Medio Ambiente

No olvidar las fechar y los avisos: 21 de diciembre de 1994. 18 de marzo del 2019.

Cuidado que vale recordar ahora el nombre de la novela de Malcon Lowry, Bajo el volcán.

Nunca acabaremos en la ciudad de comprender lo que significa vivir junto a esta mole hermosa y mustia que de cuando en cuando estalla en bramidos y toses de cenizas antiguas como la tierra misma. Al pie de su falda, los pueblos viejos, orillados apenas a la modernidad urbana, acostumbrados a los malos modos de su montaña que humea, ahora mismo mucho más asustados que nosotros los que vivimos a 40 kilómetros de distancia. La Magdalena Yancuitlalpan, San Pedro Benito Juárez, Tochimilco. Ellos sí que han aprendido a vivir bajo el volcán. No queda ahora más que mandarle un abrazo a ese mundo campesino del amaranto y el maíz, aquel del corazón templado a golpe de pobreza y desde la reciedumbre incierta de la tierra.



Mundo Nuestro. El de Homero Gómez no puede ser un asesintato más en México. Con él muere un poco más el bosque y la biodiversidad de un país bendecido por la naturaleza con un milagro como el de la mariposa Monarca.

Publicado originalmente en nuestra revista en marzo de 2013, esta vista del mundo contenido en las montañas del centro de México que, año tras año y contra todos las acciones que les afectan, albergan a las maravillosas mariposas Monarca. Con la llegada de la primavera ellas inician su vuelo al norte. Nosotros contemplamos el cambio de los colores en el monte. Esperamos la lluvia desde la más profundia seca. Y las vemos partir con nuestras ilusiones.

Y por ellas, lo que queda es luchar con el ánimo de Homero por un mejor país.

Video por Mariana Mastretta. Fotos de Leonor Mastretta, Texto de Sergio Mastretta





Fragilidad de la flor en la mano. La naturaleza tiembla en el aleteo del insecto entumecido. El revuelo naranja en el cielo. La conmoción intacta del bosque milenario. Sol que calienta la vida en racimos de mariposas antiguas en el cerco de los oyameles. Ahí estamos, y por el milagro de las Monarcas casi yertos, los mexicanos ante el interrogante biológico más bello que nos ha tocado en custodia. Y a la vista nuestras respuestas patológicas.



1.- Cinco de la tarde en un paraje de la sierra de Chincua, a diez kilómetros de Angangueo. En el descampado y entre los arbustos la basura de los turistas ecológicos es una imagen llana y rotunda; bolsas de plástico, envases de refrescos, envolturas de papitas, naturaleza simple y patológica arrojada ahí cincuenta minutos después por los testigos del milagro de las mariposas. Todavía cuento unos veinte automóviles en ese estacionamiento abierto por los campesinos. El entonces presidente de la Replública Felipe Calderón todavía dejó inaugurada la zona de visitantes en Chincua. De ladrillo rojo, techos inclinados y de teja, las tiendas y restaurantes de cecina y quesadillas tienen una terraza con una vista impresionante, y se alinean en un grandísimo patio sembrado con gramíneas traídas de un vivero. No parece que vayan a sobrevivir mucho.

Fuente vital de generación de recursos para los campesinos propietarios de los insectos de la fortuna, las Monarcas atraen por igual a los omnipresentes japoneses que a esa mezcla del turista nativo condensada entre el defeño del barrio y el peregrino guadalupano. Las placas de los autos certifican bien a bien el centro de la república. A lo largo de la jornada tal vez aparcaron doscientos vehículos. Como es domingo se cuenta como un buen día, pero hay mejores: tan solo el jueves último de enero los ejidatarios vieron llegar treinta camiones con una multitud de jóvenes, a treinta y cinco pesos la entrada por cabeza. Es difícil que haya en México un proyecto de turismo ecológico tan exitoso como el que se observa. Y en todo este encierro, más allá del boleto, no se encuentro nada que recuerde al gobierno. No hay en el estacionamiento un solo bote de basura.

