Acción civil

Revista sin permiso. Hagai El-Ad es un activista israelí LGBTI y de derechos humanos, es director general de B´Tselem desde 2014. Formado como físico en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en la de Harvard, fue director de la Asociación pro Derechos Civiles de Israel y de la Casa Abierta de Jerusalén por el Orgullo y la Tolerancia. Ha comparecido en dos ocasiones ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en 2016 y 2018, para abordar la situación palestina.

Por Hagai El-Ad

No se puede vivir un solo día en Israel-Palestina sin la sensación de que este lugar se ve constantemente manipulado con el fin de privilegiar a un pueblo, y sólo a un pueblo: el pueblo judío. Pero la mitad de quienes viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo son palestinos. Ese abismo entre esas realidades vividas llena el aire, sangra, se encuentra por doquier en esta tierra.

No me refiero simplemente a los pronunciamientos oficiales que se formulan en detalle, y los hay abundantes, como la aseveración en 2019 del primer ministro Benjamin Netanyahu de que “Israel no es un Estado de todos sus ciudadanos ”, o la ley fundamental del “Estado nacional” que consagra “el desarrollo de asentamientos judíos como valor nacional”. A lo que trato de llegar es a un sentido más profundo de la gente como deseable o indeseable, y a una comprensión de mi país a la que me he visto expuesto desde el día en que nací en Haifa. Hoy, se trata de una consciencia que ya no puede evitarse.

Si bien existe paridad demográfica entre los dos pueblos que viven aquí , la vida se gestiona de modo que sólo una mitad gestiona la inmensa mayoría del poder político, los recursos de la tierra, los derechos, libertades, formas de protección. Constituye toda una hazaña mantener esa desposesión. Para más inri, lo es venderla con éxito como una democracia (dentro de la “línea verde”, la línea del armisticio de 1949), a la que se le adjunta una ocupación temporal. De hecho, es un gobierno el que lo domina todo y a todos entre el río y el mar, siguiendo el mismo principio organizador en todas las partes bajo su control, laborar para que avance y se perpetúe la supremacía de un grupo de gente – los judíos – sobre otro: los palestinos. Esto es apartheid.

No hay un solo palmo de terreno del territorio que controla Israel en el que sean iguales un palestino y un judío. Aquí las únicas personas de primera clase son los ciudadanos judíos como yo, y disfrutamos de este estatus tanto dentro de las lineas de 1967 como más allá, en Cisjordania. Separados por los diferentes estatus que se les ha asignado, y por las muchas variaciones de inferioridad a las que les somete Israel, los palestinos que viven bajo dominio de Israel están unidos por el hecho de ser todos desiguales.



A diferencia del apartheid sudafricano, la aplicación de nuestra versión de ello – el apartheid 2.0, si quieren – evita ciertas clases de fealdad. No vamos a encontrar letreros de “Sólo para blancos” en los bancos para sentarse. Aquí “proteger el carácter judío” de una comunidad – o del Estado mismo – es uno de los eufemismos tenuemente velados que se despliegan para tratar de obscurecer la verdad. Pero la esencia es la misma. Que las definiciones de Israel no dependan del color de la piel no supone una diferencia material: es la realidad supremacista la que constituye el nudo de la cuestión, y la que hay que derrotar.

Hasta la aprobación de la ley del Estado nacional, la lección clave que Israel parecía haber aprendido del apartheid de África del Sur consistía en evitar declaraciones y leyes demasiado explícitas. Con estas se corre el riesgo de provocar juicios morales, y finalmente, no lo permita el cielo, consecuencias de verdad. Por el contrario, la acumulación paciente, tranquila y gradual de prácticas discriminatorias tiende a prevenir las repercusiones de la comunidad internacional, sobre todo si uno está dispuesto a hablar de boquilla sobre sus normas y expectativas.

Así es cómo se consigue y se aplica la supremacía judía a ambos lados de la línea verde.

Manipulamos demográficamente la composición de la población esforzándonos por incrementar el número de judíos y limitar el número de palestinos. Permitimos la migración judía – con ciudadanía automática – a cualquier lugar que controle Israel. Para los palestinos, lo cierto es lo contrario: no pueden adquirir un estatus personal en ninguna parte fuera de los controles, aunque su familia sea de aquí.

Manipulamos el poder a través de la asignación – o negación – de derechos políticos. Todos los ciudadanos judíos (y todos los judíos pueden convertirse en ciudadanos), pero menos de una cuarta parte de los palestinos bajo dominio de Israel, gozan de ciudadanía y pueden, por tanto, votar. El 23 de marzo, cuando los israelíes vayan a votar por cuarta vez en dos años, no será una “fiesta de la democracia”, como suelen denominarse a menudo las elecciones. Antes bien, será otro día en que los palestinos, excluidos, contemplen cómo determinan otros su futuro.



Manipulamos el control de la tierra expropiando enormes porciones de tierra palestina, manteniéndola fuera de su alcance en lo que respecta al desarrollo de los palestinos, o utilizándola para construir ciudades, barrios y asentamientos judíos. Dentro de la línea verde, llevamos haciendo esto desde que se estableció el Estado en 1948. En Jerusalén Este y en Cisjordania es lo que llevamos haciendo desde que se inició la ocupación en 1967. El resultado es que las comunidades palestinas – de cualquier lugar entre el río y el mar – se enfrentan a una realidad de demoliciones, desplazamientos, empobrecimiento y aglomeración, mientras los mismos recursos de la tierra se adjudican a nuevos desarrollos judíos.

Y manipulamos – o más bien, restringimos – los movimientos de los palestinos. La mayoría, que no son ni ciudadanos ni residentes, depende de los permisos y puestos de controles israelíes ara viajar entre una zona y otra, así como para viajar internacionalmente. Para los dos millones de la Franja de Gaza las restricciones de viaje son de lo más severo: no se trata sólo de un bantustán, pues Israel la ha convertido en una de las mayores cárceles a cielo abierto sobre la Tierra.

Haifa, mi ciudad natal, fue una realidad binacional de paridad demográfica hasta 1948. De unos 70.000 palestinos que vivían en Haifa antes de la Nakba, quedó luego menos de una décima parte. Han pasado casi 73 años desde entonces y hoy Israel-Palestina es una realidad binacional de paridad demográfica. Yo nací aquí. Quiero – y tengo la intención de – quedarme. Pero quiero – exijo – vivir en un futuro muy distinto.



El pasado representa traumas e injusticias. En el presente, se reproducen todavía más injusticias. El futuro ha de ser radicalmente distinto: un rechazo de la supremacía, erigido sobre el compromiso con la justicia y nuestra humanidad compartida. Llamar a las cosas por su nombre – “apartheid” – no supone un momento de desesperación: antes bien, supone un momento de claridad moral, un paso en un largo caminar inspirado por la esperanza. Ver la realidad como lo que es, nombrarla sin encogerse, y ayudar a que produzca la materialización de un futuro justo.

Revista Sin permiso

Tariq Alí / Miembro del consejo editorial de Sin Permiso

El juicio ha terminado. La juez Vanessa Baraitser ha dictaminado que no se extradite a Julian Assange a los Estados Unidos. Si alguien que haya estado observando el juicio afirma no estar sorprendido, es que te está contando una mentirijilla.

Nadie que asistiera a las sesiones del proceso (como fue mi caso en una fase anterior) podía haber dejado de caer en la cuenta del sesgo y, en ciertas ocasiones, la abierta hostilidad que mostró Baraitser hacia los abogados de la defensa. El grueso de su juicio fue por el estilo. La defensa presentó numerosos argumentos según los cuales no debería extraditarse a los EE.UU. a Assange – por encima de todo, que los EE.UU. habían presentado cargos políticos, no criminales, contra Assange, lo cual prohibe el tratado de extradición entre el Reino Unido y los EE.UU.– y falló en contra de casi todos ellos.

Dictaminó que no existía base para pensar que no se respetarían los derechos constitucionales de Assange en los EE.UU. o que se vería sometido a un castigo arbitrario tras la extradición. Negaba por último, en los últimos párrafos del fallo, que se tratara de una persecución de motivaciones políticas encaminada a silenciar a un periodista, con lo que esencialmente salvaba las apariencias en lo que respecta al gobierno británico.



