Cultura

Cultura

Suspendisse at libero porttitor nisi aliquet vulputate vitae at velit. Aliquam eget arcu magna, vel congue dui. Nunc auctor mauris tempor leo aliquam vel porta ante sodales. Nulla facilisi. In accumsan mattis odio vel luctus. Fusce egestas, augue in fermentum euismod, quam ante mattis lorem, a tempor ipsum mi sed elit.

Mundo Nuestro. Sucedió hace unos meses en Xochitlán de Vicente Suárez. Ha vuelto a ocurrir, ahora en Zozocolgo de Hidalgo, en Veracruz, justo en el límite con Puebla. Un mural construiído por la comunidad --no sólo con su anuencia sino con la participación de jóvenes artistas plásticos respaldados por la Brigada de Arte Comunitario--, ha sido censurado por una dupla infalible en estos casos: el cura católico Edeudato Duran Viveros y el presidente muncipal Faustino Velazquez Ramiro. El objeto de la censura, la figura de un diablo al centro del mural, un retrato que figura a uno de los diablos de la danza de los San Migueles, muy conocida en la región del Totonacapan. El propósito: desaparecer al diablo pintasdo pues algunas personas de la comunidad afirman que es el causante de la violencia que azota la región de Zozocolco. Esta es la denuncia que hacen los artistas plásticos desde los pueblos originarios de las montañas de Puebla y Veracruz.

La imagen puede contener: 8 personas, personas sonriendo, exterior



ZOZOCOLCO TRISTEMENTE PUEBLO TRÁGICO, SIN DIOS NI ESTADO: AUTORIDADES MUNICIPALES CENSURAN UN MURAL COMUNITARIO

Les voy a contar algo que hoy hace que me esté hirviendo la sangre. Como ustedes ya saben, compas, que en este compromiso como trabajador del arte tratamos de generar un encuentro entre las comunidades indígenas de nuestro México y el arte por medio de la implementación de la educación popular en un proyecto que denominamos “Mural Comunitario Participativo”.

Conformamos un colectivo llamado Brigada de Arte Independiente Talimalakatsikinan Naku. Este camino siempre esta lleno de aprendizajes, no nos la sabemos todas, pero sabemos como hacer nuestro trabajo cumpliendo los objetivos de restablecer el tejido social, generar un respeto, apegos a nuestra cultura, valorando el arte mexicano y no el occidental, recalcando siempre la importancia del trabajo colectivo en nuestra comunidad.





La imagen puede contener: 8 personas, personas sonriendo, exterior

Niños y jóvenes autores del mural junto con el grupo Brigada de Arte Independiente Talimalakatsikinan Naku.

La imagen puede contener: una o varias personas, personas de pie, cielo y exterior

En una jornada de trabajo, ya muy al final de la obra.

También por mucho tiempo les he platicado que no todo es color de rosa en estos procesos: lidiar con la institucionalidad, la sociedad podrida, y las condiciones del tiempo es todo un caos que nos lleva a un desgaste físico y emocional. Estar lejos de casa, no comer bien, lidiar con los contextos y gente hostil, y demás. No me quejo, me gusta lo que hago y por eso lo defiendo hasta llegar a las últimas consecuencias.

Es por ello que condenamos y rechazamos la censura por parte del gobierno de Zozocolco de Hidalgo. la mañana de hoy, 26 de diciembre, por indicaciones del sacerdote al presidente municipal se borró un mural. Ante la incapacidad de poder gobernar y enfrentar con un argumento sólido a la presión social que controla el clero, este sacerdote que se dedicó por mucho tiempo en sus sermones de misa a acusar al trabajo de niñas, niños y jóvenes de la localidad, dirigidos por Janette Calvario y su servidor, Víctor Hugo Andrade González. Este mural lo realizamos en condiciones precarias, de sol y de lluvia, jornadas de más de 15 horas, donde ni autoridades municipales y eclesiástica se tomaban la amabilidad de ofrecer un vaso con agua.