2.- Emmanuel tiene once años de edad y una miopía fulminante de diez dioptrías que cubren sus ojos color café. Nos acompaña todo el viaje desde el crucero para subir a Angangeo. Describe a su tierra con la sinceridad de su padre, un joven pintor que expone sus cuadros naturales en la misma tienda a pie de carretera en la que vende refrescos y dulces para quienes esperan el camión con rumbo a Zitácuaro. No tiene pena en mostrar el paredón desencajado que esconde una represa antigua que carga las aguas contaminadas de las minas que explotó hasta 25 de abril de 1953 la American Smelting Refining Company, día en el que un desastre en la mina obligó al cierre definitivo de la explotación minera en la región. Emmanuel ya no conoció el ferrocarril que llegaba hasta el pie mismo de la población; tampoco sus ojos mínimos vieron correr desde la boca del cerro por rieles casi de juguete los cochecitos cargados de la piedra mineral hasta el beneficio. Sus ojos sí conocen bien ese olvido de fierros oxidados que dejó para siempre la empresa. Y tal vez tampoco acompañe Emmanuel a los viejos mineros el 11 de julio a recordar que Angangueo, algún tiempo, por más de tres siglos, vivió del metal que sus hombres extraían de las minas. Hoy Emmanuel es uno de tantos, tantísimos niños que piden limosna y que suben turistas hasta el territorio de las Monarca. Guarda tras sus lentes profundos la calidez que su padre retrata en sus paisajes. Y también con la soltura de sus once años revela lo que sus ojos observan de cuando en cuando: que los camiones de los talamontes se llevan por las escurridizas brechas los camiones cargados con la madera en rollo.



El monitoreo de la temporada 2012-2013 hecho por la Conanp, a través de la dirección de la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, encontró que la superficie ocupada por las colonias en diciembre ha sido la más baja de las últimas dos décadas.
El titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Luis Fueyo Mac Donald, explicó que durante la segunda quincena de diciembre de 2012, el monitoreo registró nueve colonias de hibernación, que ocuparon una superficie de 1.19 hectáreas de bosque. (El Universal, 12 de Marzo del 2012).

3.- En dos días te vuelves experto en mariposas Monarca. Todo se encuentra en la bondad de internet. La Universidad de Michoacán, por ejemplo, reseña los seis principales santuarios de la región: Cacique, Chincua, Rosario, Cerro Huacal y Altamirano en Michoacán; Donato Guerra en el Estado de México. Se encuentran en colonias de hasta veinte millones, siempre en cañadas filtradas por un arroyo y mirando al sur o al este en ese refugio de los oyameles en las montañas del altiplano sobre los 2,700 metros de altitud. Nos enteramos que vuelan desde la región emplazada entre las Rocallosas y los Grandes Lagos, en Norteamérica; emigran por el milagro que les impide controlar su temperatura interna y arrojadas por el letargo invernal; viajan entrado el otoño a razón de 120 kilómetros por día, en jornadas que arrancan a las 9.30 de la mañana y cierran al caer la tarde nueve horas después; duermen en racimos de 600 en las frondas que encuentran en los valles abiertos por los que despliegan el vuelo medio ateridas por el viento del norte; les gustan las corrientes de aire ascendente y son capaces de plegar sus alas y timonear si son muy fuertes, pero igual planean con el naranja extendido y alumbran el cielo día a día hasta alcanzar los cuatro mil kilómetros de su viaje milenario.

La mariposa monarca son insectos que pertenece a la orden de los lepidópteros, palabra cuya etimología griega proviene delepis (escama) y pteron (ala), por lo que esta orden se puede definir como insectos con alas escamosas, pertenecientes a la familia Danaide y su nombre científico es Danaus plexippus Linneo.

