Mundo Nuestro. ¿Qué criterios cumple un programa académico que tiene como propósito fundamental el compromiso por una formación profesional vinculada a la realidad social del país?

Y la pregunta puede hacerse de otra manera: ¿cuáles deben ser los valores que deben normar la vida de las empresas mexicanas, particularmente las que generan los jóvenes egresados de las universidades en México?

Así los ha nombrado el Dr. Axel Rodríguez Batres, director del Departamento de Negocios de la IBERO Puebla: compromiso ético, transparencia, rendición de cuentas, no corrupción, respeto a los derechos humanos, cultura de la legalidad, respeto a las normas, participación ciudadana y sustentabilidad



No es sencillo, a juzgar por las condiciones críticas que se viven en nuestro país, y más si se analiza las difíciles condiciones que enfrentan las empresas y sus trabajadores.​

Por lo pronto, el Departamento de Negocios (DEN) de la Universidad Iberoamericana Puebla ha obtenido el distintivo en Responsabilidad Social Universitaria (RSU), reconocimiento que otorga la Asociación Nacional de Facultades y Escuelas de Contaduría y Administración (ANFECA) a instituciones de educación superior que demuestran su compromiso con la sociedad y por atender diversas problemáticas del país.

Es sin duda una buena noticia para esa comunidad académica.

Imágenes para pensar que la sociedad poblana tiene un problema grave mientras las autoridades miran para otro lado.

¿O cuándo debes pensar que los gobiernos están rebasados por el crimen organizado?



Cuando aprecias que el territorio poblano está cruzado por los ductos de PEMEX, lo que lo ha convertido en un campo de cultivo petrolero con un mercado de combustibles regional y nada clandestino que mantiene el precio de la gasolina a 5 pesos.



Cuando vas al detalle de lo que significan estos ductos para cualquier comunidad campesina que ve cómo salen a respirar las tuberías.



Cuando los juegos pirotécnicos se han convertido en el pasatiempo común de las comunidades de San Martín Texmelucan.

Cuando un fragoroso partido de béisbol cierra con un grupo de sicarios que arremete a balazos la tribuna de una unidad deportiva en Palmar de Bravo.

Y cuando no hay día que pase sin encabezados que involucran a huachicoleros ejecutados: 176 ejecuciones en Puebla en lo que va del año, gran parte relacionada con bandas de robo de combustible.

O cuando los abogados del ex director de la Policía Estatal, Marco Antonio Estrada López, y el ex jefe del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), Tomás Méndez Lozano, solicitan a un juez de distrito el sobreseimiento de la causa penal que los mantiene presos desde el 14 de julio de 2015, cuando los ex mandos policiacos fueron detenidos en Tepeaca por el Ejército Mexicano, acusados de brindar seguridad a las bandas de huachicoleros en Tepeaca.

O simplemente, ¡cuando encuentran petróleo en Cuautlancingo!, como ha sucedido esta madrugada del 18 de julio a unos cuantos metros del crucero de la autopista México-Puebla con el Periférico.

Cuando miras todo esto y observas cómo galantemente las autoridades en el estado tienen la vista puesta en otro lado:

De la columna Día con día

Leyendo el discurso de Enrique Ochoa como nuevo presidente del PRI he pensado, en un rapto de política ficción, que quizá el presidente Peña Nieto no está preparando un destape a la antigüita del candidato presidencial del PRI, sino que este es, de hecho, su destape presidencial. Al menos, su primer destape.



Ochoa se plantea en su discurso tareas de liderato, renovación y continuidad que le urgen al gobierno de Peña Nieto.

Primero, quiere encabezar la campaña anticorrupción contra los gobernadores de su propio partido y contra los de otros. Es la campaña contra la corrupción que el PRI parece incapaz de abanderar sino al precio de sus propias bajas, campaña fundamental para el gobierno si quiere reponer algo de su menguada aprobación y disputarle el tema a las oposiciones.

Segundo, Ochoa asume sin titubear el horizonte de reformas de Peña Nieto, que parecen perdidas en la opinión pública pero son un hecho en la Constitución, en las leyes secundarias y en las instituciones derivadas de ellas. Es el único proyecto de gobierno real que hay en el país. El proyecto que el próximo gobierno está obligado a cumplir , mientras no cambien las leyes.



Tercero, Ochoa asume la presidencia del PRI como vocero activo de ese proyecto, el lugar desde donde el gobierno enfrentará a los medios, hablará con la sociedad y discutirá con sus competidores.



Cuarto, plantea la vinculación directa del gobierno federal priista con el PRI mediante una continua interlocución de miembros del gabinete con estructuras locales del partido.

Las debilidades del destape priista de Ochoa apenas pueden ocultarse. No es de ahí, no conoce el gallinero, ni a los gallos ni a las gallinas. Llega al PRI en estado adánico, apenas salido del paraíso, inocente del todo respecto de la realidad del priismo realmente existente.

Pero este es el estado en el que salían al ruedo muchos candidatos presidenciales del PRI desde, por lo menos, José López Portillo. Remediaban su ignorancia adánica yéndose de gira al país para aprender. Esto es lo primero que va a hacer Ochoa, con su gira de cien días.

La varita mágica de aquellos candidatos adánicos se llamaba en mis tiempos “la cargada”. Amigos y enemigos sabían que ese candidato era “el bueno” y esto añadía rápidamente adhesiones impensables de otro modo.