La razón del odio hacia nuestro trabajo está en su lógica absurda de temer a lo que no conocen. En este muro se encontraba pintado un diablo (tlajana) de la danza de los San Migueles.

No hay texto alternativo automático disponible.

ESTA ES UNA NUEVA FORMA DE INQUISICIÓN, REPRIMEN LA LIBERTAD DE EXPRESARSE CONDENANDO ESTA ACCIÓN POR NO SER UNA PRÁCTICA CATÓLICA DE LA COMUNIDAD. NOS SEGUIMOS DANDO CUENTA QUE EL CONTEXTO SOCIAL Y POLÍTICO SIGUE SIENDO CONDICIONADO POR LA IGLESIA. Qué mas puede ofender la moral del sacerdote que un niño violado por un cardenal. A nuestra pintura le atribuyen que el mal llegó a la localidad a raií de haber terminado esta obra de arte. Las violaciones a los derechos humanos, la inseguridad, la delincuencia, el narco, las mujeres desaparecidas son culpa y responsabilidad del Estado y sus gobernante.

EXIGIMOS UNA DISCULPA PÚBLICA y reparación del daño al patrimonio artístico-cultural, además de que en la brigada en la que trabajamos nuestra parte es rescatar la identidad local y reestructurar el tejido social con actividades culturales, pues es una parte fundamental que ellos no han cubierto. No toleramos su ignorancia. En estos días se solicitará en la presidencia municipal una reunión, con un oficio pronunciamiento al que si ustedes quieren se pueden sumar. No pueden quitarle los derechos culturales a los pueblos originarios por no coincidir con su religión católica, las danzas y el color forman parte de nuestra identidad como indígenas y mestizos. No pueden quitarnos algo que no es de ellos. Nuestro trabajo no les pertenece, no es decisión de una persona decir que que está mal o bien, es la decisión del pueblo organizado. Ese mural no les costó a ellos ni una gota del sudor de su frente ni un centavo de su cartera.


TAL PARECE QUE LOS GOBERNANTES Y EL CLERO DESCONOCEN QUE HAY DOS LEYES VIGENTES EN MEXICO, QUE SI TIENEN EL TIEMPO DE LEER PUEDEN DAR CLICK EN LOS LINKS QUE ADJUNTO.

ENTONCES, POR LOGICA ¿QUE LE PASA A QUIEN VIOLA LA LEY?

Se pide a compas que trabajen en medios libres a replicar este acontecimiento y a compartir esta publicación.

AKTUM KACHIKIN NIMA LAKGAPASA XTAKILHSUKUT NI AKXNIKU KATILAGSPUTLH”

(un pueblo que se identifica con su cultura es un pueblo invencible).

Brigada de Arte Independiente Talimalakatsikinan Naku

http://www.ordenjuridico.gob.mx/…/Esta…/Veracruz/wo77249.pdf

http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGCDC_190617.pdf

Mundo Nuestro. A sus 88 años de edad, el jueves 13 de diciembre, a plena luz del día, el señor Demetrio Xolocotzi, fue asaltado en el centro de la ciudad de Puebla. Probablemente le quitaron los maleantes la cámara reflex, al parecer una Canon T4i, con las que imprimía directamente a su SD. Presentamos esta crónica escrita por Alejandra López Carvajal, estudiante de Comunicación en la Ibero Puebla, con la semblanza de un personaje que logró convertir la esquina del atrio de la Catedral de Puebla en el zócalo en un altar vital para la fotografía.

La imagen puede contener: 1 persona, cámara y teléfono



Resultado de imagen para roban a fotógrafo en la catedral de puebla

Foto tomada del diario Síntesis.