De gran belleza y colorido, las mariposas monarca son de vital importancia en el ciclo de la vida como agente polinizador y factor de equilibrio ecológico en los bosques que habitan. (SEMARNAT http://mariposamonarca.semarnat.gob.mx/monarca.html)

Nos obligamos a conocer su ciclo: al regresar de México a Norteamérica, las hembras Monarca depositan por millones sus huevecillos en la cara inferior de las hojas tiernas de las plantas del género Asclepia, abundantes en aquellas praderas; siete días después brotan voraces larvas que se alimentan primero del cascarón y después de la hoja que las cobija, felices con su colorido que no disfraza las toxinas que las resguardan de los depredadores; tres semanas después, y tras mudar cinco veces la piel, formarán las poéticas crisálidas, y en quince días más alumbrarán como mariposas; vendrá el verano pleno, la madurez, el apareo y la muerte, pero dejarán también millones de huevecillos que repetirán la tarea hasta la formación de las crisálidas y el nuevo alumbramiento en septiembre. Fuertes y rigurosas, hermosas y por millones regresarán a México en noviembre.

4.- Nos enteramos también que en las montañas michoacanas necesitarán temperaturas por encima de los 16 grados en febrero, para el revuelo del apareo. Muchas no llegarán a tal fecha: apenas hace veinte días murieron incontables por las nevadas y los fríos. En 1996 calcularon por otra nevada, una mortandad superior al diez por ciento. También por esos años calculaban en 500 millones el número de viajeras a tierras mexicanas. Ignoro como lo ha medido, pero el llamado Grupo de los Cien afirmó en ese año que el hábitat utilizado por las Monarcas se redujo en unos años desde 17 hectáreas para el santuario hasta no más de seis. Y por lo tanto el número de mariposas que tapizan el enramado de los oyameles. También afirman que por lo menos debe haber un plantío de cuatrocientos árboles por hectárea. Y ese es el asunto que pelean algunos ejidatarios como en la región del santuario de El Rosario, por el rumbo del pueblo de Ocampo: ahí tenían como reserva especial 996 hectáreas hasta 1996; ellos estimaban que con cien seria suficiente para las mariposas, por lo que el resto podría talarse y abrirse a la agricultura. Ignoro en qué quedó la propuesta del Grupo de los Cien de comprar a los ejidatarios el territorio de hibernación, por lo menos 16 mil hectáreas de la Sierra de Chincua, pero es posible que no lo tengan presente los ejidatarios convertidos en empresarios ecologistas.


Acciones de Conservación por la SEMARNAT

En México, la temporada para la apertura de los Santuarios y visita para la observación de mariposas Monarca, comprende del mes de noviembre de cada año al mes de marzo del año siguiente.

La Monarca concluye su largo viaje migratorio entre finales de octubre y principios de noviembre llegando a sus áreas de hibernación en México, y estableciendo con ello la creencia milenaria entre los pobladores de la región de que cada mariposa representa el alma de sus seres queridos ya difuntos, que vienen a visitarlos.

Con el objeto de conservar este fenómeno migratorio, en 1980 el gobierno mexicano decretó la protección de las colonias de la mariposa monarca. En 1986 se estableció por primera vez un área protegida de 16 mil 110 hectáreas denominada Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca. En el 2000 se extendió la superficie total de la Reserva a 56 mil 259 hectáreas.

El zona de la Reserva, la Semarnat, a través de la Profepa, aplica el Programa Cero Tolerancia a la Tala Clandestina en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, que redujo esta actividad ilícita de 243 hectáreas deforestadas en 2007 a 0.4 hectáreas a agosto del 2011; el mismo se reproduce ese mecanismo en otras cinco áreas prioritarias: Pico de Orizaba, Malinche, Izta-Popo, Valle de Bravo y el corredor Biológico Chichinautzin.(SEMARNAT: http://mariposamonarca.semarnat.gob.mx/santuarios.html)

5.- El Rosario es un ejido pequeñ0. Un kilómetro antes de llegar, cuando ya no hay casitas ni bosque, hay una explanada grande, y ahí algún listo almacena mulch (una cubierta elaborada con pedacitos de corteza protectora del suelo de los bosques), y forma una plataforma de dos metros de alto se extiende muy lejos: es otra manera de explotar el bosque.

