Trabajar en Puebla: “Quiten los bozales a los perros…” Volkswagen, la huelga de 1988

Trabajar en Puebla: “Quiten los bozales a los perros…” Volkswagen, la huelga de 1988

Sergio Mastretta



Trabajar en Puebla, 1988

Trabajar en Puebla. Normalmente no vemos a los obreros industriales. Pasan las horas en la línea de trabajo, en el engranaje de la máquina. Aparecen en los desfiles del 1 de Mayo. Y en las huelgas. Aquí, la memoria de una de ellas, en los años ochenta, la de los constructores del Vocho. La fotografía documenta las guardias a la entrada de la planta sobre la autopista Puebla-México, y es del fotógrafo mexicano Marco Antonio Cruz.

La revuelta.



Septiembre 1988. Insurrección laboral y represión. Testimonios de la crisis por la descomposición del sindicato independiente en el marco de la presión alemana para modificar las reglas del juego de la producción automotriz.

Trabaja hace más de diez años en Volkswagen. Se guarda su nombre y puesto de trabajo, pero cuenta algo de lo sucedido el último año: “Todo empezó con el cambio de Comité. La verdad fue como un juego, hubo creo cinco planillas, según iba a ser por eliminación. Al final, y apenas por un poquito, Rodolfo Conteras le ganó a un cuate Navarrete del que se decía que estaba apadrinado por la empresa, eran los rumores, decían que varios de su planilla estaban muy codeados con los licenciados, sobre todo con los de relaciones laborales, pero también con los altos funcionarios como el Lic. Bada o el ingeniero Pérez, el jefe de la Nave 2, donde está el Departamento de Hojalatería.



“Rodolfo ganó por poca diferencia. Luego, luego dijo que no iba a ver despidos, ni siquiera de los cuates de las planillas que jugaron. Normalmente es un hecho que salen todos, empezando por los del anterior comité, salen los más fuertes, los que pueden ser un peligro para los nuevos, los políticos. Por cierto, yo no sé dónde van a parar, se han de buscar otro trabajo, pero con los antecedentes y por ser de Volkswagen ya no los aceptan, sobre todo si caen en fábricas donde manda la CTM, ahí ni de chiste les dan chamba.

“Por eso es que todos los que entran a la política saben que a los tres años pelan, y por eso se vuelve en puro robar y robar. Nada menos hasta ahorita no tenemos información de los ingresos sindicales, y entra mucha lana por las cuotas y por la empresa que para deportes, que para el fondo de ahorro, que para la Unidad Social. Y luego, hicieron muchos festejos. Una vez, ya con éste Comité, aparecieron unos cartelones en los relojes checadores y unos cuates de fuera repartieron volantes a la salida, llamaban a una “noche inolvidable” así decían, en la Unidad Social, un show con striptis y la rifa de diez chavas para la famosa noche inolvidable, todo por diez mil pesos el boleto. Se atascó la gente ahí en la Unidad que está en la recta a Cholula, pero a la hora de la hora nomás fueron tres o cuatro chavas y no rifaron a ninguna. Se armó la bronca ahí en el salón. Después decíamos entre nosotros que se suponía que la Unidad era para la familia, y que la estaban convirtiendo en un prostíbulo. La Unidad está a cargo del sindicato, ahí este Comité ha hecho muchas fiestas; trajo a los Xochimilcas, y luego hicieron lo del show con striptis, aunque todo mundo acabó mentándoselas porque no rifaron a las chavas. Pero uno se pregunta ¿Por qué la empresa aceptó que se pegaran los cartelones? Se ve que ya están una y unas, tú me das chance de esto y yo te doy chance de lo otro. Todas esas entradas, ¿Qué hicieron con ese dinero?

“Así que se empezó a oír que iba a haber despidos: que ya salió fulano, que te acuerdas de aquel cuate de la planilla tal, ya lo pelaron. Primero jalaron a la gente a las planillas, pero después despidieron a los que los ayudaron pero que no iban a tener ningún puesto. Y ya a últimas fechas agarraron parejo. Decían: “Te vamos a pagar un billete más pero ya no necesitamos de tus servicios”. A un chavo que le decían “La Paloma”, que estuvo con la planilla de Navarrete, con 16 años de antigüedad, le dieron 20 millones de pesos, con un 150%. A otros los corrieron con 125 por ciento.

“A principios de mayo, más o menos, empezaron a correr gente. Mandaban traer de a uno, de a dos, hasta de tres. En Hojalatería jalaron un día con ocho y sólo uno había estado en una planilla, los demás que porque ya no les caían a los jefes, que por rebeldes. Les dijeron que sus servicios ya no eran requeridos, que ya no necesitaban de su mano de obra por cuestiones de producción. Según les iban a dar el 10º por ciento. Pero al mismo tiempo habían llamado a otros ahí mismo en Nave 2, gente del Sedan de Bastidores, de Nave 8, así que se juntaron unos cincuenta, todos de Hojalatería, que tienen fama de ser los que no se dejan. Resultó que los habían escogido los supervisores, que por faltistas, que por mal hechos en su trabajo, que porque no les caían simplemente. Era una lista de indeseables, hecha por Legorreta, Regino, Carlos, Emiliano, puro supervisor de los que traen al trabajador con el pie sobre la cabeza. Por cierto acababa de pasar la huelga. La gente se puso al brinco, ahí mismo en personal. Salieron los licenciados: “No, señores, todo fue un error, pueden seguir trabajando”. Pasó una semana y que vuelven a llamarlos, pero de uno en uno. Les ofrecieron el 100%, y como ellos vieron que el Comité no los defendía, no les quedo otra más que negociar, por eso algunos sacaron arriba de eso. Después, en vacaciones, varios recibieron un telegrama en sus casas para que se presentaran en la planta. Ahí les avisaron que estaban dados de baja.

“Por eso el descontento. A lo mucho fue un 20% el que renunció voluntariamente. En los baños se empezó a notar: aparecían letreritos que Comité vendido, que Comité ratero, que Hechicero, porque así le dicen al Rodolfo, que qué le haces al dinero, que prometiste que no iba a haber despidos. Así mentadas y todo. Empezaron a aparecer volantes, unos los firmaban como “La escoba”, que para barrer lo malo. Luego salió otro, parece que decía “Conciencia Obrera”. Todos pedían apoyo para destituir a Rodolfo. Así se venía manejando, pero no se veía nada en concreto. Por eso en los baños empezó a ver letreritos que decían ya basta de volantes, hay que pasar a los hechos. Puros rumores en la chamba: que si ya sabes que pa el lunes viene el trancazo contra el Comité. Y luego que el jueves, que había que estar pendiente y nada. Así, la semana pasada se había oído que el lunes, pero no sabíamos nada.

“Yo me imagino que el Comité cortó el transporte para que no llegáramos a trabajar, porque no hubo camiones, no pasaron. Los madrazos fueron como a las 4:30, dicen todos modos se hizo asamblea, se juntó la mayoría, se juntaron firmas. Los delegados primero no querían, pero al ver a la gente decidida, se sumaron. Luego fuimos caminando hasta el sindicato y después a Gobernación. Ahí dijeron que no podían hacer nada, que eso era laboral, que a lo más podían mandar vigilancia, que pa que no hubiera broncas. En los días pasados se veían combis, con cuates que luego se les ve por la fachita que son pistoleros, ahorita ahí están”.

Y también mordimos a los perros...

Por el estrado de la Asamblea General de los trabajadores de Volkswaguen desfilan uno tras otro obreros que narran la violencia sufrida el amanecer del martes: palos, patadas y mordidas, los granaderos y sus perros cumplieron con la tarea encomendada por las autoridades. Operativo al mando del jefe de la policía judicial. Propósito cumplido: desalojar el acceso a la altura de la Aduana, la primera entrada a la empresa Volkswagen si se viene de Puebla. Único inconveniente: los trabajadores del primer turno no entran a trabajar y se suman a sus compañeros golpeados que se Han replegado al otro lado de la autopista.

