Poder y Política

Columna Vida y Milagros

Las campañas electorales en México se suelen manejar como si fueran eventos para elegir a la reina de un carnaval o al rey de la simpatía. Se ofrece, se habla y se promete de todo, pero rara vez de la cruda realidad, ni se mencionan las medidas y esfuerzos que se requieren de parte del electorado para construir sociedades más gobernables y sanas; esas medidas vienen después, no por convencimiento sino por necesidad o absoluta emergencia, como ha sido el caso del endurecimiento al "Hoy no circula" en la ciudad de México, en que se ha tenido que hacer valer y dejar en claro que el espacio para los coches no es un derecho humano sino un problema urbano con consecuencias para todos: para los dueños de los coches que tendrán que prescindir de él y para los usuarios nuevos y cotidianos del transporte púbico, ineficiente, insuficiente y peligroso a costa de haberlo desatendido por años, entre otras cosas para consentir intereses gremiales o particulares. No se habló de eso en las campañas de 2012. Las campañas mexicanas siguen siendo un ejercicio de seducción irresponsable, con palabras de amor, promesas y hartos regalos. Nadie habla de lo que pasará ni de lo que hará después de dar el sí, hasta que la realidad presente su factura. Y si no, pregúntenle al Bronco.



Este año el INE ha repartido a los partidos políticos cerca de 4,500 millones de pesos para hacer proselitismo electoral. Y sin embargo los candidatos buscan dinero adicional de manera desesperada para inyectárselos a sus campañas. Parecería inexplicable pues la publicidad en radio y televisión, que antes era el costo principal de las campañas, ya es gratuita por cortesía y capricho de la última reforma electoral. Además del dinero enorme que ya recibían desde 1996, ahora, sin descontarles un peso, a los partidos se les regala la publicidad en radio y tele. ¿Por qué no les alcanza entonces el dinero para competir de una manera equitativa y por qué las campañas son tan huecas en cuanto a hablar de responsabilidades de gobernantes y gobernados? ¿En qué y a dónde se va el dinero y por qué no se habla de lo que realmente importa?

Al parecer el gastadero se debe a la forma anticuada, irresponsable, tramposa y retorcida en que se siguen haciendo las campañas. Primero que nada hay que gastar en pagar entrevistas, encarecidas a raíz del aburrido y repetitivo montón de anuncios que a nadie interesan y a todos desesperan. Por lo tanto, para tratar de distinguirse, ahora necesitan pagar entrevistas y reportajes a modo, así como invertir en operación y manejo de redes sociales, que es lo de hoy. Los anuncios ya no modifican el rumbo del voto, solo unifican al electorado en cerrar los ojos y los oídos para evitarlos. Los frentes también miden sus fuerzas calculando quién tiene más cosas que regalar o con qué consentir al público. Mochilas, playeras, gorras, uniformes escolares, sombrillas, despensas, tinacos, vales, tarjetas de descuento, y aparatos electrodomésticos. Si el candidato de un partido tiene en ese momento a su partido en el gobierno, entonces se ofrecen de manera muy oportuna descuentos en servicios y multas, rebajas del predial o de todo adeudo posible, en el que los perdedores suelen ser los ciudadanos que cumplieron a tiempo con sus obligaciones. Un candidato oficial tiene más cosas con las que enamorar a los electores de manera inmediata, pero los que buscan recuperar el poder tienen el arma del "se los dije, ya ven cómo les fue", y ofrecen ser más buenos, más limpios, más promesas de regularizar lo chueco, de reducir, abaratar, corregir, trasparentar y hacer la vida más fácil a los ciudadanos en el futuro; ofrecen, desde luego, portarse mejor que el que se va. El combate se vuelve de flores, besos y abrazos con el electorado.

Rara, rarísima vez he oído a un postulante hablar de las cosas duras que los electores tendríamos que enfrentar si queremos tener mejores condiciones de vida para el conjunto. ¿Quiénes saben y hablan de los montos del dinero público que van a ejercer ni en cómo lo van a etiquetar? ¿Quiénes describen cuál será su conducta y su trato hacia los otros poderes? ¿Quiénes de las prioridades y por qué? Los discursos son vagos y llenos de promesas de bienestar y comodidad para los ciudadanos, cuidándose muy bien de especificar el cómo lo harán. No nos hablan de las alternativas y disyuntivas que necesariamente tendrá que enfrentar quien gobierne. La clave estaría en decirle al elector que no alcanza para todo, y en saber escuchar para decidir con sabiduría cuáles son los gastos estratégicos indispensables y cuáles los superfluos. Por atractivo que parezca construir grandes obras a marchas forzadas, habría que saber si eso conducirá a un debilitamiento en la impartición de justicia por la reducción de empleados en los ministerios públicos, o en los recortes en dinero destinado al poder judicial, o en la desaparición de las instancias que trabajan en la dotación de agua y saneamiento en el estado. Hay acciones indispensables que se cultivarán a largo plazo, pero ¿quién piensa a largo plazo en una elección? Hablan si, con gran facilidad, de las generaciones futuras, pero lo hacen como recurso retórico, no como convicción. Y deberían hacerlo, porque la ausencia de largos plazos en los discursos y acciones de políticos ya muertos, son las urgencias del presente, que aunque no se mencionen, deberán atender quienes ganen las elecciones venideras. Prioridades, costos y consecuencias ¿Quién habla de eso en las campañas? ¿Y quién más, todavía, se arriesga a un verdadero debate de fondo con el adversario? Todos cuidan que las tomas sean fijas, que no haya réplicas y que el moderador sea un baboso invisible.



Un candidato en campaña no tendría que llegar ni a cuidarse ni a repartir dones, sino a enumerar responsabilidades compartidas; debería de hablar con seriedad de las limitaciones del gasto público y debería, sobre todo, ser muy claro en la manera en que piensa priorizarlo: cuánto dinero tendrá para gastar y porqué lo va a gastar de determinada manera. Nada de eso veo en las campañas actuales. El dilema en las campañas debiera ser si se le habla al electorado de ocurrencias y consentimientos, o de responsabilidades y de buenas políticas públicas que requerirán de acompañamiento y responsabilidad cívica.



Vuelvo al caso de la contingencia ambiental en la ciudad de México. No recuerdo que ninguno de los candidatos al gobierno de la ciudad hubiera mencionado la necesidad de acotar al automóvil y fortalecer con todo al transporte público. Si, que durante 50 años o más, todos los partidos han privilegiado al coche a pesar de las advertencias de los expertos. Pensaron que la clase media es muy escandalosa y no hay que molestarla, en lugar de pensar en cómo convencerla y abordarla con la verdad y alternativas exitosas.

En el resto del país, casi nadie habla de temas espinosos, como el costo real de extraer y transportar el agua hasta las ciudades, ni de la necesidad de evitar su desperdicio en las redes a base de una inversión que va enterrada y que por lo tanto es poco lucidora, no se habla tampoco de la necesidad de distribuirla equitativamente y de cobrarla en lo que vale; no se habla de ejercer con dureza los ordenamientos urbanos y mucho menos se habla de las consecuencias a las malas conductas ciudadanas. Nadie ha dicho que las manifestaciones que afecten derechos de terceros, que interrumpan el libre tránsito o afecten de manera indirecta a la salud no serán toleradas, como tampoco lo serán los cobros ilegales de derechos de piso en vías pública. Consentir a la clientela electoral es primero. ¿Quién se atreve a intentar ganar una elección hablando de verdades? La omisión de las medidas duras que como ciudadanos debemos enfrentar, la descripción de nuestras realidades y lo que se esperaría de nosotros para mejorarlas, difícilmente las escucharemos en estos días de vino y rosas que los candidatos derraman desde los templetes reales o virtuales para enamorar al electorado.

1990-1991 La larga cola del sistema con Mariano Piña Olaya

Por Sergio Mastretta

Palacio de Gobierno, en la vieja avenida Reforma, el 16 de enero de 1990. Una hilera larga, apacible, la de la salutación. Nada que ver con el aparatoso dispositivo de seguridad y el plantón de ambulantes, amas de casa y malpiquistas frente a la vieja estación del Ferrocarril Mexicano en la 11 Norte. Ricos y pobres, funcionarios mayores y menores, empresarios de peso y esperanzados, líderes y bases priistas populares, secretarias catrinas de la federación y del ayuntamiento, el priismo por las buenas y por la nómina en pleno formado en el pelotón del ausentismo, en la democracia que se sostiene con el apretón de manos y una vez al año, en el felicidades licenciado.

A las tres de la tarde en Palacio, dos hombres ya no hayan como destorcer el gesto de gratitud, obligados como están desde hace una hora a dar salida a una cola que se apretuja en el portón de Reforma, curvea entre porras y se ve se siente Piña Olaya está presente bajo los corredores, sube por la escalera entre edecanes de mascadas doradas, se emociona en ese segundo piso de decisiones y las subsecretarías, pasa de lado a la secretaría particular y es engullida por el Salón Juárez. Pero todavía falta un rato para que los dos políticos compongan la cara y se vayan a comer junto con 350 comensales a casa Puebla. El gobernador en la prestidigitación anual de la política –viene de dos horas que valen sobre todo por el planteamiento sobre la universidad-, y Jaime Serra Puche



Parece anonadado de tanto pueblo, que viene de responderle indirectamente a los empresarios poblanos que no se hagan, que aquí los señores ya se modernizaron y ni quien se queje de la apertura comercial Por ahora los dos hombres saluda, aprietan las manos, de vez en cuando abrazan viejitas que recuerdan una oportunidad, saludan y vuelven a apretar. Los dos hombres miran a todos y no ven a nadie, pagan el costo de poder.

La disonancia

A la una de la tarde la disonancia. A esa hora del día el embotellamiento igual se forma por los arreglos de la verbena popular que se instalara por disposición oficial en el zócalo vespertino o por algún requiebre de los marchistas que tenían amenazado el día anual de Piña laya. Es esto último: los ambulantes del 28 de Octubre y las mujeres de la Unión de Amas de casa se quedaron de ver frente al Seguro Social de San José; los malpiquistas de la UAP lo hicieron frente al Teatro Principal. Unos y otros recularon y ahí están con su bloqueo frente a la estación.



A esta hora del sol y del aire frío enfrento los dos discursos: el oficial en el Auditorio y el inflamado de las fuerzas populares. Los dos están en su papel: Piña Olaya, los dirigentes de las organizaciones que han dejado dolor de cabeza al estado y el rector Samuel Malpica han hablado este día y han dicho lo que se esperaba de ellos. Pero el gobernador hizo una propuesta a los universitarios. Los de la 28 de Octubre se acercaron a los reporteros; ayer el gobierno negoció con ellos en boca del Procurador Fernández de Lara y el mayor Rodríguez Verdín. Finalmente se comprometieron a una reunión de los ambulantes con el gobernador para el miércoles o jueves. “Marchamos porque ya era una decisión del Consejo General de Representantes, pero estaba el ejército en la 8, así que no íbamos a caer en la provocación del Gobierno”.

Después habla Samuel Malpica: “El gobierno no se tienta el corazón para la violencia”, alcanzo a oír. “Esos animales todavía se encuentran parapetados en el Carolino”, sigue. Antes ha dicho que como ha ocurrido en la historia de Puebla, ahora las fuerzas populares enfrentan un adversario muy poderoso que en su informa ha dicho que en el estado no sucede nada y que se respetan los derechos elementales de los ciudadanos. Pero el asesinato de Gumaro Amaro y el reciente del universitario Cuellar Muños prueban de lo contrario. Dice que los que están en el Carolino fueron capaces de disparar sobre mujeres y niños y que el Secretario General Valerdi, quiere el despido masivo de trabajadores, el cierre del Hospital Universitario y el incremento de las cuotas estudiantiles. Está en eso cuando lo interrumpe un ambulante. Le da el micrófono y el hombre va al grano, habla del dinero malgastado por los universitarios en general. Malpica continúa y plantea que no va a permitir que los estudiantes paguen para que terminen sirviendo a las clases dominicales, que en la UAP se forman estudiantes concientes y que luchan contra la explotación. Terminan gritando “Hasta la victoria compañeros”. Es indudable que Samuel Malpica tiene hoy un enemigo principal.



