Historia

Museo de la Acrópolis

Atenas, Grecia



Historia

En 1833, después de la retirada de los turcos y de los primeros descubrimientos arqueológicos, las piezas que se encontraron se almacenaron en una cisterna, situada al oeste del Partenón. En 1834 se publica la Ley de Antigüedades y Documentos que es el primer soporte para la creación, in situ, del Museo de la Acrópolis.

Entre 1865 y 1874, el arquitecto Panages Kalkos construye un primer museo que se amplía en 1888 para albergar las obras descubiertas en las excavaciones de 1866-1889. En la década de los cincuenta el arquitecto Patroklos Karantinos moderniza el edificio.

En 1975 empieza la retirada de las piezas escultóricas que todavía permanecían en los templos, para preservarlas de la contaminación y se colocan en el museo: los frontones y el friso oeste del Partenón (1976 y 1993); las cariátides del Erecteión (1978) y el friso del templo de Atenea Niké (2002).

Desde 1974 surge la idea de la construcción de un nuevo edificio. Se crea la Fundación para la Construcción del Nuevo Museo de la Acrópolis. Se convocan diversos concursos en 1976 y 1979, que no tienen éxito. En 1989, un concurso internacional premia la idea de dos arquitectos italianos, Manfredi Nicoletti y Lucio Passarelli, pero el proyecto después es anulado. En 2000 se convoca a un nuevo concurso internacional en el que participan doce estudios. El proyecto del arquitecto suizo-estadounidense Bernard Tschumi y de su socio, el griego Mijalis Fotiadis, gana el concurso. En 2008 se trasladaron las piezas del antiguo al nuevo museo que se inaugura en 2009.



Edificio



Está situado al pie de la Acrópolis. Tiene 25,000 metros cuadrados de los cuales 14,000 metros cuadrados se destina a la exposición. Los materiales son hormigón blanco, acero laminado, vidrio y mármol. En el interior del edificio los pasillos de hormigón prefabricado presentan perforaciones que tienen una función acústica. Se compone de tres plantas. En la planta baja se ven los restos arqueológicos encontrados donde se construye el edificio. Son restos de los siglos IV y VII d.C. A la primera planta se asciende en una leve pendiente que recuerda la subida a la Acrópolis. Esta tiene doble altura. En la planta superior, que está descentrada para alinearse con el Partenón, se exhiben los frisos y partes de los frontones de éste. El techo es de cristal para aprovechar la luz natural. Desde aquí se puede ver el Partenón.

El edificio tiene un sistema antisísmico. La estructura se divide en dos cuerpos sobre soportes independientes. El inferior se sustenta sobre pilares, arriba de los restos arqueológicos, y el superior no se apoya sobre el cuerpo inferior, sino sobre unos soportes esféricos. El edificio es flexible.

Colección

La exposición se divide en cinco grandes sectores:

  • Galería de las laderas de la Acrópolis

Se muestran los hallazgos en casas, talleres, santuarios y otras construcciones edificadas en las laderas de la norte y sur de la Acrópolis. La mayor parte son objetos de uso cotidiano, como recipientes de cerámica, joyas, juguetes y divesrso tipos de utensilios. Aquí también se encuentran relieves del santuario de Asclepio, del santuario de Nymphe y elementos del santuario de Dionisio.

  • Galería arcaica

Se exponen obras de la Época Arcaica (800 a 490 a.C.) De este período es el Moscóforo (570 a.C.) que representa a un hombre que lleva en los hombros un ternero. La colección de kores, estatuas femeninas arcaicas, entre las que destacan la Kore Peplo, Antenor y Eutídico.

Están restos de los frontones de:

  • Hidra, de piedra, que es de inicios del siglo VI a.C. Se ignora a que edificio perteneció. El bajorrelieve representa uno de los doce trabajos de Heracles, consistente en matar a la Hidra de Lerna.
  • Apoteosis de Heracles. Se desconoce el edificio al que perteneció. Representa la bienvenida al héroe en el Olimpo, tras su muerte. Además de Heracles, están esculpidas las figuras de Hera, Zeus, Iris y de otra diosa, quizás Atenea, que se encuentra en mal estado.
  • El Olivo. Perteneció a un edificio arcaico. Tal vez es la escena mitológica del asesinato de Troilo por Aquiles. Realizado en piedra caliza, data del 560 a 550 a.C.
  • La leona que devora a un toro. Pertenece a la mitad oriental del frontón de un templo arcaico de principios del siglo VI a.C.

Cuatro caballos de mármol, que eran parte de una cuadriga votiva. Es un conjunto escultórico de factura ática arcaica, del 570 a.C.

Una esfinge votiva de mármol (Nº 632) (560-550 a.C.). Dos serpientes, de inicios del siglo VI a.C., de grandes dimensiones, coloreadas en verde y rojo, y ligada al culto del rey mítico de Atenas, Erictonio.

Dentro de las muchas estatuas destacan: Figuras votivas de animales, el Jinete Rampin, el relieve de un alfarero sentado, una estatua de mármol de un perro de caza, el relieve de Atenea pensativa, el Efebo Rubio, el Efebo de Kritios y figurillas de bronce de Atenea.

Se encuentran restos escultóricos del:

  • Hecatompedón y el Antiguo templo de Atenea. Dos templos que existían antes de construir el Partenón. Hay un frontón donde hay dos leones devorando un toro, flanqueados por la lucha de Heracles contra Tritón, a un lado y al otro lado por el grupo escultórico “Demonio de tres cuerpos”. Las figuras en la mano llevan el aire, el agua y el fuego.
  • Otro frontón, que representaba la gigantomaquia, que se relaciona con el antiguo Templo de Atenea.
  • Cabeza de Gorgona de mármol de principios del siglo VI a.C. que pudo pertenecer al Hecatompedón.
  • Disco de bronce con una figura de Gorgona en el centro que decoraba el templo de Atenea Polias.

  • Los Propileos, Erecteion y Templo de Atenea Nike

De Los Propileos destaca un busto de Hermes Propileo de mármol pentélico que fue visto por Pausanias. Del Erecteion están los frisos y las cariátides originales, salvo la que se encuentra en el Museo Británico. De los elementos decorativos del Templo de Atenea Niké está el friso que representan a dioses y diversas batallas. Del santuario de Artemisa Brauronia se conserva un busto de la diosa. Hay también inscripciones, relieves y estatuas de personas célebres, dioses y héroes y otros restos comprendidos en el Período Clásico (490-338 a.C.), el Período Helénico (337- 30 a.C.) y el Período Romano.