Por el contrario, falló en contra de la extradición sobre la base de que resultaría ‘opresivo por razones de perjuicio mental’: que en las condiciones previas al juicio en los EE.UU., sometido a aislamiento en una cárcel de máxima seguridad, pudiera no evitarse que Assange se suicidara.

Tal parece que fue al espectro de ‘supermax’ – la brutal realidad del sistema carcelario norteamericano – al que se sentó en el banquillo y se encontró culpable. Pura hipocresía. La cárcel londinense de Belmarsh, tristemente famosa, en la que se mantuvo en aislamiento a Assange después de ser detenido por la fuerza en la embajada de Ecuador, ¿es por comparación una zona humanitaria? A finales de 2019, los médicos que reconocieron a Assange redactaron una carta abierta al gobierno británico, declarando que ‘podría morir en prisión sin atención médica urgente’, debido a las condiciones en las que se le mantenía. Nils Melzer, Relator de las Naciones Unidas para la Tortura, advirtió que ‘Assange mostraba todas las señales típicas de las víctimas de tortura psicológica’, al haber permanecido en régimen de aislamiento a todos los efectos durante más de un año a fecha de hoy’. Pero Baraitser despachó su testimonio sin más ni más.

Su veredicto es sólo el primer paso. No sabemos si a Assange se le otorgará fianza a la espera del recurso norteamericano o si la juez se mostrará vengativa. En su vista mañana para la fianza, el tribunal se mostrará más preocupado por el riesgo de fuga que por el riesgo de asesinato. Y aunque Baraitser expresara su seria preocupación por su bienestar psicológico, es improbable que la salvaguarde emitiendo una orden de protección.

Siguen planteándose preguntas sobre las verdaderas razones de esta clemencia. ¿Hizo saber la inminente administración de Biden que prefería evitar su procesamiento en los EE.UU., en el que el New York Times se vería obligado a defender los derechos de Assange de acuerdo con la Primera Enmienda, puesto que también había publicado materiales de Wikileaks? ¿Quería el gobierno británico vincular esto al atasco de su caso de extradición de Anne Sacoolas, la mujer del diplomático norteamericano que atropelló a un adolescente británico en agosto de 2019? Todavía pueden aparecer más detalles. Pero, como se dice en los deportes, una victoria es una victoria. La negativa a la extradición debería ser objeto de celebración, sean cuales fueren sus motivos.

Como sabe la mayoría de la gente, el caso contra Assange – iniciativa de Eric Holder, Fiscal General norteamericano con Obama – es poco más que un intento de suprimir la libertad de expresión. En un mundo en el que la propaganda visual resulta central para hacer la guerra, las contraimágenes representan un problema para los belicistas. Cuando Al Yazira difundió filmaciones de tropas norteamericanas que atacaban a civiles durante la Guerra contra el Terror, un general del Ejército norteamericano – acompañado por un jeep repleto de soldados armados – entró en la sede del canal de noticias en Qatar para exigir una explicación. El director de la emisora, un palestino de voz suave, le explicó que informaban sencillamente de las noticias. Un año después, fue despedido de su puesto.



De modo parecido, Wikileaks obtuvo grabaciones del ataque en 2007 de un helicóptero norteamericano contra civiles desarmados en Bagdad. Se oyó exclamar a los pilotos: ‘¡Que ardan todos!’, y hacer bromas después de disparar contra dos niños: ‘Bueno, es culpa suya por meter a sus hijos en la refriega’. Ese macabro cinismo conmocionó a muchos después de que el video se difundiera de modo masivo. El crimen que presentaba no era novedoso, ni era comparable en volumen a anteriores atrocidades (matanzas de prisioneros de guerra en Corea, guerra química en Vietnam, bombardeo en alfombra en Camboya, y así sucesivamente). Pero el Pentágono estalló con que el video de Wikileaks alentaría represalias terroristas. El problema no consistía evidentemente en cometer crímenes de guerra, sino en grabarlos con una cámara. Por lo tanto, a Chelsea Manning, que filtró el material, y a Assange, que lo publicó, se les debe obligar a sufrir las consecuencias.

Wikileaks arrojaba luz sobre las verdaderas razones de las intervenciones militares de la década del 2000, que nada tenían que ver con la libertad, la democracia o los derechos humanos, salvo como contraseñas de la acumulación de capital. Recurriendo a la Red para esquivar los medios tradicionales, Assange publicó más de dos millones de cables diplomáticos y registros del Departamento de Estado que dejaban al descubierto la maquinaria del Imperio Norteamericano. La reacción del Estado norteamericano ha caído a menudo en lo absurdo, como un perro que sin pensar tratara de hincarle el diente a todo y acabara mordiéndose su propia cola; Assange apuntó que ‘para marzo de 2012, el Pentágono había llegado a crear un filtro automático para bloquear todo tipo de correos electrónicos, incluidos los que llegaban al Pentágono, que contuvieran la palabra Wikileaks’. En consecuencia, los fiscales del Pentágono que preparaban la acusación contra Chelsea Manning se encontraron con que no estaban recibiendo correos electrónicos importantes ni del juez ni de la defensa.



La venganza era un motivo menor. El objetivo primordial consistía en disuadir a otros reveladores de secretos. Pero esto resultaba miope e insensato. Quienes denuncian los crímenes de guerra, la corrupción o las infracciones empresariales son gente habitualmente valerosa pero ‘corriente’, a menudo bastante conservadora, que trabaja en instituciones del “establishment”: pensemos en Edward Snowden, otrora empleado de la CIA, o en Daniel Ellsberg, antiguo marine. ¿Sucumbiría tan fácilmente a esa clase de disuasión una persona así, cuya entera visión del mundo se ha visto agitada por algún horror en su conciencia? El intento de llevar a cabo un escarmiento con Manning y Assange casa mal con la mentalidad de los reveladores de secretos, cuyo sentido de la injusticia les impulsa a aceptar las consecuencia de las filtraciones, cambiándoles la vida.

Ellsberg, el funcionario del Departamento de Estado, que entregó al New York Times los Papeles del Pentágono secretos, se convirtió finalmente en prenda adorada de los liberales, sobre todo entre los demócratas, pues puso de manifiesto las mentiras y fechorías de Nixon durante la guerra de Vietnam. Dudo que Julian Assange llegue alguna vez a alcanzar tan exaltado estatus en alguno de los dos lados del Atlántico. Ha sido difamado por medios de todo el espectro político. Los periódicos liberales han hecho cola para afirmar que ‘no es un periodista’, sino un ‘activista’, o, tal como dijo el Boston Herald, un ‘espía’. Su juicio nunca tuvo la cobertura merecida en el NYT, el Washington Post or el Guardian. Este último, pese a haber publicado el material de Wikileaks en 2011, parece hoy haber abandonado por completo el periodismo de investigación serio. Por contraposición, El País y el Suddeutsche Zeitung fueron más objetivos.

Considerando lo que Assange ha sufrido, unas cuantas semanas de libertad en la Gran Bretaña confinada serán un regalo del cielo. Se acabó el espacio atestado y la falta de luz solar; tendrá oportunidad de abrazar a su pareja y sus hijos, de utilizar un ordenador, de coger un libro cualquiera. ‘Estoy entero, si bien literalmente rodeado de asesinos’, le escribió a un amigo desde Belmarsh. ‘Pero los días en los que podía leer y hablar y organizarme para defenderme y defender mis ideales y a mi gente han terminado…’

Tal vez no.

Tariq Alí / Miembro del consejo editorial de Sin Permiso

Revista Sin Permiso

Por Gustavo Buster y Daniel Raventós / Editores Revista Sin Permiso

Aunque todavía faltan datos importantes sobre el proceso que culminó en el asalto al Capitolio, sede del Senado y de la Cámara de Representantes de EEUU, por una concentración de protesta convocada y alentada por el aún Presidente Donald Trump para impedir el recuento de votos electorales y la proclamación como ganador de Joe Biden, sí es posible hacer un primer análisis sobre las causas de decadencia de un sistema político profundamente oligárquico, a pesar de pretender ser un modelo de democracia y ejemplo para el resto del mundo.

