Historia

Del Archivo de Mundo Nuestro. Lecturas para el fin de año 2019

El origen de la “talavera” en Puebla y el clan de los Encinas-Gaytán

El matrimonio Encinas-Gaytán y su descendencia



El matrimonio Encinas-Gaytán debió realizarse a más tardar en 1570, ya que para 1596 su segundo hijo, Gaspar de Encinas el mozo tiene 25 años.

En 1596, Gaspar de Encinas pide licencia para el arribo de su mujer María Gaytán, establecida entonces en Triana, e hijos solteros a la Nueva España, ya que los negocios del locero prosperan: tiene una casa alquilada “por tres vidas” en “la mejor calle de la ciudad”, había gastado en mejorarla más de cuatrocientos pesos; y le habían solicitado un importante pedido de azulejos. Para entonces, su primer hijo, Diego Gaytán ya vive en la ciudad de Puebla donde contrae matrimonio.

Gracias al documento de embarque de la familia en 1597, en el Archivo General de Indias de Sevilla, conocemos quiénes eran los Encinas-Gaytán. Los testigos, vecinos de Talavera de la Reina, afirman que en efecto Gaspar de Encinas el viejo y María Gaytán están casados y son: “cristianos viejos, limpios de toda raza de moros ni judíos, y ellos ni sus padres ni abuelos no han sido castigados ni penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición”. María Gaytán tiene para entonces más de 50 años, es “blanca y con los ojos saltados”. Gaspar de Encinas hijo, también locero, tiene 25 años, es “zurdo y algo lampiño”. Gabriel Gaytán tiene 14 años, es “blanco de rostro y ojos grandes”. Salvador de Encinas es un niño de 9 años, “delgado de rostro y ojos saltados”. Cecilia Gaytán tiene “cerca de 22 años, es de buen cuerpo, fresca de rostro e colorada y con ojos grandes”.

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El origen de la “talavera” en Puebla y el clan de los Encinas-Gaytán



Historia / Virgen de Guadalupe

La milenaria historia de Santa María de Guadalupe[1]

Julio Glockner



(Texto leído en la presentación del libro de Manlio Barbosa, Nican Amo Pohua. El proceso de conformación de la expresión religiosa Guadalupana mexicana, Ed. Libertad bajo palabra, México, 2020)

Quisiera iniciar mis comentarios haciendo una aclaración que considero de primera importancia para evitar cualquier malentendido.

El culto a la Virgen de Guadalupe ha sido analizado desde tres perspectivas: el punto de vista cultural, el punto de vista histórico y el punto de vista teológico. En esta exposición me voy a referir a los dos primeros aspectos, sin tratar el tema teológico, en el cual está sustentada la fe de millones de mexicanos, que han encontrado desde hace siglos en la Guadalupana, consuelo y alivio en momentos de dolor y angustia, esperanza en momentos de incertidumbre; valor y seguridad para enfrentar las adversidades y un inmenso sentimiento de gratitud cuando se ven cumplidas sus expectativas. Hay una fe inquebrantable en buena parte de la sociedad mexicana que ha permanecido fiel a la Virgen a lo largo de los siglos y permanecerá firme y vigorosa en el futuro.

El actual culto a la Virgen de Guadalupe tiene dos componentes históricos fundamentales, uno proviene del Viejo Mundo europeo y del Cercano Oriente, y el otro se gesta en el Nuevo Mundo americano, surgido específicamente en lo que se conoció como la Nueva España y que hoy conforma, después de la pérdida de inmensos territorios durante el siglo XIX, la nación mexicana.

La arqueología moderna nos ha entregado las primeras representaciones de la Gran Diosa de las antiguas culturas agrícolas, provenientes de Europa y del Oriente Próximo, con una antigüedad de 7 mil a 5 mil años antes de Cristo. Una de las más interesantes fue hallada al sur de Turquía e ilustra muy bien el papel mítico de la mujer en el mundo antiguo. Con una antigüedad de 8 mil años (es decir, 6 mil años antes de Cristo) se la representa espalda contra espalda consigo misma: por un lado, abraza a un varón adulto y, por el otro, sostiene un bebé. Esta escena doble de sí misma indica que ella es la gran transformadora y gestora de la vida humana: por un lado, recibe la semilla del pasado y, a través de la magia de su cuerpo, la proyecta hacia el futuro, mientras que el varón representa la energía vital así transformada.[2]



La figura de la Gran Diosa está, indudablemente, ligada a la agricultura. Desde hace unos 12 mil años comienza a haber signos de agricultura y domesticación de animales. Las primeras ciudades en la historia de la humanidad aparecieron en Mesopotamia y poco más tarde, durante el IV milenio antes de Cristo, en el valle del Nilo, en Egipto. Esto sucedió unos 5 mil años después de la aparición de la agricultura.

Durante el periodo que se conoce como Neolítico, “Nueva Edad de Piedra”, que va de 10 mil años antes de Cristo, a 4 mil antes de Cristo, la principal divinidad es femenina, es una Diosa representada a lo largo de los siglos de muy diversas maneras. ¿Por qué una figura femenina y no masculina? ¿por qué una diosa y no un dios? Porque a semejanza de la naturaleza, es la mujer la gestora de la vida. La mujer da a luz y alimenta igual que la Madre Naturaleza, y la magia de su cuerpo y la magia de la tierra son similares, y esta similitud es muy importante para entender la permanencia de las deidades femeninas a lo largo de los siglos.

Hoy sabemos que las artes de la agricultura se crearon y se difundieron a partir de tres centros en los que la figura dominante era una deidad femenina: El primero es el sudoeste asiático y el sudeste de Europa; el segundo es el sudeste asiático, en lo que hoy es Tailandia; y el tercero es México y Centroamérica. En otras partes del mundo, no en los valles fértiles cercanos a los ríos, sino en las grandes llanuras donde se movían los cazadores, vemos que la domesticación de animales es más importante que el cultivo de las plantas, en esos lugares tenemos, entonces, tribus que pastorean sus ganados. En esas tribus las divinidades son masculinas y las diosas aparecen sólo como consortes del dios.



Entre las diosas relacionadas con la agricultura encontramos a Isis y Neftis en el antiguo Egipto y a Deméter y Perséfone en la antigua Grecia, cuyo culto en Eleusis comenzó a desaparecer lentamente con la expansión del cristianismo. (Campbell, op cit.)

Antes de referirme a las diosas del México antiguo y su sincretismo con la Virgen de Guadalupe, quisiera detenerme un poco en la mención que hace Manlio en relación con los antecedentes religiosos y culturales de la Virgen María.

En la Virgen María confluyen dos grandes tradiciones:

1.- Por un lado, es la Diosa Madre, heredera de las antiguas deidades egipcias, celtas y greco latinas, es decir, en menos de un siglo María asumió el papel que habían desempeñado las diosas Isis, Cibeles y Diana. Los cultos a estas deidades se habían desvanecido lentamente con el declive del imperio romano y fueron reprimidos con frecuencia cerrando los templos y expulsando a sus sacerdotes. No obstante, la importancia simbólica de estas diosas se transmitió a la Virgen María debido a las necesidades rituales de los pueblos y al sentir de los sacerdotes, que entendieron que estos hábitos de devoción tan antiguos debían ser reinterpretados en los términos de la nueva religión cristiana. [Anne Baring y Jules Cashford: El mito de la diosa, Ciruela, p. 623]

El templo de Isis en Francia se dedicó a la Santa Virgen María entre los años 400 y 500. Isis y Cibeles habían sido “Madres de los dioses”; María era ahora la “Madre de Dios”. A finales del siglo IV y principios del V, María se presentaba sentada con el Niño Jesús en la misma posición que Isis con Horus, llevando la corona de almenas de Cibeles o Diana y con la Gorgona pintada sobre su pecho. Cien años más tarde, en siglo VI, El Partenón, templo griego dedicado a Atenea, se había convertido en la Iglesia de la Virgen María.