  • Galería del Partenón

Se exhiben las metopas y los frontones del Partenón e inscripciones antiguas asociadas al mismo. Se reproduce la manera en la que estuvieron originalmente colocadas. Hay copias en yeso de las piezas que están en el Museo Británico, en el Museo del Louvre y en los museos Copenhague, Viena, Múnich y Wurzburgo. El friso original constaba de 115 bloques con la procesión de las panateneas. Las 92 metopas representan la gigantomaquia, la lucha de los atenienses contra las amazonas, la lucha entre centauros y lápitas y la toma de Troya. Uno de los frontones representa el nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus y en el otro la lucha entre Atenea y Poseidón por la posesión del Ática.

Las autoridades griegas insisten, con ayuda de la Unesco, que el gobierno británico devuelvan los mármoles que en el siglo XIX se llevaron del Partenón. En los últimos años han sido restituidas a Grecia piezas pequeñas que pertenecían al Partenón que estaban en el Museo Arqueológico Regional Antonio Salinas de Palermo, los Museos Vaticanos y el Museo de la Universidad de Heidelberg.

Visita

Me impresionaron de manera particular:

  • Piezas de cerámica en las vitrinas de la entrada del 1400 a.C.
  • Vasijas de barro con dibujos en negro de la Época Arcáica (Siglo VIII a.C.)
  • Figuras de Korai
  • Mármoles del Santurario de Asclepios (420 a.C.)
  • Mármoles del Santurario de Ninfa y Pan.
  • Mármoles del Santiaruo de Dionisio. (Fotos 2)
  • Mármoles del Santuario de Afrodita. (Foto 1)
  • Mármoles del Templo de Atenea Polias (480 a.C.)
  • Carátides originales (Formidables)
  • Mármoles del Erechthnion
  • Mármoles del Templo de Atenea Niké (426-421 a.C.)
  • Mármoles del Santuaruo de Artemisa Brauronia
  • Galería del Partenón (Extraordinaria)

Comentario

La colección es extraordinaria. Todas las piezas provienen de la Acrópolis. Son el resultado de más de un siglo de excavaciones. Hay piezas muy valiosas. En particular todas las que estaban en el Partenón y en otros edificios, que se desmontaron para protegerlas de la contaminación. Hay esculturas de la época arcaica y de la clásica de enorme belleza.

El proyecto del edificio, seleccionado de un concurso internacional, es muy bueno. La museografía hace que todas las piezas luzcan mucho. Desde el museo, a través de los ventanales, hay distintas vistas a la Acrópolis. Se requieren semanas para recorrer el museo a profunidad. Vimos un buen video que describe la Acrópolis. Estuvimos tres horas. Y se pueden estar muchas más.

Revista Elementos: La Inquisición en México

Revista Elementos



PROGRAMAS ESTELARES

Mundo Nuestro. El historiador mexicano Sergio Hernández, especializado en la historia de las relaciones entre México y Japón, nos cuenta la historia de Yasuaki Yamashita, un sobreviviente de la la explosión de la bomba atómica en la ciudad de Nagasaki, el 9 de agosto de 1945. Yasuaki es un hibakusha, como les llaman a todos aquellos que lograron vivir para contar la más brutal de las historias de la Segunda Guerra Mundial. La imagen con la que se ilustra la portadilla de este texto de Sergio Hernández es una obra del propio Yasuaki Yamashita, artista plástico avecindado en nuestro país desde el año de 1968.

Crónicas Nikkei 8 — Héroes Nikkei: Pioneros, Modelos a Seguir e Inspiraciones

Yasuaki Yamashita probablemente no estaría ahora entre nosotros si su madre no lo hubiera abrazado y protegido con su cuerpo en el momento en que estalló la bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki el 9 de agosto de 1945.

Esta ciudad japonesa, en los primeros días de agosto de ese año, ya había sido blanco de los bombardeos norteamericanos que destruyeron parcialmente los astilleros del puerto, el hospital de la ciudad y la fábrica de Mitsubishi. Pero Fat Man, nombre con que el ejército norteamericano denominó a la bomba atómica, era un arma totalmente diferente y cruel, nunca utilizada hasta tres días antes en otra ciudad japonesa: Hiroshima.

Yasuaki Yamashita a la edad de 6 años.



Al estallar la bomba a 500 metros de la superficie del barrio de Ura-kami, se generó una temperatura de 3,900 grados centígrados y vientos de más de mil kilómetros por hora. En ese momento, Fat Man mató al instante a más de 40 mil personas. Sin embargo, lo peor estaba por venir debido a los efectos que la radiación y las quemaduras dejaron en los sobrevivientes. A fin de ese año murieron, poco a poco, más de 35 mil personas. Los efectos mortíferos de esta arma desgraciadamente siguen causando enfermedades y la muerte de miles de personas que estuvieron expuestas a la intensa radiación que cubrió toda la ciudad. Hasta agosto de 2018, el número de muertos a consecuencia de la bomba, inscritas en el memorial del Parque de la Paz de Nagasaki, había ascendido a 179,226 personas.

El fin de la guerra llegó entonces con un largo caudal de sufrimientos para la familia de Yasuaki. Su padre fallecería en las semanas posteriores al participar en la recolección de miles de cadáveres esparcidos en el epicentro donde estalló la bomba. Al siguiente año de la rendición de Japón, el hambre y las enfermedades cubrieron a todo el país, pero de manera particular los sobre vivientes de las bombas atómicas, los hibakusha, de las ciudades de Nagasaki y Hiroshima quedarían marcados de por vida.

Yasuaki, a sus 80 años de edad, considera que ningún ser humano debe de padecer el infierno que le tocó vivir a él. Mucho menos sufrir los terribles efectos que la bomba atómica sigue causando a su generación. Yamashita es uno de los sobrevivientes de la bomba atómica más activos por lo que de manera incansable asiste a foros y escuelas en México, Estados Unidos y Japón para que los jóvenes conozcan de viva voz los horrores que las armas nucleares pueden causar a la humanidad entera. Junto con otros sobrevivientes de la bomba que radican en Estados Unidos ha impulsado un colectivo denominado Hibakusha Stories, organización encargada de difundir las historias de los sobrevivientes del holocausto nuclear a los estudiantes norteamericanos a lo largo y ancho de ese país.

Yasuaki al lado de sus compañeros del colectivo Hibakusha Stories.



Sin embargo, el largo sendero que ha tenido que recorrer Yasuaki para convertirse en un activo promotor contra el uso de las armas nucleares ha sido muy complicado y doloroso. No sólo la bomba atómica le arrebató a su padre siendo un niño, pues en los siguientes años fallecerían su madre y sus hermanas víctimas de cáncer. Él mismo, siendo joven, empezó a padecer anemias repentinas que le provocaban desmayos de manera repentina sin poder conocer con exactitud hasta ahora cuál es el origen de tal mal.

