Desde el ALDIVI: las emociones son archivos comprimidos en el corazón Destacado

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Domingo 26 de mayo



RANGIROA. Después de un día y unas horas de navegación llegamos a este atolón, el segundo más grande del mundo, un pequeño mar dentro del inmenso pacífico. A las 7:00 de la mañana entrábamos por el pase de Tiputa al norte. Como en una licuadora se movía el ALDIVI, las corrientes en esos espacios reducidos para entrar o salir son muy fuertes, timonear es todo un reto, a los lados tienes bajos y debes permanecer al centro del canal, al pasar el remolino, surfeábamos la ola que nos empujaba hacia adentro, después, la corriente que salía nos mantuvo en un mismo sitio por unos minutos, una nos empujaba y otra nos sacaba, con los dos motores encendidos poco a poco vencimos a la corriente contraria. No todos los atolones tienen acceso a su interior por mar, qué interesantes deben ser también esos, ¿tendrán fauna diferente? Conforme avanzamos descubrimos poco a poco este paraíso. El mar es un plato y sopla un viento maravilloso, continuo y fresco. No se puede ver el otro lado de la isla, es enorme. El anclaje fue sencillo y el barco no se mueve en lo absoluto, parece que se hubiera sentado, aparadores son lo que parecen estos lugares con colores brillantes e intensos, texturas indescriptibles de arena, mares, corales, rocas, nubes, arcoíris y cielos. La luz aquí también es especial, un tono naranja pinta de verde menta el mar al meterse el sol. Y parece por unos pocos minutos un espejo, se reflejan las nubes y todos los colores del cielo en el agua. Es un momento mágico de cada día que nos encanta contemplar.

Preparamos ni más ni menos que molotes rellenos con queso y huitlacoches para desayunar, y pellizcadas de frijolitos refritos, ¡quihubole!, con su salsa, su crema y su queso chiapaneco espolvoreado. Pa que no extrañemos tanto a México. Fue todo un deleite recordar el sabor del maíz frito. Nuestra amiga Isabel estaba encantada de aprender, no podía creer la velocidad con la que pasamos la tortita de masa de una mano a otra, antes de aplastarla con la prensa para hacer tortillas que inteligentemente traje. Fue una actividad divertida para todos. Más tarde limpiamos un poco el barco y bajamos a Isabel al muelle más cercano para que pueda tomar su vuelo a Tahití. En el restaurante de la esquina que da al muelle nos volvimos a encontrar con nuestros amigos Chilenos, los Jorges.

Decido alejarme cinco minutos a caminar calle abajo yo sola y veo a una chavita meterse detrás de unas plantas, con su grabadora al hombro escuchando reggaetón en francés y su flor roja en la oreja, me asomo y veo a tres lindas niñas cosiendo sus coronas y flores que me explican usarán esa noche en un baile que presentan los domingos en el hotel que está precisamente enfrente de nuestra ubicación de anclaje. ¡Qué maravilla, no nos perderemos el espectáculo de estos bailes que parecen fáciles y no lo son! Platico un poco con ellas, me encanta preguntarles sus nombres con sonidos desconocidos para mí y sus significados. La más pequeñita de todas, una niña como de 7 años con su enorme boca y pelo largo café con mechones más claros, casi naranjas por lo que se le ha quemado con el sol, me dice que se llama Hakavei, y quiere decir: la dance de l’eau! (La danza del agua). ¿No son bellísimos?



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Por la tarde conocemos a Ali y a su hija Celia en la playa del hotel Están de vacaciones y son de Australia. Por fin comenzamos a ver el tipo de construcciones que se ve en la revistas y publicidad de la Polinesia. Con sus búngalos de techo de palma que flotan sobre el agua, muelles que quisieras pintar en una clase de proyección por lo perfectos que se ven desde la orilla y se deslizan en dirección al mar, con ese colorido de cuento, donde quieres sentarte a observar o brincar al agua. Los niños juegan y avientan migajas de pan a los peces, hay muchísimos, meten sus pies y sienten las pieles suaves y resbalosas de estos animales que parecen formarse cuando avanzan. Se avientan clavados, están felices, no vemos un solo tiburón y a mí me regresa el ritmo normal del corazón por un rato más. Vital decide echarse clavados de flecha desde una altura de 2m sobre el agua y cae como profesional, le pongo un 9.3 de calificación por las pocas gotas de agua que salieron y se fascina con la actividad, cálculo se aventó unas 34 veces mínimo.

