Quince mujeres: Francesca y Ángela, como sus ollas, toda su vida está hecha a mano Destacado

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Mundo Nuestro. De la serie Moving on, presentamos esta semblanza de dos mujeres del pueblo de San Marcos Tlapazola, realizada por el artista estadounidense Dick Keis, colaborador habitual de nuestra revista.



Texto y fotografías de Dick Keis

Francesca Martinez Aragón y su hermana Ángela son alfareras. Viven en la casa en la que su familia ha vivido durante generaciones. Ellas convierten la arcilla roja, que solo se encuentra en San Marcos Tlapazola, su pueblo natal en Oaxaca, en ollas, comales, cazuelas, floreros y platos. Trabajan de una manera que no ha cambiado en cientos de años.

Francesca y Angela comenzaron a trabajar en arcilla a una edad muy temprana. Su madre y su abuela les enseñaron la artesanía. Todos los materiales utilizados son locales. Las mujeres van con carretillas para conseguir la arcilla roja, el pigmento emblemático de San Marcos, y la arena fina utilizada en sus ollas. No tienen hornos, en cambio las ollas se queman con leña a ras de suelo en el solar de su casa. Las vacijas se cubren de madera y permanecen en el fuego durante dos horas. Luego son pulidas usando las piedras que tiene desde siempre esta familia alfarera.



Casi todas las mujeres de San Marcos trabajan arcilla. Francesca es la presidenta de la cooperativa de mujeres locales que tiene más de 120 miembros. Debido a que San Marcos está fuera de la carretera principal, muy pocas personas van allí para comprar sus productos. Francesca lleva el trabajo del grupo a ferias artesanales en la ciudad de Oaxaca tres veces al año. Algunas mujeres van al mercado en Tlacolula, el pueblo grande más cercano, a vender. No tienen torno para moldear sus vasijas, sólo una piedra redonda especial sobre la que colocan la arcilla. Una mazorca de maíz se utiliza para moldear la olla desde el exterior, una calabaza para ahuecar y moldear el interior, la suela de un zapato para formar la abertura, y una piedra que se ha pasado a lo largo de las generaciones para pulir las piezas.

Ni Francesca ni Ángela se casaron nunca, su trabajo necesitaba toda su atención. Siguen trabajando como siempre lo han hecho, dando forma a la magnífica arcilla roja de San Marcos, plantando sus maíz y frijoles negros, y vendiendo lo suficiente para pagar las cuentas. Es como si la arcilla roja corriera por sus venas y alimentara su alma. Su vida está tan interconectada con el suelo que no se dan cuenta de que el tiempo pasa. Toda su vida está hecha a mano, no sólo sus ollas.



Aquí hay un enlace a la entrada de mi blog de 2017 sobre ellos:

https://dick-keis.blogspot.com/2017/06/the-blood-of-earth.html

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Sobre el autor

Dick Keis

Profesor y fotógrafo norteamericano. Desde hace años viajero por América latina, se ha especializado en el testimonio y el retrato.