Al PRI derrotado de estos días le urge saber quién es “el bueno”. Pienso, en mi rapto de política ficción, que Ochoa es una primera respuesta de Peña.

Vida gris, ciudad gris, gobierno gris. Y ciudadanos sometidos.

¿Tiene que ser así?

Fui el sábado a caminar por la avenida Hermanos Serdán para cuestionar, con muchos otros, el proyecto más absurdo que haya pasado por la cabeza de gobernante alguno en la ciudad de Puebla, y porque pienso que la vida pública puede tener otro semblante, inteligente y creativo, capaz de construir mejores caminos para lograr el anhelo simple de una ciudad digna para todos.



Me pregunto si tiene que ser así la vida nuestra –sometida y gris-- frente a un fresno adulto que bien podría tener la mitad de mis 61 años de edad.

Es un fresno de unos quince metros de alto, y es uno entre más de setencientos que el gobierno del estado de Puebla pretende desaparecer para una ciclovía elevada cuyo costo rebasará los 270 millones de pesos. No lo sabe él, dado que en nuestro país los árboles no tienen derechos. Son, en voz de los constructores del proyecto de bicis rampantes, “individuos arbóreos” que pueden ser removidos sin más aviso que lo que los técnicos que aprobarán tal crimen llaman “manifestación de impacto ambiental”.



Ahí está, muy tranquilo, entretenido con el frenesí de los automóviles por la que fuera la moderna entrada a la vieja ciudad de Puebla de los años sesenta del siglo pasado. Voy a la botánica: el fresno es de la familia de las oleáceas, del género Fraxinus y de la especie uhdei, y por ahora me basta saber que es nativo de México y Guatemala y sienta sus reales en las plazas y avenidas de centenares de ciudades y pueblos de al menos 14 estados de la república. Pero este ahora corre el riesgo de no calificar para un nuevo centenario.

Lo miro entre los cipreses que ya despuntan en el camellón, en algún punto de la avenida a medio kilómetro del crucero de la 15 de Mayo. Es uno de tantos árboles amenazados de trasplante por el contratista del gobierno estatal que tuvo la ocurrencia que ha provocado entre otras emociones una muy elemental pesadumbre:

¿Cómo es posible que un gobernante pueda disponer así de una ciudad como Puebla?



Y una afrenta más compleja: ¿qué sociedad ha producido estos políticos que consideran a la ciudad como si fuera su propiedad y a sus ciudadanos como unos niños que no tienen más que callar y obedecer?

Porque a la caminata fuimos personas con emociones simples, que creemos que la vida puede ser distinta, a pie de tierra, y que le puede decir al gobernante que el suyo no es el único camino, que no hay “proyectos aprobados que no se puedan cambiar”, ni mucho menos éste que una vez más no ha pasado ni por asomo por la valoración de la opinión pública. Un proyecto cuestionado por el urbanismo más elemental, el que afirma que una ciclovía no requiere fierros ni rampas ni vuelos rampantes, sino una ruta clara y bien dispuesta que le da su lugar entre peatones y automóviles y que aprovecha la sombra de centenares de árboles que contra todo pronóstico han logrado llegar a los treinta y cuarenta años de existencia.

Van aquí dos ejemplos de ciudadanía informada y crítica que exige de las autoridades reconsiderar absolutamente este aberrante proyecto de ciclovía elevada.

NO al derribo de 700 árboles ubicados en el boulevar Hnos. Serdán, en Puebla, Puebla.

Y queda el interrogante sobre si las autoridades estatal y municipal se decidirán por no cometer este crimen.

Vida y Milagros

Ayoxuxtla de Zapata es una pequeña comunidad perteneciente al municipio de Huehuetlán el Chico, en el estado de Puebla. Está enclavada en la mixteca profunda, muy cerca de Guerrero. Su clima y su vegetación son agrestes y áridos, y sin embargo fueron generosos con esa comunidad rodeada de cerros durante muchísimos años. En la cima de sus montes cubiertos de lo que a nuestros ojos ignorantes es maleza, brotaban manantiales que daban agua al pueblo. El pastoreo, la tala para leña y el no llevar un manejo sustentable del entorno que repusiera lo talado, acabó secando los manantiales. La pequeña comunidad de un poco más de 600 personas empezó a sobrevivir con pipas de agua que pagaban entre todos. Cada familia gastaba al año 10 mil pesos para tener acceso a 200 litros de agua potable semanales; el resto del agua lo tenían que acarrear de muy lejos.





Según datos de la ONU, cada peso invertido en el ciclo completo de la gestión del agua te ahorra a mediano plazo siete pesos, y a la larga, 20. Parece una fumarada de opio o un sueño, pero no lo es.

