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Raíces: los primeros años del pintor José Lazcarro en la colonia Guerrero Destacado

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Mundo Nuestro. Del libro Raíces. José Lazcarro en la Colonia Guerrero, de la historiadora Emma Yanes Rizo publicamos un extracto del capítulo I, La colonia Guerrero, los primeros años. El libro fue presentado en la Biblioteca Palafoxiana el miércoles 30 de enero. Escrito en primera persona, el libro es un testimonio de vida que nos abre el mundo de un barrio bravo, la colonia Guerrero, que vio crecer a uno de los más importante de los pintores mexicanos en la historia reciente.

La colonia Guerrero, los primeros años (extracto).

Nací en Puebla en 1941, en la 14 Oriente muy cerca de donde está la Casa Aguayo[1], como a cien metros de ahí. Luego nos fuimos a México porque mi papá consiguió trabajo como distribuidor en el periódico el Universal, allí en la calle de Bucareli, donde también estaban el Excélsior y la Prensa[2]. Mi padrino era el líder de los trabajadores del Universal, se llamaba Félix Aguilar. Mi papá era repartidor de los periódicos que se llevaban al aeropuerto. Su trabajo empezaba a las cuatro o a las cinco de la mañana, luego hasta logró comprar su propio camión y así trabajó mucho tiempo. Cuando nos fuimos éramos dos hermanos, tuve una hermanita que murió antes.



Llegamos a la Guerrero en 1945, cuando yo tenía cuatro años, todavía era presidente Manuel Ávila Camacho, al año siguiente subió Miguel Alemán.[3] Primero nos fuimos a vivir a la calle de Zaragoza y luego nos pasamos a Degollado. En Zaragoza estábamos casi enfrente de la casa del general Urquizo, en el número 103, y posteriormente en el 119 interior 5; después llegamos a la calle de Degollado 169 interior 1.

La residencia del General Urquizo estaba a una calle de la Escuela Fray Bartolomé de las Casas a la que yo iba. Siempre supimos que era de un militar, del Comandante del escuadrón 201. Él había sido General de la Defensa. Después la casa se la dejaron a los estudiantes, tenía un letrero que decía Casa del Estudiante Sonorense y ahí vivían un montón de jóvenes, más tarde se convirtió en una vecindad.



En esa época La Guerrero era una colonia muy bonita, de entrada sí nos conocíamos entre los vecinos. Por cierto frente a mi vecindad, en la calle de Degollado, había una accesoria y ahí puso su estudio un pintor, yo me asomaba a ver lo que estaba haciendo, me fascinaba observar cómo pintaba sus vírgenes de Guadalupe, ahora me doy cuenta de que no era malo sino lo que le sigue pero en esa época sí me apantallaba. Lo que son las cosas, ese cuate casi casi es el causante de mi vocación, un día dejó para la basura en un poste de teléfono una cajita de pinturas ya secas; salí a jugar y sin querer le pegué a la cajita, salieron un montón de frasquitos; los recogí y vi que eran pinturas de agua, estaban duras pero las pude reutilizar. En esa época yo sólo dibujaba con colores de palito o sea de madera o de lápiz. Pues les eché agua a esas pinturas y las empecé a batir como si fueran un licuado; descubrí que al pintar ya se veía todo parejito, dije, “están repadres”, y desde ese momento me aficioné a pintar y nunca dejé de hacerlo.

Eso fue cuando tenía yo como ocho años. Me gustaba dibujar las burritas del Poli, era fanático del Poli, y también los paisajes que le gustaban a mi mamá, estilo rococó, muy acá, y hasta iglesitas. Después empecé a pintar volcanes y no me podía faltar la casita tradicional; de esa época tengo un original que hice el diez de mayo, como no tenía nada que darle a mi doña me fui a Chapultepec y copie un árbol con nescafé y agua, ahí lo tengo todavía, mi madre olvídate guardaba todo. Mi mamá también me dejó otro cuadro que hice cuando estaba más chiquito, era un zarapito de tela, lo corté y se lo pegué a dos cabecitas, una de niña y otro de niño para aparentar que se estaban cobijando frente a una iglesia, mirando al horizonte y al campo. Clásico. Ese lo tengo porque estaba en una hoja de cuaderno del kínder. Y es que mi mamá almacenó hasta mis rizos.

En esa época en La Guerrero había muchas vecindades que estaban en las calles de Moctezuma, Degollado y Zaragoza, a una le decían El Glorioso. Nosotros vivíamos en Degollado y Guerrero. Entonces nos peleábamos con los de El Glorioso por las chavas. Si una de El Glorioso se llevaba con alguno de nosotros, los cuates de allá nos iban a buscar para armar pleito. No podías ni pasar por ahí porque ya sabías que te iban a madrear. Todo era parte del cotorreo. A mí nunca me pasó nada, de que yo fuera de pleito así, no. Pero aprendí a pelear, a mi hermano y a mí nos decían los Macana. Nuestra vecindad se extendía a lo largo, ahí vivían muchos puesteros del mercado Martínez de la Torre.



