¿Libertades a la carta?

Compartir

Vida y milagros

¿Libertades a la carta?

"Prohibido prohibir", dice el presidente, y más lo ha dicho cuando se refiere a la posibilidad de hacer obligatorio el uso del cubrebocas en espacios públicos. No encuentro una justificación a esa resistencia a estas alturas de la pandemia. Entre más grande y compleja es una sociedad, más necesitada de reglas para poder convivir en mínima armonía. No me imagino a nadie cuestionando la existencia de un semáforo en el cruce de una vialidad de alta velocidad. No me parece que atente contra las libertades ni los derechos de quienes usan la vialidad y requieren de la alternancia del semáforo para poder cruzarla. Las reglas que regulan la convivencia sacrifican parte de nuestras libertades con el fin de evitar el caos.

¿Prohibido prohibir qué? ¿Es posible la convivencia sin prohibiciones? ¿Es posible remontar una emergencia sin acotar ni un poquito las libertades individuales? ¿El bien del conjunto no merece ni necesita de regla alguna?



De por sí observamos una gran cantidad de reglas en la vida cotidiana; durante una emergencia salvan vidas. Hoy, un cubrebocas bien regulado y usado con determinación por las personas que ejercen un fuerte liderazgo ayudaría mucho a acotar los contagios. El cubrebocas es la única herramienta gratuita que el gobierno puede darle hoy a la ciudadanía. El hacerlo obligatorio en espacios públicos, particularmente en espacios cerrados, evitaría muchísimos conflictos de convivencia. Ya todos estamos cansados; sumar energía adicional a discutir con personas que irrumpen sin protección en una farmacia, en un mercado, en la ventanilla donde se hace un trámite, en la caja de cobro de una papelería y sobre todo en el transporte, es un desgaste que no debiera existir. No entiendo al presidente. No entiendo por qué se resiste a ejercer su autoridad con respecto a una herramienta reconocida mundialmente como útil para frenar los contagios. A todos se nos han muerto personas conocidas o cercanas. En muchas de sus historias el contagio se dio en espacios públicos en los que el uso del cubrebocas era opcional. Quizá muchos de los que murieron ejercieron la engañosa libertad de andar sin cubrebocas o fueron víctimas de la manera de actuar de un Noroña cualquiera. ¿Cruzar un semáforo en rojo es un ejercicio de libertad? ¿Prohibido prohibir? Las reglas son el mínimo de amor necesario para vivir en sociedad.

En el caso del COVID, los más afectados son los que ya tienen predisposiciones que les complicarán la enfermedad y los que a la hora de enfermarse tendrán que peregrinar buscando atención hospitalaria. Prevenir no es una medida dictatorial. La polio, el sarampión, la viruela, la tuberculosis y otras enfermedades terribles se fueron erradicado en nuestro país a base de disciplina, de políticas públicas enérgicas y bien pensadas, y de la obligatoriedad de tener una cartilla de vacunación infantil para entrar al colegio. El presidente López Obrador ha podido darse el lujo de no usar cubrebocas. Como presidente tiene o tendrá los mejores tratamientos en caso de enfermarse. Él mismo ha dicho que se hace pruebas regularmente, pruebas a las que pocos mexicanos tienen acceso de manera fácil y gratuita. Seguramente también harán pruebas a quienes se acerquen a él. En caso de enfermarse, todo su primer círculo tendrá acceso a cuidados extraordinarios. Cuando todos los mexicanos tengamos acceso a eso, entonces, solo entonces, hablemos de libertades a la carta y de olvidar las prohibiciones que salvan vidas.

Compartir

Sobre el autor

Verónica Mastretta

Verónica Mastretta. Ambientalista, escritora. Encabeza desde 1986 la asociación civil Puebla Verde y promueve con la OSC Dale la Cara al Atoyac la regeneración de la Cuenca Alta del Río Atoyac en Puebla y Tlaxcala.