de lamento. Mario de pronto dice en su tono de español: La tristeza de saber que a ésta edad ya no conectas con la mirada a las mujeres con las que te cruzas, es que te empiezas a sentir solo y es duro reconocerlo, yo me sentía guapo y ahora ya no me miran, ¿estaré envejeciendo?



Me sorprende la rutina con la que vive este señor impecable siempre. Aquí por la facha ya sabes quién es limpio y quien no tanto, aunque a veces las apariencias engañen, pero éste si se ve limpio y ordenado como pocos he visto, con sus horarios e ideas bien definidos y sus barandales pulidos. “LA DAMA” se llama su barco, eso dice mucho, este tipo es un, como dicen en España, un pijo. Aun no conozco su barco por dentro, ya tendré oportunidad, por fuera está todo cubierto con fundas, se ve que es un barco divino, pero así de tapado no puedo ver mucho, lo que me parece precioso es la combinación de la madera con los herrajes verdes que se ven atravesados todos por cabos idénticos, todo es monocromático por fuera en tonos beige, se ve elegante, aunque aburrido.

Lunes 10 de junio

Un día más de los muchos feriados que nos han tocado, casi todos caían en miercoles y se aflojaba aún más la actividad de las islas a partir de ese día hasta el siguiente lunes; aquí en Papeete, a pesar de que tienen turismo y mucho movimiento, cierran los domingos todas las tiendas y hoy lunes por ser feriado, también. No abren más que unos cuantos restaurantes y se escuchan menos coches pasar. Aprovechamos para hacerle una buena limpieza al barco; si les platico en una lista todo lo que hoy hice, los canso de leerlo. Me duelen los pies que me acabo de lavar y tuve que masajear un poco pues mi talón ya hacía un ángulo recto en sus orillas, espantoso. Parece extraño, pero estuve todo el día aquí trabajando en ordenar, sacudir, limpiar baños, vidrios, el parabrisas, barrer, trapear, lavar los cojines de la bañera, entre otras miles de actividades más, como cocinar y hacerla de maestra de tres grados distintos, y puedo repetir entre otras cosas. Me duelen las pantorrillas y pongo mis piernas en alto, no me senté ni cinco minutos en todo el día. Me consuela que mañana tendré mucho menos que hacer, espero.

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Junta de capitanes !!!@proyectosoltandoamarras #aldivi @aleirigoyen #elmexicano #elchileno #elargentino #elespañol

Martes 11 de junio

Día de chicas, se nos pego Vital en la mañana pues amaneció con calentura, supuestamente se quedaría con su papá, pero solo quiere estar conmigo; le di medicina para el dolor y mejoró, pero trae los ojitos con esa capa brillante que parece un vidrio extra cuando se sienten mal, los músculos de su cara se tiran al piso y sus párpados parecen explicarme su dolor. Me culpa porque lo obligamos a dormir en un colchón en el piso que puedo lavar fácilmente, después de la octava vez que tuve que lavar sábana, cubre colchón, almohada, funda, pijama etc. Sigue teniendo accidentes nocturnos, que más bien creo que ya son diurnos pues se hace justo antes de amanecer, ya no sé cómo hacerle, me urge que logre dar ese paso y sé que ya podría; Alejandro dice que solo es por flojo y yo creo que sigue queriendo llamar la atención y se resiste a dejar de ser mi bebé.

Pero, volviendo al tema de las chicas, le prometí a Alexa que hoy tendríamos un día especial y lo fue, las dos estuvimos felices de ir agarradas de la mano por calles y entre caras desconocidas. Aunque traíamos al pequeño lastre de Vital, hoy éramos ella y yo, le puse más atención, la escuché, la acompañé a cada tienda que quiso entrar y ella a mí, buscamos a una en especial que se llama “le petite munde de Lili”, pues una chava venezolana que conocimos desde el sábado y trabaja en una tienda de bikinis nos dijo que los vestidos más bonitos para niñas los diseñan y venden ahí. No estuvo nada fácil de encontrar, resulta que está en un segundo piso de un edificio que da a una calle peatonal pero no parece comercial, la sorpresa fue que logramos llegar, preguntando y sonriendo llegas a donde quieras. Subimos unas escaleras estrechas y oscuras y al estar en el segundo piso le preguntamos a una mujer que veía desde el pasillo a la calle si sabía donde podríamos localizar a esa famosa tienda, nos sonrió y nos dijo, ¡aquí! “Cest moi Lili.” Abrió una puerta de metal beige y con cortinas que no dejan ver hacia adentro y salió un aire frio y un aroma a lavanda que enseguida nos despertó, y de pronto entramos a un cuartito con aire acondicionado, racks y maniquíes, con todas sus paredes pintadas de color azul pastel y muebles blancos, con pompones de color rosa y melón colgando del techo, y en cada maniquí de madera barnizada, un esponjoso vestido de flores con crinolinas debajo de las amplias faldas, era inevitable no enamorarse del lugar, de Lili y de sus creaciones. Alexa se volteó a verme y sus ojitos y su sonrisa descubrían su mayor fantasía, la distancia y el tiempo que llevamos lejos nos hace disfrutar pequeños placeres más que nunca, y ese lugar así de coqueto y la exclusividad con que atendió Lili a Alexa la hicieron sentir princesa.