Se acerca esta mujer con un cuerpazo y veo a mi marido fascinado, me da un poco de envidia su abdomen plano y fuerte, su hija es de la misma edad que Alexa y ya son amigas, ya no se tardan ni dos minutos en comenzar una nueva amistad, con el saludo empiezan a jugar. Alejandro platica con ella y yo estoy ahí, pero no me logro enganchar en su conversación pues estoy supervisando a super man y sus clavados, a Diego que salta de un muelle a otro y al mar sin ver y a las niñas que, cursis como somos, gritan y giran en el agua entre peces que las rodean. Vuelvo cada vez que puedo a los cinco metros que me separan de mi marido y ella, cacho pedazos de la conversación participando muy poco. Ella sonríe y es un encanto y yo siento que me faltan ojos. Pasamos un largo tiempo ahí y quedamos de vernos más tarde pues a las 8:00 es el show del hotel, las niñas que conocí a medio día van a bailar y yo no me lo quiero perder.

ALEXA está feliz, elige su ropa y se arregla para bajar a este elegante hotel, Diego y Vital no sé cómo siguen despiertos después de lo que nadaron, comemos cualquier cosa y ya debemos volver. Yo no le pensé tanto al atuendo, me pongo un jumpsuit azul marino y ya estoy lista, mi nuevo look de pelo en libertad me gusta y así estoy cómoda. Alejandro viene diciéndonos que siente que vive adentro de una película, está feliz, el mar es un plato, el viento es perfecto, bajarnos y subirnos al dingui es fácil, se ven las estrellas, nuestra vista hacia el hotel es muy bonita y estamos comenzando a querer a este nuevo lugar, tiene mejor infraestructura que FAKARABA, a mí ya me comienza a faltar civilización.

Me encuentro a las bailarinas y las observo ensayar con sus disfraces llenos de naturaleza que les duran una puesta. Volteo y veo a mi marido ya sentado en la mesa de Ali y su hermana, que en la tarde nos faltó conocer; Celia está jugando con Alexa en algún lugar, me hace señas para que me acerque y me jala una silla. Mientras camino hacia la mesa trato de descifrar mis emociones, pero no las entiendo. Siento como si me resistiera a algo que no sé qué es. Nos movemos al bar y cuando se para Ali de la mesa me doy cuenta de que trae un vestido rojo escotado y embarrado y me enojo un poco. Ya entendí, estoy celosa y mucho. Es tan buena onda que me cuesta trabajo odiarla, pero su pose, soltería y cuerpazo la delatan, es una coqueta y a mi marido, aunque trate de disimularlo, le atrae. Trato de ser tan natural como puedo, desvío mi conversación hacia su hermana, una simpática soltera australiana, mucho más relajada, con la que entablé una maravillosa conversación y me entiendo perfecto. Dejo que Alejandro platique con Ali, por lo que veo, soy pésima para mostrar posesión y mis celos son tontos en realidad, pero inevitables. Me asombra mi capacidad para mostrar indiferencia, creo que no es la peor de las armas y es la única que me atrevo a usar. Pero en el fondo estoy enojada y lo sabrá más tarde cuando precisamente la indiferencia se lo explique. Pasa la noche, vemos el show y nos sacan a bailar las Tahitianas, estamos divertidos, un ratito después los niños empiezan a caer de uno a uno. Vital se me acurruca en las piernas y se queda profundo, esto no lo podíamos hacer en Puebla, cuando estaba cansado se volvía llorón e insoportable, pero aquí solo me tiene a mí y ya aprendió que si se quiere dormir sólo tiene que cerrar los ojos y acurrucarse en mis brazos. Es una delicia pues ya está creciendo, me queda muy poco tiempo para poder hacer esto, una vez dormido lo paso a un sillón. Diego deambula un ratito más y encuentra un camastro perfecto para caer como bulto, y Alexa, que aguanta más el desvelo, va y viene con su amiga. El bar tiene algunos cuadros con piso de cristal y en la orilla barandales que te dejan asomarte a un mar iluminado lleno de peces y tiburones que también son un espectáculo. La pasamos bien, yo decidí disfrutar mi copa de vino blanco y no mal viajarme de más. Nada malo está haciendo mi marido y ella es sólo una guapa más que se cruzará en nuestras vidas, debo confiar en lo que soy y en lo que sé que me adora este cabrón. Sí, cabrón porque no puede evitar que se le vayan los ojos.