Hace poco más de tres años el gobierno federal entró en contacto con las autoridades de Ayoxuxtla y por medio de los programas que maneja la SEMARNAT con la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), la comunidad empezó a trabajar en la recuperación y regeneración de sus suelos devastados, haciendo zanjas que retienen el agua y evitan la erosión, así como resembrando los cerros pelones con las especies propias de la zona. Tres años después de haber iniciado los trabajos, la comunidad ya no necesita de las pipas en las que gastaba 600 mil pesos anuales. La inversión total de CONAFOR en lo que se llama coloquialmente "fábricas de agua" fue de 600 mil pesos; el dinero se destinó a salarios de empleo temporal, aportación de las plantas y árboles adecuados para la zona, supervisión técnica y seguimiento del proceso. Poco tiempo después el manantial brotó como si fuera un milagro; renació en un cerro a sesenta metros por encima del nivel de la comunidad. Hoy de ahí baja el agua que surte al pueblo y en cada esquina hay una toma para que la gente la lleve a sus casas. Se hizo un acuerdo para que no toda el agua del manantial se la llevara el pueblo; se construyeron aguajes para la fauna silvestre a lo largo de la bajada. Hoy otros pequeños manantiales resurgen también. Así de generosa es la naturaleza. Todo esto no nos lo contaron. Un grupo de Dale la Cara al Atoyac ya visitó la comunidad la semana pasada y pudo constatarlo. Los datos de la ONU son conservadores si se comparan con estos resultados.



Desde 2011 a 2016, CONAFOR ha manejado en el estado de Puebla un programa de Restauración de Cuencas Hidrográficas prioritarias, con especial énfasis en la cuenca del Izta Popo, la fábrica de agua más imponentes de nuestro país. Sin embargo este programa no ha tenido una contra parte presupuestal de parte del congreso local poblano, ahí no han sido prioridad las políticas ambientales. De la preservación de los bosques y suelos de esas montañas depende la viabilidad del agua de muchos municipios y de millones de personas que vivimos cerca de ellas. La superficie total de esa cuenca abarca 264 mil hectáreas, 61% del estado de Puebla, 34 por ciento del Estado de México, 4% de Tlaxcala y 1% de Morelos.

En el estado de Puebla hay 23 micro cuencas en el Izta Popo y 112 mil hectáreas son elegibles para el programa de restauración y reforestación de suelos similar al pequeño ejemplo de 300 hectáreas que ha devuelto el agua a Ayoxuxtla de Zapata.

De 2011 al 2016 la Federación ha asignado 111 millones de pesos a la cuenca del Atoyac y se han recuperado 4,600 hectáreas.

278 millones de pesos van a costar la ciclovía de la Avenida Hermanos Serdán en la ciudad de Puebla. Estoy totalmente a favor de políticas públicas que favorezcan la movilidad en bicicleta. No a favor de esos costos tan altos que además, por el diseño de la vía, sacrificarán 370 árboles sanos y adultos, más el derribo llamado "sustitución" de otros 330 por razones que desconozco. Un árbol adulto produce el oxígeno anual que consumen cuatro personas.

Con los 278 millones de la nueva ciclovía se podrían rescatar 11,600 hectáreas de la cuenca del Río Atoyac en un año. Si esa inversión se mantuviera anualmente durante 10 años, se restaurarían las 112 mil hectáreas de la cuenca de la cual dependemos para tener agua.

No sé cuánto le destinará la federación el próximo año a este programa, pero en los últimos cinco años nuestro estado no le ha destinado nada. Este tipo de inversiones se hacen una vez, pero producen agua sustentable, empleos temporales y luego empleos estables si los bosques de la cuenca se manejan adecuadamente, además de que se frenaría la frontera agrícola en una tierra cuya vocación natural es silvícola. La riqueza que dejan los bosques sustentables sería enorme para las comunidades.

Mi pregunta es: ¿Ni un peso a la restauración forestal en cuencas hidrográficas y 278 millones a siete kilómetros de ciclovía en una Puebla capital con demasiados adornos? Todo es cuestión de prioridades. Creo que están absolutamente de cabeza.

Mundo Nuestro. Esta entrevista al juez animador del Polo Judicial Antiterrorista en Francia, Marc Trévidic, fue publicada en Paris Match en septiembre pasado. La ha traducido al español el portal Sin Permiso. Por la importancia de sus planteamientos, dos meses antes de la matanza del viernes en París, y tras los acontecimientos de este jueves 14 de abril en Niza, aquí los reproducimos nuevamente.



Durante diez años, el juez Trévidic ha animado el Polo Judicial Antiterrorista. Obligado a renunciar a sus funciones en plena tempestad para acceder al cargo de Vicepresidente del Tribunal de última instancia en Lille, Marc Trévidic tuvo una larga conversación a fines de septiembre con nosotros [ParisMatch] el pasado mes de septiembre. Su grito de alarma acaba de encontrar desgraciadamente un eco el pasado viernes por la noche con una serie de atentados sin precedentes en París. Se reproduce a continuación la [traducción castellana de la] versión íntegra de esa entrevista atrozmente premonitoria.

ParisMatch: ¿Podría hacer usted una estimación ahora mismo [25 de septiembre de 2015] del nivel de los riesgos que corren los franceses?



Marc Trévidic: La amenaza está en su máximo nivel, un nivel nunca alcanzado hasta ahora. Por lo pronto, para el Estado Islámico [EI], nos hemos convertido en el enemigo número uno. Francia es ahora el objetivo principal de un ejército de terroristas que dispone de medios ilimitados. Además, resulta claro que somos particularmente vulnerables a causa de nuestra posición geográfica, de la facilidad para entrar en nuestro territorio que tienen todos los yihadistas de origen europeo, franceses o no, y a causa de la voluntad clara e indesmayablemente expresada por los hombre del EI de atacarnos. Y encima, hay que decirlo: ante la magnitud de la amenaza y la diversidad de formas que ésta puede adoptar, nuestro dispositivo de lucha antiterrorista ha llegado a ser permeable, falible, y ha perdido la eficacia de que antes gozaba. En fin, yo he llegado a la conclusión de que los hombres de Daech [acrónimo del Estado Islámico] tienen la ambición de y los medios necesarios para golpearnos mucho más duramente organizando acciones de gran magnitud, incomparables con las llevadas a cabo hasta ahora. Se lo digo como técnico: los días más sombríos están por llegar. La verdadera guerra que el EI busca desarrollar en nuestro suelo todavía no ha comenzado.

