Sociedad

Mundo Nuestro. El siguiente testimonio llega de un hermoso pueblo en la Sierra de Puebla, suspendido en la montaña al borde de la barranca del rio Zempoala. Ahí se ha detenido el tiempo. (Agradecemos a Weyi Alepetaj Taipixkej por el testimonio recabado y las fotografías que lo ilustran.)



En la Sierra Norte de Puebla la naturaleza se manifiesta en formas sorprendentes y exóticas. En sus pueblos se encuentra una gran riqueza de costumbres y tradiciones que nos hablan de nuestras raíces y de un pasado grandioso de cultura.



Xochitlán se asoma a la barranca del río Zempoala, y tiene el privilegio de sus atractivos naturales que son un encanto, pero posee una historia tan importante que muy pocos municipios de la región pueden igualar; sus pobladores a través del tiempo han forjado, con mucho trabajo y sacrificio, el perfil que ahora disfrutamos y que debemos valorar y conservar porque es parte de la herencia que nos legaron. Es lamentable que mucha gente no tenga idea de ello.

Pero hubo un tiempo en que no teníamos reloj.



Tal vez ayude para entenderlo esta historia simple que narro como si ocurriera hoy:

A media tarde de un día cualquiera del año 1951. Un grupo de Xochitecos entre los que se encuentran don José María R. Gómez y don Jesús Ramírez Nolasco departen en un despacho grande ubicado en La Palanca del Comercio. De momento, Jesús Ramírez, sale a la puerta y se queda viendo la torre de la iglesia y dice:

“¡Qué bien se vería el campanario con un reloj!”

A lo que don José María contesta:

“Pues manos a la obra, yo pongo tanto…”

Y esa fue la primera cooperación para la compra del reloj público de Xochitlán de Vicente Suérez. Los dos hombre pronto formaron un comité para recabar fondos, y en él estuvieron don Gonzalo Cabrera Jiménez, Adaucto Vázquez , José María R. Gómez, Jesús Ramírez Nolasco, y otros más, todos Xochitecos muy caracterizados en la comunidad que dejaron huella. Cuando reunieron una cantidad considerable se fueron a Zacatlán, derecho a la empresa EL CENTENARIO, y ahí compraron el reloj que de inmediato vinieron a instalar. Era el último año de la presidencia de don Anacleto Vázquez Sosa, 1951. Hubo una celebración muy suntuosa para el estreno del cronómetro, y lo vino a inaugurar el entonces Gobernador del Estado Ing. Carlos I. Betancourt. Entró al poblado en carro, lo que fue parte de la novedad, además de gran mérito, ya que no teníamos más que un camino estrecho hasta llegar a la Cumbre.

En un principio su maquinaria se movía con contrapesos que colgaban en la parte exterior. Don Filemón Vázquez Monroy lo mantenía en movimiento, y posteriormente fue don Ausencio Ramírez López, quien durante más de 15 años desempeñó esa función, pero fue don Jesús del Carmen Ramírez Vázquez quien durante su estancia en la Presidencia Municipal cambió el sistema de contrapesos por el motor. Los comisionados en hacer los cambios y reparaciones fueron Joaquín Chacón Pineda y Hugo Sánchez. Así tuvimos reloj público hasta la Administración Municipal de Alejandro Gómez Moreno.

A partir de esa fecha, 1951, tuvimos reloj, durante 63 años se escucharon sus campanas y armonías, hasta el año 2014, cuando dejó de funcionar. Hoy ya no existe tampoco esa tienda, La Palanca del Comercio.

El tiempo ha pasado, pero ya no lo cuenta el viejo reloj, ya no escuchamos las campanitas de ese emblemático y añorado aparato. El reloj enmudeció y el pueblo con él, es un adorno nada más, testigo de un pasado que estuvo pletórico de felicidad y tranquilidad. Quizás a algunos no les haga falta o tal vez midan su tiempo con los movimientos del sol o el canto de las aves, como en tiempos remotos. Pero si tenemos un poco de sentido común no deberíamos dejar de darle la importancia que merece al trabajo y esfuerzo que costó a quienes nos antecedieron, que se distinguieron por su amor al terruño. Así iremos perdiendo otras cosas.

