Reto: Sé Más (o menos) Hombre (Parte 3) / Juan Carlos Báez, escritor, estudiante de literatura Destacado

Compartir

Voces en los días del coronavirus

Juan Carlos Báez, escritor, estudiante de literatura

¿Ya eres más hombre? Reto: Sé Más (o menos) Hombre, parte 3



Día 15, Reto 15: Más allá del reto, necesitaba hacer esta actividad. Tendrá cuestión de meses que empecé a sentirme incómodo con la manera en que vestía. Poco después de notarlo supe que era por la forma en que combinaba algunas prendas. Así que, de un modo u otro, pensé que debía variarle a las combinaciones y ponerme algunas playeras con ciertos pantalones y viceversa.

Concluí que me veo bien de camisa porque, en el fondo, soy un señor y toda ropa de señor al parecer me hace ver de acuerdo a mi personalidad de señor.



*



Día 16, Reto 16: Esto lo hice entre diciembre de 2019 y enero de 2020, si no me equivoco. Y sí, lo he hecho. Y he sufrido. Y cada que puedo me reitero que no lo estoy haciendo. Y me siento mal por ello. Y lo sigo haciendo. Y es complicado. Y lo es mucho pero lo hago. Y cada que puedo reviso lo que he avanzado. Y sigo haciéndolo. Y escribo. Y leo. Y grabo. Y mando. Y sigo haciéndolo. Y lo hago. Y lo hice. Y lo haré. Y no sé cuándo acabe ni menos cómo pero lo hago. Y hago. Y duele. Y creo que nunca dejará de doler. Y me voy acostumbrando. Y sigue doliendo. Y lo sigo haciendo. Y duele más. Y más. Y más. Y y y y y y

*

Día 17, Reto 17: Hará cuestión de tres años que mi abuela falleció. La considero la única persona de la tercera a la que era verdaderamente unido. Por ahí, sí, tuve abuelos también, abuelos hombres, vaya. Pero creo que con ninguno me llevaba en sí. Al poco tiempo de fallecida mi abuela, murió, primero, su esposo, es decir, mi abuelo materno y, luego, el papá de mi papá, es decir, mi abuelo paterno. A partir de la muerte de mi abuela mi mamá, quien también ya es grande –este año cumple 62–, y yo creamos una rutina completamente distinta de la que ya he platicado en anteriores ocasiones.

No podría decir que yo ayudara mucho a mi abuela. En realidad era –y soy– muy inepto en la vida y me la pasaba –y paso– ensimismado mucho tiempo. Mi excusa siempre ha sido que tenía diecisiete, dieciséis, quince, catorce y réstenle a esos más años como para concientizarme de las cosas que había a mi alrededor y las necesidades que debía cubrir. Y, sin embargo, en ocasiones me parece que sigue siendo así. Pero la quería como quizás a pocas personas he querido en mi vida. Bromeábamos, peleábamos, debatíamos. En una palabra: nos acompañábamos en nuestras respectivas rutinas diarias pues a su casa llegaba de la escuela para comer y nos íbamos muy tarde. Me quedé con ganas de decirle lo mucho que la quería pero en los últimos días de vida me costó trabajo encontrar las palabras adecuadas para ello y mejor preferí escribirle un poema que ahora prefiero olvidar. –Cosa curiosa: en algún momento mi mamá me dijo que ella prefería que escribiera a que me volviera músico. Y, bueno, pues heme aquí en este trayecto de sufrimiento que es la literatura. –

Aún procuro ayudar a mi mamá. Hoy, 18 de junio, avisaron que el siguiente semestre de la universidad comenzará a mitades de agosto y será virtual hasta nuevo aviso. Qué bueno ya que así podré apoyarla en lo que pueda en las actividades del hogar. A ver qué pasa. Igual e incluyo dentro de mis actividades ir al super y, así, quitarle ese peso a mi papá, quien lo ha hecho en las últimas semanas.