Me hago la pregunta, ¿con quien estoy enojada? ¿Con ella y su estúpido vestido o con él y su naturaleza masculina? Déjate de estupideces Bernadette, no ganas nada.
Cargo a mi meado hijo, pues en estos planes en los que se les agota la pila, al dormir pierden control de todo, se desconectan de su cuerpo por unas horas. Nos despedimos, y regresamos al velero a dormir.

Alejandro tiene ganas de seguir platicando en el barco, yo no, estoy seria y sé que lo intriga mi actitud, me comenta que le encanta el acento australiano y a mí me sale humo por las orejas con su comentario, pero sutilmente le contesto, a mí no me gusta la verdad, prefiero otros, estoy cansada y necesito dormir, buenas noches.



Lunes 27 de mayo

Ayer a la hora de los clavados, se me ocurrió la brillante idea de invitar a las australianas a pasar el día con nosotros en el barco, Alexa quiere seguir viendo a su amiga Celia, hoy amanezco y estoy arrepentida de la invitación. Me duele un poco la cabeza y en la noche cambié de opinión obviamente, pero ya quedamos y ya ni modo. Entre todos limpiamos bien y arreglamos bonita nuestra casita flotante para poder recibir a las visitas. Dan las 10:00 y se van Ale y Alexa a recoger al muelle a nuestras nuevas “amigas”. También invitamos a los chilenos, nos dicen que hay una playa muy bonita a cinco millas. Es un gran plan, pero yo no amanecí muy feliz que digamos y me toca ser anfitriona, ¡que flojera! Llegan todos y zarpamos rumbo a otro verdadero paraíso. Las palmeras abundan en un pedacito largo de playa que vemos desde el barco, un color azul precioso nos rodea y todos saltamos a refrescarnos al mar que tiene la temperatura perfecta, ponemos música, nos tomamos una cerveza HINANO, preparo botana y los veo disfrutar mucho este día. Yo por llevar la contraria no logro soltarme de mis estúpidos celos y me siento explotada. Hoy no estoy haciendo lo que me toca de corazón, lo estoy haciendo a la fuerza y eso está mal, pero: the show must go on.

Me doy cuenta que no estoy tan loca cuando también los chilenos hacen comentarios sobre la sexy Ali. Sin embargo, ella está en su rollo, con su hija se avienta al mar y no siento que pretenda nada malo, qué tontería estar tan celosa, ¿por qué no lo puedo evitar? Yo no soy así, no había sentido esto con otras guapas mujeres, ¿cómo le doy vuelta a esta absurda página? Vengo pensando también ¿y cómo me parto en 20? Vital quiere nadar sólo conmigo, Diego quiere explorar más lejos y tengo que estar al pendiente, ese niño no tiene miedo de nada, yo sí; Alexa quiere lucirse con su nueva amiga y me pide y pide cosas, Ale atiende a todos con su mejor sonrisa y la está pasando bomba y yo sigo sin poder nivelar mis niveles de ansiedad para poder disfrutar, pero disimulo como la más grande actriz de este mundo, sólo que alejada, me siento lejos de esta fiesta.