2.- La otra gran tradición gira en torno al Nuevo Testamento, donde la relevancia de María es completamente secundaria. Lleva en su vientre a Cristo, es verdad, pero no es, en sí, una Diosa. Es, más bien, modelo de amorosa obediencia hacia algo que está por encima de ella. Valora la condición que le ha sido revelada y cuida celosamente de su hijo, pero en todas estas cosas es, simplemente, la madre de Jesús.

Durante el Cuarto Concilio Ecuménico celebrado en Calcedonia en el año 541, se otorgó a María el honor más alto de la cristiandad al darle oficialmente el título de “Siempre Virgen”. [Aeipárthenos] Su culto creció en la que ya eran creencias establecidas: su maternidad divina y su papel en la concepción de Cristo. Poco después surge otra distinción entre María y el resto de la humanidad: la dormición de la Virgen, que se comenzó a celebrar el 15 de agosto del año 600.

Más tarde, entre los siglos XI y XV, en la Edad Media y el Renacimiento, el culto a María alcanzó su momento culminante. Tan sólo en Francia se construyeron, en 100 años (1170 a 1270), cien iglesias y 80 catedrales en su honor. Ese fervor por el culto mariano fue el que trajeron los españoles a tierras mesoamericanas.

Siglos después, en 1854, la iglesia católica declaró la inmaculada concepción de María, esdecir, la que concibió sin mancha habñia sido, a su vez concebida sin mancha. Casi un siglo después, en 1950, el Papa Pío XII, atendiendo a la petición de 8 millones de personas, declaró la Asunción de la Virgen como doctrina oficial, afirmando que María “fue llevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos”. Cuatro años más tarde fue declarada “Reina del Cielo”. Es de observar, dicen las historiadoras de las mentalidades Anne Baring y Jules Cashford, quienes han analizado los mitos de las diosas en forma exhaustiva, que no fue proclamada “reina de la tierra”, a pesar de que durante muchos siglos había sido efectivamente Reina del Inframundo, en su capacidad de intercesora ante su hijo a favor de las almas de los muertos.

Diosas del México antiguo

En México tenemos una buena cantidad de diosas ligadas a la agricultura, entre ellas Coatlicue, que significa “La que tiene falda de culebras” y Cihuacóatl, “Mujer serpiente”, considerada como la Madre Tierra y madre del género humano; Chicomecóatl “Siete serpiente” era la diosa del maíz. La asociación de la mujer con la serpiente en estas deidades tiene un profundo simbolismo que hace alusión a la capacidad de renovación de las serpientes al cambiar de piel, de la misma manera que la superficie de la tierra se renueva año con año al reverdecer con las lluvias. Esta cualidad de regeneración que genera vida permanentemente, se comparte con la mujer, dadora de vida humana, pero también con la luna, que desaparece de la bóveda celeste durante la luna nueva y poco a poco va creciendo hasta alcanzar la plenitud durante la luna llena, para decrecer gradualmente hasta desaparecer durante unos días y reiniciar el ciclo.

Mujer, serpiente y luna fueron, durante milenios, símbolos universales de fertilidad y renovación de la vida que encontramos representados en todas las culturas antiguas. Sólo con la aparición en el Antiguo Testamento, en el libro del Génesis, comenzó a tener la serpiente una connotación diferente y fue asociada con el Mal, como todos sabemos, y se le hizo responsable de tentar a la mujer a comer el fruto prohibido, lo que provocó la expulsión del Paraíso de la pareja original. Todo ello bajo una concepción religiosa que tenía como figura central a Yahvé, una deidad masculina.

Mujer, serpiente y luna aparecen, bajo un nuevo significado, en la imagen de la Inmaculada Concepción posada sobre una media luna y pisando una serpiente como símbolo de su victoria sobre el Mal.

Pero volvamos a la enumeración de las deidades femeninas en el México antiguo, está Xilonen, la diosa del maíz tierno, de los elotes, cuando la mazorca comienza a jilotear; y Centeotl, diosa del maíz maduro, que también se representó como deidad masculina. También está Tlazolteotl, deidad de los partos y madre de Centeotl. Todas estas deidades están profundamente relacionadas con las deidades del viento, de la lluvia y de las aguas terrestres, como Quetzalcóatl, Tláloc y su corte de tlaloques y Chalchiuhtlicue, diosa de los ríos, los manantiales y las lagunas.

Según el fraile franciscano Bernardino de Sahagún, Tonantzin, que quiere decir Nuestra Venerable Madre o Nuestra Madrecita, fue el nombre genérico que se le dio a la Cihuacóatl, Mujer Serpiente, diosa de la madre tierra y del género humano, como hemos dicho. Desde el inicio del periodo colonial –nos dice Manlio Barbosa- se construyó una ermita en el lugar donde era venerada Tonantzin. Inicialmente había ahí una imagen de la Virgen María, y después la de Guadalupe. Lo mismo ocurrió en Tonantzintla “Lugar de Nuestra Madrecita”, donde se rendía culto a la diosa Tonantzin y posteriormente a la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción, con la luna y la serpiente a sus pies. El nombre completo de esta localidad, como sabemos, es Santa María Tonantzintla.

Cuando los españoles llegaron a estas tierras con ellos desembarcaron las deidades judeocristianas, el santoral católico y el demonio. Los dioses a los que se rendía culto en todo el territorio de lo que hoy es México y Centroamérica fueron considerados por los soldados y los frailes que evangelizaron estas tierras como demonios. Todas las variantes de las religiones mesoamericanas fueron consideradas como cultos demoniacos y quienes los practicaban fueron perseguidos y satanizados por esa institución que vigilaba, juzgaba y castigaba los ritos, las costumbres, las palabras y hasta los sueños, que se llamó la Santa Inquisición.

De acuerdo a las fuentes consultadas por Barbosa, después de la caída de Tenochtitlan los indígenas pidieron a las autoridades españolas el santuario a Tonantzin, algo que no podían negar, pero tampoco podían correr el riesgo de que se adorara a la antigua deidad. Sin embargo -pensaban las autoridades- si colocaban la imagen de la Virgen María seguramente los indígenas la rechazarían. Con esta incertidumbre transcurrieron las primeras décadas.

En 1556 el fraile franciscano Francisco Bustamante criticó al arzobispo de México, Alonso de Montufar, por haber promovido el culto a una imagen de la Virgen de Guadalupe que había sido pintada recientemente por el indio Marcos Cipactli, y colocada en la ermita donde antiguamente se rendía culto a la diosa Tonantzin, algo que el fraile consideraba como una práctica idolátrica. Años atrás –nos dice Manlio Barbosa- Cortés había ordenado la destrucción de la escultura de la diosa de la tierra, después, durante un breve periodo, estuvo en el mismo lugar una imagen de la Virgen María, y finalmente la de Guadalupe, a la que Bernal Díaz del Castillo se refirió diciendo que “hace y ha hecho muchos milagros”.

