Cultura
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“La cultura no es un lujo burgués, prescindible en tiempo de crisis, no es una mercancía transformable en una expresión folclórica o turística, es la construcción de la conciencia y la comunidad”, sostiene el director de teatro y maestro Luis de Tavira (1948).
Al recibir la Medalla Bellas Artes, el pasado diciembre, dijo también que “las relaciones del teatro y la política son indiscutibles, pero la política debe entender que solo la cultura cambia a la realidad. La política no la cambia”.
Y añadió “de ahí que una política en favor de la cultura es aportar realmente por el cambio. El mayor error de la política cultural es dar respuestas simples a problemas complejos”.
De Tavira, hombre de extraordinaria cultura, plantea que las autoridades no pueden “hacer a un lado a la sociedad civil que propone las acciones de cultura; no se puede volver adversario al intelectual y al artista, se tiene que convocar a la comunidad que enfrenta tan gravísimos problemas”.
En la visión del fundador de instituciones culturales “tal vez nunca había sido más angustiosa mi perspectiva, vivimos tiempos de una enorme miseria espiritual, de nihilismo y escepticismo, azorados frente a la violencia y la ausencia de todo valor”.
Es, por lo mismo, “el momento de esperar contra toda esperanza y sembrar aquello que dé fruto. El teatro hoy es una poderosa semilla”.
El creador, que en su juventud fue miembro de la Compañía de Jesús, propone “construir un teatro para todos y es teatro porque no renuncia a la exigencia, rigor y profesionalismo del arte. El mal teatro no va a crear el teatro nacional ni producir la semilla de cultura”.
Los políticos de todos los partidos políticos del país no entienden, más allá del discurso políticamente correcto, la importancia de la creación cultural y de la promoción de la misma.
La inversión en cultura es la más rentable, para cualquier gobierno en razón de sus resultados. Construye identidad, amplía horizontes y da sentido a la vida.
Había esperanza de que el actual gobierno en el campo de la cultura sería distinto, pero ha sido frustrada y en la comunidad cultural hay un gran desencanto y decepción. Hay quienes incluso se sienten traicionados por el presidente.
Hay funcionarios públicos de esta administración que la creación cultural la conciben como folclore. El rigor técnico y la calidad artística, requisitos indispensables del verdadero arte, la confunden con elitismo y producción burguesa.
No son buenos tiempos para la creación artística en general y menos la de calidad. La comunidad cultural del país está obligada a redoblar sus esfuerzos y establecer nuevas alianzas nacionales e internacionales. Hoy más que nunca el país requiere de su aporte.
Mundo Nuestro. Se cumplen en este 12 de diciembre quince años de la realización del documental Contigo al Norte, Guadalupe, tras un viaje de dos meses desde el sur de México y la ciudad de Nueva York. El relato de un éxodo que explica en buena medida la alternativa que encontraron millones de mexicanos a la crisis social de nuestro país al final del siglo XX. Sergio Mastretta y Melchos Morán, junto con un grupo de amigos periodistas, camarógrafos y sonidistas siguieron la experiencia de la Antorcha Guadalupana organizada por un grupo de poblanos desde los barrios de Queens y el Bronx.
Aquí la pelíicula:
Mundo Nuestro. Finalmente, y por la iniciativa del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la producción artesanal de la llamada Talavera de Puebla ha sido inscrita por la UNESCO en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Este el comunicado dado a conocer este miércoles 11 de diciembre en la ciudad de Bogotá, Colombia:
En las ciudades mexicanas de Puebla y Tlaxcala, así como en las localidades españolas de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo, hay sendas comunidades de artesanos que fabrican con métodos tradicionales objetos de cerámica de estilo talaverano para usos domésticos, decorativos y arquitectónicos. Aunque las técnicas de la alfarería han evolucionado tanto en México como en España, en particular con la utilización de tornos eléctricos, los procedimientos de fabricación, decoración y esmaltado de este tipo de cerámica siguen siendo artesanales e idénticos a los practicados en el siglo XVI. Los conocimientos teóricos y prácticos relacionados con este elemento del patrimonio cultural vivo abarcan la preparación de la arcilla, su modelación con un torno o un molde, la ornamentación de la pieza modelada, la preparación de los pigmentos y el esmalte y la cocción en el horno, operaciones todas ellas que exigen una gran destreza. Algunos alfareros y ceramistas realizan todas las etapas de la fabricación y otros se especializan en algunas tareas específicas. En su mayoría, los depositarios de los conocimientos relativos a esta fabricación artesanal –incluidos los relativos a la extracción de la materia prima, el procesamiento de los materiales, la decoración y las técnicas de cocción– son maestros alfareros y ceramistas que han adquirido sus competencias con el correr del tiempo y las han transmitido oralmente a las jóvenes generaciones, ya sea en sus talleres o en el seno de sus familias. Cada taller posee una identidad propia que se manifiesta en detalles específicos de los modelados, ornamentaciones, colores y esmaltes de las piezas. La fabricación artesanal de este tipo peculiar de cerámica es un símbolo identitario esencial en México y en España.