Un hombre maduro, sin más datos me llama ya casi al finalizar la Asamblea del miércoles 28 de septiembre. Cuenta las acciones de lo sucedido: “A las cinco para las cinco llegó el ingeniero Rogelio Pérez, jefe del Departamento de Hojalatería o funcionario de allí me parece. Estábamos en la entrada principal de vehículos en la Aduana, de refuerzo de nosotros, en ese punto, de guardia éramos unos cuarenta. Vimos una Combi que se desvió de la Y griega de la autopista, llegó a formarse, nos echó el alumbrado y nosotros empezamos a observar: sentimos que sí venía a algo serio. Se bajó uno y quitó las piedras. De los nuestros unos se estaban calentando en la fogata, otros por ahí pendientes. Habíamos regado unos alambritos de llantas quemadas, esa era nuestra protección de que si llegaba gente pues algo se detenía a maniarse con los alambres, no eran una trampa adecuadamente como ellos lo han relatado, que nosotros agredimos a las personas de gobernación, eso es mentira.

“Bueno, llegó esa unidad, nos afocó y se arrimó, ahí reconocí a esa persona, Rogelio Pérez. Le dimos el paso, como estaba bloqueada la entrada a la Aduana se metió por los prados del jardín, directamente para la puerta. Él había quitado las piedras que pusimos de bloqueamiento cuando nos afocó. En el lapso de tres minutos llegó un camión de la ruta de Los Ángeles lleno de patrullas, lleno de garroteros, puros garroteros nada más. Se bajaron, inmediatamente yo corrí a dar la alarma: ‘compañeros están descolgándose los granaderos’. Unos segunditos y una patrulla llega para abrir campo, enseguida llegaron más carros con patrullas. Más o menos como nueve carros, digo, porque todavía estaba medio oscuro. Más atrás llegaron los perros en una camioneta. Organizamos la valla, dijimos no va a ver enfrentamientos.

“Ellos se formaron en reglamento, los garroteros primero, luego los que train gases, después los judiciales. Al frente el comandante Verdín, se bajó el cierre y sacó una metralleta que traía del lado derecho, de alto poder. Dice: ‘Órale, abran campo, abran cancha’. Y como estaban bien formados los granaderos abrieron la valla, o sea una calle, y habla por radio: ‘Quiten los bozales a los perros. Más al fondo estaban, no oíamos ladridos, pero yo me di cuenta de que habló por radio. Dice: ‘Vamos a correr a todos esos hijos de la chingada que están aquí, son poquitos’. Así dijo. Naturalmente, estamos repartidos, entonces éramos pocos ahí. Cuando vimos que abren la calle y se dejan venir los perros hacia nosotros. Como hicimos el bloqueo de carros ahí fuimos a topar todos y no hallamos en donde desviarnos. Lo que hicimos fue meternos debajo de los camiones, de panza, para colarnos pal otro lado. Legalmente no pudimos hacer nada, aunque ya llegaban los compañeros a apoyarnos, los perros se nos venían encima. Los traían con cadenas, arrastraban a los policías, eran unos perros potentes me di cuenta, eran como unas siete filas de perros, regados todos. Unos nos mordieron. Otros nos daban vueltas, como para marearnos, enredarnos. Cortábamos ramas, las ramitas de alcanfor esas, no pudimos hacer nada con yerbas, los perros se nos venían encima.

“Ellos gritaban: ‘Ora sí, hijos de la chingada, se van a ir de aquí cabrones’, así decían los policías, los granaderos y los judiciales. Venían con unas armas cortas unos. ‘Y a ver echen fuego’, gritaban. Pero no teníamos nada, señor. Los primeros camiones que llegaban fueron topados por los polis, no les dio tiempo a los compañeros de salirse, rompieron los cristales y sacaron a la gente. Es mentira que nosotros rompimos los de las patrullas. Luego ya se soltaron a golpear al que agarraban.

“Es lo que nos lastima... Mire usté lloro, no por miedo, por coraje. Fue ayer eran cinco y cuarto de la mañana, todos gritando de mordidas, y yo, calmado, ya no pudimos hacer nada. Oímos en la radio que nosotros agredimos a los policías... ya mero que dijeran que nosotros mordimos a los perros”.

Trabajar en Puebla: La rebelión de los Obrajes, la revolución que vendría

Emma Yanes Rizo



Trabajar en Puebla: La rebelión de los Obrajes, la revolución que vendría

Trabajar en México, 1805



En la colonia, la actividad textil era la más importante de la rudimentaria producción industrial, por el número de trabajadores que abarcaba, el capital invertido y su mercado. La población de los grandes centros urbanos y los trabajadores de las unidades agroganaderas y mineras del Bajío y norte del país conformaban el gran mercado textil. Las mantas y las telas baratas de algodón, eran consumidas por los trabajadores del campo y la ciudad.

La producción textil se dividía entre los talleres artesanales –con división de maestro, oficial y aprendiz–, donde los trabajadores –españoles, criollos, mestizos e indios– eran dueños de sus telares, y los obrajes. El número de los talleres artesanales era mayor que el de obrajes. En los talleres, los trabajadores estaban separados por categorías gremiales; la mayor parte del proceso de trabajo la realizaban maestros y oficiales, los aprendices preparaban la materia prima y ayudaban a los maestros. La forma de pago no era por jornada de trabajo sino por obra, por tarea; el monto de pago dependía del número de tareas que cada uno de los oficiales realizaba en cada jornada de trabajo. Distintos talleres hacían las partes que componen en el ciclo productivo textil.



Los obrajes, eran unidades de producción, en las que, a diferencia del taller artesanal, se concentraban todas las etapas de elaboración y acabado de los paños, frazadas y jerguetillas que producían: desde el lavado de la lana –incluso desde la misma trasquila de las ovejas–, el batanado, el cardado, el hilado, el tejido, el tinte, la prensa, la perchada. Los trabajadores del obraje eran en su mayoría indios, mestizos, esclavos y presidiarios. Los dueños de los obrajes vivían ahí mismo y eran retenidos por el patrón por medio de deudas. Al recibir su jornal, los trabajadores tenían que liquidar inmediatamente sus deudas que eran infinitas. El trabajo en el obraje era forzoso, esa fue una de sus características fundamentales, a pesar de las ordenanzas de la Corona que prohibían el endeudamiento y el trabajo forzado. La obtención del trabajo excedente de los trabajadores del obraje se basaba en la prolongación absoluta de la jornada de trabajo y la reducción absoluta de las retribuciones monetarias para vivienda, comida, etc. La tecnología en el obraje, husos y telares –no rebasó los límites del medioevo.

A principios del siglo XIX, había tres mil trabajadores en los obreros, dos mil de ellos vivían en el encierro. Querétaro y Puebla fueron los principales centros textiles donde se desarrolló el obraje, en Querétaro, la respuesta de los trabajadores a las pésimas condiciones de trabajo se manifestó en la rebelión de 1805.




El relato que aquí se presenta nos habla de la rebelión en Querétaro en 1805, junto con algunos pasajes de la vida en los obrajes mexicanos en la Colonia. Los personajes son ficticios, pero está basado en hechos históricos reales.

1. Querétaro, 1805. Las ordenanzas de la Corona que prohíben el endeudamiento y el trabajo forzado en los obrajes se han aplicado al fin. Es un mañana cualquiera. Por primera vez en más de doscientos años, los parajes están silenciosos: abandonados los galerones de las casonas, no se ve mano de indio trasquilar borregos en los corralones, limpiar de grasa la mañana de lana en los patios, manipular peinadoras, que la carden, cargarla hasta las ruecas de los hilanderos. Ninguna rueca se mueve. Ningún capataz exigirá hoy el grosor debido en el hilo. Ningún bastidor de telar crujirá y enmarañará poco a poco la jerguetilla. Los obrajes de la ciudad están parados. Los indios, sus trabajadores llevan su revuelta por las calles.

Por los callejones empedrados desgarran sus gritos que rebotan en los ventanales y portones atrancados. En el motín, centenares de trabajadores de los obrajes, indios y mulatos, “libres” o esclavos, que han pasado años enteros encerrados entre paredones de ruecas y telares, se derraman por las cantinas, rasgan las telas en los mostradores de los comercios, lanzan mueras a sus amos escondidos.

La gritería que viene de las calles del centro circunda los portales de la casa de Don Francisco, quien mira circunspecto al capitán Sebastián Armida, propietario de obraje, y a Don Ramón Castillejas, importante comerciante de telas de la Nueva España. Grandes cortinas dejan fuera la luz del mediodía; en la penumbra del salón apenas si se reconocen los rostros de los tres españoles.

