Sexto aniversario de la Casa del Mendrugo: La historia de la mayólica en Puebla Destacado

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Mundo Nuestro. Emma Yanes Rizo, historiadora y ceramista, termina en este 2013 el Doctorado en Historia del Arte por la UNAM con una investigación sobre la producción de mayólica en los siglos XVI y XVII en nuestra ciudad. Los hallazgos en la Casa del Mendrugo han formado parte de su estudio. Ella ha formado parte del equipo de especialistas que han ayudado en el complejo proceso de rescate de esta casona que arrancó, para fortuna de todos, en el mes de marzo de ese mismo 2013 su carrera como nuevo centro cultural en Puebla. La ilustración de este salsero con la figura que representa a esta nueva Casa del Mendrugo fue elaborada por Jessica Lara M. Esta colección puede verse todos los días en el Museo Casa del Mendrugo.

Hasta hace poco tiempo, se desconocía la mayólica o “talavera” producida en Puebla de mediados del siglo XVI a mediados del siglo XVII. Los hallazgos de tiestos de cerámica colonial de la Casa del Mendrugo y la reconstrucción completa de algunas de las piezas, que se exhibirán en una de las salas de este nuevo centro cultural, nos permiten admirar al menos en parte esa producción y su posterior evolución, como un arte distintivo de la ciudad de Puebla, símbolo de identidad regional. En sus orígenes ésta técnica dotó, básicamente a los españoles de la ciudad, de un modesto servicio de mesa: platos, escudillas, jarras y especieros, con iniciales y monogramas o una ornamentación de trazos rápidos a pincel. Después, ya en el siglo XVII, derivó en formas más delicadas y complejas, como jícaras chocolateras, finos bernegales o platos polícromos cuidadosamente decorados bajo la influencia de la loza italiana.

La colección ofrece una lectura múltiple, donde se fusionan las técnicas, formas y ornamentación de Talavera de la Reina, Sevilla y Génova, con los diseños orientales y aquéllos propios de los loceros poblanos.



Una sencilla y bella pieza, un especiero del siglo XVI, es el símbolo de esta Casa del Mendrugo porque representa la búsqueda de las especias más allá de los mares, que como sabemos, condujo al descubrimiento de América. Es también un ejemplo del gusto novohispano por la loza fina en las costumbres de mesa. Un pez delineado a pincel nos remite a aquéllos que cruzaron el océano para encontrarse con un nuevo mundo, pero también a los ríos que rodeaban a la ciudad de Puebla y quizás a algún evento litúrgico en esta casa que un tiempo fuera de los jesuitas.

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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...