Los especialistas en el tema de la aparición mencionan que la devoción Guadalupana nació, creció y triunfó misteriosamente durante el periodo del primer arzobispo fray Juan de Zumárraga, quien aceptó el culto, en colaboración con Hernán Cortés, que era un ferviente guadalupano, y de fray Toribio Motolinia, hablante del náhuatl y gran conocedor de la historia de los pueblos indígenas.

Barbosa concluye diciendo que Zumárraga, Cortés y Motolinía fueron los autores intelectuales del “milagro” guadalupano, que dio lugar al culto de la población nativa que, en consecuencia, accedió a bautizarse masivamente. Manlio califica esta acción como la primera concertacesión político-religiosa que se dio en tierras mexicanas, pues los indios aceptaron bautizarse a cambio de recuperar el Tepeyac.

Un suceso importante al que se le ha prestado poca atención, vinculado con la concertacesión y que Manio Brabosa considera como revelador del proceso guadalupano, es la poco clara desaparición de fray Toribio Motolinia del escenario de la Nueva España, desaparición ocurrida en 1555, un año antes de que el provincial franciscano se pronunciara contra el culto a la Guadalupana señalando que se trataba de idolatría.

Coincido con Manlio en que Juan de Zumárraga no pudo haber jugado el papel de protector de los indios que le atribuye la historia de Juan Diego, ya que el primer obispo de la diócesis de México fue un cruel inquisidor, destructor de la cultura indígena que en sus memorias se vanaglorió de haber destruido 20 mil deidades y 500 templos indígenas e impuso la pena de muerte a quien osara esconder los antiguos libros sagrados, que decomisó por decenas para quemarlos y así privar a las generaciones futuras de la sabiduría esotérica y adivinatoria de los antiguos mexicanos. Un hombre, sin duda, en el que pesó más la obtusa mentalidad medieval que la nueva luz renacentista.

No conozco el trabajo de Fernando Matamoros que cita Manlio, pero no creo que el complejo proceso de aculturación recíproca que se inició con la colonización de Mesoamérica haya consistido en una “guerra de los dioses”.

El término me parece inapropiado porque Cristo no es un guerrero y hasta donde sabemos el dios mexica de la guerra, Huitzilopochtli, en cuyo nombre se realizaban los combates rituales conocidos como guerras floridas, tenían como finalidad el sacrificio humano convenido con el adversario. Además, debemos considerar que Cristo era un hombre-dios que había sido sacrificado, o, dicho de otro modo, un hombre hijo de dios entregado al sacrificio, asumiendo la voluntad del Padre, para redimir los pecados de la humanidad, incluidos los de los creyentes en Huitzilopochtli. En todo caso, me paree más apropiado el término “guerra de las imágenes” que utilizó Grusinzki para referirse al complejo y conflictivo proceso de intercambio simbólico que se produjo durante la evangelización colonizadora.

Justamente las imágenes que acabamos de comentar, las de la Virgen María y de la Guadalupana, son imágenes conciliatorias, piadosas, que apelan al perdón y la salvación, que promueven la compasión por quien ha sufrido y se encuentra en el desamparo, que fue precisamente la condición en la que se encontraron los mexicas después de la caída de Tenochtitlan, y sólo de los mexicas, hay que subrayarlo, no de los tlaxcaltecas, ni de los texcocanos, ni de los totonacas que participaron activamente e hicieron posible la victoria al lado de los españoles, tanto que sin su decidido apoyo el triunfo no hubiese sido posible, como lo demuestran Federico Navarrte y Mathew Restall en sus exhaustivos estudios publicados recientemente.

Me parece que las imágenes cristianas operaban simbólicamente en un sentido no belicoso, a pesar de que en su nombre se actuaba con toda violencia.

Quisiera recordar, para terminar, la imagen del Cristo sacrificado, sangrando en agonía o ya muerto en la cruz y las prácticas ascéticas de los primeros franciscanos, sobre todo las de fray Martín de Valencia, quien realizaba prolongados ayunos y castigaba su cuerpo con silicios y flagelaciones en la cueva del Sacromonte, en la antigua Amaquemecan, donde le rendían culto a Chalchiutlicue, la diosa del agua, los sacerdotes indígenas que practicaban también el auto-sacrificio sangrando su cuerpo con puntas de maguey para ofrendar su sangre. Todo ello genera no una guerra sino una similitud ritual compartida, que abonó en la comprensión, por parte de la población indígena, de la doctrina cristiana y propició su posterior adopción para generar, y en esto coincido con Manlio, nuevas formas de religiosidad popular. Expresiones inéditas de fe y devoción que hoy se expresan en el culto de millones de mexicanos a la Virgen de Guadalupe.

[1] Texto leído en la

[2] Joseph Campbell, Diosas, Atlanta, España, 2015, p. 25.

Mundo Nuestro. Recogemos la imagen en un texto publicado este miércoles 25 por el articulista de The Guardian, Jonathan Wilson. Es una profesía escrita en 1928 por el periodista argentino Ricardo Lorenzo “Borocotó” en el diario El Gráfico. Pensar en Diego, mirarlo irse de sus rivales, atravesar con el balón todas las redes de sus sueños. Cumplir la profesía.

Un pibe de cara sucia, con una cabellera que le protestó al peine el derecho de ser rebelde, con dos ojos inteligentes, revoloteadores, engañadores y persuasivos, de miradas chispeantes que suelen dar la sensación de la risa pícara que no consigue expresar esa boca de dientes pequeños, como gastados de morder el pan “de ayer”. Unos remiendos unidos con poco arte servirán de pantalón. Una camiseta a rayas argentinas, demasiado descotada y con muchos agujeros hechos por los invisibles ratones del uso. Una tira atada a la cintura, cruzando el pecho a manera de banda, sirve de tirador. Las rodillas cubiertas de cascarones de lastimaduras que desinfectó el destino; descalzo, con alpargatas cuyas roturas sobre los dedos grandes dejan entrever que se han efectuado de tanto shotear. Su actitud debe ser característica, dando la impresión de que está realizando un dribbling con la pelota de trapo. Eso sí: la pelota no puede ser otra. De trapo y, con preferencia, forrada con una media vieja.
Si algún día llegara a instalarse este monumento, seríamos muchos los que ante él nos descubriríamos como ante un altar.


Ricardo Lorenzo “Borocotó” (1928)



Un año más de la masacre de los jesuitas

En la madrugada del 16 de noviembre de 1989, han pasado 31 años, elementos del Ejército de El Salvador entraron a la casa de los jesuitas en el Universidad Centroamericana (UCA), para masacrarlos.

Las víctimas fueron los padres: Ignacio Ellacuría, español, rector; Ignacio Martín-Baró, español, vicerrector académico; Segundo Montes, español, director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA; Juan Ramón Moreno, español, director de la biblioteca; Amando López, español; profesor de filosofía; Joaquín López, salvadoreño, fundador de la UCA; Elba Ramos, salvadoreña, que trabajaba en la casa, y Celina Ramos, salvadoreña, de 16 años, su hija.

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Elementos del Batallón Atlacátl, entrenados por asesores militares de Estados Unidos, fueron quienes realizaron la masacre. Esa madrugada, después de su crimen, dejaron “pruebas” para hacer aparecer que la acción había sido cometida por fuerzas de la guerrilla del FMLN.