–Escuchad, señores –dice Don Francisco y su voz desplazada, momentáneamente por la creciente de la turba. Este resuello es el resultado de aplicar las ordenanzas en nuestros obrajes. Claramente le advertí al señor Corregidor Don Miguel Domínguez lo que ahora no quieren ver nuestros ojos: la plebe en el motín, enardecida por el aguardiente y la libertad que nunca tuvieron en sus manos. “Son indios, señor Corregidor –le dije–, correrán a embriagarse en las cantinas, saltarán sobre nuestros comercios y en sus ojos descubriremos los pensamientos que guardan para la gente de razón”.

–Vamos, querido amigo –le interrumpe el joven militar. Esa gentuza que tanto le preocupa, juega, sin embargo, nuestra partida. Con sus desmanes de un día de seguro no pasarán de alarmar a nuestras discretas señoras, poco dispuestas a revueltas de indios. Mañana se olvidarán las ordenanzas como ya lo ha hecho las autoridades al enviar a la guardia a imponer la queda.

–Mal entiende usted, capitán Armida lo que ocurre –tercia reflexivo el comerciante Castillejas. –Usted confía en la guardia y el acero por un día, pero quisiera yo verlo a usted tranquilo en sus obrajes, mañana, cuando despunte el día.

–Y mal estaremos, señor Castillejas, si tan sólo vemos el hoy para el mañana –casi gira Don Francisco. –La sensatez, capitán Armida. ¡Vive Dios!, se acabarán los obrajes, nunca más la plebe unida.

2. El buque ancló un atardecer de agosto de 1620 en Veracruz, pero el tobillo de Nicolás Bazán permaneció encadenado toda la noche en la galera. Ya de madrugada, en el bote que lo condujo a tierra junto con otros esclavos, pudo ver por primera vez el caserío del puerto y los baluartes de San Juan de Ulúa. Poco caso hizo al acontecer de los días siguientes: su encierro en caballerizas, su venta en la plaza pública, la caminata interminable hacia el altiplano con la carga al lomo, –al modo de los tamemes mexicanos y su entrada desfalleciente a los lodazales de la Nueva España.



El relato que aquí se presenta nos habla de la rebelión en Querétaro en 1805, junto con algunos pasajes de la vida en los obrajes mexicanos en la Colonia. Los personajes son ficticios, pero está basado en hechos históricos reales.

1. Querétaro, 1805. Las ordenanzas de la Corona que prohíben el endeudamiento y el trabajo forzado en los obrajes se han aplicado al fin. Es un mañana cualquiera. Por primera vez en más de doscientos años, los parajes están silenciosos: abandonados los galerones de las casonas, no se ve mano de indio trasquilar borregos en los corralones, limpiar de grasa la mañana de lana en los patios, manipular peinadoras, que la carden, cargarla hasta las ruecas de los hilanderos. Ninguna rueca se mueve. Ningún capataz exigirá hoy el grosor debido en el hilo. Ningún bastidor de telar crujirá y enmarañará poco a poco la jerguetilla. Los obrajes de la ciudad están parados. Los indios, sus trabajadores llevan su revuelta por las calles.

Por los callejones empedrados desgarran sus gritos que rebotan en los ventanales y portones atrancados. En el motín, centenares de trabajadores de los obrajes, indios y mulatos, “libres” o esclavos, que han pasado años enteros encerrados entre paredones de ruecas y telares, se derraman por las cantinas, rasgan las telas en los mostradores de los comercios, lanzan mueras a sus amos escondidos.

La gritería que viene de las calles del centro circunda los portales de la casa de Don Francisco, quien mira circunspecto al capitán Sebastián Armida, propietario de obraje, y a Don Ramón Castillejas, importante comerciante de telas de la Nueva España. Grandes cortinas dejan fuera la luz del mediodía; en la penumbra del salón apenas si se reconocen los rostros de los tres españoles.

–Escuchad, señores –dice Don Francisco y su voz desplazada, momentáneamente por la creciente de la turba. Este resuello es el resultado de aplicar las ordenanzas en nuestros obrajes. Claramente le advertí al señor Corregidor Don Miguel Domínguez lo que ahora no quieren ver nuestros ojos: la plebe en el motín, enardecida por el aguardiente y la libertad que nunca tuvieron en sus manos. “Son indios, señor Corregidor –le dije–, correrán a embriagarse en las cantinas, saltarán sobre nuestros comercios y en sus ojos descubriremos los pensamientos que guardan para la gente de razón”.

–Vamos, querido amigo –le interrumpe el joven militar. Esa gentuza que tanto le preocupa, juega, sin embargo, nuestra partida. Con sus desmanes de un día de seguro no pasarán de alarmar a nuestras discretas señoras, poco dispuestas a revueltas de indios. Mañana se olvidarán las ordenanzas como ya lo ha hecho las autoridades al enviar a la guardia a imponer la queda.

–Mal entiende usted, capitán Armida lo que ocurre –tercia reflexivo el comerciante Castillejas. –Usted confía en la guardia y el acero por un día, pero quisiera yo verlo a usted tranquilo en sus obrajes, mañana, cuando despunte el día.

–Y mal estaremos, señor Castillejas, si tan sólo vemos el hoy para el mañana –casi gira Don Francisco. –La sensatez, capitán Armida. ¡Vive Dios!, se acabarán los obrajes, nunca más la plebe unida.

2. El buque ancló un atardecer de agosto de 1620 en Veracruz, pero el tobillo de Nicolás Bazán permaneció encadenado toda la noche en la galera. Ya de madrugada, en el bote que lo condujo a tierra junto con otros esclavos, pudo ver por primera vez el caserío del puerto y los baluartes de San Juan de Ulúa. Poco caso hizo al acontecer de los días siguientes: su encierro en caballerizas, su venta en la plaza pública, la caminata interminable hacia el altiplano con la carga al lomo, –al modo de los tamemes mexicanos y su entrada desfalleciente a los lodazales de la Nueva España.

Monitoreo Muestra laBrutal contaminación en el rio Atoyac

Dale la Cara al Atoyac. A.C.

El 4 de Diciembre de 2015 realizamos cuatro muestreos en dos puntos estratégicos del Río Atoyac. El primero, en el tramo que cruza la ciudad de Puebla, el de La Constancia; el segundo en el Ecoparque Metropolitano a la altura de Cúmulo de Virgo.

Los resultados son alarmantes. Son diversos los parámetros que rebasan los límites máximos permisibles por la NOM 001 y la “Declaratoria de Clasificación para los Ríos Atoyac Xochiac o Hueyapan.



Aquí el video producido por la organización Dale la Cara al Atoyac con los resultados del monitoreo

(Click en la imagen)





INFORME LA CONSTANCIA

ECOPARQUE 1

ECOPARQUE 2

Los ríos de la Malinche: para entender las causas de su muerte

Dale la Cara al Río Atoyac, A.C.



Mundo Nuestro

Dale la Cara al Río Atoyac sigue la huella del rescate del río. Y las pistas están en las denuncias ciudadanas: las descargas sin tratamiento en la Central de Abasto, al norte de la ciudad de Puebla. Primero el reporte de la acción civil: las descargas de la Central de Abasto van enteras y sin tratamiento a la barranca del Santuario.

Esta fotografía da una idea del resultado:



Muestra de agua residual en la Barranca del Santuario.



Los ríos descienden del norte para morir

Bajan por decenas. La palma de la mano es una imagen certera para comprenderlo. Las raíces de los árboles, o su enramado.

Tienen una fuente madre, la Malinche.

Se desprenden uno a uno de lo que queda del bosque, más allá de los 3,500 metros, y se van abriendo camino, agolpadas penas del monte, y se desparraman entre los cultivos y los primeros caseríos de una ciudad que los perseguirá inclemente una vez se encuentren con ella. Su suerte es terrible en cualquier caso: las fábricas y los albañales de los barrios, todas las descargas que producimos van a dar a ellos.

En un extremo, hace tiempo que decidimos enterrarlos, pero todavía algunos, como el que llaman la barranca del Santuario, van dar con sus miasmas al Atoyac.

Son los ríos del norte. Con sus nombres prehispánicos y coloniales: El Santuario, Barranca Honda, El Conde, Xaltonac. Serpentean y como pueden llegan a los nombres conocidos: Atoyac, San Francisco, Alseseca.

Son los ríos del norte de una ciudad que sigue sin comprender su error histórico, que los convierte en caños y basureros, en avenidas para remediar la voracidad inmobiliaria, la ceguera ejidal y el mal gobierno.

