Sociedad

Del Archivo de Mundo Nuestro. Lecturas para el fin de año 2017

Postales del país del agua y la piedra milenaria

La imagen puede contener: océano, cielo, nube, exterior y naturaleza.



Ir al sureste es viajar al país del agua. Al final terminamos hoy en Isla Aguada, pegada al extremo norte de la laguna de Términos, en un hotel de nombre La Gringa. Aquí nada de lo que se dice es: la isla está en tierra continental, pero la gente recuerda que los conquistadores todavía la vieron atrapada por el agua; la gringa se llama Thelma, y no para de hablar y contar historias --su papá fue uno de los ingenieros que construyeron la autopista México-Puebla--, nació en Huimanguillo, tiene 75 años y es la más extraordinaria anfitriona que he podido conocer en mucho tiempo; y Ciudad del Carmen mira en silencio las plataformas del boom petrolero reciente y se pregunta si valió la pena la trampa que le vendieron de futuro.

Increíble este lugar. Como nunca en mi vida he visto delfines rondar por la barca que nos ha llevado adentro de la laguna. Qué serenidad la suya en el festín de corvinas que imagino bajo el agua.

Nada de lo que veo ha sido siempre así. Playas en Islas formadas recientemente por los huracanes que desbordan pájaros y -materialmente-- millones de conchas y caracoles. Rasco el fondo y la arena deja su eterna construcción calcárea en mis manos. No hay vestigio que no haya guardado la vida de todos los tiempos.

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Del Archivo de Mundo Nuestro. Lecturas para el fin de año 2016

El tiempo y su pueblo brillan en las manos del relojero juchiteco

He pasado frente a La Esmeralda Relojería numerosas veces en los últimos dos años en mi camino a la Casa de la Cultura en Juchitán. Siempre me llama la atención, me recuerda los escaparates en La Habana o el Puerto de Veracruz. Con la cortina metálica levantada se pueden ver los mostradores de cristal llenos de joyas y relojes, y siempre hay alguien sentado en la entrada, a menudo un anciano de pelo gris platicando con algún amigo. Muchas veces he querido pedirles permiso de tomar una fotografía, pero la pena y el temor al rechazo me lo han impedido. Pero esta vez estoy decidido, “¿por qué no?, en todo caso no pasará de que me digan que no.”

¡Pero no lo han dicho!



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El tiempo y su pueblo brillan en las manos del relojero juchiteco

Del Archivo de Mundo Nuestro. Lecturas para el fin de año 2015

Volcanes e islas en el cielo

Benjamin Blonder

La primera cosa que noté durante mi visita a Puebla fue el polvo. El polvo tiene varios orígenes. Los campos sin cultivos. El desierto. El activo volcán Popocatépetl. Los dos millones de habitantes de la ciudad, y sus automóviles. El aire es muy seco en el invierno, y entonces el valle se cubre por una capa amarilla y gris.



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Volcanes e islas en el cielo

Del Archivo de Mundo Nuestro. Lecturas para el fin de año 2013

Retratos de Tina: La semana muerta

Bilha Calderón

Se acerca la hora de cambiar el calendario. Las últimas semanas han pasado como la nieve por Jerusalén en una enorme tormenta dejándonos sin luz, sin transporte y medio desquiciados por la sorpresa. Aún así, apenas nos habíamos acostumbrado cuando ya se estaba derritiendo todo.

Me pinto las uñas del color de mis pulseras. El vestido que pienso ponerme cuelga de la puerta, las medias reposan sobre la silla junto con las zapatillas, el bolso, la cartera… la cámara. En unas doce horas debo estar lista y no quiero empezar a experimentar con el guardarropa o el maquillaje sin tiempo para arreglar cualquier catástrofe.

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Retratos de Tina: La semana muerta

Bilha Calderón

Del Archivo de Mundo Nuestro. Lecturas para el fin de año 2012

La vida viene viene

Las cosas pasan rápido con él, atento como está al movimiento de los automóviles, aun cuando todos los lugares están ocupados y todavía la sombra del templo y las casonas mantienen fría media avenida. Pero ya pasan de las once, y al sol ya te cueces.

Cuántos rostros guarda un hombre al que miras desde la ventanilla. Cuánta vida puede contarse. Escuchar a saltos, para después llevar de corrido una historia.



--Ayúdeme con esto --me dice y señala al mismo tiempo un cartón de jugo y su mano izquierda cubierta por una venda que guarda el polvo de varios días.

