José Woldenberg: Sobre “Nocturno de la democracia mexicana” Convergencias y divergencias

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Salió fea, débil, cucha. Y ahora es acechada y erosionada desde muy diversos flancos: desigualdad, pobreza, corrupción, violencia, insuficiente crecimiento económico… Tal es el diagnóstico que José Woldenberg presenta en este ensayo. Un diálogo que comparte y discute las propuestas planteadas por Héctor Aguilar Camín en “Nocturno de la democracia mexicana” (nexos, mayo de 2016).

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La gestación fue larga y penosa. Y al final el niño salió feúcho, debilucho y cucho. Defraudó a todos. La madre sabe que no será Brad Pitt, el padre se lamenta porque soñaba en un hijo como Michael Jordan y la familia entera llora por sus malformaciones. Habrá quien le quiera aplicar la eutanasia y sanseacabó. Claro, también puede reaccionar un optimista irredento y pensar que en algunos años estaremos ante un doble de Jean Paul Sartre. Pero si hay unos gramos de sensatez lo mejor será tratar de ayudarlo, reforzarlo y acompañar su desarrollo. Como se ve, el halo de opinión que rodea al niño puede ser tan importante para el futuro del infante como el niño mismo.

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Ilustraciones de Víctor Solís en Nexos



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Ilustraciones: Víctor Solís



Luego de una gestación larga y penosa nuestra democracia defrauda a (casi) todos. Para algunos no le ha tocado ni un pelo a la desigualdad y la pobreza, no ha logrado un crecimiento económico como el que México requiere, no genera los empleos necesarios. Para otros, es incapaz de revertir la corrupción y la impunidad y no puede lidiar de manera efectiva con la espiral de violencia. Los de más allá observan unos partidos incapaces de suscitar el entusiasmo, de fijar un horizonte y penetrados hasta el tuétano por la podredumbre; acompañados de unos medios de comunicación que no ayudan a entender lo que sucede en el ámbito de la política. Los derechos humanos no acaban de ser el piso de nuestra convivencia, la agresión contra las mujeres se documenta todos los días, los abusos de los “poderosos” son parte del menú cotidiano de las noticias. La lista es larga, verdadera y se puede multiplicar pero no quiero abrumar al eventual lector. (Casi) todo mundo tiene una queja o un malestar legítimo. Y al igual que con el niño malogrado no faltará quien quiera deshacerse del engendro, o en el otro extremo, quien diga que quizá mañana, con un poco de suerte, seremos como Suecia; pero otra vez lo más sensato es no tirar el niño y el agua sucia y apuntalar a nuestra germinal democracia mientras se atienden las patologías que la debilitan en serio y en serie.

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