Dale la Cara al Río Atoyac, A.C., la agrupación civil que ha tomado la causa del rescate de la cuenca alta del Atoyac, ha recorrido esta semana la barranca del Santuario, que recoge gran parte de las descargas de la zona comprendida entre la Central de Abasto y el rastro municipal, en San Gerónimo Caleras, pero a la que van a dar gran parte de los escurrimientos de San Pablo del Monte.

La Barranca del Santurio recoge las aguas negras de la Central de Abasto y corre a todo lo largo de la autopista México-Puebla desde el nororiente hasta encontrar a su vecina que arrastra las miasmas del Rastro Municipal, para ir a dar finalmente al Atoyac.

Esto encontraron: en el rastro municipal opera una planta de tratamiento --¡sí, la encontraron prendida!--, y por ahora sólo tiene matanza de cerdos, por lo que los bovinos son sacrificados seguramente en rastros clandestinos que operan en la zona. Hay un colector que lleva las aguas residuales a la planta de tratamiento de La Constancia.

Otra es la situación en la Central de Abastos, un espacio por el que circulan todos los días cerca de 50 mil personas. Y con ellas sus necesidades físicas, que se suman a las aguas residuales que se descargan sin misericordia a la barranca. Este es el testimonio gráfico:

La descarga de la Central de Abstos.

La Barranca del Santuario.

El colorido de las aguas a su paso por la Central de Abasto.

Y estos son los resultados que arrojan los análisis mandados a hacer por Dale la Cara al Atoyac. A.C., que se pueden conocer con detalle en el portal de la organización: http://www.dalelacara.org/

(Clik en la imagen)

Todos los ríos son el Atoyac

Sólo si se miran estos arroyos y barrancas en corto, en la vecindad trasera de barrios y fábricas se puede comprender la gravedad del problema de salud ambiental que provoca la ciudad de Puebla. L solución del problema no sera de una día y un año para otro. Pasarán quince o veinte y sólo si se toman ahora y sistemáticamente, como un asunto estratégico de Estado. Pero no vendrá la acción desde el gobierno si no hay presión desde la sociedad civil. Esa posibilidad última es la que representa Dala la cara al Atoyac, A.C.

"El Centro Histórico como espacio cultural: El museo de arte José Luis Bello y González"

Coloquio "La Plaza Principal, su entorno y su historia: diálogo entre ciudades"



VIDEO DE LA CONFERENCIA DE LA DOCTORA EMMA YANES RIZO EN ICSYH-TV

https://www.youtube.com/watch?v=pnfmY7pSzDU#t=2h25m01s



Mundo Nuestro. En el marco del coloquio "La Plaza Principal, su entorno y su historia: Diálogo entre ciudades", organizado por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP y la Dirección de Estudios Históricos del INAH, y llevado a cabo la semana pasada, presentamos la conferencia de la Doctora Emma Yanes Rizo "El Centro Histórico como espacio cultural: El museo de arte José Luis Bello y González".



Mundo Nuestro. Ayotzinapa, el crimen y la impunidad extrema, imperecedera en México. La tortura como método casi único de procuración de justicia. Los derechos humanos en un debate que es el único camino para salvar el sistema democrático mexicano. Las recomendaciones del GIEI al gobierno de Peña Nieto que llevan a la conclusión de que el sistema de justicia en México está fundado en la tortura. No son tiempos gratos los que vivimos. En este marco el esfuerzo intelectual de la revista Nexos frente a esta difícil coyuntura de nuestra nación.

Ilustración de Fabricio Vanden Broeck/Revista Nexos



Un método de investigación llamado tortura

Ana Laura Magaloni • Beatriz Magaloni/Revista Nexos

Llorar a los inocentes es fácil. Lo que nos define como individuos y como sociedad es nuestra capacidad de exigir dignidad y legalidad en el tratamiento de los culpables. El compromiso con el proceso civilizatorio es largo y exige lo mejor de nosotros: respetar la vida de todos. Todo lo que no sea eso es demagogia. —Eliane Brum

En el centro del sistema de procuración e impartición de justicia mexicano se encuentran el abuso y la arbitrariedad. La inmensa mayoría de los internos que hoy se encuentran recluidos en algún penal padecieron distintas dosis de abuso por parte de policías, ministerios públicos, jueces, secretarios de juzgado, defensores y custodios. Desde la detención hasta la sentencia es frecuente que alguno o varios funcionarios del sistema mientan al imputado, le imposibiliten el acceso a un abogado, le modifiquen o manipulen sus declaraciones, le fabriquen evidencia, le insulten, le humillen, le amenacen y un largo etcétera. Así funcionan nuestras instituciones. Y llevan funcionando de esta manera por mucho tiempo. Un trato digno y legal a los que han cometido un delito no es todavía una aspiración social colectiva, ni mucho menos forma parte de la brújula axiológica para reformar las instituciones de seguridad y de justicia en México.



Ana Laura Magaloni/Profesora del CIDE. Beatriz Magaloni/Profesora de la Universidad de Stanford.

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Ilustración de Fabricio Vanden Broeck/Revista Nexos

Retratos de tortura

Simón Hernández León

El siglo XXI despunta pero el largo transcurrir de la humanidad no nos hace diferentes en prácticas a aquellos que hemos condenado en la historia como seres brutales. La tortura, esa técnica de dominación por excelencia, nos remite a la crueldad e irracionalidad. Sin embargo, esa capacidad de intervención violenta para lograr la anulación de otro ser humano es tolerada por un silencio cómplice de nuestras sociedades.

Recientemente, el relator especial de las Naciones Unidas sobre la tortura, Juan Méndez, afirmó —en un informe detallado sobre la cuestión— que en México la tortura es un ejercicio común en todos los niveles de gobierno y en prácticamente todas las fuerzas de seguridad del Estado. El discurso oficial y la condena gubernamental contrastan con el panorama terrorífico de miles de personas: en México la tortura se practica desde el Estado y se alienta por el ciclo de impunidad que es común a ella.

Simón Hernández León/Defensor de derechos humanos.

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Ilustración de Fabricio Vanden Broeck/Revista Nexos

La tortura y la ley

José Antonio Guevara Bermúdez

Mucho se ha debatido sobre la necesidad de crear una nueva ley en materia de tortura y sobre la urgencia de mover las voluntades de los servidores públicos del más alto nivel de gobierno para que, efectivamente, se investigue este delito. La discusión se suscita en el contexto de un alarmante número de casos documentados por organismos de derechos humanos, por la ausencia de investigaciones, pero sobre todo por las muy pocas sentencias que evidencien la efectiva prohibición del delito.

Algunos creemos que la ausencia de castigos se debe a que las procuradurías y fiscalías del país no sólo han incumplido con sus obligaciones constitucionales y legales de llevar a juicio a policías y militares que han torturado, sino que carecen de voluntad para hacerlo. Por el número de casos, pareciera que no son hechos aislados donde funcionarios individualmente infringieron la ley, sino de una política deliberada que ha creado un sistema en el que el aparato de seguridad está autorizado a torturar y, gracias a la impunidad, lo puede repetir hasta llegar a niveles que pueden calificar esa práctica como crimen de lesa humanidad.

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Humano (El ser que todos somos, capacidad infinita)



Ser recobrado

La pintura de H.G. Schiavon

En la versatilidad del El Mendrugo, ahora la vena plástica. Beto Schiavon, una exposición que él presenta así:



"En la actualidad se tiene un déficit de autoestima y una exageración de lo superfluo; esto deriva de la falta del trabajo interior.

Ser recobrado es una exposición que presenta el proceso de recuperarse, de volver a ser para así recuperar la vida con sentido."



Y de su propuesta estética H.G Schiavon piensa que "el arte abstracto es despedir lo que nos gusta para encontrar lo que nos fascina".

Humberto es un joven artista poblano que busca también la expresión literaria, con textos que puedes encontrar en su blog El Expresionista.

Aquí puedes conocer a fondo el trabajo artístico de Schiavon: http://www.elexpresionista.com/

De Humberto Schiavon Mundo Nuestro ha publicado el texto De fachadas y sabidurías escondidas en la noche de un vigilante cholulteca

Este miércoles, a a las 8.18 de la noche, en La Casa del Mendrugo, Ser recobrado, de H.G. Schiavon.

Del libro Memoria y acantilado, con textos de Carlos Mastretta Arista, presentamos la primera parte del capítulo "Geles", en memoria de María de los Ángeles Guzmán Ramos (1924-2008), nacida un 26 de abril en la ciudad de Puebla.

