Martes, 21 Junio 2016 00:00

El Mendrugo y el Zapoteca

Mundo Nuestro. Con este texto de Ángeles Mastretta abre el libro “El Mendrugo y el Zapoteca” con el que se da a conocer en nuestro país la apertura de la nueva era del Museo de la Casa del Mendrugo en la ciudad de Puebla. La exposición “Amos por siempre”, una extraordinaria colección de objetos esgrafiados formada por cráneos humanos con deformación intencional, huesos largos, caracoles trompeta gigantes, jambas y dinteles de piedra caliza y otros objetos de la región Mixteco-Zapoteca de Oaxaca y Puebla.

Este raro y hermoso libro es el resultado de una búsqueda en el tiempo de sus autores, en el espacio que envuelve sus vidas, en la historia que su memoria construye, con trozos precisos de su pasado: los cráneos tallados, los caracoles esculpidos, la olla que guarda los artificios que acompañarán a los muertos, los trastos rotos que alguien arrojó al basurero. Al levantar las lajas de una antigua casona colonial, los autores encontraron algo de sí que habían perdido sin saberlo.

En “El Mendrugo y el Zapoteca”, se entrelazan dos historias que escarban en la tierra profunda de México y traen hasta hoy un pasado que enriquece y explica el presente .



Un hombre, nieto de india y europeo, crecido en un silencio que acalla la mitad de sí mismo, decide, antes de morir, reconocer y compartir la herencia de sus abuelos zapotecas. Desde niño había conocido la tierra de Oaxaca, y los viejos del pueblo quisieron entregarle restos de la memoria que no debía negar. Siempre es tiempo de recobrar el pasado, de aceptarlo y enorgullecerse con él. No había en sus rasgos ni en su educación la huella pública de su ser indígena. Ya viejo, necesitó reconocerla y compartirla.

La tierra fundadora de la ciudad de Puebla, el barro bajo las losas en el patio de El Mendrugo, la vieja casona que ha guardado el entierro milenario de una mujer olmeca, para sorpresa encantada del hombre que la reconstruye y que, al hacerlo, en el balance de sus propias pérdidas, reinventa su nueva vida.

Este libro es la historia de un hallazgo feliz y trae consigo la promesa de un futuro bendecido por la serenidad.

Mundo Nuestro. En la columna Del absurdo cotidiano que se publica en la revista Nexos, Ángeles Mastretta presentó esta semana este texto en el marco del día del Padre. Una versión del mismo forma parte del libro Memoria y acantilado, con una selección de los textos del periodista poblano Carlos Mastretta Arista (1912-1971), publicado en esta revista digital.

¿Es en junio o en julio el día del padre? Lo han de saber los inventores de la fecha. Cuando mi padre murió no existía el día del padre, y desde que está muerto, yo festejo todos los días el día del padre. No le compro regalos, pero converso con el atisbo de sonrisa y la continua duda que hay en el gesto del retrato en que lo busco.
Me pregunto si habrá una edad en que las huérfanas dejen de buscar a su padre. Porque cualquiera está dispuesto a compadecerse de una niña, de una adolescente, hasta de una joven que ha perdido a su padre, pero una cuarentona con la orfandad a cuestas es más patética que conmovedora. No crean ustedes que no lo sé, pero tampoco crean que el saberlo me ha servido de algo. Toda yo, con todo y mis deseos y mis recuerdos, acudo como al agua al dolor de ser huérfana.
A veces voy por la calle cantando una canción o jugando con mis hijos a encontrar figuras en las nubes, y de repente ahí están, como en un sueño del que no gozan suficiente, un papá y una hija conversando de nada, una hija y un papá haciéndole al futuro un guiño al despedirse, un papá que lleva a su hija a comer fuera, una hija que acaricia la nuca de su padre vivo como un tesoro, un papá y una hija que no saben el lujo que es tenerse ni mal sueñan el precipicio de perderse.
Entonces me atormenta la más cruda envidia, la envidia que provocan quienes tienen papá y juegan o desperdician sin recato el placer de tenerlo.
Tener papá siendo adulto debe ser como andar por la vida bajo un paraguas inmenso, como poder caminar sobre el océano, como encontrar la olla de oro al final del arcoiris, como haber escrito ya las treinta novelas que me gustaría escribir.
No sé, pero hace mucho tiempo imagino que tener de vuelta al abuelo de mis hijos sería existir de otra manera y asirme a la existencia del modo más seguro en que uno puede asirse.

Tal vez la pena sería menos intensa y la pérdida más fácil de aceptar si yo hubiera acabado de hacer las cosas que las hijas deben hacer con sus padres, mejor dicho, si hubiera podido al menos empezar a decir las que mi torpe lengua de adolescente no llegó ni a pensar.
Yo tengo siempre a disposición de mis propios oídos o de quien quiera oírme, una larga serie de cosas que no dije y otra de cosas que no hice por mi padre. Habitualmente me las callo, pero a veces me salen en los momentos más impropios y agobio a gente que me mira con ganas de no volver a verme o a gente que pena penas mayores y por lo mismo tiene piedad de mí.
La penúltima vez que acudí al oculista, al terminar la revisión de rutina, el buen hombre tuvo la audaz idea de preguntarme aparte de mis ojos cómo me encontraba de salud general.
—Pues mire —le dije—, hace una hora que salí de mi casa, justo al cerrar la puerta, tuve la precisa sensación de que mi padre, que murió hace años, había muerto hacía un minuto. De lo demás estoy bien.
El doctor me había visto dos veces antes de aquélla y hasta ese momento se había creído mi oculista, no el encargado de mi terapia psicoanalítica. De cualquier modo me puso la mano en el hombro y dijo:
—Me alegra que de lo demás esté bien.
No volví a visitarlo en cosa de año y medio. Nuestro siguiente encuentro pudo ser de rutina, sin embargo al verme en la antesala me abrevió la espera, me hizo pasar a su despacho y se sentó conmigo en uno de los sillones para los pacientes.
—¿Se acuerda de mi esposa? —preguntó—. ¿La señora que me ayudaba a llevar la consulta?
—Claro —le contesté, recordando la calidez de aquella mujer delgada y guapa.
—Murió de repente —me dijo, desde una tristeza como pregunta.

