Sociedad

A Senna, óleo sobre tela 70x 60., óleo del pintor poblano José María Gavito.



(El cuadro que ilustra la portada de este texto, Cabalgata en Silverstone. Óleo sobre tela 110 x 80, de José María Gavito, refiere el histórico aventón de Nigel Mansell a Ayrton Senna en el GP de Silverstone de 1991. Atrás, el profesor Alan Prost, cuando corría para Ferrari.)

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¿Ayrton Senna es realmente el mejor Piloto de todos los tiempos?

Siempre he sido un convencido de que en todas las actividades a las que se puede dedicar un ser humano, en especial en aquellas que son de competencia, no se puede, ni se podrá, definir al mejor de la historia en forma absoluta. Puede ser el mejor en un evento, en un momento, en una época, pero nunca de la historia entera de una actividad cualquiera.

Siempre intervendrán factores y variables distintas derivadas de los tiempos en que los hechos ocurren.



Cuando en 1984 un joven brasileño debutó en la F1 con un equipo nuevo de nombre Toleman, inmediatamente comenzó a sobresalir su manejo, en especial en el GP de Mónaco de ese año, cuando en condiciones de lluvia y arrancando en treceavo, alcanzó al líder de la carrera, que era Alan Prost, pero la Dirección de Carrera sacó la bandera roja en la vuelta 32 y suspendió la competencia una vuelta antes de que el brasileño rebasara al francés, por lo que terminó segundo. Ahí se vio que la F1 recibía a un piloto que haría historia en los años que vendrían.

En 1985 pasó a Lotus, en 1988 a McLaren y en 1994 a Williams, época en la que obtuvo tres Campeonatos, ganó 41 GP's y consiguió 65 Poles. Esa historía se puede leer y repasar en mil lugares, hasta en la película que se hizo en su memoria (Senna, documental, 2010), pero éste no es el tema de éste escrito.

Fui Seguidor de él desde que apareció en la F1, lo soy todavía, y lo recordaré siempre como uno de los más grandes de está categoría. Considerarlo el mejor de la historia es faltarle el respeto a grandes pilotos como Fangio, Clark, Stewart, Lauda, Prost y Schumacher, a quienes considero junto con Senna y desde mi muy personal punto de vista, los Fuera de Serie de la F1.


¿Entonces porque muchos aficionados y expertos de la F1 lo consideran el mejor de la historia? Pues porque su carrera tuvo muchos elementos adicionales a su enorme habilidad para conducir.

Yo distinguiría en especial y entre muchos, los siguientes:

1.- Su rivalidad con Alan Prost. Aquí sí, sin duda y sin discusión, en términos absolutos la más grande de todos los tiempos. Dos fuera de serie peleando en el mismo equipo, con el mejor y más poderoso auto de la época, no se ha repetido.

2.- Su personalidad. Mediático, carismático, polémico y de fuerte carácter. El único piloto que se ha enfrentado abiertamente a un presidente de la FIA, Jean Marie Balestre, a costa de terminar su exitosa carrera deportiva.

3.- Su muerte. Hoy hace 23 años, en el GP De San Marino, en el Circuito de Imola, en la curva Tamburello, con la rotura de la barra de la dirección de su Williams FW16, perdió el control de su bólido y fue a estrellarse contra el muro de cemento a 218 Km/hr. Se convirtió en leyenda y en un Mito.

Hasta ahí llegó la vida de un Grande, de un superdotado, de un gladiador incontenible, de un ganador irreductible, pero...

No el mejor de la historia de la F1, sólo uno de los mejores.

Escrito por un sennista que lo será por siempre.

Mundo Nuestro. Con esta crónica de su viaje al sur americano, abrimos en esta revista la participación del escritor, periodista, antropólogo, guionista, radiodifusor, artista plástico Leopoldo Noyola Rocha con su blog Mitos sin sustancia. Y nos felicitamos por ello. Viaje al sur: se publicará por partes. Aqui el segundo capíitulo, Lleulleu.




El lago Lleulleu es enorme y tiene la forma de un corredor humano sin cabeza, es decir, un tronco de donde salen dos brazos y dos piernas extendidas, cuyo espejo de agua se explaya por 4,300 hectáreas en las faldas de la cordillera de Nahulebuta. Nuestro campamento queda ubicado en el “hombro” derecho desde donde se nos permite ver un fragmento del “brazo” y la profunda extensión de su “pecho”. Esta forma la vi después en Google Earth, por el momento era imposible percibir nada excepto su grandeza. El Lleulleu se dice que es el poseedor de las aguas más vírgenes de Chile y presumiblemente el lago más limpio de América Latina. Y sí, pudimos constatarlo.

En el camping fuimos recibidos por su joven propietario Felipe Meñaco, hijo del activista mapuche Domingo Meñaco, que estuvo preso en el fragor de alguna de las numerosas luchas que este pueblo ha entablado con toda clase de invasores, desde los españoles del siglo XVI. A la luz y el calor de nuestra fogata Felipe nos platica que el camping es “territorio recuperado” por el pueblo mapuche y que es mantenido por su familia en trabajo Mingako, que es trabajo comunitario; eltequio de ellos. El enorme lago está circundado por caseríos cuyas lucecitas vemos a lo lejos, que a veces llegan a formar incipientes aldeas, la mayoría dedicadas a servicios turísticos.



En la noche tuvimos la primera prueba de la resistencia al frío de parte de nuestros amigos chilenos, pues mientras nosotros tiritábamos abrigados con nuestra chamarritas, ellos andaban con camisetas y shorts. Y algunos de los muchachos descalzos. Estuvimos tres apacibles días con sus noches en el Lleulleu, es difícil describir tanta quietud debajo de un enorme sauce llorón, al borde de un lago apacible que solo en las noches desataba cierta actividad de olas y el ruido de su hipnótico vaivén. Uno de esos días lo aprovechamos para ir a la ciudad de Tirúa a entrevistar, gracias a las gestiones de Cris, a su alcalde mapuche, el primer munícipe indígena de los 15 que hoy tiene la república presidencialista (llamada así porque no existen regiones o estados autónomos, sino que la presidencia designa gobernadores, llamados intendentes, que gobiernan y aplican los recursos de las 15 regiones que componen el país). En el camino tuvimos que pasar por Quidico, una bonita playa atiborrada de paseantes en donde las olas advertían de un mar muy picado, vacío de bañistas que permanecían reunidos en la arena. No sé en realidad si se trataba de arena, vimos la playa de lejos, porque nunca vi arena en mi contacto con el mar del sur chileno. Son playas y lagos de piedras, de piedritas, millones de piezas alisadas por la erosión del viento y el agua por las que en ocasiones es difícil caminar. Y claro, la tentación de recoger piedritas es enorme, de forma tal que caminar sobre ellas es un asunto sumamente dilatado. Cruzamos el puente del río Tirúa para entrar a la ciudad, una municipalidad costera con calles amplias medio vacías en un mediodía de viento frío y sol opaco.