Memoria y acantilado



Carlos Mastretta Arista

"Geles", Parte 1

A sus 22 años, María de los Ángeles Guzmán Ramos, joven poblana hija del Doctor Sergio Guzmán y de la teziuteca María Luisa Ramos Sauri, cambió la vida de Carlos Mastretta Arista. “El italiano”, como identificaban entonces al recién repatriado hijo de don Carlos, cayó inerme ante la fuerza de la mirada de Geles, cuyos ojos, dice él, le arrebataron el alma y le devolvieron la vida. Cada martes, desde que la conoció, Carlos le entregaba una carta apasionada, “con una pluma alegre”, confiesa, para ganar así, poco a poco, la serena confianza de la mujer más bella de Puebla. Con la fuerza de las palabras, entonces, el amor y la construcción de un matrimonio y una familia, en una historia de vida con una profundidad apenas revelada en este libro.



Jueves Santo 1947

María de los Ángeles:



No sé si estas letras llegarán a ser leídas por tus ojos –esos ojos tuyos apacibles y serenos––, o si solamente constituirán una gota más de sueños en el océano de mi fantasía. No importa. Hace sólo unos minutos que escuchaba yo tu voz, que tanta fuerza deposita en mi alma, y parece absurdo que yo aún intente hablarte sirviéndome de un cándido papel destinado a recibir cifras y cuentas, y no una confesión surgida de una mente enamorada y de mi corazón invadido de ternura por ti.

Una frase tuya de esta noche es la que me obliga a seguir a través del hilo tenue de mi fantasía, una conversación interrumpida por la lógica necesidad de la convenciones sociales y familiares. (...) Me has dicho que pensando en mí te invade la tristeza, porque temes, y no quieres, que yo sufra. Temes que, no pudiéndome llegar a querer, yo pruebe un dolor tal que me hará infeliz por el resto de mi existencia, hasta ahora tan errante y bohemia. Y yo te he contestado que no debes preocuparte pues tu presencia en mi vida ha señalado una nueva ruta, haciéndome para siempre abandonar un camino de luchas y de errores que terminaría con dar fin a mis últimas fuerzas, constituidas por la voluntad y el deber que con el simple hecho de haber nacido Dios nos destina. En otras palabras me has conducido nuevamente a la luz y la verdad sin las cuales todo esfuerzo es vano y todo logro amargo. (...) Y lo que ahora te escribo, lo hago con la mano en el corazón, extrayendo de él lo que en él hay, sin cálculo alguno, sin más esperanza que la de sentirme feliz por haber hallado en ti la mujer soñada en todas mis horas –y fueron tantas– amargura, de decepción, de profundo sufrir. Porque, como te he dicho, yo soy un solitario y lo fui moral y materialmente. Sólo quien conoce la profunda amargura de una soledad moral y material puede formularse un ideal de mujer como yo me lo formé; una mujer que hoy, física y espiritualmente, he tenido la felicidad inmensa de encontrar, cuando ya mi triunfante escepticismo me decía que mis sueños eran tales que mi ilusión de encontrarla debía de terminar, para que así mi amargura se transformara para siempre en la hiel diabólica de un cinismo agobiador.

Cuando en la indiferencia de mi vida apareciste, yo te miré intensamente: lo extraño es que probé la sensación de no hallarme frente a una mujer desconocida, sino de frente a una mujer que ya vivía en mí, que aun antes de encontrarla me había ya acompañado y me ayudaba a sobrellevar las penas sinsabores de la vida. Fue ese día, en el campo de Foot–Ball, cuando entregaste un ramo de flores a no sé qué equipo. Desde entonces tuve sed de aquella mirada que no podía ya descifrar aun conociéndola. ¿Qué tenía aquella mirada que no me miraba? Te seguí sin saber el porqué, y otro día (la noche de la cena en casa de Abelardo) me atormenté mirándote acurrucada cerca del fuego de la chimenea, escuchando las notas de la música. ¡Qué lejos te vi, pero qué cerca! (...) Desde entonces vivo como viven los delfines, que siguen la estela de un barco meciéndose en las ondas en pos de un sueño, de una quimera. (...)



De novios. Paseo en el parque “Los viveros de Santa Cruz”. 1948.

Por estas razones, Geles, no debes de entristecerte por mí y por mi futuro. Por todas estas razones debes, con esa bondad infinita que tu corazón alberga,, consentir que yo esté en tu vida sin pedirte nada: ¿qué daño puede hacer al soberbio bajel de tu existencia el que un pobre y soñador delfín siga tu estela? Seré el amigo discreto, el compañero fiel, el trovador oportuno que se haga la ilusión de ayudarte a vivir. (...) Y recuerda, siempre recuerda, que quien mucho ha sufrido sabrá comprenderte, sabrá sin una queja alejarse de ti si así lo quieres, y podrá, no obstante, llevar en adelante la vida más real y digna, luchando siempre por elevarse sobre toda ruindad, porque lleva para siempre en su corazón el amor hacia ti que lo enaltece.

Carlos

Aquí puedes seguir leyendo el capítulo “Geles”, del libro Memoria y acantilado, de Carlos Mastretta Arista, publicado en Libros Libres de Mundo Nuestro.

Memoria y Acantilado: Geles

Mundo Nuestro. 26 de abril de 1986. Poco después de la 1 de la mañana. La explosión iluminó el cielo ucraniano. Con la belleza eterna de un arcoíris estalló la nube radioactiva para marcar uno de tantos finales de ese corto siglo XX de catástrofes y maravillas. Chernobyl: se cumplen hoy 30 años del estallido nuclear. Y para recordarlo, presentamos esta crónica de Svetlana Aleksiévich, premio nobel de literatura 2015.



Plegaria de Chernóbyl Crónica del futuro

Svetlana Aleksiévich

Somos aire, no tierra... Merab Mamardashvili



Nota histórica “...Ante todo debemos rasgar el velo del desconocimiento que rodea a Belarús2 . Para el mundo somos una terra incognita -- tierra ignorada, aún por descubrir. Todos conocen Chernóbyl, pero en lo que atañe a Ucrania y Rusia. La “Rusia Blanca”, así suena más o menos el nombre de nuestro país en inglés.” Naródnaya gazeta, 27 de abril de 1996

“En el territorio de Belarús no hay ni una central atómica. De entre las centrales eléctricas atómicas (CEA) en funcionamiento en el territorio de la antigua URSS, las geográficamente más cercanas a las fronteras bielorrusas son las CEA con reactores del tipo RBMK3 : por el Norte, la central de Ignalinsk; por el Este, la de Smolensk, y por el Sur, la de Chernóbyl. El 26 de abril de 1986, a la 1 h 23' 58'', una serie de explosiones destruyó el reactor y el edificio del 4º bloque energético de la CEA de Chernóbyl. La catástrofe de Chernóbyl se convirtió en el desastre tecnológico más grave del siglo XX. Para la pequeña Belarús (con una población de 10 millones de habitantes) representó un cataclismo nacional. Durante los años de la Gran Guerra Patria los nazis alemanes destruyeron en tierras bielorrusas 619 aldeas con sus pobladores. Después de Chernóbyl el país perdió 485 aldeas y pueblos: 70 de ellos están enterrados para siempre bajo tierra. Durante la guerra murió uno de cada cuatro bielorrusos; hoy uno de cada cinco vive en un territorio contaminado. Se trata de 2,1 millones de personas, de las que 700.000 son niños. De entre los factores del descenso demográfico, la radiación ocupa el primer lugar. En las regiones de Gómel y de Moguiliov (las más afectadas por la catástrofe de Chernóbyl), la mortalidad ha superado a la natalidad en un 20%. Como consecuencia de la catástrofe, se han arrojado a la atmósfera 50x10(6) Cu de radionúclidos, de ellos el 70 % ha caído sobre Belarús; el 23% de su territorio está contaminado con radionúclidos de una densidad superior a 1 Cu/km2 de Cesio-137. A modo de comparación: en Ucrania se ha contaminado el 4,8% del territorio, en Rusia, el 0,5%. La superficie de las tierras cultivables con una concentración radiactiva de 1 a más Ku/km2 representa 1,8 millones de hectáreas; de Estroncio-90, con una concentración del 0,3 y más Ku/km2, cerca de medio millón de hectáreas. Se han eliminado del uso agrícola 264 mil hectáreas de tierra. Belarús es tierra de bosques. Pero el 26% de ellos y más de la mitad de sus prados en los cauces de los ríos Prípiat, Dnepr y Sozh se encuentran en las zonas de contaminación radiactiva...”