En ese entonces el sufrimiento de Yasuaki se incrementó al ingresar a trabajar al Hospital de la Bomba Atómica donde se atiende a los pacientes que desarrollaron alguna enfermedad relacionada con los efectos de la misma. En el hospital conoció a un muchacho de su edad que padecía leucemia al que le proporcionó su sangre por la necesidad de constantes transfusiones que requería. El joven moriría poco tiempo después, pero esta experiencia lo afectó profundamente pues estuvo consciente que él mismo podía enfermar en cualquier momento. Sin embargo, el problema más grave y doloroso que el conjunto de hibakusha empezó a padecer fue la discriminación.

Las enfermedades y los nacimientos de niños con deformaciones crearon una reacción contra los sobrevivientes de la bomba pues la población en general consideró, sin fundamento alguno, que se podían “contagiar” con alguno de estos padecimientos. El dolor que de por sí llevaban a cuestas los hibakusha se aunó al rechazo al que se vieron sometidos. El ocultamiento de su origen y hasta el suicidio fue la respuesta de muchos de los sobrevivientes que ante la discriminación decidieron ocultar lo que habían padecido.



Álbum del Trío Los Panchos en idioma japonés.

En el año de 1952, al reestablecerse las relaciones entre México y Japón, una gran explosión de música, de color, de imágenes y de información empezó a llegar desde México como parte de esta reanudación de relaciones. En el año de 1953 el trío de música popular mexicana llamado Los Panchos cautivó a los japoneses al grado que fue necesario realizar versiones en japonés de sus éxitos musicales.

Pintura al óleo de Yasuaki Yamashita.

En el año de 1955, la Gran Exposición de Arte Mexicano (Mekishiko Bijutsuten) se montó en el Museo Nacional de Tokio exhibiendo numerosas piezas de las culturas prehispánicas, de pinturas contemporáneas y del arte popular mexicano. El conocimiento de esta cultura representó para Yasuaki como un bálsamo que le ayudó a sanar alguna de las heridas del alma que había ido acumulando y lo impulsó a pintar y estudiar el idioma español con el propósito de conocer algún día a México.

El trabajo que Yasuaki realizaba en el hospital le causaba un dolor permanente, además la discriminación de la que los hibakusha eran víctimas le fueron generando una enorme necesidad de salir de su país. En 1968 se presentó la oportunidad para que viniera a México como interprete-traductor de la delegación de deportistas japoneses que participó en las Olimpiadas. Al terminar el evento, Yasuaki decidió establecerse y trabajar en México y conocer de manera más profunda su cultura y su pueblo. Se adentró de manera particular en el conocimiento de las culturas mesoamericanas por lo que estudió el idioma náhuatl y se dedicó a recorrer todas las zonas arqueológicas del país.

La vida diaria en México, su comida y el contacto estrecho con los mexicanos lo llevaron a decidir permanecer definitivamente en México y naturalizarse mexicano posteriormente. La vida puso a Yasuaki en una situación que lo orilló a buscar un lugar distinto al de su nacimiento donde pudiera curar sus heridas pero a su vez potenciar y valorar las raíces de donde era originario.

Yasuaki Yamashita en el Monumento a los Niños Héroes en la ciudad de México en la ceremonia conmemorativa de Hiroshima y Nagasaki.

En México además, Yasuaki encontró el momento adecuado para romper el silencio que se había impuesto para ocultar su origen como hibakusha. En el año de 1995 un grupo de estudiantes supieron que había nacido en Nagasaki y lo invitaron para que les platicara sobre el lanzamiento de la bomba atómica. Hasta ese momento Yasuaki descubrió que narrar su historia y compartirla le permitiría sanar los recuerdos que tanto lo lastimaban. Decenas de miles de personas lo han escuchado a partir de ese entonces.

Yasuaki al lado de un estudiante norteamericano que asistió a su conferencia.

En el pueblo de San Miguel de Allende, Guanajuato donde actualmente radica, Yasuaki ha sido capaz de transformar la oscuridad que lo atormentaba en vivos colores con sus pinturas y su cerámica que han sido expuestas y han ganado premios por su gran calidad artística. Con su sonrisa de niño Yamashita posee una férrea voluntad para oponerse al uso de las armas nucleares y para crear obras artísticas maravillosas.

Cerámica japonesa que Yasuaki elabora en su taller.

En agosto de 2019, a 74 años del lanzamiento de la bomba atómica, además de recordar y orar por los muertos que día a día se suman por esta tragedia, Yasuaki nos convoca para que nos comprometamos y alcemos la voz informando de los terribles efectos que producen el uso de las armas atómicas. Yamashita a sus 80 años de edad no sólo es un hibakusha valiente y comprometido sino que se ha convertido en un nikkei ejemplar que despliega con toda su fuerza lo mejor de Japón y México.

© 2019 Sergio Hernandez Galindo

Vida y milagros

En el libro de Yuval Noah Hirari, De Animales a Dioses, una maravillosa y breve historia de la humanidad, en una de sus primeras páginas se muestra la fotografía de la huella que la mano de un ser humano dejara en la pared de una cueva hace treinta mil años. Probablemente mojó su mano en los jugos de algún vegetal de vivo color, o por qué no, en la sangre de un animal, y con esa humedad, posó su mano y dejó su marca, como para decir: Yo estuve aquí.



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Son las tres de la mañana y de repente algo me saca de mi sueño y me siento en la cama como si hubiera tirado de mí un hilo que mueve una mano invisible, como a los muñecos de la canción que se paran a bailar. ¿Somos muñecos movidos al capricho de algo desconocido?¿ Qué nos despierta en la noche y a la realidad? ¿Las campanadas de un reloj que suenan?¿Qué me despierta a mí? ¿Un exacto reloj interno o el ruidoso silencio de la casa dormida?¿ O es la rotunda luz de la luna creciente que tiñe de plateado los pisos y los muros de la casa? Por debajo de la puerta veo otra luz remota y dorada. Alguien dejó prendida una lámpara. Me levanto y camino por el pasillo en penumbra hacia la sala iluminada. No hay ninguna luz encendida. En el camino me topo con la luz de los ojos de la pintura de un niño que fue hermano de mi abuelo y que murió a los siete años. Me mira desde la profundidad de unos ojos parecidos a los de mi familia: negros, raros. Su boca pequeña es indescifrable, pues no sabes si después de mirarla se reirá o llorará.

Siempre me atrajo esa pintura que estaba colgada en la sala de mis abuelos junto a retratos de gente muy vieja, los antepasados de mi abuelo. Siempre hubo un lazo entre ese niño y yo. Siempre quise llevarlo donde hubiera otros niños. Siempre me impresionó ese retrato, la rotunda prueba de la existencia de ese niño, muerto hacía tantos años y tan vivo en el cuadro.