El alcalde Adolfo Millabur Ñancuil, de unos 45 años, nos recibió en su despacho. Me interesaba conocer su versión sobre algunas inquietantes noticias que había leído sobre los pueblos mapuches en el Chile de hoy. En concreto, la aplicación de la ley antiterrorista casi exclusivamente para ellos y la situación de la Machi Francisca Linconao, autoridad mapuche, que fue acusada junto con 10 comuneros mapuche de un ataque incendiario que originó la muerte del matrimonio Luchsinger-Mackay en 2013, y que este año de 2017 se puso en huelga de hambre contra la acusación de terrorismo que a sus 81 años es evidentemente insostenible. El caso de la Machi Linconao volvió a poner en el banquillo a la Ley Antiterrorista creada por Pinochet para encarcelar opositores e inexplicablemente mantenida por la democracia, entre sus efectos perniciosos dobla las penas en casos de incendio, homicidio y secuestro; permite el uso de testigos protegidos y extiende los períodos de prisión preventiva.

La guía espiritual cumplió nueve meses en prisión preventiva en medio de un gran debate nacional, en enero fue trasladada al Hospital Intercultural de Nueva Imperial y entre muchas protestas publicó un video dirigido a la presidenta Bachelet en el que le expresaba estas palabras:

"Le exijo que venga a verme, yo tomé la huelga de hambre, estoy sufriendo y usted entenderá, como mujer y doctora. Usted tiene que apoyar a la mujer, soy inocente del caso Luchsinger-Mackay, injustamente llevo encarcelada nueve meses, usted tiene que hacer algo."

La presión de diversos organismos de derechos humanos y parlamentarios provocó que la Machi dejará atrás los nueve meses de encierro y los 14 días de huelga de hambre para un arresto domiciliario mientras se resuelve el caso.1

El alcalde Millabur, que es un político formado, me respondió con inusitada sinceridad todas mis preguntas. El conflicto mapuche no tiene similitud con el fenómeno étnico de nuestro país, donde los pueblos originarios han sido doblegados en prácticamente todos los casos; allá los mapuche siguen en pie de guerra, no se reconocen como chilenos “más que formalmente” y tienen claro que su lucha es por recuperar lo que alguna vez fue suyo y que les ha sido arrancado por los españoles, chilenos, alemanes, italianos y cuanto extranjero ambicioso ha pisado su territorio. Sobre nuestro campamento, nos platicó:

“Cuando yo era niño pasaron cosas muy terribles, desde que tomaban a la gente, la subían a un helicóptero y los metían en botes en el lago LLeulleu, los amarraban y los metían al lago para que dijeran quiénes eran los que estaban ahí dirigiendo y quiénes estaban contra de gobierno.”

La entrevista se publicará por ahí, seguramente el blog “de antropología mexicana” lo pondrá a tu disposición. De regreso al Lleulleu vimos en la carretera dos mensajes: “Territorio río Mapuche” en una madera y “No a la minera” en la pared exterior de una parada de bus, por cierto ampliamente utilizadas para esos efectos.

A los tres días, adiós Bío Bío, partimos de la Región de La Araucanía para sumergirnos más al sur, con vistas espectaculares como la que se aprecia del mar desde Marihuen. Comenzamos a circular por tramos más o menos largos de terracerías en buen estado, pues ha sido larga la sequía, atravesando hermosos e impresionantes ríos como el Imperial, de al menos 150 metros de ancho; polvosas serranías pobladas de tupidos arbustos y, de pronto, el océano Pacífico, como nos ocurrió antes de llegar a Hueñalihuen. Las paradas de los autobús (“buses”) en la carretera son pequeñas y graciosas cabañas de 4 X 2.5 metros cuadrados.

Nos detuvimos a comer en Carahue, un pueblo grande de viejas casas de madera que mezclan lo mejor de las culturas huilliche, la rama austral del pueblo mapuche, y española, revestidas de tejuela. Una farmacia del Dr. Simi en una céntrica esquina (sin consultorio, por cierto) y una amplia plaza central con un pequeño mercado de puestos de artesanías. Comimos en el “Restaurante Histórico”, así se llama, contra esquina de la plaza, merluza con papas a la francesa y una salsa de chile (aquí “ají”, por favor) muy cocinada y sabrosa.

Al salir de Carahue atravesamos sus barrios de madera. Llama mi atención una pequeña parabólica en una casa marca “Telmex” y una serie de anuncios pulcramente elaborados por alguna autoridad que hacían indicaciones en lenguaje inusual para ese mexicano extraviado: “No virar izquierda” o “Arriendo sitio”. Y en alguna pared, con ignorante autoridad: “No botar vasura”, la primera falta ortográfica de muchas que me habría de encontrar en el trayecto, pues percibí que en este renglón los chilenos no son muy fijados.

Pasamos por la histórica Nueva Imperial, donde se firmó el Pacto de Negrete (Paz de Quilín) en 1641. Y en Temuco, pueblo arbolado, volvimos a tener una muestra de la arquitectura maderosa en agraciadas casas con techos de dos aguas y multifamiliares del mismo material, muy distintos, diversos y bonitos, construidos para seres humanos y no para palomas, como los de acá.

En esta zona de carreteras principales se multiplicaron los viajeros “a dedo”, es decir, mochileros, como también les llaman. En Osorno nos despedimos del territorio mapuche para entrar a una suerte de Sajonia chilena. A esta región llegaron sucesivas migraciones de alemanes desde finales del siglo XIX con infinidad de implicaciones para la flora, la fauna y el paisaje circundante. Hoy es la zona ganadera con los mejores pastos de Chile y rápidamente reconocí el fino ganado “cara blanca” pastando en la llanura, que proporcionan las mejores carnes y los mejores quesos con su leche selecta.

- Debe haber buena leche aquí –le dije a Frank, que manejaba extasiado.

- ¿Leche?, aquí está toda la leche de Chile –respondió.

Íbamos veloces, la idea era llegar al lago Rupanco antes de que cayera la noche.


Las fotos, cortesía de Malú Méndez Lavielle.

Cita:

1 El Mostrador, por Catalina Barrios, 7 enero 2017

Mundo Nuestro. Con esta crónica de su viaje al sur americano, abrimos en esta revista la participación del escritor, periodista, antropólogo, guionista, radiodifusor, artista plástico Leopoldo Noyola Rocha con su blog Mitos sin sustancia. Y nos felicitamos por ello. Viaje al sur: se publicará por partes. Aqui el primer capítulo, Bio Bio.

Salimos de Santiago con destino al sur, en donde Chile se incendia para desazón de todos. La mañana sigue siendo gris como en días anteriores, aunque a la distancia se atisba la esquiva cordillera de los Andes. La cordillera nevada en el invierno debe ser majestuosa, pero en verano es solo un muro impresionante de cerros secos y pelones.



Los viñedos Gauciño en el sur de la ciudad capital nos dan una probada de lo que nos espera adelante; ubicuos cartelones de Cervezas Cristal (la Corona chilena) serán también en lo sucesivo una presencia inamovible del paisaje.

Los incendios de bosques en la región de Constitución han sido la noticia, aunque nuestra llegada marca la fecha de su declinación debido a los ingentes esfuerzos del gobierno y las autoridades locales, desde luego los heroicos bomberos, así como arrojos espontáneos de empresas y potentados entre los que se cuenta un avión llamado el “Súpertanque”, traído por una millonaria, que propició innumerables bromas entre los periodistas y la gente; lo cierto es que los incendios declinan y llegan a su fin cuando nosotros iniciamos nuestro viaje al sur.