Sobre este proceso seguido por el INAH en esta liga a la tesis de Doctorado de la historiadora del Arte Emma Yanes puedes encontrar los fundamentos de este reconocimiento:
INAH PRESENTÓ OBRA QUE ANALIZA LOS ORÍGENES DE LA LOZA ESTANNÍFERA O TALAVERA POBLANA
Mundo Nuestro. Una más de las entregas de las las crónicas de cocina poblana Del fogón a la boca, escritas por el anticuario poblano, experto en arte popular, Antonio Ramírez Priesca. Mirar la ciudad a través de la comida. Saborearla y aprender con ella a conocer la historia que la contiene. Por la historia y por nuestra comida, valorar la extraordinaria ciudad en la que vivimos. Publicadas originalmente en el portal urbanopuebla, las crónicas de Antonio Ramírez Priesca serán reproducidas semanalmente aquí con su autorización.
Puebla está llena de Pacesitas, sólo hay que saberlas y quererlas encontrar. Nosotros encontramos la nuestra, y sabemos que encontramos un tesoro de persona.
A buen paso va caminando Doña Pacesita - como todos la conocemos en el barrio - muy derechita y garbosa a sus casi 85, rumbo a su trabajo en la Capillita que de mañanas ayuda a cuidar. Camina y va saludando a todos: a Doña Yola y Don Isaac en Capuchinitas – como ella nombra al Templo Conventual de Santa Ana y San Joaquín de las Madres Capuchinas – a la Sra. Conchita, cajera de los baños públicos de la esquina, a la señora que vende periódicos en su puesto, al Gitano en su carnicería, y así, hasta llegar puntualmente a abrir la Capilla. Cada mañana ofrece estampitas a cuanto despistado feligrés entra, y da consuelo a no pocos, que entran a la soledad del recinto, para enfrentarse con su propia realidad.
Al término de su jornada paso por ella y juntos caminamos rumbo al barrio de La Soledad, a la esquina de la 2 sur y 11 oriente, donde la Seño Lolita tiende su puesto de verduras propias, dentro de la miscelánea que le presta un lugarcito. Pacesita compra todo lo necesario para enseñarme a preparar una delicia que aprendió hacer con su mamá: la Salsa de Puño: vainas de huaxes colorados, aguacates, chiles locos frescos, xitomates, cebollitas, rabanitos y manojitos de cilantro recio, pipitza y pápalo. ´Siempre tiene usted que revisar que los manojitos vengan parejos y secos, no húmedos, a veces le meten las hierbitas podridas en medio – claro, aquí con Doña Lolita no tiene ese problema, porque todo lo que trae es propio’.
Ya en su casa, y después de lavar y desinfectar perfectamente todo, Pacesita pone sobre el comal las vainas de huaxes y las va tostando pacientemente junto con los xitomates; los chiles locos los asa directamente sobre el fuego, para después pelarlos: ‘Cuidado se enchila los ojos, que solo poniendo una poquita de sal en la lengua se le quita!’ Después los desvena y corta rajitas muy finas de los chiles y les pone sal y gotitas de limón. ‘Vaya a la alacena y saque por favor el cajete de barro con fondo estriado’: por fin descubro para qué sirven estos curiosos recipientes que he visto vender en algunos mercados! Con delicadeza va poniendo en el cajete las rajitas de chile, los huaxes asados y pelados, los cubitos de xitomate, cebolla picada y las tres gloriosas hierbas de la santísima trinidad gastronómica poblana: cilantro, pápalo y pipitza. A continuación con su hábil mano, va macerando la salsa delicadamente – a puño – para obtener una consistencia difícil de describir: ‘amartajado’ dijo ella. Al final solo añade los cubitos de aguacate y de rabanito, checa la sal, y remata con gotitas de aceite de olivo y limón: esta gloriosa salsa, la combinó con molotes de papa que ella mismo hizo.
