Actualidad de la vieja prensa

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Día con día

La verdad y la prensa

Los registros de ejecuciones que el diario Reforma lleva desde el año 2008 tuvieron un desmesurado aumento de 65 por ciento durante el primer mes del nuevo gobierno. El diario publicó la cifra en su primera plana.



Provocó una reacción oficial previsible: el Presidente negó la cifra, y una reacción oficiosa inusitada. El director del Sendero del Peje (SdP), Federico Arreola, escribió en su cuenta de Twitter: “Señores de Reforma: el punto no es la verdad o la mentira, sino el golpe bajo tan pinche contra Andrés Manuel”.

Creo que Arreola está equivocado en esto. La verdad es la verdad. La mentira es la mentira. Los hechos son los hechos. Renunciar a esto es renunciar a todo espíritu de objetividad en el periodismo, en el pensamiento y en la vida pública.



El “golpe bajo” propinado al Presidente, según Arreola, es el mismo que la prensa que mide homicidios ha propinado a todos los presidentes en funciones desde que se disparó la espiral homicida en 2008.

En su columna, Arreola abundó: “Lo de menos son las estadísticas. En el debate sobre los homicidios o las ejecuciones que ha habido en el primer mes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, lo único irrelevante es el número, que todos sabemos es muy elevado desde que Calderón metió a México en su estúpida guerra”.



Creo justamente lo contrario: en el debate sobre homicidios y ejecuciones lo que nunca será irrelevante es el número.

Uno puede discutir las cifras de los diarios y hasta refutarlas, como hizo Eduardo Guerrero con las cuentas de Reforma (El financiero, 7 de enero 2019). Lo que no es posible periodísticamente es renunciar a las mediciones y a las cifras, que no son en este caso sino una forma de los hechos, un forma de acercarse a la verdad.

La verdad es en muchos sentidos inalcanzable, siempre habrá algo que nos falte por conocer de ella. Pero la tarea periodística es perseguirla y reportarla lo más exactamente posible.

Alimentar con hechos un debate público que en las redes sociales tiende a ser solo un intercambio de insultos y descalificaciones, es la tarea más alta que puede cumplir la prensa de estos días.

Actualidad de la vieja prensa

La prensa es el doble reino de los hechos y las opiniones, de los reporteros y los comentaristas. La tensión entre ambos es obvia: los reporteros reportan lo que oyen y ven, aunque no les guste, y los opinadores escriben lo que piensan, aunque a veces no piensen demasiado.

Oí de un gran periodista una fórmula para resolver esta tensión: la prensa debe ser dogmática con los hechos y libertina con las opiniones. Debe ser intransigente con los hechos falsos, dudosos o mal documentados, y tolerante con las opiniones de todo tipo, con los únicos límites de la difamación y la calumnia, o cualquier otra restricción que marque la ley.

Nuestro momento parece ir en el camino contrario a esta fórmula. Nuestro momento público es de libertinaje con los hechos y dogmático con las opiniones (véase Trump).

Entramos alegremente, como en un gigantesco desfile mundial, al reino donde las noticias falsas valen tanto como las verdaderas y nadie puede estar seguro ya ni de la verdadera ni de la falsa.

La credibilidad de los antiguos medios ha estallado en pedazos dentro de las redes sociales, y los ejércitos de hackers libran grandes guerras de persuasión y manipulación, que nos incluyen como peones, fuera de nuestros ojos.

La prensa tradicional, y sus viejas exigencias de rigor informativo y libertad crítica, cobran en ese contexto una nueva actualidad necesaria.

Con su principio fundador de servir como contrapeso a los gobiernos, con sus viejos procedimientos de documentar los hechos que publican y abrir sus espacios a la diversidad del pensamiento de su sociedad, la prensa puede cruzar con credibilidad el diluvio de las redes sociales y las cataratas de fake news.

De la diversidad de opiniones, suele decirse: todas las opiniones son respetables. No, decía un viejo maestro del oficio, no todas las opiniones son respetables. Todas las opiniones son discutibles.

Las que son respetables son todas las personas. Hay que discutir todas las opiniones con respeto a todas las personas.

Se diría que en esto vamos también al revés de la fórmula. Nuestro espacio público, en particular las redes sociales, hierve de ataques a las personas y escasea de discusión de las opiniones.

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Sobre el autor

Héctor Aguilar Camín

Héctor Aguilar Camín (Chetumal, 1946) novelista e historiador, es director de la revista Nexos.