Llegó la mudanza a la Casa Blanca

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Vida y milagros

Las personas nos vamos proyectando en los detalles, podemos ser leídas en los mensajes que transmitimos en un gesto, una mirada o en el lenguaje corporal que a veces creemos invisible. La forma de vestirnos, de conversar y de movernos, la forma de bailar, si es que lo hacemos, transmite nuestra manera de estar en el mundo. También hablan por nosotros las cosas que nos rodean y que acompañan nuestro diario vivir.



En la mañana del 20 de enero la mudanza final llegó a toda velocidad a la Casa Blanca, poco después de que los Obama fungieran como anfitriones por última vez, cuando recibieron a tomar el té a las diez de la mañana a los nuevos inquilinos. Trump llegó con un abrigo largo, perfecto disimulador de kilos, acompañado de Melania, siempre rígida e impecable, con su mirada lejana y azul, llevando un misterioso regalito en las manos que le entregó a Michelle, que dio dos vueltas sobre su eje para ver quién se hacía cargo del estorbo de Tiffany antes de posar para la última foto. Los soldaditos de plomo que adornaban la puerta, impasibles. Obvio, no tienen un eficiente guarura mexicano de esos que se hubieran aventado a desaparecer el regalo antes de que estorbara. Fue el mismo Obama, persona probadamente útil, quien tomó el regalo y cruzó el umbral para entregarlo a un asistente adentro de la casa. Muy ilustrativo.



Inmediatamente después del trago triste para unos y alegre para otros de la ceremonia del té, llegaría la cola de la mudanza y el equipo de decoradores, mientras Trump daba su predecible y gris discurso de toma de protesta, acompañado antes y después por la variada oratoria de un montón de clérigos de diferentes iglesias y credos. Esto es algo incomprensible para mí, ustedes perdonen, pero yo creo en el estado laico y me parece que las religiones mezcladas con política ya han tenido suficientes oportunidades para hacer daño y arrojar nefastos resultados sobre el mundo. El César en su casa y los dioses en la suya. Pero aquí todo se revuelve con el nombre de Dios hasta en el dólar. ¿Qué hacía tanto sacerdote en una ceremonia cívica que debiera ser neutral? No es mi país y no debiera incumbirme, pero como han dado en meterse en todo el mundo y últimamente con nosotros, me incumbe.



Llegaba la mudanza mientras Trump atendía, grandilocuente y soberbio, el ceremonial. Finalmente su cabeza ya se ve encaminada a lucir una melena blanca que de momento todavía es de dos colores, pero el pelo amarillo huevo por fin parece ir cediendo terreno al blanco; quizás en eso pensaba su esposa Melania mientras lo miraba con su gesto de eterna sonrisa congelada e inmutable. Rara vez enseña los dientes al reírse. Detrás de ella, toda de blanco como diosa vestal, con cara de soy la que importa pero qué tal lo disimulo, el verdadero poder junto al trono, la imprescindible Ivanka, la señora de las adoraciones del papá.

Mencionar la mudanza pareciera irrelevante, pero no lo es. Los cambios proyectan todo un estilo de hacer y mandar del nuevo presidente norteamericano. Las cortinas, tapetes y muchos muebles de la casa y el salón oval fueron sustituidos por cortinas doradas acompañadas de muebles y decorados que parecieran propios del palacio del César patético y cruel que aparece en la película de El Gladiador. El imperio más poderoso del mundo cada vez se acompaña más de ornamentos y formas propios no solo del imperio romano sino de otros imperios. En la ceremonia, el decorado exterior de la plaza del obelisco, la forma de colocar las banderas y el escenario frente al moderno templo de la plutocracia gringa me recordaron los sets de Hollywood, el gusto por el boato del tercer Reich y la rigidez de las ceremonias de los estados totalitarios. Hasta la bonita güerita de ojos azules que cantó el himno fue perfectamente escogida y fotografiada para sacar una que otra lágrima emocionada de los espectadores. No fue un coro multirracial sino una güerita de bella voz, inconfundiblemente blanca. De remate, la pareja Trump, de entrada, doró la casa presidencial seguramente a cargo de su propio bolsillo, porque como bien lo investigó Héctor Aguilar Camín, quienes llegan a habitar la casa presidencial no tienen un gran presupuesto para caprichos, y hasta el último centavo que gastan las parejas presidenciales y sus críos tiene límites muy claros; cada gasto extra no contemplado se carga a los honorarios de quien ocupa la presidencia. Para fortuna de Trump, la ley no prohíbe adaptar la casa a los gustos del nuevo inquilino siempre y cuando él pague todos los gastos que excedan el presupuesto, aunque vigilados por un comité de conservación. Dorar los excusados, las llaves y todo lo dorable definitivamente no fue problema. Dinero como arroz. Su patrimonio, según la página oficial de su biografía es de 4500 millones de dólares.