Charlemos más de Gastronomía Poblana y ‘’a darle, que es Mole de Olla’’!
#tipdeldia : Puebla está llena de Pacesitas, sólo hay que saberlas y quererlas encontrar. Nosotros encontramos la nuestra, y sabemos que encontramos un tesoro de persona, llena de conocimientos culinarios tradicionales, con un corazón inmenso: ¡busquen la suya!
Vida y milagros
Martín Scorsese, nacido en 1942, es un gran director de cine y series de televisión. Tiene doble nacionalidad, italiana y estadounidense. También es guionista, actor y productor. Su carrera tiene una larga trayectoria de más de 50 años. Entre muchos otros premios, ganó el Oscar por la película Los infiltrados y también un Emmy por la extraordinaria serie dramática Board Walk Empire, aunque una de sus películas más recordadas es Taxi Driver. Los temas violentos son lo suyo. En La edad de la inocencia, por la que yo le hubiera dado todos los premios posibles, no hay un solo asesinato, pero nos muestra de manera maestra la violencia emocional que dos enamorados se inflingen a sí mismos para no transgredir las estrictas reglas sociales del Nueva York de 1870.
El buen Martin no se ha alejado de su línea en su larga carrera: lo suyo es documentar violencia de todo tipo. Algunas de sus películas me las he ahorrado, la verdad, no siempre está el ánimo para esas cosas. Aún así, esperaba con interés la película de El Irlandés. Por el director, por los actores entrañables del reparto que conocemos y han envejecido ante nuestros ojos, porque uno de los productores y el director de fotografía son mexicanos y porque el talento merece ser seguido. También porque me interesaba saber cuál era la teoría de la película acerca de la desaparición y muerte del líder sindical más poderosos que ha tenido Estados Unidos, Jimmy Hoffa, de quien en sus tiempos se llegó a decir que era el segundo hombre más poderoso después del presidente de Estados Unidos, pero Hoffa sin fecha de caducidad fija.
Pues resulta que no pude con El Irlandés. No sé si tantos años de mirar las distintas formas en que la violencia ha ido creciendo y devorando a nuestro país me impiden tolerar una película en la que el talento del director y todos los que lo acompañan, se desperdicia y derrocha en el relato de una bola de actos criminales. Eso es lo que vemos y nada más.
A la media hora de estar viendo la construcción de una personalidad criminal y de manera indirecta, la justificación de sus actos, mejor le apagué. ¿Qué carajos hago mirando a estos criminales cobrar derechos de piso y matar por acomplejados, porque desean más dinero, por machistas, porque sí? Después, a tramos, logré terminarla.¿Qué necesidad, verdad? Nunca debe uno minimizar una primera impresión. No debí terminarla. No es negación de que la violencia existe. Es aceptación de que me he vuelto absolutamente visceral en su contra. Creo que para mi bien, no me he acostumbrado a ella. Por más que en los medios de comunicación diariamente nos relaten el número de muertos y las atrocidades diarias de los criminales, aún no pierdo mi capacidad de asombro ante la violencia. La violencia de la época narrada en El Irlandés, 1940 a 1980, es un juego de niños frente a lo que hemos vivido en México en este siglo XXI, y lo peor es que sigue, por más que quisiéramos ver para otro lado o caer en la tentación de negar lo que vemos. No creo en el dicho de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí en que las estadísticas de los índices criminales de la segunda mitad del siglo XX en México fueron mucho más favorables a favor del conjunto que de los criminales y violentos.
La explicación a nuestra terrible situación es larga, compleja y tiene mil aristas. Lo que no es tan largo y complejo de mirar es cómo y de que manera nos hemos ido acostumbrando a ese caldo de ranas hervidas que ya no pueden reaccionar para salir del peligro asesino en el que están metidas. Quizá el rechazo a la película es una buena señal de que aún puedo, y otros millones pueden, darse cuenta de que el agua ya quema.