¡Cómo añoramos a las personas de hace décadas! Aquellos que sin egoísmos, paranoia, resentimientos y deseos de venganza, solo pensaron en mejorar la imagen de la población y lograron muchos avances con bastante esfuerzo, sacrificio que hoy miramos con indiferencia, apatía.

Pero los tiempos cambian… ¿habrá que resignarse?

Dejo al pueblo mi última pregunta… ¿hasta cuándo volverá a sonar nuestro reloj?...

Xochitlán de V. S. Pue. Marzo 2016.

Del Blog de Alicia Mastretta Historias desde el biogalón



Llevo poco más de un año de vuelta en la CDMX. Dado mi historial de asma y sensibilidad a la contaminación pareciera que no podría haber escogido peor momento. Sin embargo aquí estoy, y creo que aquí seguiré. Primera necedad. Segunda: desde que regresé a la ciudad volví a montar mi vieja y pesada bicicleta, y con mi primer sueldo me compré otra más liviana con la que me transporto a diario. Escribo para contar los motivos detrás de esas dos necedades mías.

Nací en el DF 30 años antes de que fuera CDMX. Al edificio donde vivíamos (yo por 7 meses en la barriga de mi madre) hubo que derrumbarlo tras el terremoto del 85, gracias al azar ya con todos sanos y salvos. Mis primeros meses pasaron en casa de mis abuelos, pero al poco tiempo mi asma y la falta de un techo propio convencieron a mis papás de mudarse a Puebla. Ahí crecí, hasta que volví a los 18 años empedernida en estudiar en la UNAM.

Vivía cerca de la UNAM pero lejos de la Facultad de Ciencias. La solución innata me pareció irme en bici. Primero entraba por Cerro del Agua. El único punto temerario era el cruce de Eje 10 y las pocas cuadras antes de la puerta de CU. Después me mudé, pedaleaba un cacho minúsculo de Av. Universidad y entraba por la puerta peatonal de Economía. Una vez dentro de la UNAM me sentía el más libre de los espíritus y lograba hacer buena parte del recorrido soltando el manubrio. Durante la carrera mi mundo de ciclista urbana inició en CU y se expandió poco: a los Viveros de Coyoacán, donde asistía a un taller del INIFAP y a San Ángel, donde trabajé hacia el final de la carrera. A ambos sitios me iba por las calles menos transitadas y de plano caminando banquetas en el inevitable tramo de Av. Universidad y sus microbuseros abusivos.



Mientras pedaleaba mi pequeño circuito soñaba con una ciudad, esta ciudad, donde mi bici pudiera llevarme más lejos. En el 2006 fui por primera vez a Europa, en concreto a Alemania. En Berlín conocí lo que era una ciclovía y dije en voz alta que quisiera algo así para el DF. El primo con el que iba no tardó en meter mi comentario al oscurísimo cajón de lo imposible. No fue el único.



Pasaron los años y yo seguía siendo una chilanga nata para los poblanos y una provinciana irremediable para los chilangos. Para mí, yo era una ciudadana de Ciudad Universitaria, esa otra ciudad inmersa en el DF como el Vaticano en Italia. Hasta que llegó el primer ciclotón en el 2007. Al asistir esperaba la felicidad asociada a pedalear. Lo que no esperaba fue el sentimiento de pertenecer a aquí, de que esta era MI ciudad. La Ciudad de México era mi ciudad, sus calles eran mis calles. Solté el manubrio, extendí los brazos, iba sobre Reforma. Vi al Ángel, a las jacarandas ya sin flor, a los edificios altos, a los edificios históricos, a los colibríes que en realidad no veía pero que sabía estaban por ahí. Me pareció hermoso. Me pareció mío. Si eso no es despertar el sentido de pertenencia no sé qué cosa podría serlo.

