Mundo Nuestro: Leticia Ánimas, periodista poblana nacida en Huauchinango, murió este lunes 11 de enero en la ciudad de México. Nacida en Huauchinango, en las últimas décadas siguió con gran dedicación los conflictos sociales que se suceden en la Sierra Norte de Puebla, en particular los generados por los proyectos industriales mineros e hidroeléctricos que se quieren establecer en esa región de México. Esta es la crónica de una asamblea en la que la comunidad de pueblos totonacos en San Felipe Tepatlán celebrada el 5 de julio de 2015 decide rechazar la instalación de una presa en el cauce del río Ajajalpan. Y es un buen ejemplo de la calidad de su trabajo y de su compromiso periodístico por una narración objetiva y crítica de nuestra realidad social.
La voz cimbra la plaza de San Felipe Tepatlán, una comunidad serrana asomada en un descanso de la barranca al río Ajajalpan:
“De aquí no nos movemos hasta que Ramón nos firme el papel para revocar el permiso que dieron a la hidroeléctrica. Ya abrimos los ojos, y digan lo que digan los empresarios y la autoridad, nosotros ya tenemos una decisión bien pensada con nuestras cabezas y nuestro corazón, porque nos importa la vida y ya nos han engañado mucho.”
Ramón Santos Dávila es el presidente municipal, la autoridad en Tepatlán, vestido con camisa a cuadros, pantalón de mezclilla, botas vaqueras y cinturón piteado, endurece el rostro, les dice que no están los regidores, que no hay Cabildo, pero pronto le aclaran que están esperando la decisión del pueblo a un lado del aparato de sonido. Suben a la tarima, en corto, el alcalde les dice: “no saben en la broncota que nos vamos a meter”
Los empresarios son los representantes de Deselec-Comexhidro, el grupo que pretende construir una presa en esta región totonaca.
Y Rosa Martínez es quien marca el rumbo de la asamblea realizada el 5 de Julio en la cancha que sirve lo mismo para los mítines políticos que para los bailes en honor del Santo Patrono de la comunidad.
Tres años después de que llegaran a la región, los ejecutivos de Deselec-Comexhidro para iniciar su proyecto en el Ajajalpan, intentan dar la información. Quieren hablar de las bondades de la hidroeléctrica a los habitantes de San Felipe Tepatlán, pero lo que encuentran es la decisión de rechazo de los pobladores que desde meses antes han expresado su oposición a que se represe el caudal.
Y no les irá bien en esta asamblea.
San Felipe Tepatlán, en la cañada del Ajajalpan.
San Felipe Tepatlán, en la cañada del Ajajalpan.
La asamblea del 5 de julio de 2014. Foto de Leticia Ánimas.
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Porque a esta asamblea del 5 de julio se llega luego de un proceso que iniciara hace más de cuatro años, cuando el concepto de “consulta pública” todavía no era puesto en la mesa por los grupos organizados en contra de los proyectos industriales mineros e hidroeléctricos en los ríos serranos. No se había sublevado Tetela contra la minera de Slim, ni aquí mismo, río abajo del Ajajalpan, los totonacos de Olintla habían parado la maquinaria de Grupo México contra otra hidroeléctrica.
Como una telaraña, la empresa Deselec-Comexhidro, tejió en poblados de cinco municipios de la Sierra Norte la estructura que le iba a permitir, sin aspavientos, instalar una planta en el cauce del Ajajalpan. En una cañada que linda con los municipios de Ahuacatlán, Tlapacoya y San Felipe Tepatlán: diseñó un proyecto, negoció con las autoridades locales, obtuvo permisos de uso de suelo y aprobaciones de impacto ambiental y hasta constituyó su propia organización “social” para vincularse con los pobladores de las comunidades afectadas.
Acompañados por su ONG “Bios Sierra” que encabeza Filiberto Hernández, ex secretario general del ayuntamiento de Tlaola, el corporativo empezó a moverse en los pueblos; primero llegaba Juan Sergio Rivas a contactar a los alcaldes o a las autoridades comunitarias para convencerlas de que “una hidroeléctrica no contamina, es energía limpia, el caudal del río no se afectará y nada tenemos que ver con las mineras.”
Todo parecía caminar sin contratiempos, hasta que la inconformidad con su proyecto brotó en la región totonaku en este 2015. En los primeros días del año en San Mateo Tlacotepec, en el municipio de Ahuacatlán, y unos meses más tarde en San Felipe Tepatlán.
La presentación de Comexhidro en el 2012. Foto de Leticia Ánimas.