Creo que el ser humano puede ser más grande que las guerras. El personaje de El Irlandés fue a la guerra y ahí se echó a perder por culpa de otros, nos explican de manera sutil. Será el sereno, pero hay millones que regresan y no emprenden una carrera criminal.
No se como se puede recuperar la humanidad después de estar en una guerra, pero se que se puede. Tambien sé que México está en guerra , que no conocemos el camino para salir de ella, y menos aún cuántos daños colaterales tendremos que padecer como secuelas. No lo sabemos.
Por lo pronto no pude con El Irlandés. La trivialización de la maldad me espanta.
En 2010, la revista Time nombró a Michael Pollan como uno de los personajes más influyentes en el mundo. Una de sus obras claves es Cocinar: una historia natural de la transformación (Debate, 2014).
Pollan es profesor de periodismo en la Universidad de California en Berkeley. Se ha especializado en temas relacionados con la alimentación y ha publicado libros de gran éxito como El detective en el supermercado y El dilema del omnívoro.
Para escribir Cocinar, el autor trabajó de manera directa con reconocidos cocineros y activistas de la alimentación sana y natural en Estados Unidos y también con investigadores académicos del tema.
La tarea de cocinar, dice Nollan, es compleja y “requiere establecer una relación, aunque sea mínima, con las leyes de la física, la química o la microbiología. Adentrarse en un camino tan complejo implica acudir en busca de guías y maestros”.
Francisco García Olmedo, que fue catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Politécnica de Madrid (1970-2008), plantea, coincido con él, que Pollan “mientras explica los secretos culinarios, intercala frecuentes digresiones sobre asuntos históricos y antropológicos que alejan la narración de lo meramente instructivo”.
Y añade que el autor es muy crítico con la industria alimentaria y que éste se lamenta, por ejemplo, “de cómo después de haberse conseguido algo tan nutritivo como el trigo doméstico, la industria haya dado en desarrollar algo tan anodino como el hiperblanco pan de molde, hecho con una harina de la que se han eliminado las cubiertas y el germen del grano, donde se concentran algunos de los nutrientes”.
Pollan, dice García Olmedo, “abraza la verosímil pero indemostrable teoría expuesta por Richard Wrangham en su conocido libro Catching Fire: How Cooking Made us Human, según la cual el tratamiento previo del alimento, mediante la molienda y el fuego, supone una predigestión que puede reducir el requerimiento energético de la digestión propiamente dicha en un 25%”.
“Este ahorro –continúa- habría dado lugar evolutivamente a un sistema digestivo reducido en tamaño con respecto al de los otros primates y habría liberado energía para atender a la voracidad energética de un cerebro agrandado: el cerebro de un recién nacido requiere el 60% de la energía total consumida en reposo, y el de un adulto, el 25%, cifras altas frente al 8% que corresponde a un mono”.
En Cocinar, el autor aborda el complejo e histórico tema de la manera que los seres humanos han enfrentado el transformar y cocinar los alimentos a partir de los cuatro elementos de la naturaleza: Fuego, Agua, Aire y Tierra.
A cada uno de estos cuatro elementos, Pollan asocia un aspecto de la actividad del arte de cocinar: al fuego, el asado; al agua, la cocción; al aire, la panificación; y a la tierra, la fermentación.
Fuego, la primera parte, es la transformación a partir de las brasas y el fuego. La cocción es directa y “un acto ceremonioso para recordar quiénes somos, de dónde venimos y cómo funciona la naturaleza. Asar la carne al fuego conmemora, en la actualidad, el poder transformador de la cocina”, asegura Pollan.
La segunda parte, Agua, es una manera de cocinar que implica siete pasos: trocear, saltear, dorar, poner en una olla, añadir agua (o caldo, vino, leche, etc.) y hervir: “Es como salirse de un relato épico y adentrarse en una novela”, sostiene el autor.
Aire, la tercera parte, recoge la experiencia de distintos panaderos y la suya propia, para elaborar el pan que implica amasar con las manos, el inflamiento con la levadura y la espera necesaria, para que la cosas ocurran. “Una hogaza de pan abarca toda una civilización, porque surgió al final de un proceso largo y complejo”, plantea Pollan.
