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45 años de abandono de la Pirámide de Cholula por el INAH: conversación con el arqueólogo Geoffrey McCafferty

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Mundo Nuestro. Este texto de la antropóloga Anamaría Ashwell fue leído en el Coloquio La Plaza principal, su entorno y su historia: diálogo entre ciudades, y fue el marco de la presentación de la ponencia “Relaciones hegemónicas internacionales de la ciudad sagrada de Cholula: perspectivas de su frontera sur”, del arqueólogo canadiense Geoffrey McCafferty, con toda seguridad el más reconocido investigador de la zona arqueológica de la Pirámide cholulteca.



La revista Elementos de la BUAP reúne en su última edición cuatro textos del arqueólogo G. McCafferty traducidos al español; abordan la centralidad de las Cholulas en la reconstrucción de la historia mesoamericana. En este número de Elementos dedicado a Cholula, al cual pueden acceder gratuitamente por Internet, participó también el antropólogo y fotógrafo Víctor Blanco, uno entre los diez ciudadanos cholultecas que fueron perseguidos con una orden de aprehensión por defender la zona ceremonial.

Y se incluyó un ensayo mío, dedicado a Adán y Paul Xicale que sufrieron un año y dos meses de cárcel por la misma razón.

Ese ensayo lo concluyo con dos preguntas que dejo abiertas: a la luz de la investigación arqueológica y cultural sobre Mesoamerica, ¿cómo es posible que gobernantes estatales solo vean en las Cholulas un parque comercial para el entretenimiento de turistas? Así como ¿qué sucedió en el INAH para que desde 1970 hayan abandonado, en los hechos, la tutela y la investigación del patrimonio cultural que resguarda esta zona?

No voy a repetirme ahora. Pero quisiera exponer ante Uds un argumento más en torno a por qué considero que la investigación en las Cholulas no es solo urgente en lo que se refiere a su patrimonio mesoamericano sino que debe abordar toda su cultura actual.



Cholula es la única ciudad del clásico mesoamericano con habitación hasta el presente; una suerte de territorio humanizado que narra toda la historia continua- o discontinua- de México. Aquí, donde vivimos, toda la historia de México ha dejado una huella, a veces nefasta, a veces luminosa, en su devenir. Y nuestra vecindad es una de distintos tiempos, en el sentido de R. Bartra: un territorio compartido entre “no contemporáneos” y cada uno respondiendo a dilemas y problemas desde épocas y mundos muy diferentes[1].

Lo que sorprende de las Cholulas, y no se puede percibir desde afuera, es que aquí no se advierte un agotamiento de las estructuras significantes de una habitación altamente territorializada ; aunque la modernidad tensiona y busca fracturar o fractura en importantes aspectos este territorio.

Investigar cuales son las raíces que arraigan y las ramas que crecen como dice el poema de T.S Elliot (al que Bartra también hace referencia) me parece una tarea urgente. Pongo como ejemplo el tema del agua.



Raíces y ramas, en el “espejo del pasado”[2], en Cholula se pueden reconstruir siguiéndole sus rastros; desde sus significaciones arquetípicas y sagradas que inciden en su arquitectura mesoamericana y atraviesan todo su tiempo colonial de Republica de Indios, hasta el presente cuando el agua se convirtió en H2O y -como dijo Illich- reinterpretó las ciudades circulando como una mercancía y saliendo de ésta como un desperdicio.

O la religiosidad popular. En Cholula la religiosidad es central a todas sus manifestaciones digamos cívicas o políticas y arquitectónicas y desde su tiempo mesoamericano. Y en esa religiosidad están las ramas que cohesionan el territorio cultural de las Cholulas como una suerte de enjambre colectivo que también alimentó engordando con poder y representación a las élites políticas y religiosas que en tiempos mesoamericanos se fundían y después de la colonia se aliaron. Buscar las raíces de ese enjambre implica conocer y reflexionar sobre eso que Illich llama la “piedad popular” y que es de un ámbito distinto al estudio de las religiones: los rituales, las bendiciones, las canciones y las múltiples fiestas patronales, los cargos religiosos que en las Cholulas cargan con supersticiones y magia y tensan muchas a veces vínculos con los curas o funcionarios de la Iglesia. Desde la arqueología tenemos pendiente aún calificar lo que algunos sugirieron hace muchos años: que Cholula heredó la tradición de ciudad sagrada después del abandono de Teotihuacan; pero eso hay que ver cómo se tradujo después del bautismo y reordenamiento espacial y religioso que la orden franciscana impuso a los cholultecas en el Siglo XVI construyendo la cultura religiosa actual en sus barrios. Y hay que ver qué significa pasar de “ciudad sagrada” a un “pueblo mágico” en el presente.