Es la primera vez que lo veo. Está ahí, a media calle, con el sol batido sobre su gorra, con el cuerpo esbelto, curtido, bien perfilado por la camiseta futbolera sin mangas y el pantalón estrecho. Cuida su plaza, como la llama. Es un viene viene atento que se acerca a la ventanilla y te mira fijamente a los ojos. Ni joven ni viejo, me digo, entretenido por un bigote largo y ralo, que lo vuelve viejo. Son sus ojos claros los que alumbran su piel oscura y convierten su mirada y todo su porte en el de un hombre joven que no ha cruzado la frontera de los treinta. Pero debe tener más de cuarenta para que quepan los seis que vivió en el ejército y los veiticinco que se aventó como chofer de pipas petroleras por las carreteras nacionales, hasta que en febrero pasado lo asaltó un comando zeta y terminó su carrera trailera arrojado en un descampado de la Sierra Madre Oriental. Un largo pleito laboral en los juzgados de Conciliación en el DF lo ha traído a sobrevivir en el centro de la ciudad de Puebla.

Es la primera vez que lo veo, pero como hoy, a saltos, narrará su vida recargado en la ventanilla.

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Mundo Nuestro. Aprender de los árboles. Reconocer el bosque que destruimos, imaginar el bosque que podemos recuperar. Aprender de ellos, de su vida remota y solidaria. Reconocer en ellos la inteligencia antigua, luminosa y paciente, la que cargan todos los vientos que mecen el ritmo sabio tiempo.



Del fogón a la boca

Procesos y técnicas de la Cocina Poblana: el correcto capeado

La memoria del gusto se desarrolla desde muy temprana edad nos ha acompañado desde siempre: al probar un alimento y disfrutarlo, las pupilas gustativas de la lengua y las olfativas de la nariz, envían impulsos nerviosos al cerebro que los almacena, asociándolos al placer que provocan. Desde infantes relacionamos situaciones placenteras a determinados sabores y olores y por ello se agolpan a nosotros esas gratas sensaciones cuando volvemos a oler algún platillo, aun cuando hayan pasado décadas de haberlo probado por primera vez.

La Navidad en Puebla la asocio a muchos platillos tradicionales, pero hay uno que sobre sale: una buena torta de agua - elaborada a partir de masa formada únicamente con agua, sal, levadura y harina, cocida sobre piso de barro en un horno tradicional - rellena de ayocotes refritos y perfumados con hoja de aguacate, a la que se le agrega el ingrediente estrella: un chilpotle relleno.



Acompaño a Doña Paz a comprar los chilpotles y caminando vamos a La Oaxaqueña, en la esquina de la 5 sur y 19 poniente. Con paciencia escoge aquellos chiles grandes, especiales para rellenar, que conserven el rabo y no presenten picaduras de insecto. Antes de salir, pregunto y dejo saludos a mi querida maestra de cuarto de primaria, Tante Rosita Cruz, que se casó con el dueño del negocio hace casi cincuenta años y que recuerdo con tanto cariño.

Ya en casa, limpiamos los chiles con un trapo seco y con un cuchillo afilado se abren lateralmente para extraer venas y semillas y se quedan toda la noche remojando en agua con sal. Al día siguiente, se escurren y Doña Paz empieza la laboriosa tarea de secarlos con papel toalla y rellenarlos con una buena porción de queso fresco, acompañado de una hoja de verde epazote. Posteriormente los revuelca cuidadosamente en harina procurando no quede porción del chile sin cubrir, antes de pasarlos por el huevo. ‘El secreto del capeado es batir muy bien las claras’ Con gran destreza Doña Paz toma del rabito cada uno de los chiles, los sumerge en la blanca espuma y mágicamente se cubren de un abrigo que, al contacto con el aceite caliente, logra un ‘correcto capeado’ como ella misma lo define: uniforme y sin exceso de grasa.

Las claras batidas son en realidad una de las espumas alimenticias más estables que se conocen: su principal proteína, llamada albúmina, posee la capacidad única de atrapar una gran cantidad de minúsculas burbujitas de aire, que se crean cuando se aplica suficiente trabajo mecánico en forma de batido. Esta espuma es además lo suficientemente estable para que - al contacto con el aceite caliente - se desnaturalicen las proteínas, su estructura se fije y obtengamos alimentos suaves y esponjosos. Si además la temperatura del aceite es la correcta, el capeado resultante será poco grasoso.

¡Charlemos más de Gastronomía Poblana y ‘’a darle, que es Mole de Olla’’!

#tipdeldia: No dejen de experimentar esta receta y sobre todo, probar la combinación reseñada: torta de agua + ayocotes refritos + chilpotles rellenos. Como yo, recordarán cada temporada navideña asociada a esta delicia de la Cocina Tradicional Poblana.