¿A qué se debe una constatación tan alarmista?



Lo que tenemos enfrente es un grupo terrorista de una potencia sin precedentes. Mucho más potente que Al-Qaïda en su mejor época. El EI, que dispone de cerca de 30.000 “soldados” sobre el terreno, ha reclutado más miembros que la organización fundada por Ben Laden en quince años. Francia se enfrenta, en efecto, a una doble amenaza. La del despliegue de lo que yo llamo los “escudos humanos” de la jihad individual, esos hombres que pasan a la acción sin gran formación ni preparación, actuando solos, con mayor o menor éxito, como se ha podido ver en los últimos tiempos. Y la otra amenaza, inconmensurable, que yo temo particularmente: acciones de envergadura preparadas sin duda por el EI, como las llevadas a cabo por Al-Quaïda, a menudo saldadas con carnicerías terroríficas.

¿Dispone usted de elementos que indiquen que nos encaminamos a este tipo de accione de envergadura?


Los detenidos que aceptan hablar nos dicen que el EI tiene la intención de golpearnos dura y sistemáticamente. Entiéndame, eso se infiere de nuestras pesquisas e investigaciones: somos el enemigo absoluto, indudablemente. Los hombres del Daech disponen de los medios, del dinero y de la capacidad para adquirir fácilmente tantas armas como quieran a fin de organizar ataques en masa. El terrorismo es una subasta: siempre hay que ir más lejos, doblar la apuesta, golpear más duramente. Y además, hay que conseguir el “premio Goncourt del terrorismo”: yo digo siempre que la referencia base son los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las torres del World Trade Center. Ni por un momento imagino que un hombre como Abou Bakr ­al-Baghdadi y su ejército se contentarán mucho tiempo con operaciones externas de modesta envergadura. Están pensando en algo de mucha mayor magnitud, y el primer objetivo que tienen en mente es nuestro Hexágono.

¿Cómo se ha llegado a este punto? ¿Por qué Francia?

¡Porque somos el objetivo ideal! Tradicionalmente, el adversario número uno del terrorismo yihadista han sido siempre los EEUU, pero los parámetros han cambiado. Los norteamericanos son más inaccesibles. Francia está más al alcance. Está la proximidad geográfica, con distintos relevos en toda Europa; está la facilidad operativa de reenviar de Siria a Francia voluntarios aguerridos, europeos, miembros de la organización, que pueden reingresar legalmente en el espacio Schengen y pasar desapercibidos hasta que entran en acción.

¿Hay también razones políticas, ideológicas?

¡Evidentemente! Francia se ha convertido en el aliado número uno de los EEUU en la guerra contra Daech y sus filiales yihadistas. Combatimos con las armas al lado de los EEUU. Hemos llevado a cabo incursiones aéreas contra el EI en Irak. Ahora, nuestras intervenciones en Siria. Encima, Francia tiene un “pasivo” muy cargado a ojos de los islamistas. Para ellos, se trata siempre de una nación colonial que, a veces, reivindica incluso sus raíces cristianas, que sostiene abiertamente a Israel, que vende armas a los países pretendidamente “infieles y corruptos” del Golfo y del Oriente Próximo. De una nación que oprimiría deliberadamente a su importante comunidad musulmana. Este último argumento constituye un eje de propaganda esencial para el EI. Nuestras fuerzas armadas han intervenido también en Mali para frenar a los islamistas, aunque se trate de islamistas de redes distintas. Digamos, para terminar, que en Francia nos hallamos desde hace años en primera línea de combate contra la “Jihad global”. Durante mucho tiempo nuestro dispositivo antiterrorista nos ha permitido asestar golpes durísimos a los terroristas y a los jihadistas de toda obediencia.

¿Ya no?

No. Las cosas han cambiado. La evidencia está ahí: ya no estamos en condiciones de prevenir como antes los atentados. Ya no se pueden evitar. Hay algo de ineluctable. Claro, se detiene a gente, se desmantelan células, a veces hay golpes de suerte, como se ha visto en acontecimientos recientes; pero la suerte, o el hecho de que los terroristas se encallen en sus modelos operativos, o incluso la gran valentía demostrada por los ciudadanos, son cosas que no pueden durar eternamente. En lo atinente a los medios allegados a la lucha antiterrorista, hay que decir que han llegado a ser claramente insuficientes: y estoy tasando con mucho cuidado mis palabras. Estamos rayando en la indigencia en un momento en que la amenaza terrorista es más grave que nunca antes. Estos dos últimos años he tenido ocasión de constatar por mí mismo que, a veces, ¡no había ya siquiera personal para llevar a cabo las investigaciones judiciales de que precisábamos! Se está, así pues, en mínimos, sin poder llevar a cabo las pesquisas e investigaciones necesarias, sin “centros de atención”, y todo eso a riesgo de dejar de lado amenazas gravísimas. Los políticos adoptan actitudes marciales, pero carecen de visión a largo plazo. Nosotros, los jueces, los policías de la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI), los hombres sobre el terreno, estamos completamente desbordados. Corremos el riesgo de estrellarnos contra un muro.

