Sería la última en argumentar en contra de un transporte público, menos contaminante, que reduce el tráfico vehicular que contribuye a la contaminación atmosférica. Para los que dudan de que somos la última generación de humanos que tiene la responsabilidad de afrontar el cambio climático que fue de nuestra hechura desde principios de la era industrial (la fecha en que coinciden todos los estudiosos del tema es 1945) recomiendo seguir los argumentos de algunos como Melanie Klein o la lectura del libro de un antropólogo, Brian Fagan, traducido al español con el título: La Pequeña Edad de Hielo. Porque si en algo tenemos que ponernos de acuerdo es en la escala y la proximidad de una crisis climática en puerta que, por decirlo suavemente, será un cataclismo.
Pero sí puedo argumentar que la construcción de este tren, entre Puebla y las Cholulas, no fue una contribución de Rafael Moreno Valle para aliviar el tráfico vehicular contaminante; ni una alternativa para la preservación del medio ambiente; ni lo construyó para cuidar y enaltecer el patrimonio cultural de las Cholulas, sino que fue solo una inversión de negocios, con dinero público, para beneficio de unos pocos.
Así como el Parque Intermunicipal nació con el Proyecto Esquerra del año 2000, el tren turístico se le ocurrió cuando alguien de su entorno leyó una tesis de mayo 2007: “Usos Turísticos del patrimonio industrial en la ciudad de Puebla” presentado por Diana Angélica García García y N. Rivas Badillo, de la Escuela de Negocios y Economía de la UDLAP (ver Samantha Páez- e-consulta. Agosto 17, 2015). Las tesistas habían elaborado una propuesta para un tren orientado al turismo, en operación solo en periodos de alta afluencia de visitantes, rehabilitando las antiguas vías ferroviarias y concluyendo en la antigua estación en San Pedro Cholula. La justificación, como sucede siempre con propuestas de negocios, encontró su utilidad pública (además de los ingresos asegurados al fomentar el turismo desde Puebla a las Cholulas) en la rehabilitación del patrimonio industrial y del patrimonio cultural de las Cholulas.
Al no ser proyectado y re-interpretada la tesis como un tren interurbano por parte del gobierno de Rafael Moreno Valle, sin embargo, solo podía resultar en un negocio redondo para unos pocos; especialmente para un importante político Pannista de San Pedro Cholula, el Lic. Gómez Carranco, dueño del predio de la antigua estación ferroviaria que se apresuró a donar parte de su terreno para una nueva estación y a construir y ampliar comercios en el entorno, preservando el edificio original de la estación como una tienda OXO. Sin proyección como un transporte público interurbano; es decir, como una respuesta así sea parcial al deficiente transporte público y para disminuir el intenso y contaminante tráfico vehicular; sin una propuesta para rehabilitar como áreas verdes con usos y costumbres las zonas aledañas, la expulsión de centenares de familias que se ganan el sustento en las inmediaciones de las antiguas vías y la afectación negativa a las viviendas aledañas era lo primero que se podía esperar. Y así fue: solo que los tianguistas, artesanos y lugareños que protestaron (y siguen protestando) son precisamente los que esta visión de negocios de un tren para turistas buscaba eliminar del entorno.
El gobernador Rafael Moreno Valle ignoró o no le importó además que el tren turístico y su actual estación se encuentra no en terrenos perimetrales de la gran pirámide sino sobre el edificio de adobe la gran pirámide. Específicamente sobre la esquina de la pirámide que se encuentra en la calle 6 Sur entre la Ave. Morelos y la 2 Oriente en San Pedro Cholula. Los arqueólogos han detectado allí (y solo en su proyección arquitectónica) una esquina de una pared con orientación este-oeste que debió ser parte de una de las plataformas del gran edificio. Sabemos hoy que el gran edificio no fue una sola construcción sino un largo y complejo proyecto constructivo que abarcó muchos siglos y que cuando se decidía construir un nuevo edificio éste se incorporaba al previo así también las estructuras y plataformas adosadas. Y sabemos que esa esquina en particular tiene un contexto de rellenos que cubren parcialmente la estructura piramidal.
Rafael Moreno Valle a sabiendas de las condiciones de deterioro grave que sigue sufriendo el edificio piramidal (siempre sin financiamiento para restauración, rescate e investigación) cuando se propuso el negocio del tren lo último que consideró, sin embargo, es una inversión en el edificio piramidal y su historia cultural; y apresuró la construcción del tren turístico hasta obtener del INAH los permisos. Amigos de Cholula obtuvieron a través del INAI la documentación: el 16 de febrero de 2016 en un oficio dirigido a Diego Corona Cremean el INAH otorgó el permiso “para la construcción de la estación del tren turístico en Cholula…cuyo costo aproximado es de 25 millones de pesos” (Oficio no. 401.B(22) 137 2016/521). El 20 de Enero de 2016 en una reunión con cholultecas en la Ciudad de México funcionarios del INAH ya nos habían adelantado que el permiso sería otorgado. El permiso finalmente incluyó algunas precauciones ( la vía debía permanecer sobre el relleno y elevado) y se otorgó en base al informe técnico y arqueológico firmado por Teresa Meléndez Franco entregado en diciembre 2015: después de dos pozos de sondeos por indicaciones de anomalías del geo radar; con premura y pico y pala; y apoyo material y de trabajadores de la propia constructora; retirando cerámica, lítica, huesos y otros materiales de “cultura contemporánea hasta prehispánica” lo más rápido posible, la arqueóloga concluía su trabajo en poco menos de un mes porque las construcciones para el tren y su estación ya se iniciaban. Todo esto parece una burla. El tren, proyectado como un transporte interurbano se pudo haber detenido dos cuadras abajo y sin introducir más y mayores afectaciones a una esquina del gran edificio piramidal. Y se pudo haber proyectado menos agresivo con el medio ambiente, respetuoso del patrimonio cultural y arqueológico e incluyente con todos los que allí se ganan el sustento de vida.
Pero esta es la modernidad y el progreso que Rafael Moreno Valle nos prometió y con abundante dinero público cumplió. Los cholultecas y su cultura milenaria nunca estuvieron invitados a subir al tren.