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Comunicado emocional/La comunidad parista de ARPA-BUAP Destacado

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Voces en los días del coronavirus

Comunicado emocional/La comunidad parista de ARPA-BUAP



A TÍTULO PERSONAL:

30 de Marzo de 2020. En mi casita, Puebla, Pue.



Un 25 de febrero me llegó un mensaje donde me pedían levantarme junto a mis compañerxs a resistir. Sería mentirles decir que no sé de dónde saqué las fuerzas para levantarme en la madrugada, sería mentirles que no sé por qué me acabé mi voz para gritar las consignas, sería mentirles que no sé por qué dediqué todo mi tiempo para ir a las instalaciones a levantar el puño. Sería mentirles que no sé de dónde nacen tantas lágrimas desde que me uní al paro estudiantil. Yo sé perfectamente por qué estoy de pie en esta lucha, y conmovido, también sé por qué me encuentro acompañado en ella.



También sería mentirles afirmar que mis compañerxs y yo supimos desde un comienzo cómo hacer funcionar un paro estudiantil y que contamos con una acreditación curricular que nos hace tomar siempre decisiones fríamente calculadas e infalibles. Lo que no sería mentirles, es que pudimos sacar poco a poco una comunidad que se echara la mano entre sí a raíz de la empatía. Quiero recordarle a todxs que no somos soldados, guerrilleros o terroristas, sino estudiantes de artes, que aunque con distintos matices, tonalidades olores y sabores, nos fundamentamos de la sensibilidad y el amor. A mí me consta que estos valores estaban presentes en cada acción que cada parista hizo, aún fuese hacer guardia en una puerta a las tres de la mañana, o repartir sándwiches de atún a los compañeros, o redactar un pliego petitorio, o barrer el edificio, difundir comunicados por redes sociales o encarar a los vicerrectores; estoy seguro que en cada tarea de la lucha, uno reafirmaba su posición con amor y recordaba que lo hacía por el bienestar de la comunidad, por velar por mi compañerx de al lado, por aquellxs que no estaban presentes en la lucha, y también por aquellxs que aún no tienen matrícula y están próximos a entrar. De mi parte, y puedo afirmar por muchos de mis compañerxs, la lucha siempre ha sido dirigida hacia el bienestar y la integridad de la comunidad estudiantil, y que no debemos perder rumbo de ello.

En el “campo de batalla” me rodeé de mis amigxs, me reencontré con unos y me hice de otros, diversos, de carácter y talento distinto. En el “campo de batalla” lloré de indignación, lloré de risa, lloré de conmoción, lloré de estrés, y lloré de miedo. Y en esos momentos de oscuridad en donde sentía que nada estaba a nuestro favor, que si las políticas institucionales nos la iban a voltear o que una fuga de desinformación advertía una explosión, en esos momentos mis compañerxs, viejos y recientes, con su característica sensibilidad y amor, me extendieron su mano para levantarme junto a ellos nuevamente, para recordarme que la unidad y la suma de nuestras almas en llamas son las que nos hacen funcionar y avanzar, que qué sería de nuestro movimiento y de nuestra familia sin unx de nosotrxs.

En estos días, donde todo se ha vuelto virtual, y por ende abismal. Varixs hemos tenido un sentir de desesperación, nos hemos abrumado, muchos hemos sentido que perdimos el rumbo y nos cuesta volver a hallarnos. Las “redes” sociales parecen más de enredo que de enlace, nos alejan de la comuna que llegamos a tener en algún momento y generamos debate con personas que ciertamente no son nuestrxs enemigxs. Hay que recordarnos que el paro es para la comunidad, para nuestro bienestar y busca la integración. Hay que extender nuestra mano para levantar a aquellxs que aún no lo están, para levantar a los que cayeron en la histeria y el estrés, en la desconfianza y el enojo. Hay que levantar, así como varios nos levantaron incontables veces.

Hay que extender la mano, y para esto quisiera que cada uno recuerde aquello por lo que iniciamos esta lucha: Por el amor, por lo que se nos ha enseñado en una escuela de artes, a luchar por lo justo, a hablar por los que no han podido aún. Por la empatía. Por lxs compañerxs que tuvieron que salirse. Por las compañeras que no fueron escuchadas. Por la indignación hacia la injustica. Por el hartazgo a la violencia. Por la enfermedad social en estos tiempos. Por la construcción de una escuela que merecemos y que otrxs merecerán. Sería mentirles que no fue por esto por lo que un 25 de febrero me levanté con ustedes a resistir, compañeros.

PD. Les anexo una infografía donde un furro Consigna nos dice con mucho amor que hay que evitar pelearnos en redes. Que volvamos a crear unión.

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Mundo Nuestro