Y el dispositivo “Centinela”, que moviliza a miles de hombres para proteger lugares simbólicos, enclaves sensibles, ¿no es eficaz?

Ese dispositivo protege ciertos lugares, tranquiliza a la población. Pero, de hecho, lo que hace es desplazar la amenaza. No evitará jamás que hombres resueltos pasen a la acción aquí o allá. Si les parece demasiado complicado dirigirse a un objetivo sometido a vigilancia, encontrarán otro. Un cine, un centro comercial, una concentración popular… Centinela,Vigipirata… no podemos prescindir de esos dispositivos; la población no lo entendería. Pero, en lo fundamental, no resuelven nada. No evitarán que los hombres del EI, el día que decidan pasar a una velocidad superior, cometan atentados de gran magnitud. En tanto que nosotros somos incapaces de ponernos a la altura del ascenso constante de su poderío. La cosa no ofrece duda: el grupo terrorista se halla actualmente en disposición de armar las estructuras, de tejer las redes y de formar los hombres necesarios para concebir planes de atentados masivos. Preparan el terreno para poder golpear duramente.

¿Qué pensar, entonces, de la nueva estrategia francesa? Los primeros bombardeos aéreos franceses han golpeado a Daech en suelo sirio. Francia invoca un “derecho de legítima defensa” y dice apuntar a los terroristas en sus bases…

Proceder a bombardeos y golpes “extrajudiciales” monta tanto como calcar el modelo norteamericano. Hace años que los EEUU eliminan a jefes, estrategas o reclutadores en Yemen, en Afganistán, en Somalia, pero sin lograr nunca debilitar a los grupos que son su objetivo. ¡Eso no ha funcionado nunca! Yo no creo que la estrategia francesa esté bien fundada. ¿Es de creer que se pueda desestabilizar a Daech y atravesarse en sus objetivos eliminando a jefes y personal “operativo” avistados? ¿Hay jefes de tanta importancia que no puedan ser reemplazados a tiempo por otros hombres? Nada es menos seguro. De todas, todas, nos tienen “en el punto de mira”, y desde este punto de vista, nada cambiará. Esto podría incluso tener el efecto contrario del pretendido: creará “vocaciones”. Si, por ventura, hubiera determinados objetivos suficientemente sobresalientes y el brazo de la justicia no fuera lo bastante largo, yo podría tal vez inclinarme a pensar que un pequeño misil podría cumplir la tarea… Pero, claramente, no hay nada en esa estrategia que permita invertir el curso de una guerra contra un ejército de terroristas, y ganarla.

¿Tiene Francia capacidad para enfrentarse a Daech?

Los medios de que disponen los jueces a cargo del antiterrorismo son hoy por hoy insuficientes. Podría incluso decirse que indigentes. El número de investigadores, señaladamente, es de todo punto insuficiente para hacer frente a las amenazas. Los expertos judiciales de la DGSI están desbordados. Carecemos de los medios humanos para reunir pruebas, para neutralizar a los terroristas. Aquí, en Francia, un estado de Derecho, no se puede uno poner a lanzar drones para eliminar a simples sospechosos. La fuerza del sistema francés se ha basado durante 30 años en la preeminencia de los jueces, en su capacidad para fijar estrategias, para anticipar y golpear preventivamente en el mejor momento, en sinergia con los servicios de información e inteligencia. En la estela de los acontecimientos del pasado 7 de enero, los asesinatos de Charlie Hebdo y del supermercadocosher, el poder ha decidido aprobar una ley que da todo el poder a los servicios de información al margen del poder judicial. Olvidando una cosa elemental: en Francia, son los jueces quienes deciden arrestar, o no, a la gente, ponerla bajo vigilancia, mantenerla detenida. Todo lo que se decida sobre la sola base de los servicios de información, al margen del control del juez, carece de valor legal. Y el peligro cuando los servicios reinformación tienen vía expedita es que la intervención llegue demasiado tarde… Nuestro sistema ha sido muy eficaz durante años porque se intervenía con mucha anticipación, y en perfecta sintonía con los agentes de la DST [Dirección de Vigilancia del Territorio]. Se reunían pruebas, y desde el momento en que alguien amenazaba con pasar a la acción, al día siguiente, a las 6 de la mañana, se le echaba el guante. Jamás, jamás, pudo una persona judicialmente vigilada pasar a la acción. ¡Jamás! No se puede decir ahora lo mismo de esos jihadistas afiliados al EI: todos o casi todos habían sido objeto de vigilancia –con una ficha “S”—, pero eso no ha impedido que actuaran…

¿Por qué, pues, se hizo esa ley?

El poder ejecutivo quiere disponer de servicios de información todopoderosos totalmente controlados por él. Los jueces especializados y su libertad de acción han sido descartados. Es confortable para un gobierno; muy peligroso para la sociedad. Yo me temo que se recurra cada vez más a esos métodos extrajudiciales, administrativos, sin recursos, arbitrarios. Como han hecho los norteamericanos en Guantánamo. Este camino, en mi opinión, haría el juego a aquellos a quienes combatimos alimentando los sentimientos antioccidentales y antifranceses.

