Dos cierres para contemplar la elección del 2 de junio

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Mirar a una elección desde el domingo anterrior

Los candidatos Miguel Barbosa y Enrique Cárdenas concuerdan en algo en sus discursos el domingo 26 de mayo frente a sus seguidores, pero inmediatamente se distancian. Los dos han buscado las emociones en los rostros de la masa que se revuelve en fervores e incertidumbres. El primero le indica qué debe hacer a la masa; el segundo le pide que retenga su mirada.



“Sonrían, que vamos a ganar”, grita Barbosa al mediodía. “Los veo a los ojos y les digo ¡aquí estoy!, todo depende de nosotros”, grita Cárdenas al caer la tarde.

De todo lo visto y escuchado ese día recalo en esos lances concretos en los que una multitud que por mil razones acude al mitin final de una campaña se humaniza frente al aluvión de futuros prometidos que carga el discurso político: la gente puede sonreír, las personas pueden sostener la mirada para calar la profundidad de tu compromiso.

Finalmente, aquí abajo del presídium, cada uno toma sus decisiones.

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Cierres de campaña en Puebla. Una masa batida por el sol en los Fuertes. Una masa sentada en sombra en Cholula. Por Barbosa la primera, enorme, tan grande que puede estar siempre en fuga, una vez cumplido el pase de lista, y no se escurre en claros de cemento fundido en el mismo sitio del funeral de los Moreno Valle el 25 de diciembre. La segunda es apenas suficiente para cubrir el sillerío bajo el manteado dispuesto para librar del sol vespertino a los seguidores de Enrique Cárdenas. Cierres de campaña, entonces. Una semana previa al domingo electoral plagada todavía de acusaciones y denuncias entre las dos que se disputan la gubernatura. Suenan los tambores en la tarde del viernes en la que escribo esta crónica.

Dos cierres. Dos personajes. Dos proyectos de Estado. ¿Es posible confrontarlos en sus diferencias con una simple asistencia a los mítines con los que concluyen dos meses de campaña? ¿Y la última semana los contiene en sus personalidades y perspectivas? Intento mirar en flashazos los dos eventos del domingo para perfilar justo la burda frontera entre la historia personal de los candidatos, la idea de lo que harán si ganan la gubernatura y la estructura política en la que han soportado estos dos meses frenéticos, con todos los lastres que eso representa para ellos.



Apunto en mi libreta al final de cada ciere el perfil que brota a vuelo de pluma sobre cada uno:

Astuto, pícaro, Miguel Barbosa, estrictamente profesional, maestro en los amarres, tal vez demasiados amarres, con la palabra reconciliación a flor de mercadotecnia, no sé si despechado entonces.

Inteligente, aplicado, Enrique Cárdenas, de probada capacidad para escuchar y aprender de los otros, con la mirada cristalina de un hombre bueno que sus rivales confunden como ingenua.

Domingo de sol y masa

Barbosa

Escuchar, analizar, decidir

Ante Zaragoza, a las 11.43. A la vieja usanza, las patrullas han cerrado el paso al tráfico y el taxi que he tomado en el centro ha hecho milagros para acercarme al cerro. Francisco López Barrientos es un hombre que ha marcado hace tiempo su raya con la política: “Nunca he sido parte de una masa, como esos acarreados –me dice al volante de un taxi con un cartel que lo anuncia en facebook, y señala a un grupo que sube a pie y que se identifica con una cartulina al frente con la palabra Tepeyehualco --. No señor, yo he aprendido en la vida que hay que observar, y no mirar, escuchar, y no oír, y analizar, para decidir. Por eso le digo que nunca me verá usté ir a un mitin así…”

Lo dejo en su solitaria ciudadanía y me tiro al arroyo humano que trepa hacia los Fuertes. La masa sube y lleva la marca en las playeras, Barbosa, Morena, me canso ganso plasmados en blanco. Caminamos a la sombra de los eucaliptos enfermos por una plaga implacable que poco a poco les quita la vida; los fresnos jóvenes ya alcanzan a salvarnos también del sol de fuego que nos espera arriba. Escucho la angustia blanca de una mujer que se ha detenido un instante: “Mi hijo, ¿dónde anda mi hijo?, es que quedé en enseñarle los Fuertes, y ya desde aquí se mira uno…”