En septiembre de 2012, cuando en la región empezaron a manifestarse los movimientos de resistencia contra los “megaproyectos”, Mauricio Justus Villarreal, un joven licenciado en administración y maestro en la misma materia por la Universidad de Harvard, convocó a una rueda de prensa en la que deslindó al proyecto Puebla 1 de la industria minera y arremetió contra organizaciones de la sociedad civil que se oponen a la construcción de la hidroeléctrica “como Unitona y Unitierra”, al considerar que se habían dedicado a “mal informar a las comunidades con declaraciones infundadas y buscan reflectores para avanzar aspiraciones políticas”, a las que no identificó.
Una y otra vez, durante su comparecencia ante los medios locales, el empresario reiteró que “no tienen relación con la actividad minera, ni asociación o inversión de ningún grupo minero, ni venderán energía a grupos mineros”, pero no indicó en qué sería utilizada la energía de la “micro hidroeléctrica” Puebla 1.
El evento, convocado por Justus se realizó a menos de una semana en que cerca de mil personas, mayoritariamente indígenas de las etnias náhuatl y totonaca, se reunieran en Ahuacatlán para manifestar su rechazo a la construcción de hidroeléctricas en este cauce y decidieran constituir una red en defensa de la Sierra Norte de Puebla.
Los representantes de la empresa estuvieron acompañados de los miembros de una asociación civil “campesina” de Tlapacoya, la misma Bios Sierra, cuyo dirigente rechazó estar en la nómina del corporativo y aseguró que se encargaría de “vigilar” que las obras contaran con los permisos ambientales, las licencias municipales y que los trabajadores estuvieran inscritos en el Seguro Social, además de gestionar proyectos productivos para las comunidades aledañas, entre otros asuntos.
Hernández además aseguró entonces que su organización trabajaba para el párroco y la ciudadanía, “no nació por este y proyecto, sino que se acercaron a la empresa para verificar que estuviera legalmente constituida y que no se atentara contra la población de las comunidades.” Y en la misma línea discursiva del empresario, rechazó que otros colectivos “estén marcando la cuestión negativa total hacia el proyecto y estén hablando de que son proyectos de muerte, sin tener la información suficiente.”
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El proyecto que pretende desarrollar Deselec1 involucra terrenos ubicados en los municipios de Ahuacatlán, San Felipe Tepatlán, Tlapacoya, Jopala y Chiconcuautla, en Puebla y Mecatlán, Filomeno Mata, Coyutla y El Espinal en Veracruz, -aunque estos últimos cinco sitios sólo serán atravesados por la línea de conducción- cuyos habitantes se dedican a la producción de café y miel y la engorda de ganado en agostadero, principalmente.
De acuerdo con la explicación dada por Justus Villarreal en el año 2012, la hidroeléctrica Puebla 1 supone la construcción de un embalse de 900 mil metros cúbicos de agua que estará en constante derrame, la cortina medirá 42 metros de altura; se construirá un túnel de agua de 4.4 kilómetros de longitud, por “debajo del cerro” hasta una tubería de presión que alimentará dos turbinas de 30 megawatts cada una y una línea de transmisión de 42 kilómetros que llevará la energía hasta la subestación de El Entabladero en el municipio veracruzano de Espinal.
Justus, dijo entonces que como hacia el lugar donde se ubicará la presa no hay caminos pues se trata de un cañón, se construiría un túnel de acceso para la circulación de los camiones cargados con material y el personal; además calculó que se generarán unos 250 empleos directos y unos 300 indirectos en los cuatro años que durará esta fase.
El empresario admitió que sí se desviaría el cauce del Ajajalpan, “pero sólo una parte” y se apuró en desmentir la posibilidad de que se presenten inundaciones o que el agua del vaso vaya a estancarse, “como están diciendo algunas organizaciones.”.
Justus también habló de la compra de terrenos para este desarrollo, y que ya estaban adquiriendo entre los pequeños propietarios de la zona un total de siete hectáreas de terreno, y aunque señaló no contar con la información porque “no soy el encargado de esas negociaciones”, aventuró que podrían estarse pagando “ocho pesos por metro cuadrado”, lo mismo que a los afectados por el derecho de vía en Zongolica, Veracruz, donde tienen otro proyecto.
“Sólo estamos comprando el área de la cortina y la casa máquinas, el túnel de agua va abajo del cerro y estamos pagando sólo el derecho de vía porque el propietario seguirá gozando de sus tierras”, añadió
“Estamos celebrando contratos de compraventa en que todos terminamos contentos. Incluso hemos ayudado a quienes no tenían escrituras públicas a obtenerlas y nosotros hemos corrido con los gastos. En los contratos no media la coacción ni hay dolo, sólo una negociación”, afirmó.