—Pobrecito —dije abrazándolo—. ¿De lo demás cómo está?
Luego nos miramos como dos viejos amigos y desde entonces somos amigos.
Así me pasa de pronto. Hace poco, en un restorán italiano, mientras tres músicos devastaban Torna Sorrento, solté mi desconsuelo sobre el spaguetti y aún no me recupero de la vergüenza que les hice pasar a mis escuchas. Hoy me encuentro con este puerto libre abierto al barco de mis recuentos y no creo que pueda callármelos. Sin embargo, tenemos todos la suerte de que puedo avisarlo a tiempo y el que no quiera ver cómo bajo mi carga, queda libre para irse a otra sección, sin necesidad de que intercambiemos disculpas.
Sigo entonces: de todo lo que no dije cuando aún se podía, ahora lamento antes que nada no haber dicho:
· Papá, no importa que no seas rico.
· Papá, ya entendí por qué no eres rico.
· Papá, cuéntame de la guerra, y de las otras cosas que te duelen.
· Papá, en un tiempo más no tendrás que mantenernos. No cometas la estupidez de morirte, porque el resto será la mejor parte. Será un premio la vida que te falta.
· Papá, tú mismo eres un premio, y yo sé de la fortuna que es tenerte.
Podría seguir, pero no sería justo poner en esta lista las cosas que no dije porque no las sabía o no me habían pasado.
Los deudos acabamos sabiendo mucho más de quienes vivieron a nuestro lado cuando ya no podemos conversarlo con ellos. Es más: uno de los primeros modos de establecer algún tipo de conversación con nuestros muertos es buscarlos en el pasado que no les conocimos. Otro es reandar los caminos que fueron suyos y que no compartimos. De esas dos búsquedas he obtenido miles de preguntas, reproches y noticias. Les diré sólo algunas de aquellas con las que he perdido mi tiempo acosando los ojos del inexorable retrato que todos sus hijos, y por supuesto nuestra madre, tenemos repetido en algún sitio de cada casa:
Papá, ya conozco las colinas del Piamonte. Fui con Verónica. Visitamos la casa que te heredó el abuelo cuando creyó que tú serías el único de sus hijos que se quedaría a vivir en Italia. Nos enteramos por los compradores de que tú les dijiste que la vendías para comprarte una en México, que era el país en el que naciste y en el que finalmente vivirías el resto de tus días. No creas que nos preguntamos en voz alta por qué no te compraste la casa en México. Ambas lo sabíamos ya y lo conversamos en la noche: lo usaste para reponer el dinero que te prestaron cuando se te ocurrió meter a Puebla la marca FIAT y tus amigos inversionistas quisieron ganancias el primer año.
También comimos en el restorán donde aún hacen los raviolis que según la tía Angelina eran tus preferidos. Son una delicia.
Papá, los italianos se volvieron exitosos y Roma es una de las ciudades más caras del mundo.
La virgen del Duomo, la Piazza Fontana y la Avenida Italia han vuelto a ser hermosas y señoriales, ya no son un hacinamiento de muros chamuscados. Non priocuparti piú.
La Fonda de “Michele”, donde tantas veces hiciste cola para obtener tu ración de coles hervidas y arroz pegajoso, se convirtió en un restorán muy elegante, a mitad de la calle Olmetto.
En la Piazza Ludovica, donde tomabas el camión que daba tumbos hasta Stradella, hay una boutique de ropa para mujer en la que un vestido cuesta más caro que un Volkswagen.
¿En qué acabó el viaje del Liberty Ship que te llevó de Nápoles a Nueva York? ¿Metieron preso al cubano que se le escapó al capitán en Gibraltar? ¿Supiste qué hacía el conde de Montebello, primo del rey de Italia —según escribiste—, en la misma lata de sardinas que te sacó del hambre? ¿Cómo fue que sólo escribiste ocho días del diario sobre tu regreso a casa? ¿No bien dejaste de ver el Mediterráneo y caíste de tal modo en el presente que ya no valió la pena ni registrarlo?
La tía Angelina, tu prima, nos enseñó una carta que les enviaste a tus parientes italianos en 1969, veinticuatro años después de dejarlos. ¿Por qué, si los querías tanto como dice la carta, tardaste más de veinte años en escribirles?
¿Hubieras podido irte tras veinte años de vivir con nosotros y no escribirnos más?
¿Supiste que la mujer que fue tu novia durante la guerra se volvió borracha? Ya te habías muerto cuando llegó a la casa una carta suya, que tu hija Verónica leyó y perdió. Se burla de mí cuando se lo reclamo.
¿Por qué nunca dijiste con todas sus letras cuánto y de qué modo te aburría la Puebla de nuestra infancia?
¿Sabes? Aún extraño las noches frente a la tele, jugando a predecir el desenlace de las películas mexicanas mientras temíamos que dieran las doce y cortaran la transmisión antes de que acabara el melodrama en turno. No puedo ver a Pardavé sin llorar.
No lo creerías, en México ya existen uvas dulces y se importa chianti y agua de Sanpellegrino, como si toda la clase media hubiera nacido en Italia.
La película El Padrino ha llegado a tener tres partes. Te hubiera deleitado.
Vivo con un hombre que de noche hace ruidos como los que tú hacías y de tarde es un conversador prodigioso. En las mañanas casi siempre tiene prisa. La pasarían bien juntos. El también desconfía del mar.
Tengo dos hijos. Uno se ríe como tú y no grita porca miseria porque no te oyó el lamento, pero cuando litiga parece que nació en el quicio de una trattoría. La otra tiene ojos como pájaros y siempre quiere platicarme cuando estoy escribiendo. Yo creo que los dos son como dioses y por las dudas los venero hasta el desastre.



Mi mamá se hizo una casa que mira a los volcanes sobre el terreno de Mayorazgo por el que tanto peleó. Lástima que no te hayas quedado para hacer tuyo ese silencio.
Tienes razón, nunca debí meterme en ese lío. Pero es que ese lío se metió en mí.
Estas son algunas de las cosas que he hablado con él, sin obtener mayor respuesta que una, tal vez inventada: la sensación más o menos frecuente de que alguien me observa y casi siempre se hace mi cómplice. Noté en mi madre una desconfianza absoluta de tal versión, pero a mí me ayuda a caminar por el borde del eterno acantilado que nos rodea.

Vida y Milagros. Si tú lees esto, te quiero preguntar algo que yo no me he sabido contestar: Si tú fueras secretario de educación pública ¿Qué hubieras hecho a partir de 2012 con el reto y el problemón de mejorar el sistema educativo mexicano? ¿Qué cambios, que modificaciones a la ley, qué forma de evaluar a los maestros? ¿El IEPO lo hubieras seguido dejando bajo el control de la CNTE? ¿Conservar el sistema prendido con alfileres tal cual estaba? ¿Dejar que los bloqueos sigan tomando de rehén a la ciudad de México? ¿Hacerte de la vista gorda y dejar que nuestra evaluación educativa como país siguiera por los suelos?

Yo no he escuchado a nadie de los que opinan desde la barrera que me diga qué hubiera hecho, qué hubiera cambiado y cómo, para que las cosas estuvieran fluyendo mejor. Solo escucho dos versiones en blanco y negro de cada uno de los lados. Buenos o malos, según quién explique su versión. Ángeles y demonios, según quien cuente las cosas. Y las cosas no son así, siempre hay matices, muchos claro obscuros, múltiples y complicados ángulos desde los cuáles ver el mismo problema. Las versiones simplistas y maniqueas, del lado que sea, me parecen inútiles. ¿Qué hubiera hecho la más sabia de las personas si la hubieran nombrado Secretario o Secretaria de Educación Pública en 2012 para mejorar nuestro desempeño como país en materia educativa? Y el mejorar la educación es impostergable, como país estamos muy mal evaluados. ¿Cómo lograr mejorar la educación pública, cómo evitar el caciquismo magisterial, cómo erradicar la corrupción gubernamental, cómo devolver autoridad moral a las autoridades? Otra vez te pregunto, porque yo estoy a obscuras ¿Qué propondrías tú? ¿Qué hubieras hecho tú si hubieras tenido el poder de hacerlo?



Y hoy, ¿Qué harías tú hoy si te dieran el poder de resolver el problema tal cual está ahorita en la mesa, una mesa patas arriba y con dos de las cuatro patas envueltas en llamas? ¿Me lo puedes explicar con bolitas y cuadritos? ¿Paso por paso? Porque oigo que todos, de cada uno de los bandos, lo resolverían de un plumazo, y es obvio que este tipo de cosas solo se resuelven con gradualidad. ¿Pero cuál es el camino y los pasos a seguir para construir esa gradualidad? Que alguien muy justo, muy inteligente, muy preparado y muy humilde me explique. Gradualidad. Según yo para allá íbamos. Pero ahora leo cosas en la red que me dejan con la boca abierta, leo posturas fundamentalistas en ambos lados de la mesa en disputa. Me sorprende que pretendan que la policía no vaya armada. Me sorprende que en partes de la red se aflijan por los maestros muertos y que los policías heridos y el periodista al que le dieron un tiro en la cabeza por tomar fotos, tan mexicanos como el resto, les parezcan mexicanos de cuarta. No creo que en ningún país del mundo se le pida a un policía andar nada más con su tolete, y menos ganando 8 mil pesos al mes, si bien les va. Un policía que muere en la trinchera no es un ser privilegiado, ni rico, ni desalmado. Es ante todo, una persona que se gana la vida haciendo un trabajo que es el más ingrato del mundo, pero no ilegal ni trabajo para malvados. Esos de la trinchera son mexicanos tan humildes y del pueblo como lo son los que se inconforman por muchas razones, ya no sé no que tan buenas ni qué tan malas, a la reforma educativa. Es más, provienen mayoritariamente de ahí. ¿Tienen que ir a desalojar un plantón con las manos vacías? Oigo muchas críticas extremas de ambos lados, pero no he oído una propuesta de cómo cambiar la educación para cambiar al mundo sin que el país estalle en pedazos. De todo esto sí sé una cosa: las plazas no deben venderse sino concursarse. Si los malos gobiernos a eso indujeron, qué bueno que eso se extirpe. Y sí creo que debe evaluarse a todos los maestros de manera periódica, justa, sencilla, y con opciones para mejorar su desempeño. Eso es lo único que sí sé qué está muy bien que suceda. Cómo y porqué inquieta a tantos, no lo sé ¿Por qué levanta tantas suspicacias? ¿Porque el gobierno en general está desprestigiado, no de ahora, de hace mucho, mucho tiempo? De nuevo ¿Qué harías tú, hoy, en este día, en este momento, con ese problemón? Quiero saber qué harías tú. Quiero saber, por favor.

