El plomo en la alfarería poblana/revista Elementos Destacado

Compartir

Relacionada: Madrugada alfarera



San Miguel Tenextatiloyan, junta auxiliar del municipio de Zautla, Puebla, aparece tras una serie de curvas en el extremo oriental de un vallecito de dos kilómetros de ancho dispuesto arriba de los 2,500 metros sobre el nivel del mar, y que abre llano cinco kilómetros hacia el Norte, para terminar en las inmediaciones de Zaragoza. Es un caserío tendido en la ladera circular de un monte todavía bien cubierto de pinos que se va descubriendo de a poco en cada curva, y cuyo enredo de cables y losas planas de cemento es prueba irrefutable de que aquí se ha perdido el encanto serrano de la teja y las dos aguas. La comunidad tiene como actividad económica preponderante la alfarería, con la fabricación de cazuelas greteadas (esmaltadas con base de plomo), que combina armónicamente con la agricultura de temporal: maíz, frijol, haba, cebada, trigo y alverjón, salpicados de frutales como el durazno y hortalizas como la papa.

La comunidad tiene como actividad económica preponderante la alfarería, con la fabricación de cazuelas greteadas (esmaltadas con base de plomo), que combina armónicamente con la agricultura de temporal: maíz, frijol, haba, cebada, trigo y alverjón, salpicados de frutales como el durazno y hortalizas como la papa. Entre sus habitantes existe un antiguo debate sobre el plomo que han ido acumulando en su sangre por el diario contacto con este elemento que abrillanta sus piezas. Hay quien asegura que el plomo no les hace daño, que lo trabajan con las manos descubiertas, sin tapaboca y nada pasa, “somos sanos”; otros afirman que tal vez haga daño, pero que el esmalte libre de plomo, el material sustituto que la autoridad les propone, no funciona igual que el plomo con los hornos disponibles, de baja temperatura, además de que el cliente no lo quiere. Muy pocos han cambiado al nuevo esmalte para proteger su salud.



La alfarería vidriada con plomo fue introducida a las costumbres de los alfareros mexicanos por los españoles en 1519, pues hasta entonces tapaban el poro de la cerámica a base de bruñido con piedras. El plomo demostró ser un material duro y resistente, pero más importante resultó que su cocción era posible a temperaturas relativamente bajas de entre 600 y 850 grados, lo que, tanto en las quemas a cielo abierto que imperaban en México –y siguen imperando en la loza tradicional de pueblos como San Miguel Tenextatiloyan–, como en los hornos primitivos de forma cilíndrica construidos de ladrillos comunes y cubiertos de tepalcates, que también aportaron los españoles, resolvía antiquísimos conflictos de filtración de líquidos y ahorraba tiempo y trabajo a sus productores. El vidriado con plomo, llamado desde entonces greta, fue acogido con entusiasmo por los mexicanos y, a pesar de sus probados efectos perniciosos, se sigue usando hoy con singular despreocupación.

Seguir en revista Elementos



Compartir

Sobre el autor

Leopoldo Noyola Rocha

Leopoldo Noyola, escritor, antropólogo y comunicador, con una larga experiencia en la producción de radio y en la historia testimonial. Actualmente es editor en la revista elementos de la BUAP.