Se probó tres vestidos, uno azul con estampado en flores rosas y verdes, con un moño blanco atrás que de la cintura, con el que giró y giró y se trasladó a otro mundo; después uno de rayas azul marinas con mangas cortitas de flores rojas, más recto y con la espalda en V terminada con un moño grande de la misma tela que las mangas, lindo. Y el tercero fue uno con una falda que cae como un hongo en tonos morados y estampado de flores naranjas, rosas y verdes, un moño en la cintura que cuelga de un lado y la parte superior en tono rosa liso, con un cuello volado que puedes bajar para que se te vean los hombros, está fascinada mi modelo con lo sexy de lucir así sus hombros, me derretía de amor al verla torcer su esbelto cuerpecito para poderse ver en el espejo por delante y por detrás; se tocaba la falda y se giraba para un lado y para el otro, se acomodaba el moño, pensaba con qué zapatos lucirían mejor, es toda una niña que empieza a fijarse ya en detalles de mujer, eso le está pasando. Dudó media hora cuál sería el indicado, el tutú se quedaría en la tienda pues en el barco ¿a donde lo metemos?, así que después de pensarlo y verse mil veces al espejo con uno y otro, se decidió por el azul, se lo volvió a probar y se lo quiso llevar puesto. Al lado de esta tiendita coqueta y dulce que cumple perfectamente con su función de enamorar a sus pequeñas clientas, está su taller, pasando una cortina blanca, que divide el salón, están sus máquinas de coser, sus estantes con telas de miles de colores, hilos, patrones de cartón, listones y una mesa grande para hacer sus cortes. Verdaderamente es “su pequeño mundo”.

Mi abuelo Carlos y Maria Ester les dieron dinero a mis hijos para que se pudieran comprar algún capricho y Alexa no dudó en sacar sus billetes e invertir en ese maravilloso vestido con el que casi había soñado.

Salió dando brinquitos, sonriente y feliz. Vital viene enojado porque no había ropa para él, a tanto llegan sus celos. Seguimos caminando, ahora quiero ir un paso atrás de la estrella azul con luz propia que viene saltando adelante de mí, amo verla gozar la vida, que se sienta segura, y que un vestido se convierta en su mejor recuerdo de Papeete, ¿por que no?

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“Le petite munde de Lili”

Tenemos un poco de hambre y vamos a comprarnos un bagette, nos topamos con Alejandro y Diego que estaban en la misma cafetería, qué coincidencia tan mágica e inesperada; comemos juntos y ahora sí Vital, con otra dosis de medicina, se va con su papá y nos quedamos Alexa y yo solitas, disfrutando cada minuto; yo saqué una cita en un salón de belleza que queda a media hora caminando y vamos para allá. Siguiendo un mapa damos con el lugar, entro y huele a lo que venía pensando que olería, ése aroma que deja el spray en el aire, shampoo y químicos deliciosos; venimos sudando y tienen aire acondicionado, me dejaré consentir aquí; les explico a los hombres que manejan el salón lo que necesito y siento que me entienden perfectamente. Por dentro siento como cuando le das un trago a un vaso con hielos en el calor, ¡aaaaaahhhhh!!!, esto necesitaba. Me aplasto en un sillón negro y Alexa me acompaña en el de al lado, saco su kindel para que siga leyendo Harry Potter y es mi turno de sentirme apapachada, qué delicia.