El gobierno de Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría, financió al Ejército salvadoreño, para que hiciera frente a la guerrilla. Se calcula que durante los diez años de la guerra el apoyo fue de un millón de dólares diarios, 356 millones de dólares al año.

En los años de la guerra civil, de 1981 a 1992, las autoridades estadounidenses siempre negaron la violación de los derechos humanos por parte del Ejército salvadoreño y llegaron a decir que las denuncias eran “propaganda comunista”.

La masacre de la UCA provocó una reacción internacional y puso en evidencia la brutalidad de la represión del Ejército salvadoreño. Otras masacres, como la de El Mozote, donde habían sido asesinadas mil personas, pasaron desapercibidas fuera de El Salvador.

Esta vez la estupidez y crueldad salvaje del Ejército salvadoreño no pudieron esconderse. El propio gobierno de Estados Unidos se vio obligado, a su pesar, a manifestarse y condenar el crimen.

La masacre de los jesuitas coincidió con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría. El gobierno estadounidense ya no estaba dispuesto, ahora no lo veía necesario, seguir financiando una guerra a la que no se le vía fin.

Se crean, entonces, las condiciones para que se inicie el diálogo entre la guerrilla y el gobierno de El Salvador con la mediación de las Naciones Unidas. En enero de 1992, después de dos años de intensas negociaciones, se firma la paz en el Castillo de Chapultepec en México. La guerra había terminado.

La producción intelectual y la actividad educativa de esos jesuitas se vio truncada, de un día para otro, ante la decisión absurda e inexplicable, no había ninguna razón de carácter militar que la justificara, de militares embrutecidos cuyo único móvil era matar a los inocentes.



Origen y fundamento del pensamiento social cristiano (Segunda parte)

En 2016 el papa Francisco nombra a Carlos Aguiar Retes cardenal cuando era arzobispo de la arquidiócesis de Tlalnepantla -antes lo había sido de Texcoco- y en 2017 lo hace arzobispo de la arquidiócesis de la Ciudad de México. En octubre 29 de 2020, el cardenal me concedió una entrevista para hablar del pensamiento social cristiano, tema que hoy día, más que nunca, se vuelve fundamental, como parte de la contribución de la Iglesia para que el mundo de hoy sea más justo y digno para todos.

Esta es la segunda parte de la entrevista.

¿Cuál es el fundamento teológico del pensamiento social cristiano?

Indudablemente es la revelación de Cristo. Él nos revela que el Padre nos crea como imagen y semejanza suya, eso es fundamental, porque al crearnos a imagen y semejanza suya nos hace no para vivir solos, porque Él es comunidad, nos hace para amar, nos crea para amar, para que seamos capaces de amar, pero amar como lo viven las tres personas de la Trinidad. Así, entonces dónde está el Padre está el Hijo y donde está el Hijo está el Espíritu Santo.

En esa imagen y semejanza surge el proyecto de familia, el proyecto de la fraternidad y el proyecto del compartir. De ahí viene el principio de la solidaridad, pero también el de la subsidiariedad para ayudar al otro que está más caído, que le cuesta más trabajo.

El fundamento teológico es la revelación de un Dios nunca antes imaginado por el hombre, éste nunca imaginó a un Dios Trinidad, que al mismo tiempo es uno y tres personas distintas, y entre ellos no hay conflicto alguno porque se aman. Ese es el verdadero amor, y en esa imagen y semejanza nosotros estamos creados; de tal manera que mientras no caminemos en esa ejercitación para aprender a amar, no llegaremos a la felicidad. Este es el fundamento, la clave del pensamiento social cristiano.

¿En el ámbito de la reflexión teológica, el fundamento del pensamiento social cristiano es el amor al interior de la Trinidad?

Así es. El pensamiento social cristiano no se trata de una obra de caridad, de que me compadezco del otro y le voy a ayudar porque lo veo que está caído y lo voy a levantar. No, es algo mucho más profundo, que se origina en el amor al interior de la Trinidad.

¿Cuál es el aporte de los padres de la Iglesia griegos y latinos al pensamiento social cristiano?

Hacia el siglo III y IV algunos padres, de manera muy radical, optaron por la vida eremítica porque pensaron que consagrarse a Dios en una vida monástica radical era la mejor manera de hacerlo presente. La reflexión teológica actual afirma que fue una manera, pero no la mejor, porque la ideal es que estemos en relación con los demás, porque es a partir de la relación con los demás, como expresamos nuestra relación con Dios.

No soy un especialista en los santos padres, pero desde mi punto de vista la reflexión teológica de san Agustín, que vivió en los siglos IV y V, un hombre inquieto que siempre buscó la verdad, nos enseña mucho. En su búsqueda, en muy diversos ámbitos de la realidad, no se sentía satisfecho, es decir, sentía que eso no era lo que buscaba.

En un bello texto San Agustín narra su búsqueda:

Pregunté a la tierra y me dijo: «No soy yo»; y todas las cosas que hay en ella me confesaron lo mismo. Pregunté al mar y a los abismos y a los reptiles de alma viva, y me respondieron: No somos tu Dios; búscale sobre nosotros. Interrogué a los vientos que soplan y el aire todo, con sus moradores, me dijo: Se engaña Anaxímenes: yo no soy tu Dios. Pregunté al cielo, al sol, a la luna y a las estrellas. Tampoco somos nosotros el Dios que buscas, me respondieron. Dije entonces a todas las cosas que están fuera de las puertas de mi carne: Decidme algo de mi Dios, ya que vosotras no lo sois; decidme algo de él. Y exclamaron todas con grande voz: Él nos ha hecho».

Así San Agustín enseña que a Dios se le puede encontrar a través de las huellas de la creación. Todos podemos llegar a Dios, a través de la naturaleza. El papa Francisco desarrolla esta reflexión amplia y actualizada en la encíclica Laudato Sí.

Dentro de los padres de la Iglesia una referencia clásica es san Juan Crisóstomo, el pico de oro, que vivió en los siglos IV. Sus homilías son acuciantes, pican, dejan mella y tan las dejaban que lo desterraron varias veces siendo el Patriarca, la autoridad eclesiástica máxima, en el Imperio de Constantinopla. San Juan Crisóstomo expone con toda claridad lo que no se debe hacer. Y llega a decir que estamos aquí celebrando con cálices de oro, con vestiduras plateadas, mientras el otro se está muriendo de hambre. Eso no lo quiere Dios. Sus homilías son para mover el corazón y dejar de lado nuestras ambiciones y codicias.

De san Ireneo, que vivió en el siglo II, muy cercano a la primitiva Iglesia, siempre me ha parecido muy inspirador su afirmación: “La gloria de Dios es que el hombre viva y la gloria del hombre es ver a Dios”. Ahí está dicho todo. Su pensamiento desarrolla una antropología vigente, siempre actual.

¿A partir del siglo XIX cuáles son los momentos claves del pensamiento social cristiano?

El papa León XIII, con la encíclica Rerum Novarum, que publica en 1891, inicia propiamente el pensamiento social cristiano como lo conocemos hoy. Es la respuesta de la Iglesia a las condiciones de injusticia y desigualdad social a finales del siglo XIX. Es una denuncia directa a la situación social de ese momento y también una propuesta de la Iglesia, inspirada en el Evangelio, de cómo trasformar la realidad.