Son las diez de la mañana de un martes cualquiera. La rapidez con la que se vive actualmente se siente desde temprano. Vendedores que gritan el famoso “llévele”, trabajadores apresurados rumbo a sus comercios, estudiantes que corren a clases, todos bajo la fronda de los árboles y al resguardo de los antiguos edificios que rodean el icónico zócalo de puebla. El ruido y el caos cotidianos son tan envolventes, que muy pocas personas son conscientes de un hecho casi mágico que sucede todos los días a esta hora. Uno que entre tanto alboroto da un respiro a este mundo agitado, un recuerdo de una época pasada: la esquina de la catedral llega Don Demetrio, como lo ha hecho durante veinte años, con una cámara entre sus ya arrugadas manos y una sonrisa en su rostro moreno que alumbra su cabello blanco que se puede ver a lo lejos.

Ahí está, tranquilo, con la cámara Polaroid 195, un fotógrafo dedicado a detener el tiempo por instantes, sentado en la escalinata de acceso al atrio de Catedral Desde donde ha visto la evolución de un mundo agitado y la invasión de eso que llaman tecnología. Ahí espera, observa, y no puede evitar recordar cuando los teléfonos y cámaras como las de ahora simplemente no existían, cuando la opción para guardar un recuerdo de esta tan bella construcción era él. Él y su cámara.



Sonríe, no puede creer que el consejo de un amigo de probar el mundo de la fotografía lo haya llevado a hacerlo por veinte años. A conocer a tantas personas, de tantos lugares y con historias tan diferentes.

–Disculpe --una voz dulce lo trae de vuelta a este martes--. ¿Usted es Demetrio? ¿Me podría tomar una fotografía?

--Sí --contesta él, aún un poco sorprendido por esa interrupción a sus recuerdos--. Colóquese ahí y sonría.



Don Demetrio toma su cámara y flash, otro momento queda entonces plasmado a manos de este hombre.

Ésta podría pasar tan solo por una de las miles de imágenes que ha tomado en su larga carrera, pero por alguna extraña razón no lo es. Lo invade este raro sentimiento que no es precisamente nuevo, es uno que se ha acumulado a través de los años, uno que viene cada vez que oye esa palabra “selfie” o cuando se da cuenta que los celulares ya no son tan solo para hablar, que esos aparatos ya pueden hacer lo que él ha hecho por veinte años. Sí, un sentimiento que le advierte que los tiempos han cambiado, que ya no es necesario tener una Polaroid para capturar un recuerdo.

- ¿Don Demetrio?

- ¿perdón qué? ¿Qué es lo que me estaba diciendo? – Responde el fotógrafo saliendo de su añoranza una vez más­.

--¿Cuánto seria por la fotografía?

--65 pesos, señorita --dice a la vez que una memoria invade su mente de nuevo. Sus fotografías solían costar tan solo diez pesos. Sí, sí que los tiempos han cambiado, se dice.

El resto del día Don Demetrio permanece ahí, entre recuerdos, escalones y algunas fotografías.

– Tiene suerte --le dice a su último cliente del día–. Lo último que quedaba de este rollo, tendré que ir a comprar más, no hay de otra --murmulla Don Demetrio.

Sin más, guarda sus cosas, observa una vez más la catedral y empieza a caminar en dirección a la tienda que ha sido cómplice de su trabajo por tantos años. No sabe que este es el día en que escuchará las aterradoras palabras:

--¡Újuuleee, Don Demetrio!, ese material ya no nos va a llegar, este es el único rollo que nos queda… --sale de la boca del dependiente del otro lado del mostrador.

¿Cómo? ¿Así de fácil? ¿Lo que he hecho durante dos décadas se acaba con esas- irónicamente- 20 palabras? Es esto lo primero que viene a la mente del viejo fotógrafo.

–Ok, pues deme el último –alcanza a decir.

Don Demetrio sale de la tienda con un sentimiento de entre enojo, tristeza e incertidumbre apoderado de él.

--¿Será que ya soy demasiado viejo? 87 años ya son muchos.

Y no se le quita de la cabeza.