Mundo Nuestro. A un año de los sucesos trágicos de Nochixtlán reproducimos este texto con la interrogante sobre la incapacidad mexicana para resolver sin violencia sus conflictos.

Seis muertos el domingo 19 de junio en Nochixtlán, en la carretera que cruza la Mixteca hacia la capital de Oaxaca.

Seis muertos. Es el resultado al que llegó la reforma educativa que no aceptan los maestros del sur.

Leo lo que escribí en agosto del 2013, cuando inició esta guerra entre el gobierno federal y los maestros organizados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, entonces tomaron las calles del centro de la ciudad de México:



"Dé dónde vienen los maestros. Son maestros del sur. En México todas las montañas son el Sur. Ese es uno de sus principales reclamos, apenas asomado en las entrevistas que hacen los reporteros a sus líderes. “Tienen que ver en qué condiciones vive la gente para la que trabajamos.” Y más: “Vayan a conocer las condiciones de las escuelas en las comunidades de las montañas.”

"Las montañas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Puebla.

"Y desde allá han llegado para tomar las calles y voltear de cabeza la ciudad de México. En estira y afloja, todos se irritan. Por principio los capitalinos: por el tráfico y contra el tráfico, contra las autoridades que no reprimen y contra las autoridades porque quieren reprimir. Y primero que todos, los funcionarios federales: por su orgullo herido, por sus planes modernizadores fallidos, por el ridículo público. Y los maestros: porque vienen desde lejos y nadie entiende sus razones para abandonar a los niños, porque están jodidos y todos creen que son unos pendejos huevones, porque ya llevan una semana en el jaleo.

"Y ni para cuándo.

“'No hay vuelta atrás en la reforma', dijo el secretario de Gobernación Osorio Chong.



“'Esto apenas empieza', amenazó el líder oaxaqueño de la Sección 22."

Hoy, en este lunes 20 de junio de 2016 miro a los dos bandos hacer el recuento de sangre. Y me veo a mí mismo ciudadano, impotente ante un país que día a día no deja de desgarrarse.



"Estira y afloja --escribí hace tres años, y vuelvo a decirme que no hay otro camino que el de entender esa pregunta simple, ¿de dónde vienen los maestros?--. Desde dónde mirar todo esto. Algo ayudará si lo hacemos desde los pueblos originarios de México. Mundo Nuestro presenta dos narraciones tomadas de las crónicas escritas por Sergio Mastretta en el pueblo totonaco de Ixtepec (La Sierra viva, 2005) y en la región amuzgo-mixteca de la montaña de Guerrero (Viaje a Tlacoachistlahuaca, 2007).

Y con ellas una idea del reclamo profundo de los pueblos del sur.

De dónde vienen los maestros

Una vivienda totonaca en la Sierra de Puebla.

Ixtepec, Puebla. 2005

El Jardín de Niños bilingüe Nicolás Bravo es un ejemplo fiel de los alcances y limitaciones del Estado mexicano en asuntos educativos. Está ahí, con sus dos salones amarillos pintarrajeados por los niños. Sus maestras, dos mujeres serranas, hacen milagros en el intento de que los pequeños encuentren el rumbo y el gusto del estudio. Sus rivales son terribles. La infraestructura: no hay luz, no hay agua, no hay baños, no hay cercado. La economía familiar: un día sí y otro también los padres retienen a sus hijos por el trabajo, porque a los cinco o seis años aquí ya se trabaja. Los programas de estudio: da la impresión de que la propia SEP no se cree el propósito de la enseñanza bilingüe y muchos de los profesores no dominan las lenguas; el español predomina por el simple motivo de que no hay textos ni materiales en totonaco.

Como sea, eso no les preocupa a dos madres de familia que esta mañana han ido a dejar a clase a sus pequeños. Insisten en permanecer en el salón, a pesar de la indicación de la maestra, y cuando no les queda más remedio se asoman por la ventana, muy atentas a los movimientos de sus pequeñines. Para ellas, como dirán en la entrevista, la posibilidad de que sus hijas encuentren un destino distinto al que ellas vivieron está en la escuela.

Observo la escena y valoro ese lindero absurdo que no alcanza a cruzar nuestro país: ahí está el quínder, pero son tales sus carencias que los resultados académicos siempre serán destrozos. Sin embargo, el hecho contundente es que ahí está el Jardín de Niños, y en él está la esperanza de estas mujeres totonacas.

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A Ixtepec se llega primero por la memoria que la Sierra tiene de sí misma: el sábado 9 de octubre de 1999, tres días después de que escampara en la Sierra y la magnitud del colapso de los montes pesara en la conciencia, por un instante, como desgracia nacional, el pueblo de Ixtepec responde a la tragedia de la tormenta con la organización. Con las carreteras destruidas, una hilera larga de hombres y mujeres avanza por las rutas antiguas hacia Zacapoaxtla; por las veredas de siempre saltan las dos barrancas inmensas del Zempoala y el Apulco para conseguir los bastimentos mínimos de sobrevivencia: maíz, frijol, pasta, y lo que ya las tiendas de la comunidad no alcanzan a surtir. Tardarán dos semanas las máquinas en abrir la Interserrana, así que los pueblos, en un atajo de la memoria, han vuelto sobre sus pasos. Ida y vuelta por la vereda antigua, una fila larga, reconocida por la paciencia del que camina eternamente. Es una columna inteligente, que mide sus pasos y sus fuerzas, que cuenta los kilos y las tortillas que se repartirán el peso en las espaldas de cada familia. Y que no deja de mirar de dónde viene. Es la acción orientada por la sobrevivencia.

Y si se han organizado contra la catástrofe, en su irritación lo han hecho también para ajustar cuentas a la autoridad inepta que ha abandonado a la gente en su infortunio. Repudiado por desaparecer del pueblo en los días de la calamidad del cielo y la inconciencia ambiental, el alcalde será fulminantemente destituido por la comunidad por la vía de la toma de la presidencia municipal, un edificio en ruinas que refleja en su desolación la ineptitud de quienes han gobernado en la Sierra en las últimas décadas. Pero eso será unos días después a este sábado de la caminata organizada en esa hilera blanca y silenciosa por la que en el dolor humano la Sierra se vuelve sobre sí misma y señala las rutas que nunca dejarán de existir.

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Dos mujeres caminan por la calle encementada en el centro del pueblo. Una es bajita y viste la falda blanca, corta, entallada por la faja en la cintura; la blusa bordada le descubre los brazos recios casi desde los hombros; dos trenzas largas, entretejidas con listones tan negros como su pelo, pero adornadas con cintas azules no dejan de provocar un toque infantil; sus piernas fuertes destacan contra el piso claro que sus pies descalzos raspan en pasos cortos y precisos; la carga de agua con el mecapal la inclina hacia delante pero sus ojos no dejan de mirar al frente. Simplemente camina con el objetivo de llegar pronto a casa con los veinte litros que el tambo de plástico guarda. La esperan sus actividades de todas las mañanas, que ella repetirá con la simpleza de las aves en sus desplazamientos de rama en rama. Ella es consciente de lo que le ha tocado vivir y sólo pide que su historia no se reproduzca en su hija.

Le acompaña una mujer joven, en pantalones de mezclilla y camiseta con símbolos que se encuentran en cualquier videojuego de batallas fragorosas entre orientales triangulados. Es el mismo rostro, igualmente requemado por el sol, apretado por una cabellera corta azabache, sujeta por una mariposa de plástico. También carga un tambo, pero sin mecapal; el brazo estirado revela el esfuerzo de subir desde el manantial, descansando a ratos, en una rutina de una hora que la familia hace todos los días cuando la lluvia se ausenta de más en esta tierra. La joven estudia el bachillerato y sabe que por ese motivo, y por muchos más que no se comprenden, cada día que pasa es más distinta de su madre, pero que el destino --a menos que en el azar de la existencia, la lleve por otros rumbos--, le regresará el parecido poco a poco, con el matrimonio, por ejemplo. Está segura de que ella no continuará la tradición de la vestimenta totonaca; sabe también que su madre no habla castilla y que responde con monosílabos a los extraños que hasta Ixtepec llegan. Las mujeres mayores nunca han necesitado escribir, y sin la lectura también se sobrevive; los escolares ayudan a sus padres en trámites como el de los miércoles cada dos meses en que el Gobierno paga el programa Oportunidades. Ella va ya por el último año de la preparatoria, y todos los días se pregunta si de algo servirá tanto sacrificio y tanto gasto para participar, al final, del baile de graduación que todo el pueblo espera.

