Verónica Mastretta sobre Fidel: Dictadores, los secuestradores de la energía ajena

Compartir

Vida y milagros

Todo ser humano tiene virtudes y defectos y es la pluralidad y la posibilidad de oír otras opiniones lo que nos ayuda a disminuir los efectos negativos de nuestros errores y a utilizar mejor nuestras cualidades. Esto en el ámbito político es doblemente necesario. Bill de Blasio, el alcalde de Nueva York, ha dado un discurso el 21 de noviembre en el que con frases cortas propone acciones y promesas puntuales para evitar algunas de las acciones que Trump promete llevar a cabo y que afectarían a miles de habitantes de la plural y multiétnica ciudad que gobierna.(#AlwaysNYC) .

De Blasio no necesitó un millón de aburridos y estúpidos spots para enviar su mensaje. Tampoco usará dinero del erario para que sus acciones y promesas sean divulgadas. Se conocerán y correrán por las redes sin costo alguno porque son ideas inteligentes, realizables y concretas. No necesitó un discurso de 5 horas ante acarreados o incondicionales para hacerse oír.




La buena noticia es confirmar que habrá voces y acciones que podrán oponerse y disentir con respecto a políticas públicas que podrían afectar el destino del mundo; lo importante también es que esas voces no podrán ser silenciadas. Esa es la abismal diferencia entre un régimen dictatorial y uno que no lo es.

Yoani Sánchez es la filóloga cubana de 41 años, periodista y extraordinaria bloguera, que desde el corazón de Cuba y de su blog Generación, sin exiliarse, ha sabido mantener una tenaz e inteligente oposición y a la dictadura castrista durante muchísimos años. Lo ha hecho casi sola, sin subsidios del pueblo cubano, usando las pocas herramientas cibernéticas que con enormes dificultades ella misma fue encontrando, apoyada por personas voluntarias y audaces; logró hacer oír la voz de miles de cubanos que buscaban un salto hacia adelante en el tiempo político congelado de la isla, una válvula de escape y un respiro a la falta de libertad de expresión que reina en la isla, algo que en países como el nuestro es ya casi desconocido. Cualquiera puede desde un teléfono celular, una computadora o un medio de comunicación disentir de los gobernantes de manera inteligente o majadera, con verdades o con mentiras. Lo importante es que tal cosa es posible aunque casi hemos olvidado que antes no lo era.

Cuando Yoani Sánchez visitó México en 2013, la invitaron a dar una plática en el senado. A su conferencia llegaron cubanos seguidores incondicionales de los Castro y la empezaron a llamar "gusano", "traidora", "mercenaria de los Estados Unidos " y otras cosas llenas de lugares comunes. Ella, una mujer crecida en un ambiente político intolerante no solo para ella sino inherente a la vida de los cubanos, no se inmutó, solo les dijo: "Esto que ustedes pueden hacer, de venir a insultar a una persona invitada a hablar por el congreso de otro país, en Cuba sería impensable. Qué bueno que ustedes sí gocen de ese derecho. Denme argumentos, no insultos."

Bueno, pues ha sido Yoanni quien ha escrito la frase que más me ha interesado entre todo lo escrito acerca de la muerte del finalmente mortal Fidel Castro. La cito textual:



"El hombre que llenó cada minuto de Cuba por más de 50 años se fue apagando, desvaneciendo, perdiéndose de la vista de los espectadores de esta larguísima película, como el personaje que se aleja en un camino hasta quedar apenas como un punto en la retina. Ya no está, se fue, hemos sobrevivido a Fidel Castro. Deja tras de sí la gran lección de la historia cubana contemporánea: COSER EL DESTINO NACIONAL A LA VOLUNTAD DE UN HOMBRE TERMINA POR TRANSMITIR A TODO UN PAÍS LOS IMPERFECTOS RASGOS DE SU PERSONALIDAD, ADEMÁS DE INSUFLAR A UN SER HUMANO LA ARROGANCIA DE HABLAR POR TODOS." (El País, 26/11/16)



La arrogancia de hablar por todos. Qué tentación esa de creer en los liderazgos que pueden solucionarlo todo. Creo que ese es uno de los más grandes errores que se repiten en la historia humana. No sabemos que el mejor gobernante es el que menos se nota. Los mejores cambios son los que suceden en el bajo perfil de la gradualidad, cambios en los que todo un país ha trabajado. Mucho se notaron Hitler y Mussolini y acabaron sumiendo a sus países en la destrucción. Poco se han notado los líderes alemanes que a lo largo de 71 años fueron capaces de reconstruir Alemania desde sus cenizas.

El que ahora una parte de la población de Estados Unidos crea que un solo hombre puede cambiar para bien y por su voluntad a un país que, como todos, tiene sus grandezas y sus miserias , es no aprender nada de las lecciones de la historia. Pasa por no entender que todos somos parte de la solución de los problemas de nuestros países, pero que una sola persona no puede ni debe ser de ninguna manera la única solución, la verdadera, la buena. Pasa por darse cuenta que creerlo es sumamente dañino. La naturaleza lo enseña: es indispensable la diversidad para la sobrevivencia.


Ante la tentación que tienen los líderes de ser ungidos como guías únicos, de tener seguidores ciegos e incondicionales y de ser los representante de la verdad en la tierra, los buenos líderes deciden enseñarles a sus seguidores o gobernados que hay muchas verdades, muchas formas de hacer las cosas y que lo sano y perdurable es lo que se construye sobre la fortaleza de empoderamiento de cada ser humano. Hay quienes en las relaciones amorosas depositan su poder en el otro, y se sienten perdidos si ese otro se va, se cansa o se muere. Los países y las personas que salen adelante tienen la sabiduría de reconocer que todos necesitamos de los demás pero que nadie es indispensable, ni en la vida de las personas ni en la vida de las naciones y las comunidades. A veces, después de haber dado o recibido mucho, tenemos que aprender a dejar ir, o a irnos, y a decir adiós aunque nos duela.


Es obvio que esa lección sí que no la aprendió Fidel y que su país ha pagado por su soberbia una carísima factura. Todo parece indicar que tampoco la sabe el hoy entronizado Donald Trump, para quien, afortunadamente, creo que existirán muchos contrapesos dentro y fuera de su país.

verónicamilenio@yahoo.com.mx

Compartir

Sobre el autor

Verónica Mastretta

Verónica Mastretta. Ambientalista, escritora. Encabeza desde 1986 la asociación civil Puebla Verde y promueve con la OSC Dale la Cara al Atoyac la regeneración de la Cuenca Alta del Río Atoyac en Puebla y Tlaxcala.