Ya en el siglo XX es muy importante la encíclica Quadragesimo Anno que en 1931 publica el papa Pío XI, para conmemorar los 40 años de la Rerum Novarum. El Concilio Vaticano II (1962-1965), con magnífica clarividencia y una gran complejidad de discusión, logra clarificar que la Iglesia está para servir a la humanidad, que la Iglesia está fundada por Cristo para redimir y rescatar a los otros. Hubo discusiones muy intensas sobre cuál es el papel de la Iglesia. Producto de ese diálogo creativo son las constituciones: Lumen Gentium, Dei Verbum y Sacrosanctum Concilium, Estas tres constituciones contribuyen a clarificar la naturaleza y misión de la Iglesia en el mundo de hoy.

La Gaudium et spes, de manera particular, establece que la Iglesia está al servicio del mundo. Antes estaba la concepción de que la Iglesia se tenía que defender del mundo, que veía como un agresor. Estaba la convicción de que la Iglesia era atacada, y así nació la idea de una Iglesia perseguida que planteaba la necesidad de luchar para no morir, y así poder seguir con el anuncio de Cristo. No, la constitución dejó muy claro que la Iglesia, para vivir, tenía que estar al servicio del mundo.

En 1967, el papa Paulo VI publica la encíclica Populorum Progressio. Es un texto fundamental. Ve al mundo desarrollado donde ya están en ciernes las tecnologías que ahora conocemos. Ahí plantea que se hace todo lo posible para ayudar a todos o ese progreso no va a ser fecundo. Y afirma que se tiene que estar siempre pensando en compartir y redistribuir lo que el hombre va descubriendo. Pienso que esta encíclica es un paso gigantesco en la construcción del pensamiento social cristiano que se ha construido paso a paso. Cada Papa ha contribuido dando un paso más. Hay una evolución constante, para responder a la realidad presente.

¿Cuál es el aporte del papa Francisco al pensamiento social cristiano?

La encíclica Laudato Sí, que el papa Francisco publica en 2015, nos lleva de nuevo al origen, a la base, y recuerda que nosotros somos imagen de Dios, y que él nos pone la creación como administradores, pero no como dueños. Como administradores tenemos que dar cuenta de lo que se nos encargó. Pienso que la Laudato Sí viene a darle una vuelta al pensamiento social cristiano, donde el punto calve es la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios. De ahí parte todo y se desarrolla a través del amor al prójimo, que no solo es de persona a persona sino también del amor a la creación entera.

Considero que sobre la encíclica Tutti Fratelli, publicada por el papa Francisco en 2020, hay todavía mucho de que hablar. Es el empeño del Papa, lo veo así, de poner en claro que realizar el mandato de Dios es que se haga realidad la fraternidad. Que las personas se reconozcan como una misma familia y que se debe ver a todos los seres humanos como hermanos. El papa deja muy claro que a nadie, ni al homosexual, ni a quienes se piense que por su mal vivir está condenado en vida, a nadie se le puede juzgar o excluir. Jesucristo no vino a condenar, sino a salvar y Jesucristo, entonces, deja a la Iglesia para redimir, para actualizar lo que él ya hizo y ofrecer al hombre la redención, el rescate y la vida. Tutti Fratelli retoma la evolución teológica del pensamiento social cristiano y lo aplica frente a los grandes problemas que tenemos hoy en la relación entre las personas y los pueblos.

El Papa aplica el Concilio Vaticano II al contexto que hoy estamos viviendo y clarifica cuál es la misión de la Iglesia, es decir, no podemos concebir una Iglesia que transmite una doctrina, una serie de conceptos, una serie de conceptualización de la vida, eso no basta, la Iglesia es vida, y entonces la Iglesia tiene que vivir anuncia, y el Papa en Tutti Fratelli baja eso a la realidad de las relaciones humanas en todos los ámbitos que tenemos en la sociedad. Sí, creo que Tutti Fratelli va a ser una encíclica para rato.

En el contexto de estas dos encíclicas quiero mencionar el aporte del Sínodo panamazónico en el que participé. Fue un momento muy importante para la Iglesia y creo que gracias a Dios recuperamos la visión de la administración que tenemos que hacer de los bienes y que la creación no es simplemente el lugar donde nos tocó nacer y vivir.

¿La Iglesia mexicana y el pensamiento social cristiano?

Hace mucha falta el pensamiento social cristiano en la Iglesia mexicana. Se debe tener en cuenta que hay muy poca conciencia en los católicos, en general. Yo siempre he dicho que vivimos de la cultura religiosa, de una cultura donde el católico mexicano naturalmente es religioso, tiene una tendencia fuerte a la religiosidad, a la creencia de Dios y del más allá y eso nos ayuda, pero me atrevo a decir qué del 100% de los católicos solo 5% está formado y un 15 % tiene información suficiente, para comprometernos a amar y sentir plenamente Iglesia formando parte de ella.

El otro 80 %, me duele decirlo, son gente religiosa que por tradición recibió el catolicismo y que es la manera como entiende y canalizan esa religiosidad. Lo vemos en la devoción a la Virgen de Guadalupe y a otras prácticas religiosas. Es cierto que hay de todo, gente muy formada, pero también hay quien todavía está pensando que Dios es el que resuelve todo cuando se acude a Él y si no acudimos a Él en todo nos va a ir muy mal. No, Dios no nos deja de la mano nunca y está pendiente de nosotros, lo que pasa es que no hemos sabido unir nuestro espíritu, nuestra persona a lo que Él quiere que nosotros hagamos, no descubrimos su voluntad, y por eso nos va como nos va, así es.

Entonces Tutti Fratelli nos viene como anillo al dedo, para trabajar en la Iglesia aquí en México y hacer conciencia, tenemos una deuda muy grande de formación, de educación, con nuestras comunidades cristianas. Esta oportunidad la he comentado con mis sacerdotes, la he compartido con los obispos, es un momento oportuno porque la gente se siente, se identifica como católica, y eso debemos aprovecharlo, para educar a nuestro pueblo en la fe y en el compromiso social.

Origen y fundamento del pensamiento social cristiano (Primera parte)

El cardenal arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes (1950), es el treinta y seis sucesor de fray Juan de Zumárraga, el primer obispo de la Ciudad de México en el siglo XVI. Estudió teología en el Seminario de Montezuma, en Nuevo México, la licenciatura en exégesis en el Pontificio Instituto Bíblico, en Roma, y el doctorado en teología bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma, todas instituciones fundadas y dirigidas por la Compañía de Jesús.

En 2016 el papa Francisco lo nombra cardenal cuando era arzobispo de la arquidiócesis de Tlalnepantla, antes lo había sido de Texcoco, y en 2017 lo hace arzobispo de la arquidiócesis de la Ciudad de México. En octubre 29 de 2020, el cardenal me concedió una entrevista para hablar del pensamiento social cristiano, tema que hoy día, más que nunca, se vuelve fundamental, como parte de la contribución de la Iglesia para que el mundo de hoy sea más justo y digno para todos.

El cardenal en la entrevista define qué es el pensamiento social cristiano y establece cuáles son los fundamentos bíblicos y teológicos que le dan sustento. Plantea el paso del Antiguo al Nuevo Testamento y desarrolla la idea de la Santísima Trinidad como ejemplo del amor. Aquí reside, afirma, el fundamento más profundo que da origen al pensamiento social de la Iglesia. Ofrece su visión sobre el aporte de los padres de la Iglesia y también sobre el desarrollo y evolución del pensamiento social cristiano en el siglo XIX y XX. Finalmente habla sobre la importancia del aporte del papa Francisco a la evolución de ese pensamiento y cuál debe ser el papel de la Iglesia mexicana en su formación y difusión.