Me asignan a Alexander, un chavo amanerado y encantador con su copete de lado y mechas. Hace su trabajo muy rápido y muy bien y como en todos los salones a los que he ido, no para de hablar y hacerme preguntas, yo sólo quisiera perderme en wassap, pues necesito el wifi y platicar con mis hermanas y mi mamá, llevo una semana sin comunicarme y las extraño.

Separa mi pelo a toda velocidad y me embarra el químico que aclarará mi raíz para lograr el efecto con el que tanto me identifico, no volteo a ver sus manos, estoy confiando cien por ciento en él. Me pasa después de un rato al sillón con lavabo en el respaldo y me da un masaje de cráneo por el que hubiera pagado el doble de lo que me cobren, cierro los ojos y me permito sentir sus dedos apretarme la cabeza y quitar tensión. Amaría poder hacer esto más seguido, me relaja tanto. Regreso a mi sillón negro, frente al espejo y comienza a secarme el pelo con una secadora y un cepillo, hace 3 meses o más que no me peino realmente, me corta las puntas y me deja guapa, ahora soy yo la que sale de ahí, dando giros para sentir mi pelo limpio y sedoso en mi cara. Ya somos dos mujeres con aires de grandeza y mayor seguridad, nos merecemos un helado y platicar un ratito más, después volveremos al barco para darles de cenar a nuestros hombres. Alexa necesita de estos ratitos de atención para sentirse especial, sus hermanos acaparan mucho de nuestro tiempo. Ayer ya estaba de malas y hoy se le limpiaron los corajes con este maravilloso día que nunca olvidaremos ninguna de las dos.

Miercoles 12 de junio

Mañana llegan Angelica Moreno y sus hijas a pasar unos días abordo del ALDIVI, ¡qué emocion! Otravez debemos limpiar el barco, lo tenemos desordenado y el estar tan cerca de la calle hace que se ensucie mucho más, me entregaron ropa lavada y está todo afuera en torres sobre mi cama y sillones, lavamos las colchonetas de la bañera y se están secando en la cubierta, cuelgan del guardamancebos trapos, toallas y fundas de otros cojines, hay legos y zapatos regados por todas partes, platos en el escurridor que aunque estén limpios se ve tirado, los botes de basura llenos, cables sueltos sobre el escritorio enredados, polvo y más polvo por todos lados; comienzo a ordenar, limpiar y acomodar todo. Estoy apenas empezando cuando escucho unos gritos que vienen de afuera del barco, gritan mi nombre y el de Alejandro, estoy limpiando a Vital, que es la cuarta vez que va a hacer popo en la mañana y me tardo en reaccionar para salir a ver.

De pronto se oye un chiflido como de plaza de toros que me da risa y me obliga a apurarme, me asomo y veo a Angelica y a sus hijas abanicando sus brazos desde la banqueta para saludarnos, emocionadas de vernos, me gritan que les abra.

Alejandro se fue a comprar cosas que le hacen falta y yo estoy en mi jugo de ayer y puede ser también de antier, sudando la gota gorda y con el barco hecho pedazos. No quiero que se suban estando el barco en este estado, mañana lo verían impecable, hoy está peor que nunca, pero no tengo más remedio que ir a abrirles la puerta de acceso a la marina y aguantarme la vergüenza. Nos damos unos abrazos deliciosos, de más de cuatro segundos, reconfortantes. Hasta que me abrazaron conecté con lo mucho que extraño a los poblanos. Se suben y están felices de conocer el velero, muy emocionadas de estar aquí. Yo estoy avergonzada, pero se me quita al verlas a ellas tan relajadas y tan cariñosas con nosotros.

Después de un rato deben volver a su hotel y se llevan a Alexa y a Vital, para ayudarme y poderme concentrar en dejar el barco impecable. Regresa Ale y nos vamos a hacer el super, compramos comida para una semana, pensando que somos 8 personas. Son bolsas y bolsas de comida las que subimos al taxi que nos dejó en la marina y que cargamos en una carretilla para finalmente depositarlas en el barco. Todo es caro en estas islas, pero más la comida. Debemos apurarnos pues quedamos en tomarnos una copa con Angélica en la noche y recoger niños en su hotel. Se quedan las bolsas ocupando todo el piso de la cocina, nos cambiamos y nos vamos.