Cabe en una mañana el sistema.

A las 10:55, Juan Celis y Eleusis Córdoba casi llegan tarde al tinglado. Muy formales, traen su invitación en la mano. Igual que yo, tienen que bordear la ribera de sardos. “Como íbamos a venir antes si no nos invitaban “, dice que el ingeniero mexiquense dirigente de Antorcha Campesina en Puebla. Están aquí y su gente gritará más tarde allá en el Palacio que su organización estará presente. En tiempos de Jiménez Morales los de Antorcha presentaban su contingente para mantener lejos a los descontentos en el día del informe. Ahora parece que la CNOP del nuevo diputado López Tinoco les evitó la tarea.

Una hora antes, cuando no se le ha ocurrido llegar a ningún invitado, los diputados de estreno entran al recinto, su casa por un día, por la cocina. Con la pechadita Enoé seguida por el hombre del trienio en el Congreso, Pepe Alarcón, salen por una de las puertecitas de esa mala copia en cartón de la cursilería del siglo XIX que persigue a la burocracia de los legisladores. En un escenario ausente desfilan los representantes que han acordado no meterse en problemas de interpelaciones. Los que llegan por la puerta principal ya lo encuentran muy sentaditos, como están hasta el 93 los flamantes congresistas.

Don Antonio Montes, el diputado priista más viejo del equipo, fue el único representante que subió una fila arriba a saludar al gobernador, que rompió la minuta y se fue a saludar de abrazo a sus gobernadores invitados. Pasó silencioso el añejo líder campesino, enjutado en su traje gris, pero lo vio el risueño e inefable senador don Blas Chumacero. “A donde vas, viejo –le dice-, o ya no saludas desde que eres diputado?”.

A medio informe no le queda al reportero más que escrutar la tribuna en busca de la somnolencia, el pecado capital de los que asisten a cualquier informe en el universo. Por ahí están los ojos cerrados de dos o tres gobernadores, y más arriba se quiebra un instante Martín Josephi. Rostros que algo tienen que ver con el poder. En el conjunto mayoritea la fealdad masculina y el traje gris algo pelea contra el tono oscuro. Qué escruta uno: rostros de políticos, pulcritud de burgueses, raigambre de la burocracia. En todos la cara impune de la seriedad.

Cuadro por cuadro, rostros que miran al frente, inhabilitados por la cursilería del México independiente; rostros que se clavan en el yeso solemne de las águilas, en los garigoleos de flores y jarrones copiados del cristal biselado de las casonas porfirianas; miradas que leen y releen año con año los listados de pronombres que revuelven sus frases con la voz del informante.

A las 11:30 habla el gobernador del problema universitario. Ya le han aplaudido una vez, la primera y la principal. Ahora invita a la iniciativa privada a participar en la universidad. Nadie aplaude.

A las 12 descubro una sección especial de dormilones. Arriba, a la derecha, seis micrófonos puntean sobre los que cabecean como órganos mixtecos. El grupo parece un matorral seco que no se despabila ni cuando Piña Olaya se refiera a la nevada que quemo los 500 millones de dólares que el café poblano iba a dejar en la entidad los próximos tres años. Interrogo: el grupo dormilón es el coro que guiará al final a la clase política en su enfebrecido y patriótico himno nacional.

La inercia perdida.

Lunes 14 de enero de 1991. Informe y futuro. Se viene encima una mañana anclada en lo que se hizo en un año, con los “ciudadanos sensibles”, como decían los científicos porfiristas, arrojados al aplauso y al abrazo. Es el día de los hombres en el poder, en el mutuo halago de rendir cuentas y beneplácitos.

En el reparto, los colegas del país en primera fila, con los empresarios de siempre y los de moda repartidos con pulcritud, con los ejecutivos de las transnacionales ajustados en la mueca de la gratitud y el compromiso, con la corte de funcionarios dispuestos en escala ascendente (en el espacio del auditorio) y descendente (en la cercanía de las decisiones y la nómina) con la compostura que otorgan lealtades y autocríticas.

Martes 15, cuarto informe de Mariano Piña Olaya, tal vez el número 61 desde que Calles, con su PRN, institucionalizara la todavía mentada en el discurso expiatorio Revolución. Recuento de lo que los gobiernos han hecho y de lo que dicen que la sociedad quiere que se haga. Reseña de 60 años en quince figuras de gobernadores bien o mal queridos, más o menos impuestos, agarrados o desarraigados, derrocados por rebeliones populares o guillotinados por el centro, memoria de lo que somos y de lo que hemos podido ser, aunque no lo digan o quede escrito en los informes. Finalmente, la visión de los gobernadores, militares o civiles que han encarnado este traje a medio vestir que encasaca a la región con el nombre de Puebla; esa estructura, dirán algunos, ese aparato, dirían otros, ese gobierno, nombrará la mayoría que no sufrido y gozado la sociología de la UAP, ese entorno que todo lo puede, esa omnipresencia de templo que todo lo ataja; con ustedes, el Estado, con su carga de civismo y represión, caciquismo y modernización con la que ha colocado a la sociedad poblana.

Es un vistazo de alguien nacido en el medio siglo, en la modorra de la ciudad sin semáforos, atado a la memoria materna de los años caciquiles y a la visión desesperanzada de la figura paterna, con todo el eco de la insurgencia urbana de los sesentas. Una mirada a las inercias rotas, a los futuros reclamos aquí y ahora, pero disueltos como la espuma marina que nunca baña las costas poblanas. Un reclamo por el rumbo ni siquiera soñado ni siquiera perdido.

Inercias presentes

A la espera del Virrey Piña Olaya, recuerdo dos inercias en la historia poblana:

  1. - Guillermo Treviño, el viejo líder ferrocarrilero, no tienen memoria del año en que nació. Pelea con su camarada comunista Valentín Campa y con su enemigo cetemista Fidel Velázquez la longevidad. Hijo de un villista fusilado en Nuevo León, es muchas cosas por el final y por el principio, en fechas que se enredan como los nudos de sus manos; la huida de adolescente al puerto de Tampico por un pleito policiaco; su entrada al mundo por esa puerta falsa y mágica de los chinos; sus primeras andanzas en los patios rieleros; su ingreso masónico a los estratos de la clase obrera ferroviaria; su nacimiento en el religioso valle de vida clandestina del partido comunista; la persecución obregonista por tomar partido de la huertista en la guerra del invierno del 23-24; la apertura al paisaje socialista universal en el viaje a Argentina; la disciplina del trabajo en la ruta Puebla-Cuautla en el Interoceánico; las jornadas de propaganda en la región febril de Orizaba con los carteles diseñados por Siqueiros; las noches inmensas en un hotelucho de la 4 Poniente por el rumbo del Ferrocarril Mexicano, con el todavía anónimo Agustín Lara, inspirado por “el piano viejo que refleja el espejo su sonrisa de marfil”, todavía la canta el viejo Treviño “y en la risa lleva una tonada que me parece arrancada de París”. Cuantos sueños entonces, sufridos bajo la persecución anticomunista de Elías Calles en 1927. 10 años antes de que los poblanos comentarán para sus adentros, en pleno cardenismo, “sí aquí gobierna Maximino”.

En 1939 Guillermo Treviño encaraba al mitin frente al Palacio de Gobierno, en lo que ahora es Tesorería Municipal. Era en los meses de la Administración Obrera de Ferrocarriles Nacionales. Líder de los patieros poblanos, estaba al frente de la negociación del contrato colectivo de la rama con la empresa. Y no recuerda lo que dijo. Apenas terminó la arenga, un senador amigo suyo le habló al oído: “Abusado, ahí están los sicarios de Maximino, te van a matar”. Era común la amenaza y era común que se cumpliera. Guillermo se escondió por un tiempo en la ciudad de México. Ni admirarse, eso lo vivía cualquiera que se llama comunista.

Pasaron muchos años, Guillermo estuvo al frente de la toma del sindicato en 1947, el local de la sección 21. Sobrevivió como dirigente al charrazo del 48; encabezó el destacamento obrero que quemó caminos junto con los estudiantes en contra del alza al transporte urbano en 1949, cuando mandaba el gobernador Betancourt; y en 1958 dirigió en la región el movimiento vallejista que puso en jaque en agosto de ese año al aparato corporativo de control laboral; y sufrió la represión como tal en marzo de 1959, cuando el sonriente López Mateos liquidó la insurgencia obrera en todo el país. Recuerda su detención en el campo militar, y a los presos que le cantaban “Señor Treviño, señor Treviño, esos huevotes no son de niño”. Y los siete años de exilio en Uruguay, justo en el tiempo de que la rebelión popular termina con lo que parecía el último suspiro de avilacamachismo poblano. Tiempos tan cercanos, detenidos en la memoria de cualquier viejo.

Ahora está en su sillón de viejo, entretiene la soledad con una jauría de gatos, a la espera de los amigos ingratos que como yo, no lo visitamos. Con las preguntas entumecidas en las manos ¿Qué fue de la insurgencia obrera? ¿Dónde se perdió el sueño comunista? ¿En qué se convirtió aquel mundo que combatimos?

  1. - Los vieron venir y tronaron la boca con la displicencia del abarrotero. Tenían en mente el sonido de la caja registradora en las temporadas de mayor venta: veían entretenerse a los sobrinos en “la demostración de juguetes” y en la venta de tarjetas de navidad tras los mostradores larguísimo frente a los que se apiñaban los clientes. Los vieron venir, pero se pensaban pastores dichosos en un valle simple sin lobos. Simples y llanos como buenos católicos del altiplano, eran los dueños del comercio: La tarjeta Rodoreda, La Nueva España, Almacenes Armenta, La Sorpresa, Librería Letrán, La Sevillana, El Caballero Elegante, con sus hombres de tirantes en la guardia del movimiento de las empleadas anónimas y secretarias perennes, atrincherados en el centro de la ciudad suspendida en la cuadrícula de sus tradiciones, como el apacible silencio de una tarde de domingo.

Pero los avisos llegaron uno a uno a instalarse en las mismas entrañas de esos señores, sobre los baldíos de las casas que dejan derrumbarse. Cualquiera pudo ser la primera: Sears, en la 3 Poniente, Woolworth en 5 de Mayo, Salinas y Rocha en Reforma, Blanco en los que fuera Las Fábricas de Francia. El grito de alarma sonó cuando la Comercial Mexicana ultrajó sus conciencias; ocupó una manzana entera sobre los cimientos más rancios del orgullo patronal, el espacio que guardara la fábrica textil La Poblana.

“Eso no funciona”, dijo en una sobremesa don Abelardo Sánchez, dueño, junto con su hermano Basilio, de la tienda más próspera de la ciudad, La Tarjeta.

Y al ultraje siguió la blasfemia: las nuevas tiendas no cerraban los domingos. Cualquiera de entonces recuerda a las señoras sorprendidas de romper el hábito de la misa matinal los domingos. “Voy al supermercado” era una frase equivalente a la actual de “voy al videoclub”. Los comerciantes llamaron a una reunión formal del gremio con toda seguridad en el Teatro Principal. Presidió don Abelardo. La demanda era precisa: exigir al gobierno que no permitiera la apertura dominical de los comercios. “Frenar a los arrivistas” era la consigna.

