Del fogón a la boca: Ponche de mi alma Destacado

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Mundo Nuestro. Una más de las entregas de las las crónicas de cocina poblana Del fogón a la boca, escritas por el anticuario poblano, experto en arte popular, Antonio Ramírez Priesca. Mirar la ciudad a través de la comida. Saborearla y aprender con ella a conocer la historia que la contiene. Por la historia y por nuestra comida, valorar la extraordinaria ciudad en la que vivimos. Publicadas originalmente en el portal urbanopuebla, las crónicas de Antonio Ramírez Priesca serán reproducidas semanalmente aquí con su autorización.

El Ponche Navideño es, como bien lo decía mi Abuelita Tere, una deliciosa bebida netamente mestiza, pues combina ingredientes de nuestra tierra y de allende de los mares.

Desde niño repelé de la fecha del día de mi cumpleaños. Ser de la víspera de Nochebuena - solsticio de invierno y la noche más larga del año, con el consiguiente inicio de la luz – me traía pocos beneficios en cuanto a regalos y fiestas cumpleañeras que digamos. Pero tengo, a más de cincuenta años de distancia, vívidos recuerdos de las Posadas organizadas por mi Abuelita Tere en su casa de la 13 sur frente al Paseo Bravo, que jamás olvidaré.

Nos llevaba mi madre a todos los primos a casa de los abuelos un poco antes de oscurecer: una parvada de chiquillos que cada año aumentaba, pero que ya para esas fechas rondaba los once, al patio entoldado rodeado de macetas de talavera con azucenas en flor, en donde el tío Carlos ya habían suspendido la enorme piñata de siete picos que pacientemente aguardaba su trágico desenlace.

A la hora convenida, las tías Olvido y Pepa repartían velitas de colores y cuadernillos con la Letanía, y aparecían en una charola plateada, Los Peregrinos, antiguas figuras de madera, sobre paxtle gris. Dos bandos cantaban, entre gritos de los niños con los dedos quemados por las velitas y las campanillas que misteriosamente tocaba el Tío Carlos en la azotea, fuera nuestra vista, y que anunciaba la inminente llegada del Niñito Jesús.

Todos esperaban la algarabía de la entrada de Los Peregrinos a la casa, porque sabíamos que los regalos estarían esperándonos, pero yo sólo esperaba una cosa: las manos de mi Abuelita Tere extendidas, ofreciéndome un humeante jarrito de Ponche Navideño’ y me decía: ‘Esta es la bebida navideña más amorosa, ya que combina, como nosotros, todos los ingredientes de nuestras culturas’.

Hoy camino a comprar los ingredientes para mi Ponche Navideño en las fruterías de la 3 sur, entre 27 y 29 poniente y bien recuerdo las palabras de Abuelita Tere: ‘los tejocotes cómpralos firmes y colorados; las guayabas aún verdes para evitar se deshagan; las mejores manzanas para el Ponche en esta temporada, vienen de Chihuahua, evita las traídas de fueras’.

Ya con todo el avío en casa, sigo sus instrucciones: ‘Primero pon agua a calentar con suficiente canela y piloncillo; luego agregas los tejocotes limpios y pelados a cocer. Posteriormente añades las ciruelas y uvas pasas; al último las manzanas peladas y cortadas en abanicos y los ‘casquitos’ de guayaba: por mitades, peladas y sin semillas y cuidas no se vayan a pasar de cocción’.

Charlemos más de Gastronomía Poblana y ‘’a darle, que es Mole de Olla’’!

#tipdeldia: El Ponche Navideño es, como bien lo decía mi Abuelita Tere, una deliciosa bebida netamente mestiza, pues combina ingredientes de nuestra tierra y de allende de los mares, para deleite de los Peregrinos en las tradicionales Posadas decembrinas. Es sencillo de preparar y delicioso!



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Sobre el autor

Antonio Ramírez Priesca

Antonio Ramírez Priesca es Ingeniero Bioquímico por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, con Especialidad en Tecnología de Alimentos; ha trabajado en la industria de levaduras de panificación de 1983 a 1987; como asesor en tecnologías de molinería y panificación de 1988 a 2002 en la industria molinera nacional de trigo y maíz: cuenta con diversos cursos en Canadá y en el American Institute of Baking de los EEUU. Es egresado de la primera generación del Diplomado en Cocinas Regionales de México por la ENA del INAH en 2005, y desde el año 2002 a la fecha dirige el proyecto gastronómico La Quinta de San Antonio, con especialidad en comida tradicional poblana. Desde el 2018 se encuentra inmerso en un estudio académico sobre siete recetarios manuscritos de comida poblana, que abarcan recetas familiares desde 1867 a 1973. Actualmente escribe la columna ´Del fogón a la boca’ que se publica semanalmente en diversos portales electrónicos, sobre la gastronomía tradicional de Puebla.