En 46 casos, afirmó, se tiene ya la anuencia de paso, en 46 se firmó contrato privado de promesa de compra-venta con el pago del 10 por ciento del valor de los terrenos como anticipo y previó mayor dificultad en los acuerdos que deben alcanzar con los 256 propietarios de los 840 mil metros de terrenos que atravesarán las líneas de transmisión y que corresponden a los 42 kilómetros del trazo, pues “atraviesa seis ejidos en cinco municipios.”
Luego, mediante unas diapositivas, presentó los permisos para el cambio de uso de suelos otorgado por todos los ayuntamientos municipales poblanos y veracruzanos involucrados. Dijo que mantendrían “diálogo permanente entre comunidades y la empresa para anticipar problemas sociales, políticos y ambientales y atender quejas en forma oportuna para que la planta se construya en forma ininterrumpida”.
Justus Villarreal, de la empresa Comexhidro, en la conferencia de prensa de septiembre de 2012. Foto de Milenio Puebla.
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Con ese “diálogo permanente” con los pobladores se llega a esta asamblea en la cancha-auditorio de la comunidad de Tepatlán.
La reunión del 5 de julio de 2015 la convocó la autoridad municipal que encabeza el priista Ramón Santos Dávila. Aunque dos semanas antes decidió no escuchar a los ciudadanos inconformes, sabía del rechazo de los pobladores a las presas, pero justificaba el respaldo al proyecto en que había en un sector de pobladores que simpatizaba con la instalación, y que incluso también hicieron una manifestación a favor en la cabecera.
“Por eso nos dijo que iba a invitar a los empresarios, para que nosotros cambiáramos nuestro parecer porque según él estamos mal informados y ni siquiera sabemos cómo funcionan esas cosas. Él nos cree muy ignorantes. Pero como dijo que iba apoyar la decisión que tomara todo el pueblo, aceptamos venir y hasta los vamos a oír”, dijo Rosa al principio de la asamblea.
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Así que los pobladores aguantan: primero las tres horas que han tenido que esperar a los ejecutivos de Deselec-Comexhidro, quienes finalmente llegan en sus todo terreno, con sombreros Panamá que los protegen de los impertinentes rayos del sol que caen con toda su fuerza sobre el poblado ubicado en la orilla de una peña a 600 metros sobre el nivel del mar.
Después, los regaños de Emilio de Leo Blanco, el funcionario de la Secretaría de Energía federal, quien al tantear el ambiente adverso para la hidroeléctrica les aclara a los tepatlanenses, una y otra vez, que la asamblea no será deliberativa y que se limitaran a escuchar. Asegura que él forma parte de una comisión que no tiene facultades para decidir ni dar permisos, sino que sólo acuden a los pueblos indígenas para saber qué opinan de los proyectos energéticos y levantan un acta donde asientan lo que suceda. Pero que esta vez sólo se trata de informarles.
Sudoroso, con paliacate rojo al cuello, de Leo Blanco declara: “En el caso de San Felipe Tepatlán, por diversas causas, no se pudo llevar a cabo (la consulta), sí venimos a platicar con sus autoridades tradicionales y se les dejó la información. Pero cuando venimos no hubo acuerdo y dadas las condiciones se decidió suspender la asamblea. Luego el presidente nos dijo que había mucha inconformidad pero que debían recibir más información y por eso estamos aquí para pedirle a la empresa que dé más información. No venimos a imponer ningún proyecto sólo estamos acompañando, como lo dice la Ley de la Industria Eléctrica, a la empresa y salvaguardando los derechos humanos de todos ustedes.”
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Lo que no dijo el funcionario federal fue que el 24 de Abril pasado cuando iban a realizar la consulta, los pobladores se negaron a firmar las hojas de aceptación que había preparado la empresa.
La versión de lo ocurrido en estos últimos años la ofrecen los pobladores en esa larga espera del arribo de los empresarios:
Cuenta David Garrido:
“Esa vez nos fueron a invitar unos vecinos. Cuando llegamos ya todo estaba preparado. No nos dijeron que iba a haber una consulta. Ya estaban aquí los empresarios y nos dijeron primero firmen y luego pasen a comer carnitas. Pero les dijimos que no íbamos a firmar y que por unas carnitas no venderemos el futuro de nuestros hijos.”