Los días pasan, y con cada fotografía que toma el miedo crece, no quiere ni llegar a pensar que estas pudieran ser las últimas fotos que saldrán de su Polaroid 195. ¿Qué hacer? Esa es la de pregunta más difícil en los últimos años. Dejar su oficio, buscar otro, comprar una cámara nueva, simplemente ya no hacer nada. No hay respuesta.

--¿Don Demetrio? Hemos escuchado mucho de usted, nosotros venimos de Acapulco, y cuando nos enteramos de lo que hacía nos dimos a la tarea de encontrarlo…

Está tan metido en todos estos pensamientos, que no se da cuenta de que una pareja joven, con una emoción especial, se ha acercado a él.

En ese momento lo comprende, sabe lo que en realidad quiere hacer. En un instante recuerda a los cientos de parejas que han posado ante su cámara y todas esas personas que han llegado con la esperanza de encontrarlo a él. Sí, los tiempos han cambiado, pero él también puede cambiar.

Ahora, si te fijas bien en esa esquina de la catedral cualquier día de diez a ocho, puede que ya no encuentres esa cámara Polaroid, pero sí a ese señor que ha capturado tantos momentos, risas y viajes. El que se ha tenido que adaptar a este mundo tan cambiante y aceptar que ciertamente ya nada es como antes. Que ahora tiene que cargar con su cámara digital y una pequeña impresora, y que, así como tanta gente, tiene que asimilar que el hoy ya lo ha alcanzado.

ENTREVISTA EN EL DIARIO SÍNTESIS A DEMETRIO XOLOCOTZI

Mundo Nuestro. A media mañana del miércoles 5 de diciembre Chachachá el número 42, 225, 692 en las visualizaciones de YouTube. Es Josean Log, el músico poblano más exitoso por donde se le quiera ver en los tiempos modernos en Puebla.

Una idea de la fuerza con la que Chachachá ha pegado en el mundo la encontramos en este comentario, uno entre los más de 4 mil comentarios que las personas han dejado como testimonio:

Mi novia está pasando por una situación difícil que nos impide incluso hablar por mensajes de texto y no sabemos cuando nos veremos de nuevo. Cuando solíamos hacer llamada ella escuchaba esta canción y era entonces que yo me ponía de romántico con ella. Mi amor, si ves esto, te prometo que cuando todo pase y nos podamos volver a ver, bailaremos pegaditos, como te dije, esta canción.

No te la pierdas, Chachachá:



Más de Josean Log en Mundo Nuestro:

Los músicos del Mendrugo:Jacaranda, la primavera cantada por Josean

Los músicos del Mendrugo:Jacaranda, la primavera cantada por Josean

Mundo Nuestro. De la mano de la artista plástica Rosa Borrás seguimos la pista de sus bordados. Ella ha descubierto en Vimeo esta corto sobre la vida de una cooperativa textil en Xochistlahuaca, Guerrero. Mariana Rivera y Alejandra Trejo realizaron en el año 2013 este corto documental en la región de los pueblos amuzgos en Guerrero y Oaxaca.

Así lo presentan la semblanza de la cooperativa La Flor de Xochistlahuaca: En el estado de Guerrero, las mujeres amuzgas de la cooperativa textil La Flor de Xochistlahuaca, se dan lugar año con año para organizar un curso de verano gratuito dirigido a las niñas para enseñarles a tejer el telar de cintura tradicional de la región. El documental muestra el rico y amoroso acto pedagógico de transmisión de conocimiento que las mujeres tejedoras enseñan a las futuras generaciones. La importante tradición del telar, al igual que la lengua, engloba y condensa un universo de conocimientos sobre el medio que las rodea, así como del entramado y legado cultural, que no sólo reafirma su identidad, sino que también esta actividad se vuelve para las niñas, la posibilidad de generar un ingreso económico que en el futuro las ayude a sostener a sus familias.