Terminé la carrera en el 2009. Me fui a hacer mi doctorado en el 2010. Durante cuatro años viví en tres países distintos de Europa y me moví casi por completo en bicicleta. Durante mis dos años y medio en Inglaterra he de haber tomado el autobús a la universidad cuatro veces, sin exagerar. El resto fueron 20 minutos pedaleando y de vez en vez una caminata larga. Era una ciudad pequeña donde el ciclismo era lo más natural para los estudiantes, la profesora universitaria y cualquier humano promedio. Y así, supe, era también en ciudades grandes. Supe también que no había sido siempre así, pocas décadas antes los autos tenían la misma poderosa jerarquía que hoy tienen en nuestra ciudad.

Volví, título de doctorado en mano a finales del 2014. Yo soy de las que siempre quiso volver. El primer mundo no me funcionaría porque me parece prestado, porque siempre me sentí como una invitada que la pasa bien pero que tiene cosas que hacer en casa. Y en casa había oportunidades de oro para trabajar en la institución que dije que quería trabajar cuando tenía 14 años, de hacer el tipo de ciencia que me interesa hacer, de formar parte de los pocos equipos que estudian la diversidad genética en nuestro país, de incidir en la conservación de la biodiversidad mexicana. Estaba feliz de volver, pero fue difícil por motivos que no me esperaba.

En esos cuatro años, a pesar de los inviernos feroces, las temperaturas bajo cero y la nieve, me enfermé muy poco de las vías respiratorias. Y nunca tan grave como para tomar antibióticos. En cambio en mis primeros ocho meses en la Ciudad de México tuve una infección de la garganta, tras una gripa y tras un cuídate que se te vuelve neumonía. Durar un mes sana se volvió mi objetivo. Me recetaron antibióticos en pocas semanas de diferencia. Me dio colitis (sí, sí, mi nerviosismo habitual… pero borrar el microbioma con antibióticos no ayuda). Total que soy una deportista mujer de 30 años que se la vive enferma.

Eso, y lo dicen mis doctores, es consecuencia de la contaminación. La contaminación hace reaccionar a tu cuerpo, se te inflaman la garganta y las vías respiratorias. Esto le facilita la entrada a las bacterias, lo que te llena de mocos verdes y si anda un virus por ahí lo pescas también. Pero si bien que te ha pasado siempre, me recuerda la memoria. De niña venir al DF era sinónimo de enfermarse. Pasé el primer semestre de la carrera con la nariz hinchada y dolor de garganta. Yo siempre he reaccionado así a la contaminación. Supongo que eso me convierte en el grupo de “personas extremadamente sensibles” que deben guardarse en sus casas según la app Aire de la CDMX. Si cuando hice la carrera no me fue tan mal fue porque la calidad del aire no estaba tan horrible como ahora y porque yo estaba un poco más acostumbrada (total, ni que Puebla no tuviera smog).

Una no puede andar en bici cuando la calidad del aire es mala y menos si una es sensible. Eso duele mucho. De verdad que a mí me cala en el alma. Es un Hoy No Circulas del que sí deberíamos quejarnos.

¿Qué hacer ante eso? ¿Sentarse a llorar? ¿Decirle al hombre que amas que necesitas irte? ¿Sentirse el canario de la mina? Tal vez eso sí, tal vez las personas sensibles a la contaminación somo los canarios de la CDMX. Tal vez la ciudad debería dejar de recomendarnos no hacer actividades al aire libre y alarmarse como un minero cuya vida está en peligro.

Paseo nocturno Noche de Primaera en 2015, 8 años después del primer ciclotón.

Con todo cada vez más me muevo en bici. Mi ruta es de unos 10 km para llegar al trabajo. Al sur de Churubusco no hay ciclovia alguna, así que he trazado mis propios caminos optimizados para mi seguridad aunque sean menos directos que tomar una avenida llena de microbuses. Me compré una mascarilla especial que hace una sustancial diferencia. Estoy en un tratamiento que me hace “menos sensible” a la contaminación y trato de combatir la inflamación de garganta antes de que se convierta en una infección que requiera antibióticos. Ahí voy.

