Interrogantes para contemplar a dos candidatos en debate en Puebla.

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Puebla a debate, eso es lo que esperamos ocurra este domingo. Será difícil que el evento ofrezca respuestas a los interrogantes que muchos tenemos sobre la realidad poblana. El formato no lo permite, pues los debates se plantan siempre en la presentación de preguntas abiertas sobre temas generales: ¿qué hará usted candidato para frenar la violencia, para generar empleos, para bajar la contaminación, para impedir la corrupción? Y allá va el verbo de los candidatos que harán el esfuerzo máximo en presentar en lances de tres o cuatro minutos lo que tienen a bien proponer sobre problemas y procesos que no tienen una solución inmediata y que reclaman mecanismos de gobierno democrático que no existen. Por ejemplo, jueces y diputados que no estén sometidos a la voluntad y el dinero del gobernador en turno. Y tendrán que darles lugar a los enconos que estas semanas de campaña provocan los mutuos señalamientos sobre opacidades y mal hechuras de sus rivales.

No es sencillo caracterizar a un candidato. Ni yo estoy como periodista con el ánimo de intervenir en el análisis que cada uno de nosotros tiene sobre los políticos que se disputan el poder en Puebla.

Pero les ofrezco la mía.



De las entrañas del sistema



Miguel Barbosa me lleva a pensar en la eterna restauración del sistema político priísta. No es alguien que llega a aprender cómo funciona este entuerto. Cuarenta años en la grilla, y como Moreno Valle, con la vista clavada en el largo plazo para entender cada decisión, cada alianza, cada abrazo que se palmea, cada chaquetazo que se da. Es difícil encontrar ahora, sin la figura del político muerto en diciembre, una personalidad con más habilidad para urdir en la enredada trama de la política en Puebla. Listo como pocos, especialista en los bastidores que sostienen el tinglado en el que se escenifican farsas y tragedias de la vida pública.

El interrogante sobre su salud es obligado, a la vista de los imprescindibles lazarillos que le acompañan en todo momento, y es un hecho que no existe información pública sobre el verdadero estado de su salud. Así que es válido pensar en el riesgo que corre nuestra sociedad por una nueva crisis política si los dichos que le acompañan sobre su capacidad de visión y su salud son ciertos.

A la vista los apellidos Manzanilla y Estefan, a cargo el primero de la Secretaría General de Gobierno y de la lana de Finanzas el segundo. Dos personajes con rutas ya largas y con pretensiones de poder manifiestas en sus semblanzas. Son los políticos profesionales mejor labrados en las maneras de crecer en las cortes de los poderosos que los han cobijado. Repetirán en agosto, de ganar Barbosa, por lo menos eso dicen sus personeros. Miguel Barbosa dijo que no gobernará con priistas y morenovallistas. No veo cómo vaya a cumplir eso. Para observar a Manzanilla y Estefan ayuda entender una restauración que de hecho es una confirmación si nos asomamos al comportamiento tradicional de los medios de comunicación que se comportan al son que estos dos políticos tocan, sometidos propietarios y periodistas por los convenios y los enjuagues de negocios con quienes manejan el dinero hoy con Pacheco Pulido; en el extremo, personajes como Fernando Crisanto, Mario Alberto Mejía, Arturo Rueda, punta de lanza de la relación entre el periodismo al servicio del poder, los periodistas más cercanos al proyecto político de Rafael Moreno Valle en Puebla, y sin duda sus principales beneficiarios, hoy los principales trompetistas de la campaña de Miguel Barbosa.



Pero Miguel Barbosa ha acumulado muchos saberes y mañas políticas. Conocedor de fondo del territorio y la política rural, sabe cómo funciona ese mundo que llamamos “fuerzas vivas”. Experto en el papel que juegan los “operadores” y el dinero que necesitan para cumplir con su función. Es consciente, entonces, de la importancia que todavía tienen estructuras con siglas viejas como SNTE, CTM y CNC, pero también otras ya no tan jóvenes como Antorcha Campesina y 28 de Octubre. Y lo vital que resulta para cualquier candidato que desde el gobierno estatal y el Congreso se impulse la vinculación con los presidentes municipales. La política, en esta óptica, es negociación inmediata, te doy, me das, me quitas, te quito. Todo eso juega a favor de Miguel Barbosa.