Un balance del 2 de febrero cuantificó en 547 mil las hectáreas consumidas por el fuego, 3,782 damnificados, 11 fallecidos, 1,047 casas quemadas y 1,108 ciudadanos albergados.1 El desastre desató la emergencia en 72 comunas de las regiones de O’Higgins, Maule y Biobío, precisamente en nuestro itinerario, lo que no dejaba de ser inquietante. ¿Qué veríamos?, ¿qué oleríamos? Como sea, nada más lejano de nuestro ánimo que la calamidad o la melancolía.

Nuestro primer tramo contempla el tránsito Angostura-Rancagua hacia la ciudad de Concepción. Rápidamente obtuvimos una primera postal de la cordillera de los Andes nevada y la extrañeza de una infografía carretera diferente a la nuestra: “No botar basura”, pide un anuncio. Primera caseta: 700 pesos chilenos; segunda caseta: 3,600. ¡Ah, jijo! Los chilenos llaman “lucas” a los miles (tres lucas seiscientos), a los millones “palos”. Un dólar: 20 pesos mexicanos, 707 pesos chilenos, centavos más o menos. Ya nos vamos entendiendo, aunque es fácil hacerse bolas.



El primer tramo del camino es acompañado por un hermoso sol, pero no con el prometido calor de un ardiente verano que habíamos previsto. Uvas, frutales, maíz. Cruzamos el puente del primer gran río, el Chachapoal. Seco. Hermosos y frondosos sauces llorones, palmas, perales, álamos. No nos sorprenden ciudades y pueblos llamados San Fernando, Talca, Curicó, Tinguiririca, Chimbarongo, pero Peor es nada y Las siete tazas sí nos dejan pensando.

La famosa Vía 5 atraviesa Chile de norte a sur. Por la región del Maule el paisaje se regodea entre verdes oscuros y claros de los diferentes cultivos de riego perenne. Tierra de abundancia la de aquí. Ahí está Parral, la breve patria de Neruda. Los anuncios espectaculares hablan de Enoturismo (relativo a vinos) y el volcán El Mocho (también llamado Descabezado grande y chico, me dice el informado Frank) y otro monte picudo nos acompañan a lo largo de cientos de kilómetros, entre los que contamos numerosos puestos de “frutillas” recién cosechadas. Parecen fresas: son fresas. Unos zopilotes (llamados jotes) circundan unos restos y, uno de ellos, joven y retador, atraviesa la carretera a baja altura.

Pronto son evidentes las numerosas áreas con monocultivo de eucalipto que se distinguen fácilmente por su segmentación, los árboles separados a una misma y breve distancia uno del otro; los tamaños parejos por tener exactamente la misma edad, distribuidos en bloques rectangulares. Tristemente bonitos, pues son árboles sanos, frondosos y sanos, pero que han sustituido el bosque nativo para llenarle los bolsillos a alguien.¿Creando nuevos bosques? Un despistado podría creer que sí, pero un joven estudiante mochilero que viaja con nosotros de rait me explica que el bosque, que es un ecosistema (un ecosistema está formado por un conjunto de organismos vivos y el medio físico donde ellos se relacionan, una unidad compuesta de organismos interdependientes que comparten el mismo hábitat, aprecio después en Wiki), ahí ha desaparecido. Ya no hay nada sino un monocultivo que en unos años será arrasado por las máquinas para volver a sembrarlo y así, en un ciclo en el que no existen organismos asociados. El eucalipto crece muy alto, regular y derechito, enfatizando su utilidad como madera de uso, con poco follaje y troncos de entre 30 y 50 centímetros de diámetro y entre 20 y 30 metros de altura. Hay campos con diversas edades: recién plantados, de unos años, casi listos y en vías de ser cosechados a los 10 años de edad aproximadamente. El predio cosechado luce como un campo de batalla donde se ha producido una masacre. Un páramo de palos desolado y sombrío. Y, en algunos casos, ya se ha sembrado la siguiente generación.

¿Acaso me bajé a medir el grosor de los troncos? No, no fue necesario. Innumerables camiones “bolilleros” recorren el camino cargados de troncos con el señalamiento de su grosor. Nunca menor a 30 centímetros, muy pocos de 50 y alguno extraordinario mayor a eso.

Antes de llegar a Concepción, por Talcahuano, es posible advertir los primeros signos de los incendios que han convulsionado a los chilenos en este inicio de año. Olor a quemado.

El océano Pacífico aparece de improviso un poco antes de llegar a la histórica ciudad de Concepción, escenario de acontecimientos, terremotos y tsunamis memorables. Un enorme puerto industrial ubicado en la bahía del mismo nombre fundada en el siglo XVI por el mismísimo Pedro de Valdivia. Ahora es una metrópoli de al menos tres ciudades que se extiende hasta la península de Tumbes.

Tras unas diligencias en el centro de Concepción seguimos nuestro viaje al sur y antes de abandonar del todo la ciudad contengo la emoción al contemplar el enorme puente que cruza el histórico y majestuoso río Bío Bío, protagonista principal en la larga lucha de varios siglos entre españoles y mapuches. En la preparación del viaje estuve leyendo muchos materiales sobre Chile, entre ellos el libro fundamental de José Bengoa,2 que narra a detalle los pormenores de esa lucha que dura encarnizada hasta la llamada paz de Quilín en 1646. Por supuesto la lucha sigue hasta el día de hoy, pero aquel tratado sin duda impidió una carnicería mayor de los enconados ejércitos tras un siglo de lucha sin cuartel, que además es un acuerdo inédito entre el reino español y un pueblo originario, en el que los españoles aceptan no encomendar, ni esclavizar y ni siquiera utilizar la mano de obra indígena en sus asentamientos; no recibir tributo alguno de esos pueblos y darles libertad religiosa para creer en lo que deseasen, así como de movimiento entre sus tierras siempre que fuera hecho todo eso al sur del Bío Bío, que marcaba ahora la frontera de Nueva Extremadura, llamada posteriormente Reino de Chile. Su única obligación era ser súbditos del rey español.

El Bío Bío es un gran río que en este punto luce hermoso y de una anchura impresionante. No lo sabíamos, pero la aventura nos habría de llevar, semanas después, a las tierras en donde se origina este enorme caudal, el Alto Bío Bío que en ese momento no tenía manera ni de soñar en conocer.

Pasando por las afueras de la población de Lota fue posible advertir los primeros signos de pobreza chilena (al fin), que había buscado inútilmente desde nuestra salida de Santiago en los pueblos y en las entradas de ciudades, pero que no había podido ver. Como sea, nada comparado a nuestra miseria, aquí se trataba de casitas humildes y un poco destartaladas. Lota también es una exitosa playa llena de paseantes.

Viajamos por la carretera costera hacia Araujo acompañados por el mar. Pequeños lagos habitados de patos rodeados de verdor. Aquí el camino adquiere súbitamente una singular personalidad. Una arquitectura muy definida y de la cual tendré oportunidad de hablar más tarde y los atisbos de una lucha social que no aparece en las páginas de sociales. “No a las cuotas regionales del bacalao”, reza un letrero en una lancha que ahora es escenografía a la vera del camino.

