Paren el mundo, que quiero … ¿qué quiero?/José Luis Pandal, comunicador Destacado

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Voces en tiempos del coronavirus

José Luis Pandal, comunicador, historiador



Hace muchos años, mientras tomábamos ron en su casa y hablábamos del Comandante, con la discreción que se acostumbraba entonces, un querido amigo cubano me regaló varios libros, de esos que editaba el ministerio de Cultura y distribuía entre la población.

Entre estos, había uno que se llamaba ‘La prisión fecunda’ y contaba como se había organizado una escuela de pensamiento y reflexión entre los condenados por el asalto al Cuartel Moncada que se encontraban presos. No encuentro el ejemplar en este momento ni recuerdo datos del autor o autores, cuando lo halle los haré saber.

Por otro lado, cuando era joven, se decía, ‘paren el mundo, que quiero bajarme’, a modo de rebelde protesta. Seguramente alguien produjo la frase, ¿sería Quino?, y tuvo éxito.

Traigo a la memoria estos recuerdos para pensar, a la luz de las circunstancias, qué hacer con esta condena al aislamiento que a mí me imponen, no lo hubiera esperado, los que me quieren, no los que me odian que espero sean pocos y no tan furibundos, en este mundo que de repente se detuvo.

A muchos, a la mayoría en nuestro país, el parón les cambiará poco la vida; seguirán muriendo de pobreza, de ignorancia, de violencia y de superstición o sobreviviendo con astucia, maña, trabajo durísimo y fe en un mañana menos cruel.



Pero a los privilegiados, que tenemos manera de aislarnos sin hambre ni carencias mayores, nos toca pensar. No puede ser, no debe ser, que esta circunstancia nos deje como nos encontró, con avaricia, envidia, individualismo y poca conciencia del otro, el llamado prójimo. Nos deje contaminando el mundo, acomodándonos en el sistema patriarcal y explotador, que exprime lo mismo naranjas que personas y arroja desechos industriales o sangre de víctimas donde se pueda.

Tenemos que definir qué mundo nuevo queremos, por donde seguimos caminando, cómo producimos lo necesario y repartimos lo indispensable. Qué hacemos para darnos nuevas normas de convivencia, gobiernos que nos sirvan, industrias y negocios que consideren las necesidades humanas y no sólo las utilidades. Un mundo que no tolere la desigualdad abismal, que se avergüence del hambre de otros, que entienda que la acumulación desmedida es vía para la extinción del género humano.

Creo que asistimos al final del sistema político que ha dominado los últimos años desde principios del siglo veinte. El capitalismo neoliberal depredador está en su fase terminal y el socialismo tradicional se está ahogando en palabrería y demagogia, ineficiente e ineficaz; no van más.



Pero no cambiará el mundo sólo porque apareció un virus que también mata a los privilegiados. Hay que pensar, teorizar, ensayar nuevas formas, otros senderos, mejores alternativas. Eso toca a filósofos, políticos, economistas y toda gama de científicos.

No será inmediata la transformación de la humanidad, pero la tecnología y la comunicación que cambian velozmente, ayudarán a acelerar la evolución-revolución de la sociedad.

Yo creo que el feminismo, con lo que significa de igualdad, democracia, respeto a los derechos humanos y exaltación de valores reales, por un lado, y el ecologismo, con la importancia que da al cuidado de la casa común, al medio ambiente donde todos, al fin, respiramos, son el camino hacia el mundo nuevo que urge encontrar.

Estos movimientos son incontenibles. Cambiarán las cosas, más pronto o más tarde, según la resistencia que encuentren, y construirán mejores estructuras que aliviarán al planeta. Eso creo y, desde luego, eso quiero.

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