Arriba, lejos, canta Gabino Palomares algo de Silvio Rodríguez. En el arroyo un grupo se detiene pues una muchacha reparte camisetas del partido verde. A mi lado un chamaco pasa corriendo y le grita al cel que tiene que ver de dónde saca más lunches. Una señora se prueba una camiseta soy una nueva generación verde sobre una que le aprieta la panza con el #Unidos con Barbosa. Me dice que viene de Cuautempan, en el corazón de la sierra, un pueblo asomado al Zempoala, río abajo de Tetela. “No sé quién vaya a ganar –me dice--, pero nosotros estamos con el verde.”

La masa sube, entonces, con sus aires y sus suspiros y sus reclamos. En la mirada de cada uno su propio destino. El taxista no se quiere masa, la señora quiere ver su fuerte.

Barbosa se mira en AMLO.

En la mitad de la masa barbosista. Ya pasaron los rezanderos aztecas, ahora es el turno del batallón de Xochiapulcas. De todo lo esperado en la formalidad de un mitin que reproduce los mejores planos de la era priista, el candidato de Morena no sorprende cuando acude al indigenista que lleva dentro: rezos a los cuatro vientos, glorias a los dioses mexicas, tamborazos sin freno que el animador del evento confundirá con batucadas. La masa ha tomado la plancha que remodelara hace unos años, insulsa Moreno Valle --la misma a la que le trajeron en restos para su funeral el 25 de diciembre, la que perdió su esencia histórica con el mamotreto encristalado que impuso el difunto sobre el Fuerte de Guadalupe--. Los barbosistas han borrado esa fecha del imaginario y el tinglado que han dispuesto recupera estrictamente la escenografía con la que el candidato López Obrador cerrara su campaña a la presidencia en el 2018. Vuelan por aquí y por allá los drones, componen la imagen de una multidud aturdida a fuerza de altoparlantes más implacables que el sol que la calcina.

Aquí un vistazo a este caluroso mitin a mediodía.

En una plataforma de prensa, a cincuenta metros del presídium, observo el cerco inmediato y su griterío. A un lado un ruidoso grupo de Chiautla de Tapia porta una camilosa con un insondable impreso #AmericosContigo; atrás de ellos, un contingente de maestros del Consejo Taxista, un grupo de dos mil choferes hasta hace dos semanas de probado acarreo histórico de votantes priistas, pero que al grito de mando del cetemista Leobardo Soto se pasó sin chistar a la canasta de Miguel Barbosa; a la izquierda, unos encamisados en amarillo que se dicen miembros del Consejo Nacional de Sociedades Y Unidades de Campesinos y Colonos, CONSUCC por sus siglas. Los primeros no dejan de gritar, y encabezarán la nutrida rechifla al dirigente nacional del Partido Verde, un tal Puente, el del infundido contra Enrique Cárdenas en el 2017; los taxistas saben por quién están aquí (“Nosotros venimos porque así lo quiso nuestra líder Érika Díaz –me dice Rutilo Cerón Durán, un antiguo policía estatal de 71 años de edad y 25 de andar trepado en un taxi--, la señora pesa todo lo que vale, activa en todos los sentidos. Además, porque estoy contra la inseguridad, y a favor de la Guardia Nacional, la policía está rebasada, contra la delincuencia sólo podrán los soldados y los marinos.”); por los del CONSUCC habla Oscar López, un politólogo egresado de la BUAP al que rodea un grupo del que no escucharé porra alguna al candidato (“Nosotros gestionamos recursos para los campesinos, y trabajamos desde hace 25 años con el gobierno federal, con el que esté, y para que se dé una idea, en el 2018 logramos apoyos para Puebla en fertilizantes para 16 mil hectáreas y 50 tractores. Y le digo ahora que el PRI ya no tiene nada para garantizar algo a los campesinos, el PAN dio un apoyo raquítico al campo, Cárdenas es un buen candidato, pero se trepó en muy mal momento al PAN, que hoy por hoy no es un partido, Moreno Valle era el partido. Así que Barbosa es el único con un proyecto que garantice apoyo al campo. Venimos en 50 camiones, señor, de todo el estado. Y no, ni idea de quién los haya pagado, sólo sé que nosotros no fuimos.”