Escribiendo Sobre el Telar from Mariana Rivera García on Vimeo.



Mariana Rivera García

Es doctorante en Ciencias Antropológicas en la UAM Iztapalapa. Puedes ver su producción audivisual en Vimeo. Su actividad como creadora ha encontrado en el tejido un territorio especial. Lo entendemos muy bien con su corto Tejer para no olvidar, que ella presenta así:

A veces siento que pierdo el hilo, pero tejo y todo vuelve a tener sentido…
En nuestra sociedad, el tejer ha sido relegado como una actividad exclusivamente femenina, aburrida, pasada de moda y solitaria. Pero tomar un gancho y un estambre, e ir anudando una línea, un triangulo, es comenzar a figurar una idea, es darle lugar a la creación.
Gracias a una colega de mi escuela de antropología comencé a tejer hace unos siete años. Dimos inicio a las clases de tejido y al poco tiempo, otras chicas que nos observaban tejer, se fueron adhiriendo a nuestro círculo para aprender el oficio. Con el tiempo nos consolidamos como buenas amigas, quienes en el espacio y tiempo del tejido, no sólo producíamos arte, sino que al mismo tiempo propiciábamos conversaciones de todo tipo. El tema recurrente en nuestras reuniones de tejido era el conflicto que nos ocasionaba vivir un momento histórico tan difícil. Desde este lugar de cuestionamiento que propició el encuentro para tejer, logramos con el tiempo constituirnos como un colectivo de tejedoras urbanas, al que llamamos XICO. En este colectivo hemos intentado que el arte del tejido sea un pretexto y un vehículo para lograr cambios en nuestra sociedad.
Ahora quiero llevar esta pasión con mayor fuerza a mi campo de trabajo para el doctorado en antropología en la UAM Iztapalapa, con un proyecto que he llamado: Militantes de hilo y tela: tapices colectivos, representaciones y narrativas visuales sobre conflictos sociales. La pretensión de esta iniciativa es sencilla, juntar a colectivos de mujeres y hombres de distintos lugares del país para tejer tapices que hablen de sus experiencias y conflictos, como forma de comunicación hacia otros y posibilidad de reflexión de sus propias historias.

Tejer para no olvidar



tejerparanoolvidar from Mariana Rivera García on Vimeo.

Fotografía de un sténcil de los conflictos en Oaxaca 2006 | La demanda inasumible. Imaginación social y autogestión gráfica en México, 1968-2018 | Museo Amparo, Puebla

El movimiento estudiantil de 1968 en México no forma parte del pasado. Esto no se debe sólo a las conmemoraciones y revisiones que se han dado a lo largo de estos 50 años o a los tributos a las víctimas de aquellos acontecimientos traumáticos. En todo este tiempo, invocar el 68 significó denunciar que los problemas a los que había respondido el movimiento seguían vigentes –injusticia, represión, impunidad– y, a su vez, reivindicar que las formas de organización e imaginación sociales con las que se experimentó entonces continuaban reinventándose. El movimiento del 68 no sólo planteó una serie de solicitudes políticas que nunca fueron del todo satisfechas sino que hizo esto mediante modos de acción directa que eran igualmente inaceptables para el régimen. Hasta hoy.

Cartel de movimientos sociales en los 70 (sindicato de electricistas) | La demanda inasumible. Imaginación social y autogestión gráfica en México, 1968-2018 | Museo Amparo, Puebla



La demanda inasumible propone recorrer algunos de los momentos más significativos de denuncia y resistencia en México desde 1968 hasta nuestros días enfatizando el ejercicio colectivo, anónimo y apropiacionista que late en ellos. Carteles, fanzines, volantes, parches, stencils y flyers digitales no aparecen aquí como “piezas de autor” sino como parte del campo de resonancias de las disidencias sociales que los produjeron.