Pero hizo un mutis el gobernador Aarón Merino Fernández. El había llegado al relevo del derrocado general Nava Castillo. Como había llegado la Wolksvagen, y en el panorama seguían HILSA, Pemex, Ciba Geigy y el gran capital foráneo y trasnacional que a un ritmo semilento reindustrializaría, sobre los viejos capitales textiles y comerciales, el corredor central de Puebla. “Gobierno despilfarrador”, decían a media voz los críticos; “Gobierno ladrón”, decían a media voz los comerciantes. Y veían como junto con las tiendas de autoservicio en la ciudad se instalaba el cambio; se abría la avenida Hermanos Serdán, se armaba el esqueleto del estadio Cuauhtémoc, se terminaba de asesinar el río San Francisco –con un solo tubo, no con dos, como lo había diseñado el gobierno de Nava Castillo.

“Es un suicidio salirse del centro”; comentaron los señorones cuando escucharon por primera vez de la construcción de los centros comerciales. El tiempo no les dio la razón. Sólo Rodoreda encontró la salida de calabozo changarrero.

  1. - Cuánto cambia una sociedad de un día para otro, se preguntaba allá por 1961 el joven reportero llegado de Guarrero. ¿O tan sencillo le sería comprender a los poblanos? ¿Sería su mundo así tan decidido a lo blanco y negro?

Cubría ya, para siempre en su carrera, la fuente política y al gobierno estatal. Platicaba todos los días con Fausto M. Ortega, porque todos los días el gobernador lo encontraba ahí, en una oficina que prácticamente no tenía antesala. Eran los tiempos más elementales, así que poco ameritaba el aparato estatal. Don Fausto, oficial mayor con Rafael Ávila Camacho, un burócrata común y corriente puesto ahí en el poder de la familia teziuteca, recibió línea del Presidente Ruíz Cortines para romper de una vez el cacicazgo: “Usté va a gobernar –le dijo el veracruzano-, no los Ávila Camacho”. Por eso Rafael subió un día hasta el despacho de Don Fausto y lo agarró a fuetazos, a la usanza de su hermano mayor, como último signo de esa fuerza perdida.

Eran tiempos elementales, piensa ahora el experimentado reportero. Estudiaba Leyes en El Carolino, en el primer patio. Hasta allá llegaban los de Medicina a mentarles la madre: “Ley, justicia y ciencia, chingue a su madre jurisprudencia”, gritaban los futuros matasanos. “Formol, benzol, bencina, chingue a su madre Medicina”: Y luego seguían los cadenazos de los grupos sobre la 4 muy lejana todavía de su pomposo bautizo de Plaza de la Democracia.

Pero cuánto cambia una sociedad de un día para otro. Una tarde cualquiera de 1961 se olvidaron las consignas gremiales entre Leyes y Medicina. El reportero vio formarse los dos campos ahí a la vuelta, frente al Palacio Municipal; los mismos rostros, las mismas cadenas, pero las consignas confirmaban la entrada de los sesenta:

“Mueran los FUAS”

“Mueran los comunistas”.

El ritual establecido

Todos en sus puestos a las 11.10 de la mañana.

Los hombres del sistema en el máximo ritual del año cumplen disciplinados el protocolo establecido, apretujones incluidos. Es una mística establecida ya sobre la voluntad de los individuos, cada quien asume su papel en el escalafón de jerarquías y modernidades. Ahí están los gobernadores como sacerdotes testigos: bordean con el incienso de sus rostros adustos a las dos figuras petrificadas, Fidel Velásquez y Manuel Espinoza Iglesias, sentaditos juntos los dos viejos como si se quisiera paralizar la lucha de clases en el apretón de manos que se dieron cuando se encontraron. Al frente, los oficiantes Piña Olaya, Patricio Chirinos y José Alarcón repartían el pan y el vino de la misa laica. Entre unos y otros, los diputados como acólitos sin campaña. En el espacio entero el auditorio, los adoradores que invocan al Dios altísimo del presupuesto. “Y con tu espíritu”, repetirán una y otra vez en los aplausos. Afuera, los sacrificados con su aura de pueblo completan el escenario de la festividad, campesinos con sus demandas en el morral y escolare4s con agudísimo popurrí de música mexicana.

Sí, todos están en sus puestos a las 11.10 de la mañana.

Los panistas también.

No lo vio venir ninguno de los operadores del gobernador. No tomaron en cuenta a Paco Fraile allá arriba agazapado. O pensaron que la interpelación sería después, a la usanza del Congreso de la Unión, con los diputados de la oposición sacando cartelitos y vociferando desde sus curules. O se confiaron en el acuerdo entre los diputados. Pero no, se los madrugó el diputado Mantilla, el mismo personaje tartamudo e indescifrable en sus pesadísimos discursos en la Cámara. De un salto se plantó frente al altar, ante un Mariano Piña que apenas acomodaba sus papales en el atril. Allí quedó paradito, como un niño de primera comunión, con sus folders bajo el brazo para controlar el nerviosismo frente al sacerdote que nunca se inmutó.

“¡Señor gobernador –se oyó-, yo quisiera preguntarle dónde quedaron los dos billones de pesos...!”

Lo que haya dicho es lo de menos. El ritual se rompió un instante, lo suficiente para que las neuronas institucionales activaran la defensa y completaran el sainete.

De inmediato Alarcón: “Señor diputado no tienen derecho de hacer uso de la palabra...” Y otras frases así que los que ocupan su puesto en México han dejado listas para estos casos.

Y de inmediato Celso Fuentes, el primero que arrancó con el aplauso para apagar la voz del panista.

Y diez segundo después el doctor Sergio Guzmán, el único diputado que en octubre votó en contra en el caso de la resolución de Jolalpan, subió a pedir al panista que terminara ya con el show.

Pero no quería. Y seguía con su cuento.

Y a los quince segundos el ganadero Alfonso Lechuga Fosado trepa al entarimado. Y jala del brazo al panista. El doctor Guzmán mejor se hace a un lado. Y a los veinte ya Mantilla agarró al priísta del cogote. Y lo empuja. Y un auditorio ducho en la materia hubiera gritado “¡Santo, Santo, Santo!”. Pero sólo hay aplausos y más gritos de “¡payaso, payaso, hijo de Husein!”. Y el ganadero serrano empuña y perfila un recto a la mandíbula. Pero algo en su corazón, tal vez una mirada de Piña que lo fulmina, detiene lo que hubiera sido el aleluya de la provocación panista.

Y a los veinticinco segundos la voz de Piña Olaya “¡Jorge!” para detener a un guarura que ya iba.

Y mantilla que ya se baja a los cuarenta segundos, y la parvada de reporteros lo persigue. Queda el respiro encabronado de los priístas.

Y el rito sigue.

Algo entretiene la modernidad.

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A las 9:30 es el mismo escenario de siempre. El “selecto grupo de maestros de Educación Estética del estado” apabulla infantes. Son inefables: ensayan Qué chula es Puebla. Es natural, los inflaman con eso de que son la imagen de los niños de Puebla. Y los niños cantan, ahora México lindo y querido, y sus voces arrasan en aire en un vaivén agudo y desastroso que desespera a los maestros como un cascabel que les corroe sus conciencias.

Ahí junto un grupo de campesinos de San Nicolás Buenos Aires intenta penetrar la malla de guaruras de traje que contienen y filtran a los elegidos, a los que verán y participarán del oficio adentro. Vienen en representación de su presidente municipal, “no vino porque está muy enfermo”. Pero no vienen de oquis: “Tenemos que ir al pueblo a informar de lo que dijo el gobernador. Nosotros damos apoyo al PRI, ora lo queremos de vuelta, apoyo al campo señor, pozos, allá somos 720 ejidatarios, y una hectária se riega, puritito temporal.”

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A las 10:37 los diputados se faltan al respeto. Han iniciado quince minutos antes la sesión, hablan los diputados de la oposición. Es lo que concertaron, sí señor. Pero el auditorio es un jolgorio: edecanes, reporteros, operativos gubernamentales, todos hacemos nuestro trabajo, atosigamos con grabadoras a los sacerdotes y al que se deje con tal de cumplir con la cuartilla declaratoria de rigor. Nada nos detiene, abrumamos incluso a las momias de capital y trabajo, diez, quince de nosotros reporteros casi ahogamos a los viejos.

Habla el doctor Guzmán, que hoy vino con una gran dote de sentido común. Increpa al público: “Señores, también los diputados de oposición merecemos respeto”.

Y el propio Pepe Alarcón cae en la cuenta y una, dos, tres veces llama la atención. Pero nada ocurre. Alguien reparte un panfleto (Sufragio) a los diputados. Qué bueno, ya no tienen pretexto los señores para no pelar a los que ahora tienen el micrófono. Nadie se sorprende, que siga el jolgorio.

El pasado 20 de noviembre fue el aniversario de muerte de uno de los grandes escritores italianos, Leonardo Sciascia (1921-1989), imprescindible para comprender no sólo a la mafia italiana, su composición y expansión desde el siglo XIX, también a las mafias contemporáneas y su transnacionalización al incorporarse al mercado de las drogas, es decir la de su conversión al narcotráfico.

Leonardo nació en Racalmuto, provincia de Agrigento en Sicilia, fue profesor de primaria casi toda su vida, hasta que se jubiló en 1970, año a partir del cual se dedicó por completo a escribir. Sus novelas están basadas tanto en personajes de ficción, siempre inspirados en los propios habitantes de su pueblo, como en documentos históricos (La desaparición de Majorana, Los navajeros, La bruja y el capitán, Puertas abiertas, En tierra de infieles); de igual manera es autor de la magistral crónica histórica Todo Modo, en la que relata los angustiosos días del asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas en Italia.

Ante su cruda critica de la realidad social, Sciascia fue acusado por sus oponentes de pesimista, Alberto Moravia, por el contrario, descreyó de ese lado oscuro del autor siciliano porque diría “lo que prevalece en él es el optimismo de la escritura.” Narrar la verdad, con toda su crudeza y sin las ataduras que impone según decía el propio Sciascia, la historia oficial, era un camino árido, pero quizás más certero, en la búsqueda de una filosofía de equidad y justicia. Puede la literatura sin ataduras, decía, ser más realista que la historia, pues está generalmente del lado del poder, estructura un discurso y en ese sentido miente para las mayorías.

En 1979 Leonardo Siciascia tuvo una larga conversación con la periodista francesa Marcelle Padovani, corresponsal en Italia de Le Nouvel Observateur, publicada ese mismo año con el título La Sicile comme métaphore y editada en español por el Fondo de Cultura Económica en 1991. De ésta hemos retomado para Mundo Nuestro una selección en la que Sciascia disecciona el origen y funcionamiento de la mafia italiana, en la que el lector podrá encontrar grandes similitudes con la estructura del narcotráfico en México: grupos de origen campesino que inicialmente se organizan para defenderse entre sí, hasta que finalmente encuentran en el camino de la ilegalidad su fortaleza, de la mano claro está de la alianza con políticos, la policía y el Estado para la compra de votos, los favores burocráticos y los negocios fraudulentos. En el trasfondo: el abandono del campo y un modelo de capitalismo consumista inalcanzable para la mayoría.



Entrevista de Marcelle Padivani con Leonardo Sciascia, sobre la mafia, 1979.