A pesar de su manifiesta barbarie, el EI sigue reclutando, sobre todo en Europa. ¿Cómo se explica eso?

Hay muchos factores que se hallan en el origen de lo que yo llamo la “democratización de la jihad”. En una situación de crisis económica y moral, su pericia con Internet –que no viene de ayer— les ha permitido expandir su ideología sin que nadie sueñe siquiera en impedirlo en nombre de la libertad. Apuntan a presas fáciles: a gentes que ya no tienen perspectivas, sin sueños, sin rumbo, gentes a las que la sociedad de consumo ha dejado al margen. Pasar a la acción, además, no es tan complicado. Un billete de avión de 200 euros hacia Turquía, y ¡listo!. Quienes parten creen dejar atrás sus “mierdas”, imaginan tener por delante una vida “exaltante”.

También se ve cada vez más en Francia a islamistas radicales conversos…

Es lo que yo llamo el efecto moda. No es para nada racional. La Jihad “se lleva”. Es chocante decirlo así, pero es verdad. Una muchachita aparece en su Facebook con un falso Kalachnikov en mano, y sus compañeritas la imitan… Algo totalmente desconectado de cualquier realidad religiosa, pero una vez dado el paso, se entra en un proceso de fascinación, sin retorno, se entra en el juego, y entonces viene el riesgo de ruptura. No todos parten por las mismas razones; algunos regresan descontentos, algunos combaten, otros, no; algunos se callan, se forman por etapas y se convierten en terroristas potenciales. El fallo esencial de nuestra sociedad es que ofrece un terreno favorable a una ideología que puede fabricar asesinos sin límite.

¿En qué se funda esa ideología?

Los yihadistas se presentan como los únicos defensores verdaderos de un Islam oprimido por Occidente. Es lo que yo no dejaba de oír en los interrogatorios y audiencias. Evocan las guerras de Irak, el conflicto israelí-palestino, seleccionan los argumentos para legitimar su acción.

¿Estamos al abrigo de una campaña de atentados en nuestro territorio?

No. Si se toma el ejemplo de los hermanos Kouachi, los autores del tiroteo de Charlie Hebdo, estaban, por lo que se conoce, “en camino” de una campaña de atentados. Se frustró porque, en un accidente automovilístico, uno de los hermanos perdió su documento de identidad. Eso fue lo que permitió identificarlos y lanzar una caza al hombre que se saldó con la muerte de los dos terroristas, abatidos por el GIGN [Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional]. Los Kouachi no salieron a una operación suicida. Si hubieran podido, habrían seguido golpeando. Como Nemmouche, el asesino del judío de Bruselas, como Merah… El año pasado, yo hice neutralizar a una red de yihadistas muy peligrosos que querían crear un comando de diez “Merah” autónomos, operando simultáneamente en el conjunto del territorio. La idea de que un día tendremos que afrontar una o varias campañas de atentados de gran magnitud no puede descartarse. Quienes nos atacan quieren hacernos el mayor daño posible. Y hacerlo duraderamente. Se preparan para eso. Los franceses van a tener que habituarse, no a la amenaza de atentados, sino a la realidad de los atentados que, en mi opinión, llegarán ineluctablemente. No hay que cubrirse el rostro o mirar para otro lado. Estamos ya en el ojo del huracán. Lo peor está por llegar.

Traducción para www.sinpermiso.info: Mínima Estrella

Terrorismo yihadista en Francia: “Lo peor está por llegar”, dijo un Juez antiterrorista en septiembre

Los constructores de la ciclovía en la avenida Hermanos Serdán han solicitado al Ayuntamiento de Puebla la autorización para remover 378 árboles adultos.

Pretenden transplantarlos a donde la autoridad les encuentre un sitio con características similares a los de su avenida de origen.

Unas autoridades que ahora tienen en sus manos el oficio de solicitud y que saben que estos constructores tienen el respaldo de Rafael Moreno Valle, el gobernador que una vez más ha impuesto un proyecto a la ciudad sin el menor ánimo de someterlo a una discusión pública seria sobre su necesidad y conveniencia. Llevándose, por cierto, entre las patas de la arbitrariedad, a las maravillosas bicicletas.



Pero ahí está el oficio y el absurdo número.

Así, redondo el número: 378 árboles que están en riesgo de muerte por las enormes dificultades que una tarea como esa supone. ¿Con qué condiciones el trasplante? ¿Con qué tecnología? ¿Con qué costo?

Y ahora, justo en plenas lluvias de verano, cuando los árboles están en crecimiento y sus hojas y flores demandan una gran cantidad de agua. ¿Alguien les ha dicho a estos constructores que los especialistas recomiendan por lo menos dos años de preparación para el transplante de un árbol adulto?

Nada de eso responde el oficio del 8 de julio pasado y que he encontrado en las redes sociales.

Pero ahí está la solicitud en el oficio BETA/070716-14 que han dirigido los constructores a Gabriel Navarro Guerrero, Secretario de Desarrollo Urbano y Sustentabilidad en el gobierno municipal. Ahí está la firma de un tal Abraham Valdespino Buenfil, representante común de las empresas Proyecciones en Obra Civil y Carreteras Beta, S.A. de C.V. y FATPAD Proyectos, S.A. de C.V. Ahí está también el número con el que se identifica uno de los proyectos más absurdos del gobernador Moreno Valle en esta ciudad de Puebla que sigue concentrando de manera brutal recursos públicos estatales millonarios que, por cierto, no se aplicaron nunca en este sexenio a la reforestación.