Otros listos aprovechan la caminata que los turistas tenemos que hacer: son cientos de comerciantes que han colocado sus negocios hechos con tablas a ambos lados de la calle (que no sendero) para subir al santuario. Definitivamente comercial el trayecto de más de un kilómetro en el que la gente curiosea, marchantea artesanías, come zarzamoras con crema y ve bordar trapitos con mariposas a las mujeres campesinas. Todo un jolgorio un trayecto que debería ser en silencio por la proximidad de las mariposas. Entretenido, pero definitivamente escandaloso.

En ningún momento se nos hace saber un código de conducta. Nadie nos dice que hay que respetar los espacios acordonados, ni que solamente hay que pisar los senderos porque podemos trozar los las plantas de los algodoncillos que serán la comida de las larvas, que si alguien tiene ánimo de fiesta mejor vaya a la feria, que hay que guardar silencio. Algo de ese respeto se intuye al sentir que todo está en equilibrio precario, que cualquier cosa podría hacer que este momento no se repita para la maravilla que encontraremos.

6.- Suben de muchos pueblos, algunos más allá de la hora y media de camino. Retengo el nombre del poblado de Pancho Moya. De ahí cabalgan hasta la base campesina del santuario de Chincua decenas de jinetes en caballos sobre todo retintos pero también blancos, azabaches y tordillos. Resuenan apelativos como Chabacano, Baltasar y Gitano. Forman cuadrillas a la espera de los turistas. Cobran 75 pesos la subida más allá de la cima, desde donde caminaremos otra media hora en la densidad del monte y con abismos asomados a los claros del valle mil metros abajo. Las mariposas se mueven año con año, no llegan al mismo lugar, por lo que las distancias varían… Nuestro niño guía nos dice que no es fácil encontrarlas por primera vez, y hay que hacer los senderos…

Los jinetes arrearán turistas hasta por cuatro vueltas por caballo. Si son más de ciento cincuenta calculo ingresos cercanos a los treinta mil pesos por jornada. No sé qué relación de negocio tengan estos muchachos con los ejidatarios del bosque. Pero no paran, van y vienen desde la base hasta la ladera que cae a la cañada de las mariposas. Puedes imaginarlos igual, campesinos antiguos, tal vez con alguna banda revolucionaria o cristera, ocultos en la densidad del bosque, penetrados en sus sombreros y en el frío; los imagino siempre campesinos alzados para la sobrevivencia, un rato en el azadón y el maíz, un rato con la planta y la víscera en los campos de Estados Unidos, braceros siempre, jinetes hoy al servicio de las Monarca.

7.- Al final, el silencio. El bosque cerrado. La luz del sol en los claros. Y el revuelo, un aleteo que no reconoce el tiempo humano. El mundo, por un instante, es eterno.

Mundo Nuestro. Publicado originalmente en Albora, Geografía de la Esperanza, este reportaje da cuenta de la importancia capital que tiene para Puebla y para México un programa como el de Agua para Siempre, encabezado por la organización civil Alternativas, en la región de Tehuacán, Puebla.

Albora, Geografía de la Esperanza es un portal que publica historias multimedia de alta calidad de investigación en México. Es un grupo encabezado por Étienne von Bertrab, autor de este texto, que publicamos con autorización de esa casa editorial.



La degradación de los sistemas hidroecológicos y las injusticias en la gestión del agua están al centro de muchos de los conflictos socioambientales en México. Son de tal gravedad que el estado mexicano ha recibido como ningún otro atención y condena de tribunales éticos internacionales. Existen pocos signos de mejora. Es así que, frente a un panorama más bien desolador, la idea de ‘regeneración’ parecería utopía o al menos un concepto abstracto y distante. Sin embargo, ocurre en nuestro país.

Ésta es una primera historia de la experiencia de regeneración ecológica, social, cultural y económica en la región Mixteca-Popoloca en Puebla y Oaxaca, detonada y acompañada por la organización Alternativas y Procesos de Participación Social, A.C. Es una historia que tiene que ver con el tiempo, con la defensa colectiva de la vida y con seres humanos maravillosos.

Supe por primera vez del programa de regeneración ecológica de cuencas Agua para Siempre en 2006 durante el IV Foro Mundial del Agua, donde fue presentado como caso de éxito. En 2018 me dispuse a conocerlo. Admito que todo lo que antes escuché y leí sobre la experiencia se quedaron muy cortos frente a lo que pude finalmente presenciar.