Al llegar al hotel, subimos a la habitación de Angelica y nos enseña una maleta de 40 kilos y otra de 15 kilos que nos trajo con sorpresas compradas por ella y otras que encargué a mi mamá, quien, como toda mamá mexicana, duplicó el pedido. Apenadísimos con la carga que les dimos, no sabemos ni cómo disculparnos, les cobraron sobre equipaje, tuvieron que comprar otra maleta, no, no, no, se nos cae la cara de vergüenza, pero al mismo tiempo agradecemos desde el alma que nos trajeran todo eso, muero por echarme un clavado a ver qué tanto hay.

Después del oso por el que pasamos, nos tomamos la prometida copa y nos regresamos al barco con las dos maletas y los niños, no habrá donde meter tanta cosa, por ahora es tarde y estoy cansadísima, mañana veo cómo le hago para acomodar todo.

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Jueves 13 de junio

A las 12:00 vendrán Angelica y sus hijas y el barco ya debe estar cómodo para recibirlas como se merecen y ordenado. Tengo mucho trabajo por hacer, pero logro tenerlo todo listo a la 1:00 y llegan 1:15, ¡fiuf!!! El barco se ve impecable, me siento orgullosa y con la conciencia mas tranquila. Se acomodan y nos vamos a caminar al centro de Papeete, quieren ir de compritas. Volvemos al barco y nos encontramos a Mario, el español, que nos invita sólo a Angelica y a mí a pasar a “LA DAMA”, su barco clásico, su casa. Lo tiene como de un catálogo, él lo diseñó todo y estuvo presente en su fabricación en Inglaterra. Colocó un fregadero de metal negro al centro de la cocina con una llave blanca elegantisima, su refrigerador es vertical y de la altura de un humano, sus sillones están tapizados como sala de un palacio en tonos olivos y rosa palo, todo de madera, piso, paredes y techo, se ven las costillas del barco por dentro, eso me parece como de museo; otro sillón de piel color vino impecable y nuevo te recibe después de la cocina, todo se ve nuevo y este señor lleva más de dos años viviendo ahí, claro que solo; las lámparas del barco y candeleros se prenden con una luz amarilla como velas, te transportas en el tiempo, es precioso, cada herraje, cada gancho, cada escotilla circular es de latón, a oscuras nos metemos en ese su pequeño impecable mundo, y le preguntamos ¿por qué no abre las ventanas? y muy tranquilo nos responde que para que no se le empolve nada, pues odia limpiar, aunque no se nota. Angelica que es muy chistosa, con voz fuerte y directa se burla de él en su cara y se carcajea divertida haciendo preguntas, esperando alguna respuesta un poco más atrevida. No logra sacarle mucho a este hombre que ama la soledad y la perfección en sus espacios y tiempos, pero no le puede quitar los ojos de encima a mi amiga que se pasea libre dentro del velero; con su segura personalidad se sienta y despreocupada, a propósito, sube los pies a los sillones y enamora cada segundo más al encerrado español que no se atreve a ensuciar ni el escusado de porcelana blanco que colocó en el también elegante baño. Yo estoy ahí, de chismosa viendo cada detalle y escuchando la conversación de Angelica y Mario, él no deja de repetir que es un hombre aburrido. Ella trata de entender a este personaje y le hace más preguntas y se ríe y divierte con cada una de sus respuestas y él con las pupilas dilatadas, responde sincero e intenta ser coqueto, pero no le llega ni a los talones a esta mujer que nació para brillar y exprimir a la vida. No es que los presentáramos esperando nada, es mas bien que nada podría pasar, pues ella no pasa un día sin divertirse con sus hijas, que comienzan a ser sus amigas y sus miles de amigos que la adoran y adora, y él vive en el día a día, sin buscar nada distinto. Pero también se mueve en su barco por el mundo, su libertad la encuentra ahí, nada más que sólo y con él mismo.

Mundo Nuestro. Una más de las entregas de las las crónicas de cocina poblana Del fogón a la boca, escritas por el anticuario poblano, experto en arte popular, Antonio Ramírez Priesca. Mirar la ciudad a través de la comida. Saborearla y aprender con ella a conocer la historia que la contiene. Por la historia y por nuestra comida, valorar la extraordinaria ciudad en la que vivimos. Publicadas originalmente en el portal urbanopuebla, las crónicas de Antonio Ramírez Priesca serán reproducidas semanalmente aquí con su autorización.