Lo que argumento ahora, aunque de manera muy limitada, es que las Cholulas evolucionaron (un poco contra Bartra esta vez) como un territorio de la otredad. Las raíces hay que buscarlas en el pasado: hace 40 años M.Nolasco que había estudiado Cholula integrada al proyecto de la Fundación Alemana para la Investigación Científica concluía que aquí no encontró una identidad cultural “indígena” expresada en oposición a una occidental; los pueblos cholultecas no son ni fueron en tiempos mesoamericanos culturalmente homogéneos; pero durante la conquista la relación colonial o más bien el discurso del ordenamiento espacial colonial clasificó a este territorio como de “indios”, agrupándolos con ese solo referente racial y social e impulsando o configurando identidades en base a ese territorio, digamos, concedido o subordinado. La modernidad fractura ese territorio en la actualizad y de esa amenaza surgen no solo exaltaciones excluyentes de algunos que se reclaman ser más cholultecas que otros sino una defensa colectiva del territorio amenazado. Lo señalo a grandes rasgos porque solo las investigaciones antropológicas podrían profundizarlo, abordando parentesco, residencias, ordenamientos espaciales a través del tiempo (por ejemplo el ordenamiento residencial que la colonia impone al calpulli mesoamericano en el Siglo XVI) y migraciones y migrantes no solo actuales sino a lo largo de la historia. La investigación antropológica, desde las Cholulas, pondría sobre la mesa de reflexión la de-construcción de conceptos como “sincretismo”, “mestizaje” “indios reales o imaginarios” y otros que son centrales para entender históricamente y culturalmente lo que Gómez Izquierdo y Sánchez Díaz de Rivera describen de un México actual donde la discriminación y una “identidad colectiva de rasgos clasistas” reinan libres [3] .

Lo considero urgente además porque desde comienzos del Siglo XX, sistemáticamente, los ordenamientos urbanos, programas de desarrollo urbano, proyectos de inversiones para vialidades y obras públicas del Gobierno del Estado, referencian a las Cholulas como una “sub región” o “zona metropolitana ampliada”, o como reserva territorial para la expansión demográfica de la ciudad de Puebla. En todos los planes de desarrollo urbano de gobiernos estatales, por lo menos desde el año 2000, las Cholulas solo alcanzan el estatuto de zonas conurbadas. Puebla pareciera cabecera y las Cholulas pueblos sujetos casi como en tiempos de la colonia. No reconocen a las Cholulas modernas como territorios de arraigo con culturas propias ni con derecho a tierras y agua. En esta visión los tantos Méxicos que existen en los pueblos cholultecas solo tienen futuro como pueblitos bajopuentes viales, atravesados por carreteras incluso en sus centros históricos y como son “folclóricos” y “mágicos” reinterpretados como mercancía para turistas.

Y hay que destacar que presidentes municipales, pongo a Leoncio Paisano como ejemplo, como nuevos conversos fácilmente caen en el fanatismo por dar pruebas de su fe modernista.

Nuestra resistencia de la zona arqueológica cholulteca protegida por ley desde 1993 tiene sus ramas en todo un territorio acosado por la misma modernidad que quiere reinterpretar la zona arqueológica como centro comercial ocultando su historia mesoamericana. Y esa resistencia ha sido la que no permitió que el gobernador inaugurara allí hoteles y restaurantes, espejos de agua con fuentes saltarinas, casetas y comercios con planchas de estacionamientos para coches como fue su proyecto original. Y esa resistencia, creo yo, es la que volvió visible este territorio de la otredad que la clase de políticos comerciantes que nos gobiernan no se esperaban confrontar.

Pero fueron muchos los intereses económicos y políticos que no se iban a detener de intervenir la zona; y los que resistimos somos solo una ciudadanía desde una “fe débil” por decirlo así. En varias hectáreas del polígono protegido en la parte sureste y en el entorno del exJuanino, sobre el edificio piramidal, al final RMV logró imponer su proyecto aunque en versión light: una estética paisajista con lajas de cemento, pastos de plástico, luminarias y macetas y amplias vialidades para que suban al edificio piramidal los coches.

Para ello excavó la pirámide; hubo empalmes y aplanados con maquinaria pesada de adobes de la gran pirámide así como de plataformas aledañas. Expropió terrenos, encarceló y persiguió a vecinos cholultecas, nos descalificó y amenazó como “esos que siempre se oponen a todo” refiriéndose a antropólogos, historiadores, arqueólogos y urbanistas que cuestionábamos sus construcciones comerciales en la zona.

Y lo más grave: sometió al INAH.

La institución a la cual recurrimos y que debió ser una más en nuestra comunidad de resistencia ante destrucciones a un patrimonio cultural que es de la nación.

Lo digo sin ligereza y con pesar:

Mientras denunciábamos en la prensa, con publicaciones y en foros lo que estaba sucediendo en Cholula otros procedieron a recopilar la documentación oficial- a través de solicitudes al INAI- de todos los dictámenes e informes de investigaciones arqueológicas así como la correspondencia interna y externa que involucró a la delegación INAH-Puebla desde que en 2013 el gobernador RMV decidió construir en la zona, primero un puente vial innecesario y después su parque comercial.