El desencadenante es conocido: un mitin organizado por el Presidente Trump en la plaza elíptica de Washington DC el día del recuento final de compromisarios y proclamación de la victoria del candidato del partido demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020. Trump convocó a sus partidarios a través de las redes sociales y alentando a diversas organizaciones de extrema derecha a movilizarse con semanas de antelación. Su objetivo declarado era apoyar a 139 representantes y casi 20 senadores republicanos que se habían comprometido a cuestionar los resultados electorales con una cadena de mociones que retrasasen o impidiesen la proclamación del nuevo presidente electo Biden, a pesar de contar con una mayoría de 7 millones de votos directos emitidos (el 51,3%) y 306 compromisarios (el 56,9% de un total de 538).



Una larga estrategia de deslegitimación electoral

Trump preparó sus alegaciones de fraude antes incluso de que comenzase oficialmente la campaña electoral, defendiendo que el envío de las papeletas de voto por correo por las juntas electorales estatales para alentar la participación en plena epidemia del Covid-19 era “ilegal”. Solo la solicitud personal de papeletas de los inscritos en el registro electoral y el voto presencial eran “legales”. Un argumento en contra de la participación de las minorías, con mayores dificultades sociales para la inscripción en el registro electoral.

El cuestionamiento del voto por correo podía ser determinante para la elección de compromisarios en un sistema mayoritario (con la excepción del sistema proporcional en Maine y Nebraska) en la que cada estado obtiene un compromisario por cada senador y congresista, aunque todos los estados, con independencia de su población, tienen al menos dos senadores, asegurando un mayor peso en el Colegio electoral a los pequeños estados. Si en 2016 Trump derrotó a Hillary Clinton con 2,8 millones de votos directos menos, gracias a su victoria por el sistema mayoritario por menos del 2% en Florida, Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, obteniendo todos los 75 compromisarios, en 2020 Biden se ha llevado los 57 compromisarios de Arizona, Georgia, Pennsylvania y Wisconsin por solo 124.364 votos de los 18,6 millones emitidos.

Pero en ninguno de los estados en liza ni las juntas electorales ni los tribunales han aceptado las alegaciones de fraude electoral de los representantes de Trump. Tampoco tuvieron efecto las presiones directas de Trump desde la Casa Blanca a las autoridades de los estados bajo administración republicana para cometer fraude falsificando votos republicanos o anulando votos demócratas, como ha puesto de manifiesto la conversación grabada por el secretario de estado de Georgia, al que exigió “encontrar 11.780 votos”. De hecho, al perder por esa cantidad de votos la repetición de dos escaños en las elecciones al Senado en Georgia, el Partido Republicano ha perdido también su mayoría en esta Cámara y la posibilidad de aplicar la misma estrategia que estranguló de entrada la capacidad de iniciativa de la administración Obama.

Los elementos “extraparlamentarios” de la estrategia de Trump



La escenificación de la táctica de fraude electoral trumpiana buscaba no solo un conflicto legal que cuestionase la legitimidad del proceso electoral y de las instituciones representativas que se basan en ella, sino también el apoyo “extraparlamentario” a esta táctica, empezando por las autoridades militares desplegadas en todo el territorio federal. Aquí el argumento no ha sido solo el fraude electoral, sino que dicho fraude había sido cometido para favorecer un pretendido “programa socialista” de la izquierda radical, representada por la fallida candidatura de Bernie Sanders a las primarias demócratas, los manifestantes contra la violencia policial de Black Lives Matter y posteriormente una nebulosa de “antifas” que controlarían desde dentro la administración Biden si llegaba a tomar posesión.

Esta narrativa cobró especial fuerza con la amenaza de sacar al ejército a las calles invocando el Acta de Insurrección de 1807 contra los manifestantes de Black Lives Matter. O para reimponer el orden, cuando aparecieron en la calle milicias y grupos armados de extrema derecha partidarios de Trump, que asaltaron el Capitolio del estado de Michigan en abril de este año, mataron a dos manifestantes anti-racistas en Kenosha, Wisconsin, en agosto. Pero su momento culminante fue en junio, cuando Trump utilizó al servicio secreto y a fuerzas antidisturbios dependientes del Departamento de Justicia para abrir con gases lacrimógenos un corredor desde la Casa Blanca hasta la Iglesia de San Juan, hacerse una foto con la Biblia en la mano y ofrecer a continuación una rueda de prensa amenazando a los estados que se negaban a desplegar a sus Guardias Nacionales frente a los manifestantes de Black Lives Matter, tras el asesinato de George Floyd, con enviar al ejército y “rápidamente resolver el problema”. Pocos días después, 89 ex altos cargos y funcionarios civiles y militares del Pentágono publicaban una carta abierta de protesta en el Washington Post. A finales de septiembre las protestas por la incoherencia en la política de Defensa y Exteriores de la administración Trump se convirtieron en una carta de abierto apoyo a Biden de más de 500 ex altos responsables del Pentágono, Seguridad Nacional y la Secretaria de Estado.

Esto no impidió que Trump hiciese una remodelación completa de la dirección civil del Pentágono la segunda semana de noviembre, empezando por el Secretario de Defensa Mark Esper, que le había acompañado en la rueda de prensa de junio, pero que había sido incapaz de asegurar la lealtad de la cadena de mando. Tras sustituirlo por Christopher Miller y colocarle como número dos al general retirado Anthony Tata, que había calificado a Obama de “líder terrorista”, Trump advirtió por Twitter que esperaba que apoyasen su plan de retirada de tropas de Afganistán, a pesar de las reservas del estado mayor, y apoyasen su cuestionamiento legal del proceso electoral. El presidente del Comité de Fuerzas Armadas de la Cámara, el demócrata Adam Smith advirtió que “si esto es el comienzo de una tendencia -el presidente cesando o obligando a dimitir a los profesionales de la seguridad nacional para remplazarlos por gente que cree que le son más leales- los próximos 70 días pueden ser en el mejor de los casos inestables y en el peor, peligrosos”.



Dos días después del asalto al Capitolio, la portavoz demócrata de la Cámara Nancy Pelosi hacia pública una carta al jefe del estado mayor, General Milley, para que impidiera a un “presidente inestable iniciar hostilidades militares o tener acceso a los códigos de lanzamiento de un ataque nuclear”.

El trumpismo desborda a Trump

Pero todos los elementos para la puesta en escena del plan de Trump para dificultar o bloquear la proclamación de Biden -con el objetivo aparente de negociar su propia impunidad legal, su control del Partido Republicano y su posible candidatura o de alguien designado por él a las elecciones de 2024- fueron fracasando una tras otra por la resistencia institucional y del establishment a un escenario abierto de confrontación institucional, de polarización e inestabilidad política en medio de la pandemia de Covid-19. El momento culminante fue el recuento de votos de las elecciones para el Senado en Georgia, que apuntaron claramente a una victoria demócrata que les aseguraba una mayoría en ambas Cámaras.

Solo entonces el Vicepresidente Pence, representante del electorado evangelista en la coalición trumpista, puso por delante sus propias posibilidades electorales en 2024 a la estrategia de Trump. El martes 5 adelantó que no podía legalmente jugar el papel que tenia asignado de cuestionar los resultados electorales como presidente institucional de la Cámara de Representantes, cuando ya se estaban concentrando en Washington DC los manifestantes convocados por Trump para “Salvar América”. Cuando la confirmó, según la prensa, por carta y en una llamada telefónica la mañana del 6, poco antes del mitin en la Plaza Elíptica, al sur de la Casa Blanca, el efecto, al parecer, fue radicalizar la huida hacia delante de Trump.

La convocatoria de concentración llevaba semanas circulando y el propio Trump comenzó a twittearla el viernes 1 de enero. Hasta tres lugares distintos fueron solicitados, además del definitivo, para llevar a cabo concentraciones, coordinadas por un tal Alex Alexander en nombre del movimiento pantalla “Stop the Steal”. Precedido por sus teloneros, entre ellos su abogado Giulani, Trump acusó a Pence de desleal y llamó a los concentrados a dirigirse al Capitolio, aunque él volvió a la Casa Blanca. A las 3 de la tarde comenzó el asalto, que acabaría con cinco muertos.