La comuna Los Álamos, a los pies de un gran cerro, es una población de casas bonitas de madera que veremos a lo largo de nuestro recorrido por sur chileno. Por ahora vamos hacia Cañete, en territorio de la Araucanía. Pasamos por Antihuala, el primer poblado netamente mapuche que luce extrañamente vacío a las 7:30 de la tarde (aquí anochece pasadas las nueve), ni un alma en las calles ni frente a sus casas. Huillinco, otro pueblito del camino, nos ofrece de forma más compacta y armónica otra muestra de la arquitectura del sur.

La luz del atardecer ayuda a resaltar los contrastes del verde e incrementa la belleza de estos parajes. Un anuncio carretero nos informa que vamos ahora por la “Ruta originaria”. A las 8 de la noche, con muy buena luz del día todavía, llegamos al pueblo maderero de Cañete, donde advierto una “desarmaduría” (un deshuesadero), pasamos Reputo (no quise investigar sobre su gentilicio), luego Lanalhue, el primer lago de nuestro recorrido y, unos treinta minutos después, Frank anuncia la llegada a nuestro primer destino del viaje al sur: el lago Lleulleu.

1 Navarro Brain, Alejandro, Incendios: se agotó el “modelo” forestal neoliberal, El Ciudadano, 2 de febrero de 2017

2 Bengoa, José, Historia de los antiguos mapuches del sur, Catalonia, 2008, un regalo, por supuesto, de Cris.

Cielo e infierno, y una justicia para la que no hay purgatorio. De la religiosidad popular a la madriza de barrio. De la fiesta fundada en las tradiciones al agandalle de guaruras que se saben impunes. Todo eso en el barrio de San Juan Aquiahuac en San Andrés Cholula.

Una historia que cuenta en tres tiempos Josué Xicale Coyópol, cholulteca de San Andrés, abogado defensor de los derechos humanos de los cholultecas agredidos por el gobierno de Moreno Valle y sus proyectos mercantiles en la Pirámide de Cholula. Esta semana Santa ha cumplido también con el cargo festivo de castillero del barrio de San Juan Aquiahuac.

Una historia que remata en un cuarto tiempo: la movilización de Cholula Viva y Digna.



Primer tiempo: El cielo de los castilleros

Sábado de Gloria, invitación a los periodistas: mañana domingo, a la festividad religiosa en honor a Jesús Resucitado. Este año yo soy el castillero del barrio de San Juan Aquiahuac, de San Andrés Cholula. (En este cargo, me toca ser el encargado de presupuestar los fuegos artificiales, juntar a más de 80 colaboradores y colectar el dinero para el Castillo y bombas de luz, para la festividad del domingo de Pascua, colecta que se realiza durante más de dos meses. La Iglesia donde se llevará a cabo, está atrás de la UDLA, en la 14 Oriente). La misa de fiesta es a las 8 pm y a las 9 pm es la quema de los fuegos artificiales, posteriormente empieza el baile. Ésta festividad es la más importante en el barrio de San Juan Aquiahuac y si gustan saber más sobre ella, con gusto mañana los esperamos. Participamos activamente en la defensa del territorio cholulteca y también participamos activamente en nuestras tradiciones.



Pd. Pueden asistir con toda su familia. Habrá baile y antojitos mexicanos.

Gracias. Atte: Lic Josué Xicale Coyopol



Segundo tiempo: El infierno de los cadeneros

1.36 horas del domingo de resurrección, mensaje en Whats: Urgente: Nos acaban de golpear a los castilleros del cargo de la Iglesia de San Juan Aquiahuac, los cadeneros de seguridad del antro Bhura sólo por ir pasando frente al bar camino a una cena y como nos ven mal vestidos y de la nada nos golpearon a varios muchachos de San Andrés dejándolos desfigurados de la cara.

1.17

1.20

1.05 Mediodía del domingo, el relato a las afueras del C5: Después de adornar y arreglar la iglesia, en la noche se acostumbra a que los mayordomos de esta festividad nos inviten a comer a su casa como una forma de corresponder la ayuda de los muchachos. Entonces después de arreglar las enramadas y de adornar la iglesia, íbamos caminando sobre la 14 oriente hacia la casa del mayordomo. Y fue cuando los empleados de relaciones públicas y los taberneros del bar Bhura, empezaron a ofender a los muchachos castilleros porqué llevaban sus bicicletas, y los empezaron a ofender diciéndoles que eran unos nacos, bicicleteros, pinches jodidos, y por eso es que los muchachos les dijeron que por qué les ofendían, porque se sentían muy fresas y de dinero, y por ese motivo les empezaron a golpear los cadeneros del bar Bhura, y también salieron los del bar Mantra y del bar Lips. Entonces aproximadamente como treinta cadeneros les dieron una golpiza a nuestros muchachos que habían ido a la festividad religiosa y que iban pasando por ahí. Los golpeados son aproximadamente 14 personas, entre ellos los de gravedad son Paúl Xicale, que tuvo que ser hospitalizado, Elías Tepetl Solís, que también tuvo que ser hospitalizado, Roberto Machiri Cuaheitl, que también tuvo que ser hospitalizado y Martin Cuatlehua, que le golpearon la boca, Andrés Tepete Cuautle que también lo golpearon en la cabeza, tiene muchas lesiones, también a Eduardo Romero Juárez, también a distintos muchachos que ahorita no recuerdo sus nombres. Todos ellos recibieron múltiples golpes en diversas partes de su cuerpo y tal como les enviamos las fotografías.

3.50 horas. Recuento: Sólo detuvieron a 14 cadeneros. Lesionados 3 graves y que fueron al hospital y 8 con golpes pero se aguantaron y ya no fueron al hospital.

Tercer tiempo: Viacrucis tardío, la justicia no resucita en Puebla

Recuento en el C5: Como veníamos en procesión de la iglesia hacia la casa de los mayordomos, por eso es que la gente del barrio se empezó a juntar. Solicitamos y exigimos que la policía detuviera a los responsables. La policía tardó más de tres horas en detener a los responsables, porque no querían y hasta que hubo presión del pueblo, y les taparon y solaparon la arbitrariedad que hicieron porque empezaron a dejar ir y huir a los responsables que golpearon, entre ellos dejaron huir también al gerente y a varias personas del bar Pura, ubicado en la 14 oriente.

Después de que la policía y el ayuntamiento clausuraron el bar tuvieron que salir todos los guaridas del bar y fue que uno por uno se les fue señalando a los golpeadores y los remitieron al complejo de seguridad. En el complejo de seguridad los tuvieron desde aproximadamente las 3:30 de la mañana hasta las 8:00 de la mañana para tomarles declaraciones a los agresores y a las víctimas.

Posteriormente, los trasladaron al ministerio público, en el C-5 que está sobre el periférico casi a la altura de la autopista a México. Desafortunadamente, llegando al ministerio público, lo único que se logró fue que la impunidad siga existiendo porqué lo único que pasó es que pagaron los daños y los gastos médicos de los muchachos golpeados sin tener ninguna responsabilidad mayor, todo por el trabajo mal hecho del ayuntamiento de San Andrés y de sus policías que intencionalmente hicieron mal las revisiones, los reportes de las detenciones de las 14 personas detenidas, y por eso nuestros castilleros no pudieron quedarse tranquilos de que se hizo justicia.