Y relata la manera en que los empresarios entraron a Tepatlán:
“Todo empezó cuando llegaron a hacer las fiestas patronales, a pagar los puerquitos, las carnitas, pero no sabíamos quién las organizaba; luego hacían reuniones en las casas, todo esto para jalar gente. Llegaron a Tlapacoya, a Ahuacatlán, a Tepatlán. Después la empresa formó su organización con el tal Filiberto que hablaba con nosotros y con los curas de los grandes beneficios de la presa, pero no daban nada de información sobre el proyecto, y todo esto lo realizaban de manera muy privada, a estas reuniones iban poquitas personas, hasta parecía que las escogían. A ellos mismos les empezaron a llegar las ayudas del gobierno, como los marranitos, los cajones para las abejas, las tortillerías.”
Así lo refiere Márquez Zaragoza:
“Llegaron y compraron algunos terrenos, pero a la gente no le decían qué iban a hacer con ellos. Hubo una señora a la que le dieron 60 mil pesos, pero no sé por cuántas hectáreas. A otro le pagaron y luego le quitaron el dinero.
“Cuando ya supimos que era una hidroeléctrica y vimos que iba a acabar con nuestra comunidad empezamos a realizar brigadas de información en cada pueblo y mucha gente se empezó a dar cuenta que la empresa había violado muchas leyes y que tampoco respetaron los derechos de los pueblos. A raíz de esto mucha gente se empezó a organizar, hacíamos juntas en cada comunidad para seguir informando e ir tomando decisiones.”
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La tardanza de los empresarios da pie a que toda esta memoria brote en la asamblea. Poco a poco los gritos de no, no, no, aparecen. Aunque entre los cerca de dos mil asistentes este domingo 5 de Julio hay unanimidad en el rechazo a la hidroeléctrica Puebla 1, algunas voces piden a la gente que se retire de la cancha sin escuchar a los empresarios. Pero hay otras, y son las que prevalecieron, que piden a sus vecinos escuchar y aprovechar para dejar bien claro que “no queremos esas plantas”.
Los pobladores le replican entonces a los funcionarios del presídium que están de acuerdo con que tienen derecho a recibir información, pero este requisito debe cumplirse antes de dar los permisos y no después, como se hizo aquí, porque Deselec-Comexhidro obtuvo las licencias de cambio de uso de suelo desde el año 2009 y aquí no hubo “nada de información”.
“Ellos ya tienen todos los permisos y nunca consultaron con el pueblo. Entendemos que los del gobierno vengan representando la ley, pero por qué no la representan bien: la empresa debió dar información antes del 2009, junto con el presidente municipal que estaba. Así funciona el artículo 119 de la Ley de la Industria Eléctrica y es una falta de respeto para nosotros que ellos ya tengan los permisos y apenas vengan a dar información.”
Y más reclamos: cuentan que en algunos pueblos, como Altica, cuatro personas se atrevieron a firmar dando su consentimiento y aprobando la hidroeléctrica.
“¿Ustedes creen que todo el pueblo dependemos de cuatro personas?”
Cada vez, entonces, son más fuertes los gritos de no, no, no.
Y la exclamación más importante:
“Este no es un pueblo que actúe con violencia, es un pueblo que está exigiendo sus derechos.”
El presidente municipal de San Felipe Tepatlán, Ramón Santos Dávila. Foto de Leticia Ánimas.
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Cerca de la una de la tarde, casi inmediatamente después de que se sienta en la tarima donde están las sillas de quienes presiden la asamblea, con voz suave, el empresario Mauricio Justus Villarreal arranca su participación y justifica a los tepatlanenses no haberles dado información de manera previa: “Ni nosotros sabíamos qué es lo que se iba a hacer, y para definirlo se necesita el dinero de los inversionistas, que sólo lo entregan cuando saben que hay la aceptación de los pueblos.”
Y por ahí sigue su versión sobre los permisos municipales:
“Es muy difícil explicar un proyecto cuando uno no sabe qué va a hacer. Cuando uno no sabe si va a hacer una casa de dos cuartos o tres cuartos. Entonces el proceso para identificar un proyecto hidroeléctrico requiere de muchos detalles, muchos estudios, y mucha inversión inicial. Para poder hacer esa inversión inicial alguien tiene que poner ese recurso. Ese recurso no viene gratis, y ese recurso viene siempre y cuando exista algún indicio de que va a haber aceptación del proyecto y por eso iniciamos siempre con los permisos de construcción municipal.”