Tan existió un lazo entre él y yo que la pintura vino a dar a mi casa, después de varias vueltas por los armarios de otros. El cuadro una vez representó al niño de cuerpo entero y parado junto a un perrito. Una hermana de mi abuelo lo recortó en los años treintas cuando se pasó a vivir a un departamento de paredes bajas en la ciudad México. No sé cómo es que regresó ya recortado a casa de mi abuelo. Muchos años después, muertos mis abuelos, fue a dar a un armario al repartirse las cosas de los abuelos entre sus descendientes. Por casualidad mi mamá lo vio languidecer en ese armario y pidió llevárselo con ella, a su casa, en donde pasó una feliz estancia en su sala de abuela joven, rodeada de niños. Ahí presidió los juegos de sus nietos casi veinticinco años. Cuando de esa casa se fue su dueña para siempre, y con ella la última niña que jugara en ella, la pintura vino a dar conmigo de manera casual, pero no inesperada. Lo escogí cuando nos dividimos las cosas de esa casa.



¿Nos buscamos a través de los tiempos ese niño y yo? ¿Nos conocimos? En medio de la noche pensamos tonterías, no nos paramos a bailar, sino a alucinar. A algunos les da miedo ese cuadro porque el niño al que representa se murió siendo niño, no vivió la vida. Pero hay quienes viven cien años y tampoco la viven y en cambio puede haber quien en siete, mi numero mágico, viva veinte vidas largas. El tiempo no existe. Es un invento humano. Los perros viven en el hoy. Por eso se entristecen si los encierran, porque creen que es para siempre, porque no existe para ellos el mañana. En este momento soy un perro cautivo. La luz fría de la luna y la penumbra de los sueños entra por el tragaluz del patio llenándolo de irrealidad.

Me vuelvo a parar frente al retrato de mi tío- abuelo- niño: ¿Estoy dentro de su mundo o él ha salido al mío? Somos dos fantasmas flotando en la noche, tomados de la mano, sin edad, sin futuro, sin pasado, solo movidos por la mano misteriosa que mueve a los fantasmas y a los muñecos desordenados que salen a vagar a la luz de la luna. ¿Porqué, si no, ando vagando ahora por la casa, sin sueño, como el fantasma que algún día seré?

-Si, yo estuve aquí --dicen los ojos profundos de ese niño y su boca terca. Sabe que alguien mirará su retrato y que por un breve momento, en el inmenso espacio del tiempo sin final, quien lo mire sabrá que estuvo aquí. Estuvo aquí como lo grita la huella de la mano en la cueva. A diferencia de esa mano, que con toda intención, con toda terquedad dejó su mensaje, la del niño solo requirió de su paciencia para posar para el retrato, no de su voluntad. ¿O sí?



Siete mil millones de personas estamos dejando nuestra huella en un planeta devastado. Unos con voluntad, otros sin ella. Quizás no habrá nadie que atestigüe que sí, que estuvimos aquí, y que destruimos lo que más debimos amar, mientras danzábamos.

Mundo Nuestro. En la historia del movimiento obrero mexicano existen luchas que marcan un parteaguas: Cananea, Vallejo, Tendencia Democrática, por plantar algunos de las palabras que identifican procesos fundamentales en la vida de los trabajadores en nuestro país. Tarrant es la marca de la rebelión de los trabajadores contra la explotación laboral en la industria de la confección en la región de Tehuacán. Este relato de Martín Barrios, actor principal en esa historia, parte de un volante que prendió las conciencias de bordadoras y tejedores víctimas del capitalismo salvaje a la poblana. La historia del propio Martín como activista y defensor de los derechos humanos merece contarse aparte. Por ahora, valga su testimonio para plantar aquí un tema fundamental: el de las condiciones de vida que sufren a la fecha miles de hombres y mujeres para los que nada valen los derechos laborales y de organización consignados en la constitución mexicana.

La memoria es corta, pero no se ha perdido.



En el 2003 inició la primera de muchas revueltas, luchas, disidencias y rebeliones en el mundo de las maquiladoras y lavanderías de la industria del vestido en Tehuacán.

Este rojinegro volante sirvió como agitador de las conciencias ante una serie de despidos que empezaron a darse al inicio de ese año y que culminaría a inicios del 2004 con el cierre de todas las plantas de Tarrant Apparel Group en la región de Tehuacán.

Un cierre masivo que fue anunciado por el conocido aliado local de Kamel Nacif Borge, el rey de la mezclilla y pederasta prófugo de la justicia, el político priísta Marco Antonio Haddad Yunes, quien a pesar de este cierre patronal que orilló al desempleo a más de cinco mil trabajadores en nuestra ciudad se le ocurrió postularse como candidato a la presidencia municipal al año siguiente por el ahora morado tricolor, y claro, perdió la elección de forma apabullante a pesar del dinero que estuvo regalando para la compra del voto.

Este volante de nuestra primera acción de organización y defensa obrera lo repartí con la ayuda de Armando Rodríguez Nuño, el famoso Pájaro Sanjuanero, un amigo nahua de San Juan Cuautla en Coyomeapan quien también nos ayudó y acompañó en las largas y pesadas caminatas en la zona baja de Zoquitlan y Tlacotepec de Díaz en los inicios de la formación de la resistencia indígena contra Minera Autlan y su destructivo proyecto hidroeléctrico Coyolapa Atzala, subiendo y bajando montañas, en el lodo, la lluvia, el sol, atravesando una y otra vez los ríos, porque como dicen los compañeros de Tequitlale "Malin tona mali kivi, tejva ompa tivi" ("Aunque llueva o aunque el sol sea abrasante, nosotros avanzamos").

Recuerdo la mirada de sorpresa de los obreros y costureras viendo a mi compañero que andaba de huaraches y sombrero haciendo agitación obrera en la Ciudad de Indios.



En la primera acción de difusión de este pequeño pero poderoso volante, fuimos perseguidos por los lacayos de Jose Luis García Montufar, un sirviente de la casta beduina dentro de la Planta 6 de la empresa, la cual estaba ubicada en lo que fue la histórica nave de la refresquera Aguas de Tehuacán, que está a un costado de la bodega Aurrera en la Colonia Arcadia a unos metros de la estación ferroviaria y que ahora se ha convertido en bodegas, taquerías, tiendas de muebles de baño y negocios de comida china entre otros giros.

Montúfar llamó a la policía que no tardó en llegar para intimidarnos, pero obviamente ya habíamos aventádo la piedra y no íbamos a esconder la mano en absoluto.



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A partir del reparto de este volante, la historia empezó a rodar de manera rápida, vertiginosa e increíble. A mi casa empezaron a llegar, primero seis trabajadores a pedir informes: ¿Ustedes son los que repartieron esto? Durante la semana siguiente llegaron cada día más hasta estar unos doscientos obreros en el patio de mi casa que ya no era particular y un día en que prácticamente ya no cabía nadie se rompieron macetas, bancos y otros enseres, por lo cual decidimos tomar la calle como salón de asambleas.