Marcelle Padivani (M.P.): ¿Cuál es la labor de la mafia? Recaba votos para las elecciones. Asesina según estrictos intereses de clan (intereses económicos e intereses de poder) impera sobre la subcontratación pública. Aunque por un lado parece que “protege” a la población, por el otro, le merma sus recursos, extrayendo porcentajes y diezmos allí donde haya una fuente de beneficio. Aunque algunos conserven una imagen romántica de ella, muy de fines de siglo XIX, también organiza las principales redes de droga en el mundo así como el tráfico de diamantes. Es como una llaga incurable en la realidad siciliana y aun italiana. Los partidos de izquierda y el movimiento sindical han pagado un alto tributo en muertos para destruir el poder mafioso. Gracias a la Reforma Agraria que siguió a las luchas campesinas y a las ocupaciones de tierras, los partidos y los sindicatos de izquierda consiguieron alejarla del campo, donde dominaba, e introducir de manera más general una “nueva moralidad” en el país. Pero la mafia no ha muerto todavía, aun cuando esté tan desconcertada que tenga grandes dificultades para adjudicarse un jefe. ¿Cuál es en su opinión la evolución de la mafia? ¿Por qué nació en la Sicilia occidental? ¿Cómo se fue ramificando después? ¿Qué es lo que ha cambiado desde hace veinte años en las relaciones de la mafia con la población, con el poder, con los partidos políticos? ¿Por qué la democracia cristiana se ha servido, y sin duda todavía se sirve, de la mafia? En que haya pasado del campo a la ciudad y después de la especulación inmobiliaria al tráfico de drogas, ¿no revela también las dificultades que tiene la mafia? ¿Por qué parece haber una cierta ambigüedad en el ánimo de los sicilianos frente a esta asociación de criminales de derecho común?

Leonardo Sciascia (L.S.): Mi recuerdo más remoto de la mafia se remonta a los grandes procesos penales que abrió Mori, jefe de policía, en 1927-1928-1929, contra el fenómeno mafioso que hacía estragos en Sicilia. Oí hablar entonces de detenciones de mafiosi, de personajes notables encarcelados en los calabozos del reino porque se había descubierto que estaban vinculados a la onorata societá.Racalmuto poseía una mafia relativamente fuerte –una cincuentena de personas- y ya ni se contaban las muertes violentas porque las había prácticamente todos los días. Había órganos de la represión y una delegación de la Pubblica sicurezza (agentes de policía) para una población de trece mil habitantes, la cual en la actualidad goza únicamente de diez carabineros. La represión que Mori llevó a cabo fue tan fuerte y estuvo tan bien organizada que durante años no se hablaba sino de detenciones. ¿Había decidido el fascismo extirpar la mafia de la isla y después de toda Italia? Hoy en día algunos siguen negando que el fascismo haya emprendido esta batalla, pero no los entiendo, pues si el fascismo optó en un principio por la represión antimafiosa, es por la comprensible razón de que dos mafias no pueden coexistir en el mismo país con carácter duradero. El antiguo alcalde de Racalmuto también fue detenido y hay que dejar constancia de que con el consentimiento general, pues todo el pueblo, aunque no lo dijeron abiertamente, estaba de acuerdo en que estas medidas de orden público eran necesarias. Deban la impresión de una gran limpieza. Por lo demás, la mafia fue tan bien extirpada que, en adelante, no tuvimos el “honor” de ver la sombra de un mafioso en Racalmuto. Pero quiero agregar de inmediato que se trata de un caso particular.

No obstante, el fenómeno de la mafia en su verdadera naturaleza, en su acepción profunda, yo no la palpé sino hasta la postguerra, cuando los norteamericanos, que acababan de desembarcar en Sicilia, se organizaron para llevar a cabo una pura y simple operación de reunificación de la mafia, la cual había escogido, como es natural, el campo antifascista en el momento oportuno y, ante la perspectiva de una victoria aliada, había mostrado pedigree político satisfactorio. Parece, pues, que los norteamericanos llegaron a nuestras costas con listas de personas de confianza en los bolsillos –sorprendentemente casi todas ellas mafiosas- a las que asignaron de inmediato puestos de responsabilidad. Fue así como una buena parte de los alcaldes de la Sicilia occidental acabó asociada oficialmente a la mafia. El que era considerado su jefe supremo don Calogero Vizzini, al que llamaban don Caló, fue nombrado alcalde de Villalba. Y lo mismo desde la más pequeña hasta la más grande de las aldeas. Hoy sabemos que los servicios secretos norteamericanos se valieron de la mafia de los Estados Unidos, de origen siciliano, para organizar el desembarco en Sicilia.



Pero quisiera detenerme en un ejemplo que yo considero particularmente significativo, el del sargento Dickey. En tanto que agente de la CID (Criminal Investigations Division), Dickey detiene en Sicilia al famoso jefe mafioso Vito Genovese, “hombre punta de la malavita tanto en tiempos de Mussolini como con la administración del gobierno militar aliado”, como se dijo. El intrépido sargento Dickey logró pues atrapar a Genevese, a quien se buscaba en Estado Unidos por homicidio, y en el momento de la captura, encuentra Genevese provisto de un cierto número de credenciales por oficiales del GMA (Gobierno Militar Aliado), quienes afirman con frialdad que el boss mafioso es “profundamente honesto”, que “denunció numerosos casos de corrupción y de mercado negro que eran obra del personal denominado “de confianza”, y que es, además “digno de confianza, leal y de gran seguridad para el servicio”, etc. Las desdichas de Dickey acaban de empezar, pues nadie en Italia ni fuera de Italia quiere asumir la responsabilidad de un arresto de este tipo. Durante seis meses, Dickey trata de informar al célebre coronel norteamericano Polleti -¡qué tanto hizo por Sicilia!- y nunca lo consigue. Dos veces los descubre en su despacho, desafortunadamente, tirado entre mujeres y botellas vacías. Cuando después de haber estado meses tras él, Dickey logra hacer comparecer a Genovese ante el tribunal norteamericano, tiene la mala suerte de que el testigo de cargo, que estaba encerrado en una cárcel estatal, muera envenenado. Se ignora todavía quién fue el autor del crimen. Pero en todo caso, ya no había nadie que pudiera probar la culpabilidad de Vito Genovese, quien por tanto fue absuelto y más adelante sirvió de modelo al Padrino.

La administración militar aliada en efecto llevó a cabo una restauración y una revaluación de la mafia siciliana. Se puede pensar que se trata de un fenómeno completamente aberrante, salvo si se tiene en cuenta que la mafia había sido durante mucho tiempo separatista en el plano político y se había convencido de que los Estados Unidos querían hacer de Sicilia “la cuadragésima novena estrella” de la bandera norteamericana (no fue sino más tarde cuando la mafia se dedicó a apoyar a los partidos nacionales italianos, a partir de que comprendió que los Estados Unidos no tenían ni ganas ni interés de hacer de Sicilia una entidad autónoma que mantuviera vínculo de privilegio con América del norte). Así fue como la mafia pasó del protectorado norteamericano al protectorado democristiano. Pues la mafia está siempre por definición del lado del poder. En este contexto se ubica la historia de Salvatore Giuliano, bandido de camino real antes de convertirse en instrumento de la mafia y de la Democracia Cristiana, y que fue utilizado por estos dos poderes mientras resultó utilizable. La mafia ha tenido siempre con el bandidaje una relación de estricta conveniencia. Lo sostiene mientras saca de él algún provecho, pero si este apoyo puede llevar a una ruptura con el Estado para eliminar a los que están afuera de la ley. La historia de Salvatore Giuliano, quien masacró a los trabajadores el primero de mayo de 1948 en Portella-della-Ginestra (Sicilia), marca el punto de conveniencia máximo del bandidaje con la mafia, a la que, en este caso, la democracia cristiana le había encomendado que asestara un golpe a los partidos de izquierda porque de este episodio sangriento (once muertos) la mafia había encontrado otros medios, otros métodos, otros hombres, que no implicaban ya forzosamente la utilización sistemática de la violencia. ¿No se acababa de proclamar la autonomía regional[1] y, con ella, la perspectiva de jugosos beneficios en relación con la gestión del tesoro público por los autóctonos y con las “reparaciones” que el Estado italiano reconocía que había que llevar a cabo en la isla? De estas “reparaciones” nacieron no sólo la promoción de las actividades de la mafia sino también la industrialización bárbara de Sicilia, con la construcción de esas “catedrales en el desierto” que son las fábricas cuando no se benefician de un tejido económico y social adecuado, y la especulación inmobiliaria para terminar.

Sicilia podía beneficiarse de un tipo de desarrollo basado en la agricultura y el turismo; pero se escogió una segunda vía, la de la industrialización a ultranza, que no resolvió nada por que empleó únicamente a una pequeña cantidad de mano de obra y desequilibró zonas enteras de la isla, sembrando por donde quiera que pasara el desorden y la contaminación. La mafia se insertó de manera completamente natural en el proceso de desarrollo industrial, convirtiéndose de nuevo en empresario, gestor, revendedor, intermediario y agente de reclutamiento. Y en cada una de estas actividades tuvo la habilidad de extraer diezmos, impuestos y porcentajes, acabando por constituir una clase en sí y por justificar la tesis de Hobsbawm: la mafia –él dice- es “una es especie de burguesía”, representa incluso la única posible burguesía en Sicilia. La única diferencia entre esta burguesía y una burguesía de tipo europeo, por así decirlo, es que la mafia lleva a cabo una explotación llamada rapina desencadenada, salvaje, como la que ejercía antaño en las azufreras. Con la intención de sacar el máximo beneficio y en los plazos más breves posibles, sin preocupación alguna por los problemas de seguridad del personal, como la necesidad de construir trabes y contrafuertes en la mina, y sin siquiera preocuparse de programar sus propios beneficios. Es la lógica del “todo y ya”, perjudicial tanto para la salud de los trabajadores como para el porvenir de las empresas.



Esta burguesía mafiosa obedece a otras reglas que no son, tampoco las de la burguesía clásica, pues el poder mafioso no es hereditario. No se nace mafioso, uno se vuelve mafioso. Cuando se es hijo de mafioso, no se recibe ningún imperio en herencia, hay que conquistarlo. Y es así que el poder del más poderoso de los mafiosos se puede trastocar de la noche a la mañana por la irrupción de capas nuevas, la llegada al mercado de miembros recientes que cuestionan aquello que consideran una institución, y es lo más normal, pues el hecho de poseer las más fastuosa riquezas no vuelve legítimo un poder basado en la violencia, la violación de la ley y el abuso generalizado. ¿Quién podría asombrarse de que una violencia más joven o más carente de prejuicios, llegara a trastocar una violencia establecida desde hace mucho tiempo, y que las batallas intestinas y los conflictos de generaciones llenaran las páginas de los periódicos de hechos diversos a la vez que ensangrientan las banquetas de la buena ciudad de Palermo? De esta terrible lógica de los jóvenes contra los viejos nace la precariedad y la incertidumbre del poder conquistado por el mafioso, de modo similar a Sísifo, aquel tiene que reconquistar eternamente su lugar por muy modesto que este seam para el nunca hay nada adquirido definitivamente y que tendrá que luchar hasta el final por el poder, es decir, en el lenguaje de la mafia, por la vida.