Sigue en Museo Amparo:

LA DEMANDA INASUMIBLE. IMAGINACIÓN SOCIAL Y AUTOGESTIÓN GRÁFICA EN MÉXICO, 1968-2018

Mundo Nuestro. Se presentó este mismo año en el Castillo de Chapultepec. El Ajuar, Cerámica y Tradición. Tres ceramistas poblanas, ahora en el San Pedro, Museo de Arte, a partir del miércoles 24 de octubre. Aquí el cartel de la expo en la ciudad de México.

El Ajuar: tres ceramistas poblanas en el Castillo de Chapultepec

Mundo Nuestro. Cristóbal MarYan es un joven compositor mexicano cada vez más maduro. Presentamos aquí su última composición "Viral", en su estreno en febrero pasado por la String Orchestra of New York City.

Vale pensar con la música en este país distinto, iluminado por la esperanza, que construyen muchos jóvenes creadores mexicanos.



Mundo Nuestro. El escritor poblano Günter Petrak es, antes que cualquier cosa, futbolista. Esta historia suya nos muestra cómo es posible abordar desde la literatura una pasión personal.



I. De cómo cuando desobedeces a tu madre, te enganchas.

Lección 1: El futbol (la vida) duele.

Tendría 12 años, no más. Mi madre me dijo: “Voy al mercado, cuida a tus hermanos y no salgas por ningún motivo.”



Unos minutos después alguien tocó a la puerta:

-Ven a jugar futbol con nosotros.

-No sé jugar futbol.



-No importa…

Le dije a mi hermano: “Voy a jugar futbol, cuida a la nena y no salgas por ningún motivo”.

Unos minutos más tarde, en un terreno baldío, me explicaron:

-Entre estas dos piedras (piedrotas) es la portería, no te muevas de aquí y no permitas que pase el balón. Si es necesario, aviéntate.

Así lo hice. La primera vez que me aventé rebotó mi cabeza en el poste (piedrota). Comenzó a manar sangre, mucha sangre. Llegué a casa escurriendo lágrimas… y sangre. Mi madre ya me estaba esperando con la chancla en la mano; pero al ver mi estado, me dio un sopapo en la espalda y me sentó de golpe en una silla. La operación fue relativamente fácil, mi mamá tenía mucha experiencia ayudando a mi veterinario padre: agua oxigenada, hoja Gillette, algodones, aguja e hilo… sin anestesia. Dolió mucho, pero sané pronto. Mi masoquismo inveterado me empujó a seguirlo intentando. La primera sudadera de portero que usé, muy vistosa por cierto, me la regaló mi madre.

II. Fuerzas básicas o la vida no es justa.

Lección 2: El éxito tiene precio.

El primer equipo con el que jugué lo organizaron mis vecinos, participaba también en “cascaritas” durante el recreo, en el colegio alemán. Luego conocí a Miguel Ángel, un estudiante del CENCH que me invitó a jugar en su equipo, en una liga llanera. No había juego en que no me raspara las rodillas y los codos. Las heridas más dolorosas eran las que me hacía a un costado de los muslos, en la cadera, cuando me “aventaba” por el balón; quedaban en carne viva. Las costras se pegaban a la gasa de protección y a veces se infectaban. Opté por no ponerme gasas y en cambio sujeté un pequeño aro de bordado con tela adhesiva a mi muslo, para que no me pegara el pantalón a la herida. Comencé a ser conocido por mi arrojo y por mis cicatrices (también por el bulto que se hacía en la pernera de mi pantalón –a un costado, aclaro-). Así fue como llegué a las fuerzas básicas del Puebla F. C. Se entrenaba todos los días y los porteros éramos sometidos a ejercicios extra. Ni siquiera se había hecho costra sobre la herida cuando me raspaba de nuevo. Me compré unas rodilleras (como las que usaba el portero de la selección mexicana, Ignacio Calderón) y unos guantes que, más que de protección servían para sujetar mejor el balón. Al verme, el entrenador me regañó: “¡Quítate esas chingaderas!”. Le hice caso, aprendí que el dolor era un recuerdo de nuestra fragilidad, pero también de nuestra fortaleza. Destacar en lo que hacía no iba a ser fácil.