Y por eso es que denunciamos que mañana lunes a las 7 de la mañana, se va a reunir todo el barrio de San Juan Atliahuac, para ir a exigir a la casa de León su Paisano, que clausuren definitivamente ese antro así como toda la lista de los golpeadores y que ellos respondan por lo que hicieron, y además de que no vuelvan a cometer ningún abuso sobre la gente de Puebla y de Cholula, porque en días pasados se han registrado varias golpizas de cadeneros en ese círculo de bares que están cercanos. Si tienen alguna duda pues les agradecemos su atención. Mi nombre es Josué Chicales, soy el castillero de este año de la Pascua, gracias.

Cuarto tiempo: la fiesta religiosa sigue, la movilización civil también

16 horas: hoy a las 8pm es la misa de la Pascua y a las 9pm es la quema de los fuegos artificiales, a esa hora haremos la denuncia de lo sucedido ante todo el barrio de San Juan Aquiahuac, se informará de la acción social que se realizará mañana lunes a las 7am hacia la casa del presidente Paisano con el pueblo reunido. Gracias y si pueden más tarde nos vemos o mañana temprano, por favor. Gracias. Josúe Xicale Coyópol.

Lunes 17, 8.35 de la mañana: En la casa del presidente nos dijeron que nos va a atender en un rato, después de la ceremonia de la bandera en la presidencia. Ya vamos caminando con la gente a la presidencia.

8 am en la presidencia municipal de San Andrés Cholula: Hace unos momentos nos reunimos en la presidencia municipal con Leoncio Paisano el presidente. Estuvo Daniel Delis, secretario del ayuntamiento, la licenciada del Jurídico y otro abogado. Por el pueblo estuvimos la mayordoma de la festividad de la Pascua, la señora Reina Cuahuey, el síndico de la iglesia de San Juan Aquiahuac, Félix Pepetl, el castillero de la festividad de la Pascua, su servidor Josué Xicale, el fiscal de la parroquia de San Andrés Cholula del año 2016, Florencio Xicale, y otras personas que han hecho cargos en el barrio de San Juan Aquiahuac, así como los padres de familia de los muchachos lesionados que sufieron la golpiza de los cadeneros del antro Burha, como Paúl Xicale, quien resultó más lesionado, y el licenciado Adán Xicale, papá de Paúl y de su servidor. Se le hizo el relato por parte de la señora mayordoma. Se le aclaró al presidente que es un problema social, no jurídico, pero él al principio muy apático, y su Secretario del Ayuntamiento dándoles preferencia a los antreros, dijo que si uno pasa frente a un antro y te agreden, lo que tienes que hacer es quedarte callado y seguir tu camino. Entonces le cuestionamos que si le pegan uno de sus hijos entonces él se va a quedar callado y se va a dar la vuelta. o si le ofenden a él, ¿se va a quedar callado y se va a dar la vuelta? El secretario del Ayuntamiento mejor guardó silencio luego de esos argumentos incorrectos y con una actitud apática ante los usos y costumbres de nuestro barrio, además de que se le dijo que él ni siquiera es de San Andrés Cholula y no conoce nuestras tradiciones. Mejor se quedo callado. El presidente siguió en su actitud fría. Entonces las señoras madres de los muchachos lesionados le expusieron la golpiza a sus hijos y le exigieron justicia. Luego el licenciado Xicale hizo un planteamiento de que deben de respetarse los usos y costumbres y las tradiciones de los oriundos del barrio de San Juan Aquiahuac y no darle preferencia a los antreros e inversionistas que llegan a invadir nuestro territorio. Así que se le planteó a Paisano la exitgencia de que clausuraran definitivamente ese antro, que no le volvieran a dar licencia, y que se desmantelara esa mafia de cadeneros golpeadores, se expuso que no es el primer caso. Y se le exigió seguridad para las personas de la comunidad encargadas de las festividades, puesto que el día de los hechos los policías le dieron preferencia a los antreros, que llegaron en actitud de cuates con los cadeneros y los del antro, entraban y salían del antro y a los agraviados, a los golpeados, no nos hacían caso. Se les dijo que el papel de la policía es totalmente deficiente, que hubo errores intencionales, para que nuestra acusación de que nos golpearon no tuviera éxito, pues la policía señaló que fue una riña, con lo que no estamos de acuerdo, pues el delito fue una agresión, los cadeneros tienen la responsabilidad del cuidado dentro de su lugar de trabajo, no en la calle,no tienen nada que hacer y se pasan hasta la ciclovía. Finalmente Paisano cedió, dijo que van a buscar todos los elementos jurídicos, y nosotros les vamos a dar todos los elementos de las afectaciones y daños que nos hicieron como castilleros, vamos a proporcionar los testimonios, las fotografías de las agresiones, y se va crear un expediente para que se cancele la licencia de ese antro. Se acordó que van a cerrar definitivamente ese anatro yque van a desmantelar esa red de golpeadores cadeneros, y ya quedaron boletinados las 14 personas que fueron detenidas para que no vuelvan a trabajar en esos antros, ni de cadeneros ni de nada. Esos fueron los dos compromisos.

Puede ser cualquier año: Agua Azul, el inconmovible balneario retratado en el domingo de pascua del 2014.

Este domingo los cuerpos le pertenecen al sol. Y en el agua se revela toda la sabiduría aprendida para retener su energía.

(Foto de Periódico Digital)

Los cuerpos que veo:



El mío, con su barriga anunciada hace años, con un blanco nórdico, desencanchado de todo propósito futbolero que no sea el televisivo, con músculos que han perdido su dureza juvenil y con los que me engaño para salir del redondo título de panzón… Mi cuerpo, plantado ante una barra alta y vacía de barman y de bebidas, a medio Agua Azul, perdido en un tendedero de toallas, anafres, lonjas y griterío, en el más acuático y populoso refugio del sol puro, azufrado por infernal, el único reducto público para asolear la piel y el espíritu en todo el valle de Puebla.

Y los cuerpos de los otros, abiertos a la luz, en la absoluta libertad del volumen, inmisericordes en el desvarío alimenticio, plenos y felices, cinturitas y cuerpos de uva, petaconas y viboritas, forzudos y alfeñiques, lampiños y barbudos, tatuados tímidos y salvajes, vientres de lavadero y de pulquero, calvas tostadas y melenas arrebatadas, piernas alfileres, muslos granulados, bíceps acerados y colgantes. Cuerpos todos abrazados al sol.

¿Queda un resquicio para la soledad en Agua Azul?

Foto de Mundo Nuestro

Aquí la soledad se suda, se evapora, cumple el mandato del cuerpo etéreo, sin vergüenza ni impudicia, sin recato alguno. Leo una frase de Natalie Angier (Mujer. Una geografía íntima, Paidos, 2011): “Mis óvulos, mis genes, no me pertenecen, no son ni siquiera míos; son algo que comparto, es como donar sangre.”



Es como mirar al cielo y disolverse. Aquí abunda la sangre joven. Niños en racimos como cerezas en el pastel blanquecino, lechoso, de nuestro inframundo; niños que se esfuerzan a golpes por batirlo. Entre más chicos más ligeros y escurridos sus cuerpos, casi no veo niños obesos, pero veo retratado el futuro que se les viene en los cuerpos de los adultos porque es imposible no mirar el sobrepeso que vuela en el aire fritanguero de los anafres.

