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Confinación autoimpuesta, mirar al virus por televisión/Luis Lapuente, empresario teziuteco Destacado

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Voces en los días del coronavirus

Luis Lapuente, teziuteco, Maestro en Programación Neuro Lingüística Certificado en The First Institute Rahard Bandler



Marzo del 2020, por fin entramos a la etapa en la que vemos en la televisión a los italianos y españoles cantando en los balcones de sus departamentos, se entretienen unos con otros y unos a otros, le dedican canciones a médicos y enfermeras, médicas y enfermeros, valientes profesionales que se están jugando la vida con equipos sofisticados en hospitales equipados e improvisados. Los comentaristas narran aciertos y errores cometidos en la heroica tarea de defenderse del CORONA VIRUS que avanza haciendo crecer el número de contagiados y muertos; también los números decrecientes de los chinos, las primeras víctimas de la pandemia, que recuperan poco a poco su bienestar; vemos cómo el personal médico de la ciudad china donde empezó la tragedia se quitan los tapabocas enseñándonos sus caras sonrientes de ya pasó, tengan confianza y échenle ganas, como decimos los mexicanos.

En los Estados Unidos de Norteamérica Trump dice sandeces y presume del poderío gringo y aprovecha la ocasión para molestar a los chinos, pero la llegada del virus a USA no se demora y su expansión resulta exponencial como en China, Italia, España y todas las demás naciones de globo terráqueo.

En México Don Ocurrencias aprovecha la oportunidad para hacer de las suyas, mientras el pequeño López (subsecretario de salud) recomienda la sana distancia, el estornudo sobre la manga, el saludo con el codo, evitar aglomeraciones (como las del inevitable METRO de la CDMX), lavarse las manos y usar “gel antibacteriano”. Don Ocu (como le decimos los que le queremos…) continúa con sus asambleas en pequeñas poblaciones, reparte besos y abrazos, diciendo en todas ellas prácticamente lo mismo: “los culpables son los conservadores, neoliberales, mis adversarios, culpables de que: prácticamente de todo”. En las conferencias mañaneras del Palacio Nacional, Don Ocu jura hacer lo recomendado por el pequeño López, luego a la calle hacía exactamente lo contrario ¡viva México!

Frente a los Hospitales del Gobierno se multiplican las manifestaciones de médicos y enfermeras, se quejan de que no cuentan con medicinas ni elementos de protección sanitaria como guantes, cubre bocas, batas, instrumentos de quirófano, etc. Se manifiestan también los padres de niños con cáncer, se quejan de la falta de medicamentos para las quimioterapias de sus hijos. Se quejan las señoras con cáncer en los senos, cuyos tratamientos fueron suspendidos días después de haber protestado Don Ocu como Presidente de la Republica. Se quejan los miembros de la Policía Federal de haber sido despedidos sin indemnización. En diferentes Secretarias de Estado se quejan despedidos sin indemnización por casa de recortes presupuestales.

Todo este sainete nacional se comunica por todos los canales de televisión. Pero ya toma relevancia el coronavirus. Los discursos mañaneros toman al fin la dirección del Virus y el tema gira hacia el titipuchal de elementos sanitarios, médicos y enfermeras debidamente protegidos, camas de hospital, respiradores mecánicos, etc. Etc. Debo aclarar que todo ese titipuchal antivirus es literario, porque médicos y enfermeras se siguen quejando de falta de todo. Un médico amigo de muchos años y una médica vecina coinciden en que en el hospital regional de mi pueblo carece hasta de papel del baño.



Ya para entonces las recomendaciones de la sana distancia, el estornudo en el antebrazo, evitar aglomeraciones, etc., es un tema de mayor frecuencia e intensidad. El temor de la población también crece; las asambleas campiranas de Don Ocu siguen igual, muy nutridas, besos y abrazos del presidente a los asistentes, la misma historia. He llegado a pensar que Don Ocu cree que los habitantes de las comunidades no tienen televisión y no se enteran de lo que recomienda el pequeño López y que los televidentes de las ciudades no ven las noticias filmadas de las visitas del Presidente a las comunidades. Todo esto porque en una mañanera un periodista le pregunta al pequeño López, si no es peligroso que Don Ocu esté besando y saludando de mano a sus visitados en las comunidades; el pequeño López monta en cólera y aclar al periodista que la energía del presidente era moral y por lo tanto trasmitía fortaleza.

Para ser congruente con la intervención airada de López ante el periodista, a Don Ocu se le ocurre una idea extraordinaria que lo hace más famoso en el mundo: saca de su bolsa una estampita del Sagrado Corazón y la muestra a los presentes en la conferencia y a las cámaras de TV, y nos dice: “ésta es mi protección”, unos lloramos de emoción y otros nos reímos a carcajadas,

Yo creo que tanto la risa como el llanto son curativos o por lo menos consoladores.



Hasta aquí vamos por ahora en esta breve encerrona sanitaria, las ocurrencias del Presidente han ocupado gran parte del dialogo conyugal en mi caso, si esto tomara otro giro prometo comunicárselos.

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