Los obreros decidieron crear una coalición constitucional temporal que bautizaron como Unión de Trabajadores de Tarrant para combatir el papel esquirol del sindicato Manuel Rivera Anaya de la CROC, quien en todo momento hacia el papel de chivato de los Haddad y ejercía represión contra sus supuestos sindicalizados.

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Una de las primeras acciones de la resistencia fue que los despedidos. que funcionaban como activistas y agitadores convocaron a una falta colectiva. Todavía existía mucho miedo entre los que seguían laborando. El día acordado llegamos a la hora de entrada de la empresa para la acción y convocar a la desobediencia

El control sicológico de años de la patronal era tan palpable que cuando los que se decidieron a faltar para hacer la primera marcha al centro de Tehuacán y acudir ante la Junta de Conclliación, empezaron a salir ante la convocatoria de los despedidos, salió Montufar para regañarlos.

Para mi era sorprendente ver como este esbirro se sabía el nombre de todos. " A ver Angélica -¿A dónde vas? ¡Regrésate a tu máquina" Y en efecto, esta compañera, que nos veía sin saber que hacer se regresó a la maquiladora. Cuando llegó la hora de la comida nos dijo ante la manifestación que teníamos afuera de la planta "Ahora si, ya me decidí, me uno al movimiento"

Me daba cuenta lo complicado que era para muchas compañeras y compañeros, que cavilaron durante las primeras cinco horas de estar cosiendo prendas multinacionales como Levis o Gap, decidirse a rebelarse porque durante más de treinta años habían estado sometidos a un sistema que los tenía sumisos, casi agradecidos con "don Antonio Haddad" y con el aparato sindical que comía y come de la mano de los magnates de la industria del vestido regional.

Pero no había vuelta atrás, habíamos marchado por las principales calles de Tehuacán y el miedo estaba conjurado. Ahora los que tenían miedo eran los opresores de siempre. Llegamos a la Junta de Conciliación y los obreros obligaron al presidente de entonces, Raymundo Pérez a marchar con ellos de regreso a la empresa para citar a los dueños ante este tribunal del trabajo para que explicaran sobre los despidos que amenazaban la vida de los costureros.

Cuando Raymundo Pérez tocó en las puertas de la empresa después de ir cargando la manta de protesta de los obreros, hecho que nos divertía, le cerraron el zaguán en plena nariz. "Si así lo tratan a Usted, que es el representante del gobierno, ya se dará cuenta como nos tratan a nosotros que somos gente sencilla".

La patronal nunca antes en la vida industrial de Tehuacán había visto una rebelión como la que estaban presenciando en ese no tan lejano 2003. Contra nuestra organización, la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán y a mi en lo personal que me tocó ser el representante legal de más de mil obreros empezaron a orquestar una campaña de desprestigio. "Alborotadores", "Revoltosos", "Cierra empresas", "Agitadores de inconfesables intereses" eran algunos de tantos adjetivos que nos empezaron a endilgar.

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Historias de Maquilatitlán / "Si te organizas, la empresa cierra"

La liberación de Martín Barrios

Las resistencia obrera estaba creciendo en número y en aceptación social. Nuestra lucha ocupó los titulares y las primeras planas de todos los medios de Tehuacán y Puebla durante más de medio año, diariamente. La prensa nos daba la razón de manera unánime por primera vez. El control político, sindical y social estaba siendo quebrado por las costureras de la maquiladora, compuesta mayoritariamente por nahuas, mazatecos, mixtecos, migrantes y mestizos de la clase popular.

El poder obrero desafiaba con todo lo clasista posible a los caciques de la clase hegemónica: la burquesía criolla, libanesa y española que siempre los había explotado, pisoteado, violado, acosado, y mancillado desde 1492 se estaba yendo al carajo.

Esta era la primera revuelta plebleya de la maquiladora. Al principio había miedo, después lo que existía era orgullo. Los compañeros sabían del poder que tenían y ya la Coalición controlaba no sólo la planta 6 que tenía 1 800 operarios sino también las plantas 7 y 8 que estaba en lo que fue la desaparecida refresquera Balseca y que ahora es donde se encuentra instalada la espantosa plaza comercial El Paseo.

El poder obrero estaba además divirtiéndose y siendo todo lo más irreverente posible. Cuando llegó el entonces gobernador de Puebla al pueblo de Ajalpan a inaugurar el palacio municipal de donde ciudadanos manipulados por el crimen organizado y los antorchistas bajaron el 19 de octubre de 2015 a los hermanos Rey David y José Abraham Copado Molina para lincharlos hasta la muerte, llenamos todos los asientos posibles de los acarreados de Prospera, y ante cualquier frase del mandatario aplaudían estruendosamente, sacándolo de onda de manera evidente.

Llegó el momento en que, y ante la presencia de toda la prensa estatal, de sacar una manta de protesta contra la empresa, y ante esto Melquiades Morales Flores, públicamente aceptó darnos audiencia cambiando el rumbo de su discurso.

Fue así que pudimos llevar nuestra protesta al más alto nivel de la política poblana. Fue un encuentro muy raro. De entrada no aceptó sentarse en la silla del presidente municipal que era como de la un rey, sino que dispusieron sillas de lámina como las de cualquier cervecería y se sentó como si fuera tu tío mayor. Claro muy propio. Era un tlatoani bastante amable y astuto, no por nada fue el operador político que llevó al poder al cacique muerto con su esposa en Coronango en diciembre pasado.

Nunca lo habíamos tratado y el no nos conocía. En verdad que era un viejo lobo. A todos nos habló por nuestro nombre y uso una buena arma en estas lides: "Silvia, reconozco tu gran labor al frente de tus compañeros obreros, me han hablado de ti mucho y lo que me han dicho se queda cortó ante tus grandes dotes de líder". Sabemos que el halago es una herramienta del poder para que te apendejes. Yo no le creía nada pero me asombraba que se aprendiera doce nombres sin conocer a sus dueños y sin equivocarse.

Ahí mismo subieron a Raymundo Pérez que había reconocido tener tratos con la familia Haddad y otro tristemente célebre funcionario de la Junta, el famoso Alejandro Conde que después sería presidente de este tribunal en Tehuacán. A este abogado ladino, originario de San Pablo del Monte se le había ocurrido decirle a lo obreros que eran unos "muertos de hambre" y que agarraran las miserias que la empresa quería darles.

Cuando le señalamos esto al gobernador, se revolvieron en mil disculpas. Pudimos haber pedido sus cabezas en ese momento pero no lo hicimos porque no nos interesaba desemplear a nadie. En el caso de Conde, lo dejamos vivo y tal vez fue un error porque años después en la lucha sindical de Vaqueros Navarra nos dio muchas molestias como buen sirviente de la patronal.

