Qué votamos este 5 de junio

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Hay respuestas que muchos tenemos a flor de piel. Esta es una.

Votamos por un Estado de ciudadanos con el que hoy no contamos, porque hoy todavía tenemos un Estado capturado por los poderes de facto que sostienen sus estructuras antidemocráticas y para los que no hay más votantes que los que genera la sobrevivencia del hambre y el hartazgo.

Votamos por un Estado soportado en la sociedad civil organizada que poco a poco, y por la vía de quitarle a los grupos de poder el control de los procesos electorales, ha logrado en los últimos treinta años desmantelar mucho de ese monolito que conocimos como la dictadura perfecta del PRI.

Votamos entonces porque entendemos que los procesos de transformación social sólo se comprenden con una perspectiva de largo plazo. Y que es el derecho al voto informado y libre el que construye ciudadanos e instituciones democráticas que desmantelan ese Estado capturado.



¿Por qué se habla de una elección de Estado?

En una perspectiva larga, porque el gobernante en turno asegura el control del organismo de Estado a cargo de las elecciones. El IEE. Y porque desde un Congreso a su servicio ha dispuesto reglas del juego que en la coyuntura le favorezcan; por ejemplo, el conjunto de obstáculos a las candidaturas independientes con los que logró al menos dos cosas: mínimo presupuesto y escasísima presencia masiva ante el conjunto del electorado; o la seguridad de que, en contubernio con las propias empresas de medios, nunca será fiscalizado el gasto aplicado con fondos públicos en periodistas y medios de comunicación.

En el corto plazo –y seguimos aquí el análisis hecho por el escritor Héctor Aguilar Camín para el caso corriente en Quintana Roo-- porque el gobierno obstruye la competencia, compra a los medios, desvía recursos para la “operación electoral” por su partido; y pone a sus funcionarios a organizar el voto, los responsabiliza de pirámides de votantes que empiezan por sus propios subordinados y se extienden a las familias y a sus amigos. El gobierno actúa como aliado y como sustituto del partido. Paga salarios a los activistas electorales, reparte de despensas y regalos, compra los votos.

De nuevo, ni más ni menos que el viejo PRI renacido.



¿Por qué votar este domingo?

La respuesta más racional, y que brota de lo observado en estos últimos meses, sería que contra una elección de Estado. Aquella en la que el poder económico y político sustentado por el grupo que gobierna, y con el uso de recursos públicos, se aplica para ganar la elección por la vía legal o ilegal, ni más ni menos. Justo lo que ha sido la historia de nuestro país en la llamada era del Partido de Estado, el PRI, y que hoy con formas nuevas o parecidas, se reproduce.



Pero esa respuesta por sí misma no resuelve otro asunto de fondo: ¿cuáles son las alternativas? ¿El otro viejo PRI sobreviviente al que se llevó consigo Moreno Valle? ¿El rescoldo de partido opositor de la izquierda perredista, convertido en satélite desde tiempos de Manuel Bartlett? ¿Los arrestos lopezobradoristas resistentes en Morena? ¿O la novedad incierta de una candidatura independiente?

¿Por qué votar entonces? No es sencilla la respuesta.

La respuesta más subjetiva, la fundada en el juego de las emociones que parten de las historia personal de cada uno de nosotros –nuestra visión del mundo, nuestra experiencia política, nuestras querencias y fobias particulares—, confrontadas con la personalidad de cada uno de los candidatos y lo que sus partidos, desde nuestra perspectiva, representan, probablemente deje de lado el tema de la elección de Estado. No lo dudará el llamado “voto duro” de cada partido, y si las estructuras trabajan, pagados o convencidos, irán a las urnas. Otros, y serán probablemente mayoría, se quedarán en casa.

En medio, los indecisos. Y los que se negaron a responder a los encuestadores por el sentido de su voto. La tercera parte del electorado.

En todo ese espectro está el voto contra ese Estado capturado que todavía nos explica como sociedad subdesarrollada.

Decisión informada

En días pasados, Mundo Nuestro, en alianza con e-consulta, presentó cuatro entrevistas con los candidatos de los partidos de oposición (PRI, MORENA, PRD y la independiente) y una crónica sobre el cierre en Puebla del candidato del gobierno, quién dejó esperando a los reporteros Sergio Mastretta y Rodolfo Ruiz. A su manera, y aún con el silencio del candidato del actual gobierno, los personajes de nuestra política ofrecieron un proyecto de Estado. Y la posibilidad de tomarlo o rechazarlo.

¿En qué medida ayuda ese trabajo periodístico a la toma de decisión personal de los ciudadanos lectores?

La que sea, pero que contribuya a generar votos informados y libres.

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