Carlos Carrillo Cortés me vuelve a la realidad. Y me pregunta: “Tú eres periodista –me dice junto al templete de la prensa--, ¿qué piensas de la conformación social de toda esta gente que vino al mitin? Yo soy de izquierda, de los que formó Morena en Cholula, pero aquí me encuentro mucha gente que nada tuvo que ver con eso, aquí está el Consejo Taxista, una hechura del PRI, y Doroteo Arango, ese enemigo de la 28 de Octubre, puro clientelismo entonces es lo que veo, ni al PRI en sus mejores tiempos lo vi hacer esto…”

Qué pienso, le digo, que son demasiados amarres los que están en ese presídium, más los apellidos Pacheco Pulido, Manzanilla, Peniche, Estefan, y también los de una probada y seria militancia de izquierda, como la que representa Carlos Figueroa, exponente fiel del movimiento social que todavía llamamos Morena. Que no es fácil predecir en qué acabará este lío.

A punto de pasar a los discursos, un viejo Gabino Palomares quiere regresar a los años sesenta, “a la izquierda de los ideales de justicia e igualdad para nuestro pueblo”, escucho que clama en las escandalosas bocinas, y le dedica a Barbosa una canción al héroe latinoamericano, y quiere que la masa lo siga cuando canta de tu querida presencia, comandante Che Guevara. Lejos, muy lejos, perdida en el tiempo, cascada, desafinada, se diluye hacia el abrazo con el candidato la voz metálica del cantor hace cincuenta años de La maldición de la Malinche.

Foto de e-consulta.

La Masa y el cronista en fuga

Ya de salida, cuando el candidato Barbosa todavía se desgañita en la tribuna, persigo a la masa en fuga. La masa que escapa alcanzó a escuchar a los políticos profesionales empalagados de triunfalismo: la cizaña de Noroña (“se mueren de rabia nuestros enemigos porque el pueblo rescata su soberanía”), el cinismo del Verde Puente (“repitamos el ánimo del 1 de julio, la gente no quiere más corrupción, tendrán que devolver lo que se robaron en Puebla), la frigidez del petista Beto Anaya, del que sólo escribo que es el único entacuchado, un chipote negro encorbatado entre tanta guayabera, Mario Delgado, del que de plano no escribo nada, pero que concentra en él todo lo que ha arribado con las jóvenes mañas de los militantes de Morena, y Yeikol Polensky, con un discurso en punto de enamorada que desmantela todo atisbo de cordura en una dirigencia nacional del partido hoy por hoy más poderoso en México (Miguel, amigo, hermano, has saltado como un gigante todos los obstáculos). La masa en río sobre la calzada rumbo al auditorio de la reforma, que una hora antes miró a todos los puntos cardinales e imploró a Tonantzin Coatlicoe y quiso bailar apretujada al son de una cumbia que interpretó en náhuatl el grupo Adultos Mayores de Coyomeapan, y que escuchó atenta el discurso en náhuatl de María Rosario Salazar Días, y no entendió nada y dijo ah, cuando la muchacha se tradujo y le dijo a Barbosa que está con él porque él sí que va a apoyar a los pueblos originarios, esa masa que acompaño Fuertes abajo ya no estará para escuchar que hoy un gran hombre nos guía y digo las seis palabras que han marcado nuestra historia: es un honor estar con Obrador, ni para el porque los conozco mosco, porque me canso ganso del que se cuelga Miguel Barbosa como si de un acto de contrición se tratara.

Bajo la penitencia del sol, la masa que escurre el bulto conmigo ya no tiene tiempo para ello.

Cárdenas

Explananda

El mismo sol. Igual de arrollador que en la mañana en los Fuertes. Allá una masa cumplidora y en fuga siempre, como si no bastará llegar a una explanada que aturde de futuros prometidos para decir estuvimos, formamos parte de algo.