Las dos mujeres caminan por la plaza y su paso es una ilusión breve en la vista cotidiana del pueblo. Las dos llevan enlazadas por la carga del agua sus historias.


Tlacoachistlahuaca, Guerrero. 2007

5 de Mayo

La escuela 5 de Mayo ha crecido en trazos desiguales a lo largo del tiempo. El último tranco es del año pasado, casi al cruzar el portón destruido, con tres salones a la usanza moderna de la SEP. Del otro lado del patio encementado están unos galerones más consecuentes con el calor de Guerrero, sin ventanales que los encierren, pero sí con una celosía que filtra el aire e impide que la atención escolar se extravíe. Al fondo, dos salones más, uno de ellos con el gol de los televisos por la educación, que ha donado en el 2006 un conjunto muy animado de computadoras, dieciséis, de las cuales cuatro han tronado por la baja tensión de la corriente eléctrica. También ha volado la impresora. Es imposible la operación por el problema eléctrico. Ni pensar en una conexión a internet que funcione...

El salón de primer año no llega a celosías ni mucho menos a ventanas o paredes. Cuatro postes sostienen un tejabán que da sombra a veinte niños en pequeños pupitres, frente a un pizarrón sostenido contra un costado de los salones de tercero. El piso es de tierra, y el olor a excremento gana contra las cuentas que la maestra directora de la escuela intenta con los pequeños. Ella me tiene paciencia y realiza con los niños un ejercicio del libro de matemáticas en español: identificar el número de artículos varios (manzanas, dulces, etc.) que se pueden comprar con diferentes cantidades; lo explica en castellano y en amuzgo, y luego va con las niñas, que están más atentas; sólo una de cuatro logra la cuenta, y de los niños consultados ninguno da con la respuesta. No es cualquier asunto: los niños no hablan español, la lengua en la que está escrito su libro; el amuzgo, cristalino en sus vocecitas, es su lengua madre, la que dominan a la perfección desde sus tres años, pero no ha logrado el milagro de un traductor matemático; a los siete años, el sistema y el progreso les imponen el terrible reto de aprender a leer y escribir en una lengua que no es la suya, y además las sumas y las restas. Y para rematar un desconocido, con el pretexto de que es periodista, interrumpe la clase para valorar el grado de alcance en el aprendizaje de los pequeñines.

La maestra termina la clase y me despide pues está por arrancar una pequeña asamblea con seis de sus profesores. Mañana es viernes, y muchos de ellos se irán desde temprano por el fin de semana a sus casas. Los observo un momento y pienso en los conflictos magisteriales añejos en Guerrero, con decenas de comunidades con escuelas duplicadas, con dos o tres salones, con muy pocos alumnos, con profesores bilingües que no lo son, o con maestros zapotecas en pueblos mixtecos, en un enredo de lenguas, sierras, caminos, matrículas, desgarres burocráticos y enconos políticos del sindicato de maestros y el sistema educativo. Al final, los niños indígenas al fondo del abismo del más complejo problema de México.

Guerrero, por los caminos del sur

Dos maestras

En Huehuetónoc, Isabel Polanco Añorve tiene a su cargo el segundo de primaria en la escuela 5 de Mayo; en la cabecera, en el quínder Independencia Alicia Hernández Aparicio es la directora. Las observo como quien busca un milagro, el que ellas buscan con sus niños, contra todos los vientos en estas sierras bilingües.

Dice Isabel: “La mera verdad es muy pobre la reacción de los niños, porque ellos su lengua indígena no les permite entender bien, comprender bien el español. Los libros de texto todos vienen en español y a los niños se les dificulta. El trabajo de nosotros es traducirlo del español, leerlo en su lengua para que ellos entiendan. Y en caso de que ellos no logren captar la lección, uno vuelve, regresa otra vez a lo mismo. Tenemos un libro en amuzgo. Ese libro sí lo leen, lento, lento, pero si lo leen, es más rápido con ese libro. El problema es que vienen los exámenes a nivel nacional y, pues, ahí es donde nosotros nos rezagamos un poco, porque los niños no comprenden rápidamente esos libros.”

Y piensa Alicia de las posibilidades del aprendizaje en dos idiomas: “Para nosotras como maestras es de trascendencia hacer énfasis en las lenguas que se hablan en este lugar. Y eso debe ser de importancia para los niños, conservar sus orígenes, aunque quizá llegue a impactarles el hecho de que en algunas partes de la cabecera hablan español. Realmente es un orgullo decir que somos bilingües, sobre todo porque muchas otras personas lo toman al contrario, es decir, a los indígenas nos hacen de lado por cómo somos. Y eso debe hacernos sentir más orgullosos.

“En el preescolar es posible impartir una clase completa, al 100 por ciento, con los niños en dos lenguas. Quien no logra entendernos en español, por lo menos capta el amuzgo, su lengua materna, que es la de Tlacoachistlahuaca. Esa doble posibilidad todavía incrementa más el aprendizaje. La enseñanza es más riquísima para ellos, porque el que no entiende una lengua, entiende en otra.”

Alicia no duda al explicar el problema de fondo, el hambre: “La alimentación es muy raquítica. A veces están comiendo una tortilla recalentada de otro día con sal, un poco de aguacate y cafecito para darle sabor. Los niños están preguntando casi siempre, ¿qué desayunamos? Un gran banquete es precisamente tomar café con pan o un taco con sal. Nosotras, como maestras, cuando hacemos visitas domiciliarias nos da mucha tristeza porque encontramos ese tipo de condiciones. Esto ocurre principalmente en las inscripciones del ciclo escolar. Observamos que es demasiada pobreza. En primer año, los estudiantes tienen tres años cumplidos, en segundo año, alcanzan los cuatro y, en tercero, tienen de cinco a seis años. Las condiciones de pobreza mencionadas explican muchos de los comportamientos de los niños, es decir, lógicamente, no aprenden bien, son rebeldes y retraídos. Esto es muy constante, porque el niño que siempre trae dos o tres pesitos se siente halagado de poder comprar, y el que no carga ni siquiera cincuenta centavos en la mano, sólo se queda sentadito a contemplar al que está a su lado comiendo. Para eso sirve la maestra de guardia, para vigilarlos y distraer a estos últimos con el juego, mediante una dinámica de entretenimiento en grupo durante la media hora de recreo.



Una vivienda en Huehuetónoc.

Tecnología

La educación desde dos mundos: dos culturas, dos lenguas, dos estómagos, dos salarios. No tiene mucho caso interrogar sobre el futuro. ¿Y el que promete las nuevas tecnologías? ¿Qué piensa Isabel, de oficio secretaria, que retomó la plaza de profesor de su hermano muerto? ¿La tecnología puede transformar la realidad de estas escuelas de la miseria? Así ve las cosas desde una de las aulas del muy gritado “gol por la educación” de Televisa, ahí, en Huehuetónoc, en la primaria 5 de Mayo.

El cuaderno de Jesús.

--Estamos en el aula de medios, como le llaman a este salón con computadoras. Es el segundo grado de primaria, y vemos a los niños usar las computadoras. ¿Qué es lo que hacen, maestra?

--Únicamente venimos a escribir palabras entrando al Microsoft Word, utilizando el disco, les dicto y escriben palabras en el teclado, porque no se puede más, la luz no aguanta para prender todas las computadoras. La luz está muy baja y ya se nos dañó la impresora, no funciona. Son los cambios de corriente, además de que hubo mucha lluvia y afectó al sistema.

--¿Qué discos utiliza?

--En Enciclomedia tenemos un abecedario mágico, ese es el que yo meto con los niños de segundo año, también uno de matemáticas, de los animales increíbles. En segundo año sólo vengo yo una vez a la semana, porque no nos da abasto de trabajar, yo entro sólo dos horas los martes.

--¿Cuántos alumnos son en este grupo y cuántas computadoras?

--Son diecinueve alumnos con quince máquinas, algunos trabajan en equipos de dos o de tres, porque no todas prenden, ya se dañaron como cinco. Eso lo hace más difícil, pero, digamos que una vez a la semana los niños tienen el contacto con la computadora. Es una vez a la semana, porque son dos primeros, dos segundos, un tercero, dos cuartos, en sesiones de dos horas, así que no alcanzamos todos.