Junto a la barra, una señora despliega toda la bravura del aceite hirviente contra las mojarras. El aire quemado seduce a su marido que espera cerveza en mano.

Llega una familia joven. Dos hijos, niño y niña entre siete y diez. El padre es experto en balnearios: identifica en un vistazo el lugar perfecto y no hay duda de que es inexplicable que no esté ocupado ese rincón de sombra a medio metro de la alberca infantil. En veinte segundos e madre y niños chapotean enteros en el ritual del agua imaginada por los cuerpos con la avaricia rotunda del empuje del sol. El hombre acomoda la visera de su gorra, no se quita la playera, se sienta en la orilla, mira aborto el agua blanca. Me entretengo con un juego antiguo: imagino al hombre, ¿obrero, oficinista, profesor, policía? Su mirada regresa del agua por el grito del niño. Alcanza la pelota que han traído, la arroja a la alberca, se lanza tras ella. Su hijo lo espera.



Todos son rellenitos en la familia vecina. La abuela, cuando la dejan sola, pronto me dice que tiene 44 años, quince menos que yo, y que tiene veinte de no venir a Agua Azul, así que se entretiene en señalarme las novedades en albercas y toboganes. No se preocupa por el sol --estoy mala de la garganta, me dice--, así que a la sombra le va bien el mandil fritanguero y el vestido a la rodilla que cubre. Cuando llega el nieterío --son cinco--, una hija y un yerno, todos escurridos, ella ya ha ganado un lugar en la barra y tiene dispuesta la primera tanda de comida con el arsenal de sanwiches servidos en platos desechables que duran un suspiro. No se dicen mucho, y no tengo tiempo para entenderlo porque en un instante todos se han ido por las callejuelas de cemento de regreso al agua y al sol, sin atender el reclamo del letrero que pide contra los calambres tres horas de digestión como mínimo. No hay pesadumbre para la abuela. Está en la sombra, engulle su sanwich y yo la miro con veinte años menos, aquí mismo, ya con cuatro hijos, corriendo al agua, dejando a una abuela de mandil y vestido a cargo de la sombra y de los recuerdos.

“Al rato preparo los chilaquiles”, me dice.

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Fotos de Mundo Nuestro

El sol se somete a los jóvenes. Abajo sobresalen las cabecitas y los brazos decididos a romper el equilibrio del mundo. Las dos cuerdas desplegadas a lo ancho de la alberca son el más entretenido de los juegos. Por los dos extremos se animan los cuerpos equilibristas, pies y manos sujetos a los cables sostenidos por las manos y las risas de quienes que los zangolotean. Las extremidades se tensan, plásticas, sin importar gorduras o flacuras, envueltas en el vértigo espeso y blanco del agua.

Y así todos los cuerpos son bellos ante el abismo.

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Encuentro en el celular esta foto. Agua Azul en los años treinta. A la vista el esplendor del río que hemos perdido. Es un rio denso, lleno, serio, corredor de todas las tormentas, y limpio, decidido a tomar el rumbo del sur, ajeno al retén que le romperá el alma años después en Valsequillo. Después, la arboleda que circundaba al pueblo textil de Mayorazgo. En el fondo extremo, la serranía del Tentzo y la imaginería campesina de los nahuatls de San Andrés Azumiatla, ajena a los avatares modernos de una ciudad industrial incapaz de saltar la barrera acuática. Arriba, el sol y las nubes, y con ellas el paso del tiempo. Agua Azul, con el viejo tobogán perfilado en una larga onda desde el norte, el territorio de la ciudad que a todos contiene con el sol de marzo que nos derrite. La ciudad proletaria que lo ha tomado desde hace años y le planta la cara a los catrines.

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Vuelvo al sol del domingo. Fundido a mediodía en el pueblo pleno, feliz, antiguo. Asado, tembloroso, escurrido.

Y miro la alberca en el primer plano. Cuántos cuerpos y esplendores e historias se han colado por ahí al sol, cuánta agua ha corrido desde la fosa que le ha dado por el azul su nombre al balneario. ¿Y cuánta ciudad se ha ido por ahí?

No todo está perdido en México.

Hay un pueblo justo del otro lado de la Malinche, San Juan Ixtenco, en la falda al nororiente de la antigua montaña tlaxcalteca. Es un pueblo 0tomí en pleno altiplano, tal vez el más retirado de la sierra poblana con ese origen. Si llegas temprano un domingo de ramos, encontrarás que todavía guardan la tradición de las palmas y el canto bendito, bendito, bendito sea dios, y verás el atrio repleto de santos y estandartes que han llegado de los barrios con las campanas del templo al vuelo.

Si fuera el día de la Candelaria se les vería dirigirse después a sus campos, a sembrar el alberjón con la seguridad de que las humedades de diciembre algo dejaron para ayudar a que brote esa maravilla que nos comeremos en tlacoyos unos meses después.

Pero hoy es domingo de ramos, el día de la fiesta del maíz.



La carpa amarilla en las calles que bordean la plaza por el lado de la presidencia municipal te da idea de que el jolgorio tras el rezo se llevará el resto del día. Hoy es la fiesta de los campesinos maiceros: cada año arman un festejo dedicado al maíz criollo de Ixtenco, un pueblo decidido a rescatar la más antigua y fuerte de nuestras raíces culturales.

Hasta San Juan hemos ido a dar en este domingo de ramos Emma y yo para encontrar a Alicia y su grupo de animosas biólogas de la CONABIO, muy metidas como están en la genética de los montes templados y en el propósito de recuperar con los campesinos el maíz criollo del altiplano de México.

Y en eso son expertos los ixtencos: identifican por su nombre al menos 22 variedades cultivadas por ellos. Y todo lo muestran en puestos atiborrados de mazorcas y artesanías. El color y los sabores se te vienen encima como discurren los pájaros que bajan del cerro para alumbrar los campos una mañana de primavera, ni pa dónde hacerse en el tumulto. Y los nombres, de tan sinceros, están para reconstruir el idioma: sangre de cristo, blanco, negro, azul, coral, crema, rosa, cacahuazintle, cola colorada, azul cola roja, ajo, gorrioncillo, gato. Y la comida, moles y tlacoyos. Y los aretes de elotitos, y los collares de pepitas. Pura ilusión campesina de un país en el que no todo está perdido. Entretenido el domingo. Muy lejos de los desastres y violencias que nos acompañan día a día en las noticias. En la útima fotografía, el botín maicero, calabaza y todo.





¿Para qué hacer un libro? Los libros son objetos solitarios, sólo se cumplen si otro los abre, sólo existen si hay quien esté dispuesto a perderse en ellos. Como la filantropía. Como este quehacer de ustedes, en el que hay que perderse para encontrar a los demás.

Los que hacemos libros nunca estamos seguros de que habrá quien le dé sentido a nuestro quehacer. Escribimos un día aterrados y otro, dichosos, como quien camina por el borde de un abismo. ¿A quién le importará todo esto?, nos preguntamos, mucho más egoístas que quienes dedican una parte de su tiempo, o su tiempo todo, a la filantropía.

¿Para qué hacer una novela? ¿A quién le importará?, nos decimos a veces.