Pero el sol es el mismo.

Y aquí en el zócalo de Cholula también abraza. Y el tinglado cumple también con la obligación del ruido, pues un payasito estridente azota al público que empieza a llenar la sillería que los organizadores del mitin de cierre de Cárdenas han dispuesto. Las mesas en los restoranes del portal están a tope, y felices en la sombra quienes las ocupan.

Faltan seis para las cinco. No se mueve rápido la masa cardenista.

Manteado Bajo cero

El ruido, como el sol, también es el mismo. Ahora nos azota sin clemencia el grupo Bajo Cero, que no toca mal la cumbia pero que piensa que la música con sangre entra. El corazón retumba, pero eso sí, la masa se entretiene.

No ha llegado el candidato. El cumbia cero, entre rola y rola, organiza porras y en el ínterin nos aturde. El sol baja ya con rumbo de los volcanes pero si no lo libras en la sombra, sufres.

Descubro a un viejo militantes perredista.

“Moreno Valle está muerto, bien muerto –me dice--. Y que no me digan que no, el helicópero echaba lumbre por la cola, eso todo el mundo lo vio. Y ahora aquí estamos. Y el PRD con sus mismas corrientes, los de Nueva Izquierda, con Gaby León, los de ADN, con Bladimir y su hermana Roxana, los Galileos, los Foros. La verdad es que somos pocos. Esta campaña ha ido mal, tan fácil que hubiera sido decir simplemente quién es Barbosa. Pero no, y ahora la gente va a volver a votar por Andrés y por Morena, que vale para pura chingada, ya no es el movimiento que siguió al 2006, en el que estuvimos muchos, antes de que llegaran los buitres. Hay que analizar la realidad concreta, como ha dicho el filósofo Karel Kosik. Esta campaña no pasó de ir puerta por puerta, y así tú sabes que vale madres, porque esta chingadera se gana con lana. Así lo hizo Moreno Valle…”

Dejo a mi amigo retorciéndose. Al fondo sigue haciendo ruido Bajo Cero. Alguien me dice que hoy amaneció grafiteado con insultos el hotal de Enrique a unas cuantas cuadras de aquí.

Piedra sobre Piedra

Paco Fraile tiene en la cara el partido que encabezaba en 1989, cuando se apostaba pecho a tierra con sus seguidores neopanistas, como les llamaban, a la salida del comité municipal electoral en la jornada con la que el PRI hacía oficial el tradicional fraude en el cómputo de los distritos. Era un PAN que se parece mucho al de ahora. Sin dinero, sin estructura, sin un mando gansteril de Moreno Valle a la manera de Eukid Castañón, con picapleitos aquí y allá, enredado en sus contradicciones.

“En la era Moreno Valle no había partido –me dice cuando le comento mi recuerdo--, no es que estuviéramos aturdidos. La operación electoral, por ejemplo, ocurría por fuera del partido.”

Imposible describirlo mejor.

“No espero un milagro –continúa el actual secretario general del partido, ex senador, ex candidato a la gubernatura, ex perseguido por el omnipotente Moreno Valle, ex capitulador ante el mismo--, lo que espero es que los indecisos se decidan y salgan a votar el próximo domingo.”

Y remata: “El día 4 de junio empiezo una nueva etapa, vamos a salir a recorrer el estado, a reconstruir piedra sobre piedra el partido, ya levantar el ánimo para el 2021.”

El empresario Chore Contreras ha escuchado la conversación con Paco. Y pregunta: ¿cómo es que algo que le llevó tantos años al PRI construir, todo ese aparato de control, lo ha reproducido tan rápido, en unos cuantos meses, Morena?

Yo le doy mi respuesta: “El aparato nunca se fue, ahí estuvo con Moreno Valle, aquí está ahora con Pacheco Pulido. Y todo parece que seguirá con Barbosa.”

Pelotera

Pelotera y bochinche. Finalmente. también aquí se presenta la masa, y Enrique Cárdenas viene apretado por ella cuando desemboca en la plaza la pequeña marcha de perredistas de Roxana Luna que acompañan a su comitiva. Voy a la cámara para contar lo que sucede esta tarde en Cholula.