El temporal de lluvias no sólo es una bendición, sino que constituye la única fuente de agua para los pobladores de la región. Foto: Alternativas



La Mixteca-Popoloca es una región semiárida caracterizada por la pobreza y la migración, particularmente de los hombres, a las ciudades y a Estados Unidos, y así como las personas se van lo hace también el agua. Mientras que en un pasado distante los suelos de las montañas infiltraban la lluvia y el agua se hacía presente en manantiales y espejos de agua, décadas de degradación de suelos han hecho que en cada temporal el agua recorra cada vez más rápidamente lomas y cañadas, para no verse más el resto del año. Pero esto está cambiando en aquellos parajes en los que campesinos trabajan incansablemente, desafiando las más penosas adversidades, para devolver las condiciones de vida a su territorio.

Y es que como me explicó el ingeniero Luis Domínguez, a quien acompañé en una jornada de trabajo en campo, la piedra desnuda que aflora en las cañadas debería entenderse como una herida en la tierra; sin suelos que retengan el agua y se beneficien de ésta, en su inexorable curso a la parte baja de las cuencas el agua arrastra los nutrientes y erosiona cada vez más la tierra, haciéndola poco apta para el cultivo y dejando diezmada la capacidad del ecosistema para sostener la vida rural. Esto a su vez explica, al menos en parte, el abandono de las comunidades.

Luis trabaja desde hace dieciséis años en Agua para Siempre. Su trabajo no es nada ordinario, como tampoco lo es él. Demográficamente pertenece a una diminuta minoría que habla el cuicateco, una lengua que, como los suelos y el agua, ha ido desapareciendo. ‘De niño, en la escuela, nos prohibían hablarlo, y hasta nos pegaba la maestra al hacerlo’, comenta Luis mientras conduce la camioneta con la que diariamente recorre tramos de la sierra para atender, mediante una diversidad de capacidades y desde múltiples saberes, a participantes en el programa. Participantes, pues son mucho más que ‘beneficiarios’, término comúnmente usado por programas de gobierno y fundaciones, pero no hace justicia al nivel de involucramiento de estos pobladores que, con la asistencia técnica brindada por Alternativas, trabajan e invierten en la transformación de su realidad. Tardé en entender, por ejemplo, cómo es que doña Cástula Mendoza, quien luego de invitarnos en su humilde vivienda una deliciosa comida producto de su parcela en Ejido Guadalupe, le tenía ‘listos’ mil quinientos pesos. Éstos fueron una contribución para pagar el trabajo de la maquinaria con que se construye una ‘olla de agua’, obra que ocupaba a toda la familia incluyendo a Enrique su hijo, un joven entusiasta que decidió quedarse para trabajar la parcela familiar. Entendí así que era común que los participantes aportaran el 20 por ciento de la inversión requerida para la construcción de acciones y obras, mediante mano de obra, dinero, insumos de todo tipo y sobre todo trabajo y tiempo. Mucho trabajo y tiempo.

De una dedicación y generosidad asombrosas, Luis disfruta mostrar y explicar -con paciencia igualmente admirable- lo que el programa hace en la región desde hace más de treinta años, al tiempo que devela en el territorio lo que, para un ser urbano como su acompañante, resulta prácticamente invisible. Desde una curva en la parte alta de la carretera entre los poblados de Zapotitlán Salinas y Acatepec, me muestra los límites de tres ‘cuencas tributarias’ que convergen en el paisaje. Y es que el área así llamada es la base del trabajo de Agua para Siempre. La cuenca tributaria ‘no es ni la cuenca hidrológica -demasiado grande para gestionarla, ni la micro-cuenca -demasiado pequeña para ser significativa su gestión, ni tampoco la subcuenca -desvinculada de la interrelación de las comunidades que la habitan’, me explicó Luis. Esta definición socio-territorial no es siquiera reconocida por la Comisión Nacional del Agua, aunque ésta se beneficia ya de los mapas que Alternativas ha generado durante estos años.