En cambio ustedes, quienes dan por dar, los filántropos, no parecen tener esta duda. Sin embargo, sé que la tienen. Quienes practican el raro arte de dar porque sí, porque así están hechos, porque para eso viven, también dudan. ¿Valdrá la pena? ¿Por qué dedicar horas a los demás?

A veces los escritores gastamos tiempo en dudar. ¿Qué será mejor? Escribir fuego o escribir lumbre, escribir mar o escribir deseo, escribir deseo o escribir anhelo, afán, absoluto, capricho, pasión, sed, vehemencia, antojo, luna, luciérnagas.

Escribir filantropía o escribir egoísmo, ustedes no se lo preguntan.

Menos certeros que los físicos, más empeñados en la magia que los médicos, los escritores trabajamos para soñar con otros, para mejorar nuestro destino y, si fuera posible, para mejorar, siquiera a ratos, la vida de alguien.

Lo que yo hago cuando escribo no es filantropía, pero es también un afán de apego a los otros. Por eso, con toda humildad, sé lo lejos que estoy de quienes, como muchos de ustedes, dedican sus vidas, cabal y resueltamente a compartir y mejorar la vida de otros. Al mismo tiempo, sé lo que procura, lo que da, esa pasión.



Los escritores cumplimos con el deber de inventar cada mañana un mundo y escribimos para sentir que en algo mejora nuestra realidad si podemos invocar otras, crear y creer en otros. Los filántropos, tanto como los escritores, saben que la vida tiene su barbarie y sus dificultades, pero ellos quieren, tratan y muchas veces consiguen cambiarla con más que las puras palabras. Por eso resulta fascinante conocer y acompañar su trabajo. Admirarlos.

Yo muchas veces creo que la vida está regida por el azar y que poco puedo hacer para contradecir sus leyes. En cambio ustedes, los aquí reunidos, ese otro tipo de soñadores, sin duda más útiles que quienes sólo cambiamos el mundo al recontarlo, prueban para bien de muchos, que se puede lidiar con lo que parece un destino inevitable y trastocar su ley. Creen que las cosas tienen remedio. Y, para sorpresa de muchos, van probando que así es.

Que la injusticia deje de ser natural y aceptada requiere de un arte difícil de practicar. Un arte que no es ficción y que antes se llamaba caridad, que acompaña al generoso, aunque desgastado, verbo amar. Ya no está bien visto usar “caridad” como sinónimo de “filantropía”. Pero vistas las dos cosas, desde afuera, por más que una tenga más orden que la otra, son parientes cercanas.



Imposible hacer filantropía sin asirse al amor. Más difícil aún, sin acudir a la compasión que ahora no vamos a equiparar con la piedad, sino con ese otro arte que es el de compartir pasiones. Con-pasión. O el de padecer con otros. Con-padecer.

Sé, ustedes lo han oído unos de otros cuando se reúnen a pensar en su trabajo, que se encuentran dichas y abismos extraordinarios en el arte de dar. Se encuentra un regocijo que no es equiparable con otros. Hay gente que dedica su vida a los niños en situación de calle, --raro modo de llamar a los antes indescifrables niños pobres-. Quienes esto hacen cuentan su experiencia con un entusiasmo que da envidia. Entendido por envidia no la definición del diccionario: pesar por el bien ajeno, sino el sentido que le hemos dado a la palabra, acompañándola. Decimos: “envidia de la buena”. Gozo por el bien ajeno. Los filántropos me provocan esta envidia, me provocan y deberían provocar en todo el mundo, el deseo de compartir su pasión. El bien de quienes lo hacen y el de quienes al recibirlo encuentran bienes. Lo veo de cerca muchas veces, quiero pensar ahora en mi valiente amiga Leonor Ortiz Monasterio, directora de APAC, Asociación, Pro Personas con Parálisis Cerebral.

Tantas cosas arduas e incomprensibles suceden bajo las estrellas, entre nuestra gente, en nuestro país, que es un crimen no saber mirarlas, no querer detenerse a comprenderlas y buscarles remedio. No sólo a temer su sin remedio, sino, fundamentalmente a intentar remediarlas. Esto que de nadie, sino de nosotros, depende.

Elegimos modos extraños de convocar y asumir el mundo que nos rodea. Los filántropos eligen el mejor, muchas veces el que parece más arduo, creo que siempre, el que más compensa.

Yo escribo además de por el gozo y las penas de hacerlo, para contar mi certeza de que estos tiempos tienen remedio. Creo que los filántropos son también escritores. De donde no se deriva que los escritores seamos filántropos, pero sí que podemos serlo, como puede serlo cualquiera.

Yo tengo epilepsia. Lo digo, porque aún ahora es difícil oírlo. Más difícil oírlo que vivir sabiéndolo. Lo digo porque la epilepsia me ha hecho vulnerable y porque siéndolo, sé que todos somos, en algo, vulnerables. Todos, por eso, necesitamos de la filantropía de otros.

Con la epilepsia hay quien ve luces o fantasmas o sueños. Yo no. Yo, antes de perder la conciencia, escucho ruidos como luciérnagas, siento una música que parece un sueño, el sonido excepcional de un clarinete imaginado por Mozart. No dudo en afirmar que algo así les sucede a los filántropos. Yo he querido ver la epilepsia como un desafío. Como ven los filántropos la pobreza, el desamor, la violencia, al tiempo en que saben verlas con la certidumbre que en las noches oscuras nos dice despacio: habrá de amanecer.

La realidad como un desafío y el desafío como algo que nos enriquece, nos enseña la pasión y la compasión. La vida como una dádiva inevitable que uno no debe guardar sólo para sí. La vida como el deber de crear.

“Hay más cosas bajo el cielo de las que sueña tu imaginación”, dice un personaje de Shakespeare. Y claro: hay las cosas que sueña la imaginación de otros. Y con esas y con las que sueña nuestra imaginación, es posible enmendar cualquier espanto.

Porque es cierto que a diario nos espanta el espanto.

¿Y qué hacemos? Casi siempre, temer.

¿No podemos dar con algo más noble que el temor?

Vemos en los periódicos y la televisión las sombras del espanto. Amenazan con adueñarse de nuestras noches. Nos entristecen, nos asustan.

Y ni modo de no verlos, ni modo de negarse al mundo que nos tiene en vilo.

Este nuestro país se rompe a diario y según casi toda la información no parece tener remedio, pero los filántropos creen que sí. Por eso son tan valiosos. Por eso se reúenen, para reconocerse y apoyarse.

Tantos de nosotros asustados, discurriendo juicios inútiles, quejas, desesperanza. Tantos pensando que ya no existe un lugar desde el cual puedan verse las estrellas. A ratos inseguros de que existan unas estrellas que no alumbren el cielo de eso que nos espanta. Presos dentro de nuestra impávida libertad. Sin remediar nada. Mirando.

Se nos olvida con tanto temer, con tanto discurrir en vano, darles valor a encuentros como el de hoy.

Atestiguar la esperanza y el trabajo de quienes en vez de asirse al miedo lo exorcizan con su diario quehacer y su certeza de que el mundo no se enmienda de golpe.

El mundo se va cuidando, se zurce, se le acompaña y, sobre todo, se ama porque es el único que tenemos.

¿Se puede imaginar un quehacer más noble?

Yo no. Ni más arduo ni más noble que combatir el temor, desafiándolo.