¿Dónde se organiza este poder mafioso? En las cárceles. Las cárceles son las universidades de los mafiosos, en especial la de Ucciardone en Palermo, desde donde a veces los boss siguen dirigiendo sus asuntos, políticos o comerciales. En mi obra de teatro I mafiosi, quise mostrar cómo había sido posible que la mafia, que ya era fuerte en el Estado borbónico, hubiera encontrado en el Estado italiano el mejor estímulo para su desarrollo, sobre todo gracias al aparato electoral. Se puede concebir así, al contrario, por qué le resultó fácil al fascismo, al menos en una primera etapa, entrar en guerra contra la mafia, al no tolerar el régimen de las elecciones libres; el poder político no necesitaba a la mafia para organizar, si era necesario mediante la violencia, el consenso electoral. Se entiende también porqué la democracia proporciona un terreno favorable a la mafia. Es muy triste, pero es así: democracia y desarrollo económico son las vigas maestras de la mafia…

Esta mafia está ligada para siempre al hecho de que la democracia se organice y de que el dinero circule. Cuando la agricultura deja de garantizar un ingreso decente, la mafia, en tanto que fenómeno rural, tiende de inmediato a declinar y el mafioso agrícola a desaparecer en los campos. Ya no se oye hablar de él. Este viejo mafioso patriarcal hacía un poco el oficio del juez de paz, resolvía con una especie de buen sentido innato los sitios más complejos y vivió en una especie de sacerdocio laico en el seno de cada pueblo. No tenía otra riqueza que las tierras de las que se había apropiado mediante la violencia ejercida exclusivamente sobre los más ricos que él, lo cual no le volvía forzosamente antipático a los ojos de todos. Tenía un método infalible para con los ricos: hacía que se endeudaran hasta el cuello y después los obligaba a vender a bajo precio. Encontramos el prototipo de ello en El gatopardo, en el personaje llamado Sedara (es decir, el padre de Angélica). El mafioso rural había trepado simplemente la escala social porque de arrendatario había llegado a propietario, un propietario que ejercía a su vez derechos de naturaleza feudal sobre sus empleados. El campesino que trabajaban sus tierras tenía que esforzarse más y pedir menos que otros, contentarse en general con que se le pagara con servicios y ser objeto de numerosas molestias y maltratos. Para este campesino, la única diferencia entre el varón “latifundista“, que era dueño de la tierra, y el mafioso, disfrutaba antes de adueñarse de ella, consistía en que este último, en vez de ir a gastar el dinero a Palermo, vivía en su tierra, sudaba en su tierra. Y acababa por merecer el poco bien que se había ganado.

Éste tipo de mafioso ha desaparecido con la migración a las ciudades. A partir de los años cincuenta, las poblaciones pequeñas se empiezan a despoblar, poco a poco las tierras van siendo abandonadas (además han resultado cada vez más improductivas), y entonces las ciudades entran en apogeo, se construyen fábricas, oficinas, viviendas y circulan grandes cantidades de dinero. La mafia vuelve a ser lo suficientemente hábil para llevar a cabo la gran mutación del siglo. Abandona las fuentes de riqueza de origen bucólico y se convierte en empresario de obras públicas, maestro de obras en el edificio o constructor inmobiliario. Trasplanta a la ciudad un sistema de gobierno idéntico al que practicaban en el campo: la mayor explotación posible del trabajo de los demás; una excelente organización; la práctica generalizada del porcentaje que se descuenta de antemano tanto del departamento que se va a construir, del puente cuya construcción se va a iniciar como de las oficinas que determinada empresa va a inaugurar. El militarismo como método de mando; la violencia como ley. Si para finalizar agregamos que la mafia ha establecido vínculos tales con el poder político, en especial con el demócrata cristiano, que estos vínculos le permiten la impunidad en caso de transgresión explícita de las normas…

Que si un empresario honesto quiere obtener un permiso de construcción en uno u otro lugar, tiene pocas oportunidades de ver realizado su deseo… En tanto que el mafioso obtiene todo lo que desea y transgrede alegremente la ley: construye doce pisos de altura en lugar de seis, pero nunca se le ocurrirá a nadie, ni siquiera a los expertos del catastro, atreverse a decir que el inmueble del mafioso es más alto de lo que la ley permite. Esto puede que parezca completamente surrealista. La verdad es que la mafia mantiene con el Palazzo (el poder) o bien una relación de corrupción pura y simple a base de dinero, o bien una relación de tipo electoral que confiere a los demócratas-cristianos la seguridad de que obtendrán el mayor número posible de votos. Sumamente responsable de la extorsión electoral, la mafia se encarga tanto de reunir a los “clientes” el día de la consulta como de presionarlos mediante el miedo, la violencia, la corrupción y los pequeños favores. No hay porque creer que la organización “clientelista” de la mafia es únicamente prevaricación y abuso; la mafia no descuida para nada los mecanismos del interés, sino todo lo contrario. ¿Qué hay de interesado que la promesa del posti, del puesto, cuando alguien está desempleado? ¿O las facilidades que se ofrecen, las que una burocracia normal tendría que garantizar a todos los ciudadanos, pero que en Sicilia tienen el cariz de un favor muy especial? Por ejemplo, la obtención rápida de un certificado (de nacimiento, muerte, de matrimonio, de propiedad, de salud). En Sicilia es casi imposible obtenerlo sin la intervención de algún intermediario, es decir de un mafioso capaz de recaer con todo su peso en los empleados de los servicios administrativos. ¿Qué pedirá a cambio del servicio prestado? Algo módico, la boleta de voto en favor de la Democracia Cristiana. ¿Por qué tendría uno que negarse? ¿No le han sacado del apuro?

En Sicilia hay un hambre tal de posti, de puestos públicos, hay tantos desempleados y tan pocos lugares de trabajo que el poder mafioso está lejos de desaparecer. Tanto más cuanto que nadie cree, con toda razón, que los concursos se desarrollen normalmente y que sean los mejores los que ganen los puestos. Así pues, supongamos que la víspera de una consulta electoral, el municipio publica un anuncio de concurso para cien plazas en la administración de la ciudad de Palermo. Habrá, sin duda, unos diez mil aspirantes, diez mil desempleados que quieren trabajo, lo cual quiere decir diez mil familias con su red de parentesco extendida, o sea ochenta mil personas como mínimo. El mafioso interviene, promete puestos a todo el mundo, se desenvuelve como un intermediario eficaz, cortés y de trato agradable. Llegados a este punto, se me podría decir: “De acuerdo, el mafioso promete puestos, pero no está a su alcance el cumplimiento de sus promesas y su credibilidad se irá desinflando como un globo”. Y así sería si las plazas que se ofrecieron desde el comienzo no estuvieran en definitiva atribuidas verdaderamente a desempleados protegidos por la mafia, pero no: están cien hombres en paro que de repente dejan de estarlo, se trata de personas que uno conoce, que forman parte del vecindario, de las que nadie ignora que estaban recomendadas. Quién puede sorprenderse entonces de que en las elecciones, este conjunto de redes familiares vote, en todo o en parte, por el partido que aconsejan los mafiosos, o sea, por la Democracia Cristiana.

No olvidemos tampoco los pasos para conseguir un puesto en un banco o un permiso para llevar armas, una licencia para abrir una tienda (o un simple puesto de flores) o para conseguir la administración de una gasolinera, tareas todas ellas ante las que un ciudadano, en su calidad de simple ciudadano, se siente naturalmente desamparado. La mediación de la mafia llega entonces en el momento preciso para ahorrarle las peores molestias.

No obstante, en la actualidad, la ruptura con la cultura inicial de la mafia está en vías de llevarse a cabo por razones que Pier-Paolo Pasolini denominaba “hedonistas”. Todos nosotros, mafiosos o no, ahora queremos gozar de la vida; el cine y la televisión ofrecen modelos de existencia homologadores que sean muchos más libres y más “consumistas” que en otro tiempo. El joven mafioso lo mismo que todo el mundo, tiene unas ganas locas de vivir su vida, sin cansarse demasiado y gozando del máximo bienestar posible. Es por esto que se realiza la ruptura con los “papas” de la mafia y no, desafortunadamente en nombre de una nueva cultura, de una nueva concepción de la vida, sino, antes bien, en nombre de una existencia más fácil, más agradable, más desligada de preocupaciones materiales, en suma más al día. La cultura mafiosa cede así el lugar a una no-cultura que lo único que pide es vivir sin trabas.

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Los mafiosos, que representan el desorden institucionalizado, necesitan perentoriamente el orden a nivel de la criminalidad baja y media. En un crimen cometido por la mafia no es raro que no se encuentre al cadáver, pero no es por razones directamente vinculadas al carácter mafioso del criminal. En general, significa que han intervenido motivos de orden político-financiero, tal vez incluso que los servicios descritos se han deslizado en la historia.

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Pero desafortunadamente basta con una baja en el ánimo público para que la mafia se inserte, prospere y se multiplique. Por último, la mafia llegó a Estados Unidos: primero organizó la salida clandestina de Sicilia a América y después garantizó a los recién llegados una buena recepción en el Nuevo mundo.

La mafia ofreció entonces tantas analogías con el capitalismo que no fue nada difícil para el capitalismo asimilarla.

Y además había aquellas malditas elecciones… Es imaginar la temible seducción que debían ejercer en un político norteamericano deseoso de triunfar esos grupos humanos organizados y que obedecían a pie juntillas las órdenes de sus jefes. Pero en el momento mismo en que estos políticos decidieron valerse de la mafia, tuvieron que servirla y encubrirla en sus ilegalidades. El periodo más glorioso fue evidente el de la ley seca, pero el periodo actual, con su tráfico de droga no les es menos desfavorable.

Cuando se han celebrado elecciones en Estados Unidos, miles de sicilianos se han sentido más que contentos de poder poner de manifiesto sus talentos de organizadores de consenso; indiferentes a los problemas de la democracia en este país extranjero --¿lo son menos en el suyo?--, le han hecho el juego al partido conservador. Ellos, aquellos que partieron de la Italia rural y subdesarrollada impulsados por la miseria, helos ahí transformados en pilar del sistema electoral menos democrático y del capitalismo industrial que más explota la miseria. En suma, se han pasado una vez más de lado del patrón.

Me pregunto a menudo acerca del poder inalterable de la mafia. Observándola y escudriñándola, he empezado a conocer el sentido de sus más pequeñas manifestaciones. Y sé que cuando la mafia atraviesa por períodos de crisis interna en los que los arreglos de cuentas llenan de flores los adoquines de Palermo y se empieza a contar los muertos de las grandes familias mafiosas, pues bien Dios mío, las cosas no van tan mal puesto que los mafiosos se matan entre ellos. Sé, por tanto que cuando la mafia dispara y se la cree inexistente, aplastada, eliminada sé qué está pasando por un buen periodo, que está almacenando los beneficios y que su aparente silencio disimula sus ganancias.

El Estado tiene una gran responsabilidad en la fortuna de la mafia y se puede decir incluso que en cierta manera la ha alimentado en su seno. A veces se ha acusado al Estado de los “errores” que ha cometido en su lucha contra el fenómeno mafioso. ¡Si tan sólo se tratara de “errores”! A decir verdad, el Estado nunca ha luchado contra la mafia. En la época en que el Estado conformaba una verdadera mafia, en la que había llegado a convertirse totalmente en una mafia --me refiero al fascismo--, entonces sí, el Estado trató de expulsar a la mafia como fenómeno de competencia. Más tarde, esta lucha adquirió aspectos a veces espectaculares, a veces grotescos, con batallas entre policías por ejemplo, como si los boss se escondieran en los matorrales, en la resistencia, pero nunca hubo una auténtica voluntad de extirpación. Tuvo lugar también el episodio de la Comisión Parlamentaria de averiguación sobre la mafia, formada bajo la presión de la opinión pública continental y en especial del Partido Comunista. Se habló mucho de la mafia, tal vez incluso demasiado, pues se alimentaba la esperanza de que las medidas de policía y de justicia fueran a permitir circunscribir el fenómeno. Pero, extrañamente, nada de eso se produjo y, en cambio la mafia tuvo la inteligencia de aprovechar la oportunidad que le ofrecía esta averiguación para llevar a cabo una renovación interna que había llegado hacer indispensable con el ascenso de las nuevas generaciones. La mafia se liberó de sus personajes más folclóricos, más comprometidos, los que estaban más al descubierto, los más gastados, y después se presentó a la opinión pública como la víctima de medidas plenamente anticonstitucionales.

El aparato del Estado se bloqueó más arriba, a nivel de los funcionarios de las cabezas de distrito y de los ministros romanos que tenían estrechas relaciones con los políticos. Es concebible que el balance que se sacó de las acciones de esta comisión no fuera muy optimista.