OP/LPN00/SIT-20160074

Y en él la solicitud de muerte escrita llanamente por los constructores:

Trasplante de 378 individuos arbóreos, se solicita su autorización y la indicación de las áreas destinadas que cuenten con características similares al sitio donde serán retiradas a fin de garantizar la supervivencia de los mismos.



Autorización y criterios para la poda de 59 ejemplares arbóreos.

Unificación de criterios para la conservación de 25 individuos arbóreos.

378 árboles como estos que encuentro en google Street en el arranque de la avenida Hermanos Serdán en su ruta hacia la autopista. La ya vieja salida a México, con sus cipreses en el camellón plantados en los noventa y con sus truenos, fresnos y jacarandas que bordean sus laterales.

Ahí está el número con el que se suman los “individuos arbóreos”, como los llaman estos modernizadores del lenguaje que cobrarán 271 millones de pesos por un proyecto que atenta contra las más elementales dinámicas de construcción de una ciudad sustentable en el mundo. Una ciclovía que no está pensada para una verdadera transformación del tráfico para favorecer al transporte público.

Encuentro los árboles en la avenida. Las palmas al frente.

Palmas para nuestra estupidez soberana.

Mundo Nuestro. Circula ya la edición 103 de la revista Elementos, ilustrada esta vez de lado a lado por la fotógrafa Nin Solís.



Foto de Nin Solís en la revista Elementos 103.

El viernes 15 de abril de 2016 los focos rojos de las ambulancias se encendieron en Costa Salguero, centro comercial situado en el barrio de Palermo, a orillas del Río de la Plata, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Se abrían paso para llegar hasta donde yacía una decena de muchachos veinteañeros intoxicados con drogas de composición desconocida. A dos de ellos los servicios médicos los hallaron sin vida, otros tres fallecieron rumbo al hospital.

En la noticia firmada por Emilia Vexler para El Clarín se ofrecen los detalles de esa fiesta electrónica que terminó de la peor manera, a diferencia del común de las fiestas rave en donde centenares de jóvenes se internan en la noche, en sitios llamados Time Warp o Mandarine Park, para desfogar con entusiasmo artificial cuatro o cinco horas de zangoloteo emocional ayudados por drogas de diseño químico con nombres como Supermán, Dove, Bob Esponja, Lamborghini y Corazón.

Supermán, la anfetamina de moda, tenía ese viernes al menos tres presentaciones diferenciadas por su color: azules, anaranjadas y rosas, estas últimas al parecer causantes de la tragedia. La crónica menciona la insistencia inusual con la que eran ofertadas las pastas sintéticas: “Chicos, ¿quieren pastis?”; “¿vos qué querés?”, como dirían allá. Cada pastilla tenía un costo variable de 150 a 200 pesos argentinos (de 180 a 240 pesos mexicanos) y no es que se obligara a nadie a comprarlas, sino que los organizadores de estas fiestas del circuito de la música electrónica, que son casi un experimento social, saben que siete de cada diez asistentes consumirán alguna de ellas y que la mayor parte de las veces no tiene consecuencias funestas. En países como los nuestros el destino depende de tantas cosas, pues las autoridades por lo general hacen mutis y se conforman con “permitir a los jóvenes” sus devaneos, sin intentar disuadir o investigar y mucho menos asegurar que las anfetaminas estén por lo menos bien hechas. “En Europa en estas fiestas ponen ‘puestos de calidad’. Vas con la pastilla y te dicen qué tiene. Químicos controlan lo que tomás”, le dijo un fiscal a la periodista argentina. Aunque, como ocurre por acá, en Buenos Aires, a cuatro días de los hechos, no había ningún dealer identificado ni parecía haber más consecuencias que cinco funerales y otros cinco dramas familiares de los chicos hospitalizados “con compromiso renal y hepático”.



Foto de Nin Solís en Elementos 103



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De la columna Vida y milagros

Para Héctor Aguilar Camín, en su cumpleaños



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Llegar a la ciudad de México se ha vuelto tan complicado como cruzar un territorio ignoto sin mapas a la mano. Mi ruta por ese océano impredecible es la autopista México-Puebla. Hace 40 años que la transito y siempre es distinta en sus obstáculos y esquiva en sus amabilidades, aunque su trazo no ha cambiado ni un ápice. Es una ruta engañosamente familiar pero con un surtido de variedades sobre un mismo tema mayor a la caja de sorpresas de un mago o una partitura de Bach. Siempre está en obra, o con un tráiler patas arriba, o tomada por la incompetencia del constructor en turno, el concesionario que maneja el peaje, o los recortes de la SCT. Ayer la incertidumbre adicional era si estaría abierta o cerrada por la CNTE o cualquier otro grupo simpatizante.



