Cuando la realidad te alcanza: Demetrio Xolocotzi Hernández, el fotógrafo de la catedral/Taller de Periodismo Ibero Puebla Destacado

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Mundo Nuestro. A sus 88 años de edad, el jueves 13 de diciembre, a plena luz del día, el señor Demetrio Xolocotzi, fue asaltado en el centro de la ciudad de Puebla. Probablemente le quitaron los maleantes la cámara reflex, al parecer una Canon T4i, con las que imprimía directamente a su SD. Presentamos esta crónica escrita por Alejandra López Carvajal, estudiante de Comunicación en la Ibero Puebla, con la semblanza de un personaje que logró convertir la esquina del atrio de la Catedral de Puebla en el zócalo en un altar vital para la fotografía.

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Foto tomada del diario Síntesis.

Son las diez de la mañana de un martes cualquiera. La rapidez con la que se vive actualmente se siente desde temprano. Vendedores que gritan el famoso “llévele”, trabajadores apresurados rumbo a sus comercios, estudiantes que corren a clases, todos bajo la fronda de los árboles y al resguardo de los antiguos edificios que rodean el icónico zócalo de puebla. El ruido y el caos cotidianos son tan envolventes, que muy pocas personas son conscientes de un hecho casi mágico que sucede todos los días a esta hora. Uno que entre tanto alboroto da un respiro a este mundo agitado, un recuerdo de una época pasada: la esquina de la catedral llega Don Demetrio, como lo ha hecho durante veinte años, con una cámara entre sus ya arrugadas manos y una sonrisa en su rostro moreno que alumbra su cabello blanco que se puede ver a lo lejos.

Ahí está, tranquilo, con la cámara Polaroid 195, un fotógrafo dedicado a detener el tiempo por instantes, sentado en la escalinata de acceso al atrio de Catedral Desde donde ha visto la evolución de un mundo agitado y la invasión de eso que llaman tecnología. Ahí espera, observa, y no puede evitar recordar cuando los teléfonos y cámaras como las de ahora simplemente no existían, cuando la opción para guardar un recuerdo de esta tan bella construcción era él. Él y su cámara.



Sonríe, no puede creer que el consejo de un amigo de probar el mundo de la fotografía lo haya llevado a hacerlo por veinte años. A conocer a tantas personas, de tantos lugares y con historias tan diferentes.

–Disculpe --una voz dulce lo trae de vuelta a este martes--. ¿Usted es Demetrio? ¿Me podría tomar una fotografía?

--Sí --contesta él, aún un poco sorprendido por esa interrupción a sus recuerdos--. Colóquese ahí y sonría.



Don Demetrio toma su cámara y flash, otro momento queda entonces plasmado a manos de este hombre.

Ésta podría pasar tan solo por una de las miles de imágenes que ha tomado en su larga carrera, pero por alguna extraña razón no lo es. Lo invade este raro sentimiento que no es precisamente nuevo, es uno que se ha acumulado a través de los años, uno que viene cada vez que oye esa palabra “selfie” o cuando se da cuenta que los celulares ya no son tan solo para hablar, que esos aparatos ya pueden hacer lo que él ha hecho por veinte años. Sí, un sentimiento que le advierte que los tiempos han cambiado, que ya no es necesario tener una Polaroid para capturar un recuerdo.

- ¿Don Demetrio?

- ¿perdón qué? ¿Qué es lo que me estaba diciendo? – Responde el fotógrafo saliendo de su añoranza una vez más­.

--¿Cuánto seria por la fotografía?

--65 pesos, señorita --dice a la vez que una memoria invade su mente de nuevo. Sus fotografías solían costar tan solo diez pesos. Sí, sí que los tiempos han cambiado, se dice.

El resto del día Don Demetrio permanece ahí, entre recuerdos, escalones y algunas fotografías.

– Tiene suerte --le dice a su último cliente del día–. Lo último que quedaba de este rollo, tendré que ir a comprar más, no hay de otra --murmulla Don Demetrio.

Sin más, guarda sus cosas, observa una vez más la catedral y empieza a caminar en dirección a la tienda que ha sido cómplice de su trabajo por tantos años. No sabe que este es el día en que escuchará las aterradoras palabras:

--¡Újuuleee, Don Demetrio!, ese material ya no nos va a llegar, este es el único rollo que nos queda… --sale de la boca del dependiente del otro lado del mostrador.

¿Cómo? ¿Así de fácil? ¿Lo que he hecho durante dos décadas se acaba con esas- irónicamente- 20 palabras? Es esto lo primero que viene a la mente del viejo fotógrafo.

–Ok, pues deme el último –alcanza a decir.

Don Demetrio sale de la tienda con un sentimiento de entre enojo, tristeza e incertidumbre apoderado de él.

--¿Será que ya soy demasiado viejo? 87 años ya son muchos.

Y no se le quita de la cabeza.

Los días pasan, y con cada fotografía que toma el miedo crece, no quiere ni llegar a pensar que estas pudieran ser las últimas fotos que saldrán de su Polaroid 195. ¿Qué hacer? Esa es la de pregunta más difícil en los últimos años. Dejar su oficio, buscar otro, comprar una cámara nueva, simplemente ya no hacer nada. No hay respuesta.

--¿Don Demetrio? Hemos escuchado mucho de usted, nosotros venimos de Acapulco, y cuando nos enteramos de lo que hacía nos dimos a la tarea de encontrarlo…

Está tan metido en todos estos pensamientos, que no se da cuenta de que una pareja joven, con una emoción especial, se ha acercado a él.

En ese momento lo comprende, sabe lo que en realidad quiere hacer. En un instante recuerda a los cientos de parejas que han posado ante su cámara y todas esas personas que han llegado con la esperanza de encontrarlo a él. Sí, los tiempos han cambiado, pero él también puede cambiar.

Ahora, si te fijas bien en esa esquina de la catedral cualquier día de diez a ocho, puede que ya no encuentres esa cámara Polaroid, pero sí a ese señor que ha capturado tantos momentos, risas y viajes. El que se ha tenido que adaptar a este mundo tan cambiante y aceptar que ciertamente ya nada es como antes. Que ahora tiene que cargar con su cámara digital y una pequeña impresora, y que, así como tanta gente, tiene que asimilar que el hoy ya lo ha alcanzado.

ENTREVISTA EN EL DIARIO SÍNTESIS A DEMETRIO XOLOCOTZI

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Sobre el autor

Alejandra López Carvajal

Alejandra López Carvajal es  estudiante de la carrera de Comunicación, en la Ibero Puebla, y participa en el taller de Periodismo con la Maestra Ana Lidya Flores.