¿Cómo fue posible que a pesar de toda la información previa, los preparativos de la policía de Washington DC para las concentraciones y el tiempo transcurrido entre el mitin y el asalto no hubiera la protección necesaria para evitar el asalto? Más allá de la policía metropolitana de DC, la responsabilidad de la seguridad de las instituciones federales recae finalmente en el propio Presidente, pero tuvo que ser el Vicepresidente Pence quien ordenase, a petición de los portavoces parlamentarios, reforzar la protección del Capitolio cuando los manifestantes estaban ya dentro.

Lo sucedido a continuación es conocido. Solo cuando se empezaron a transmitir las escenas del interior del Capitolio ocupado, se conoció la interrupción del recuento de votos y se supo que los representantes y senadores estaban refugiados en zonas de seguridad y protegidos por policías armados que habían disparado y herido a una manifestante, comenzó a cambiar el tono de las declaraciones en cadenas de televisión como Fox, pero no en los medios sociales ni en las redes del propio Trump. Hasta que Facebook y Twitter retiraron sus portales por incitar a la violencia.

Distintos activistas y analistas estadounidenses han coincidido en este punto: la represión hubiera sido incomparablemente mayor si los asaltantes hubieran sido negros. No es un dato menor.

¿Qué hacer con Trump para reconstruir una hegemonía bipartidista?

El problema político más inmediato es que hacer con el Presidente de los EEUU. La mayoría demócrata, con algún apoyo minoritario republicano, pretende su dimisión inmediata bajo la amenaza de un segundo juicio político (impeachment), cuya segunda fase en el Senado, tras el inició del proceso en la Cámara, necesitaría 17 votos de senadores republicanos y, en su caso, no tendría lugar hasta después del acto de toma de posesión de la nueva administración, el 20 de enero. El vicepresidente Pence ha descartado la destitución del Presidente Trump, de acuerdo con la enmienda 25 de la Constitución. Para los diez días que quedan -a pesar de que Trump ha sugerido auto-indultarse (lo que al no haber precedentes abrirá una larga batalla legal) y solo ha hecho una ambigua declaración de condena del asalto-, Biden parece decidido a concentrarse en preparar su toma de posesión y delegado en la portavoz Nancy Pelosi el acoso a Trump y, sobre todo, de sus importantes apoyos en los grupos parlamentarios republicanos del Congreso.

El forzado consenso de rechazo ante el asalto del Capitolio, escenificado en los discursos bipartidistas tras la continuación de la sesión de recuento electoral y proclamación del nuevo Presidente de EEUU, no oculta la polarización política acentuada por las acusaciones cruzadas estos días. No ha habido un proceso de transición política entre presidencias comparable en la historia de EEUU y el espectáculo televisado a todo el mundo del asalto al Capitolio es una señal de inestabilidad e incoherencia política y de crisis hegemónica sin precedentes.

Biden hará de la superación bipartidista de esta crisis el primer objetivo de su administración, en nombre de la lucha contra la pandemia y sus consecuencias y la recuperación de la estabilidad hegemónica de las clases dominantes de EEUU. Pero 139 representantes trumpistas y más de 20 senadores republicanos han cuestionado los resultados electorales. Cuentan con el apoyo de un trumpismo social que puede suponer alrededor del 20% del voto republicano, si no más. En este mismo número de SP, nuestro compañero Samuel Farber describe las causas profundas que lo alimentan en el largo declive imperial del capitalismo en EEUU. Pero también de la falta de una alternativa que permita reunificar los intereses comunes de una clase trabajadora dividida, compartimentada culturalmente y racializada.

editor de Sin Permiso.
Editor de Sin Permiso.

Fuente:

www.sinpermiso.info, 9 de enero 2021

Revista Elementos BUAP / Edición No. 121

Historia y vida cotidiana de las haciendas pulqueras en los Llanos de Apan



Rodolfo Ramírez Rodríguez / Posgrado de Ciencias en Biodiversidad y Conservación, UAEH Estancia posdoctoral Conacyt




Ver en el PDF

ORIGEN E HISTORIA DE LAS HACIENDAS DE APAN

Al noreste de la Cuenca de México se halla una región denominada Llanos de Apan, un altiplano con clima semiárido, considerado desde el siglo XVI “cuna de la charrería” por haber sido sede de estancias y ranchos de ganado mayor tras la Conquista. Con el paso del tiempo, la especialización productiva cambió de su original faceta pecuaria a la agrícola, en la que se propiciaron extensas zonas de cultivo de agaves de aguamiel, lo que dio origen a las famosas haciendas pulqueras que existieron entre los siglos XVIII y XX. La región de los Llanos de Apan, que se extiende geográficamente por el noreste del estado de México hasta el sureste del estado de Hidalgo y el noroeste del estado de Tlaxcala, fue una zona muy renombrada durante el Porfiriato y buena parte del siglo XX, donde tuvieron lugar las haciendas magueyeras más importantes debido a la producción del mejor pulque del país.

En esta comarca florecieron más de 200 haciendas y ranchos dedicados principalmente al cultivo del “maguey manso” (Agave salmiana, además de los Agave atrovirens, mapisaga y americana) y a la elaboración del pulque, y en su cotidianidad se fueron creando un saber consuetudinario específico de agricultura, unas relaciones sociales basadas en la estructura de las haciendas y una organización que abarcó la producción, distribución y venta del pulque en el principal mercado, que fue la Ciudad de México hasta entrada la década de 1940 cuando, debido a la restricción de los reglamentos higiénicos, las imposiciones fiscales del Estado revolucionario y la competencia de la cerveza y los refrescos embotellados, desaparecería uno de los principales ramos económicos del país.



Ejemplo paradigmático es la historia de la conformación de las haciendas pulqueras en el distrito de Apan que, junto con los distritos de Calpulalpan, Zempoala, Singuilucan y Otumba, formaba parte de la comarca de los Llanos de Apan del antiguo estado de México. Desde la época colonial, la zona del altiplano magueyero fue importante para la economía interna de una región que, debido a su clima y la calidad del suelo, difícilmente podía obtener rendimientos en los cultivos de cereales u hortalizas, y que además no contaba con ríos ni depósitos pluviales todo el año. Así que, desde los primeros años de dominación española, el cultivo de la planta del maguey se incrementó, primero para extraer su savia o aguamiel, como una necesidad para suplir el agua potable, pero más tarde, casi exclusivamente, para la elaboración de pulque, que llegó a ser el fundamento económico de esta vasta región. No obstante, el funcionamiento económico de las haciendas también se apoyaba en la producción de cebada y en la cría de ganado mayor y menor, principalmente porcino.

A pesar de que el pulque era una bebida fermentada de orígenes nativos, estrictamente controlado en ciertos rituales, pronto se convirtió en un producto comercial consumido no solo por las comunidades indígenas, sino por las castas, negros y mulatos que fueron integrando la sociedad novohispana que no tenía acceso a las bebidas de ultramar. El pulque se convirtió en la bebida alimenticia y embriagante más consumida entre el grueso de la población durante el periodo colonial en el centro del país, lo que impulsó a algunas familias criollas a la expansión del plantío del maguey en las comarcas cercanas a las zonas mineras y a los núcleos urbanos, explotando el aguamiel fermentado.

Algunas familias de abolengo dedicadas al comercio y la minería incursionaron en el negocio lucrativo del pulque, tales como los condes de Regla, de Xala y de Tepa; los dos últimos consolidaron el título nobiliario por la riqueza obtenida en la venta del pulque. Luego, entre 1785 y 1789, el Ramo del Pulque ocupó el cuarto lugar en el conjunto de las fuentes de tributación del virreinato por monto de productos totales, solo superado por las alcabalas, el de la plata, y las amonedaciones. Los impuestos sobre el pulque participaron entonces en la remodelación de las calles y en la manutención de las cárceles de la capital.