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Ellos (los mafiosos) son, en el fondo, lo que Montesquieu denominaba la virtud, refiriéndose a las clases dirigentes, son hasta virtuosos en el sentido simple del término; es difícil descubrir en ellos el menor escándalo, o el menor adulterio, o el menor drogado o aún la mínima simpatía por el izquierdismo. El mafioso odia el desorden y la no observancia de las normas. Puritano, adepto a las costumbres más austeras rígido en su comportamiento individual y social, no debe por tanto hacer sonreír; en una sociedad que asiste impotente a la disolución de las normas, el mafioso vive en un sistema que Calvino muchas veces no desaprobaría.

Conocí a un abogado especializado en la defensa de casos mafiosos. Un día, un gran bossfue a buscarlo a su casa. El abogado se estaba lavando y lo recibió, a pesar de todo, haciéndole pasar al baño. El mafioso de contempló con un aire ofendido, le tiró la toalla y le pidió que se secara:“S’asciugasse”, le dijo. Pero el pudor no lo es todo. Para completar su preocupación por las normas, el mafioso es capaz de comportarse como fiel Cervantes religioso. Sí, va a misa; no, no es particularmente creyente; pero los ritos sociales colectivos representan para él un elemento de satisfacción, una impresión de normalidad. Detesta todas las formas de marginalidad.

[1] Desde 1970, las veinte regiones de Italia gozan de autonomía administrativa, legislativa y económica. Invierten a su antojo los fondos que les adjudica el Estado.

Ciudad de México.- A partir del miércoles 23 de marzo, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) divulgó en distintos medios de comunicación la campaña SE BUSCA POR ROBO. Transmitir desde una estación de radio sin concesión es un delito. Las estaciones sin concesión nos afectan a todos.

Las organizaciones abajo firmantes declaramos que esta campaña contiene información falsa que alienta violaciones a los derechos humanos como las que han sido practicadas por autoridades locales que han allanado medios de comunicación que les son incómodos. Esto atenta contra el ejercicio de la libertad de expresión e información de la ciudadanía, especialmente de los sectores que impulsan la comunicación comunitaria e indígena.

Si bien la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LFTR) en su Art. 298 establece que la prestación de servicios de telecomunicaciones o radiodifusión sin contar con concesión o autorización constituye una infracción, no existe tipo penal alguno aplicable a esta conducta y mucho menos equiparable al robo. Es más, la sanción prevista en el Art. 305 de la LFTR que se refiere a la pérdida en beneficio de la Nación de los bienes, instalaciones y equipos empleados en la comisión de dichas infracciones, infringe el segundo párrafo del Art. 7º. Constitucional, pues en ningún caso pueden secuestrarse bienes utilizados para la difusión de información, opiniones e ideas, como instrumento de delito.



Los Artículos 149 y 150 de la Ley de Bienes Nacionales han sido utilizados para tratar de inculpar a comunicadores comunitarios alegando que el uso de espectro sin concesión cae en el supuesto tipificado por dichos artículos. Este argumento es cuestionable, pues podría aplicarse a cualquier persona que usa una red Wi Fi o bien, enviar a la cárcel a comunidades enteras que han decidido instalar una emisora de radiodifusión.

En este sentido, vale la pena recordar lo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a través de su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión menciona al respecto:

La Relatoría reitera la obligación de las emisoras comunitarias de operar de acuerdo a las leyes, pero insiste que estas leyes deben adecuarse a estándares internacionales y deben hacerse cumplir mediante el uso de sanciones administrativas proporcionales y no mediante el empleo del derecho penal.

A diferencia de la información promovida desde el IFT para la defensa de los derechos de los usuarios de telecomunicaciones, la publicidad del organismo en materia de radiodifusión ha tendido a criminalizar y perseguir a medios que no cuentan con concesión, aunada a una inexistente promoción de los derechos de las audiencias en este rubro.

Si el IFT busca que los medios que no cuentan con concesión funcionen de acuerdo al marco normativo vigente, debe facilitar información que contribuya a ello e impulsar las obligaciones de pluralidad de los concesionarios existentes, asegurando un ambiente para el pleno ejercicio de la libertad de expresión. Además, es obligación del IFT fomentar el desarrollo de los medios comunitarios e indígenas reservándoles el 1% de su presupuesto para servicios de comunicación social y publicidad, lo que hasta ahora no ha sucedido.



8º Constitucional y en las disposiciones antes referidas,solicitamos al IFT se retire de manera inmediata la campaña Se Busca por Robo.

Convocamos a una conferencia de prensa el miércoles 6 de abril a las 11hrs. en el Centro Nacional de Comunicación Social A.C. (CENCOS) (Medellín 33 Col. Roma) donde expondremos nuestro posicionamiento frente a dicha campaña, así como una queja que se presentará próximamente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Organizaciones e instituciones



REDES A.C.

Erick Huerta Velázquez

Daniela Parra Hinojosa

Rodrigo Huerta Reyna

Blanca Cruz Cárcamo

Ojo de Agua Comunicación A.C.

Eva Melina Ruiz

Paola Morales Vázquez

Roberto Olivares Ruiz

Clara Morales Rodríguez

Sergio Julián Caballero

Guillermo Monteforte

AMARC México

Héctor Camero Haro – Representante Nacional

Irina Vázquez Zurita – Coordinadora Ejecutiva

Elsa Castorela Castro – Representante de la Red de Mujeres

Mesa Nacional AMARC México

Rocío Román Fernández

Bruno Salazár

Alejandro Barrón

Comunicación Comunitaria A.C.

Aleida Calleja

Red de Comunicadores Boca de Polen A.C.

Alejandra Carrillo Olano

Ana Emilia Palacios Flores

Ana Luisa Gamble Sánchez-Gavito

Arturo Espinoza

Francia Gutiérrez Hermosillo

Geraldina Nayeth Lázaro Avila

Iván Rubén Fernández Álvarez

Luis Eugenio Bermejillo Gamble

Manuel Gómez Méndez

María Isabel Bermejillo Gamble

Mauricio Álvarez

Paulina Sentíes

Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC)

José del Val

Juan Mario Pérez

Seminario de Radio y Comunicación Indígena

Preparatoria por Cooperación José Martí

Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA)

Raíces costeñas A.C.

AIPIN

Congreso Nacional de Comunicación Indígena

Servicios para una Educación Alternativa (Educa) A.C.

Servicios Universitarios y Redes de Conocimientos de Oaxaca (SURCO) A.C.

SER A.C.

Desarrollo Comunitario y Cultural Ma Nguhe A.C.

Cipriano Ángeles Pascual

Martha Delia González

Salud Integral para la Mujer (SIPAM) A.C.

María Eugenia Chávez – Coordinadora Eje estratégico de Libertad de Expresión

Fundación de Santa María para la Promoción Indígena y Agroforestal A.C.

Oswaldo Martínez Flores

Universidad Comunal Intercultural del Cempoaltépetl

Académicos

Carlos Cortez Ruiz – UAM

Catalina Eibenschutz – UAM-X

Rafael Calderón Arózqueta – Depto. de Producción agrícola y Animal UAM-X

Carlos Baca Feldman – Estudiante Doctorado Sociología BUAP

Radios

Radio Wuty Já

Radio Laklumal

XETUMI La Voz de la Sierra Oriente

Radio Juchari Uinapekua

Radio Mayääw

Radio Estereo Comunal 94.1

Radio Muk´ul Lum

Radio Ñuu Kaan

Ixhuateca Radio

Estéreo Lluvia

Radio Las Voces de los Pueblos 102.1 F.M.

Radio Caracol

Radio Estéreo Comunal

Radio Frecuencia Libre 99.1 F.M.

Radio Totopo

Radio Comunitaria Cholollan

Comunidades indígenas

Representación indígena y Ayuntamiento de Tututepec

Independientes

Laura Leticia Cervantes Naranjo

Janet López

Noé Pineda

Gabriel García

Héctor Javier Sánchez

Leonardo Toledo

Kathia Loyzaga

Edilberto Cardoso

Pedro Hernández

Mayte Ibarguengoitia González

Primavera Téllez Girón – Periodista

Luis Miguel Carriedo y Gerardo Montes – Programa de Radio Espacio AMEDI

Carlos Padilla – Director de la Revista Zócalo

D

Los necesarios recortes que antes de un mes deberán aprobarse en la Cámara de Diputados para evitar un endeudamiento que lleve al país por los abismos al que lo empinaron Luis Echeverría y López Portillo o el final del salinismo, seguramente dejarán de lado tres recortes que además de ahorrar mucho dinero, darían no solo un gran gusto a la sociedad mexicana, sino que también enviarían un mensaje de ética y congruencia que no aparece por ningún lado en los altos círculos políticos y partidistas del país.

Primer y más anhelado recorte:



Reducir al mínimo los subsidios a los partidos políticos. Miren números: el PRI recibirá el año que viene 1,021 millones de pesos para su operación diaria, aparte del dineral que se ahorran con los spots gratis que el INE les regala a todos los partidos de manera permanente. El PAN recibirá 774 millones, el PRD 470, MORENA recibirá y aceptará con gusto de lo que ellos mismos llaman "la mafia en el poder y las endiabladas instituciones" 395 millones de pesos, sin rechistar ni devolver un centavo. El Partido Verde, 351 millones, Movimiento Ciudadano 327 millones, el reducido PANALITO, 255 MILLONES, y el nuevo niño que parió nuestra ya abuela democracia, el Partido Encuentro Social, 243 millones.

El ex priísta y ahora flamante diputado poblano por el PAN, Juan Pablo Piña Kurecyn, propuso un interesante recorte de subsidios a la mitad. No hubo gritos de algarabía ni eco a su propuesta. No se escuchó ni un pequeño aplauso de parte de los diputados, solo el zumbido de una mosca tenaz y aburrida que volaba por el congreso. Así que , de acuerdo a datos de Gil Gamés, los partidos seguirán gastando cada día 10.5 millones de pesos

Segundo recorte que no llegará



Reducción del gasto generado por el Congreso de la Unión, de los diputados y senadores y por lo tanto, del enorme número de ellos que no representan a nadie porque no fueron electos ni votados, los pluri nominales. Entre todos, hoy le cuestan al país 11 mil 500 millones de pesos anuales, cada año más caros, sin que su carga de trabajo haya aumentado. En el Congreso de la Unión trabajan 7,257 burócratas, 5,221 para los diputados y 2,036 a las órdenes de los senadores, tres veces más que el promedio mundial. Un tercio del personal atiende a los plurinominales. A eso habría que sumarle el gasto de los 32 congresos locales y a Asamblea de representantes del DF. Todo sale de la misma buchaca. Este soñado recorte, desde luego mi favorito, debiera incluir una reforma que decretara la desaparición de absolutamente todas las candidaturas plurinominales ,200 diputados y 38 senadores federales, por los que nadie votó, que de acuerdo a las leyes electorales vigentes no hacen campaña, que son cuotas de los partidos y que son quienes realmente manejan las cámaras. Estos muñequitos y muñequitas plurinominales le cuestan al país la bárbara cantidad de 2,400 millones de pesos anuales. Repito, sin contar las cámaras locales y sus plurinominales. En Estados Unidos, que triplica nuestra población, hay 100 senadores y 425 diputados. Aquí hemos llegado a tener, en algunas ocasiones, hasta 5 senadores por estado. Conozco el caso de Puebla que hoy tiene 4 senadores en la actual Cámara Alta: la fórmula ganadora, 2 mujeres por el PRI, el de primera minoría, PAN, y el mutante Bartlett por el PT. En algún momento llegamos a tener cinco senadores por Puebla, pues llegaron dos plurinominales. Adorables angelitos que no traían precisamente su torta bajo el brazo, sino que se llevaron muchas de la canasta de nuestra hoy aberrante democracia.

Pienso en el bien que haría ese dinero invertido en los tristes y descuidados ministerios públicos, sobrecargados de trabajo y en los que a veces no hay ni papel ni tóner para imprimir una sentencia. Me consta.



Que se vayan todos los pluris porque su obsoleta razón de existir se acabó hace años.

