Mundo Nuestro. Leonardo Boff es un profeta moderno, y como tal señala la injusticia que permea las relaciones del ser humano consigo mismo y con la naturaleza. La profunda injusticia social y la devastadora injusticia ecológica.
Leonardo Boff ha dedicado el Doctorado Honoris Causa en Teología y Ciencias de la Tierra otorgado por el Sistema Universitario Jesuita en México a su generación, la nuestra: la que en los últimos cuarenta años ha luchado por la justicia social y ecológica en el mundo. Y ha distinguido en ella a muchos amigos suyos jesuitas: “compañeros de lucha y tribulaciones”, les ha dicho. Por ello ha fundado su cátedra ayer en la Ibero Puebla en los planteamientos del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común. La madre tierra.
Todo su mensaje ha discurrido sobre esta palabra, cuidado, una idea que ha surgido en América Latina en estos años difíciles pero que a pesar de todo alumbran a la posibilidad de la esperanza si somos capaces de construir una relación con el mundo desde una espiritualidad fundada en la compasión por la tierra y por los pobres. Por ese gran pobre que es la tierra nuestra, asolada por el paradigma de la dominación, por ese movimiento letal hacia la autodestrucción que tenemos los seres humanos.
Pero está en la esencia del ser humano, en la estructura misma del universo esta capacidad para el cuidado de la tierra. Tenemos que construir esta conversión radical hacia la unidad de la humanidad con la tierra.
No puede haber una teología liberadora que no piense a la humanidad desde la posibilidad de una relación distinta con la naturaleza. Pensarla desde la justicia social, desde la justicia ecológica. Acostumbrarnos a pensar así en la posibilidad de Dios.