Al inicio del siglo XIX, el comercio del pulque de la ciudad de México estaba concentrado en pocas familias relacionadas socialmente, como la de Ignacio Adalid y Gómez Pedroso, quien formaría parte del grupo conspirador de Los Guadalupes que ayudaría al movimiento de independencia de México,1 este y otros pocos criollos poseían varios expendios de pulque o “pulquerías”, como la muy famosa de “Los Pelos”, que luego describió magistralmente Manuel Payno en Los bandidos de Río Frío.2 Esta familia, con el tiempo, adquirió las haciendas de Soapayuca y Santiago Tepayuca que habían pertenecido al conde de Tepa y luego San Miguel Ometusco, todas en el estado de México. Su hija, Josefa Adalid, desarrollaría el negocio pulquero al mostrarse como una mujer empeñosa en incrementar sus ganancias, como lo demuestra el hecho de que solicitó permiso para abrir varias pulquerías en algunas de las calles céntricas de la ciudad de México, alegando a la Asamblea Legislativa que el pulque debía de expenderse como los licores en los cafés.3

En 1860, cuando falleció Josefa Adalid, los bienes de la familia fueron repartidos. Así, el primogénito de la familia, Javier Torres Adalid, se quedó con la hacienda de San Miguel Ometusco; el hijo menor, José Torres Adalid, recibió el rancho de San Antonio Ometusco, pero lo cedió a favor de su hermano Ignacio Torres Adalid, quien la transformó en una de las haciendas pulqueras más importantes de México, junto a otras que adquirió, convirtiéndose en el empresario del ramo más grande del Porfiriato: “el rey del pulque”.4

La cercanía de la región a la capital permitía que los propietarios visitaran sus haciendas y ranchos durante cortas temporadas, y pasaran la mayor parte del año en la ciudad de México, donde gozaban de una destacada posición económica y social, ocupándose de diversos asuntos y cultivando una buena cantidad de relaciones entre la clase dirigente. Muchos de ellos viajaban con frecuencia a la región donde se hallaban sus propiedades, lugar en el que eran muy estimados e igualmente disfrutaban de una posición destacada y contaban con relaciones diversas.5 Ejemplo de ello fue el matrimonio de Leona Vicario y Andrés Quintana Roo que visitaban su hacienda de Ocotepec, en el Estado de Hidalgo.

En mayo de 1840, Frances Erskine de Calderón de la Barca, esposa del primer embajador de España en México (y conocida tiempo después como madame Calderón de la Barca), visitó algunas propiedades de la familia Torres Adalid. En una de sus cartas publicadas como Life in México, relató su visita realizada a las haciendas de Ometusco, Soapayuca y Santiago Tepayuca, en el distrito de Otumba. Ahí describiría las relaciones sociales imperantes en la hacienda, el refinamiento de los modales de los hacendados, así como las distracciones populares como el baile y las corridas de toros. Pero lo más sobresaliente, además del paisaje magueyero, fue el cambio de parecer en su percepción gustativa del pulque, que al inicio de su viaje le había parecido repugnante, cambiando su opinión por la de una bebida agradable, y luego comentando que era el brebaje más delicioso del mundo.6

Manuel Payno escribiría, hacia 1863, en los inicios del Imperio de Maximiliano, que

[...] la verdadera región del maguey fino que produce el pulque, es el territorio situado entre los Departamentos de México, Puebla y Tlaxcala, que se conoce con el nombre general de los Llanos de Apam [sic].7

Allí, el cultivo del maguey manso era tan productivo y seguro que favoreció las redes comerciales a través de los arrieros y proyectó la construcción del primer ferrocarril mexicano que uniría la capital del país con su principal puerto: Veracruz.

La línea del Ferrocarril Mexicano curiosamente pasaría por centros de producción pulquera, como lo revelan las estaciones de Otumba, Ometusco, Apan y Soltepec, en los Llanos de Apan, lo que demuestra la importancia de la élite pulquera en los gobiernos liberales de Maximiliano y de Benito Juárez, cuando se concluyó el tramo de México a Apan en 1866 y, al año siguiente, hasta Apizaco, Tlaxcala. En 1874 se inauguró formalmente la línea férrea, lo que traería importantes cambios en la producción, comercialización y costos para el líquido embriagante. En 1868, los hacendados se inconformaron con las altas tarifas de fletes que cobraba el ferrocarril y entablaron pláticas para la creación de otras líneas que beneficiaran sus negocios.8 Ya en la época de Porfirio Díaz, nuevos trenes surcaron la región de los Llanos: el Ferrocarril Interoceánico y el Ferrocarril de Hidalgo y del Nordeste integraron las distintas zonas pulqueras, aledañas a la ciudad de México, en un solo mercado, abatiendo los costos del flete e impulsando la explotación magueyera latifundista. De modo que el auge pulquero se debió al mercado que se fortaleció con los ferrocarriles.9

Hasta antes de la expansión del negocio pulquero en el último cuarto del siglo XIX, las haciendas pulqueras de los Llanos de Apan no solo se dedicaban a la explotación del monocultivo de agave, sino que cultivaban otras plantas, como el maíz, el haba, el frijol, el alverjón y también la cebada, para el consumo interno de su población acasillada y de sus animales. Además de criar ganado menor, como ovejas, y ganado vacuno y caballar en menor escala, estas nunca fueron unidades productivas autárquicas y de monocultivo, sino que estaban insertas en mercados locales o regionales que beneficiaban al comercio de la zona. Muchas de ellas crecerían justamente en la última década del siglo XIX y la primera del XX, cuando se proyectó la formación de empresas oligopólicas como la Compañía Expendedora de Pulques S. A., en la ciudad de México, además de las constituidas en Pachuca y en Puebla-Orizaba, bajo el auspicio del gobierno de Díaz y del gabinete del grupo denominado los “científicos”.10

Sin embargo, todo este desarrollo productivo y de acumulación de capital en pocas manos fue sorprendido por el acontecimiento social más importante del siglo XX: la Revolución Mexicana, que al cabo de poco más de dos décadas modificó las condiciones de los peones trabajadores y de la posesión de la tierra en las haciendas pulqueras.

En primer lugar, se trastocaron las relaciones sociales en favor de los trabajadores del campo, y en segundo sitio, el impacto que tuvo la Reforma Agraria derivó en el desmantelamiento de la estructura de la hacienda y en su posterior reparto, lo cual fue origen de la debacle del negocio por tanto tiempo favorecido por familias de abolengo. Si bien es cierto que la producción pulquera continuó entre 1930 y 1950, a través de ejidatarios y medianos productores, este negocio requería de inversión en tierras, agaves y capital, además de una modernización industrial que no pudo llevarse a cabo. La competencia desleal de la cerveza y un cambio cultural en el consumo de bebidas en el siglo XX originaron que el pulque se olvidara hasta casi desaparecer; mas, en este siglo XXI un nuevo interés lo ha revivido.11

LA VIDA COTIDIANA EN LAS HACIENDAS PULQUERAS

En las haciendas de los Llanos de Apan se desarrollaron estructuras socio-culturales singulares debido a la importante relación que había en torno al cultivo del maguey aguamielero, a su tan celosa producción del pulque y a su venta en el mercado de las ciudades que se remontaba a varios siglos de su historia. En esta región se conformó toda una estructura social basada en la especialización y subordinación de los grupos trabajadores a través de una complicada red de relaciones entre los hacendados, sus administradores y los trabajadores en general. Además, se fomentaron prácticas y costumbres de la vida cotidiana que dieron singularidad a la región, promoviendo un sentido identitario entre la población y de unidad compartida entre las distintas haciendas.

Entre las haciendas que podemos enumerar en la región (ya sea en uso o solo como construcción) se encuentran la de San Antonio Tochac, San Antonio Zotoluca, Santiago Chimalpa, San Antonio de las Alcantarillas, San Vicente Malayerba, San Diego Tlalayote, San Juan Ixtilmaco, San Francisco Ocotepec, Santiago Tetlapayac, San Isidro Tepetlayuca, San Lorenzo, San Rafael Acopinalco, La Laguna, Espejel, San Antonio Coatlaco, Tultengo, Irolo, San Bartolomé de los Tepetates, en los municipios del distrito de Apan; Santa María Tecajete, San Antonio Tochatlaco, Mazatepec, Tepechichilco y Tepa en el distrito de Zempoala; además de las haciendas de estados vecinos como las de San Antonio Xala, San Antonio y San Miguel Ometusco, Axapusco y Hueyapan en los municipios del distrito Otumba, Estado de México; San Bartolomé del Monte, San Cristóbal Zacacalco, San José Zoquiapan, San Nicolás el Grande, Mazapa, Ixtafiayuca y Techalote, en el distrito de Calpulalpan, Tlaxcala; y finalmente Mazaquiahuac, El Rosario y Mimiahuapan en Tlaxco, Tlaxcala.