--¿Qué evaluación hace usted del uso de estas herramientas?

--Solamente ver si el niño logra captar la idea, escribir, usar el teclado más que nada. Porque ellos no conocen cómo utilizarlo, por eso les enseño primero el manejo del teclado, que puedan escribir, de ahí les evaluó la escritura, la visualización, como dicen, los dibujos, los animales, que ellos no conocen cuando los vemos, ahora ya saben cuáles son los animales salvajes y ahí los conocen.

Es muy necesario, nomás que a veces no somos capaces de lograr completarlo, a mí me gustaría que, al insertar un disco, se viera en varias computadoras, pero no se ha podido desde que vinieron e instalaron el Internet, no se ha podido hacer eso.

--¿Estas computadoras tienen Internet?

--Sí, sí tienen, pero no lo sabemos utilizar, nomás vienen, lo meten y no nos dicen cómo, necesitamos un taller capacitación para que nosotros lo hagamos, hemos pagado para que una persona nos venga a enseñar por las tardes. Nosotros, como maestros, por nuestra cuenta pagamos una persona que sepa y que nos venga a enseñar, porque nosotros no tenemos ese conocimiento de las computadoras. Por interés propio hemos pagado a una persona que nos venga a enseñar el manejo.

--¿Cómo le va a usted como maestra? ¿Cuál sería una apreciación general sobre su trabajo?

--Ahorita yo veo que es muy bonito, desde que instalaron esto me emocioné más, hay más creatividad por parte de los niños por las computadoras, porque llama más la atención de los niños, ellos dicen “vamos a ver la tele”, sienten que es una televisión, pues hace más emocionante la clase, se interesan más los niños. A veces pienso que ha sido más provechosa la clase ahorita, desde que están instalados estos aparatos.

--¿Tiene algún reclamo?

--Yo le voy a repetir lo que les he dicho a las personas que nos vienen a visitar siempre. Cuando instalaron esto se los dije: “espero que no sea la última vez que vengan y nos den capacitación”, pero jamás han regresado. Hace un año volvió a venir uno de México y por igual, no volvió a venir. No sé si no dan aviso de nuestros problemas o nomás vienen, nos engañan, nos dicen: “pues sí, uno tiene problemas”, vienen a ver los problemas y a la mera hora nos quedamos igual. El problema aquí es la luz.

BUAP/Noticias de éxito. El Doctor Jorge Alejandro Fernández Pérez, investigador y coordinador del Doctorado en Investigación e Innovación Educativa, de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, recibió la Presea Estatal de Ciencia y Tecnología “Luis Rivera Terrazas” 2016, en el área de Ciencias Sociales y Humanidades.

Fernández Pérez se ha especializado en investigación educativa, en el tema de la sociología de las profesiones, principalmente. Y la ve como el eje central en los programas de posgrado. Así, ha impulsado el proyecto “Desarrollo y evaluación de competencias académicas”, como parte de los trabajos del Cuerpo Académico Estructura, Formación y Práctica Profesional, del cual es responsable.

Aquí puedes encontrar más información sobre esta noticia:

http://cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/wb/comunic/jorge_alejandro_fernandez_perez_un_apasionado_de_l



Domingo, 19 Junio 2016 00:00

Amos por siempre

Mundo Nuestro. Este 21 de junio, una nueva era en el museo de la Casa del Mendrugo.

Mundo Nuestro. Presentamos un fragmento del libro de Irmgard Emmelhainz publicado recientemente en la revista Nexos.



La fragmentación del tejido social

Por Irmgard Emmelhainz

En la década de los ochenta, Margaret Thatcher proclamó que ya no había más sociedad, y resaltó al “individuo” y la “familia” como los átomos de la nueva sociedad neoliberal junto con nuevas formas de establecer lazos sociales regidos por la racionalidad del mercado. Si históricamente los mercados estaban alojados en las relaciones sociales y eran limitados por costumbres y por una ética de responsabilidad social, ahora las relaciones sociales estarían alojadas en la lógica del sistema económico, haciendo que la subjetividad individual y colectiva sean dominadas por el sentido común neoliberal. Si la revolución neoliberal se enfocó, en un principio, en la privatización y corporativización de la esfera pública, rápidamente se trasladó a explotar nuestras formas de vida, relaciones sociales, formas de subjetivación, estableciendo nuevas formas de control y de sujeción invisibles.



La película Deux jours, une nuit (2014) de los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne, cuenta la historia de Sandra, una mujer que trabaja en una fábrica de paneles solares en Liège, en Bélgica. Sandra tiene que ausentarse de su trabajo por unos meses por cuestiones de salud, y al regresar se encuentra con que su puesto de trabajo se ha hecho redundante y que el jefe les ha planteado a sus compañeros de trabajo un dilema imposible: decidir por medio de un referendo si recontratarán a Sandra, a costa de perder un bono anual de mil euros. Durante la película, que cubre el periodo de dos días y una noche, Sandra visita a cada uno de sus 16 compañeros de trabajo para pedirles que voten para que ella pueda conservar su plaza de trabajo. Además de un retrato actual de la clase trabajadora europea —que vive con ciertas comodidades, aspirando a más, y trabajando en condiciones precarias— dos de los signos de esta nueva era que aparecen en la película son: 1) Sandra comprando botellas de agua, que siempre trae en la mano cuando va a visitar a sus compañeros, quienes al abrirle la puerta de sus casas no le ofrecen un vaso del líquido; y 2) Sandra ingiriendo repetidamente antidepresivos. Una y otra vez la vemos confrontar a sus compañeros de trabajo con el mismo dilema: o solidarizarse con ella (para algunos no es cuestión ni de pensárselo) o votar por ganar el dinero extra (uno la acusa de ladrona y reacciona en forma violenta a su petición). La película resume el dilema de nuestros tiempos, que rige la sensibilidad neoliberal: ¿es innecesario, moral, anticuado e impensable actuar por interés de alguien más? Sandra expresa constantemente culpa al hacer la petición a sus compañeros, y así la película muestra la fragmentación del colectivo, de los lazos de solidaridad entre los trabajadores traídos por la lógica de la precariedad laboral, pero también la irracionalidad de la lógica de acumulación. Al final, la mayoría de los empleados votan por su bono, sin embargo, el patrón le dice a Sandra que no la despedirá: solamente no renovará el contrato de 3 meses de uno de sus compañeros de trabajo, lo cual Sandra no acepta. Al final de la película, la escuchamos hablar con su marido por teléfono y decirle que no se siente desanimada, que comenzará de inmediato a buscar un nuevo trabajo.

Seguir leyendo en Revista Nexos:



http://cultura.nexos.com.mx/?author_name=irmgard-emmelhainz

Sería la última en argumentar en contra de un transporte público, menos contaminante, que reduce el tráfico vehicular que contribuye a la contaminación atmosférica. Para los que dudan de que somos la última generación de humanos que tiene la responsabilidad de afrontar el cambio climático que fue de nuestra hechura desde principios de la era industrial (la fecha en que coinciden todos los estudiosos del tema es 1945) recomiendo seguir los argumentos de algunos como Melanie Klein o la lectura del libro de un antropólogo, Brian Fagan, traducido al español con el título: La Pequeña Edad de Hielo. Porque si en algo tenemos que ponernos de acuerdo es en la escala y la proximidad de una crisis climática en puerta que, por decirlo suavemente, será un cataclismo.

Pero sí puedo argumentar que la construcción de este tren, entre Puebla y las Cholulas, no fue una contribución de Rafael Moreno Valle para aliviar el tráfico vehicular contaminante; ni una alternativa para la preservación del medio ambiente; ni lo construyó para cuidar y enaltecer el patrimonio cultural de las Cholulas, sino que fue solo una inversión de negocios, con dinero público, para beneficio de unos pocos.



Así como el Parque Intermunicipal nació con el Proyecto Esquerra del año 2000, el tren turístico se le ocurrió cuando alguien de su entorno leyó una tesis de mayo 2007: “Usos Turísticos del patrimonio industrial en la ciudad de Puebla” presentado por Diana Angélica García García y N. Rivas Badillo, de la Escuela de Negocios y Economía de la UDLAP (ver Samantha Páez- e-consulta. Agosto 17, 2015). Las tesistas habían elaborado una propuesta para un tren orientado al turismo, en operación solo en periodos de alta afluencia de visitantes, rehabilitando las antiguas vías ferroviarias y concluyendo en la antigua estación en San Pedro Cholula. La justificación, como sucede siempre con propuestas de negocios, encontró su utilidad pública (además de los ingresos asegurados al fomentar el turismo desde Puebla a las Cholulas) en la rehabilitación del patrimonio industrial y del patrimonio cultural de las Cholulas.