Hubo un tiempo en que pasando Llano grande y hasta llegar a Santa Martha Acatitla todo eran campos obscuros en la noche o bosques y sembradíos luminosos en el día. Hubo un tiempo en que entre Puebla y México todo era un paisaje imponente en donde reinaban los volcanes. Hubo un tiempo en que ir a ver una obra musical o al teatro a México era considerado un paseo relajante y bello. Luego Chalco se fue poblando sin orden ni concierto; desaparecieron el paisaje rural y los sembradíos y una maraña inmensa de cables piratas de luz cruzaba la carretera de lado a lado alimentando los asentamientos irregulares que los sucesivos gobiernos del estado de México permitieron y clientelizaron hasta llegar a consolidarse en el municipio "Solidaridad", una oda a la falta de ordenamiento territorial reinante en nuestro país hasta hoy.

Como estudiante universitaria transitaba confiada por la autopista cien veces al año, cruzándola a altas horas de la noche a toda la velocidad que daba el Datsun azul de mi novio, que manejaba con todo el estilo y audacia de un piloto profesional y la irresponsabilidad propia de los 20 años. Los cinturones de seguridad no existían, pero sí la plática y la discusión interminables dentro del pequeño mundo del coche azul, con la mínima gasolina en el tanque, navegando en la obscuridad con menos certidumbre y comunicación que el Apolo XIII. Nos tocó ver muchos accidentes que considerábamos parte normal del riesgo de vivir. Hoy sé de nuevo que así debe ser, y que lo inevitable suele serlo.



Del amor a esa carretera pasamos a la desconfianza que nos produce lo consistentemente impredecible. Tratar con ella lo menos posible pasó de ser una reticencia transitoria a un uso y costumbre irracional. Pero antier era la fiesta de cumpleaños de mi cuñado en México: iríamos aunque nos tardáramos diez horas en llegar. Los informes oficiales indicaban cierre en la caseta de Chalco y contingencia ambiental. Y sin embargo nuestra carretera fluyó como en los mejores tiempos. Es probable que ante la amenaza informática del bloqueo carretero la mayoría de los usuarios optó por salir otro día, y que ante la contingencia de ozono los capitalinos se quedaran en sus casas, así que bajo un cielo azul llegamos a México como transportados por los ángeles; y sí, porque el ángel al volante era mi hija la serena, la que siempre pone al mal y al buen tiempo una cara tranquila porque sabe ajustar las velas ante el cambio de viento. Tiene la mejor actitud ante lo que el día ofrezca.

Llegamos a la pura alegría. La consistente generosidad e inteligencia del festejado lo rodearon de un círculo de bien querientes, inmersos en la atmósfera cálida que su imparable mujer, mi hermana, construye cuidadosamente cuando se trata de organizar un festejo para otros. Así como cuida cada palabra cuando escribe, así planeó hasta la última banderita de papel de china y los individuales ilustrados con una máquina de escribir antigua que diseñó, dibujó e imprimió mi hermano Daniel. El fruto fue una fiesta de 120 amigos hermanados, llena de cariño, elocuencia y apasionadas discusiones; hubo una muy buena mezcla de nuevas generaciones, armoniosamente trenzadas con las que ya pronto nos iremos. Un hilo conductor de este ambiente fue la música que brotaba de un conjunto dirigido por las manos maravillosas de un cubano sensible e inteligentísimo que toca el teclado como solo puede hacerlo la sangre de quien honra con su trabajo y su música la tierra que ha tenido que dejar por necesidad, mientras abraza al país y a la cultura que le han dado abrigo. Quizás quiere a México más que muchos que aquí han nacido. En medio de la fiesta me sorprendió la preciosa voz de mi hija menor cantando acompañada de manera cómplice por el pianista cubano.

Hubo muy variados discursos, pero fue especial el del Héctor, que merece un escrito aparte y una mejor cronista de lo que puedo serlo yo, pues su discurso fue como uno de sus mejores cuentos. Solo retomo su dicho de que lo mejor que le ha pasado en la vida es mi hermana, porque muchos de nosotros también hemos vivido con la suerte de tenerla. Me gustaron en especial dos cosas: la composición musical que le organizó su hermano y poeta Luis Miguel Aguilar. Usó la música de los Beatles "Let it be" y como letra fue acomodando a la música los títulos de todos los libros de Héctor. Y lo otro fue lo que dijo una muy joven editora y escritora de la revista que dirige Héctor desde hace muchísimos años; ella habló en nombre de la nueva generación de escritores que ahí trabajan y le agradeció la libertad y sencillez con que les enseña lo que sabe y la generosa, confiada e irrestricta entrega de estafeta a sus jóvenes relevos generacionales, pero en especial por infundirles fe en el futuro de un país al que casi le han perdido la fe, al que miran en sombras y con tristeza. Los jóvenes dueños del futuro reciben aliento y esperanza de quien no estará en él.

Salimos de la fiesta sin despedirnos, oyendo como música de fondo a mi hermana cantando como solo ella sabe hacerlo. A media noche, como en los viejos tiempos, entramos a la carretera. Su obscuridad todavía es indómita en algunos tramos, y ahí aún nos envuelve, como antes, misteriosa, dormida y solitaria. Viendo las líneas blancas de la carretera ya no sé si es ayer, hoy o mañana. Es tarde y confundo los recuerdos. Me asaltan las imágenes y las voces, muevo los dedos sobre un teclado inexistente mientras tarareo en voz baja la música de la fiesta que aún no me ha abandonado. Es la vida que pasa silenciosa, estruendosa, esa vivencia única que vamos dejando para siempre detrás, en el camino...