La miseria de la política en Puebla

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La miseria de la política de Puebla en algunas frases.

La última me estremece. Es la de un padre que ve que se le muere un hijo a sus nueve añitos de leucemia. Y se siente traicionado por un político.

“Moreno Valle es una basura”, me dijo.



Hay frases, entonces, que se pegan a la pluma.

Las recuerdo luego de la noticia que da cuenta de que la mayoría de diputados de Moreno Valle en el congreso estatal inhabilitará este viernes al ex presidente municipal Eduardo Rivera. Siete años llevan estos diputados de turno, esta mezcla nada extraña de prianismo con el que el ex gobernador sometió a los partidos políticos locales para, como no lo habíamos visto nunca –casi diría que ni con Maximino— ponerlos a su servicio.

La primera, la encuentro en un mensaje en el teléfono, y expresa la desazón que deja la vileza del Congreso que trabaja para las furias de MV: “Los morenovallistas a Mario Marín lo dejaron ir sin tocarle un pelo, sin quitarle un peso y sin una sola sanción.”

Y sí, por ahí andará muy campante el último de los gobernadores priistas, muy metido en la construcción de rascacielos y mirando muy entretenido el desastre de lo que queda de su partido en Puebla.

La segunda me la dice un campesino de Jolalpan justo en la fachada del Congreso en la 5 Poniente, y tras más de treinta días de plantón para exigir la destitución del presidente municipal al que acusan de corrupción: “Lo que más enoja es el desprecio, la indiferencia, para estos diputados no existimos…”



Y ahí siguen, día y noche, con la calle cerrada, pero ahora con la amenaza de que se crucificarán ahí mismo la semana próxima para estar a tono con la temporada.

La tercera es la que se pega a la pluma, y forma parte de una conversación que este mediodía de jueves sostengo con un campesino de las faldas del Citlaltépetl, convertido a sus 62 años en viene viene del Mega en Angelópolis. Me ha llamado la atención la desolación de un edificio abandonado en un extremo del estacionamiento que hace muy poco albergaba un restaurante italiano.

"Uh, ese quebró hace semanas", me dice el hombre. ¿Y eso?, se veía bien ubicado. Su respuesta es el arranque de la plática entre un periodista curioso de las desgracias mercantiles y un hombre que todavía mantiene su cultivo de maíz en la región de Serdán, a pesar de sus más de cuarenta años de vivir en la ciudad de Puebla, y que ve pasar la mañana entre silbatazos y monedas escurridas de las manos de los marchantes que salen de la plaza.



"Les cobraban cien mil pesos mensuales de renta."

Cien mil pesos. Hace sus cuentas, no son más de cuatrocientos metros cuadrados, y mire qué inversión hicieron, imposible pagar eso, ni que llenaran el restaurante todo el tiempo. Cien mil pesos la renta de la tierra que alguna vez fue campesina, la que expropió el gobierno a 4 pesos, a 7, a no más de 21. "Fue ese Piña Olaya, pero luego el Bartlett, y el otro, Melquiades... ¿A dónde quedó el campesino en esta tierra?"

"¿Pero usté cree que a nosotros también nos cobran?"

Veinte pesos al día tienen que pagar a un tipo que regentea la operación viene viene y que se entiende con "el dueño del edificio", me dice, porque la Mega también paga renta a quien los cuida coches identifican como "un gringo".

“Millones, señor”, me dice.

Lo escucho y confirmo que es un viene viene muy enterado. Me cuenta de él: “Venimos a estudiar a la UAP mis hermanos y yo, ellos sí se hicieron licenciados, yo no, no estuve firme, no terminé Derecho. Me casé ya grande, así que todavía veo por la escuela de mis hijos, ai están en la uap, y ai la llevan. Tuve otro hijo en medio, pero ese, señor, se me murió. De leucemia. Cuatro años peleó la vida, al quinto se fue, aunque lo intentamos todo, ahí en el hospital La Paz. Mis hermanos profesionistas dijeron 'por el niño veremos todos', pero no se pudo. Y vendimos todo. Por eso me da coraje, señor, fui con los diputados, del pri, del prd, me mandaban de una oficina a otra. Hasta que caí con ese Moreno Valle, era senador, me dijeron, y fui a pedirle ayuda. Dijo, 'no puedo ayudarte'. Está bien, le dije, no puede, pero al menos ayúdeme con un poco de dinero, no más pa llevarles hoy de comer a mis hijos, mire que ya perdimos todo con la enfermedad del niño."

Cuánto debe costar para un hombre pedir ayuda para dar de comer a sus hijos.

Entonces vino la frase:

"Me enojé, señor, mi niño se estaba muriendo, y ese Moreno valle ahí, diciendo, no puedo ayudarte. Me enojé señor, y le dije, 'eres una basura, todos ustedes del gobierno son una basura'.”

Lo dejé ahí, con los rayones al aire de su silbato. Con la memoria de su niño muerto. Y tan lejos de la miseria de la política.

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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...