Está documentado que la esposa de Abraham Lincoln encontró la Casa Blanca en muy malas condiciones. A ella le encantaba la decoración, así que decidió arreglarla sin medir las consecuencias de su dispendio en medio de la guerra. Si Lincoln no hubiera sido asesinado, no le hubiera alcanzado la vida para pagar las deudas adquiridas por su esposa Martha, quien ya viuda, tuvo que reducir su servicio a dos personas y pedir prestado a los amigos para pagar las telas que había quedado a deber para tapizar muebles y para mandarse a hacer sus vestidos. Lincoln sufrió mucho las penas de un hombre austero, honrado y sin ahorros, atormentado por las demandas y deudas de una esposa gastalona. Ninguna de esas penurias conoce la familia que el viernes llegó a vivir a la Casa Blanca.

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Dos cambios significativos hizo Trump en el salón oval. La primera fue colocar cortinas doradas y tapetes a juego. La segunda fue retirar la escultura de Martin Luther King Jr. que Obama tenía a un lado del escritorio. Trump colocó ahí el busto de Sir Winston Churchill que forma parte del acervo de la Casa Blanca. Decían que Obama había mandado la escultura de regalo a la embajada de Inglaterra. Falso, sólo la había movido fuera del salón para colocar la escultura de uno de los más grandes líderes que ha dado la historia americana. Al regresar el busto de Churchill, Trump honra al país del cual emigró su madre escocesa, ingresando a Estados Unidos como turista en 1930, aunque desde el principio su intención fue quedarse. Su gesto es una oda selectiva a la migración que hoy persigue. También el gesto de Obama de colocar a su lado el busto de Luther King es una oda y un reconocimiento a la migración forzada, la migración esclava, la migración basada en el abuso y el secuestro de miles de africanos que no pidieron llegar a un país que acabó volviéndose su país a fuerza, aunque desde el principio de la era colonial la esclavitud existió y fue firmemente establecida en la Declaración de Independencia, negándoles cualquier derecho a los negros. Esa escultura a su lado era un reconocimiento a la larga lucha por la integración racial y por los derechos civiles de todos los que forman ese país, incluidos los habitantes originarios antes de que llegaran los europeos.

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Al comienzo de una época impredecible e incierta, en que muchas cosas que creímos ganadas están en el aire, recupero las frases de dos líderes estadounidenses que marcaron un antes y un después en su país en materia de derechos civiles, dos líderes que coincidieron en la historia y que compartieron parte de los ideales por los que tuvieron que combatir juntos:

"La libertad tiene muchas dificultades y nuestra democracia no es perfecta, pero nunca hemos tenido que poner una muralla para evitar que las personas entren a nuestro país o para evitar que nuestra gente nos abandone."

John F. Kennedy, 35.o Presidente de Estados Unidos. Murió asesinado por arma de fuego a los 46 años, el 22 de noviembre de 1963

"No soy negro, soy hombre. Quiero ser hermano del hombre blanco, no su hermanastro."

"La no violencia es un arma poderosa y justa que corta sin herir y ennoblece al hombre que la maneja. Es una espada que cura."

"La paz es más preciosa que los diamantes, la plata o el oro."

Martin Luther King Jr. Activista estadounidense por los derechos civiles , Premio Nobel de la Paz en 1964. Murió asesinado por arma de fuego a los 39 años, el 4 de Abril de 1968.

Trump tiene una obsesión con las fronteras y los muros, por las posesiones, la belleza blanca y las diferencias. Algunas buenas cualidades debe de tener, pero hoy no puedo dejar de pensar en las cosas que nos preocupan a tantos acerca de su personalidad. Por las redes corre de nuevo una vieja canción....

"Imagina que no hay paraíso ni infierno y solo el cielo arriba de nuestras cabezas. Imagina que no hay países ni fronteras, ni razones para morir o matar. Imagina el día en que el mundo sea uno solo."

John Lennon, Músico y escritor. Murió asesinado a los 40 años por arma de fuego en octubre de 1980.

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Sobre el autor

Verónica Mastretta

Verónica Mastretta. Ambientalista, escritora. Encabeza desde 1986 la asociación civil Puebla Verde y promueve con la OSC Dale la Cara al Atoyac la regeneración de la Cuenca Alta del Río Atoyac en Puebla y Tlaxcala.