Nos bajamos a la playa, el mar hace una pequeña curva y crea una alberca perfecta con sombra de palmeras, inexplicable, parece mandada a hacer, caminamos hacia un barco que encalló hace poco tiempo y está ahí, inclinado en una orilla, con su tremendo tamaño abandonado, se me parte el corazón de ver esa escena, es un barco moderno, puedo vibrar la tristeza que siente de tener al mar enfrente y no poderlo tocar. Regresamos al barco los seis adultos y cuatro niños apilados en nuestro dingui y sigue la fiesta. Katherine, la hermana de Ali, me hace platica y me invita a sentirme cómoda otra vez, es linda y los chilenos vienen fascinados. Ali le hace plática a Alejandro y noto normalidad. Los niños empiezan a tener hambre de nuevo, pido que ya nos regresemos, ya está oscuro y ya me cansé de todo, de atender, de fingir, de cuidar, de sonreír, de lavar, de estar sin estar. De todas formas es una hora más de navegación para regresar a anclarnos frente al hotel. Aunque cansada preparo una pasta y té helado para todos, en el mar te da más hambre y sed de la normal. Les pongo una película a los niños y reparto la cena. Llegamos y nos anclamos fácil, todos están muy agradecidos, yo sonrío con un nudo en la garganta, nos despedimos y se van.

Me doy cuenta que ya estuve enojada muchas horas, por fin se duermen mis hijos y logro hablar, pero quisiera gritar, intento explicar mis emociones y expongo mis intuiciones y miedos. Lloro y me enojo y luego lloro y me rio, Alejandro está callado y solo me escucha, me pone atención, ahí lo tengo sentado frente a mí como un niño obediente y así estoy, sacándolo, dejando fluir todo lo que aún tengo atorado, no me puedo entender ni yo, a veces este tipo de corajes posiblemente buscados, te destapan otras válvulas dejando escapar sentimientos que se guardan como archivos comprimidos en el pecho. Y esas emociones te recorren pulmones y garganta, sofocando la nariz y pasando por la frente y los ojos que dejan salir este tóxico líquido encapsulado que una vez que sale se purifica y evapora, perdiéndose o convirtiéndose en una lección y te sanas el corazón. Llorar a mí me cura, lo juro.

Creo que he cargado con algunos pesares que no he querido ver, se me están revelando poco a poco, pasan por enfrente de mí, recuerdo momentos donde en muchas ocasiones estuve en dos y hasta tres sitios a la vez, no pudiendo disfrutar ninguno.
Los “PENDIENTES” fueron tantos antes de zarpar que ahora los revuelvo en mi mente, no puedo tener ordenadas mis ideas de todo por lo que pasé, pero sí tengo los recuerdos y guardo las emociones más profundas de cada acción y decisión que tomamos. Me dieron mil abrazos y sentí cariño profundo de mucha gente que se alegraba por nosotros, pero nos quieren y extrañan y nosotros a todos ellos, de esas amarras no me suelto, me sostienen y me apapachan al recordarlos.

Fluyan lágrimas, purifíquenme, he venido cargando hasta éste lado de la tierra algunas culpas, algunos “hubiera “, varios miedos y despojos. De un tiempo para acá me ha tocado ser un filtro donde desembocan varias venas mías y también de mis hijos y marido, hasta de mi madre, éste filtro sólo ha dejado pasar lo bueno a la hora de tener que dar una respuesta y lo que ensucia la vida, se ha quedado atorado ahí, es mugre que debo quitar, hoy necesito limpiarlo, no creo que logre dejarlo como nuevo, poco a poco tendré tiempo y dejará nuevamente pasar mi positivismo y seguridad. Los estúpidos celos fueron la gota que derramó el vaso y estoy feliz de poder llorar. Mi marido no sabe ni cómo disculparse, le parezco un poco exagerada, pero aun así lo hace y le da paz a mi corazón. Me abraza y me reconforta sinceramente diciéndome que soy el amor de su vida y que no entiende por qué me entraron estas dudas tan absurdas.

No me espanta que Alejandro se volteé a ver a una mujer guapa, lo que me aterra es que a mí me cause inseguridad, éso es lo que me tiene furiosa, yo no soy esa persona y no pienso convertirme en ella. Es únicamente mi decisión, una vez hablado el tema, le daré carpetazo y quemaré el archivo. Es cansado no poderme a veces escapar y mejor me voy a dormir, mañana será otro día. Solo necesito tiempo para que mis aguas se calmen, pues en este viaje realmente estoy cada día más feliz y agradecida. Me choca que de pronto lleguen a mí tsunamis de emociones con corrientes del pasado, debe ser que necesito digerir y sanar lo que no tuve tiempo de hacer en el momento que las viví.