Sobre esta documentación están trabajando con medios periodísticos unos cholultecas; pero puedo adelantarles que el Consejo de Arqueología nunca autorizó las construcciones que actualmente se encuentran en la zona sureste del gran edificio; y expresamente prohibió excavaciones sobre la pirámide y zonas aledañas como los llevado a cabo por el pasante Arnulfo Allende con número de contrato CAPCEE 074/2015 en el entorno del antiguo hospital de los Juaninos; así también el Consejo de Arqueología no avaló excavaciones en el edificio ni colados de cemento que afectan gravemente la permeabilidad del sitio; obras que el gobernador y CAPCEE, mintiendo al público, describían como adecuaciones a banquetas y jardineras. Y en la tarde del 5 de febrero de 2016 finalmente el INAH decretó la suspensión de las obras. Estrictamente todo lo que se concluyó y se aprestan a inaugurar Rafael Moreno Valle y Leoncio Paisano con sus cuates en el polígono protegido de la gran pirámide cholulteca en la parte sur este, esa explanada de cemento que estas fotos muestran, viola la ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas Artísticos e Históricos y tiene sanciones según el Capítulo VI de esa ley en su artículo 47[4].

Pero corresponde al INAH iniciar el proceso legal por destrucción patrimonial y el 20 de enero, en una reunión a la cual acudimos unos diez cholultecas con la plana mayor de Teresa Franco supimos que eso no iba a suceder. Nos pidieron ese día “ver hacia delante”. Como diciéndonos “ni modo”, avanzaron pero “solo” hasta aquí.

Pero hay más: permisos preliminares de la sección de Monumentos del INAH sirvieron como facilitadores a CAPCEE y al gobernador para intervenir el acervo arqueológico cholulteca y todo lo que actualmente se sigue construyendo y excavando sobre la pirámide dentro de los altos muros con puertas cerradas en el antiguo Juanino.

Y el INAH finalmente detuvo las obras sobre la pirámide en “la tarde del 5 de febrero de 2016” solo cuando el parque de cemento y plástico del gobernador RMV ya estaba concluido.

Ese 20 de enero le hicimos otra petición expresa a esa plana mayor del INAH: habíamos concluido colectivamente que era urgente arrancar la investigación arqueológica, también rescates y reconstrucciones en partes muy dañadas de la pirámide y con un laboratorio arqueológico abierto al público; así se podría, (insisto en ese condicionante podría) detener o al menos amortiguar la especulación inmobiliaria que obras del gobierno municipal de San Andrés y del Estado promueven actualmente en la zona.

Y el INAH, en vez de una institución sometida a poderes de facto que imponen proyectos para comercializar la zona, se dignificaría con ello como el garante legal y ético de que la destrucción evidente e inaceptable de edificios y cultura mesoamericana en la zona no continuaría.

Hicimos entonces referencia a proyectos de investigación de Sergio Suarez y G. McCafferty que desde el año 2009 están congelados en el INAH. Y trajimos desde Calgary a Geoffrey para que explique a los cholultecas todo lo que está pendiente de conocerse y que la arqueología puede ayudar a interpretar de su historia.

De mi parte, aquí me detengo y les dejo con Geoffrey McCafferty descubriendo cholultecas en ¡Nicaragua!

Notas:

[1] Pag.27 R. Bartra La sombra del futuro. CFE. 2012 y Territorios del Terror y la Otredad. Pretextos 2007.

2 Illich, Ivan “En el Espejo del Pasado” Obras Reunidas. FCE. Tomo II.2008.

3 Me parece de importancia sobre este tema el libro de Jorge Gómez Izquierdo y Ma. Eugenia Sánchez Días de Rivera La Ideología Mestizante, el Guadalupismo y sus repercusiones sociales. Ibero- ICSyH.2011.

4 ARTICULO 47.- Al que realice trabajos materiales de exploración arqueológica, por excavación, remoción o por cualquier otro medio, en monumentos arqueológicos inmuebles, o en zonas de monumentos arqueológicos, sin la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia, se le impondrá prisión de tres a diez años y de mil a tres mil días multa (...) Al que ordene, induzca, dirija, organice o financie las conductas descritas en el presente artículo, se les incrementará hasta por una mitad las penas antes señaladas.

[1] Pag.27 R. Bartra La sombra del futuro. CFE. 2012 y Territorios del Terror y la Otredad. Pretextos 2007.

[2] Illich, Ivan “En el Espejo del Pasado” Obras Reunidas. FCE. Tomo II.2008.

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Sobre el autor

Anamaría Ashwell

Anamaria Ashwell es Maestra en Antropología. Fue maestra fundadora, coautora de su primer plan de estudios y primera coordinadora de la escuela de Antropología de la BUAP (1980-1982); fue investigadora del Instituto de Ciencias desde 1978-2000. Ha participado en la edición de revistas como Espacios y Crítica. Libros, artículos y traducciones varias ha sido publicados en México y el extranjero. Sus ensayos más recientes se han publicado en la revista Elementos BUAP. Es colaboradora habitual de La Jornada de Oriente y de esta revista digital Mundo Nuestro.