Al no ser proyectado y re-interpretada la tesis como un tren interurbano por parte del gobierno de Rafael Moreno Valle, sin embargo, solo podía resultar en un negocio redondo para unos pocos; especialmente para un importante político Pannista de San Pedro Cholula, el Lic. Gómez Carranco, dueño del predio de la antigua estación ferroviaria que se apresuró a donar parte de su terreno para una nueva estación y a construir y ampliar comercios en el entorno, preservando el edificio original de la estación como una tienda OXO. Sin proyección como un transporte público interurbano; es decir, como una respuesta así sea parcial al deficiente transporte público y para disminuir el intenso y contaminante tráfico vehicular; sin una propuesta para rehabilitar como áreas verdes con usos y costumbres las zonas aledañas, la expulsión de centenares de familias que se ganan el sustento en las inmediaciones de las antiguas vías y la afectación negativa a las viviendas aledañas era lo primero que se podía esperar. Y así fue: solo que los tianguistas, artesanos y lugareños que protestaron (y siguen protestando) son precisamente los que esta visión de negocios de un tren para turistas buscaba eliminar del entorno.



El gobernador Rafael Moreno Valle ignoró o no le importó además que el tren turístico y su actual estación se encuentra no en terrenos perimetrales de la gran pirámide sino sobre el edificio de adobe la gran pirámide. Específicamente sobre la esquina de la pirámide que se encuentra en la calle 6 Sur entre la Ave. Morelos y la 2 Oriente en San Pedro Cholula. Los arqueólogos han detectado allí (y solo en su proyección arquitectónica) una esquina de una pared con orientación este-oeste que debió ser parte de una de las plataformas del gran edificio. Sabemos hoy que el gran edificio no fue una sola construcción sino un largo y complejo proyecto constructivo que abarcó muchos siglos y que cuando se decidía construir un nuevo edificio éste se incorporaba al previo así también las estructuras y plataformas adosadas. Y sabemos que esa esquina en particular tiene un contexto de rellenos que cubren parcialmente la estructura piramidal.



Rafael Moreno Valle a sabiendas de las condiciones de deterioro grave que sigue sufriendo el edificio piramidal (siempre sin financiamiento para restauración, rescate e investigación) cuando se propuso el negocio del tren lo último que consideró, sin embargo, es una inversión en el edificio piramidal y su historia cultural; y apresuró la construcción del tren turístico hasta obtener del INAH los permisos. Amigos de Cholula obtuvieron a través del INAI la documentación: el 16 de febrero de 2016 en un oficio dirigido a Diego Corona Cremean el INAH otorgó el permiso “para la construcción de la estación del tren turístico en Cholula…cuyo costo aproximado es de 25 millones de pesos” (Oficio no. 401.B(22) 137 2016/521). El 20 de Enero de 2016 en una reunión con cholultecas en la Ciudad de México funcionarios del INAH ya nos habían adelantado que el permiso sería otorgado. El permiso finalmente incluyó algunas precauciones ( la vía debía permanecer sobre el relleno y elevado) y se otorgó en base al informe técnico y arqueológico firmado por Teresa Meléndez Franco entregado en diciembre 2015: después de dos pozos de sondeos por indicaciones de anomalías del geo radar; con premura y pico y pala; y apoyo material y de trabajadores de la propia constructora; retirando cerámica, lítica, huesos y otros materiales de “cultura contemporánea hasta prehispánica” lo más rápido posible, la arqueóloga concluía su trabajo en poco menos de un mes porque las construcciones para el tren y su estación ya se iniciaban. Todo esto parece una burla. El tren, proyectado como un transporte interurbano se pudo haber detenido dos cuadras abajo y sin introducir más y mayores afectaciones a una esquina del gran edificio piramidal. Y se pudo haber proyectado menos agresivo con el medio ambiente, respetuoso del patrimonio cultural y arqueológico e incluyente con todos los que allí se ganan el sustento de vida.

Pero esta es la modernidad y el progreso que Rafael Moreno Valle nos prometió y con abundante dinero público cumplió. Los cholultecas y su cultura milenaria nunca estuvieron invitados a subir al tren.

Miércoles, 15 Junio 2016 00:00

Puebla: el horror de nuestro propio abismo

¿Justicia? ¿Aquí en la tierra? Sólo esperamos justicia divina, porque aquí en la tierra… Yo creo que unos ocho días más y lo metemos al archivo del olvido, este país lo que no tiene es memoria histórica, entre más rápido se olvide, mejor. Anastasio Hidalgo (Padre Tacho)

Hay historias nuestras que no pueden ir a dar al archivo del olvido.



49 personas murieron en la masacre la comunidad gay en Orlando. La mayor infamia homofóbica en la historia de Estados Unidos. Omar Siddiqui Mateen nació en ese país, ahí vivió su vida hasta que le quitó la vida a 49 personas con un rifle de asalto que compró legalmente en una armería de su vecindario. En ese abismo está sumido nuestro vecino del norte.

31 asesinatos en los primeros 13 días del mes de junio en el Estado de Puebla, una tierra en la que, por lo demás, la vida de las mujeres no vale nada. La prueba del vacío institucional, la realidad de una sociedad en la que priva la impunidad y la ausencia de ley. En ese abismo de violencia estamos sumidos nosotros.

En el fondo el horror es el mismo, sólo cambian los escenarios: un club gay de la Florida, los llanos de Tepeaca-Tecamachalco, un caserío misérrimo en la Sierra Negra. En los tres escucho el tableteo seco del fusil de combate y me asomo triste e impotente al abismo insondable de la barbarie. Y al dolor más antiguo, la explicación última de la condición humana.



Un llanto así, de dolor total, el de las mujeres de San José El Mirador, identifica la derrota de la sociedad poblana. (Fotografía de la Agencia Enfoque para e-consulta).



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El abismo del poder frente al espejo: el terror lo lleva dentro.

Un hombre llega a las dos de la mañana a una discoteca en Orlando. No es cualquier centro nocturno, es un reconocido club gay, el Pulse, que da idea de la profunda diversidad que se vive en la sociedad norteamericana. Pronto sabremos que el atacante acaba con la vida de cuarenta y nueve personas, y que pone en predicamento al mundo entero. En las siguientes horas una investigación frenética arrojará a Estados Unidos a su abismo, porque no le alcanzará para descubrir lo que Omar Mateen tiene en la cabeza cuando jala sin descanso el gatillo del R-15: que si alega fidelidad al ISIS en una llamada al 911, pero en las redes expresa su soporte a grupos terroristas opositores al Estado Islámico, y que al final el FBI no logra descubrir vínculos con organización terrorista alguna; y que por principio su exmujer lo declara enfermo mental; y que para nublar más el perfil del asesino, los investigadores confirman sus visitas a los clubs gays y a las dating apps en un intento por desentrañar sus odios de género; y mientras Obama declara sobre el “terrorismo doméstico” y la necesidad imperiosa de prohibir la venta de fusiles de asalto, los medios republicanos afilan la guerra de civilizaciones que impulsa el racismo de Trump. Y todos miramos a la tormenta por venir en la elección de noviembre en ese país.

Imagen del reportaje publicado en Vox.com: ¿Por qué un norteamericano común y corriente decide convertirse en terrorista? (Oleg Zabielin/Shutterstock)

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Nuestro propio abismo: la pobreza, la violencia estructural, el crimen organizado que va de la mano, los gobiernos cómplices y la degradación social.