Luego presenta a Comexhidro:
“Somos una empresa 100 por ciento mexicana. Nosotros no somos extranjeros como les han dicho.”
Y anuncia que presentará a su familia: entonces, varios de los trabajadores que laboran para la empresa, uno por uno, hasta llegar a ocho, suben al estrado y explican de dónde vienen, hablan de su origen humilde, de ser hijos de padres agricultores, de ser producto de la cultura del esfuerzo.
”Todos somos profesionistas”, remata Justus. También han dicho que el proyecto es seguro, que se trata de energía limpia, que no contamina.
Justus Villareal, de sombrero, y un funcionario de la Secretaría de Gobernación. Foto de Leticia Ánimas.
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Pero algo no funciona con la presentación de los empresarios.
Abajo, cerca del aparato de sonido que contrató la empresa y que trajeron en camionetas desde Huauchinango, los estrategas del proyecto discuten sobre si debe continuar la presentación porque el discurso que han preparado no comunica, no acerca a la gente. Discuten, pero no se ponen de acuerdo.
En el estrado le llega el turno a Julio César Vallejo, el octavo empleado presentado por Justus. Dice ser originario de Zongolica, Veracruz, donde la empresa tiene otra planta de energía. Pero hasta ahí llega, porque de pronto, desde las bocinas se empieza a escuchar el sonido del video elaborado por la empresa y que se puede ver por tres pantallas planas colocadas en varios lugares de la cancha; pantallas a las que al principio la gente no atiende, pero luego, poco a poco, a las que se van acercando para tratar de ver los detalles del proyecto. Pero la visibilidad no es buena y el lenguaje usado en su producción está plagado de tecnicismos. Tampoco lo terminan de escuchar.
La presentación en video del proyecto de la hidroeléctrica. Foto de Leticia Ánimas.
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Este momento de indefinición lo aprovechan los pobladores que se oponen al proyecto: una joven del municipio de Tepatlán toma el micrófono y arenga a sus vecinos para que a grito abierto y a mano alzada manifiesten que no quieren una hidroeléctrica en el río Ajajalpan, y le soliciten al presidente municipal que de una vez se haga el acuerdo de Cabildo para revocar los permisos otorgados a la empresa Deselec-Comexhidro, y que de paso sepan que tampoco quieren ningún proyecto minero o petrolero en la población.
Las manos levantadas en rechazo a la hidroeléctrica apabullan a los del estrado:
El rechazo masivo a la construcción de la hidroeléctrica. Foto de Leticia Ánimas.
Lo que sigue sucede rápido: con Mauricio Justus a la cabeza, los empleados de la empresa caminan apresurados a la salida de la cancha. Van en fila india por un pasillo del costado, sin hacer ruido, sin despedirse.
Unos segundos después salen los funcionarios federales que, salvo Emilio de Leo, no se presentaron con los asambleístas. Al representante de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, sólo se le reconoce por su larga trenza y un sombrero chiapaneco, estilo chamula.
Aunque conocen el resultado de la reunión, no lo quieren constatar.
Presionado por los pobladores, el Cabildo de San Felipe Tepatlán, en sesión extraordinaria improvisada ahí mismo, revoca el permiso de uso de suelo otorgado a la empresa Deselec 1-Comexhidro.
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Cuando el edil habla con los reporteros más tarde dice que esperaran represalias por la decisión del pueblo. Con incertidumbre, Ramón Santos Dávila dice que la revocación del permiso de uso de suelo seguramente tendrá consecuencias. “Se tomarán represalias”, afirma, aunque no quiere decir de parte de quién y añade que tendrá que reunirse y platicar con algunas personas sobre el tema.
“Desgraciadamente hace unos años se inició con este proyecto en el municipio, y nosotros nos hemos dado a la tarea de traerles toda esta información para que la gente pueda tomar esta decisión. En este caso el día de hoy la gente decidió, o más bien la opinión de la mayoría es negativa a este proyecto. Pero desde un principio la ciudadanía estaba en el entendido de que siempre iban a contar con el apoyo del personal del ayuntamiento.”
Luego expone que será el gobierno del estado de Puebla el que retome el proyecto, porque al no haber un “acuerdo” para la construcción de la hidroeléctrica las autoridades federales dejarán de intervenir.”
Y cierra con un toque dramático:
“Desconozco qué es lo que va a pasar, pero estaré en el pueblo esperando lo que suceda y no voy a cambiar esta decisión. Por eso hicimos ese compromiso con el pueblo.”
Luego, a bordo de su camioneta Suburban negra, salió del pueblo.
El río Ajajalpan.