Otra de las cuestiones interesantes que vivimos fue la instalación de campamentos permanentes para evitar el saqueo de la maquinaria, a pesar de que el propio tlatoani obligó al sindicato charro Manuel Rivera Anaya a embargar la maquinaria y a emplazar a huelga.

Esto le dio espacio a los obreros para capacitarse en sus derechos al tiempo en que convivían y todos aprendíamos en el camino sobre como luchar y organizarnos.

Los esquiroles representantes del Sindicato Manuel Rivera Anaya, repudiados de manera absoluta, se negaron en contubernio con el gobierno estatal a estallar la huelga. Eso desató la furia obrera y los obreros le dieron una pequeña tunda a los representantes charros y tuve que intervenir para calmar los ánimos dentro de la planta, ya que afuera había muchos granaderos rodeando la planta dispuestos a servir a sus amos capitalistas.

Recuerdo que en una reunión en Casa Aguayo, Melquidades Morales decía ante la prensa y nosotros" No permitiré que el desarrollo económico de Puebla se construya sobre las espaldas de los obreros". Claro, salía la prensa, y nos decía: "Pero jóvenes, entiendan que no puedo acorralar a los empresarios, son buena gente, los conozco". En ese entonces, los maquileros de Tehuacán financiaban las campañas del PRI. Empresarios como Luis Cobo hacían que los obreros fabricaran playeras, bolsas y mandiles para siniestros personajes como Mario Marín.

Ya no hubo tiempo para explorar la vía sindical, ya que los obreros se estaban aflilando al Sindicato Belisario Domínguez del FAT para pelear el contrato colectivo de trabajo, pero cuando la empresa se dio cuenta apresuró el cierre.

Ya no pudimos ir más allá pero los obligamos a pagar indemnizaciones justas y los compañeros lograron por lo menos arrebatarles a los empresarios unos 15 millones de pesos, situación que no hubiera sido posible sin esta lucha.

La venganza no tardó en llegar y el 29 de diciembre de ese año fui golpeado brutal y cobardemente en un intento de homicidio orquestado por la patronal maquiladora.

Pero como dije antes, aunque el sol nos queme y el aguacero sea inclemente, seguimos en marcha.

Martín Barrios 2019

El conjunto en Yerevan, Armenia

Se integra con el monumento de la llama votiva en memoria de los muertos y el edificio del museo. Los dos forman un todo. Está sobre una colina. Al fondo el Ararat nevado que ahora se ve completo. Desde aquí se contempla una buena parte de la ciudad. El emplazamiento recuerda al de los monasterios. En 1965 se incia la construcción, para conmemorar el 50 aniversario del genocidio. La obra se termina en 1967. El diseño es de los arquitectos Kalashian y Mkrtchian. El museo se añade en 1995, para conmemorar el 80 aniversario de la masacre. El poyecto es de los mismos arquitectos.



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El memorial



La explanada con sus tres elementos: Una gran pared de basalto al lado izquierdo con los nombres de los lugares donde fueron masacrados los armenios; una aguja en mármol negro que se lanza a las alturas y la estructura que cobija la llama votiva. Ahora que lo visito una familia guarda silencio. La gente lleva flores que ponen a un lado de la llama que arde permanentemente.



El museo

Está bajo la plaza. Antes de entrar a las salas un homenaje al noruego Fridtjof Nansen, premio Nobel, que trabajó para salvar a los armenios. El genocidio inicia el 24 de abril de 1915 y se extiende hasta 1917. La exposición inicia a mano derecha.

La primera sala ofrece información objetiva de la matanza de las regiones donde vivían los armenios en Turquía. Los datos: El número de los asentamientos en la región; el número de las escuelas destruidas; el número de las iglesias destruidas; el número de los asesinados. Se camina en un semicírculo. En las vitrinas fotografías y textos (cartas, periódicos, reportes…) que documentan los hechos. En la última sala unas pequeñas cajas de cristal con tierra de las regiones donde ocurrió el genocidio y la lista final de los muertos: 670,000 armenios.

Comentario

Todo está hecho, para recordar a los muertos y que el genocidio nunca se olvide. Ahora, una joven mujer toma fotos de un sitio particular en el mapa donde se señalan los pueblos masacrados. Es posible que ahí fueron asesinados algunos de sus parientes. Me impacta. Las personas recorren el museo en silencio. Lo hacen también con mucho respeto. Es la tragedia colectiva. Más de alguno de los que ahora visitan el museo debe haber perdido a un antepasado. ¿Por qué ocurre el genocidio? ¿Por qué Turquía lo niega? ¿Por la irracionalidad de los seres humanos? ¿Por qué asesinamos? Sybille siempre ha estado interesada en el genocidio de los armenios. Ella me lo ha hecho presente.

Los hermanos Totaro y Kazuma Nishikawa formaron parte de una importante oleada de pescadores japoneses que se instalaron en Ensenada a principios de la década de 1930. Veinte años antes, sin embargo, ya habían llegado los primeros pescadores a Baja California, cuando el gobierno de Porfirio Díaz le otorgó a Aurelio Sandoval concesiones de pesca que Masaharu Kondo, un ingeniero pesquero, aprovecharía posteriormente pues se percató de la gran riqueza que guardaban los mares bajacalifornianos.

Mapa de la gran zona pesquera de California y sus puertos.

La pesca en la península gozaría de un gran auge de 1930 hasta el inicio de la guerra mundial gracias a las concesiones e inversiones que diversos empresarios emprendieron para producir y empacar gran variedad de productos marinos. Uno de ellos fue el japonés Shin Shibata, quien radicaba y tenía su empresa en Los Ángeles, California. Otros dos fueron los mexicanos: Luis Salazar,quien fundó la Compañía Industrial de Ensenada, y el general Abelardo Rodríguez, un singular empresario y político que fue presidente interino de México de 1932 a 1934.



El general Rodríguez, desde antes de su periodo como presidente, aprovechó su posición política para enriquecerse y hacer negocios de todo tipo. En relación a la pesca, adquirió la Empacadora de Bahía Tortugas después de que sus instalaciones misteriosamente se quemaron. Esta compañía la había constituido Masaharu Kondo en Bahía Tortugas para recibir los productos que los pescadores japoneses llevaban en abundancia.

Los pescadores japoneses formaron parte fundamental de esa expansión debido a la preparación y gran experiencia con la que contaban en esa actividad. Además, una parte de estos pescadores eran buzos que se habían especializado en la captura de abulón, proceso que en México no se conocía. Por estas razones, se constituyeron enormes comunidades de japoneses no sólo en México, sino en Estados Unidos, en los puertos de San Diego y Los Ángeles; así como en Canadá.