A continuación, la primera parte de la entrevista.

El Papa Francisco envía un mensaje al Cardenal Carlos Aguiar
El Papa Francisco y el cardenal Aguilar Retes



¿Qué es el pensamiento social cristiano?

Fundamentalmente es la reflexión sobre las enseñanzas de Jesús que inciden en las relaciones humanas, particularmente en su aspecto comunitario y social. Jesús revela al Dios padre, y esa revelación trae como consecuencia un estilo de vida de quienes creemos en Él y ese estilo de vida no solamente afecta a la conducta personal, sino también la relación con los demás, sobre todo cuando se trata ya de una relación en conjunto de un grupo, de un pueblo, de una nación en el mundo. En un proceso histórico, poco a poco, se fue desarrollando ese pensamiento y las consecuencias que se derivan de él. Es hasta el siglo XIX con el papa León XIII, que surge el concepto de pensamiento o de doctrina social cristiana.

¿Cuál es el fundamento bíblico del pensamiento social cristiano?

Hay un evidente fundamento bíblico. Su origen más explícito lo podemos encontrar en la predicación de los profetas que hablan en nombre de Dios y que también toman temas que repercuten en la política de los pueblos, no solamente en aspectos de autoridad civil, sino también en los criterios para la convivencia social. Pero su raíz en plenitud está en la persona de Jesús.

El aporte fundamental de la revelación precristiana en el judaísmo es la expresión de una convicción religiosa sobre un solo Dios. Esto no nace con el patriarca Abraham, en el siglo XVIII a.C., donde todavía en el pueblo está presente la concepción de la existencia de varios dioses. Está presente la idea de que nuestro Dios es superior y más fuerte que los otros dioses.

Es hacia el siglo V a.C., con la caída de Jerusalén, que el pueblo toma conciencia de no haber cumplido los términos de la alianza con Dios, expresada en el libro del Éxodo, aproximadamente en el siglo XII a.C. El pueblo ha roto la alianza al no cumplir el pacto, y ahora considera que Dios lo ha abandonado. Dios, a través de los profetas, denuncia: Ustedes no han cumplido su compromiso, por eso Dios los ha abandonado.

Sucede en menos de dos siglos la caída de los dos reinos, primero el del norte, el reino de Israel, y dos siglos después el del sur, el reino de Judá con la destrucción de Jerusalén y del templo, y estos acontecimientos generaron la reflexión teológica que conduce a la convicción, de que hay un solo Dios. ¿Por qué? Al salir del exilio en Babilonia, después de 70 años de cautiverio, como esclavos desterrados, viviendo una esclavitud, no como la que ocurrió lamentablemente con la raza negra en América y en otros lugares; ya que en el exilio se incorporaron a la actividad del Imperio, según sus habilidades y capacidades. Incluso algunos se incorporan al círculo más cercano al Rey, como se lee en el libro de Esther.

El cautiverio ocasiona la experiencia de inserción en la sociedad babilónica, y al pueblo de Israel, le hace ver que se pueden establecer relaciones fraternas, cambiando su concepción sobre el extranjero, y comenzaron a considerar la idea de que Dios es uno y está interesado en todos los pueblos; a pesar de que en Babilonia se rendía culto a muchos dioses. La experiencia humana de relaciones sociales positivas provoca la reflexión sobre la existencia de un solo Dios, Creador del Universo, y esto se reafirma aunado a la predicación de los profetas, anunciando el perdón de Dios y la decisión de seguir amando al pueblo, a su pueblo.

¿El descubrimiento del pueblo de Israel de que hay un solo Dios es un elemento sustantivo en la construcción del pensamiento social cristiano?

Entre los exegetas hay consenso para afirmar que los primeros once capítulos del Génesis son redactados al regresar de Babilonia y son producto de una reflexión teológica sobre la concepción de cómo surgió el mundo. En el capítulo primero, Dios creó el cielo y la tierra, y terminando la obra, pone toda la Creación al servicio del ser humano, estableciéndolo como el administrador de su creación.

Aquí surge el primer pensamiento social, descrito de manera negativa en la relación de los hermanos Caín y Abel. Caín, que cultiva el campo, representa la figura del desarrollo, de la tecnología y Abel, el pastor, representa a alguien que conduce lo que Dios ya le ha dado, que se expresa en el cuidado de las ovejas y de lo que surge de la misma naturaleza. El que Dios no acepte las ofrendas de Caín y sí las de Abel tiene un profundo significado teológico. El hombre está llamado a reconocer los dones que Dios le da y no a considerar que estos son por méritos propios. El pastor tiene que cuidar las ovejas y el agricultor tiene que ofrecer sus frutos, reconociendo que vienen de Dios.

En el siglo V a.C. el Imperio babilónico está ensoberbecido, está confiado en sí mismo; sin embargo el pueblo de Israel redescubre que Dios sigue estando presente, que los acompaña, y por eso, les facilita el regreso a Jerusalén. Esta parte de la historia del pueblo de Israel es interesantísima. En un momento, el emperador concede las facilidades para que regresen y reconstruyan Jerusalén.

Esto les hace ver qué es muy importante reconocer que Dios interviene. Surge la idea de que todo debe ser compartido entre todos. La reflexión durante el exilio en Babilonia, en condición de desterrados, es el momento donde les queda claro, no hay dudas, de que solo hay un Dios creador, un Dios que nos da lo suficiente para que sobrevivamos bien, pero qué tenemos que responderle actuando a la manera que Dios lo hace con nosotros. Es un elemento todavía incipiente y tierno de lo que después va ser la doctrina social cristiana, que vela por el destino universal de los bienes.

Esta concepción no fue generalizada, pero empieza a surgir en algunos grupos sobre todo en el núcleo que vivió la experiencia de regreso a Jerusalén y que tuvo que enfrentarse con los que se habían quedado, que era la gente más humilde, los campesinos. Una primera tarea del regreso es conciliar de nuevo al pueblo de Israel con todos sus integrantes.

En esa misma reflexión no solamente surge la convicción de un solo Dios, sino empieza a surgir otro aspecto, el pensamiento de que Dios nos tiene preparada otra vida, es decir, que aquí transitamos, y que depende de lo que aquí hagamos, será nuestro destino. Esto ya comienza a surgir con intensidad en el libro de Job, y en todos los escritos sapienciales. Es un paso en la reflexión sobre un Dios creador de todo, que nos ha dado todo; pero que además hay vida después de la muerte.

¿Cuál es el paso del Antiguo al Nuevo Testamento?

En el paso del Antiguo al Nuevo Testamento esta convicción queda plenamente confirmada con Jesucristo en su pasión, muerte y resurrección. Este es un tema, un núcleo fundamental, del pensamiento social cristiano que propone que no debemos acumular, porque estamos de paso en esta vida, somos pasajeros; sino que debemos aprovechar esta vida en preparación para la próxima, la eterna, donde viviremos en plenitud.