Conforme el verano avanzaba, los mercados de la ciudad rebozaban de productos que venían de todas poblaciones cercanas: las lluvias y el fértil suelo del Valle de PueblaTlaxcala permitían abundantes cosechas de todo tipo de frutas y verduras; conforme con la abundancia, los precios en los mercados de La Victoria y El Parral descendían para ciertos productos, y la familia aprovechaba para hacer acopio y conservas.

Grandes canastos llenos de rojos xitomates guajillo llegaban al patio de la casa de la trece sur frente al Paseo Bravo, y Abuelita Tere – mi abuela materna - nos indicaba cómo escogerlos, limpiarlos, lavarlos y prepararlos para hacer la conserva: la deliciosa salsa de tomate – espesa y muy roja – que sería el alma de pastas, sopas y por supuesto, del bacalao navideño. Había aprendido ella el Arte de la Cocina, desde muy joven, junto a su hermana Catalina, bajo la rígida supervisión de la bisabuela Ana María, leyendo y estudiando, en los cuadernos manuscritos de recetas familiares de letra fina y menudita, que recibió en herencia de cuatro generaciones de mujeres cocineras, que le antecedieron. Los cuadernos empezaban con recetas fechadas en 1867 en San Juan del Río, Querétaro, mucho antes de que el bisabuelo y su familia llegaran a Puebla en 1920.

Descuelga el cazo de cobre, lo lavas muy bien con jabón en el lavadero del patio y después lo vamos a limpiar por dentro con sal y limón, me ordenaba. El cazo en cuestión, se usaba siempre para las conservas ‘de sal’ y había otro, para las ‘de dulce’. Después vendrían largas horas de cocción, en que el pálido puré se transformaba en espesa salsa que después sería envasada en frascos de vidrio con tapa metálica - la parte del proceso que podíamos ayudar a la abuela y que nos divertía hacer - llenar los frascos y hervirlos para conservar, sin apretar la tapa, y luego, ya fríos, cerrarlos con la fuerza que nuestros brazos infantiles permitían. Después nos ocupábamos en formar los frascos en la alacena de la cocina, que siempre se mantenía fresca y oscura.

Hoy me encamino al Mercado del Parral de la 9 poniente, que no vive sus mejores épocas: languidece en el abandono, rodeado de calles atestadas de tráfico, casas abandonadas, universidades, estacionamientos y hoteles boutique en construcción. La mayoría de los pobladores del barrio migraron a la periferia de la Ciudad y ya sin clientela, los originarios dueños de los puestos de frutas, verduras, las carnicerías y pollerías y hasta el molino de nixtamal del callejón del mercado, están próximos al cierre. Me alegra descubrir que aún en estas condiciones, encuentro una abundancia septembrina de xitomate guaje a un precio casi tres veces menor, que lo que lo he visto en los supermercados modernos: mi Abuelita Tere estaría llenando inmediatamente sus canastas, para hacer conserva.

Charlemos más de Gastronomía Poblana y ‘’a darle, que es Mole de Olla’’!

#tipdeldia: visiten y compren en Mercados de la Ciudad de Puebla; hay productos frescos y para todo tipo de bolsillos!

Reflexiones en torno al 6° aniversario de la tipificación del maltrato animal: los seres humanos “no deben compasión a los animales, sino justicia”

Contribución del Cuerpo Académico 330: Louise Greathouse Amador, Luz Anyela Morales Quintero, Patricia Preciado Lloyd, Beatriz Gutiérrez Mueller, José Luis Rojas Solís; con la colaboración de Leticia Gallardo de Tovar, Presidenta del Consejo Ciudadano de Bienestar Animal y de A. Justin de la Fuente Laudo para la redacción de este artículo.



En el marco de la celebración del 6° aniversario de la tipificación del maltrato animal como delito en el Código Penal del Estado de Puebla, el Cuerpo Académico 330 “Prevención de la Violencia: Educando para una Cultura de Paz a través de la Participación Social”, invita a la sociedad a reflexionar sobre la importancia de fortalecer el respeto hacia todo ser vivo.



