Familia
Nacer en casa: Matías en el corazón de un mejor mundo
Por Mercedes Campiglia Calveiro
Hace un par de años nos conocimos. Ellos esperaban a su primer hija entonces y un viaje se atravesó en el camino impidiendo que fuera nuestro destino acompañarnos en el turbulento camino de su llegada al mundo. Después de 12 horas en las que se intentó de todo, la cosa terminó definiéndose con un tajo en el vientre de su madre. Yo no lo viví pero escuché las cicatrices en su relato y el potente deseo de recorrer ahora un camino diferente.
Para la llegada de este segundo hijo planearon un parto en casa y las puertas se abrieron para que pudiéramos coincidir. Dos enormes perros custodiaban los movimientos alrededor de una tina de parto colocada entre jarrones de flores. Un rebozo de colores había sido sujetado de una escalera cercana para que ella pudiera anclarse con firmeza y empujar. Su hija veía Pepa Pig de a ratos y de a ratos se acercaba a mirar atenta los movimientos de su madre que trabajaba para abrirle paso a la vida cortando el miedo a machetazos. Él acarreaba agua caliente con una olla inimaginablemente grande que le permitió llenar la tina aun cuando el calentador decidió fallarle. Y a cada rato se acercaba, tomaba sus manos, apoyaba su frente en la de ella y dejaba caer unas lágrimas deslumbradas de belleza.
Poco más de tres horas bastaron para que viéramos salir a Matías como una explosión de vida entre las piernas de su madre; arrastrado hacia el mundo por la luz de la última luna llena del 2020, una de las más deslumbrantes que a mis ojos les ha tocado contemplar.
Su hermana vino a conocer al recién llegado y lo observó con cierto recelo desde la distancia. En una cama rodeada de almohadas y aun ligado a una placenta adornada de flores, el niño bebía la leche tibia de su madre. Una escena que bañaba de belleza la tierra como la luna lo hacía con el cielo.
Caminamos en esta vida por sendas a veces empinada y a veces tersas que nos permiten aprender y nos convierten en quienes somos. En esta ocasión la vida nos dió a probar la miel para atestiguar el potente efecto de la medicina de la dulzura en los corazones.