Para mantener a raya la oscuridad Destacado

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Vida y milagros

Nelson Mandela, que todo sabía acerca del odio, aseguró con toda contundencia que nadie nace odiando. El odio es un sentimiento aprendido, mientras que la confianza y el amor son inherentes a los bebés y a él responden ya desde el vientre materno. Gracias a la fantástica tecnología de los ultrasonidos y fotografías intrauterinas se han podido observar miles de casos de hermanos gemelos que comparten en la gestación la misma bolsa; en esos estudios se ve a los bebés de cinco y seis meses tocándose afectuosamente, no agrediéndose. Nelson Mandela tuvo toda una vida para aprender acerca de los mecanismos del odio y las mil maneras para desactivarlo. Su vida nos dejó un testimonio de la capacidad del ser humano para optar, ya sea por el odio o por la convivencia pacífica. El afirmaba que se puede elegir a pesar de las circunstancias más difíciles en las que nos pueda haber tocado vivir. Mandela nació y vivió en el más crudo caldo de odio de la segregación entre blancos y negros, el sistema del apartheid de la República Sudafricano. Mandela pasó 20 años de su larga vida en una estrecha celda impuesta por el miedo y el odio de los blancos hacia los negros. Blancos dominados por el miedo a lo distinto. Blancos cautivos como él en la cárcel de sus miedos y demonios. En ésa soledad optó por alimentar la paz interior. Dicen que dos tigres habitan en cada uno de nosotros, el de la violencia y la maldad y el de la bondad y la paz, y que vivirá en nosotros el que decidamos alimentar.



Ante la amenaza de la locura con método que enarbola Trump y cuyos argumentos se asemejan bastante a los esgrimidos por los defensores del apertheid, como país nos estamos viendo obligados a movernos. He oído repetidamente en estos días en la boca de políticos y analistas la palabra "represalias" contra las políticas de Trump. Retaliation es la palabra en inglés y me suena dura, como la ley del talión a la que hizo alusión el ex vocero de Fox, Rubén Aguilar en una mesa de debate, pidiendo ojo por ojo. En esa lógica, decía Ghandi, todos acabaríamos ciegos, pero creo que de momento podría haber muchos más ciegos inmediatos de nuestro lado. Sin embargo lo que sí puede generarse son consecuencias bien pensadas y armadas por muchas buenas estrategias económicas, políticas y sociales como respuesta a las agresiones del señor encabronado que habita en el país de arriba y que parece ignorar que nos necesita y mucho. El que no sabe es como el que no ve.

Es mejor elegir la ley bajo la que vivió Mandela, la de la desarticulación de la maquinaria del odio, conocida muy bien por millones de mexicanos obligados a migrar desde niños. Y es que en los lugares más lejanos y distintos del mundo, el germen del odio y la violencia es siempre el mismo. Sin embargo, es bueno entender que nadie nace odiando y que el odio es un caldo de cultivo al que uno puede sobrevivir a fuerza de voluntad, buenos hábitos mentales, acciones positivas, el cultivo de la cordura, y la divina luz de la inteligencia emocional, en la cual Mandela fue un maestro. Nos dejó un legado digno de abrazar, estudiar, aprender, y agradecer.





Desde dentro de Estados Unidos hay ya millones de personas actuando en ese sentido, oponiendo a las decisiones arbitrarias de Trump, poderosas acciones jurídicas y diversas manifestaciones cívicas desde múltiples espacios, ya sea artísticos, empresariales, periodísticos o académicos. Ayer mismo un extenso grupo de premios Nobel se manifestó públicamente con buenos argumentos a favor de la integración y no de la división y discriminación en el mundo. También se está usando el sano poder de muchos estados y ciudades de la unión norteamericana como dique a las arbitrariedades de los decretos federales que firma como boletas de matrimonio de Kermess un señor al que le gusta vivir regido por los instintos primarios, sin tamiz ni coladera entre lo que piensa y lo que hace. A ello se está respondiendo con la oposición legislativa y utilizando los caminos judiciales que sí aplican en un estado de derecho.


Muchos países se han manifestado ya a favor de la unidad e integración justa del mundo. Desde México podemos hacer muchas cosas, no solo como individuos sino como conjunto, estando atentos a todas las acciones propositivas desde donde vengan, desde instancias privadas o públicas, desde el actuar del Congreso hasta el actuar del gobierno federal y quienes lo encabezan, ya sea para apoyar lo bien planteado como para cuestionar lo que es erróneo o no funciona . Para eso sí que pueden servir las redes, los medios de comunicación y las organizaciones civiles bien articuladas que hay en nuestro país.


En muchos países menos amenazados que México ha habido ya manifestaciones poderosas. En el nuestro hemos estado demasiado sorprendidos y paralizados por el alud de hechos y el ruido mediático en el que es experto Trump. Apenas en estos días se ha convocado a una gran marcha nacional, "Vibra México", para el domingo 12 de febrero. La convocan muchísimas asociaciones civiles y actores sociales. En un país en el que se ha abusado de las marchas de manera feroz, vale la pena participar en una que puede ir cargada de la energía que tuvo la marcha por la sal de Ghandi o las enormes marchas de Martin Luther King para erradicar la discriminación. Ellos, como Mandela, lograron grandes cosas que hoy están de nuevo en jaque.

Una marcha ordenada, respetuosa, inmensa y en día de descanso puede tener un enorme poder. Es una más de las muchas herramientas pacíficas que podemos utilizar para fortalecer nuestra postura ante los desafíos del nuevo gobierno de los Estados Unidos. Es muy ilustrativa una caricatura de un periódico alemán en la que aparece Trump con una espada en la mano, y en la otra, la cabeza de la estatua de la libertad. No puede tomarse a la ligera la cruzada que este señor ha emprendido contra muchas cosas que creímos ya ganadas. De dar miedo, sobre todo viendo la caterva de radicales de los que se ha hecho acompañar, creyentes fervientes de la supremacía blanca, que ignoran ciegamente las pruebas científicas de que la raza humana, el hommo erectus y el hommo sapiens provienen originalmente del norte de África. De ahí se desprendieron las miles de migraciones que han poblado el mundo.

Ningún ser humano que nace es ilegal, nazca donde nazca. Los blancos que hoy viven en Estados Unidos, todos, provienen de migrantes, y todos, estemos donde estemos, tenemos una madre Eva común. Los genes de todo el mundo van a dar siempre al norte de África. ¡Augggghhhh! compartimos todos el germen del miedo a lo diverso que puede incubar el odio y el mal, pero también los genes que han producido la música, la literatura, la filosofía, la solidaridad, la ciencia, el don de curar, la tolerancia y el amor.

Por lo pronto todos podemos hacer algo. Una sobrina mía, joven escritora especialista en literatura fantástica me regala esta cita: "Yo he descubierto que son las cosas pequeñas de las acciones diarias de las personas ordinarias lo que mantiene a raya la oscuridad. Los actos simples de amabilidad y amor. "The Hobbit.” Pues eso, cientos de miles de actos simples de amabilidad y amor es lo que podemos anteponer a la oscuridad de estos tiempos.

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Sobre el autor

Verónica Mastretta

Verónica Mastretta. Ambientalista, escritora. Encabeza desde 1986 la asociación civil Puebla Verde y promueve con la OSC Dale la Cara al Atoyac la regeneración de la Cuenca Alta del Río Atoyac en Puebla y Tlaxcala.