La relación entre los seres humanos y otras especies de animales es tan antigua como lo son los registros de los primeros homínidos en la historia. A lo largo del tiempo, esta relación ha sido testigo de actos de gran compasión y amor, pero también de una crueldad e indiferencia inimaginables. El propio Nietzsche lo decía “Las mentes más profundas de todos los tiempos han sentido compasión por los animales”, y como él, muchos han levantado la voz a favor de los animales en todo el mundo.

Indudablemente nos encontramos ante un cambio social. Ya en el siglo XIX la abolición de la esclavitud revolucionó el entendimiento del ser humano para con sus semejantes, poniendo fin a una práctica que se remonta a los inicios de las grandes civilizaciones. El siglo XX trajo consigo el reconocimiento de la igualdad de las mujeres, después de siglos de sumisión y represión. Ahora, el siglo XXI representa el tiempo para la reivindicación de los animales y el medio ambiente. Se trata pues, de una simple cuestión de evolución como especie: avanzar y progresar. Lo cual significa liberar, no encarcelar; respetar, no dañar; y significa cuidar, no someter.

Los animales merecen vivir sus vidas libres de sufrimiento y explotación. Jeremy Bentham, el fundador de la reforma de la escuela utilitaria de filosofía moral, declaró que al decidir sobre los derechos de un ser "la pregunta no es ¿pueden razonar?" ni "¿pueden hablar?", la pregunta fundamental es "¿pueden sufrir?". En su libro Animal Liberation (Liberación Animal), Peter Singer afirma que el principio básico de la igualdad no requiere un trato igual o idéntico; requiere de una consideración igual, una consideración pareja. El sólo hecho de ser prejuiciosos nos permite negar a otros los derechos que esperamos tener para nosotros mismos. Ya sea por motivos de raza, género, orientación sexual o especie, el prejuicio es moralmente inaceptable.



En México, las iniciativas para la protección de los animales han sido tardías, lentas, y durante mucho tiempo parecía que no existían. Afortunadamente, hemos llegado al momento en que se encuentran dentro de la agenda de las políticas públicas y poco a poco han ido en aumento. El tema de la protección de los animales va más allá de una simple actitud de querer a los animales; en realidad, tiene que ver con sus derechos como seres vivos y sintientes, al igual que los seres humanos y el medio ambiente. La protección de los animales es un tema que tarde o temprano, nos afecta a todos.

En este sentido, el pasado 5 de septiembre se cumplieron 6 años de haber entrado en vigor la reforma al Código Penal del Estado de Puebla, en donde el maltrato animal se tipificó como un delito que, de acuerdo a la gravedad de los hechos y en apego a sus Artículos 470, 471, 472 y 473, podría conllevar un castigo que va desde los 6 meses a 6 años de prisión a quien de manera intencional hago daño a algún animal.

Los amantes y defensores de los animales vieron como un verdadero logro la aprobación y publicación de esta Ley que sanciona a individuos con conductas antisociales y crueles como “el matagatos”; aquel hombre de San Martín Texmelucan que publicó en sus redes sociales actos terribles en contra de perros y gatos, lo que dio origen a la exigencia ciudadana de sancionar con la cárcel el maltrato animal, y por ello desde septiembre de 2013, existe en el Código Penal de Puebla el Capítulo XXIV que refiere los DELITOS EN CONTRA DE LOS ANIMALES.

La curva de aprendizaje de parte de las autoridades y de la ciudadanía en lo referente a las denuncias ha sido larga y complicada, por momentos incluso confrontativa. Muchos casos de maltrato de animales de todas las especies se han quedado a medio camino en la búsqueda de la justicia, con toda la impotencia generada al darse cuenta de que el tema es considerado menor y que pocas son las autoridades que alcanzan a visualizar que la gravedad de la violencia ejercida en contra de cualquier ser sintiente, es la misma, el mismo acto, lo que cambia es la víctima. Menos comprenden que el maltrato animal es la antesala de la violencia social, y tampoco les importa que, por el simple hecho de existir la normativa, ésta debiera aplicarse por principio, por el estado de derecho, más allá de considerarla relevante o no. Sin embargo, no se ha logrado más que vincular a proceso a una sola persona que dejó en la cajuela de su auto a tres cachorros y gracias a la flagrancia del hecho, la policía actuó, presionada por ciudadanos que presenciaron la escena y exigieron a la autoridad se actuara en consecuencia. Pero los casos a los que hay que integrar una Carpeta de Investigación, prácticamente están condenados a morir, como muchos de los animales que han sido víctimas de humanos sin escrúpulos cobijados por la enorme impunidad a la que los protectores de animales nos enfrentamos.