Soy necia, vivo en la Ciudad de México y me muevo en bici. ¿Saben por qué? Porque andar en bici aquí me hace más feliz que pedalear cualquier ciudad europea. Porque ya hay ciclovías. Ya hay ecobicis. Ya existe lo que hace 10 años se figuraba imposible.

Feliz día mundial de la bicicleta.

Lecturas para este día mundial de la marihuana, en la semana en la que los políticos en la ONU seguramente dejarán una vez más las cosas como están desde 1961, cuando decidieron equiparar en su persecución a la yerba con la cocaína. México y Portugal, ejemplos extremos a considerar este día.

Con la manita de puerco de la opinión pública Peña Nieto cambió su discurso. Aceptó en la ONU el “uso terapéutico” de la marihuana. Al menos fue a Nueva York, tendremos que decir ante un mandatario que ofrece todos los signos de no encontrar un solo rumbo.



La severa crítica de Héctor Aguilar Camín: México renuncia a hacerse oir en la ONU



La noticia en Proceso: en la ONU Peña Nieto y su “para fines médicos”

Muy lejos estamos todavía de un cambio en la política pública en relación a las drogas y su legalización. En el mundo la discusión ha avanzado mucho más que lo que el gobierno mexicano está dispuesto a cambiar. Muy lejos, por ejemplo, de Portugal, el país que sin mucho ruido ha transformado su realidad a partir de uno conjunto de medidas tomadas en el año 2000.



Portugal: qué ha pasado desde que despenalizaron las drogas en el 2000

4/20 A gozar de la marihuana donde la permiten, pero también donde no

Mientras, en Estados Unidos, miles de personas celebran el 4/20, algo así como el día nacional de la marihuana, y en los estados en los que ya es legal, como en Colorado, Washington State, Colorado, en capital norteamericana, los festejos alcanzarán diremos que el éxtasis.

Mientras, nosotros en México continuamos desgarrados con las noticias del día a día:

Militares torturan a una mujer en Guerrero

Mundo Nuestro. En la madrugada despertó el volcán, sin perturbar el sueño de la ciudad, cubriéndola con un manto que los trasnochadores de diciembre creyeron una nevada alucinación. Sólo los pueblos sintieron el tremor en sus pies, y ellos sí recordaron a todos sus dioses guardados en la entraña de su memoria. Y se dijeron unos a otros: “Es el cerro que humea”. Porque los campesinos saben que Don Goyo recupera de cuando en cuando su valle, y que nos manda su ceniza para que no olvidemos de dónde vienen y a dónde van a dar nuestras vidas.

Y en ese despertar, y por los ojos de los fotógrafos, los poblanos recuperamos la montaña. Mientras la sociedad civil y las autoridades organizaban desalojos y albergues, ellos treparon por las carreteras del volcán, destruidas por el abandono gubernamental, y atraparon para nosotros al coloso y nos recordaron también quiénes somos y de dónde venimos.



Del fotógrafo poblano Raúl Gil, este regalo entrañable de la navidad de 1994.

Relacionada: Para recordar que el Popo esta vivo y siempre (tiempo humano) echará ceniza: Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés





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21 de diciembre de 1994: despertó nuestra maravilla/El Popocatépetl de Raúl Gil





Mundo Nuestro. El lunes 18 de abril volvimos a amanecer en Puebla cenizos. Ya no nos inmutamos mucho. El viejo Popo ha dado de nuevo un enorme suspiro. Lo suficiente para recordarnos que siempre está ahí, más allá de nosotros, vivo. Sirvan estos dos texto publicados en mayo de 2013 en esta revista digital.

El cerro que humea en 1519, historias encontradas



Por Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortes

Bernal Díaz del Castillo: testigo del Popocatepetl como volcán que humea (1519).