Las haciendas pulqueras mantuvieron una organización económica propia: una parte de la producción era destinada al mercado y otra para el consumo interno. La división de sus tierras originaba un sector de explotación directa para producción comercial, otra para el autoconsumo y otro sector de reserva, que variaban según la época del año. La extensión media oscilaba entre mil 500 y dos mil hectáreas. Las haciendas también fueron unidades político-administrativas a veces más importantes que los mismos pueblos de la región pues, debido a su situación geográfica, concentraban el control de los medios de subsistencia, aparecían en los mapas y tenían las características de un pueblo con capilla, cementerio, escuela, hospital, oficina de telégrafo, una tienda y la estación de ferrocarril más cercana.

Las relaciones básicas de trabajo en las haciendas eran de dos tipos: la que se establecía con sus trabajadores permanentes o “acasillados” (que consistía en una relación no salarial que incluía el acceso del trabajador a alguna forma de usufructo de la tierra de la finca) y la que se entablaba con los trabajadores estacionales o “semaneros”, con una relación salarial, cuya fuente de trabajadores eran las comunidades campesinas, los ranchos y los minifundios. Además, estaban los trabajadores encargados de recolectar el aguamiel, o “tlachiqueros”, que entregaban la savia del agave y eran pagados en monetario.12

Al igual que la mayoría de las haciendas mexicanas, las haciendas pulqueras contaban con instalaciones permanentes que cumplían un conjunto específico de actividades económicas (agrícolas, pecuarias, extractivas y manufactureras), y otras vinculadas con la reproducción de las relaciones de producción (como la famosa tienda de raya, la cárcel y la capilla). Pero su distinción lo daba el “tinacal” (locución formada por el vocablo castellano tina y la voz náhuatl calli o casa, que significaba “la casa de las tinas”, que hacía referencia al lugar donde se fermentaba el pulque), sitio donde los tlachiqueros entregaban el aguamiel; allí, el mayordomo del tinacal, con sus conocimientos y experiencia lo fermentaba, almacenaba y producía el pulque que salía para su comercialización.13

Una descripción de este tipo de hacienda nos la proporciona el estudioso de la charrería Leovigildo Islas, quien detalla los elementos básicos de la infraestructura de cualquier finca de la región de los Llanos de Apan, que era la materialización espacial de todas las relaciones sociales entre los cientos de empleados y la actividad agropecuaria:

En el casco estaban comprendidas las edificaciones del predio, que consistían en la casa principal del propietario, la del administrador y la de los empleados superiores, el despacho, el tinacal, las trojes, los depósitos para maquinaria y herramientas, las cocheras, el sillero, los cuartos para huéspedes, el alambique, la tienda, la capilla, la escuela, las caballerizas, macheros, corrales, zahúrdas, carrocería, la herrería, etcétera. Todas estas construcciones circundadas por grandes bardas de mampostería o tapias, adosadas a las cuales estaban las habitaciones de los peones, tlachiqueros y otros sirvientes. Al conjunto de estas habitaciones se le llamaba cuartería o calpanería.14

La “calpanería” es una palabra híbrida de las voces nahuas calli, casa, y pan, sobre o lugar, y el sufijo castellano ría, que generalmente indica establecimiento. Su traducción literal sería “lugar donde están las casas”, refiriéndose a la zona habitacional de los peones, que podía estar dentro o fuera de las haciendas. Los peones, al iniciar los trabajos, en las primeras horas de la mañana, más bien de la madrugada, y al terminar sus jornadas, se reunían en el patio principal y entonaban el Alabado, cántico devoto y doliente compuesto o introducido entre los labradores a fines del siglo XVII por el misionero franciscano fray Antonio Margil de Jesús.15 Cuando los tlachiqueros terminaban sus labores en el tinacal, durante las primeras horas de la noche, entonaban a coro y con la mayor sonoridad el Avemaría, oración impregnada de fe que era escuchada con respetuoso silencio por todos los presentes. Otra práctica religiosa usual entre los tlachiqueros era una maniobra llamada “correr las puntas” (distribuir el pulque fermentado), a efectuarse en el tinacal; el que hacía esta operación gritaba con voz potente: “Alabado sea el misterio de la Santísima Trinidad. ¡Ave María Purísima!” Quienes lo escuchaban, incluidos los patrones, se descubrían respetuosamente la cabeza.16

La palabra “tlachiquero” designaba a la persona cuya actividad principal o exclusiva giraba en torno del cultivo del maguey y, más específicamente, al encargado de las últimas etapas: el capado (extracción del corazón de agave), raspado (la continua laceración de la cavidad productora de aguamiel) y la extracción del aguamiel (tlachiquear proviene de la voz nahua tlachiqui que significa raspar). Cada tlachiquero tenía su propio instrumental que eran las castañas, unos recipientes de madera de aproximadamente 25 litros para contener el aguamiel, el acocote, un guaje vacío que servía de aspirador de la savia dentro del maguey, y un raspador metálico para rasgar el interior del corazón del maguey y continuar con la extracción de su savia, así como un burro que cargaba las castañas de aguamiel. Esto formaba propiamente el equipo de propiedad o de arrendamiento del tlachiquero con el cual extraía y transportaba el líquido. Todos los días, al amanecer y al atardecer, realizaba la recolección del aguamiel y se dirigía al tinacal de la hacienda en donde era depositado y era pagado en monetario a destajo.

El tinacal era un cuarto espacioso y bien ventilado en donde existía una hilera de tinas que contenían el pulque en diferentes fases de fermentación, según el periodo del año, el clima, la temperatura y la calidad de aguamieles depositados en él. Entre los instrumentos y utensilios que había en el tinacal se encontraban las tinas de cuero de vaca, donde se elaboraba el pulque, el recipiente medidor o “cubo”, el embudo de cobre, las zarandas para colar de impurezas el aguamiel, el meneador para revolver el pulque, las chalupas (bateas de madera) para despumar la fermentación del pulque, las jícaras para catar el pulque y el banco medidor. A las afueras de este estaban los marcadores de hierro para los magueyes (que indicaban la edad y el estado de explotación de la planta, así como el propietario al que pertenecía), la barreta metálica para el arranque del maguey; la coa metálica de recorte para la poda de las pencas; el quebrador, un cilindro de madera de encino que se utiliza al momento de extracción del corazón de maguey, acción conocida como “capar”; la tajadera o cuchillo de recorte; además de los barriles de madera para el pulque con una capacidad de 250 litros. Todo ese instrumental magueyero y pulquero conservaba tecnología colonial centenaria.17

Los trabajadores del tinacal eran, además del mayordomo (quien dirigía y supervisaba la fermentación del pulque), el guardatandas (quien distribuía la cantidad de magueyes entre los tlachiqueros para raspar), el capitán (quien dirigía a los tlachiqueros), el tinero (encargado de la limpieza de las tinas), el medidor (que recibía el aguamiel y medía el pulque expendido), los valedores (ayudantes en general) y los tlachiqueros. Había además peones llamados magueyeros especializados en la plantación y cultivo del maguey.18

Un aspecto por demás singular era la recomendación que hacían dos hacendados pulqueros porfirianos al momento de la raspa del maguey y de la recolección del aguamiel:

Nunca el tlachiquero ha de dejar de observar el mayor aseo posible en cada uno de los magueyes que forman su tanda. Debe tenerlos siempre bien limpios, barriendo y sacudiendo toda la basura, la tierra, los insectos, las yerbas y cuanto se recoge entre sus pencas, porque se ha observado que en todo tiempo, y particularmente en la estación lluviosa, estas sustancias llegan a penetrar en el receptáculo donde nace la aguamiel, y por su disolución o mezcla en ella le comunican mal sabor y echan a perder el pulque.19

Estos mismos hacendados mencionaban, en el cambio de siglo XIX al XX, que había cinco animales nocivos para el desarrollo del maguey: el gusano rojo o chilocuillin que afecta a las raíces; el gusano blanco o meocuillin que nace en el centro de sus hojas; dos especies de ratones que anidaban en su interior, conocido el primero de ellos como metoro, y el segundo llamado chachahuate; además de otros pequeños mamíferos, uno llamado “oncita” y las tuzas. A veces se tenía que ahuyentar a canes, coyotes, zorrillos, tejones y tlacuaches que bebían en las noches el aguamiel almacenado en los magueyes en raspa. Si eran estos tres últimos animalillos se escogía una noche de luna llena para que su claridad permitiera perseguirlos valiéndose de perros y de palos. Aquí la descripción del suceso:

