Noticias falsas: Extra,Extra, Read All About It

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A los pocos días de tomar la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump puso sobre la mesa de discusión el tema de las noticias falsas (fake news). En la Conferencia de la Acción Política Conservadora dijo que estaba “en contra de las noticias falsas (…) estoy en contra de la gente que inventa historias e inventa fuentes”. Esto para referirse a los medios de comunicación que no le son afines, los que su gobierno califica como enemigos del “pueblo estadounidense”.

Y añadió que los medios de comunicación que se reservan o no identifican de manera pública a sus fuentes lo hacen, para crear noticias falsas. Lo afirma un presidente que el 80% de lo que dijo en la campaña fue mentira, como lo demostraron los grandes medios estadounidenses. Para Trump la verdad es algo irrelevante. Y asume que tiene derecho a la mentira en la lógica de que el fin justifica a los medios.

Kellyanne Conway, asesora de Donald Trump, llama “hechos alternativos” a las mentiras manifiestas de Trump y algunos de los integrantes de su gobierno. Con sus mentiras trata de ganar a sus electores, a los que trata como débiles mentales, que quieren oír precisamente lo que él les dice. Así obtiene su apoyo y fidelidad. Estos, a su vez, se sienten validados en su pensamiento, en sus actitudes y comportamientos.

Los seguidores le creen, es una cuestión de fe, que Trump dice la verdad y los medios a los que éste acusa de mentirosos lo son y por eso pasan a ser enemigos del “pueblo estadounidense”. No importa lo que realmente es, se exprese o suceda. Lo que vale es lo que su líder dice. Robert G. Parkinson, profesor de la Universidad de Bringhamton, en un artículo publicado en The Washington Post, afirma que la construcción de noticias falsas no es un fenómeno nuevo en la política de Estados Unidos.

Documenta cómo algunos de los padres fundadores de la Nación construyeron noticias falsas en su lucha por la independencia y la consolidación de la misma.

Shane Harris, periodista de The Wall Street Journal, documentó cómo los órganos de inteligencia de Estados Unidos han decidido no entregar toda la información al presidente Trump por temor a que la haga pública. El gobierno por eso lo acusó de divulgar noticias falsas. Dice que los seguidores de Trump desconfían de los medios veraces y “solo van a las fuentes de noticias donde ven lo que quieren escuchar”. Esa gente califica de noticia falsa todo lo que no le gusta.

Comenta que el periodismo de Estados Unidos tiene ahora un gran reto: hay que ganar la confianza de la gente. Y para eso es necesario hacer un trabajo con fuentes confiables. Se requiere más que nunca de parte de los periodistas honestidad intelectual y transparencia. Sostiene que la mayoría de los simpatizantes de Trump se hacen de información de fuentes muy poco confiables, de otros simpatizantes, de Facebook –que en ese país tiene 200 millones de usuarios diarios– y de la prensa afín.

La llegada de Trump al poder abrió un doble discurso en torno a lo que se conoce como noticias falsas. De un lado está que toda noticia que no gusta a Trump y a sus simpatizantes la califican como falsa. Del otro lado está que Trump y los medios afines construyen y difunden noticias falsas que son asumidas como verdad por sus simpatizantes. Eso y no otra cosa es lo que quieren oír.

En ese horizonte, Steve Coll, decano de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, plantea que a pesar del ambiente contaminado que generan las noticias falsas en Estados Unidos hay un “periodismo robusto” que se hace valer en la sociedad estadounidense. Así, el portal de los periódicos del grupo Gannet tiene 100 millones de visitas diarias y CNN en su Web la misma cantidad. Hay otros medios que sus portales tienen entre 70 y 50 millones de visitas diarias.

Coll dice que estos son medios que invierten en la construcción de un periodismo profesional serio. Y también hay un gran número de periodistas que están dando la batalla contra las noticias falsas de Trump y los medios que le son afines. Eso exige de los periodistas un trabajo más duro. El público lo empieza a reconocer. Un ejemplo es que The New York Times y The New Yorker han aumentado en forma considerable sus suscriptores. La gente busca información fiable.

El problema de las noticias falsas en su doble vertiente no es exclusivo de Estados Unidos. Está presente en otros países. En el caso de México ocurre algo muy semejante con Andrés López Obrador y sus seguidores. Si una noticia no les gusta la califican como falsa. La atribuyen a una campaña orquestada en su contra. En cambio los seguidores de López Obrador están dispuestos a creerle todo lo que éste les diga incluso cuando es una noticia evidentemente falsa.

Para la redacción de este texto se revisaron, entre otros, los siguientes artículos: “Las vacas locas de Trump”, John Carlin, El País, 20.02.17; Cómo sobrevivir a la era de Trump, Joseph E. Stiglitz, Negocios, El País, 26.02.17; “Incertidumbre trumpiana”, Joseph E. Stiglitz, Negocios, Reforma, 11.01,2017; “¿Falsas noticias? Una historia muy antigua”, Robert G. Parkinson, El Economista, The Washington Post, Año II, Número 103, 2-8.12.16; “Los trucos publicitarios no son políticas reales”, Paul Krugman, El Financiero, The New York Times, 24.04.17; “Las noticias que no les gustan ahora son falsas”, Carlos Loret de Mola, El Universal, 23.02.17; “El ambiente está contaminado por las noticias falsas”, Andrea Aguilar, Ideas, El País, 27.11.16.

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Sobre el autor

Rubén Aguilar Valenzuela

Rubén Aguilar, comunicador y politólogo, un tiempo jesuita, ha sido impulsor de de una veintena de organizaciones de la sociedad civil, entre ellas el Centro Mexicano para la Filantropía (CEMFI), FunSalud y consejero del Instituto Nacional de Nutrición Dr. Salvador Zubirán. Fue consejero de empresas como Grupo Carso, Grupo Alfa y Cinépolis.Licenciado en Filosofía (1969-1972), y un tiempo participó como vocero del gobierno de Vicente Fox. Es Maestro en Sociología (1975-1978), y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana (1985-1987).