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Del fogón a la boca: ‘Mole de Santo’ – segunda parte Destacado

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Del fogón a la boca: Mole de Santo’segunda parte

Las recetas familiares del Mole Poblano constituyen no sólo la fuente de la mayor diversidad de sabores, olores y texturas del guiso: son el sustento mismo de la transmisión de la cultura culinaria de nuestra Ciudad, a futuras generaciones. Cada uno de los ingredientes involucrados cumple una función sensorial en el guiso: algunos participan directamente en el color y picor de este; otros influyen de la viscosidad de la salsa, mientras que otros son responsables de redondear el sabor, con acentos característicos.

Los chiles que se usan en su preparación se consideran todos de origen americano y fueron seleccionados, sembrados y preservados desde tiempos inmemoriales por nuestros ancestros mesoamericanos. De hecho, los sofisticados métodos de conservación que se emplean son únicos y distintivos de nuestra cultura gastronómica.

Vamos a limpiar los chiles mijito, búscate un trapito seco de algodón’ me ordenó mi bisabuela Valito aquella tarde de octubre. ‘Con mucha paciencia y cuidado vas limpiando cada uno, le quitas el polvo superficial que han acumulado y luego así, en seco, los abriremos con un cuchillo filoso y retiraremos venas y semillas, para después freírlos en manteca´. Me emocionaba observar la variación de color de los chiles al freírse en la chisporroteante manteca: cambiaban de intenso café oscuro a un suave color tabaco, a la vez que despedían un agradable olor que ya me era familiar.



Todas las recetas familiares antiguas de Mole Poblano o de Santo que me he topado, coinciden en involucrar a los chiles pasilla, mulato y ancho en su preparación; en mi familia, además de los anteriores, se añaden chilpotles. Cada uno de estos cuatro chiles y sobre todo, la proporción que cada uno guarde con respecto a los demás en la receta, ofrece un distintivo sabor que incidirá directamente en el color, olor y picor del guiso final. Tan sólo por éste único detalle, el Mole es un platillo inigualable y cada receta familiar, es un tesoro gastronómico que debemos preservar.

Abuelita, ¿por qué agregas más de unos que de otros?’ Interrogaba yo, y ella con paciencia contestaba: ‘En primer lugar, porque así lo hacía mi mamá, que, a su vez, lo aprendió de la suya; y en seguida fíjate: el pasilla aporta sabor y color; el mulato, sobre todo color; si agregas demasiado ancho, sabrá a adobo; con la cantidad de chilpotle añadido, controlaremos el picor’ me explicaba.

¡Charlemos más de Gastronomía Poblana y ‘’a darle, que es Mole de Olla’’!

#tipdeldia: Con cada receta familiar de Mole Poblano que se pierda, la cultura gastronómica de nuestra entidad empobrece. Pregunte a familiares mayores por sus recetas, escríbalas y atesórelas.

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Sobre el autor

Antonio Ramírez Priesca

Antonio Ramírez Priesca es Ingeniero Bioquímico por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, con Especialidad en Tecnología de Alimentos; ha trabajado en la industria de levaduras de panificación de 1983 a 1987; como asesor en tecnologías de molinería y panificación de 1988 a 2002 en la industria molinera nacional de trigo y maíz: cuenta con diversos cursos en Canadá y en el American Institute of Baking de los EEUU. Es egresado de la primera generación del Diplomado en Cocinas Regionales de México por la ENA del INAH en 2005, y desde el año 2002 a la fecha dirige el proyecto gastronómico La Quinta de San Antonio, con especialidad en comida tradicional poblana. Desde el 2018 se encuentra inmerso en un estudio académico sobre siete recetarios manuscritos de comida poblana, que abarcan recetas familiares desde 1867 a 1973. Actualmente escribe la columna ´Del fogón a la boca’ que se publica semanalmente en diversos portales electrónicos, sobre la gastronomía tradicional de Puebla.