Es el domingo en la tarde en un recién estrenado campo de béisbol en Acatzingo, en el centro del estado de Puebla. Un grupo armado baja de unas camionetas cuando juegan los equipos de los poblados de la Candelaria, de Felipe Ángeles, y Santiago Acozac, de los Reyes de Juárez. Se meten al campo y acribillan a mansalva aquienes están en la tribuna observando el partido. Pero buscan a una persona en particular, José Luis Vélez Robles, reconocido después como un “huachicolero”, uno de tantos chupaductos de PEMEX que se disputan a balazos el territorio, y quien ya había estado preso por ese delito en el 2011, cuando lo aprendieron en posesión de 22 mil litros de gasolina dentro de una cisterna en su casa. Ahora él perdió. Lo vemos muerto junto al home. Pronto sabremos que dos personas más murieron con él, y que efectivamente el boletín de la fiscalía local guarda el hecho en el casillero de “crimen asociado al robo de combustible”. Claro que cualquiera sabe que las bandas de chupaductos han penetrado en estos pueblos campesinos, que sus líderes se pasean en las plazas, que patrocinan equipos de beis y fut y que cuentan con la mirada cómplice de mandos altos de la fuerza pública. Hace más de una año que la policía federal detuvo a los jefes de la policía estatal vinculados a este delito. Y que sea quien sea el que los mande, los delincuentes están en guerra.

Imagen de municipiospuebla (e-consulta).

Alcanzo a contar cerca de 50 vasitos de plástico utilizados por los forenses en el área acordonada. Al fondo las unidades de Seguridad Pública. La tarde nublada. Veo el cuerpo tirado en el círculo de espera del bateador. La chamarra con la que han cubierto su cabeza. El pantalón vaquero. Las botas mineras. La vida cegada por fusiles de asalto con los que han rafagueado la tribuna.

El Archivo del Olvido, lo denomina el padre Tacho, párroco en Coxcatlán.

Veo la línea larga de ese abismo oculto bajo tierra, asomado en válvulas y respiraderos aquí y más adelante y a lo largo de los cien kilómetros que cruzan de oriente a poniente el territorio de pueblos entre Esperanza y Santa Rita Tlahuapan. Un abismo de acero y gasolina, una serpiente a la espera de la precariedad de la vida humana, los ductos de Pemex y su cuenta de balas: tan sólo en los últimos diez días, con los crímenes de Acatzingo y Palmar de Bravo –municipio este último en el que murieron rafagueados el día 1 de junio cuatro personas en la comunidad de La Purísima de Bravo--, son siete los muertos y once los heridos relacionadas con la ordeña de los ductos petroleros. Personas con nombre y apellido, como José Luis Vélez Robles, preso un tiempo por huachicolero, liberado en algún momento por un juez, y sepultado en un panteón de su pueblo en una historia de la que mañana ya no se acordará nadie hasta la próxima reseña de esa pequeña guerra civil que recorre por la superficie de ese trazo de sangre que sigue la línea serpiente de los ductos de Pemex.

3

Pero hay más abismos insondables.

El horror de la pobreza campesina, la marginación histórica de los pueblos originarios ocultos en la montaña. Y por encima de todo, la violencia descarnada contra las mujeres.

La Sierra Negra. A la izquierda, hacia el valle de Tehuacán, la cabecera municipal de Coxcatlán; en un desfiladero lejano, la comunidad de Potrero.

El caserío de Potrero.

Amanece el viernes 10 de junio en la comunidad de Potrero, en el municipio de Coxcatlán, en la Sierra Negra muy cerca de la frontera con Oaxaca. Según una versión de la prensa, las dos niñas llegan caminando y dan la noticia; no es posible saber cómo han escapado con vida, pero las dos han sobrevivido al horror. Muy cerca, por una vereda colgada en el filo del barranco, está el caserío disperso de San José el Mirador en la que vive desde hace unos años una familia de religión protestante, y hasta donde ha llegado un hombre para cumplir su promesa de venganza contra la mujer que se atrevió a denunciar su violación. Lo acompaña un grupo de sicarios encapuchados. La fiscalía confirma el uso de rifles R-15 que les quitan la vida a cinco mujeres, cuatro hombres y dos niñas.

La nota de Yomara Pacheco y Enrique Hernández en municpiospuebla.mx registra sus nombres: Alejandra, Ángel, Jonhy, Isabel y Belén –embarazada con ocho meses de gestación--, todos de apellido Hernández, y Plácida, Baltazar y Silvia de apellido Sánchez. Las niñas se llamaban Montserrat y Carolina.

Con la tierra de la misma montaña los adobes de la casa de la familia Hernández Sánchez. Fotografía de Enrique Hernández, para Municipios Puebla, de e-consulta.

La fuerza pública en San José el Mirador. (Fotografía de Agencia Enfoque para e-consulta)

Los pobladores de El Potrero bajaron los cadáveres. Fotografía de Agencia Enfoque en e-consulta.

Sus cuerpos, envueltos en sarapes, fueron cargados en tablones improvisados hasta la comunidad de El Potrero.

La información no sigue el curso científico del FBI, y sí la tradicional composición de la prensa y la procuración de justicia mexicana cuyos procesos y seguimientos terminan en el “archivo del olvido” referido por el padre Tacho: primero las suposiciones –que si se trata de un conflicto religioso, que si está involucrado el crimen organizado--, y muy pronto la versión más llana que llega en declaraciones del presidente municipal de Coxcatlán, quien afirma se trata de una venganza personal. En ninguna de esas reseñas se menciona el nombre del presunto agresor, pero la historia refiere que hace unos años, Silvia Sánchez, una de las mujeres asesinadas, fue violada por el hombre que encabezó a los matones, a quien hoy los testigos sobrevivientes identifican; a la denuncia entonces siguió la detención y encarcelamiento del violador –la relación destaca que la violación produjo el embarazo de la mujer y el nacimiento de un niño--, quien desde entonces juró venganza. No se dice si el hombre purgó su condena, pero el hecho es que ya liberado regresó el viernes a cumplir su promesa. Israel, el hombre con quien Silvia vivía está entre los muertos, y sus asesinos se ensañaron con él, pues su cuerpo fue apuñalado innumerables veces. El hijo que la mujer tuvo producto de la violación, inexplicablemente, salvó la vida.

El lunes 13, después de la pesadumbre burocrática que sigue a todo crimen, la conciencia del absurdo extremo: el funeral en Coxcatlán registrado por la Agencia Enfoque:

Los féretros están alineados en una especie de fosa común que han abierto en el panteón municipal de Coxcatlán. Cuento nueve e incluyo el pequeño para la nunca nacida. Con block han delimitado en una parrilla el espacio para cada uno, y en un extremo han dispuesto un pequeño rectángulo para albergar el de la niña que llevaba en el vientre Belem, una de las mujeres asesinadas a sangre fría.

El padre Tacho en la misa

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Al final del abismo, el eco de las palabras del padre Tacho en el funeral de las víctimas en Coxcatlán, y la conciencia de la violencia estructural. La pregunta apunta al futuro inmediato de México: ¿De quién esperar justicia?

“Ellos son hermanos nuestros de la Sierra Negra. ¿Cuándo han sido tomados en cuenta los hermanos de la sierra? ¿Cuándo se les ha dado los servicios que merecen? Ellos vivían casi una hora a pie… siempre han sido marginados, siempre han vivido en la extrema pobreza. Por eso cuando yo digo: exigir justicia ¿pero a quién le exigimos justicia? Decía uno de los familiares al llegar: ¿Justicia? ¿Aquí en la tierra? Sólo esperamos justicia divina, porque aquí en la tierra… Yo creo que unos ocho días más y lo metemos al archivo del olvido, este país lo que no tiene es memoria histórica, entre más rápido se olvide, mejor. ¿Tienen que ser 11, tienen que ser 12? ¿Alguien que ni siquiera conoció la luz de la vida? ¿Tienen que ser 43 en Ayotzinapa, tiene que ser Tlatlaya, tiene que ser Apatzingán, tiene que ser Tetelcingo? En este país, repito ¿quién va a hacer justicia? Aun así tenemos que seguir, como Juan Bautista, como una voz en el desierto, exigiendo justicia.”

Mundo Nuestro. Este texto se ilustra con el reportaje gráfico de la agencia Enfoque publicado en el portal Municipios de e-consulta.com.

Miércoles, 15 Junio 2016 00:00

El verdadero libro de la selva

Voy a hablar de la presentación de un libro que conozco bien, y sin haber logrado tenerlo en mis manos. Al menos lo creo así porque me tocó vivir una parte, unas páginas de sus capítulos. Fui a la presentación buscando conseguirlo, pero los ejemplares que llevaron al lugar se agotaron. El título: Conservación y desarrollo sustentable en la Selva Lacandona: 25 años de actividades y experiencias, coordinado por Julia Carabias, Javier de la Maza y Rosaura Cadena. La presentación fue el pasado 25 de mayo, en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Lo presentaron Rosaura Ruiz, Jorge Meave, Víctor Cordero y Enrique Provencio. El libro trata de la Selva Lacandona, del trabajo de un grupo de biólogos y biólogas en la región y de las Áreas Naturales Protegidas (ANPs) que conservan buena parte de esta selva.