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Publicado originalmente en su primera parte en la revista Nexos en febrero del 2015, este reportaje de largo aliento se presentó completo en Mundo Nuestro en esos mismos días. Lo recuperamos aquí con el ánimo de iniciar esta nueva etapa de la revista digital con una mirada a la realidad ambiental de nuestro país y los retos enormes que se nos presentan a los mexicanos.



Viaje al fin de la Selva V La Selva Capitalista

Sergio Mastretta

En los municipios de Benemérito de las Américas y Marqués de Comillas puedes encontrar el avance de la economía capitalista en la selva. Dos monocultivos: la palma africana y el hule, con sus plantaciones que empiezan a arrebatarle el territorio al ganado, que sin embargo pelea con miles de hectáreas de pastizal palmo a palmo con la selva y los acahuales el espacio y el agua para la engorda de reses. A las compañías extractoras de aceite, a las procesadoras del caucho, a los rastros TIF no las encontrarás por aquí, pero se desplazan en tráileres incontables que destrozan las carreteras abiertas para la colonización en los noventa. La fuerza de trabajo está a la mano, del otro lado de la frontera.

Jornaleros



No es difícil encontrar la fuerza de trabajo en la selva capitalista. Los ves apostados al amanecer a la orilla de la carretera a la espera de un contratista; o ya atrapados la redila de un rabón rumbo a las plantaciones; o de camino en familia por la vereda que lleva hacia Cuarto Pueblo o cualquiera de las aldeas que en línea paralela a la frontera imaginaria guatemalteca en el Ixcán resurgieron como brotes silvestres en la tierra arrasada por los kaibiles.

Siempre están ahí. Y no cobran menos de cien pesos. Y si les queda lejos la aldea esperan también frijoles y pozol. Lo demás es trabajo. Como el que afronta sin remilgos con la puya un hombre en un campo del ejido de Santa Rita. Un golpe y cae la penca, ese racimo apiñado, que se pelea el aire entre los ramales de la palma, otra más y ya está en el suelo.



“Si eres práctico --me dice--, de un solo golpe cae.”



Campo de palma africana/Foto de Sergio Mastretta.



Jornaleros guatemaltecos, cortadores de palma africana, en el ejido de Playón de Gloria/Foto de Sergio Mastretta.



Jornaleros en un centro de acopio de palma africana/Foto de Sergio Mastretta

Él es práctico y no habla mucho. Chas, y cae, chas, y cae, y no para de golpear con la chuza. Alrededor de la planta hay cinco bolas con decenas de algo que asemeja unos dátiles apiñados y duros. En ellos se contiene un aceite que lubrica la industria alimenticia y que pesa tanto como para que cada racimo pese diez o quince kilos. Y ya va para la siguiente palma.

“Uno diez por bola se paga --me dice su patrón--, que ve como cada cortador va arrimando sus bolas a la brecha por la que pasará con una camioneta para llevarlas al centro de acopio. El hombre me da una clase de producción de palma en un solo golpe:

“Nosotros tenemos un crédito pero debemos de pagarlo. La planta se paga a 56 pesos cada una, eso hay que pagarlo. Luego la plantación, si es potrero hay que matar el zacate, se puede llevar líquido, necesitamos unos tres o cuatro chalanes, cien pesos por cabeza. No se les da de comer. Si son de Guatemala sí, si son de aquí mismo, pues no. Después de matar el pasto, luego, hacer los agujeros donde va a ir la planta, pero no termina ahí. Al sembrar tienes que fertilizar, tienes que empezar a limpiar porque luego se llena de maleza. El matapasto y el fertilizante son 400 pesos por bolsa, al inicio tres bultos de fertilizantes; el matapastos, unos cinco litros de ochenta pesos. Se tiene que estar dándole mantenimiento por tres años. En un mes unos diez jornales, durante todo el año. A los tres años ya la planta te empieza a dar, se empieza a vender. A los dos años que empieza a dar ya son grandes racimos.”

Chas, chas, chas. Uno por uno caen los racimos. De un solo golpe guatemalteco.

Los ganaderos escapan a la palma

Busco los monocultivos. Bien, ahí está el ganado, aunque es una manera de decirlo. Pero más allá, y por todas partes en Marqués de Comillas, la palma Africana y el hule aparecen al lado de los manchones de selva y cada vez más supliendo potreros. Es el argumento que manejan los funcionarios de SAGARPA, “no se está tumbado selva, simplemente se aprovechan los espacios abiertos por el ganado.” Puede ser. No hay cifras, pero es posible que ya sumen 5 mil las hectáreas en la región de Marqués de Comillas. Pero la palma no llega sola, aquí y allá en Chiapas aparecen los nombres de las empresas extractoras y comercializadoras, por ejemplo Palma Tica de México, S.A. de C.V., una trasnacional desarrollada desde los años cincuenta en Costa Rica que opera desde Palenque, pero también Agroindustrias de Palenque, S.A. de C.V. (AGROIPSA), en la región maya y Agroindustrias de Mapastepec, S.A. de C.V. (AGROIMSA), en la región Istmo-Costa.

Por eso aquí todos hablan de la palma tica, aunque venga de África.

Subo con Felipe y Roberto por la carretera Ribereña destrozada --lleva al menos dos años sin mantenimiento-- hacia el Ejido La Victoria, la capital de la palma africana en Marqués de Comillas. Se suceden los potreros en los que abundan árboles popistles, un renuevo natural de madera fina que no respetan por mucho tiempo los ganaderos. Cruzamos el ejido ganadero López Mateos fundado por unos chinantecos de Oaxaca, quienes en relación a la palma aplican una lógica: “si la palma africana fuera negocio, ¿por qué se mueren de hambre en África?” Roberto señala un campo talado recientemente y afirma: “Aquí hice mediciones para un Pago de Servicios Ambientales (PSA) y mira, ya no hay nada.” El ejido Reforma también es de chinantecos, y cuentan con programa PSA. En Zamora Pico de Oro, uno de los ejidos más viejos, con un nombre complejo --lo fundaron unos zamoranos en una antigua explotación de madera que en 1880 ya operaba con ese nombre--, los potreros van a toda ley de alambre de púas; Felipe los cuestiona: “Estos cuates todo lo botan, toman el dinero del programa y adiós…”



Vivero de palma africana en el ejido La Victoria/Foto de Sergio Mastretta.

En La Victoria aparecen dominantes las palmas, con su centro de acopio y el principal vivero de la región. No sé mucho de ellas, salvo que en el vivero que encuentro hay 300 mil plantas que a razón de 136 por hectáreas alcanzarán para 2205 hectáreas. En la enciclopedia averiguo que la trajeron al Caribe con los esclavos africanos desde el Golfo de Guinea, donde hace cinco mil años ya aprovechaban su aceite, y que si la dejas puede vivir cien años y alcanzar los 40 metros de altura, y que la introdujeron las Estándar y United en los cuarenta cuando el “Mal de Panamá” arrasó con los platanares centroamericanos después de la guerra. En las plantaciones no pasará de 20 o 25 años. Pero por un estudio del organismo financiero federal FIRA comprendo que el gobierno y las empresas se lo toman muy en serio. Y ahí está la respuesta a su presencia masiva en estas selvas: Nestlé, Bimbo, Alpura, Lala, Purina y muchas más empresas de la industria alimenticia la buscan como base para aceite, harina, biodiesel, alimento balanceado, jabones, geles y al final Sabritas y gansitos y tías rosas y lo que te guste que suene a chatarra, y México importa alrededor de 462,000 toneladas de aceite de palma al año --a lo mejor de Honduras que solito tiene más de 125 mil hectáreas, o de Costa Rica o de la propia Guatemala--, equivalente al 82% de su consumo, por lo que se necesitarían 200,850 hectáreas cuando en este 2014 las plantaciones no alcanzan más de 24, 400 en producción y 30,000 en etapa pre-productiva. De todas ellas Chiapas, el principal productor del país, tiene 38,525. Pero la producción no es la ideal, no llega a 13 toneladas de fruta por hectárea, cuando en Costa Rica alcanzan las 30. Eso no le quitó el sueño al gobernador Sabines, que en el 2009 hacía cuentas para el 2012: cien mil hectáreas estarían plantadas en Chiapas y dejarían 3 mil millones de pesos a los productores.