Es de ver la algaraza que se arma en estas cacerías nocturnas cuando los hombres y los perros llegan a descubrir algún animal entre los magueyes. Comienzan los ladridos, azuzan y vociferan los tlachiqueros, corren todos revueltos por aquí y por allá en pos del cuadrúpedo ladrón hasta que por fin sucumbe a fuerza de golpes y de mordidas en medio de sus triunfantes y alegres perseguidores. Vuelven de nuevo a buscar otra pista llenos de gozo, encuentran al animal y se repite la misma escena anterior. Así continuarán en esta diversión hasta muy entrada la noche, y se retiran después a la finca llevando consigo los cadáveres de los bichos que perecieron en la batalla. Al día siguiente aparecen empajados y pendientes de un hilo en el portalillo del tinacal como trofeos de la victoria, y por decirlo así, para escarmiento de sus compañeros.20

En cuanto a las festividades realizadas en las haciendas, además de la del santo patrono de cada una de ellas, se festejaba el Carnaval, la fiesta de San Isidro Labrador (15 de mayo), la Santa Cruz (3 de mayo) y el “Combate” en el mes de noviembre. La cruz siempre estaba colocada en un sitio preferente o nicho dentro del tinacal, adornada con flores artificiales y otras alegorías religiosas.

Todos los tlachiqueros, de manera espontánea, iban depositando semanalmente una pequeña cantidad de dinero destinada exclusivamente a celebrar de la mejor manera esta conmemoración, para lo cual el mayordomo designaba a un padrino que se encargaba de instalar de la mejor forma posible la nueva cruz (previamente bendecida) y de retirar con respeto la anterior. Este entraba al tinacal seguido de los tlachiqueros, algunos de los cuales entonaban cánticos religiosos, y otros hacían estallar cohetones en el patio de la finca, todo en medio de una profunda devoción, y después, de gran regocijo.21

Durante este festejo se rezaban oraciones y se entonaban cánticos religiosos y “vivas” a la Santa Cruz. Cuando terminaba aquella ceremonia, los nuevos compadres (el mayordomo y el padrino) se abrazaban y todos los presentes aplaudían y lanzaban “vivas”, el padrino entonces distribuía tarjetas conmemorativas del acontecimiento entre las personas principales y abundante dotación de confites corrientes y otras golosinas para los hijos de los trabajadores. Los danzantes ponían un colorido alegre a este festejo religioso:

Con sus vestidos multicolores, de lustrina, penachos de plumas, diademas con espejitos, portando aros de varas adornadas con flores de papel de china, danzaban incesantemente al monótono y chillante son de un destemplado violín.22

Generalmente, esos danzantes se entregaban a tan fatigosa actividad para cumplir alguna “promesa” hecha a la Santa Cruz por motivos de enfermedad u otros contratiempos. Los festejos terminaban con una comida tradicional que el patrón obsequiaba a sus empleados. El Combate era una celebración con motivo del fin de las cosechas y consistía en serie de misas solmenes, danzas y cantos religiosos, fiestas profanas, fuegos artificiales y jaripeos para solaz de los trabajadores a los que se brindaba comida, y para sus niños ropa, dulces y juguetes. Además, las fiestas tradicionales como Semana Santa, Navidad y Día de muertos eran conmemorados por toda la hacienda.23

Toda esta actividad social inmersa en las construcciones de las haciendas pulqueras, con torreones y almenas que asemejaban un pasado medieval (muchas remodeladas al inicio del siglo XX por el arquitecto Antonio Rivas Mercado), se fue extinguiendo al mediar el siglo. Los efectos del reparto agrario y la liberación del trabajador agrícola desestabilizaron las relaciones de producción y comenzaría la lenta desestructuración de estas unidades productivas, cuya etapa final fue la creación de ejidos para los peones de las haciendas y el surgimiento de minifundios de nuevos propietarios. Por este motivo, entre 1940 y 1955 se vivió una etapa crítica en el agro mexicano, pues pasó de un sistema de latifundios a una fragmentación en parcelas y ejidos que sostuvo la economía regional hasta la década de 1960, cuando se transformaría con la creación del complejo industrial de Ciudad Sahagún; tan solo para la construcción del sitio se tuvo que desenraizar por completo a los magueyes y desaparecer la fauna local (liebres o tuzas) para dar cabida a las fábricas en los Llanos de Apan. La absorción de los peones de haciendas al trabajo de la construcción del complejo y eventualmente al sector fabril y de servicios fue un hecho inminente.24

La transformación del uso de suelo de agrícola a industrial y la incorporación paulatina de la fuerza de trabajo al sector de la transformación, incentivó que en la región crecieran sus centros urbanos en detrimento de la antigua explotación agrícola del maguey, que requería tanto de campos extensos como de una forma de cultivo escalonado, con plantaciones de maguey de uno a diez años para mantener una explotación del aguamiel, sin sufrir falta de materia prima. Esto, unido a la larga espera de su maduración (casi una década), propició que los nuevos ejidatarios prefiriesen el cultivo de la cebada y, en menor medida, del maíz, para solventar sus necesidades económicas.

Esto trajo como consecuencia el cambio de la actividad agrícola en el altiplano de Apan: de magueyera a cebadera, que se impuso al mediar el siglo XX y se ha mantenido hasta la fecha, siendo una paradoja que en la antigua altiplanicie pulquera prospere ahora el cultivo de cebada para la industria cervecera en lo que antes fue una zona de magueyes. En la actualidad se conservan solo vestigios de la añeja cultura del maguey, puesto que los nuevos aspectos económicos y comerciales se fueron imponiendo sobre su histórica herencia. No obstante, la importancia y la grandeza del desarrollo productivo de la industria pulquera permeó las actividades cotidianas de la población trabajadora de los Llanos de Apan e, incluso, de los consumidores del producto en las grandes ciudades. A pesar de la irrupción violenta que significó la Revolución Mexicana, y de la imposición de un nuevo régimen sociopolítico, en esta zona de México continuó el saber tradicional de la explotación de las magueyeras para la producción del pulque, y aunque parezca increíble, siguió un cierto apego a la elaboración del producto hasta más allá de la mitad del siglo XX, cuando el porvenir de este negocio se desplomó debido a la mala planificación de los productores, a la mala ejecución de programas federales en apoyo al campo y a la precaria tecnología productiva por parte de los pequeños productores ejidales.

A pesar de todo, la singularidad de la elaboración y venta del pulque, aunque en baja escala, sobrevivió y siguió siendo una forma de garantizar la manutención de gran parte de la población dedicada a las labores del campo en la región de Apan, como en otros lugares de producción pulquera, cuando llegaron las crisis económicas. Todo el universo de estas formas de producción agrícola, convivencia social y expresiones culturales se mantuvo en la memoria de la población de los Llanos de Apan; una cultura tradicional que ha sobrevivido gracias a la tenacidad de las costumbres heredadas por el saber ancestral de la figura mítica del maguey y de su bebida espirituosa que hoy día resurgen para quedarse.

NOTAS

1 Virginia Guedea. La insurgencia en el Departamento del norte, México, UNAM / Instituto Mora, 1996, p. 13.

2 Manuel Payno, Los bandidos de Río Frío, México, Tomo, 2006.

3 Margarita Crispín Castellanos, “El consumo del pulque en la ciudad de México durante el Porfiriato, 1880-1910”, en Cuadernos para la historia de la salud, México, Secretaría de Salud, Dirección General de Recursos Materiales y Servicios Generales/Centro de Documentación Institucional/Departamento de Archivo de concentración, p. 19.

4 Mario Ramírez Rancaño, Ignacio Torres Adalid y la industria pulquera, México, UNAM–Plaza y Valdés, 2000

5 Virginia Guedea, Op. cit., pp. 18-19.

6 Calderón de la Barca, Madame [Frances Erskine Inglis de Calderón de la Barca], La vida en México durante una residencia de dos años en ese país (1839-1842), México, Porrúa, 2003, pp. 131-145.