Las Áreas Naturales Protegidas de nuestro país, y del mundo, no son un lujo deseado como un jardín que ver desde la ventana. Son tan necesarias para nuestra supervivencia y calidad de vida como lo son los servicios ambientales que proveen ¿O quién puede vivir sin aire? ¿Qué sería de las pesquerías del Golfo de México sin los nutrientes que bajan de la Selva Lacandona por el Usumacinta? ¿Tendríamos agua hoy en la CDMX sin los bosques de volcanes como el Izta-Popo y el Nevado de Toluca?



Meandro del Usumacinta en el Monumento Natural Yaxchilán. Fotografía Javier de la Maza.



Los volcanes del Valle de México obtuvieron su estatus de ANPs en 1936, cuando Miguel Ángel de Quevedo convenció a Cárdenas de proteger la parte alta de las cuencas del centro del país. Otras ANPs se crearon después. La Reserva de la Biosfera de Montes Azules (RBMA), en la Selva Lacandona, en 1978. De entonces a la fecha quedan poco más de un millón de hectáreas de selva de los 10 millones de hectáreas que había en México. Lo que queda está mitad en los Chimalapas y mitad en la Selva Lacandona, buena parte dentro de la RBMA. ¿Qué pasó con el resto de las selvas de México? Una enorme parte se convirtió en potreros para una ganadería ineficiente o en tierras agrícolas cuya fertilidad desapareció en pocos años (en los trópicos, sin hongos y árboles que reciclen los nutrientes las lluvias literalmente lavan y se llevan la fertilidad de la tierra). Asómense a Tabasco para comprobarlo. Y ya en el ejercicio, pregúntense también qué hizo ese modelo de “desarrollo” respecto a la pobreza de los habitantes de la región y su capacidad de resistir inundaciones.



Mapa de las principales ANPs de la Selva Lacandona. Tomado del libro Conservación y desarrollo sustentable en la Selva Lacandona: 25 años de actividades y experiencias.

Jorge Meave es ecólogo, fue uno de los primeros biólogos en realizar su tesis en la Selva Lacandona y fue uno de los presentadores del libro del que trato de escribir. Él vio la Selva Lacandona en su magnitud original y le tocó atestiguar el principio de su deforestación: estuvo sentado en uno de los camiones que llevaban gente y tambos de víveres a colonizar forzadamente la frontera sur, familias con la promesa de tierra propia que fueron abandonadas a su suerte en un territorio no apto ni para la ganadería ni para la agricultura que ellos sabían hacer.

Ni esas familias, ni el Estado y quizá ni el propio Jorge Meave dimensionaron que los kilómetros de selva eran finitos y que pocas décadas después su deforestación desmedida nos afectaría tanto. ¿Podría haber sido distinta la historia? ¿Qué sintió Jorge Meave al presentar este libro habiendo visto la selva que fue?

Presente. ¿Qué pasa con lo que queda de las selvas hoy, en la Selva Lacandona? Fuera del territorio de ANPs como la RBMA, más o menos la misma historia: deforestación para agricultura y ganadería con la promesa de desarrollo que no más no llega, nueva deforestación cuando la fertilidad de la tierra ya abierta se agota. Bajo este contexto las ANPs están bajo contaste acoso, son vistas como reservas territoriales, en vez de áreas de ecosistemas naturales que no deben desmontarse. Este modelo obedece a la idea de que los ecosistemas naturales son ociosos y requieren ser convertidos en terrenos que sean productivos económicamente, como la ganadería. Sin embargo, y particularmente en ecosistemas como la selva, esto ha probado producir una espiral de pobreza y degradación del medio ambiente.

Lo dijo mejor durante la presentación del libro el ecónomo Enrique Provencio: “[Esto es] algo que quizá no ha aprendido bien el desarrollo economicista mexicano, que sigue acosando a las ANPs con minería, con infraestructura, con un supuesto desarrollo que a la hora de la hora ni conserva ni desarrolla.”

¿Cómo podemos cambiar el rumbo? ¿Cómo generar alternativas económicas para los habitantes de la región que no impliquen desmontar la selva, sino conservarla? ¿Qué conservamos al conservar la selva? ¿Por qué conservar la Selva Lacandona debe ser una prioridad nacional? Ese es el contenido del libro: responder las preguntas anteriores. Lo que logra, en palabras de Victor Cordero, mastozoólogo y director del Instituto de Biología de la UNAM, a través de brindar una “visión integral en tres temas fundamentales: la conectividad biológica, la importancia de las ANPs como áreas de resiliencia (capacidad de minimizar y reponerse de los efectos nocivos) ante el cambio climático y el vínculo entre la conservación y el desarrollo sustentable.”

Experiencias como las publicadas en este libro rara vez se cuentan y recopilan porque quienes están involucrados en ellas con trabajo sobrellevan el bomberazo diario. Sin embargo se trata de información valiosísima. “Hay recuadros que valen una tesis”, dijo Provencio.

Esta información no existiría de forma sistematizada si el equipo de Natura y Ecosistemas Mexicanos (la ONG dirigida por Javier de la Maza que impulsó el libro y que lleva años trabajando en la selva) no hubieran decidido reunir a 60 (o por ahí) investigadores/as de diferentes universidades para compilar décadas de trabajo bajo una sola portada.

El mérito de un trabajo como este es científico, pero con profundas raíces en el ámbito social. Durante la presentación, Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias dijo: “Este libro nos devela un intento por guiar el trabajo científico dando respuesta a las preocupaciones medioambientales”, y yo aplaudí mentalmente esas palabras, porque creo que ese es el tipo de ciencia que debe hacerse: en sinapsis con la realidad, en vez de aislado en el aula y al servicio de lo que la publicación en revistas científicas de mayor prestigio demande. El trabajo científico detrás de este libro es la ciencia que debiéramos impulsar y reconocer, por eso da gusto que este libro se presentara y aplaudiera desde la propia facultad que ayudó a engendrarlo.

Mono saraguato (Alouatta pigra), una de las especies emblemáticas de la Selva Lacandona. Fotografía de Javier de la Maza.

El otro motivo por el que tiene sentido que una obra así salga de la Facultad de Ciencias es porque sus estudiantes fuimos y son buena parte de la energía que mueve al proyecto. Según las cuentas que dio Meave en su presentación, sólo en los últimos años ha habido 54 estudiantes haciendo su servicio social, 250 en estancias cortas y 15 tesistas. Por eso: “[este proyecto] no está condenado a la extinción”. Lo que falta es mayor participación de las universidades locales, como bien recalcó de nuevo Meave. “Es su estado, hay que sacudir un poco a los chiapanecos --y alguien levantó la mano en el auditorio-- para que se integren más, se beneficien y puedan ser actores con más conocimiento y convicción.”

En realidad no es sólo a las universidades chiapanecas a las que hay que subir al barco, sino al país mismo. Lo que trato de decir está mejor explicado en las conclusiones de la síntesis del libro:

Si no se incorporan estas experiencias en una política nacional, transversal, planeada con criterios territoriales y de largo plazo y se construye una política de Estado en materia ambiental, estas experiencias, como muchas otras en el país, quedarán como ejemplos piloto que servirán a la población que se beneficia directamente de los proyectos, a las empresas donantes que mediante sus fundaciones cumplen con su responsabilidad social y ambiental, a los académicos que publican y a los estudiantes que se reciben de sus licenciaturas, maestrías o doctorados, pero no al país, no al patrimonio natural que cada día está más menguado y amenazado.

La Selva Lacandona es para México, aunque no acaben de reconocerlo plenamente el gobierno ni la sociedad, la porción de país más valiosa por su naturaleza; cuidarla y protegerla es una responsabilidad de los mexicanos, para con nosotros mismos, para con el mundo y para con los que aún no han llegado.

Video completo de la presentación el pasado 25 de mayo del 2016, en la Facultad de Ciencias de la UNAM.

https://www.youtube.com/embed/4rQrdiqkxLw

Nota final: Quien quiera el libro puede conseguirlo gratuitamente en las oficinas de Natura y Ecosistemas Mexicanos, en Plaza San Jacinto 23-D, Col. San Ángel, CDMX. Tel. 5550 9634. La versión digital estará pronto disponible en línea.