La cuarta parte, Tierra, hace referencia a la cocción por fermentación, por la acción de las bacterias como el queso o la cerveza. “Al ser uno de los principales procesos mediante los cuales la naturaleza descompone los seres vivos, nos pone en contacto con el constante tira y afloja entre la vida y la muerte”, afirma el autor.
Para el autor, plantea García Olmedo, “cocinar aporta una interfaz entre la naturaleza y la actividad social y representa una oportunidad de interacción e integración entre los miembros de la familia. Ofrece, además, una oportunidad para trabajar con las manos y con objetos tangibles a unos ciudadanos que, cada vez más, se pasan el día ante una pantalla de ordenador”.
El texto está bien escrito y resulta entretenido. Es una visión particular del cocinar como una actividad que define a los seres humanos. Es el único animal de la creación que lo hace. Y lo hace a través de la transformación de la naturaleza. Me resultó muy interesante la manera en que el autor pasa de estar cocinando, a través de una receta, al campo de la antropología y la historia, pero también de la química y la biología. Sarah, mi hija mayor, es la que me introdujo a este autor.
Cocinar: Una historia de la transformación
Michel Pollan
Editorial Debate
México, 2014
pp. 477
Versión original: Cooked, Estados Unidos 2013. Traducción del inglés al español de Juan Castilla Plaza. Primera edición en España y México, 2014.
Vida y milagros
Había decidido no ver la película del Guasón pues creí que sería una película centrada en violencia explícita, de la cual en México tenemos sobredosis cotidiana. ¿Para qué más de algo que encaramos cada día? Hace unos días visité a mi hija Daniela en Colombia, con la cual soy absolutamente compatible en cine, y me dijo:
-Vamos a verla, te va a interesar, lo sé.
En un pequeño cine de Bogotá llamado Cinema Paraíso me sumergí en el mundo oscuro y triste del Guasón.
La violencia explícita no me sorprendió en la película, es más, me pareció lógica dentro de la trama, y no es nada comparada con la violencia cotidiana que sufre un ser hundido en la marginación por muchas razones, entre otras por la secreta huella de un trastorno psicológico que dejara en él una durísima historia de maltrato infantil, de la cual él no era consciente; su cerebro infantil había borrado el recuerdo cubriéndolo con un manto de melancolía y necesidad de aceptación inexplicable. La película tiene una visión totalmente compasiva porque nos muestra los motivos ocultos de la transformación de Arthur en el futuro Guasón, el que se volverá el villano favorito de la historieta de Batman. Es un enfoque original hacia la raíz de la nunca antes bien explicada personalidad violenta del personaje.
La película no es una oda a la violencia, es una oda a la necesidad de empatía entre el género humano, no solo entre sí, sino hacia el medio ambiente. La película transcurre durante una huelga de recolección de basura en Ciudad Gótica, un emblema de las grandes urbes donde suelen coincidir con mayor crudeza los extremos de la desigualdad. El entorno está sucio, obscuro, ocre, gris. Los marginados están hacinados en sus casas, en las calles, en el transporte público, arrinconados en la parte más oscura del mundo. El color verde no aparece en la película más que una sola vez y el verde que vemos es casi negro, solo aparece unos minutos en el jardín de los suburbios de la mansión del hijo de un político de élite, Bruce Wayne, el futuro Batman que aún es niño. En Guasón no solo vemos el alma y el sufrimiento de un ser humano aislado y sofocado por su dura cotidianidad, también vemos el alma de un ambiente en el cual el verde de la naturaleza ha sido desterrado.
La película es una llamada a la urgente y necesaria generación de empatía de los que tienen demasiado de todo, dinero, poder, belleza, bienes en exceso, hacia los que no tienen nada, ni siquiera salud. Guasón es una alerta hacia la necesidad de reducir con urgencia las enormes desigualdades sociales y un llamado de atención muy serio hacia las consecuencias de la desigualdad, consecuencias que no podemos negar sin que haya daños para todos. Aceptar lo distinto es algo que se nos complica a los humanos. Ver con claridad las desigualdades, también.
