Acción civil

Revista Nexos

Ilustración: Gonzalo Tassier

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De entre las novelas, yo prefiero las biografías. Lo digo porque las biografías algo tienen de novela, y porque las novelas cuando algo tienen de biográficas resultan exquisitas.

En homenaje al compromiso de toda buena biografía —ser al mismo tiempo una fábula y una verdad irrefutable—, Marina Castañeda ha escrito un libro intenso, excepcional y cercano.

La propia existencia es la única riqueza cierta que tenemos, por eso hay generosidad en quienes la cuentan.

La autobiografía de Marina es importante por varias razones. Una porque dice lo que hace no mucho era incontable: las dificultades y los abismos por los que pasó, la fortaleza con que enfrentó su homosexualidad en un mundo adverso. Otra porque nombra lo que a todos nos ha pasado: el desamor, el éxtasis, la duda; que en muchos se vuelve silencio, no como fruto del pudor o del miedo, sino de la incapacidad para hablar de la propia vida como algo que importa.



Si su libro hubiera aparecido, ya no digamos hace cincuenta años, hace treinta, habría podido ser un escándalo. Ahora, es más bien una celebración. Marina, sobria y pausada como es, tiene, entre quienes la leen, el reconocimiento y el cariño de una estrella de rock. Sicóloga, socióloga, devota de la música, Marina escribe su autobiografía, ella cree, o el título de su libro lo sugiere, sólo para reflexionar y enseñarnos lo que aprendió a lo largo de una vida homosexual. Pero vale leerla no nada más para saber cómo y por qué ella descubrió su homosexualidad, sino también para oír todo lo demás: su infancia, sus papás, sus hermanos, sus inútiles novios, sus imposibles novias, sus hallazgos, su entereza.

La vida, ella lo sabe, no sólo se define al elegir cómo y a dónde dirigimos la sexualidad y el erotismo. Dadas las cosas, también es difícil elegir la patria, la paternidad, la profesión, la pareja. Y todo hay que irlo decidiendo si no queremos que alguien más, para mal, lo haga por nosotros.

Marina lo hizo con inteligencia, valor y sencillez. Y así lo cuenta. En su libro, el mundo está visto con los ojos de una memoriosa y ahora sabia mujer homosexual que se descubrió como tal hace cincuenta años.



Pero toda su ordenada memoria toca la fiebre de muchos otros. Sin duda la del público que la busca como a la guía en que se convirtió tras la ayuda indispensable que fue para muchos su libro La experiencia homosexual.

Casi todos los romances adolescentes son difíciles. El primer amor de Marina lo fue aún más. Pero ella comparte la historia con una indulgencia divertida. Y por eso convoca.

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Los músicos del Mendrugo

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Samuel Piña Cuarteto en homenaje a Pat Metheny

Samuel Piña Cuarteto rinde tributo a uno de los más grandes guitarritas y compositores del Jazz: Pat Metheny; quien posee 3 álbums de oro y 20 Grammys, siendo la única persona en ganar este premio en 10 categorías.

La cita es el viernes 10 de enero a las 21 horas en La Casa del Mendrugo. Aportación $100.



Jazz en el Mendrugo presenta este viernes 3 de enero del 2020 a

Milenka & Tesauro Trío en concierto



Revista Sin Permiso

Jean-Pascal van Ypersele

Jean-Pascal Van Ypersele es profesor del Instituto de Tierra y Vida de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, y en 2008 era vicepresidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), organismo de las Naciones Unidas dedicado a la supervisión de cambios ligados al calentamiento global. Galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2007 por su compromiso en la lucha contra el cambio climático, es hoy uno de los más fervientes partidarios de Viernes por el Futuro [Fridays for Future], el movimiento estudiantil que apela a la clase política a actuar con prontitud contra el calentamiento global.



“Hoy en día hemos registrado ya un aumento de temperatura de un grado comparado con el periodo preindustrial, y para reducir los riesgos del calentamiento global, debemos alcanzar un grado cero de emisiones netas en los próximos 30 años”, nos dijo van Ypersele antes de la cumbre del clima en Madrid, la COP25 [entrevistado por Gabriele Annicchiarico para il manifesto].

¿Cuáles son las consecuencias del cambio climático que están ya presentes en nuestra vida cotidiana?