El verdadero nombre del Kid Azteca era Luis Villanueva Páramo. Nació en junio de 1913 en Tepito, en el Distrito Federal. Peleó de 1932 a 1957. Fue campeón nacional de peso Welter. Venció a “El Jaibo” Ortega, Tony “El Chino” y el rielero Ramírez. Le ganó dos veces a Ceferino García, el retador número uno al cetro del mundo. Nunca se casó. Fue un hombre de éxito y supo hacer fortuna. El Hotel Regis, a su vez, estaba ubicado en la calle de Azueta y Juárez en el centro histórico de la ciudad de México, fue inaugurado en 1910 y era uno de los más lujosos de la época, contaba con cine, salón de recepciones, y con el famoso cabaret Capri. El edificio se desplomó durante el terremoto del 19 de septiembre de 1985.

Degollado, la Calle donde yo vivía, entre Héroes y Guerrero, era muy interesante. La manzana estaba llena de personajes y lugares con historia. Por ejemplo, junto a mi vecindad había un taller de coches, como garaje, que había sido arena de boxeo. Allí habían peleado boxeadores como el Chango Casanova, todos ellos. El Kid Azteca también, al Kid Azteca sí lo conocí porque era guía de turistas allá en el Hotel Regis. Pasó 10 años siendo campeón peso gallo y al mismo tiempo era guía de turistas. Era un gran campeón.

Y luego de esa época también estaba el Chango Casanova ¿sabes dónde lo vi la última vez?, resulta que él tenía un puesto de jugos de naranja en frente de la Basílica de Guadalupe y cuando ya no peleaba siempre andaba ahí. Fue muy buen boxeador, el primer ídolo que tuvo el boxeo mexicano, lástima que acabó muy mal, de teporochito. Igual que el Pajarito Moreno, terminó arreglando llantas, pobre Pajarito.

El Chango Casanova contra Sixto Escobar, junio de 1934. Foto: Repicante, cultura crítica y periodismo digital. El Chango se llamaba Rodolfo Casanova, nació el 21 de junio de 1915 en León Guanajuato. Fue el mayor ídolo del boxeo mexicano entre 1932 y 1942.Luego de la muerte de su manager Luis Morales en 1939, la carrera del Chango decayó víctima del alcoholismo. Murió en noviembre de 1980.

El Pajarito Moreno. Foto: artículo Edgar Valero, revista El mundo del deporte. Ricardo Moreno, alias “El Pajarito”, nació el 7 de febrero de 1937 en Chalchihuites, Zacatecas. Fue campesino y minero. Se abrió paso en la vida con los puños, al calor del trabajo en las minas. Su mánager Guadalupe Sánchez, lo convirtió en una de las grandes figuras del pugilismo mexicano en la década de los cincuenta, conquistó el título nacional de peso Pluma. Murió en la miseria a los 71 años.

De los cuates de la vecindad a ninguno le gustaba dibujar, así es que yo agarré mi onda solo. Sin embargo todos éramos muy creativos y nos imaginábamos que éramos una pandilla de héroes de los cuentos los que después se llamaron comics, había uno en particular que nos gustaba a todos, se llamaba “El halcón negro”, era una revista mexicana que salía todos los viernes y costaba 0.30 centavos de aquéllos que sí valían, no como ahora que no valen nada. Hasta hicimos un jacal en la azotea para que fuera nuestra sede.

[1] Casa Aguayo, ubicada en la 14 oriente 1204 en el barrio del Alto. Data de finales del siglo XVI o principios del XVII y lleva el nombre de su primer propietario el capitán y regidor Juan Martínez de Aguayo, que llegó a Puebla a mediados del siglo XVI. En 1987 el gobernador Mariano Piña Olaya, convirtió la casa en oficinas administrativas del gobierno. Y durante la gestión del gobernador Melquiades Morales, se convirtió en sede del gobierno del estado.

[2] El Universal nació el primero de octubre de 1916 a iniciativa del ingeniero Félix Fulgencio Palavicini. Y estaba ubicado en la esquina de las calles de Madero y Motolinía. El Excélsior se fundó el 18 de marzo de 1917 por Rafael Alducin, el segundo periódico más antiguo de México. La Prensa fue fundado en la ciudad de México en agosto de 1928.

[3] Manuel Ávila Camacho, presidente de México de 1940 a 1946; Miguel Alemán Valdez, presidente de México de 1946 a 1952.

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