Ya en el Nuevo Testamento viene la enseñanza máxima de Jesús: el principal mandamiento es “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Este es el punto fundamental que abre un abanico inmenso, desarrollado por la doctrina social cristiana. El amor es centro de la revelación de Cristo, Dios es amor y tú estás creado como Dios a imagen y semejanza suya, como está dicho en el Génesis, somos imagen y semejanza suya y, entonces, estamos llamados para amar.

Y si estamos llamados para amar tenemos que respetar la vida de los otros. Nosotros no somos dueños de esas vidas, y por tanto, viene otro de los principios fundamentales de la doctrina social cristiana qué es la común dignidad de la persona, todos somos iguales, y lo demás, los oficios, son responsabilidades distintas, son habilidades distintas, capacidades distintas, pero el fundamento raso del ser humano es una común dignidad. Estos son los puntos sobre los cuales los Santos Padres, fueron desarrollando, es decir, si tenemos que amar al prójimo, si tenemos que corresponder al amor de Dios amando al prójimo, eso significa que debemos compartir.

Jesús mismo, es importante tenerlo en cuenta, no desarrolló su misión solo y cuándo inicia su ministerio, su misión pública, de inmediato llama a los doce; es lo primero que hace, para realizar su misión. Los doce, serán el núcleo incipiente y fundamental, que continuará su obra, ellos lo acompañaron desde el inicio de su actividad pública hasta su muerte para ser testigos y proclamar la Buena Nueva: Ha sido vencida la muerte en todas sus dimensiones y Dios ha compartido la vida divina. Este es un punto fundamental de la la enseñanza y testimonio de Jesús, solo podremos desarrollar nuestra vocación si la realizamos en comunidad, y compartiendo lo que somos, lo que creemos, lo que anhelamos, y viviendo conforme el ejemplo de Jesucristo.

La expropiación petrolera de 1938

El lunes 19 recordamos al General Lázaro Cárdenas por el cincuentenario de su fallecimiento. Valga la ocasión para ofrecer al lector algunas notas sobre su política laboral, misma que hoy deberíamos volver a analizar con cuidado para reflexionar sobre los problemas actuales.

En cierto sentido, la presidencia de Cárdenas no empezó el 1º de diciembre de 1934 sino el 12 de junio de 1935 cuando el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) invitó a las organizaciones sindicales más importantes a discutir la situación creada por las declaraciones del expresidente Calles, llamando a reprimir las huelgas que habían tenido lugar en los primeros meses del sexenio. A esta convocatoria asistieron la CGOCM (Confederación General de Obreros y Campesinos de México); la CSUM (Confederación Sindical Unitaria de México), y varios otros gremios importantes como el Minero. Poco después, decidieron constituir el Comité Nacional de Defensa Proletaria (CNDP), un frente que tuvo como propósito unificar a los trabajadores, fortalecer sus luchas, apoyar la política laboral del presidente y evitar que prosperara la reacción callista.

Muchos sindicatos que formaron el Comité venían de una ruptura con la CROM (Confederación Regional Obrera Mexicana), la cual se había convertido en un organismo de control antidemocrático y corrupto bajo el liderazgo de Morones y la protección de Calles. También, de una etapa de fuerte represión contra los sindicatos independientes, en particular contra la CSUM, dirigida por militantes del Partido Comunista. De esta manera, en los inicios de los años 30s se desataron varias huelgas y movilizaciones y surgieron nuevos sindicatos como el ferrocarrilero que agrupaba miles de trabajadores. Según algunos historiadores, a fines de 1934, el movimiento obrero se había convertido en la fuerza política y social más importante del país.

La creación del CNDP alentó la movilización obrera y a partir de ese momento estallaron varias huelgas en ramas estratégicas como la petrolera, minera y en la industria del papel, el cemento y el vidrio. Por su parte, el presidente Cárdenas defendió el derecho de huelga incluso ante las protestas patronales, como en el caso de la Vidriera de Monterrey, y manifestó su apoyo a la unificación de los trabajadores y a sus principales demandas.



Las huelgas han sido y son un factor clave de la lucha de clases ‹ .::  SomosMass99 ::.

La existencia del CNDP y después, en febrero de 1936, la fundación de la CTM (Confederación de Trabajadores de México), selló en los hechos una alianza entre el gobierno y el sindicalismo. Este apoyo le permitió al mandatario consolidar su política laboral, fortalecer su gobierno, excluir al callismo, y desatar un programa de reformas de gran alcance que, como sabemos abarcó la reforma agraria, la creación de nuevas instituciones y la expropiación de los ferrocarriles y la industria petrolera.

Para las organizaciones obreras, la alianza abrió el camino para su crecimiento orgánico y, sobre todo, para hacer realidad los derechos que ya estaban plasmados en la Constitución y en la Ley Federal del Trabajo. Durante el cardenismo, se desató lo que algunos estudiosos han llamado la “revolución contractual”: se pactaron contratos colectivos de trabajo en muchas ramas económicas, los cuales habían sido negados por las autoridades y las empresas y habían sido motivo de duras y a veces cruentas luchas desde los años 20s.



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Sin duda, la movilización y la fuerza organizada de los trabajadores fue un factor muy importante, aunque no el único, para que el presidente decidiera decretar la expropiación de los ferrocarriles (en junio de 1937) y el petróleo (en marzo del siguiente año). La historia y el desenlace de estas importantes medidas fue dispareja. La primera llevó, incluso, a que Cárdenas decidiera, en mayo de 1938, la creación de la Administración Obrera de los Ferrocarriles Nacionales de México (AOFM), experiencia que tuvo una corta vida pues en diciembre de 1940 fue echada abajo por el mandatario entrante, Ávila Camacho. La segunda, en cambio, permitió la creación de una industria pública que fue un sostén fundamental del desarrollo económico de México hasta la privatización de ese recurso hace algunos años.

Por otro lado, hay que decir que la independencia y combatividad del movimiento obrero mexicano se fue perdiendo poco a poco durante los últimos años del cardenismo. La adhesión de la CTM al recién creado PRM (Partido de la Revolución Mexicana) poco después de la expropiación petrolera y el poder ascendente de un grupo oportunista dentro de esa organización (representado por Fidel Velázquez) junto con los errores de los principales dirigentes, en particular de Lombardo Toledano y la fracción comunista, permitieron que la confederación abandonara poco a poco sus principios y se plegara cada vez más a la maquinaria estatal. Esta situación no acabó con el sindicalismo independiente que mantuvo una lucha intensa en los siguientes años, pero con una correlación de fuerzas cada vez más desfavorable. Al final, en 1948, el presidente Alemán decidió usar toda la fuerza del estado para aniquilar estas oposiciones.



Cuando el PCM y la CTM subordinaron el movimiento obrero a Cárdenas

En el caso de los ferrocarriles, una historia menos conocida, Cárdenas entregó a los obreros la administración de la empresa a pesar de las dudas de funcionarios de su propio gobierno y de los ferrocarrileros. Fue un experimento arriesgado y radical que mostró, por un lado, la confianza del presidente en el sindicalismo y en los trabajadores, y por otra la inexperiencia de estos últimos. La situación de la empresa ya era muy compleja y difícil desde que, durante el porfiriato, se había creado una empresa con participación accionaria mayoritaria del gobierno (en 1908) que nunca pudo despegar bajo las gerencias posteriores. Sacarla adelante hubiera requerido inversiones masivas, una fuerte reorganización administrativa y una cultura obrera experimentada en la creación de cooperativas y en la participación de los trabajadores en la administración de las empresas. Ninguno de estos elementos se conjugó durante el breve periodo de la AOFM.

