Nixon vs Kennedy: el primer debate televisado de la historia

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Vida y milagros
John F. Kennedy llegó al set de televisión en el que se transmitiría el debate entre él y Richard Nixon perfectamente arreglado, vestido con un traje obscuro, recién rasurado y con un peinado que lucía natural pero que no había dejado nada a la casualidad. Iba muy bien asesorado por los agudos publicistas emergentes que dominaban ya el novedoso lenguaje televisivo, por lo que sabían que en ese encuentro una buena imagen valdría mas que mil florituras verbales.
Nada volvería a ser igual después de aquel debate que se llevó a cabo en la tarde noche del 26 de septiembre de 1960. La barba de Nixon era tupida y había crecido durante el día. Como el hombre duro, necio y macho que era, se negó a ser maquillado pues le pareció un tema propio de mujeres y no de políticos recios como él.Llegó con un traje gris, que se perdió entre los grises de la televisión en blanco y negro y los grises de la pared del set, mientras que el traje oscuro de Kennedy resaltaba y le daba una imagen poderosa y atractiva. Ahí sí que carita mató a rollero. La imagen de Nixon, con el cutis sombreado por la barba crecida recordaba a la caricatura del villano Pedro el malo. Kennedy era un hombre que aparecía eternamente bronceado y fresco, en parte por los efectos secundarios que en él provocaba la enfermedad de Addison, una deficiencia en las glándulas suprarrenales que le da a la piel un tinte dorado. Como esa enfermedad se trata con cortisona, la cara de Kennedy lucía llena en un cuerpo esbelto; todo él proyectaba la imagen de salud y éxito que tanto gusta al público americano, aunque en realidad era un hombre seriamente enfermo. Bien asesorado ensayó sus gestos y movimientos para aprovechar y dominar las ventajas de la telegenia.
Nixon, un hombre sano que murió de edad avanzada, acababa de ser operado de la rodilla, así que el dolor lo hizo sudar y parecer cansado y enfermo, aunque estaba muchísimo más sano que Kennedy. En esa guerra de imágenes Nixon perdió la presidencia.
El primer debate entre Hillary Clinton y Trump tuvo una audiencia de cerca de 80 millones de personas. Por eso es muy interesante saber que hace 56 años, el de Kennedy-Nixon, el primer debate político televisado de la historia, tuvo una audiencia de 70 millones de personas, en una época en la que aún faltaba mucho para que en cada casa hubiera una televisión. Este dato de audiencia nos da una idea muy clara de la importancia que tuvo para la historia de Estados Unidos y del mundo la revolución de un debate cara a cara, en vivo y en directo.
Hoy el mundo vive una nueva revolución mediática tan grande como la que vivieron Nixon y Kennedy . Hay un cambio radical en la forma de hacer campaña y en la forma en que se comunican las propuestas e ideas o la absoluta falta de ellas. Los debates, aunque aún tienen su lugar, ya no se reducen a una cita acordada en un set de televisión. Aunque la forma de debatir es distinta en cada país, ya ni en México es posible controlar eso, aunque muchos políticos aún caen en la estúpida tentación de no asistir a ellos o de querer controlar los debates intentando imponer condiciones de cámara fija, con unas réplicas y contra réplicas ridículamente acotadas, donde por el tipo de tomas, los contendientes parecen estar solos dentro de una cabina como las que se usaban en los concursos de conocimientos . En debates importantes para elegir presidente o a un gobernador, las tomas solo se permiten de la manera acordada por el equipo que va dominando en la contienda, pretendiendo evitar así dar cualquier tipo de ventaja al adversario. Esa fea costumbre de proteger a los candidatos que van adelante espero que muy pronto desaparezca de nuestro país, si no por voluntad, sí por la presión social y mediática y por el riesgo de verse mal al mandar señales de cobardía, rigidez, falta de habilidad, y sobre todo, por el riesgo de proyectar una imagen anticuada como la que proyectó Nixon, quien no solo subestimó a su contrincante, sino a los nuevos parámetros impuestos por la tecnología. Él mismo reconocería después que dedicó muy poco tiempo a prepararse para el debate y que no hizo caso de sus asesores de imagen. ¡Igual que Trump! A favor de Nixon está decir que él nunca volvió a repetir el error de no escuchar a sus asesores durante una campaña. Trump dice que no los necesita.
Por lo pronto, en la contienda por la presidencia de Estados Unidos, las campañas y la guerras mediática se libran de tiempo completo y el pulso de los contendientes tiene que ser más frío que el de un francotirador. Los puntos se van sumando y restando en twiter, en facebook y en todo el enorme universo mediático de radio, tele y periodicos impresos y digitales. Lo que parecía ser una fortaleza de Trump, su larga trayectoria mediática, puede volverse en su contra por el absoluto abuso que está haciendo de los medios de comunicación. Su sobre exposición le está empezando a pasar la factura. El que mucho habla, mucho yerra. Interrumpir a Hillary y al moderador 57 veces durante el debate, dice más de él que lo que en sí quiso decir cuando interrumpió. Mandar un Twit a las tres de la mañana insultando a una ex Miss Universo no parece hablar a favor de la cordura y sensatez de una persona que pretende gobernar al país más poderoso del mundo. El desmayo de Hillary y su discreto y bajo perfil con respecto a los medios, supuestamente le costó perder ventaja contra Trump, pero la insensatez, la bravuconería y el espantoso copete de Trump que es lo más parecido a un algodón de azúcar amarillo pegado en la frente de un señor, espero que sean suficientes para hacerle perder la presidencia de Estados Unidos.
Datos curiosos del debate de hace 56 años: Quienes lo oyeron por radio dijeron que había ganado Nixon. A falta de medios modernos, Kennedy llevaba en tarjetas escritas con grandes letras azules las respuestas a probables preguntas. Nixon tenía más experiencia, pero Kennedy se preparó mejor. El debate duró solo una hora e incluyó turnos de presentación, preguntas de un panel de periodistas y una declaración final. El debate se centró en política doméstica y no en la internacional. Nixon era el favorito porque venía de ser Vice Presidente de Estados Unidos. Nixon era solo 4 años mayor que Kennedy pero su actitud y rigidez lo hacían parecer mucho mayor.
Si Kennedy no hubiera muerto asesinado tres años después, es muy probable que hubiera muerto muy pronto a causa de las complicaciones de la enfermedad de Adison, agravada por el estrés y las bombas de narcóticos y estimulantes para quitarle el dolor de espalda y mantenerlo despierto. Nixon fue presidente de Estados Unidos de enero de 1969 a agosto de 1974. Tuvo que renunciar por tramposo. Sobrevivió a Kennedy 31 años.

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Sobre el autor

Verónica Mastretta

Verónica Mastretta. Ambientalista, escritora. Encabeza desde 1986 la asociación civil Puebla Verde y promueve con la OSC Dale la Cara al Atoyac la regeneración de la Cuenca Alta del Río Atoyac en Puebla y Tlaxcala.