Martes 28 de mayo

Se nos están escapando los días, me siento mucho mejor, los músculos de mi frente y cara están un poco adoloridos e hinchados, me aviento al mar, como si no le temiera y automáticamente se me quita todo, me siento más ligera, un poco más liberada.

Hoy nos vamos a bajar al hotel a tener internet y revisar mails, whatsapp, cuenta en Facebook, instagram etc... qué rico, me escaparé por “la nube” un momento, mientras los niños nadaran en el mar y Ale y yo tomaremos cervezas.

Nos encontramos de nuevo a las australianas, hoy sale su avión y quieren pasarme todas las fotos que tomaron ayer, se los agradezco pues yo no tomé ni una. Me piden nuestros datos para poder contactarnos después y yo los suyos, pero Ali no tiene cuenta de Facebook ni Instagram y nos explica un poco nerviosa que es porque sus dos vidas no pueden mezclarse, ¡qué intriga! No puedo evitarlo, le pregunto ¿cuales dos? ¿De qué hablas? Ayer nos platicó que se dedica a rescatar lenguas australianas que se están perdiendo, que ha viajado a México y a otros países en la misma situación para presentar el programa que utilizan. Me pareció un trabajo complicado, honorable e interesante. Y de pronto nos confiesa que también es profesional de POLE DANCE y otro tipo de baile que no entendí. Con su celular en la mano, terminan de pasarse más fotos y nos pregunta si queremos ver su última presentación donde ganó segundo lugar. Alejandro me voltea a ver preocupado, yo estoy a punto de soltar una carcajada, pero me aguanto, la cara y el nervio de mi marido lo estoy gozando, y le digo, ¡claro! ¡Nos encantaría! Ya, cerremos con broche de oro éste encuentro. Disfrazada de gato, sube y baja por un tubo, sostenida por sus piernas o sus brazos, logra ponerse de cabeza, de lado, hace giros, se mueve muy sensual en un escenario que sólo la ilumina a ella, tiene las piernas amarradas al tubo, nos explica la puesta en escena, su actuación es la de una pantera que está encadenada y se mueve en busca de su libertad. Esta mujer ama exhibirse, ahora lo sé, pero no es mala.
Yo no doy crédito de lo que está pasando, Alejandro disimuladamente con un ojo ve el celular y con el otro a mí, que ya liberada estoy disfrutando esto. No puedo hacer otra cosa que aplaudirle y hacerme en este último segundo su amiga. Jajaja jajajaja, me necesito reír y mucho, lo haré al rato, debo mostrar seriedad en este momento. Me tranquiliza la mente saber esto, mis sospechas y angustias extrañas, que no encontraban una respuesta precisa a sus atuendos y actitud disimuladamente coqueta de los días anteriores, por fin toman forma y es como si encontrara el eslabón perdido para cerrar esa cadena de amargura que dos días sufrí tontamente, en mi mente la premio con la cadena que acabo de cerrar, se la regalo y pongo al cuello con una medalla de honestidad y me despido de ella y de todo lo que viví con esto.

Miércoles 29 de mayo

Interesante conocer una PEARL FARM. Resulta que el hombre interviene en el proceso de estas maravillas, yo esto no lo sabía. Un japonés se tardó 25 años en hacer pruebas, hasta que logró tener la fórmula para resumidamente, inseminar conchas de nácar gris y que salieran esferas perfectas, eso es lo que buscaba monsieur Mikimoto. Dentro de las conchas, que se llaman científicamente algo como “PINTADA-MARGARITIFERA”, hay un saquito transparente que es el apéndice, al que yo comparo con el útero, ellos le llaman también “pearl pocket”. Con mucho cuidado y abriendo poco la concha para no matarla, introducen un bisturí y le hacen una incisión a ése saco, después colocan dentro un núcleo pulido y perfectamente esférico, hecho de otro tipo de cocha más gruesa que se da en Mississippi, y un pedacito muy chiquito de “el manto”, una especie de tela viscosa pegada a la concha que parece la base de un portobello , éste genera el nácar gris que cubrirá el núcleo capa por capa hasta obtener la perla. Amarran varias conchas ya cargadas a un hilo grueso y resistente y lo colocan dentro de unas jaulas para protegerlas de los depredadores. Ya en el mar con el tiempo y la rutina normal de la concha, una nueva perla surgirá dentro de 3 años, si el saquito no rechaza al núcleo. Qué grande y paciente puede llegar a ser la inteligencia del hombre, pero en realidad en mi corazón siento un sentimiento decepcionante, me pongo a pensar en lo obsesivos que podemos ser también y lo poco respetuosos que somos de las cosas de la naturaleza que ya son maravillosas. Entro a la “boutique” y sólo veo perlas esféricas perfectas. Esto es demasiado japonés para estar aquí. Me habría encantado que Diego lograra sacar la perla deforme que vio snorkeleando, cuando la concha le prensó sus deditos y lo cortó, tienen un reflejo y una fuerza al cerrarse impresionante, esa sí sería un verdadero tesoro. Aun así, no dejo de admirar la belleza de los tonos que logra dar el diminuto trozo de manto, Dios sigue haciendo milagros.