*

Día 18, Reto 18: El más difícil de todos por la sencilla razón de que nunca, jamás, en la vida he podido poner mi cabeza en blanco, callarla, decirle que se ciña a una actividad y no piense en ningún otra, en ninguna otra cosa que no sea eso preciso que estamos haciendo en el momento. Dificilísimo. A los siete años a un grupo de doctores y a mi mamá se les ocurrió buena idea inventarme una enfermedad casi incomprobable –pues incluso su inventor ha dicho en años recientes dudar de la existencia de ella– llamada Trastorno déficit de atención e hiperactividad, conocida por sus siglas como TDAH o por la abreviatura en inglés ADHD –Kendrick Lamar hizo una canción al respecto–. Hasta casi los catorce tomé un grandioso y mágico medicamento llamado Ritalin, que, según dicen, puede crear dependencia y, más tarde, cuando ya se levantó el tratamiento, pensamientos suicidas, depresión y ansiedad. No me falla la memoria al decir que a los trece, catorce años empecé a experimentar dichas ideas en mi cabecita ahora supuestamente curada pero que más pronto que tarde me diría: no, cómo crees, curado nunca, nunca estarás curado a menos que vuelvas a medicarte y estés así gran parte de tu vida. Hace unos años ideé un horario para que me rindiera el tiempo y mi cabecita no estuviese volando en la nada. Organicé mis proyectos de tal modo que pudiera leer y escribir –lo que más importa– y también pudiera sacar las tareas de la escuela y cumpliera con mis demás compromisos. En ocasiones algunos amigos creen que tengo un horario por mamón pero no es así: lo tengo porque de lo contrario me volvería loco haciendo todo y llegando a nada. No. No puedo callar mi cabeza. Aunque sí me han recomendado meditar. Quizás empiece a hacerlo. Suena bien. Suena a un reto para mi cabecita que piensa todo y llega a nada. A nada. A nada. A nada de nada.

*

Día 19, Reto 19: No sé cocinar, amigos, así que les ahorro la lectura de este reto. En cambio les dejo una foto de unos Ruffles original. ¿Les gustan?

*

Día 20, Reto 20: Hoy platiqué con mi mamá sobre la violencia que vive el país desde hace casi catorce años. Por ahí salió el tema de los desaparecidos y los muertos porque días antes se me ocurrió poner una entrevista que le hicieron a Rulfo en el setenta y a ella le llamó la atención. Me dijo algo como que Pedro Páramo era muy particular pues hablaba de muertos. Yo le dije que lo interesante de ella era que los muertos hablaban. Tal cual. El tema acabó en que yo le mencioné un pasaje de Bulgaria Mexicalli, de Gerardo Arana, en la que dicen que tres mexicanos y un chileno velan el cuerpo de Juan Rulfo y de repente éste se levanta y dice: “En México todos están muertos”. El verso me gusta muchísimo. La idea aún más. Y pensaba hacer para el reto de hoy un collage con algunas revistas y libros que ya no uso en las hojas recicladas sobre las cuales imprimo todo el tiempo otros textos. Pero el tiempo me venció. Fue, sin embargo, un tiempo invertido en algo bueno pues me reuní con mis amigos después de mucho tiempo de no hacerlo. Ellos del otro lado de sus cámaras y yo de la mía. Platicamos largo y tendido. Espero acabar el collage pronto y ponerlo en algún lugar de mi habitación a modo de recordatorio de qué tan buenos fueron Rulfo y Arana.

*

Día 21, Reto 21: Bueno, pues. Hoy se concluye esto. Fue lindo mientras duró. Sirvió bastante. Como conclusión sacó que muchas de las actividades propuestas en el reto deberían hacerse de cuando en cuando, si no es que diario en algunos casos específicos –como la ayuda en la casa.

Se supone que el último reto consiste en hacer algo en lo que tengas talento. Y si bien no considero que tenga el talento del mundo, o, más aún, que esté cerca de saber que ese ‘talento’ me dejará algo, sí digo que me gusta escribir. Ya tiene tiempo que le dedico gran parte de mi esfuerzo y energía a esa actividad. Prueba de ello es que parte de este reto se haya publicado en este espacio. Les agradezco a Ana y a Sergio la oportunidad para hacerlo. Todo lo que quise decir en mis comentarios de Facebook y no pude quedó plasmados aquí.

Los quiero. Nos leemos luego.

Compartir

Sobre el autor

Juan Carlos Báez

Juan Carlos Báez (Puebla, 1999). Estudia Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP. Actualmente conduce el programa Suburbios Salvajes por Radio BUAP (96.9 fm). Textos suyos han aparecido en sitios web como Vertedero Cultural y NoFM Radio. Ganó una mención honorífica en el Premio Filosofía y Letras BUAP 2019 en la categoría de Ensayo.