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Amor en tiempos de coronavirus/Gustavo Rodríguez Zárate, sacerdote Destacado

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Voces en los días del coronavirus

Gustavo Rodríguez Zarate, sacerdote



El cura del morral, siempre con las puertas abiertas a los empobrecidos, indígenas, migrantes, prostitutas, violentados, ante quienes hay que quitarse el calzado, ante el misterio del Otro para siempre estar a la escucha del clamor de los ninguneados.

"Amor en tiempos de coronavirus", el despojo para el encuentro de lo valioso. La experiencia de jóvenes, cuando salíamos de la ciudad a pasar unos días a las comunidades de la sierra Norte de Puebla, nos regaló el aprendizaje de vivir con lo necesario y valorar lo esencial, y nos desarrolló la capacidad de admirar.



Al acompañar a los poblanos en la carrera de la antorcha guadalupana México-Nueva York, con miles de historias de familias de la Mixteca o de las faldas de los volcanes, que narran el despojo de casi todo cuando sus seres queridos se van al Norte, y caminan con su nostalgia, agallas de emprendedores y la esperanza de que se construye un futuro mejor. Para sus familias.

"Quédate en casa por muchos días" como opción importante para detener la expansión de una epidemia que ya es global, y que nos cuesta hacer caso porque la ubicación la sentíamos en otros continentes, y más si somos adictos al trabajo, a las relaciones sociales, a los eventos culturales, deportivos, turísticos, ir a dónde se me dé la gana, y de repente te tienes que privar de todo eso... Para bien personal, familiar y colectivo. A reaprender lo olvidado y menospreciado. Cómo náufragos en alta mar que solo nos queda un tablita de salvación, nuestra propia casa. Para parar el contagio multitudinario.



Me acordé de lo aprendido en los catorce monasterios femeninos de la vida contemplativa en Puebla, acompañando al Arzobispo en la visita pastoral, hace 5 años, donde lo más importante es la Actitud de vida, desprenderte de las ataduras del pasado, disfrutar lo cotidiano, aprender a viajar a tu interior, ligero de equipaje, tomar en el morral, de lo aprendido, con la esperanza de disfrutar que lo que realizas cada 15 minutos trasciende en tu proyecto personal y más allá de tu entorno, escuchar al cercano y al Otro. Purificarse de los apegos y vivir la libertad de Ser y vivir el otoño con la caída de tus hojas, invernando estás semanas, sabiendo que la primavera llegará porque estamos construyendo un Mundo Nuevo, desde el corazón con nuestras propias posibilidades.

Esta Cuaresma es diferente, en el aprendizaje de la cuarentena en el desierto: la lectura, la plegaria, el despojo de lo propio para bien de los demás. Cuesta estar en casa, es difícil, pero vale la pena, exigirnos la cultura ecológica, de apreciar el agua, el aire, las plantas, el sol, la Tierra, la familia, que ya habíamos sacrificado por el exagerado uso de la tecnología, la visión mercantil encima de las personas. Estamos redescubriendo un Mundo Nuevo que siempre hemos tenido y lo habíamos hecho a un lado. "Me levantaré, regresaré a mi casa, le pediré perdón a los míos, por apostar lo mejor de mí a lo caduco y perecedero, y en casa, con los míos haré fiesta, porque hemos encontrado lo que estaba perdido. Gracias al que me enseñó que perdiendo la vida la ganas.

Gustavo Rodríguez Zarate, el cura del morral, siempre con las puertas abiertas a los empobrecidos, indígenas, migrantes, prostitutas, violentados, ante quienes hay que quitarse el calzado, ante el misterio del Otro para siempre estar a la escucha del clamor de los ninguneados.

(Foto de portadilla: Günter Petrak)

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