El dulce perdido

Cárdenas habla al final de otra secuencia de políticos profesionales. Paco Fraile, Roxana Luna, Fernando Morales, Fernando Belaunzarán, y por ahí, hasta un nieto de Gómez Morín. De unos y otros recupero frases como somos ciudadanos libres, se trata de regresarle a los ciudadanos el poder, es la hora de los ciudadanos, hombres y mujeres comprometidos, contrapesos para que a Puebla se le respete.

Gómez Morín se acuerda de su abuelo, del riesgo anunciado por aquel viejo de que los partidos se llenaran de políticos y dejaran de hablar el lenguaje de los ciudadanos. Machetazo a caballo de espadas con lo sucedido al PAN con Moreno Valle en Puebla.

El perredista Belauzarán es el más combativo: recuerda la casa de Barbosa en Coyoacán, que cuesta 45 millones de pesos el puro terreno, y denuncia la prepotencia y el abuso de poder que se le viene encima a Puebla, y señala al “monigote” Pacheco Pulido y denuncia a Manzanilla como el que realmente está al mando del gobierno en Puebla. “Se robaron el gobierno”, remata. “Son peores –dice--, son más hipócritas.”

Los escucho y no dejo de admirarme. A todos estos tipos Moreno Valle les arrebató sus partidos con la facilidad con la que un gandalla le quita un dulce a un niño. Y ninguno dijo de ellos dijo pío.

Gabriel Hinojosa, de Sumamos, da idea de que su fuerte no es el discurso encendido, por lo que no adquiere el tono de animador de pachanga grupera al grito de ¿cómo estás Puebla? con el que han arrancado todos los participantes, salvo Paco Fraile.

“No me gusta la palabra cierre –le dice a la gente en el sillerío--, lo que les digo ahora es que no podemos bajar la guardia…”

Está pensando en el domingo. En el número real de representantes en las secciones electorales el domingo 2 de junio. Las organizaciones políticas que le dieron el membrete a Enrique Cárdenas y los grupos civiles que lo han cobijado no tienen idea de ello a estas alturas de la contienda.

Los veo a los ojos y les digo “aquí estoy”

Enrique Cárdenas habla de sus sueños. No logra construir el tono trágico del líder norteamericano Martin Luther King de aquel I have a dream. Pero logra compartirlos: Que el gobierno mire por la gente, que los poblanos y, sobre todo las poblanas, no veamos determinado nuestro destino por el lugar en el que nacemos, que todo el mundo tenga el mismo chance, que ya no vivamos con miedo, que tengamos policías incorruptibles, que los ciudadanos sean los ojos de la sociedad ante el gobierno, que la comunidad decida lo que hay que hacer, sin dádivas, que Puebla esté conectada, que haya mucho empleo y bien remunerado, que el futuro sea verde, con agua para todos y para siempre.

En una frase Cárdenas da cuenta de la contradicción que ha perseguido a su campaña.

“Puebla ha estado… Hoy está gobernado por un gobierno corrupto.”

Cuánta historia contempla este tiempo presente perfecto. Que vena oscura recorre los nombres de Bartlett, Melquiades, Marín, Moreno Valle, Gali, Pacheco Pulido. En qué punto se diluyen los nombres PRI, PAN, PRD, MORENA. Con qué facilidad se pierde en esa inercia la palabra ciudadano.

Al final el gesto civilizado. Yo, que busco tu voto, te miro de frente a los ojos.

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Viernes 31 por la noche. Ahora mismo los operadores estarán en vela. Con la carga del sistema, la maquinaria electoral heredada y asumida juega del lado barbosista. Del lado cardenista, el entusiasmo de Sumamos apalancado en la palabra milagro, y el interrogante de lo que lograrán los rescoldos del panismo, la sobrevivencia parásita del perredismo y lo que quiera decir el apellido Morales en Movimiento Ciudadano.

En la noche la masa se disuelve en la niebla ingrata del elector en la credencial con nombre y apellido.

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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...