Lección 3: Cuando se compite, no siempre se hace en igualdad de condiciones o… la vida exige sacrificios.

Uno de los ejercicios en el entrenamiento para porteros consistía en lanzarse sobre una fila de compañeros en cuclillas para alcanzar un balón que el entrenador sostenía en alto. Había un portero corto de estatura, Filiberto, quien le dijo al entrenador que no era justo que le exigiera lo mismo que a nosotros, pues éramos más altos. El instructor solamente le dijo: “Cómo no, dile eso a los del equipo contrario…”. Aprendí a no quejarme, a dar todo en los entrenamientos y en la cancha. Y eso tenía su recompensa, no sólo futbolera: un grupito de chicas del barrio acudía a vernos entrenar. Siempre me aplaudían cuando hacía una buena atajada, pero… debía a estar atento a mi portería. Quizá esa fue otra lección, a veces tienes que posponer, incluso ignorar, otros placeres cuando quieres hacer bien el “trabajo” que te gusta. Y ese era mi sueño, convertirme en futbolista profesional. Cuando se lo dije a mi padre, sólo murmuró: “el futbol es para huevones”. No tuvo que prohibírmelo, la crisis de los ’70 lo quebró a él y a su matrimonio. Yo tuve que abandonar la escuela y las canchas pre-profesionales para ocuparme como obrero en una empresa siderúrgica. Volví, los domingos, a los juegos llaneros.

Lección 4: Se gana y se pierde, a veces se empata, pero nada vale más que el respeto y la solidaridad con el perdedor.

Antes de abandonar el sueño profesional me tocó debutar en el Estadio Cuauhtémoc. Fue en un partido de reservas, previo al encuentro contra el Atlas. Decir que estaba nervioso es poco, no me comí las uñas porque para esas fechas ya usaba los guantes de portero. No tiene sentido entrar en detalles. Nos golearon seis-cero y el público se ensañó conmigo. Cuando salía de la cancha comencé a recibir una lluvia de objetos, burlas e insultos. Sentí una humillación enorme y muchos deseos de llorar de rabia. Un jugador del equipo contrario se acercó a mí y me abrazó. Indulgente y en silencio, con el brazo sobre mis hombros me acompañó al vestidor. Días después, antes de saber lo que me deparaba el destino, había pensado en renunciar al futbol; pero el recuerdo de aquel abrazo solidario me dio no solamente consuelo, sino la motivación para superar con aplomo aquel episodio.

III. Sobre pelear o divertirse

Lección 5: En el futbol y en la vida, trabajar en equipo inspira y une.

A lo largo de mi vida he jugado con equipos campeones, coleros o simplemente mediocres. Por el momento mi reflexión gira alrededor del recuerdo, a veces vago, de un par de equipos en los que he jugado. Uno de los más entrañables, pero con el cual apenas ganamos un trofeo en un torneo relámpago, fue el “Real Venezuela”. Lo fundamos yo y el Ing. Benjamín Cruz, mi vecino, con chavos de la Colonia América (tres de ellos habían sido mis alumnos).La mayoría vivía en la Cerrada Venezuela, de ahí el nombre. Lo de “Real”, fue una ocurrencia de alguno de ellos. Duró varios años el equipo y los sostuvimos con coperachas. Alguna vez tuvimos banderines auténticamente venezolanos. Me los envió la embajada de Venezuela cuando, carta de por medio, les conté del equipo. Fue un excelente grupo de amigos, nos emborrachábamos, íbamos a los “tables”, nos condolimos cuando mi primo Pepe, miembro del equipo, de apenas veinte años de edad, murió de esclerosis múltiple… En el campo de futbol no fuimos buenos, pero cómo nos divertimos… y sufrimos. Perder siempre duele; perder siempre, duele; perder, siempre duele; pero si soportas las derrotas y asumes que en un equipo ganan y pierden todos, lo que queda de la derrota es el sentimiento de saber que ahí están tus camaradas, para darte un abrazo, para llorar contigo.