Capítulo LXXVIII.

De cómo Cortés preguntó a Maseescaci y a Xicotenga por las cosas de México, y lo que en la relación dijeron.

“ Hartos estarán ya los caballeros que esto lo oyeren de oír razonamientos y platicas de nosotros los tlaxcaltecas y ellos a nosotros; querría acabar ya, y por fuerza me he de detener en otras cosas que con ellos pasamos, y es aquél el volcán que está cabe Guaxocingo (sic), echaba en aquella sazón que estábamos en Tlaxcala mucho fuego, más que otras veces solía echar, de lo que nuestro capitán Cortés y todos nosotros, como no habíamos visto tal, nos admiramos de ello; y un capitán de los nuestros que se decía Diego de Ordaz tomóle codicia de ir a ver qué cosa era, y demandó licencia a nuestro general para subir en él, la cual licencia le dio y aun de hecho se lo mandó. Y llevó consigo dos de nuestros soldados y ciertos indios principales de Guaxocingo (sic); y los principales que consigo llevaba poníanle temor con decirle que luego que estuviere a medio camino de Popocatepeque (sic), que así llaman a aquél volcán, no podría sufrir el temblor de la tierra y llamas y piedras y ceniza que de él sale, y que ellos no se atreverían a subir más de donde tienen unos cúes de ídolos que llaman losteules del Popocatepeque. Y todavía Diego de Ordaz con sus dos compañeros fue su camino hasta llegar arriba, y los indios que iban en su compañía se quedaron en lo bajo, que no se atrevieron a subir, y parece ser, según dijo después Ordaz y los dos soldados, que al subir que comenzó el volcán a echar grandes llamaradas de fuego y piedras medio quemadas y livianas, y mucha ceniza, y que temblaba toda aquella sierra y montaña a donde está el volcán, y que estuvieron quedos sin dar más paso adelante hasta de ahí a una hora que sintieron que había pasado aquella llamarada y no echaba tanta ceniza ni humo, y que subieron hasta la boca, que era muy redonda y ancha, y que habría en el anchor u cuarto de legua, y que desde ahí se parecía la gran ciudad de México y toda la laguna y todos los pueblos que están en ella poblados.

Y está este volcán de México obra de doce o trece leguas. Y después de bien visto, muy gozoso Ordaz y admirado de haber visto a México y sus ciudades, volvió a Tlaxcala con sus compañeros, y los indios de Guaxocingo (sic) y los de Tlaxcala se lo tuvieron a mucho atrevimiento, y cuando lo contaba al capitán Cortés y a todos nosotros, como aquella sazón no lo habíamos visto ni oído como ahora, que sabemos lo que es y han subido encima de la bocas muchos españoles y aún frailes franciscanos, nos admiramos entonces de ello y cuando fue Diego de Ordaz a Castilla lo demandó por armas a Su Majestad, y así las tiene ahora en su sobrino Ordaz, que vive en Puebla. Después de acá, desde que estamos en esta tierra no le habemos visto echar tanto fuego ni con tanto ruido como al principio, y aún estuvo ciertos años que no echaba fuergo hasta el año mil quinientos treinta y nueve, que echó más grandes llamas y piedra y ceniza”.

Tomado de Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, Editorial Porrúa, 1972. Pág. 136.


Hernán Cortés y la expedición al Popocatépetl en 1519.

Carta al emperador Carlos V:

“…Y de la una montaña que es la más alta sale muchas veces, así de día como de noche, tan gran bulto de humo como de una gran casa….Y porque yo siempre he deseado de todas las cosas de esta tierra, poder hacer a V. M. muy particular relación, quise de esta que me pareció algo maravillosa, saber el secreto, y envíe diez de mis compañeros, tales cuales para semejante negocio eran necesarios y con algunos naturales de la tierra que los guiasen ; y les encomendé mucho procurasen subir la dicha sierra, y saber el secreto de aquél humo, de dónde y cómo salía(…). Los cuales fueron y trabajaron lo que fue posible por subir, y jamás pudieron, a causa de la mucha nieve que en la sierra hay, y de muchos torbellinos, que de la ceniza que de allí sale anda por la sierra. Un ruido espantoso que oyeron al acercarse a la cima, les hizo principalmente retroceder (…). Y así se bajaron y tragaron mucha nieve y carámbanos, para que los viésemos, porque nos parecía cosa muy nueva en estas partes, a causa de estar en parte tan cálida según hasta ahora ha sido opinión de los pilotos: Especialmente que dicen que esta tierra está en 20 grados, que es el paralelo de la Isla Española, donde continuamente hace muy gran calor”.

En la tercera y cuarta carta de Cortés al emperador Carlos V, se mencionan otras tentativas de Cortés, después de la toma de la ciudad de México, por reconocer la cima del volcán. Después de dos ensayos infructuosos, en 1522 los españoles consiguieron llegar al cráter del Popocatépetl, que les pareció tener tres cuartos de legua de circunferencia.

Tomado de Alejandro de Humboldt, Ensayo Político del Reino de la Nueva España, Editorial Porrúa, 1978, págs. 455-56.

Mundo Nuestro. Esta semana, contra lo dicho originalmente, Peña Nieto expondrá postura de México ante la realidad de las drogas en el mundo. Este texto publicado en abril por la revista Nexos analiza el contexto de la reunión “Problema Mundial de las Drogas” (UNGASS 2016) y la perspectiva de soluciones cada vez más locales, al margen de la atrofiada política impulsada por la ONU y que los gobiernos mexicanos han llevado al extremo.

A casi cuatro años de que Colombia, Guatemala y México solicitaran a la comunidad internacional explorar nuevos enfoques para atender el fenómeno de las drogas, la ONU inaugurará este abril la Sesión Especial de la Asamblea General sobre el “Problema Mundial de las Drogas” (UNGASS 2016). Esta reunión, la tercera en la historia de la organización, debería ser particularmente importante dada la posibilidad que ofrece de actualizar un régimen internacional de control que data de 1961.1 Sin embargo, y aunque en el proceso preparatorio se han conquistado importantes avances, todo parece indicar que ésta será otra oportunidad perdida en donde se optará por el consenso en detrimento de lo importante. Ante esta realidad, el tránsito de la prohibición a la regulación seguirá ocurriendo a pesar de y no con la ayuda del sistema onusiano. La tragedia está en que mientras el multilateralismo avance lento y decepcione en el camino a quienes no pueden esperar más para detener y revertir los daños de la prohibición, las soluciones vendrán desde lo local haciendo a la ONU cada vez más irrelevante. Y cuando eso pase poco importará lo acordado en Viena o Nueva York, con las consecuencias que ello implica.



Continúa la lectura en Revista Nexos: La sordera de la ONU, por Lisa Sánchez

Lisa Sánchez es internacionalista y maestra en gestión pública y gobernanza. Dirige el Programa de Política de Drogas de México Unido contra la Delincuencia y ha formado parte de la delegación oficial de México en el proceso preparatorio de la UNGASS 2016.



¿De qué habla Donald Trump cuando amenaza con retener las remesas de los migrantes mexicanos para obligar al gobierno a pagar la construcción de su muro infame?



De poner en jaque la más efectiva mecánica de desarrollo económico en los países pobres. Por cada dólar remitido desde Estados Unidos a México se estima una actividad económica de alrededor de 1.60 dólares. Diez por ciento de los haitianos trabajan fuera de su país, pero sus envíos a casa representan el 33 por ciento de su producto nacional bruto.

Así de sencillo resulta entender el carácter infame de la imaginación nacionalista del puntero en la nominación republicana para las elecciones de noviembre.