Totaro y Kazuma pertenecían a este grupo de buzos que reclutó Shibata en Japón. Los hermanos crecieron en el pueblo pesquero de Sagara, al sur de la prefectura de Shizuoka. Ambos aprendieron el oficio de su padre y su abuelo. Totaro nació en 1901, era el primogénito de la familia Nishikawa, que además de la pesca, se dedicaba al cultivo del arroz, al de hojas de té y a la extracción de sal marina. Kazuma fue el hijo menor de los Nishikawa, nació en 1918, por lo que entre Totaro y él existía una diferencia de 17 años de edad y seis hermanos de por medio.

Totaro vio en la propuesta de trabajo de Shibata una gran oportunidad para mejorar la situación económica familiar. Sin embargo, cuando decidió viajar a México, su estancia estaba pensada como temporal, debido a que desde 1922 había constituido su propia familia al lado de su esposa Mura, con quien ya había procreado tres hijos: Masayuki, Katsuko y Shosaku. En el año de 1931, Totaro se enroló en la empresa Shin Shibata & Company, cuya sede se localizaba en Wilmington, California, frente a Terminal Island, una isla construida artificialmente en Los Ángeles donde vivían centenas de pescadores de diversas nacionalidades.



El pontón o barco velero donde vivían los buzos en altamar (colección familia Nishikawa)

La compañía de Shibata estaba relacionada con los intereses del general Abelardo Rodríguez. El general Rodríguez supo aprovechar muy bien las actividades de Shibata y la pericia de los buzos japoneses, pues su compañía se dedicó a comprarles el abulón que colectaban en grandes cantidades, para posteriormente procesarlo y exportarlo a Estados Unidos y a países asiáticos.

La actividad pesquera de los inmigrantes japoneses se dividía en dos grandes grupos. El de pescadores encargados de la pesca de atún, sardina y bonito, entre otras especies; y el grupo de buzos de captura de abulón. Estos grupos tenían su temporada de pesca en tiempos distintos; la temporada de buceo para la captura de abulón se llegaba a extender desde abril hasta diciembre.1



Totaro llegó en barco a Estados Unidos a principios de 1931, y posteriormente ingresó a México por Tijuana en el mes de marzo de ese año. En un principio los buzos y pescadores de Shibata no tenían una residencia permanente en Estados Unidos ni en México, ya que vivían durante unos cuantos meses en las oficinas de Shibata en Long Beach, y la mayor parte del año en campamentos pesqueros que establecían en las costas bajacalifornianas, entre Ensenada y Bahía Magdalena, incluyendo la Isla de Cedros y puntos intermedios.2

Totaro Nishikawa y el grupo de buzos sentados en un barco. Arriba, de izquierda a derecha : Oono, Nishikawa y Sugimoto. Abajo: Takahashi, Sakurai, Sawabe y Suzuki. Los buzos portan su ropa de trabajo: sweter, pantalón y calcetines de lana tejidos por ellos mismos. Takahashi lleva un gorro de lana usado para bucear y mediante el cual se amortiguaban los golpes que ellos daban a la válvula para expulsar el aire desde la escafandra (colección familia Nishikawa)

Después de cinco años de estancia en México, Totaro volvió a Japón en 1936 para ver a su esposa y a sus tres hijos. La estancia en Japón sólo sería temporal, pues en ese mismo año regresó a Ensenada. Durante su visita, Totaro invitó a su hermano menor, que ya había cumplido 18 años de edad, a ingresar al grupo de buzos, pues consideró que existía un gran futuro para Kazuma en la compañía de Shibata, debido a la creciente actividad de la captura del abulón. Totaro estaba tan optimista de su futuro en México que probablemente ya planeaba solicitar su naturalización como ciudadano mexicano, hecho que realizó a finales del año siguiente.

Kazuma Nishikawa, a la derecha, en un campamento pesquero (colección familia Nishikawa)

La oportunidad para Kazuma llegó en la primavera de 1937. Contra la voluntad de sus padres, viajó a México mediante el sistema yobiyose,que permitía que japoneses ingresaran al país sin problema mediante el llamado de un familiar o un amigo que se hiciera cargo de los gastos del invitado. Kazuma y Nadao Sugimoto, otro joven de 20 años de edad que procedía de Shizuoka, ingresaron a Tijuana en el mes de mayo e inmediatamente se integrarían al equipo de buzos expertos con el que trabajarían a partir de ese entonces, y que estaba conformado por Soichi Sakurai, Iwashi Suzuki y Ginzo Nagai.

Para la captura de abulón los equipos de buzos contaban con tres embarcaciones. Una de ellas era el pontón, un yate-velero donde comían y descansaban los siete u ocho tripulantes a lo largo de todo un viaje en altamar que podía prolongarse hasta un mes. Otra embarcación era un pangón, en el que se transportaba el abulón recolectado en enormes tanques de agua que se salaban para mantener limpio el molusco. La tercera embarcación era otro pangón de madera, en el que el grupo de buzos se desplazaban para su labor diaria de captura de abulón.

Cada equipo de buzos se conformaba por cuatro personas. Uno de ellos se sumergía durante dos o tres horas para la recolección del molusco; despegaba las conchas de las rocas y las introducía en una bolsa de malla donde las guardaba antes de salir a la superficie. El cabo de vida era el compañero que sujetaba la cuerda por la que se comunicaba el buzo cuando estaba sumergido, de manera que al tirar de la cuerda podía avisar si necesitaba ascender. El jabero era quien se encargaba de subir las jabas o bolsas hechas de malla de cuerda, que el buzo llenaba con producto; el jabero se encargaba también de desconchar el abulón. Finalmente el bombero, quien era el encargado de bombear el oxígeno al buzo mediante una larga manguera durante toda la jornada de sumergimiento. Al final de la temporada, el abulón se enviaba a la empresa Pesquera del Pacífico en El Sauzal, propiedad del general Rodríguez, donde se limpiaba y se cocía antes de ser empacado para exportarlo.

Nadao Sugimoto durante un descanso en un pangón portando parte de la escafandra. Al lado, su jaba donde recolecta abulón, mangueras y conchas de abulón (colección familia Nishikawa)

Para el año de 1939 todo marchaba muy bien para los Nishikawa. Por un lado Kazuma, aunque no hablaba español, se fue adaptando muy rápidamente a su nueva vida, y con ayuda de un diccionario fue comunicándose poco a poco con la comunidad de Ensenada, quien lo conocía como Jorge. Seguramente lo que más fue animando a Kazuma fue el intenso trabajo que debía realizar y su paga en dólares, que le permitió vivir cómodamente en México. Su habilidad para capturar el abulón lo hizo acreedor a un récord, al capturar en un solo día 1,367 kilogramos del molusco.

Por otro lado en abril de 1939, la esposa de Totaro, Mura, llegó a México. La distancia entre ellos había sido difícil, por lo que la pareja decidió que ella viniera a Ensenada. Mura viajó sin sus tres hijos, a bordo del Kamakura Maru desde el puerto de Yokohama. Con ella venía una pareja de inmigrantes que también se dirigían a Ensenada: Michi Saito, pescador quien también había solicitado la nacionalidad mexicana, y su esposa Ai Saito.