Lección 6: En el deporte todos somos iguales, o casi...

“Miré el campo, un pedazo de terreno en declive sobre una colina, cruzado por una zanja y por cables de alta tensión. Recordé el olor del césped recién cortado, el bisbiseo de la gente en las tribunas del centro deportivo donde jugaba con “los de mi clase” (así decía Marcos a veces para molestarme) y los gritos de enojo, los berrinches de quienes, aun siendo mis compañeros de equipo, sentían cada error como una afrenta, como una puñalada a su dignidad personal. Aún ahora me resulta difícil entender cómo permanecí tanto tiempo en ese grupo de rabiosos y egocéntricos “juniors”. Quizá fue porque el fútbol lo puede todo, porque no haya nada en la vida que supere a la euforia de detener un penalti, de escuchar los aplausos del público cuando se hace una buena jugada, de disfrutar una victoria que compensa todas las frustraciones de la cotidianidad clasemediera. Pero ellos no eran de “mi clase” y, por supuesto, tampoco lo son el profe, el Diablo, el Chaleco y el Motorcito, entre todos los demás. En realidad no sé cuál es mi clase. Estoy entre una y otra, en cada una se me acepta con reservas, me miran como si viniera de otro planeta. En algunas partes me llaman por mi nombre, en otras soy el “güero”, en otras más no tengo nombre, cruzo de acera y, a veces, me pierdo en la transparencia de la multitud, en la uniformidad de la masa. Sin embargo, me siento más a gusto aquí, aunque me raspe los codos y las rodillas sobre la cancha de barro, aunque me corte las piernas con los pedazos de vidrio que brotan de la tierra como dientes salvajes. Y aquí estoy, gritando a voz en cuello palabras que mi madre me prohibía pronunciar, riéndome de los grotescos movimientos de la voluminosa panza del profe, sintiendo la pegajosa mano del Chale sobre mi brazo, oliendo y escuchando sus eructos de aguardiente barato, lamentando que el disparo de “Grabiel” saliera “chorreado” hacia un lado de la meta contraria…”

(Fragmento del cuento “Y si un día el Profe…” publicado en “Eros Desarmado”.)

Lección 7: Da lo mejor de ti, aunque estés perdiendo, aunque sientas que no vale la pena seguir luchando, vuélvete niño.

Fui portero hasta que cumplí 40. Después comencé a jugar como delantero y finalmente como defensa. Sin rodeos puedo decir lo siguiente: fui un buen portero, pero no tengo muchas aptitudes para las otras posiciones. No obstante, a mis sesenta años de edad, soy defensa titular desde hace cinco años. ¿Cómo? Tal vez se pudiera resumir en lo que me dijo el director técnico de mi anterior equipo: “eres bien perrón y eso me gusta porque das el ejemplo”. Y así es, no sé si soy un buen ejemplo, pero nunca suelto los brazos, corro, me lanzo tras el balón, o tras el delantero contrario que lo lleva, confío en mi velocidad, en mi tenacidad… no paro nunca, ni siquiera cuando me falta el aire. El elogio más agradable que me han hecho fue durante una final en la que resultamos campeones, un jugador del equipo contrario me dijo: “es muy padre jugar contra alguien de tu edad y con corazón de niño”… y, tal vez ahí reside el secreto: el futbol es un juego que refleja a la vida. “Jugar es vivir tanto como trabajar”, dijo alguna vez el pintor francés Francis Picabia y yo agregaría, “jugar es volver a la infancia”. A mi edad, sigo jugando para encontrar al niño que fui, el que se rompió la “choya” tratando de atajar un balón, el que me habita y salta a mi cuerpo cada vez que juego…