Tercer recorte, el más inverosímil:

Reducción del gasto en comunicación social en todos los niveles de gobierno. Van cuentas: un municipio como el de Puebla ha gastado en los últimos cuatro trienios un promedio de 140 millones de pesos anuales en propaganda no útil para mejorar la vida de la comunidad. Dicho gasto ha sido utilizado sin misericordia para machacarnos día y noche que los funcionarios hicieron el favor de hacer su trabajo, como destapar cien coladeras o tapar los baches, arrancar campañas de reforestación o de desayunos calientes, todo acompañados de sus dignísimas esposas de las que también nos machacan el nombre . Multipliquemos ese gasto por cientos de municipios con capacidad para gestionar recursos propagandísticos, sumémosle lo que gastan los gobernadores para promocionarse local y nacionalmente, porque ahora todos se creen presidenciables. Súmele, si usted tuvo la capacidad de rastrear los datos en las páginas de transparencia municipales y estatales, lo que gasta el gobierno federal. No puedo ni imaginar la cifra, pero debe de ser enorme. Es tan absurdo el que se promocionen a sí mismos por hacer algo por lo que se les paga, como el que un mesero, cada vez que le llevara un platillo, le dijera:- mire que bien le serví su sopita, llegó caliente y sin escupitajo del cocinero. O un empleado que le dijera constantemente a su empleador: -vea usted qué bonito trabajo, que puntual llego, no he desvielado el coche y qué bonitos modos tengo. Lo visto no es juzgado. No necesitamos como sociedad oír lo que hacen los funcionarios públicos, del rango que sean, y que cobran por hacer su trabajo. En todo caso, se debe usar un recurso moderado o de tiempos oficiales para proporcionar información útil para el mejor funcionamiento de la sociedad, como cuándo entrará en vigor un nuevo reglamento, alertas de emergencias climáticas, el arranque de una campaña de vacunación, o avisos oportunos como el que no habrá servicio de agua por razones de mantenimiento. El resto, el trabajo bien o mal hecho, lo sabemos porque no somos tontos.

Imagine esa enorme cifra secreta del mal llamado gasto en comunicación social, que no es más que mayoritariamente propaganda personal, destinada a la impartición de justicia y fortalecimiento de ministerios públicos. Imagínese la cifra empleada en limpiar los mares y ríos. Imagínela en mejorar la planeación urbana y el ordenamiento del territorio, que hoy es un caos .Imagínela en espacios que acojan a niños maltratados. Imagínela en lo que usted crea que hace más falta. Si, imagínela nada más, porque esos recortes no llegarán en mucho tiempo

*Cifras tomadas de INEG, Integralia, El Financiero (Gil Gamés), del Informe Parlamentario del PNUD-ONU capítulo México, de la Unión Interparlamentaria Mundial, de la OCDE, de la Agencia Visión Legislativa, de Reporte Índigo 2014 y de Transparencia Mexicana y Estados Financieros del Municipio de Puebla 2003-2014 .

"TRES RECORTES QUE NO APROBARÁN LOS DIPUTADOS"

Por Verónica Mastretta

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Los necesarios recortes que antes de un mes deberán aprobarse en la Cámara de Diputados para evitar un endeudamiento que lleve al país por los abismos al que lo empinaron Luis Echeverría y López Portillo o el final del salinismo, seguramente dejarán de lado tres recortes que además de ahorrar mucho dinero, darían no solo un gran gusto a la sociedad mexicana, sino que también enviarían un mensaje de ética y congruencia que no aparece por ningún lado en los altos círculos políticos y partidistas del país.

PRIMER Y MÁS ANHELADO RECORTE:

Reducir al mínimo los subsidios a los partidos políticos. Miren números: el PRI recibirá el año que viene 1,021 millones de pesos para su operación diaria, aparte del dineral que se ahorran con los spots gratis que el INE les regala a todos los partidos de manera permanente. El PAN recibirá 774 millones, el PRD 470, MORENA recibirá y aceptará con gusto de lo que ellos mismos llaman "la mafia en el poder y las endiabladas instituciones" 395 millones de pesos, sin rechistar ni devolver un centavo. El Partido Verde, 351 millones, Movimiento Ciudadano 327 millones, el reducido PANALITO, 255 MILLONES, y el nuevo niño que parió nuestra ya abuela democracia, el Partido Encuentro Social, 243 millones.

El ex priista y ahora flamante diputado poblano por el PAN, Juan Pablo Piña Kurecyn, propuso un interesante recorte de subsidios a la mitad. No hubo gritos de algarabía ni eco a su propuesta. No se escuchó ni un pequeño aplauso de parte de los diputados, solo el zumbido de una mosca tenaz y aburrida que volaba por el congreso. Así que, de acuerdo a datos de Gil Gamés, los partidos seguirán gastando cada día 10.5 millones de pesos

SEGUNDO RECORTE QUE NO LLEGARÁ

Reducción del gasto generado por el Congreso de la Unión, de los diputados y senadores y por lo tanto, del enorme número de ellos que no representan a nadie porque no fueron electos ni votados, los pluris nominales. Entre todos, hoy le cuestan al país 11 mil 500 millones de pesos anuales, cada año más caros, sin que su carga de trabajo haya aumentado. En el Congreso de la Unión trabajan 7,257 burócratas, 5,221 para los diputados y 2,036 a las órdenes de los senadores, tres veces más que el promedio mundial. Un tercio del personal atiende a los plurinominales. A eso habría que sumarle el gasto de los 32 congresos locales y a Asamblea de representantes del DF. Todo sale de la misma buchaca. Este soñado recorte, desde luego mi favorito, debiera incluir una reforma que decretara la desaparición de absolutamente todas las candidaturas plurinominales ,200 diputados y 38 senadores federales, por los que nadie votó, que de acuerdo a las leyes electorales vigentes no hacen campaña, que son cuotas de los partidos y que son quienes realmente manejan las cámaras. Estos muñequitos y muñequitas plurinominales le cuestan al país la bárbara cantidad de 2,400 millones de pesos anuales. Repito, sin contar las cámaras locales y sus plurinominales. En Estados Unidos, que triplica nuestra población, hay 100 senadores y 425 diputados. Aquí hemos llegado a tener, en algunas ocasiones, hasta 5 senadores por estado. Conozco el caso de Puebla que hoy tiene 4 senadores en la actual Cámara Alta: la fórmula ganadora, 2 mujeres por el PRI, el de primera minoría, PAN, y el mutante Bartlett por el PT. En algún momento llegamos a tener cinco senadores por Puebla, pues llegaron dos plurinominales. Adorables angelitos que no traían precisamente su torta bajo el brazo, sino que se llevaron muchas de la canasta de nuestra hoy aberrante democracia.

Pienso en el bien que haría ese dinero invertido en los tristes y descuidados ministerios públicos, sobrecargados de trabajo y en los que a veces no hay ni papel ni tóner para imprimir una sentencia. Me consta.

Que se vayan todos los pluris porque su obsoleta razón de existir se acabó hace años.

TERCER RECORTE, EL MÁS INVEROSÍMIL:

Reducción del gasto en comunicación social en todos los niveles de gobierno. Van cuentas: un municipio como el de Puebla ha gastado en los últimos cuatro trienios un promedio de 140 millones de pesos anuales en propaganda no útil para mejorar la vida de la comunidad. Dicho gasto ha sido utilizado sin misericordia para machacarnos día y noche que los funcionarios hicieron el favor de hacer su trabajo, como destapar cien coladeras o tapar los baches, arrancar campañas de reforestación o de desayunos calientes, todo acompañados de sus dignísimas esposas de las que también nos machacan el nombre . Multipliquemos ese gasto por cientos de municipios con capacidad para gestionar recursos propagandísticos, sumémosle lo que gastan los gobernadores para promocionarse local y nacionalmente, porque ahora todos se creen presidenciables. Súmele, si usted tuvo la capacidad de rastrear los datos en las páginas de transparencia municipales y estatales, lo que gasta el gobierno federal. No puedo ni imaginar la cifra, pero debe de ser enorme. Es tan absurdo el que se promocionen a sí mismos por hacer algo por lo que se les paga, como el que un mesero, cada vez que le llevara un platillo, le dijera:- mire que bien le serví su sopita, llegó caliente y sin escupitajo del cocinero. O un empleado que le dijera constantemente a su empleador: -vea usted qué bonito trabajo, que puntual llego, no he desvielado el coche y qué bonitos modos tengo. Lo visto no es juzgado. No necesitamos como sociedad oír lo que hacen los funcionarios públicos, del rango que sean, y que cobran por hacer su trabajo. En todo caso, se debe usar un recurso moderado o de tiempos oficiales para proporcionar información útil para el mejor funcionamiento de la sociedad, como cuándo entrará en vigor un nuevo reglamento, alertas de emergencias climáticas, el arranque de una campaña de vacunación, o avisos oportunos como el que no habrá servicio de agua por razones de mantenimiento. El resto, el trabajo bien o mal hecho, lo sabemos porque no somos tontos.

Imagine esa enorme cifra secreta del mal llamado gasto en comunicación social, que no es más que mayoritariamente propaganda personal, destinada a la impartición de justicia y fortalecimiento de ministerios públicos. Imagínese la cifra empleada en limpiar los mares y ríos. Imagínela en mejorar la planeación urbana y el ordenamiento del territorio, que hoy es un caos .Imagínela en espacios que acojan a niños maltratados. Imagínela en lo que usted crea que hace más falta. Si, imagínela nada más, porque esos recortes no llegarán en mucho tiempo

*Cifras tomadas de INEG, Integralia, El Financiero (Gil Gamés), del Informe Parlamentario del PNUD-ONU capítulo México, de la Unión Interparlamentaria Mundial, de la OCDE, de la Agencia Visión Legislativa, de Reporte Índigo 2014 y de Transparencia Mexicana y Estados Financieros del Municipio de Puebla 2003-2014 .

Los necesarios recortes que antes de un mes deberán aprobarse en la Cámara de Diputados para evitar un endeudamiento que lleve al país por los abismos al que lo empinaron Luis Echeverría y López Portillo o el final del salinismo, seguramente dejarán de lado tres recortes que además de ahorrar mucho dinero, darían no solo un gran gusto a la sociedad mexicana, sino que también enviarían un mensaje de ética y congruencia que no aparece por ningún lado en los altos círculos políticos y partidistas del país.

Primer y más anhelado recorte:



Reducir al mínimo los subsidios a los partidos políticos. Miren números: el PRI recibirá el año que viene 1,021 millones de pesos para su operación diaria, aparte del dineral que se ahorran con los spots gratis que el INE les regala a todos los partidos de manera permanente. El PAN recibirá 774 millones, el PRD 470, MORENA recibirá y aceptará con gusto de lo que ellos mismos llaman "la mafia en el poder y las endiabladas instituciones" 395 millones de pesos, sin rechistar ni devolver un centavo. El Partido Verde, 351 millones, Movimiento Ciudadano 327 millones, el reducido PANALITO, 255 MILLONES, y el nuevo niño que parió nuestra ya abuela democracia, el Partido Encuentro Social, 243 millones.