Y de más me entero: según el INIFAP, en Chiapas se dan las condiciones ideales para establecer plantaciones en 400,000 hectáreas. Y por ello la SAGARPA tiene el Proyecto Estratégico Trópico Húmedo que paga cada una de las plantas que observo en el vivero a 56 pesos, que no le costarán al productor que decide a apostar por la palma.

Como Miguel Arteaga Reyes, un campesino de 42 años cuyos padres michoacanos trajeron a la selva a los nueve años de edad. “No hay cultivo más rentable --me dice--, por eso estoy plantando cinco hectáreas, y ya llevo dos años y en otros dos, los primeros racimos y el pan de cada día, porque aquí cortas cada 14 días.”



Potreros en renta para engorda de ganado en Playón de Gloria/Foto de Sergio Mastretta.

Miguel tiene 39 hectáreas, y le quedan siete de selva que metió entre las 300 que tiene el ejido en el programa PSA. Sus terrenos son planos, alejados de las vegas, requieren mucho fertilizante, así que siembra maíz sólo para el gasto; por eso renta sus potreros para engorda de reses, 50 pesos mensuales por animal. “Yo podría tener unas 30 cabezas, pero cada una cuesta 6 mil pesos, ¿de dónde? Un tiempo sembramos chiles, pero los negociantes nos caciquean, como es zona marginada todo lo compran a la mitad. Luego la gente se enfocó a la ganadería, pero decae mucho la animalada, se descalcifica, empieza a manquear, una orinadera de sangre. Pasto hay bastante, pero la tierra es pobre en potasio. Por eso mejor la palma, aunque lleve mucho gasto, yo le meto sólo, y a ayunar, la neta, jornalear, estoy acostumbrado a rayármela de sol a sol.”

Leo más de los programas que el gobierno tiene para la palma: FIRA tiene créditos hasta por 20 años si se proyecta la plantación por ese lapso, y por 36 meses refacciona materias primas y jornales; y FIRCO te presta hasta 5 millones con tasa cero y recuperable a tres años; y el Programa para Acceder al Sistema Financiero aporta 200 mil pesos como capital semilla.

Caray. El vivero de 300 mil plantas le supone al Estado una inversión de 16.8 millones de pesos. El programa de Pagos por Servicios Ambientales en Marqués de Comillas, y que respalda 14,894.32 hectáreas para todos los ejidos en este 2014 no rebasa esa cifra.

A miguel la SAGARPA le ha regalado para sus cinco hectáreas 680 plantas equivalentes a 7,616 pesos por hectárea, 38,80 pesos en total. Si le salen bien las cosas, en dos años sacará arriba de cien toneladas al año, al precio de hoy, 120 mil pesos. Diez mil pesos mensuales menos sus gastos. Si hace las cuentas que tiene SAGARPA para el costo por tonelada, restará 3,250 pesos a sus ingresos.

Si el gobierno no paga más por la selva, seguiremos viendo potreros.

La vista se pierde en el vivero. Miguel regresa a su faena, pero es un hombre de frases, es generoso y me regala dos: “Yo estoy enamorado de esta tierra, la muerte está en cualquier lugar, por eso nunca me iré de aquí.” Y remata: “Es un desmadre la vida, no se le atina pa dónde va.”

Las panzonas

Media tarde en la carretera Fronteriza antes de llegar desde el norte a Benemérito de las Américas. A punto del aguacero, espantadas, las reses se avientan al pavimento desde un tráiler que aquí conocen como “las panzonas” --jaulas con capacidad para 80 cabezas de 400 kilos-- y que obstrucciona un carril entero. Son los corrientes cebús que se miran por todos lados. Circulamos en el único auto a la vista, así que los vaqueros no se inmutan. He contado en los últimos 30 minutos cuatro de estos transportes rumbo a Palenque.



Reses centroamericanas introducidas ilegalmente a Chiapas/Foto de Tabasco Hoy.



Las “panzonas” van y vienen por la carretera fronteriza/Foto de Tabasco Hoy.

Supongo que una escena como esta es la que los policías militares encubiertos identificaron como parte de una cadena de contrabando de ganado que le deja al mes a las mafias 34 millones de pesos de ingresos, según se establece en la investigación que la Secretaría de la Defensa Nacional filtró al diario El Universal para su publicación el 23 de junio del 2013.

El “modus operandi” como seguramente escribieron en su informe es simple: el río Usumacinta culebrea a cuatro kilómetros de distancia en paralelo a la carretera en el tranco fronterizo del municipio de Benemérito de las Américas; del lado Guatemalteco, en las aldeas Los Laureles, La Flor, Santa Rosita, La Técnica, La Felicidad y El Bethel están dispuestos corrales a los que llegan los embarques con el ganado robado en Centroamérica; ganaderos mexicanos compradores tienen ahí sus fierros de marca y la gestión del registro de la documentación de embarque con facturas expedidas por la Unión Ganadera de Catazajá, con guías de tránsito expedidas por la oficina de gobierno correspondiente en Benemérito de las Américas y con certificado zoosanitario del Servicio de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimenticia de la SAGARPA; la investigación identifica los ejidos Caobas, Cerros, Mollejón y Roberto Barrios como involucrados en el proceso; el destino puede ser cualquiera de los estados de Veracruz, Querétaro, Hidalgo, San Luis Potosí, Durango, Tamaulipas y Nuevo León; trasladado a México por la vía de las “panzonas”, las reses que requieran engorda se quedan en los ejidos de la región bajo el esquema de renta de los pastizales propiedad de pequeños ganaderos que no encuentran otra opción de ingresos. La SEDENA identifica a las empresas mexicanas Pulpo Remes, Praderas Huastecas y Su Carne SA como las principales comercializadoras de este ganado.

En la región no hay cría, pero sí alrededor de 1300 ranchos y parcelas listas para la engorda. Estimaciones de gobierno establecen en alrededor de 5,400 cabezas producidas al año, pero los registros de la SEDENA contabilizaron entre el 25 de octubre del 2012 y el 5 de marzo del 2013 el movimiento de 21,744 cabezas, 131 días, equivalentes a 5,436 animales. Y hacen números: 450 kilos promedio por cabeza dan 2,446 toneladas mensuales, un negocio de 880 millones de pesos al año. En Guatemala el precio en el 2013 era de 16 pesos el kilo, contra 29.70 en Chiapas, por lo que la ganancia en este lado de la frontera es de 13.30 pesos por kilo, equivalentes a 390 millones de pesos.

Todo esto averiguaron los militares. Aunque no explican cómo pasa tanto animalero yo supongo que el principal punto de entrada está en Nuevo Orizaba, el único puesto carretero que comunica con Guatemala. O en lanchones por el Usumacinta. Como sea, pero no dejan de señalar la ausencia de las autoridades federales, estatales y municipales en el asunto.

Todo esto llevo en la cabeza cuando platico con Nemesio Peñaloza Gómez, un ganadero de 42 años en el ejido de Quiringüicharo, con su comunidad emplazada a orillas del río Lacantún, unos diez kilómetros antes de su desembocadura en el Usumacinta. El ejido, con un total de 9,150 hectáreas tiene dos mil hectáreas de vega de río, una bendición afectada por las continuas inundaciones que los mantienen en jaque año tras año. Pronto se hicieron ganaderos: tumbaron y sembraron pasto, tumbaron, sembraron maíz y sembraron pasto. Así, todavía conservan dos mil hectáreas de selva, algunas en el programa de PSA para la conservación de las selvas. Nemesio Tiene 50 hectáreas, 43 de ellas empastadas para la engorda. Las compró en el 2003 a un precio de 25 mil pesos, pues como hijo de ejidatario no le toco reparto. Encabeza una asociación ganadera local que lo ha intentado todo: producción lechera para la Nestlé, programas silvopastoriles con financiamiento del Corredor Biológico Mesoamericano, búsqueda de financiamientos para cría. Y ai la llevan, pero por lo pronto están en la engorda.