Los fenómenos naturales extremos, de los cuales vemos un aumento en frecuencia e intensidad, están claramente ligados al cambio climático. Está claro que las olas de calor de los últimos años son más intensas que antes. Sólo con que tomemos el año 2003, podemos estimar el número de muertes debidas al exceso de calor en 70.000 personas únicamente en Europa. La pluviometría se ha vuelto también más intensa y violenta a consecuencia de la mayor evaporación de los océanos y de una mayor concentración de vapor de agua en la atmósfera. Esto viene acompañado de una mayor probabilidad de que ocasione inundaciones y corrimientos de tierras. También es importante destacar el fenómeno de la progresiva desertificación de la cuenca mediterránea. Nos preguntamos asimismo si los incendios que hemos ido viendo en la Península Ibérica en años recientes podrían ser una señal del calentamiento global.

Los fenómenos meteorológicos extremos que hemos visto en Italia en días recientes, ¿se deben también al cambio climático?

Tal como he dicho, el aumento en la frecuencia e intensidad de las precipitaciones está claramente ligado al calentamiento global. El caso de Venecia es un tanto distinto, y se ve empeorado por el cambio del nivel del mar, que ha subido una media de unos 20 cm. en el último siglo. Esto significa que cuando una tormenta aparece en consonancia con mareas altas, en un contexto general de aumento de nivel del mar, está claro que el fenómeno del “acqua alta” de Venecia está destinado a rebasar marcas anteriores una y otra vez en años venideros.



¿Por qué es tan importante no rebasar ese umbral del 1,5° grados centígrados?

Si se considera un aumento de temperatura de 1,5°grados, se ha calculado que el 14% de la población mundial se vería expuesta a fenómenos extremos ligados al calentamiento global al menos una vez cada cinco años. Si el volumen del calentamiento se incrementa en medio grado más, llegando a un umbral de 2° grados, el porcentaje de gente expuesta a esos fenómenos aumenta hasta un 37%. Cuando se observa la extinción de especies, sobre todo de vertebrados, si el calentamiento se limita a 1,5° grados, el 4% de las especias perdería, como poco, la mitad de su hábitat. Si añadimos medio grado más, el número de especies afectadas aumentaría en un 8%. Entre el 70% y el 90% de los arrecifes de coral se vería severamente afectado por un calentamiento de un 1.5° grados, y esto se extendería a todos ellos con un aumento medio de la temperatura de 2°C.

¿Cómo explica el enfoque negacionista adoptado por algunos jefes de Estado cuando la ciencia dice lo contrario?



Pienso en la película An Inconvenient Truth [Una verdad incómoda, 2006, de Davis Guggenheim, con guión de Al Gore ]. La información de la que hoy disponemos sobre el cambio climático es muy sólida y disfruta de un amplio consenso en el mundo científico, por lo menos entre aquellos que están cualificados para expresar un juicio acerca de ello. Este consenso resulta perturbador para muchos, pues si queremos actuar contra el cambio climático, necesitamos poner en cuestión el uso de combustibles fósiles. El cambio es posible, pero esto precisaría una revolución en muchos campos, empezando con la forma en que producimos y consumimos energía. Si seguimos como de costumbre, vamos directamente de cabeza a un muro.

El movimiento de Viernes por el Futuro [Fridays for Future] ha dado ímpetu y visibilidad al llamamiento hecho por los científicos, y la ciencia ha dado legitimidad a su vez a las protestas de los jóvenes.

Es exactamente eso. A menudo he salido personalmente a las calles de Bruselas a manifestarme junto a los críos, con un cartel que rezaba: “Los jóvenes y el IPCC: más fuertes juntos”. Por supuesto, resulta más difícil permanecer indiferente cuando un joven, inquieto por su futuro, interroga al mundo político acerca de un informe del IPCC, que a menudo se archiva y se olvida.

¿Qué espera de la COP25 en Madrid?

Espero tres cosas. La primera es que tendrían que concluir todas las regulaciones que forman parte del Acuerdo de París (labor en marcha desde la COP21), que distan todavía de haberse completado. Estoy pensando, sobre todo, en las reglas relativas al uso del carbón como combustible fósil, sobre lo cual no hay todavía acuerdo. La segunda es que deberían decidir fijar el máximo del umbral del calentamiento global en 1.5°C. Hoy en día, el Acuerdo de París afirma todavía que debemos limitar el aumento de las temperaturas globales a menos de 2°C. En tercer lugar, ha de establecerse un fondo internacional de transición climática, con una financiación, como mínimo, de 100.000 millones anuales, un proyecto actualmente atascado en sólo 10.000 millones.

Jean-Pascal van Ypersele (1957), doctor en Física por la Universidad Católica de Lovaina, donde enseña Ciencias Ambientales , ha sido asesor de las Naciones Unidas, y formó parte del grupo de científicos que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2007.

Traducción: Lucas Antón

il manifesto global, 5 de diciembre de 2019