Contra el miedo y la desesperanza, el trabajo en lo urgente.

Es una alegría y un privilegio estar aquí. Saber que ustedes, los que tienen esperanza, los que trabajan en construirla y promoverla, me cuentan en su haber.

No hay sin remedio entre la gente que hoy se reúne aquí. Sé que ustedes acuden todos los días a la aceptación de que éste es el mundo que los necesita, éste el tiempo que les llama, éste el lugar desde el que pueden verse las estrellas, al que a veces es necesario bajar, para encontrarlas.

Quién sabe si el mundo tiene remedio, pero para remediar nuestra vida tenemos que mantener con nosotros la certeza de que sí lo tiene.

La certeza de quienes cada día son capaces de recobrar el valor y llevarlo a donde sea necesario. Personas dispuestas y puestas en hacer el bien, en recuperar lo que se desmorona, en mantener a salvo lo que parece que no tiene remedio y rescatar lo que no estuvo a salvo.

Según los ojos, el testimonio y el ejemplo de ustedes, los miembros de la Junta de Asistencia Privada, nuestra vida y nuestro mundo tienen un mejor destino del que imaginan tantos.

Y vale la pena, y la existencia, buscarlo. Y no es fácil, pero compensa.

No hay temor que se alivie, que encuentre consuelo, que reciba ayuda, sin devolver a cambio algo crucial. Quienes esto saben encuentran primero esperanza, y luego paz. Quienes esto saben, se llaman filántropos.

Sí podemos encontrar algo más noble que el temor. Sí hay un exorcismo contra el espanto, un remedio más callado y sencillo, pero sin duda más elocuente que la inútil diatriba o la queja sin destino: hay el gusto, la filiación, por los demás.

Quienes saben esta verdad escriben la novela más digna de elogio y compañía, el libro que desafía el espanto con la vocación de compartir el bien y las estrellas. Hagamos nuestro este libro, escribamos junto una novela urgente: que sean verdad el bien y las estrellas.

Vida y Milagros



¿Tiene usted sus ahorros en un banco en México? ¿En una cuenta de ahorros, de cheques o en una de inversión? ¿Un pequeño capital producto de una pensión de retiro, una herencia o la venta de un bien? Si es así, está usted perdiendo dinero porque los bancos le pagarán de intereses menos que la inflación anual. Cada peso que usted tenga en el banco valdrá un poco menos cada año. Mientras tanto el banco presta el dinero que usted guarda con ellos a intereses altísimos aun cuando la inflación de nuestro país se ha mantenido estable y baja en los últimos 18 años. No tengo la menor idea de qué consejo darle a una amiga que me pregunta qué hacer para que su dinero no se le haga humo. Meterlo a inversiones de riesgo no es opción para quien solo cuenta con un patrimonio fijo pues corre el riesgo de quedarse sin nada.

Si su banco le ha dado una tarjeta de crédito y usted no paga el total de lo gastado cada mes, usted estará pagando intereses que fluctuarán desde el 23% hasta un poco más del 50% anual. Haga cuentas y cheque el interés de su tarjeta.

Si por falta de créditos accesibles usted se decide a financiar el inventario de un negocio pequeño, el pago de la colegiatura de una universidad o los arreglos urgentes de su casa mediante un crédito ligado a su tarjeta, ofrecido por su banco como una "excepcional promoción" debido al buen manejo de su cuenta en la pantalla de un cajero Banamex , HSBC, o similares, en que con solo dar un click a las palabras "Si acepto" usted recibe un crédito de entre 50 mil y 200 mil pesos a pagar en 24 meses, al final acabará pagando 100 mil pesos si pidió 50 mil , y 400 mil si pidió 200 mil. Negocio redondo. Es probable que a la larga tenga más problemas que los que intentó resolver. No hay casi ningún negocio legal que en 24 meses duplique el valor de su inversión. Este bonito negocio bancario francamente usurero es consentido y tolerado por la COMISIÓN NACIONAL BANCARIA Y DE VALORES (CNBV), órgano desconcentrado de la SHCP con autonomía técnica y facultades ejecutivas.



En la página de la CNBV usted puede leer algo que parece un chiste de humor negro. Dice así: "La misión de CNBV es supervisar y regular a las entidades integrantes del sistema financiero mexicano a fin de procurar su estabilidad y correcto funcionamiento, así como mantener y fomentar el sano y equilibrado desarrollo de dicho sistema en su conjunto, EN PROTECCIÓN DE LOS INTERESES DEL PÚBLICO." Aquí es en donde deberían poner por cortesía el emoticón que ríe a lágrima viva. Y sigue la ciencia ficción en la página: "La CNBV se rige bajo un estricto CÓDIGO DE ÉTICA el cual tiene como valores institucionales la LEGALIDAD, EQUIDAD, RESPETO Y LEALTAD, acorde con las mejores prácticas internacionales." Yo creo que la página se las escribió el Guasón. Les falta aclarar hacia quiénes es la lealtad y a qué prácticas internacionales se refieren. Seguro se inspiraron en El mercader de Venecia de Shakespeare.



El 28 de abril de 1995 el Congreso de la Unión aprobó la ley que rige a este órgano que nace con el mandato que arriba transcribí y que de verdad suena a broma. Nació, como todo recién nacido, lleno de purísimas intenciones, pero algo pasó que esta joven institución ha logrado que México sea un paraíso bancario para los dueños de los bancos, en particular los extranjeros, y ha permitido una serie de uniones de crédito y asociaciones como la de Tiro Moranchel y su grupo SITMA que solo en Puebla defraudaron y dejaron en la calle a miles de personas. Se supone que la misión de la CNBV es eliminar irregularidades y abusos en las instituciones que supervisa. Señores de la CNBV ¡No lo están logrando! Por ejemplo BANCOMER BBV, SANTANDER, HSBC O BANAMEX /CITIBANK obtienen una gran parte de sus utilidades mundiales en nuestro país. Sería impensable que en sus países de origen o en otros países del mundo pudieran cobrar hasta el 50% de intereses en tarjetas de crédito. No me crea a mí, cheque qué tarjeta anda usted trayendo y los intereses que le cobran.

Una tarjeta HSBC, BANAMEX/CITY BANK, o Bancomer BBV (Banco Bilbao Vizcaya) en otro país le ofrecerá tarjetas de crédito a intereses infinitamente más bajos. Busque en las páginas de esos bancos y verá. El problema es llegar a esos otros países si usted es mexicano.

De verdad que la banca mexicana y otras instituciones de crédito cometen abusos o no cumplen con su función mientras la CNBV contempla sus bellos principios desde el limbo. ¿Necesita usted dinero para hacer crecer un pequeño negocio? Si solicita un crédito en un banco, una unión de crédito o en una sociedad de crédito regulada por la CNBV, tendrá que respaldar lo que pida, si es que se lo dan, con bienes que respalden 3 a 1 cada peso que le presten. Si no puede pagar, tratarán de quitarle los tres que usted dio en garantía y no el equivalente a uno o dos, que con los intereses incluidos, usted supuestamente debería pagar. O sea, está usted frito si no leyó las letras chiquititas antes de firmar. Un grupo de abogados con dientes de tiburón lo dejarán sin nada.

(Imgen de portadilla tomada revolutionmatrix)