Y se explica con precisión en este reportaje en Vox Remittances, explained for Donald Trump (and everyone else)

Los números son bestiales: 435 mil millones de dólares salieron de los países ricos en el 2015 hacia el mundo pobre. Tres veces –según el Banco mundial-- más que la ayuda de los gobiernos de los países ricos al mundo subdesarrollado Son las remesas de los migrantes. Y un poco más del 10 por ciento de esa cantidad llega a México como producto del sueño americano que millones de paisanos viven en ese país.

Trabajo duro y fecundo, dirían. Pero también la vida sin la familia, el abandono, la ruptura que va de la mano del exilio. Con ese corazón devastado está jugando Donald Trump.



De Estados Unidos salieron 56 mil millones de dólares, y alrededor de 24 mil tuvieron a México como destino. Y han caído, pues antes de la recesión del 2008 los paisanos enviaban un 30 por ciento más.



¿Cómo explicar este hecho?: entre el 2007 y el 2014 la población de migrantes nacidos en México cayó en cerca de un millón de personas, ello debido igual a la crisis económica en EU que a la mayor persecución contra los trabajadores indocumentados en la era Obama.

Mundo Nuestro. Lidia M. Gómez García es Profesora-investigadora del Colegio de Historia-Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Estudió Licenciatura en Estudios Religiosos en la Facultad de Teología, por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. Maestría en Historia por la Universidad Simon Fraser, en Canadá. Actualmente candidata a doctora en historia por la Universidad Libre de Berlín, Alemania. Sus líneas principales de investigación son: los indios en la región Puebla Tlaxcala durante el periodo virreinal. Coordina el Seminario Permanente de Náhuatl Luis Reyes García, cuyo principal objetico es el rescate de la historia y tradiciones de los pueblos de indígenas del Estado de Puebla.

Bélgica y México están tan lejos uno de otro. Ya casi ni recordamos a fray Pedro de Gante o los libros impresos en Amberes que nutrieron a nuestros intelectuales novohispanos. Hoy, en medio de la tragedia, debo decir que aquellos pueblo que convivieron bajo un imperio, pueden muy bien reconocerse en la tragedia.



Me ha tocado vivir el momento de la angustia y violencia paralizante, sorprendida de ver la calidad humana de quienes tenían que bajar del metro con motivo de las explosiones, o quienes corrían para salir del aeropuerto. Y lo que vi fue a personas con miedo en sus rostros pero que buscaron ayudar al que no podía andar, que vigilaron que nadie quedara atrás, que apoyaron a quienes no corrían tan rápido y que cuidaron a quienes iban delante.

Hace unos momentos, frente a la famosísima Biblioteca Central de Leuven (Lovaina), donde se resguardan verdaderas joyas del saber humano, vi reunirse a muchos jóvenes estudiantes belgas y de otras partes del mundo, para guardar un minuto de silencio. Me impresionó la organización sin organizadores, el respeto por el momento. Las campanas de la ciudad tocaron su lánguido sonido que anuncia duelo; todas las iglesias de la ciudad sonaban su dolor, mientras los jóvenes guardaban un silencio profundo. Recordé entonces que hace siglos compartimos ideas, imágenes, devociones y tradiciones. Me sentí tan reconocida en ese duelo, tan genuino y tan espontáneo, modulado por el sonido de un tañer que ilustraba cómo nos sentimos: tristes pero esperanzados.

La esperanza radica en esta Bélgica que ante la tragedia no se lanzó a declararle la guerra a nadie (como sucedió en ocasiones pasadas), quizás consciente de que su capacidad militar no da para tanto. Pero se centró en darnos una lección que conmueve: la solidaridad y el encuentro son la única manera de enfrentar a la violencia.

Me siento agradecida y bendecida de pensarme parte de esta esperanza. Si bien el dolor a veces consume, su propia naturaleza trae la semilla de la esperanza. Porque en la muerte hay vida, como suele afirmar el pensamiento mesoamericano.

Ojalá en México tuviéramos el tiempo para tañer campanas a duelo, y pensarnos más como una semilla de esperanza que como un fruto podrido. Si pudiéramos transformar el odio en solidaridad, tal vez entonces tendríamos un motivo de esperanza.