Vida y milagros

El cruel desgaste vital

Verónica Mastretta



Ayer, Arnaldo Kraus, extraordinario ser humano, médico especialista en bioética y en ética médica, publicó en su columna de El Universal un interesante artículo sobre el Síndrome del desgaste profesional que está afectando a los trabajadores de la salud, especialmente a los que están en las áreas de atención COVID. Qué bueno que alguien con sus conocimientos e inteligencia haga énfasis y le ponga nombre al síndrome del terrible estrés y desgaste que está padeciendo el personal médico. No pueden más. En diferentes anuncios de radio he escuchado voces del personal de salud pidiendo que nos cuidemos, que detengamos los contagios con voluntad y precaución, porque ellos ya no dan para más. "Burn out", le llaman en inglés a este síndrome. No hay una traducción exacta al español, pero uno de sus significados podría ser ignición interior, desgaste vital, quemarse, apagarse, extinguirse, consumirse. Encontré en las redes más información acerca de esta condición, que al final deja al ser humano exhausto, envuelto en un enorme desasosiego y con la sensación de búfalos galopando en el corazón.

Retomo el tema porque creo el síndrome del desgaste vital nos está alcanzando a todos en este complejo y alucinante 2020. Identificar este síndrome puede ser muy útil para no minimizarlo y así enfrentarlo de mejor manera. Muchos de los síntomas que acompañan el desgaste vital seguramente los hemos sentido este año y los hemos visto en amistades y familiares cercanos que nada tienen que ver con el sector salud. Conocerlos es útil. Retomo los que enumeró el Doctor Kraus y les comparto otros que encontré.



Las características principales del síndrome del desgaste laboral o vital son: 1. Respuesta inapropiada al estrés. 2. Cansancio extremo debido a sobrecarga laboral. 3. Imposibilidad para resolver la carga de trabajo del día a día. 4. Agotamiento emocional. 5. Agotamiento mental. 6. Estrés crónico. 7.Insatisfacción generalizada. 8. Irritabilidad e intolerancia ante situaciones que antes eran manejables. 9. Insensibilidad y descuido.

Aunque el desgaste vital no es una enfermedad en sí misma, si puede ser el detonante de otros problemas de salud física y mental más graves. Cuando una persona está vitalmente desgastada puede tener síntomas físicos como dolores de cabeza, náuseas, dificultad para dormir, insomnio crónico, alteración en los patrones alimentarios, contracturas musculares múltiples y taquicardia.



Como el síndrome de desgaste vital se desarrolla en un periodo largo de tiempo, digamos, todo 2020, es importante estar atentos a los signos reveladores de un estrés cada vez mayor, e intentar reaccionar a ellos tomando conciencia de que existen. Las personas afectadas pueden tener problemas que antes no tenían para establecer límites claros en el trabajo o en su ambiente familiar, así que darse cuenta de eso para tratar de cambiar los patrones de conducta puede ayudar a contener el desgaste. Algunas prácticas útiles pueden ser el establecer límites claros, compromisos realistas y posibles de cumplir, rutinas de hábitos saludables, como tener horarios regulares de comida, una rutina mínima de ejercicio y estrategias para disminuir el estrés. Es importante observar nuestra forma de respirar, ya que cuando se está inmerso en este síndrome la respiración puede ser superficial, acelerada e ineficaz. Observar varias veces al día cómo estamos respirando ayuda muchísimo.

El síndrome de desgaste vital se puede tratar. Aunque pequeños cambios pueden tener un impacto positivo, en algunos casos será necesario tomar medidas drásticas. A veces hará falta cambiar por completo de vida, de trabajo o de objetivos para evitar un colapso total. Un factor clave es hablar las cosas abiertamente con las personas cercanas a nosotros, con alguien cuyo criterio nos inspire confianza o con un profesional de la salud. Al hacer conciencia de este síndrome y recibir apoyo, muchas personas empiezan a sentirse bien rápidamente, pero si se minimiza, ignora o no se trata, el síndrome de desgaste profesional o vital aumentará el riesgo de tener trastornos psiquiátricos y problemas físicos.

Los especialistas recomiendan salir de los puntos que producen el desgaste laboral o vital, desechar proyectos que no tienen salida, replantear objetivos, hacer cambios audaces y pedir ayuda a las personas que queremos y nos quieren. ¿Qué tanto será posible hacer eso hoy, en medio de esta crisis de salud, económica y social? Saber que este desgaste sucede quizá pueda permitirnos estar alertas y construir herramientas para enfrentarlo.

Volviendo al personal médico, para ellos salir del punto que produce el desgaste significaría tener que abandonar a los enfermos, cuyo número aumenta cada día. Usemos cubre boca con rigor; tres semanas de uso continuo ayudarían mucho a quitar carga laboral al ya agotado personal de salud. Qué lástima que el mensaje claro de usar cubre boca de parte de López Gatell llegó demasiado tarde. Tan tarde que gran parte del personal médico, ya está, literalmente, consumido.