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Jueves 30 de mayo

Se nos enferma Diego, lleva tres días quejándose y yo de no pelarlo, lo revisé en dos ocasiones y no vi nada, pero hoy le siento la frente caliente y se queja también de la panza, ésto ya es calentura, le pedí que se lavara bien los dientes y con una lupa me acerqué a la muela que dice que le duele, trae un hoyo bastante grande y le está doliendo. Al mismo tiempo se le juntó con una congestión y escurrimiento nasal muy incómodo y ya trae las narices rozadas, ¡ay no! pobre. Le doy ibuprofeno y se le calman los dolores, nos urge un dentista y estamos en una isla paradisíaca, pero de poca infraestructura. Deberemos controlar el dolor hasta localizar uno aquí o en otra isla. En nuestros planes está zarpar a Tahití mañana y debemos comprar comida y también gasolina antes de irnos. Lo veo cada segundo que pasa del día más ojeroso y no quiere hacer nada, esto me angustia, pero tendrá solución.

Ya controlada la situación, decidimos que debe ser un día de no sol, así que estamos en el barco y aprovecho para limpiar a fondo, ya soy más eficiente en esta tarea, me tardo menos y me queda cada vez mejor y más limpia mi casita.

Sentados en la bañera después de ir al pueblo a preguntar por el doctor que no estaba y comprar las frutas y verduras más caras de nuestras vidas, regresamos al barco y gozamos con los niños de un cielo que parece de espuma, las nubes se acomodaron y esparcieron de tal manera que así las descifro y detrás de esa espuma morada y blanca que contrasta con el cielo azul, aparece nuevamente la luz naranja y rosa fosforescente que sólo aquí se enciende tanto, pintando cielo y mar hasta ésta esquina del mundo. Los tonos cambian por segundos, la textura de las nubes es la misma, lo único que sé es que parpadear es mala idea.

Los niños se quedan viendo películas y Alejandro y yo nos bajamos a revisar cosas de la red al hotel. Estamos tomando una cerveza y platicando cuando se acercan una pareja de franceses que nos cuentan que son de Marsella, sólo de verlos me caen bien y siento que los conozco de toda la vida, tienen unas caras tan conocidas para mi cerebro, que trato de encontrarles parecido con poblanos. En fin, después de tocar varios temas les platico de mi hijo enfermo y como mandados por Dios, me resuelven la situación dándome el contacto de un dentista amigo suyo que vive en Moorea. Lo llaman y nos recibirá el lunes a las 8:00 a.m. ¿Lo notan? Tenemos ángeles que nos van cuidado todo el tiempo.

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Sobre el autor

Bernadett Sánchez del Castillo

Bernadett Sánchez del Castillo es artista plástica poblana. Tiene estudios de diseño textil en la Ibero Puebla y se ha especializado en el diseño y fabricación de joyería en plata en la empresa ProcesAg, ubicada en Cholula. Su trabajo ganó el concurso de diseño de joyería para Swarovski  Es miembro de la tripulación del ALDIVI, el velero en el que la familia Sánchez Irigoyen le da desde el 22 de marzo del 2019 la vuelta al mundo.