El ex priísta y ahora flamante diputado poblano por el PAN, Juan Pablo Piña Kurecyn, propuso un interesante recorte de subsidios a la mitad. No hubo gritos de algarabía ni eco a su propuesta. No se escuchó ni un pequeño aplauso de parte de los diputados, solo el zumbido de una mosca tenaz y aburrida que volaba por el congreso. Así que , de acuerdo a datos de Gil Gamés, los partidos seguirán gastando cada día 10.5 millones de pesos

Segundo recorte que no llegará



Reducción del gasto generado por el Congreso de la Unión, de los diputados y senadores y por lo tanto, del enorme número de ellos que no representan a nadie porque no fueron electos ni votados, los pluri nominales. Entre todos, hoy le cuestan al país 11 mil 500 millones de pesos anuales, cada año más caros, sin que su carga de trabajo haya aumentado. En el Congreso de la Unión trabajan 7,257 burócratas, 5,221 para los diputados y 2,036 a las órdenes de los senadores, tres veces más que el promedio mundial. Un tercio del personal atiende a los plurinominales. A eso habría que sumarle el gasto de los 32 congresos locales y a Asamblea de representantes del DF. Todo sale de la misma buchaca. Este soñado recorte, desde luego mi favorito, debiera incluir una reforma que decretara la desaparición de absolutamente todas las candidaturas plurinominales ,200 diputados y 38 senadores federales, por los que nadie votó, que de acuerdo a las leyes electorales vigentes no hacen campaña, que son cuotas de los partidos y que son quienes realmente manejan las cámaras. Estos muñequitos y muñequitas plurinominales le cuestan al país la bárbara cantidad de 2,400 millones de pesos anuales. Repito, sin contar las cámaras locales y sus plurinominales. En Estados Unidos, que triplica nuestra población, hay 100 senadores y 425 diputados. Aquí hemos llegado a tener, en algunas ocasiones, hasta 5 senadores por estado. Conozco el caso de Puebla que hoy tiene 4 senadores en la actual Cámara Alta: la fórmula ganadora, 2 mujeres por el PRI, el de primera minoría, PAN, y el mutante Bartlett por el PT. En algún momento llegamos a tener cinco senadores por Puebla, pues llegaron dos plurinominales. Adorables angelitos que no traían precisamente su torta bajo el brazo, sino que se llevaron muchas de la canasta de nuestra hoy aberrante democracia.

Pienso en el bien que haría ese dinero invertido en los tristes y descuidados ministerios públicos, sobrecargados de trabajo y en los que a veces no hay ni papel ni tóner para imprimir una sentencia. Me consta.



Que se vayan todos los pluris porque su obsoleta razón de existir se acabó hace años.

Tercer recorte, el más inverosímil:

Reducción del gasto en comunicación social en todos los niveles de gobierno. Van cuentas: un municipio como el de Puebla ha gastado en los últimos cuatro trienios un promedio de 140 millones de pesos anuales en propaganda no útil para mejorar la vida de la comunidad. Dicho gasto ha sido utilizado sin misericordia para machacarnos día y noche que los funcionarios hicieron el favor de hacer su trabajo, como destapar cien coladeras o tapar los baches, arrancar campañas de reforestación o de desayunos calientes, todo acompañados de sus dignísimas esposas de las que también nos machacan el nombre . Multipliquemos ese gasto por cientos de municipios con capacidad para gestionar recursos propagandísticos, sumémosle lo que gastan los gobernadores para promocionarse local y nacionalmente, porque ahora todos se creen presidenciables. Súmele, si usted tuvo la capacidad de rastrear los datos en las páginas de transparencia municipales y estatales, lo que gasta el gobierno federal. No puedo ni imaginar la cifra, pero debe de ser enorme. Es tan absurdo el que se promocionen a sí mismos por hacer algo por lo que se les paga, como el que un mesero, cada vez que le llevara un platillo, le dijera:- mire que bien le serví su sopita, llegó caliente y sin escupitajo del cocinero. O un empleado que le dijera constantemente a su empleador: -vea usted qué bonito trabajo, que puntual llego, no he desvielado el coche y qué bonitos modos tengo. Lo visto no es juzgado. No necesitamos como sociedad oír lo que hacen los funcionarios públicos, del rango que sean, y que cobran por hacer su trabajo. En todo caso, se debe usar un recurso moderado o de tiempos oficiales para proporcionar información útil para el mejor funcionamiento de la sociedad, como cuándo entrará en vigor un nuevo reglamento, alertas de emergencias climáticas, el arranque de una campaña de vacunación, o avisos oportunos como el que no habrá servicio de agua por razones de mantenimiento. El resto, el trabajo bien o mal hecho, lo sabemos porque no somos tontos.

Imagine esa enorme cifra secreta del mal llamado gasto en comunicación social, que no es más que mayoritariamente propaganda personal, destinada a la impartición de justicia y fortalecimiento de ministerios públicos. Imagínese la cifra empleada en limpiar los mares y ríos. Imagínela en mejorar la planeación urbana y el ordenamiento del territorio, que hoy es un caos .Imagínela en espacios que acojan a niños maltratados. Imagínela en lo que usted crea que hace más falta. Si, imagínela nada más, porque esos recortes no llegarán en mucho tiempo

*Cifras tomadas de INEG, Integralia, El Financiero (Gil Gamés), del Informe Parlamentario del PNUD-ONU capítulo México, de la Unión Interparlamentaria Mundial, de la OCDE, de la Agencia Visión Legislativa, de Reporte Índigo 2014 y de Transparencia Mexicana y Estados Financieros del Municipio de Puebla 2003-2014 .

"TRES RECORTES QUE NO APROBARÁN LOS DIPUTADOS"

Por Verónica Mastretta

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Los necesarios recortes que antes de un mes deberán aprobarse en la Cámara de Diputados para evitar un endeudamiento que lleve al país por los abismos al que lo empinaron Luis Echeverría y López Portillo o el final del salinismo, seguramente dejarán de lado tres recortes que además de ahorrar mucho dinero, darían no solo un gran gusto a la sociedad mexicana, sino que también enviarían un mensaje de ética y congruencia que no aparece por ningún lado en los altos círculos políticos y partidistas del país.

PRIMER Y MÁS ANHELADO RECORTE:

Reducir al mínimo los subsidios a los partidos políticos. Miren números: el PRI recibirá el año que viene 1,021 millones de pesos para su operación diaria, aparte del dineral que se ahorran con los spots gratis que el INE les regala a todos los partidos de manera permanente. El PAN recibirá 774 millones, el PRD 470, MORENA recibirá y aceptará con gusto de lo que ellos mismos llaman "la mafia en el poder y las endiabladas instituciones" 395 millones de pesos, sin rechistar ni devolver un centavo. El Partido Verde, 351 millones, Movimiento Ciudadano 327 millones, el reducido PANALITO, 255 MILLONES, y el nuevo niño que parió nuestra ya abuela democracia, el Partido Encuentro Social, 243 millones.

El ex priista y ahora flamante diputado poblano por el PAN, Juan Pablo Piña Kurecyn, propuso un interesante recorte de subsidios a la mitad. No hubo gritos de algarabía ni eco a su propuesta. No se escuchó ni un pequeño aplauso de parte de los diputados, solo el zumbido de una mosca tenaz y aburrida que volaba por el congreso. Así que, de acuerdo a datos de Gil Gamés, los partidos seguirán gastando cada día 10.5 millones de pesos

SEGUNDO RECORTE QUE NO LLEGARÁ

Reducción del gasto generado por el Congreso de la Unión, de los diputados y senadores y por lo tanto, del enorme número de ellos que no representan a nadie porque no fueron electos ni votados, los pluris nominales. Entre todos, hoy le cuestan al país 11 mil 500 millones de pesos anuales, cada año más caros, sin que su carga de trabajo haya aumentado. En el Congreso de la Unión trabajan 7,257 burócratas, 5,221 para los diputados y 2,036 a las órdenes de los senadores, tres veces más que el promedio mundial. Un tercio del personal atiende a los plurinominales. A eso habría que sumarle el gasto de los 32 congresos locales y a Asamblea de representantes del DF. Todo sale de la misma buchaca. Este soñado recorte, desde luego mi favorito, debiera incluir una reforma que decretara la desaparición de absolutamente todas las candidaturas plurinominales ,200 diputados y 38 senadores federales, por los que nadie votó, que de acuerdo a las leyes electorales vigentes no hacen campaña, que son cuotas de los partidos y que son quienes realmente manejan las cámaras. Estos muñequitos y muñequitas plurinominales le cuestan al país la bárbara cantidad de 2,400 millones de pesos anuales. Repito, sin contar las cámaras locales y sus plurinominales. En Estados Unidos, que triplica nuestra población, hay 100 senadores y 425 diputados. Aquí hemos llegado a tener, en algunas ocasiones, hasta 5 senadores por estado. Conozco el caso de Puebla que hoy tiene 4 senadores en la actual Cámara Alta: la fórmula ganadora, 2 mujeres por el PRI, el de primera minoría, PAN, y el mutante Bartlett por el PT. En algún momento llegamos a tener cinco senadores por Puebla, pues llegaron dos plurinominales. Adorables angelitos que no traían precisamente su torta bajo el brazo, sino que se llevaron muchas de la canasta de nuestra hoy aberrante democracia.

Pienso en el bien que haría ese dinero invertido en los tristes y descuidados ministerios públicos, sobrecargados de trabajo y en los que a veces no hay ni papel ni tóner para imprimir una sentencia. Me consta.

Que se vayan todos los pluris porque su obsoleta razón de existir se acabó hace años.

TERCER RECORTE, EL MÁS INVEROSÍMIL:

Reducción del gasto en comunicación social en todos los niveles de gobierno. Van cuentas: un municipio como el de Puebla ha gastado en los últimos cuatro trienios un promedio de 140 millones de pesos anuales en propaganda no útil para mejorar la vida de la comunidad. Dicho gasto ha sido utilizado sin misericordia para machacarnos día y noche que los funcionarios hicieron el favor de hacer su trabajo, como destapar cien coladeras o tapar los baches, arrancar campañas de reforestación o de desayunos calientes, todo acompañados de sus dignísimas esposas de las que también nos machacan el nombre . Multipliquemos ese gasto por cientos de municipios con capacidad para gestionar recursos propagandísticos, sumémosle lo que gastan los gobernadores para promocionarse local y nacionalmente, porque ahora todos se creen presidenciables. Súmele, si usted tuvo la capacidad de rastrear los datos en las páginas de transparencia municipales y estatales, lo que gasta el gobierno federal. No puedo ni imaginar la cifra, pero debe de ser enorme. Es tan absurdo el que se promocionen a sí mismos por hacer algo por lo que se les paga, como el que un mesero, cada vez que le llevara un platillo, le dijera:- mire que bien le serví su sopita, llegó caliente y sin escupitajo del cocinero. O un empleado que le dijera constantemente a su empleador: -vea usted qué bonito trabajo, que puntual llego, no he desvielado el coche y qué bonitos modos tengo. Lo visto no es juzgado. No necesitamos como sociedad oír lo que hacen los funcionarios públicos, del rango que sean, y que cobran por hacer su trabajo. En todo caso, se debe usar un recurso moderado o de tiempos oficiales para proporcionar información útil para el mejor funcionamiento de la sociedad, como cuándo entrará en vigor un nuevo reglamento, alertas de emergencias climáticas, el arranque de una campaña de vacunación, o avisos oportunos como el que no habrá servicio de agua por razones de mantenimiento. El resto, el trabajo bien o mal hecho, lo sabemos porque no somos tontos.

Imagine esa enorme cifra secreta del mal llamado gasto en comunicación social, que no es más que mayoritariamente propaganda personal, destinada a la impartición de justicia y fortalecimiento de ministerios públicos. Imagínese la cifra empleada en limpiar los mares y ríos. Imagínela en mejorar la planeación urbana y el ordenamiento del territorio, que hoy es un caos .Imagínela en espacios que acojan a niños maltratados. Imagínela en lo que usted crea que hace más falta. Si, imagínela nada más, porque esos recortes no llegarán en mucho tiempo

*Cifras tomadas de INEG, Integralia, El Financiero (Gil Gamés), del Informe Parlamentario del PNUD-ONU capítulo México, de la Unión Interparlamentaria Mundial, de la OCDE, de la Agencia Visión Legislativa, de Reporte Índigo 2014 y de Transparencia Mexicana y Estados Financieros del Municipio de Puebla 2003-2014 .

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