Mura Nishikawa y su bebé, sentada a la izquierda, en compañía de esposas de otros pescadores en Ensenada (colección familia Nishikawa)

Para cuando Mura arribó a México, Totaro ya habían elegido Ensenada como base de su residencia para las temporadas de descanso. La casa, ubicada en la avenida Miramar, era el vecindario de muchos de los pescadores. Los Nishikawa habían decidido dejar a sus tres hijos bajo el cuidado de los abuelos paternos, mientras evaluaban cuál sería su residencia definitiva, pues a pesar de que Totaro estaba por recibir la nacionalidad mexicana, tenía ahorrada una cantidad importante de dinero en moneda japonesa en un banco de la ciudad de Los Ángeles, listo para usarse en caso de regresar a Japón. Pero además, a inicios del año de 1940, Mura quedó embarazada, lo que causó un enorme gusto al matrimonio. En septiembre de ese año nació su primera hija mexicana a la que llamarían Sachiko, y en noviembre de 1941 nació su segundo hijo en México de nombre Yukio

A pesar de que los Nishikawa se encontraban muy satisfechos por los logros que habían conseguido con base en muchos sacrificios y trabajo, les mortificaba la situación de sus tres hijos mayores que vivían con sus abuelos en Shizuoka. Pero no sólo eso les inquietaba, los vientos intensos del Pacífico auguraban tormentas de guerra que no tardarían en llegar.

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Notas:

1. Entrevista realizada por Sergio Hernández Galindo a Kazuma Nishikawa, diciembre de 2010, Guadalajara, Jalisco.

2. Entrevista realizada por Kiyoko Nishikawa Aceves a Kazuma Nishikawa, mayo de 1997, San Diego, California.


California, Juan María de Salvatierra y los Californios
Eligio Moisés Coronado
Seminario de Cultura Mexicana, Corresponsalía La Paz
La Paz, Baja California
pp. 56

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Eligio Moisés Coronado (1943), historiador y maestro nacido en La Paz, Baja California Sur, publica California, Juan María de Salvatierra y los Californios (Seminario de Cultura Mexicana, Corresponsalía La Paz) que es un ensayo sobre la vida y la obra del jesuita Juan María de Salvatierra y Visconti (Milán, 1648 – Guadalajara, 1717).

Su padre era español y su madre italiana. Realiza sus estudios en el colegio jesuita de Parma. A los 17 años ingresa al noviciado de la Compañía de Jesús en Génova. En esa misma ciudad hace sus estudios de filosofía y la etapa que los jesuitas llaman el magisterio.

En 1675, es enviado a la Nueva España junto con su amigo Juan Bautista Zappa. Ellos lo habían solicitado a sus superiores. Aquí terminan sus estudios de teología.

En la Ciudad de México, Salvatierra realiza una intensa actividad religiosa y académica y aprende náhuatl. Es enviado al colegio de los jesuitas en Puebla donde dio clases de retórica.

Luego se le destina a misionar entre los Rarámuris, el actual Chihuahua, donde permaneció diez años. Ahí estuvo en la Misión de Chínipas y desde aquí fundó otras misiones. Después se le nombró visitador de las Misiones en Sonora y Sinaloa. Ahí en 1691, conoce al padre Eusebio Francisco Kino, quien le cuenta de los indios californios.

Kino había misionado en la California en 1683 y 1685. A pesar de su esfuerzo no se pudieron generar las condiciones para que la misión permaneciera. Salvatierra se entusiasma con la posibilidad de misionar entre los californios. Pide se le mande a ese lugar.

No logra de inmediato su propósito. Se le nombra rector del colegio de los jesuitas en Guadalajara y luego rector y maestro de novicios en Tepotzotlán, del actual estado de México. El 6 de febrero de 1697 Salvatierra y Kino obtienen el permiso del provincial y la autorización del virrey, para ir a la California. La insurrección de los pimas requiere la presencia del padre Kino y tiene que permanecer en las misiones de Sonora.

En la autorización del virrey quedaba claro que la corona no va a otorgar ningún tipo de recursos. Los jesuitas tienen que conseguir los patrocinios necesarios para garantizar el transporte, la alimentación y la seguridad. La expedición a la cabeza de Salvatierra, en razón de los vientos, no puede arribar a lo que fue la misión de San Bruno. Llegan a la bahía de la Concepción y de ahí después van a la antigua misión. Ahí se encuentran con indios que habían tenido contacto con Kino.

En San Bruno no encuentran buenas condiciones para asentarse, no había suficiente agua, y van hacia el sur donde ubican un mejor lugar. Aquí llegan el 25 de octubre de 1697 la bahía de san Dionisio. Es donde Salvatierra funda la misión de Nuestra Señora de Loreto Conchó, que se será la misión madre.

A lo largo de los 71 años que los jesuitas estuvieron en esta segunda etapa misional en California, de 1697 a 1767, se fundaron 17 misiones. La primera Nuestra Señora de Loreto y la última Santa María de los Ángeles en mayo de 1767.



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En 1704 Salvatierra, que pronto aprendió la lengua del lugar, es nombrado provincial de la Compañía de Jesús, por lo que tiene que dejar la misión y residir a la ciudad de México. Al concluir su mandato regresa a las misiones en Baja California.

El virrey llama a Salvatierra en 1717, para que proporcione material que se utilice en la redacción de un libro sobre la "Historia de California", que ordena el rey Felipe V. Salvatierra sale enfermo de Loreto el 31 de marzo acompañado del hermano coadjutor Jaime Bravo. Al llegar a Tepic se agrava el estado de su salud y debe ser transportado en camilla a Guadalajara, donde muere el 17 de julio de ese año.

Se le sepulta en la Capilla de la Virgen de Loreto, que él mismo había mandado construir en Guadalajara, capital de la Nueva Galicia, cuando era rector del colegio de los jesuitas en esa ciudad. Salvatierra escribió "Cartas sobre la conquista espiritual de Californias" (México, 1698) y "Nuevas cartas sobre Californias" (1699).

Del ensayo de Moisés Coronado lo que me pareció más interesante es la reconstrucción de la vida cotidiana en las misiones y el horario diario que sigue la población asentada en las mismas. El modelo de Nuestra Señora de Loreto es el que se aplica en todas. Del amanecer al anochecer todo está regulado.

El autor de los 56 jesuitas que llegaron a la California menciona las misiones en las que estuvieron. Al texto añade dos anexos: La licencia del virrey donde autoriza a Salvatierra y a Kino “la entrada a las provincias de las Californias” y una carta inédita de Salvatierra al fiscal del virreinato de la Nueva España.



magen de la portadilla: Misión de Nuestra Señora de Loreto en el siglo XVIII. Tomada de Wikipedia)

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