La memoria altanera y renuente

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Me disculpo con ustedes. Ya lo sé, llevo semanas de ausencia. Pero como empieza el año volveré a hacer la promesa que tantas veces rompo. He de escribir el día a día. Volver al intento de recontar las cosas que miro y oigo. Como tengo la memoria cada vez más altanera y rejega, temo olvidar cosas que ahora me alegran o conmueven y no poder contárselas con cierta mansedumbre y veracidad a mis hijos o a cualquiera de sus amables descendientes. Nunca falta un curioso en la familia y por ese curioso,con gran posibilidad curiosa, valdrá la pena el gusto de recordar. Cada vez se me olvidan más las cosas cercanas y los nombres de personas de renombre, sin embargo recuerdo con la precisión de Funes la tarde remota en que Héctor y yo llevamos a Rosario por primera vez al cine.
Son extraños los recuerdos. Llovía. Tengo claro que a pesar de haber corrido nos mojamos, pero recuerdo esa carrera como algo parecido a la felicidad primordial.
Vale la vida contar la vida. No todo acabará siendo memorable, pero uno no sabe qué querrá recordar con el tiempo. Así que he de conformarme con registrar las cosas que ahora me parezcan dignas de memoria. Ya me haré cargo si alguna vez me aburro en la vejez, esa promesa dorada que no quiero perderme, de pepenar lo que entonces sea importante. La verdad es que no quisiera olvidarme la luz de algunas tardes, la paz de otras, el cansancio de unas noches, la fiereza de algunos amaneceres.
Que tengamos un año mucho menos malo de lo que nos imaginamos.

Poesía para hoY: “El poeta es un fingidor./Finge tan completamente/que llega a fingir que es dolor/el dolor que en verdad siente.”
Musica para hoy: Esta boca es mía. Joaquín Sabina.

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Sobre el autor

Ángeles Mastretta

Novelista poblana. Entre sus principales libros están Arráncame la vida, Mal de amores, Mujeres de ojos grandes, y los más recientes La emoción de las cosas y El viento de las horas. Publica todos los meses su Puerto Libre, además del blog Del absurdo cotidiano.