A lo largo de estos seis años, han sucedido muchísimos casos de maltrato animal, la gran mayoría de ellos no han sido denunciados penalmente, porque la ciudadanía no tiene confianza en las autoridades y menos en nuestro sistema de impartición de justicia. Sólo un pequeño porcentaje de estos delitos en contra de los animales han tenido un denunciante que, a pesar de la indiferencia de los agentes del ministerio público, de los jueces y de los policías ministeriales, no han declinado en su lucha por lograr que la violencia en contra de los animales sea castigada de acuerdo a la Ley.

Para ejemplificar lo que sucede, citaremos dos casos de denuncia de maltrato animal que se hicieron desde el año 2017. La primera en el mes de abril, por el maltrato de 67 perros y un gato, que permanecían en un Refugio en San Cristóbal Tepontla, en San Pedro Cholula. Estos animales fueros “rescatados” por una pseudoprotectora que los tenía en pésimas condiciones a pesar de recibir donativos para su atención y bienestar. Fueron las autoridades municipales quienes recibieron a los perros para posteriormente ser entregados en resguardo a protectoras de animales que se hicieron cargo de la rehabilitación física, pero sobre todo emocional de los perros y el gato. El caso, a la fecha no prospera porque la policía ministerial no ha podido localizar a la presunta culpable, quien sigue activa en las redes sociales.

La segunda denuncia tiene que ver con una señora y su hijo menor de edad, quienes retenían animales en su domicilio ubicado en Huejotzingo que el niño atrapaba y los dejaban morir de hambre. En varias ocasiones los vecinos se percataron de esta crueldad, por el olor que despedían los cadáveres de los animales. Uno de los vecinos contactó a las Asociaciones Protectoras de Animales para buscar asesoría y levantar la denuncia correspondiente y así en el mes de julio, se lleva a cabo la primera visita a la Fiscalía para hacer del conocimiento de la autoridad estos hechos terribles en contra de los animales. Después de varios meses de idas y venidas, el caso está parado porque los policías ministeriales han reportado que no han localizado a la madre e hijo, asistiendo una única ocasión a buscarla a su antiguo domicilio.

Las repercusiones de estos actos, que por desgracia no son pocos, implican tanto la gravedad del maltrato animal; como la asociación --ya demostrada[1]--, de los antecedentes de maltrato animal en muchas de las personas que después cometen actos violentos en contra de otros seres humanos. Esta situación debería preocupar enormemente a las autoridades que están a cargo de la prevención de la violencia. Sin embargo, la naturaleza de esta problemática demanda necesariamente el involucramiento de la sociedad en general.

Tal es el caso del Cuerpo Académico 330 “Prevención de la Violencia: Educando para una Cultura de Paz a través de la Participación Social”, que en conjunto con la Fundación Dejando Huella, el Consejo de Participación Ciudadana de Bienestar Animal y el Movimiento Animalista de Puebla, ha organizado Foros, Encuentros y Jornadas para promover el desarrollo de una consciencia colectiva más sensible y humana, al tiempo que reitera la importancia de hacer valer el estado de derecho y respetar las normativas en materia de protección animal.

Como bien lo expresara el Premio Nobel de la Paz, Albert Schweitzer, “mientras el círculo de nuestra compasión no abarque a todos los seres vivos, el ser humano no hallará la paz por sí mismo”. En un tenor similar, Schopenhauer señaló un punto fundamental en este tema: “El olvido intencional en el que los moralistas han puesto a los animales es bien conocido por todos, piensan que las bestias no tienen derechos. Si hablamos de moral, no tener consideración por los animales es una doctrina repugnante, grosera y llena de barbaridades”; incluso fue aún más claro en su mensaje al afirmar que “el hombre no debe compasión a los animales, sino justicia”.

[1] La bibliografía a propósito de este tema es amplia y variada, no obstante, el lector que desee un panorama general al respecto puede consultar la obra de Núria Querol y Angel Cuquerella Fuentes, intitulada “La violencia hacia los animales relacionada con la violencia interpersonal”. Disponible en https://www.academia.edu/37462192/LA_VIOLENCIA_HACIA_LOS_ANIMALES_RELACIONADA_CON_LA_VIOLENCIA_INTERPERSONAL