7 Manuel Payno, Memoria sobre el maguey mexicano y sus diversos productos, México, Imp. Boix, 1864, p. 36.

8 Representación que dirigen a la Legislatura del estado de México los propietarios de las fincas de pulques residentes en la capital de la República, México, Imprenta de García y Torres, 1868.

9 Rodolfo Ramírez Rodríguez, “La importancia de la carga de pulque en los Ferrocarriles Nacionales de México 1890-1930”, Mirada ferroviaria, núm. 35, enero-abril de 2019, pp. 4-16.

10 Ramírez Rancaño, Op. cit., pp. 123-169.

11 Rodolfo Ramírez Rodríguez, La querella por el pulque. Auge y ocaso de una industria mexicana, 1890-1930, México, El Colegio de Michoacán A.C., 2018.

12 Ricardo Rendón Garcini, Dos haciendas pulqueras en Tlaxcala, 1857-1884, Gobierno de Tlaxcala-UIA, 1990.

13 Juan Felipe Leal y Mario Huacuja Rountree, Economía y sistema de haciendas en México. La hacienda pulquera en el cambio. Siglos XVIII, XIX y XX, México, Era, 1984, pp. 96-97.

14 Leovigildo Islas Escárcega, “Apan”, en Artes de México, número especial, Haciendas de México, núm. 79-80, México, 1966, p. 9.

15 Ibid., p. 10

16 Leovigildo Islas Escárcega, “Las haciendas pulqueras”, en Artes de México, Revista-libro, Maguey, num. 51, México, año 2000, p. 49.

17 Pedro e Ignacio Blásquez, Tratado del maguey, Puebla, Imprenta de Narciso Bassols, 1897, pp. 42-47.

18 Islas Escárcega, “Las haciendas pulqueras”, p. 50.

19 Blásquez, Op. cit., p. 24

20 Ibíd., p. 35.

21 Islas Escárcega, “Apan”, p. 11.

22 Ibíd., p. 12.

23 Ibíd., p. 12.

24 Victoria Novelo y Augusto Urteaga, La industria en los magueyales, Trabajo y sindicatos en Ciudad Sahagún, México, Nueva Imagen, 1979, p. 92.

Rodolfo Ramírez Rodríguez
Posgrado de Ciencias en Biodiversidad y Conservación, UAEH
Estancia posdoctoral Conacyt

Revista Elementos 121

Ya está en circulación el nuevo número de la revista Elementos - Buap

Aquí el índice y las ligas a su contenido

Museo de la Casa del Mendrugo

Queridas amigas y amigos:

El proyecto cultural del Mendrugo les invita a hacer una aportación chiquita para sostener el Museo y mantener viva a Chuchita. Está muy fácil. Solo entra a la liga y sigue las instrucciones. Por cada 250 pesos de donativo ofrecemos un pase para 2 personas para visitar el museo sin límite de visitas todo el año 2021

Muchas gracias por apoyar la cultura.

https://donadora.org/campanas/casa-del-mendrugo



Rescatando a Chuchita - Museo Casa del Mendrugo from La Casa del Mendrugo on Vimeo.

¿De qué trata?

Como saben el Museo Casa del Mendrugo estuvo cerrado durante más de 5 meses y no recibimos ingresos, por eso acudimos a su generosidad para continuar con nuestras labores de conservación, investigación y difusión, mediante exposiciones, publicaciones, cursos y talleres.


¿De qué trata?

¿Cómo voy a utilizar el dinero?

Somos una Asociación Civil que depende de sus entradas en taquilla. Anualmente el museo recibía a más de 24,000 visitantes; incluyendo a niños y jóvenes, en recorridos escolares, noches de museos y corredor de ofrendas. Este año 2020 no fue así =(.

Gracias a tus donativos el museo podrá continuar abierto para que niños y jóvenes pueden conocer la Memoria Histórica del país a través de su increíble acervo arqueológico, además nos ayudarán a mantener en perfectas condiciones las colecciones, generar exposiciones, cursos, talleres y publicaciones.



¿Cómo voy a utilizar el dinero?

Acerca del promotor

Somos una Asociación Civil comprometida con conservación y difusión de la memoria histórica de México.

El museo cuenta con más de 300 piezas arqueológicas en exhibición divididas en 3 colecciones:

1. Chuchita: la habitante más antigua de Puebla. El entierro prehispánico más antiguo de la ciudad, fue bautizado como "Chuchita" debido a que La Casa del Mendrugo formó parte del Colegio "Jesuita" de San Jerónimo.

2. Talavera colonial. Recientemente reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

3. Amos por Siempre: El Misterio de los cráneos zapotecas. Ritos funerarios de la región Puebla -Oaxaca, donde sobresalen huesos humanos tallados con iconografía relacionada con Códices prehispánicos; "atecocollis" o caracoles trompetas tallados, dinteles en piedra caliza tallada y alfarería. Piezas únicas en el mundo.

Acerca del promotor

¿Cómo y cuándo se entregaran los reconocimientos?

Los reconocimientos se entregarán al momento de su donación de manera digital.

¿Cómo y cuándo se entregaran los reconocimientos?

Datos de contacto del promotor


Contacto:
Edson Armando Méndez Albavera
Correo: emendez@casadelmendrugo.com
Teléfono: 2223268060



¡Muchas gracias!

Revista Elementos

¿Cómo surge una nueva especie? El caso de las aves


Andreia Malpica y Clementina González son investigadoras del Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo




Ver en el PDF

Las aves por siglos han fascinado al hombre, ya sea por sus hermosos cantos, sus colores llamativos, sus bailes de cortejo o por los increíbles viajes migratorios que realizan. Las aves han sido motivo de contemplación, admiración e intensa investigación científica. El estudio de las aves ha ayudado a desarrollar conceptos y teorías fundamentales en la biología, tales como la formación de nuevas especies durante el curso de la evolución (i.e., especiación).

Charles Darwin sentó las bases de la teoría evolutiva. Las observaciones que hizo durante uno de sus viajes, sobre el tamaño y forma del pico de los pinzones del archipiélago de las Galápagos, le ayudaron a entender mejor cuáles eran los factores que promovían la formación de nuevas especies. Darwin definió “evolución” como “descendencia con modificación”, proceso en que las poblaciones y las especies cambian a lo largo del tiempo y dan origen a nuevas especies, las cuales comparten un ancestro en común. El mecanismo que Darwin propuso para explicar este cambio es la selección natural. La idea básica de la selección natural es que los organismos que poseen rasgos que les ayudan a sobrevivir y, por lo tanto, reproducirse en un ambiente particular, dejarán más descendientes (los cuales heredarán a su vez los rasgos ventajosos a su descendencia) que los organismos que carecen de dichas características.

Se ha estimado que en el mundo hay alrededor de 10,800 especies de aves. La forma clásica de estimar el número de especies se ha basado en las diferencias de los patrones geográficos de rasgos morfológicos como el tamaño y la coloración del plumaje. Pero en sí, ¿qué es una especie? A lo largo del tiempo se han propuesto diferentes conceptos de especie como, por ejemplo, el biológico, el morfológico, el filogenético, el ecológico y el evolutivo, entre otros. Aunque cada concepto tiene una característica particular, todos ellos se refieren a las especies como linajes que evolucionan de manera independiente de otros. Hoy en día, la taxonomía integradora ofrece una visión completa para definir a las especies con múltiples tipos de evidencia como la morfología, la genética, la distribución y el comportamiento (Dayrat, 2005).



Al observar la diversidad de especies de aves en el mundo han surgido preguntas fundamentales como, por ejemplo: ¿por qué hay tantas especies?, ¿cómo se formaron?, ¿qué factores promueven la especiación? La especiación es un proceso fascinante y estudiarlo resulta complejo, ya que puede ser resultado de diferentes mecanismos que pueden interactuar en el tiempo y en el espacio. Por lo tanto, entender el papel que tiene cada mecanismo en el proceso de especiación es un campo de investigación muy activo. Particularmente en aves, los mecanismos que promueven la especiación mayormente estudiados son la presencia de barreras geográficas y cambios climáticos históricos, así como mecanismos biológicos como la divergencia ecológica (impulsada por la selección natural) y la selección sexual.



SIGUE EN REVISTA ELEMENTOS BUAP ¿Cómo surge una nueva especie? El caso de las aves