La política laboral del cardenismo y sus consecuencias fueron resultado de muchos factores, no sólo la voluntad presidencial. Lo que queda claro, sin embargo, es que el General entendió que la fuerza organizada del movimiento obrero sería vital para emprender un cambio de rumbo del país. Para lograr su apoyo dialogó muchas veces con las organizaciones, alentó reformas legales que los beneficiaban, aceptó y vio con simpatía sus manifestaciones, aunque éstas a veces interrumpieran servicios tan esenciales como el suministro de energía eléctrica. Promovió un aumento de los salarios mínimos reales y alentó los incrementos en los contractuales. Los sindicatos lograron una enorme fuerza de negociación frente a las empresas.

Ese poder se convirtió después en pilar de un estado despótico y corporativo que rigió el país desde los años cincuenta. Cárdenas nunca vio con buenos ojos esas desviaciones y manifestó su oposición, hasta sus últimos días, de distintas maneras, al rumbo que habían tomados los gobiernos posrevolucionarios.

Murió Lázaro Cárdenas

El 20 de noviembre de 1970, Cuauhtémoc Cárdenas dio lectura a un conjunto de reflexiones que había preparado el General poco antes de su fallecimiento. El texto expresa, entre otras cosas, que:

“Se podría argüir que no es responsabilidad del gobierno sino de los trabajadores, conquistar la democracia interna en los sindicatos y, en el caso de los no agrupados, que existen garantías para organizarse de acuerdo con la ley. Esto sería verdad en la medida que las condiciones de abatimiento social de los trabajadores dejaran de responder a indebidos privilegios de que disfrutan sus dirigentes para mantener en la inmovilidad a las masas organizadas y al hecho de haber dejado en el desamparo a las que no están organizadas. Hay que considerar que la explotación patronal se ha recrudecido porque las organizaciones obreras han perdido su independencia…”

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Vida y milagros

Visitantes ante la reproducción realizada en 1940 del Penacho de Moctezuma que existe actualmente en el Museo de Antropología en la ciudad de México. Fotografía: Archivo Histórico del MNA- CONACULTA-INAH-CANON



Uno de los motivos del viaje a Europa de la esposa del presidente López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller, es conseguir piezas valiosas de la época prehispánica para exhibirlas en México el año que viene durante las celebraciones de la consumación de la independencia. No sé si sea cierto, pero en algún lugar leí que el objetivo mayor era conseguir que el gobierno austriaco nos devolviera o por lo menos nos prestara el penacho de Moctezuma. Creí que el penacho había llegado directamente de México a Austria desde un principio. No fue así. Estuvo en varios lugares del entonces inmenso imperio de Carlos V. En 1519 Moctezuma envió al rey Carlos I de España y Quinto de Alemania 158 obsequios como cortesía de monarca a monarca, mientras ganaba tiempo para lidiar con los extraños invasores que habían arribado a las puertas de su imperio. Cortés cumplió con enviarlos para deslumbrar con oro a Carlos V y así conseguir su apoyo en la empresa de conquistar México. Al parecer el penacho fue uno de 158 objetos que Moctezuma envió y de los que se hizo un cuidadoso inventario y descripción. No hay certeza de que el penacho fuera de Moctezuma, porque según la investigadora mexicana Carmen Cook, Moctezuma tenía muchísimas riquezas y tocados y no se trataba de una pieza única o irremplazable. De haber sido así, no se entendería que regalara su más preciado arreglo. Los objetos tienen vida propia y recorren caminos impredecibles. A lo largo del tiempo el penacho cambió varias veces de lugar y de dueños, hasta que fue depositado en el Museo Etnográfico de Viena durante la segunda guerra mundial junto con otros objetos de arte de la familia tirolesa Ambrás, quienes entregaron al museo su colección para evitar el saqueo nazi.

El gobierno austriaco dice que no se apropiaron ilegalmente del penacho, ya que originalmente fue un regalo de Moctezuma a Carlos V, y está inventariado en un catálogo registrado el 5 de noviembre de 1519 por dos notarios en la Villa Rica de la Vera Cruz. Las dos actas originales de los notarios están una en Viena y otra en Sevilla. Los objetos llegarían a la ciudad de Bruselas y probablemente visitarían otras ciudades del inmenso imperio de Carlos V, en donde fueron expuestos y admirados por muchos personajes de la época, entre ellos por el pintor y grabador Durero, muy sorprendido por la calidad de las obras que contempló.

El penacho se ubica formalmente en Austria a finales del siglo XVI como propiedad de la familia tirolesa Ambrás. Decían que su abuelo lo había adquirido en 1580 en un mercado y que venía guardado dentro de un tubo de cristal, por lo que pensaron que podía ser un faldón morisco. Otra versión dice que un sobrino de Carlos V, Fernando, Conde de Tirol, heredó el penacho en 1563 junto con otras piezas de la colección mexicana y que permanecería durante dos siglos en una vitrina de la familia. En 1878 el naturalista Ferdinand Von Hochstetter lo descubrió arrumbado en una vitrina del palacio de Belvedere en Viena. Él mismo realizó la primera restauración. Le faltaban muchas piezas de oro que sustituyó con bronce, y había perdido muchas de las plumas originales a causa del tiempo y la polilla, así que usó otras que no eran de aves mexicanas, excepto la del quetzal. Otras restauraciones y el cuidado que se le dio a lo largo de los siglos evitaron que de desmoronara por completo.



El Penacho de Moctezuma, su retorno, imposible



La identificación del penacho cuyo nombre original es quetzalapanecáyotl, fue hecho por la antropóloga norteamericana Zelia Neuttal. Es un espectacular tocado de plumas de quetzal engarzadas en oro, obra de los amantecas, artistas mexicas especialistas en la creación de objetos con plumas y que usaban los grandes guerreros o gobernantes. Tiene una altura de 1.30 metros y un diámetro de 1.78 metros Originalmente tenía 1544 piezas de oro. El centro del penacho está hecho con plumas azules de ave xiuh totol y tejuelos de oro en forma de medias lunas con piedras preciosas. Sigue una zona rosa de plumas de tlauquechol y otra de plumas marrones de cuclillo, de donde sale una hilera de plumas verdes de Quetzal, algunas de hasta 55 centímetros de largo. A pesar de que está muy deteriorado, el valor estimado por el gobierno austriaco es de 50 millones de dólares.

Ya en este siglo, de 2010 a 2012, la comisión binacional académica México-Austria, que estudió y restauró el penacho, ha decidido renombrar este tesoro azteca cono Penacho del México Antiguo, ya que no está científicamente comprobado que haya pertenecido a Moctezuma II. La última restauración le garantiza 500 años de vida adicionales.

La última investigación realizada determinó que el penacho no puede ser movido debido a que las vibraciones podrían causar daños irreparables a sus materiales orgánicos. Hasta 2010 se mantuvo en una posición de 90 grados. En la actualidad está inclinado a 22.5 grados y protegido por una vitrina que evita cualquier vibración.

En el museo de Antropología e Historia de la ciudad de México existe una bellísima y perfecta réplica del penacho de Moctezuma realizada en 1940 por el amanteca mexicano Francisco Moctezuma. Una herencia viva y deslumbrante del frágil objeto que un día se fue en un barco a recorrer el mundo.

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