“Nosotros no tenemos capital --comenta en medio de un aguacero que rompe el zinc de la oficina de la asociación ganadera ‘Río Lacantún’--, aquí agarramos, por decir si usted tiene dinero, tiene ganado o compra ganado y me dice: ‘sabes qué yo te doy ganado a la parte’. Y yo tengo el pasto, “Tu potrero aguanta 50, por decir, te doy 50 becerros”. Y, al comprar invierte $500,000 un decir, comprueba que en los becerros invirtió 500 mil pesos y te lo da a un año, luego del año, 8 meses, lo vende y lo que aumente de los 500 mil pesos, se reparte la mitad cada uno. Nosotros, el pasto y el trabajo de cuidarlo y de mantenerlos, que si muere uno o se pierde, eso lo pierde uno porque él saca sus 500 mil pesos libres y lo que sobre de ganancia, pues se reparte entre los dos.”

“¿Y cuántos están trabajando así?”, le digo.

“Aquí la mayoría.”

“¿Un solo patrón?

“No, son varios patrones. Tengo un primo que está trabajando en una empresa, de Monterrey me parece que es comprador de ganado, está saliendo mucho ganado de aquí de lo que es de Guatemala, están jalando bastante. No sé si entra derecho, pero es legal el ganado y aquí lo embarcan. Ya viene grande. El ganado que viene de allá ya viene grande. Nomás pasa y aquí lo embarcan, descansa tantito unos días, es como una escala aquí. De esos becerros que vienen, vienen pequeños unos y los van dejando y esos son los que nos dan a nosotros, para crecerlos a buen tamaño. Nosotros no vendemos los becerros terminados, los vendemos, le dicen media ceba de 350 a 400 Kg. Y ya se van para el norte.”

Nemesio identifica sus problemas graves: el coyotaje, la falta de capital para comprar y engordar sus propios becerros, la carencia de infraestructura y tecnología para el manejo semi estabulado para reducir la engorda en cuatro o cinco meses.

Y por lo pronto engorda reses, de donde lleguen.

El SAT en la tierra de nadie

Carretera Fronteriza, en el ejido Nuevo Orizaba. A un kilómetro Guatemala con un caserío de tendejones que llaman La Línea y en el que encuentras maíz Valle Verde, bicicletas, llantas y otros chunches que no encuentras fácilmente en los comercios ejidales de Marqués de Comillas. También del otro lado las dos torres con las células que las compañías telefónicas Claro, de Telcel, y Tigo, de Movistar, y la de IUSACEL, no han querido instalar del lado mexicano. Todo mundo aquí, empezando por los soldados con sus tablets y sus fusiles y siguiendo por todo aquel que por estos rumbos logre pagar y tener en sus manos un aparato, compra sus recargas en innumerables comercios que todo el día las venden. Los campesinos compran el quetzal a 1.60 pesos mexicanos. Los chapines salen ganando.



Construcción de la nueva Estación Migratoria en Nuevo Orizaba/Foto de Sergio Mastretta.

En los 135 kilómetros de carretera fronteriza, con 18 pueblos del lado mexicano y 33 pueblos del lado guatemalteco, ambos gobiernos sólo tienen un paso carretero: Nuevo Orizaba del lado nuestro, Ingenieros, del suyo. Ambos pueblos han dejado una distancia prudente de la línea, y ninguno se ha dignado pavimentar el acceso. Pero la sorpresa está del lado mexicano.

Un tráiler repleto de reses da la vuelta a la barda de block que por dos kilómetros rodea el nuevo recinto, todavía no inaugurado pero que prácticamente está terminado, que el gobierno mexicano ha construido de este lado de la línea. Porque en este punto la línea ya no es imaginaria: el Sistema de Administración Tributaria (SAT) estrenará un nuevo “puerto fronterizo” resguardado por el ejército para poner orden en el paso de personas y mercancías en el único punto que une nuestro territorio con el guatemalteco en todo lo largo de los más de 300 kilómetros de línea fronteriza. Por el momento a nuestros vecinos chapines no les apura mucho el asunto y no pasan de mantener un lucrativo negocio local mientras ven pasar los cargamentos con las reses centroamericanas.

En las treinta hectáreas que compró el gobierno federal a algún suertudo ejidatario se propone también, según cuentan en este vecindario, construir un centro de detención final de migrantes centroamericanos a los que los funcionarios de Migración lograron capturar --dicen ellos “rescatar”-- en su viacrucis hacia su sueño americano.

Alessandra atiende en un pequeño restaurante de tacos de cabeza, adobo y bistec que acaba de abrir hace veinte días, pero tiene la mirada y la esperanza a un kilómetro de aquí, en ese edificio con todos los rasgos mastodónticos del gobierno federal: acaba de terminar una maestría en administración aduanal en una universidad en el puerto de Veracruz.

--Seguro tendrán una oportunidad para una muchacha de la localidad --le digo para estar a tono con su rostro iluminado de futuro--, ojalá te apoyen las autoridades de por aquí.

--En eso ando --me dice--, mi papá es el presidente del comisariado ejidal.

Buena idea. Y mejores los tacos. Y memorable para mí el 2-1 de la selección italiana sobre los ingleses que disfruto muy campante en este extremo mexicano al que el Estado quiere traer no sé si la esperanza de mejorar sus ingresos y egresos pero sí un empleo más que posible para esta joven taquera que no deja de sonreír a su única clientela.

La selva capitalista/Memoria campesina

Baltasar Lombera, campesino de Boca de Chajul: Baltasar: El problema con el programa especial, son cien millones para pago por servicios ambientales, pero son cien aquí nada más en Marqués de Comillas. Sí, pero el problema es que no le apuestan a la conservación. Dale estos datos al gobierno, un día que manejes de Palenque a Benemérito, salen 60 becerros por jaula, en promedio, son 600 becerros diarios. Marqués de Comillas tiene un censo de 16 mil cabezas de ganado, nomás ve eso, las incongruencias. Si estás sacando 600 becerros diarios, cómo le haces para producir 600 por 365 días, ¡219 mil! Cómo le hiciste para producir tanto becerro con tan pocas vacas, ja ja. Eso no lo sé yo, hay una base de datos, ni modo que no lo vean, esos animales salen. Eso es hacerse pendejo uno mismo.

Giovanni Martínez, campesino de Flor de Marqués: La palma no la hemos querido sembrar porque nos han hablado mucho, no sé si sea cierto o la gente está mal, que dicen que jala mucha agua, entonces si tiene un arroyo a unos cien, ciento cincuenta metros, lo seca porque jala mucha agua, lo que es la palma, la raíz echa mucha raíz a todo el terreno lo echa a perder. Entonces aquí en Flor no hay nadie que tenga palma. Lo platicamos en unas asambleas y cada quien llegaba a la conclusión de decir sabe qué yo no quiero palma. Y vinieron aquí a darnos el proyecto de la palma, los vamos a poyar con esto y esto, pero aquí en Flor dijeron no, aquí no queremos palma.

Arminda Hernández, campesina de Playón de la Gloria: Mi papá tenía pago por servicio ambiental pero él salió, porque también tumbó, y este año cumplió los cinco años, así que cuando acompletó los cinco años del programa, tumbó. Es una hectárea, él mandó tumbar, la tumban con machete y motosierra. Le dije a mi esposo si hubiera tenido con qué la compraba, porque me gustaba muchísimo. Pero aquí desgraciadamente lo que hace falta es el dinero, una hectárea cuesta 20 mil pesos con todo y monte. Y si tiene potrero vale más. No sé decir cuánto, pero valen más los terrenos con potreros. Un maizal vale unos diez mil doce mil, para sacar cultivo, para siembra de maíz. Mucha gente está vendiendo por aquí, por lo mismo de que ya no los pueden trabajar las tierras, o hacen potreros. En la mira de él es hacer potrero para que de ahí saque dinero para su curación de la rodilla. Mi mamá tampoco quiere que se desmonte, pero mi papá es que el que manda y dice: “Viejita de dónde pues voy a agarrar pa curarme”. Bueno, pues haz lo que quieras, dice mi mamá.

Teódulo Lombera, campesino de Boca de Chajul: Papá: Cuando el gobernador Julio Sabines, uh, en los ochenta, él fue el que impulsó la primera siembra de cacao, sin hacerle un estudio al suelo para ver si era productivo para el cacao. Yo ese año que había perdido mi ojo y que estaba tan jodido, con tres hijos, ¿qué dije?, a sembrar cacao que va a haber dinero, voy a ganar, esa era la ambición, dije yo siembro, estoy alquilado y lo que salga es para mí. Si en ese año este amigo Sabines hubiera dicho voy a hacer un estudio pa ver qué es lo conveniente sembrar en estas tierras, tuviéramos más selva y estuviéramos más ricos.