Alguna vez oí que el mundo se divide antes que nada entre sanos y enfermos. Después vienen todas las demás desigualdades. Arthur, el personaje central de Guasón, es alguien que sufre una discapacidad mental, y a pesar de eso es un ser valiente, trabajador, comprometido con lo que hace, luchando con todas sus fuerzas por establecer un vínculo de mínimo afecto y aceptación con los seres que lo rodean. Desea con pasión ser aceptado, porque, aunque es un marginado entre los marginados, es compasivo hasta llegar al punto de quiebre. Trabaja vestido de payaso haciendo promociones de ventas en la calle. Sus compañeros de trabajo tampoco son amables con él, aunque trabajen en lo mismo. Solo lo trata con respeto un payaso que es enano, otro discapacitado. Su precario equilibrio físico, mental y económico se derrumbará cuando el gobierno de la ciudad retira la asistencia psicológica que recibía, cuando pierde el trabajo y cuando sus mismos compañeros le cierran las puertas. Solo se salvará de su entorno más cercano el payaso enanito, el que tuvo gestos de afecto y respeto por él.
Conmueve la postura de Arthur cuando se desata la metamorfosis de la que surgirá el personaje del Guasón, el líder e ídolo involuntario de un movimiento de masas violento y catártico que convocará a los marginados, que lo aceptan y veneran. Él no aspira al poder y lo deja muy claro: soy apolítico. No tengo ninguna creencia.
Arthur solo quería un poquito de aceptación y afecto. Era mucho pedir en un mundo violento y cruel, en el que la figura emergente del Guasón será solo un pálido reflejo.
Mundo Nuestro. Una más de las entregas de las las crónicas de cocina poblana Del fogón a la boca, escritas por el anticuario poblano, experto en arte popular, Antonio Ramírez Priesca. Mirar la ciudad a través de la comida. Saborearla y aprender con ella a conocer la historia que la contiene. Por la historia y por nuestra comida, valorar la extraordinaria ciudad en la que vivimos. Publicadas originalmente en el portal urbanopuebla, las crónicas de Antonio Ramírez Priesca serán reproducidas semanalmente aquí con su autorización.
Del fogón a la boca
El Colorado no es una pieza de pan exclusiva de la ciudad de Puebla; también se hornea en Atlixco, Izúcar de Matamoros y las Cholulas
El miedo al agua y sus insondables profundidades de 80cms, eran mitigadas con una sola promesa: saliendo de clase y camino a casa, podríamos entrar a la panadería que estaba en la esquina de la 19 sur y 9 poniente, frente al Toreo, a comernos un Colorado recién salido del horno. El hambre infantil que sentíamos después 1 hora de nadar, nos hacía soñar con morder la crujiente costra roja tanto salada como dulce, y salivábamos solo de pensarlo.
El Colorado es una pieza de pan artesanal producto de una masa leudada con levadura, manteca, sal, agua de piloncillo y semillas de anís. La cobertura de gragea roja azucarada le da su distintivo nombre; recién cocido en horno de leña, alcanza el valor gastronómico de sublime. El Colorado no es una pieza de pan exclusiva de la ciudad de Puebla; también se hornea en Atlixco, Izúcar de Matamoros, las Cholulas y en algunas ciudades de la Sierra Norte del Estado. Antiguamente, la cobertura se teñía con carmín de grana cochinilla, uno de los productos agro - artesanales más importantes del Valle de Puebla – Tlaxcala, que se exportaba a España y toda Europa, y que fue fuente de inmensa riqueza para nuestra Ciudad y para todo el Virreinato, solo en segunda importancia económica después de la plata.
El carmín se obtenía de las hembras de insectos parasitarios de las hojas de la tuna nopalera, que se recogían manualmente y se procesaban en forma artesanal en sucesivas etapas que incluían secado y molienda, hasta obtener un polvo muy fino de color morado intenso. Su variadísimo uso incluía fabricar pigmentos al óleo para pinturas artísticas, cosméticos para el rubor y labios, teñir telas y terciopelos en tonalidades desde el púrpura hasta el morado y colorear alimentos, dada su total inocuidad. Si hablamos de seguridad alimentaria, no existe un colorante rojo de alimentos más seguro, que el carmín de la grana cochinilla. Lamentablemente, después de mediados del S.XIX y hasta la fecha, fue sustituido por colorantes artificiales.
Charlemos más de Gastronomía Poblana y ‘’a darle, que es Mole de Olla’’!
#tipdeldia para nuestras autoridades de Salud Pública: urge legislar en favor de la seguridad alimentaria y restringir los colorantes artificiales en alimentos para promover e incentivar el uso del mexicanísimo carmín de grana cochinilla.