Un ciudadano entre las patas de los caballos

Cárdenas es la oportunidad histórica perdida por Morena. En el manejo de sus fichas lo dejó ir López Obrador en el 2017, incapaz de pensar un partido nuevo para Puebla construido por sus bases más sufridas, apostó por sumar a toda costa “las estructuras”, esa mezcla de profesionales y dinosaurios, llevada hoy al extremo por las alianzas de campaña que logra Miguel Barbosa. Sin embargo, Enrique Cárdenas tiene un argumento demoledor si lo aprovecha: la imborrable marca priista del gobierno que puso el congreso con Pacheco Pulido, y las alianzas y sumas recientes en lo que todos conocemos en México como “la cargada”.

A la vista del candidato Cárdenas, no recuerdo a uno como él que rompiera el cartabón del político profesional en los últimos cincuenta años de disputas por la gubernatura. Ni en las izquierdas ni en las derechas, ni mucho menos en la neutralidad conservadora del PRI. Rancios Frailes y Anateres, Dógeres y Zavalas, idolitos Melquiades y Marines, catrines de besamanos Bartletts y Morenos Valles. Tal vez, Gabriel Hinojosa en 1995 y por la alcaldía poblana.

La espontaneidad de ciudadano Cárdenas la respalda con el conocimiento crítico de la estructura social en la que vivimos. No basta la academia, pero cómo le ayuda para entender las construcciones civiles sobre problemas estratégicos como el de la contaminación del río Atoyac (Dale la Cara al Atoyac) o la recuperación de las montañas como fábricas de agua (Alternativas-Agua para Siempre). Y se comprende que se maneje como pez en el agua en los ambientes universitarios que lo han acogido en su campaña.

Y con habilidad política: convenció con Sumamos a los detentadores de los despojos partidistas PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, destrozados por la era Moreno Valle, de prestarle sus membretes. Y con ellos su lastre principal: con esos tres partidos construyó Moreno Valle un régimen absoluto y funcional para manejar para su proyecto personal el dinero y los recursos legales del Estado. Y con ellos también el riesgo de que el pensamiento progresista con el que se le identifica se vea sometido por las agendas de las estructuras partidistas sobrevivientes.

Espontáneo y honesto, Cárdenas es sin duda la mayor de las novedades en la historia política de Puebla. Por más que se lo han impedido igual los comunicadores barbosistas que los propios partidos que le prestaron el membrete, ha logrado plantar su calidad de ciudadano de la sociedad civil organizada.

Pero no podemos olvidar de dónde venimos

Moreno Valle, el gobernador más poderoso que ha tenido Puebla en los últimos cincuenta años, un autócrata con un proyecto nacional decidido a llevarlo a cabo, fue batido el 1 de julio por el tsunami Obrador. Logró impedir, sin embargo, que la elección de Martha Érika el 1 de julio se invalidara, a pesar de la violencia brutal ocurrida en la ciudad de Puebla contra más de 25 secciones electorales atacadas balazos. Estamos en esta situación justo por lo ocurrido el día de la votación hace un año. El tribunal electoral federal avaló la elección, Martha Érika tomó posesión tan solo para morir diez días después junto con su marido en el helicopterazo del 24 de diciembre. En esa coyuntura se reconstruye el priismo poblano que ahora lleva la marca Morena, para desgracia de ese histórico movimiento social que llevó a la presidencia de la república con márgenes superiores a los 60 puntos de los votos en Puebla.

En este convulso mar de contradicciones, el debate es la última isla que la elección toca antes de llegar al puerto de la elección el 2 de junio.

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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...