Luis Domínguez explica cómo este pretil de piedra acomodada ha permitido crear un área de cultivo en una parcela donde antes era imposible producir. Es un proceso de regeneración progresiva del suelo que puede enriquecerse durante décadas. Foto: Étienne von Bertrab

Mirar al pasado para forjar el futuro

‘Olla de agua’, ‘pretil de piedra acomodada’, ‘presa de gavión’, son nombres de algunas obras del conjunto de acciones de regeneración hidroagroecológica que me mostró Luis al recorrer las cuencas tributarias Zapotitlán, Acatepec y Las Manzanas, y que seguramente no enseñan las universidades. A diferencia de lo que la ‘modernidad’ plantearía para enfrentar el problema de escasez de agua, Alternativas decidió estudiar el pasado y aprender de él. Y es que pueblos indígenas en esa región lograron desarrollar desde el año 1100 a. C. una visión ecológica de cuencas, dando origen nada menos que a la irrigación mesoamericana. De esto resulta testimonio principal el complejo y presa de Purrón, que operó exitosamente durante casi mil años gracias al manejo integrado de agua, suelo y vegetación.

A partir del cuidadoso estudio de este singular pasado y frente a la falta de agua (identificada por Alternativas como ‘problema eje’ al iniciar en la región de Tehuacán a principios de la década de los ochenta), fue que nació el programa Agua para Siempre, con la primera obra de ingeniería hidroagroecológica para lograr el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales en torno a Santa María la Alta, un pequeño poblado al noroeste de Tehuacán con altos niveles de pobreza y marginación.

De estos inicios me habló Gerardo Reyes Bonilla, director desde el inicio del área de ingeniería, quien lleva treinta y un años trabajando en Alternativas y a quien le tocó vivir esa experiencia que, de acuerdo a lo que escuché de varias personas, cambió a todos los involucrados. ‘El gobierno estaba encargado de la construcción de la presa y nosotros del manejo de la cuenca, pero el gobierno se fue saliendo hasta que nos dejó colgados’, recapitula Gerardo. Tenían muy pocos recursos y las pocas herramientas fueron creadas por ellos mismos. ‘Yo tenía un camión. Era mi herencia. Lo puse a trabajar’, añade. La presa se construyó gracias al arduo trabajo de mujeres, hombres y niños, prácticamente sin maquinaria, durante un año de ‘faenas’, como se denomina a la aportación gratuita de trabajo para un beneficio común. Esto, hasta que sucedió lo que al parecer forjó el carácter de la organización: tras finalmente llenarse, el bordo cedió a la fuerza del agua y ante los ojos de todos se desvaneció aquel sueño. Lo que siguió es historia (captada en la película Santa María la Alta: su lucha por el agua). La voluntad colectiva superó el desánimo y la tristeza tras el increíble esfuerzo y el reto monumental que implicó construirla. Con la ayuda de nuevos apoyos y el empleo de maquinaria, la presa se volvió a construir. Aún así, no fue sino hasta tres años después de haber iniciado por primera vez la presa que los pobladores palparon los beneficios de tanto esfuerzo: cientos de miles de metros cúbicos de agua disponibles para su pueblo.

Gerardo Reyes (extrema izquierda) junto a algunas de las mujeres y hombres que construyeron la Presa Santa María la Alta. En cuarto lugar, aparece Gisela Herrerías y en sexto, Raúl Hernández Garciadiego. Foto: Alternativas

Cómo se produce el milagro

Desde aquel inicio las mujeres jugaron un papel fundamental en los procesos de regeneración. ‘La población en Santa María la Alta es muy pobre pero siempre había comida gracias a la organización de las mujeres, que formaban comités’, comparte Gerardo, aún conmovido por lo ocurrido treinta años atrás. Pero ellas también participan directamente en las obras, y al cabo del tiempo se volvieron, en la práctica, ingenieras, agrónomas y educadoras.

Pude conocer a algunas admirables mujeres y supe de otras más en esta región donde parece abundar gente extraordinaria dedicada al mejoramiento de las condiciones colectivas de vida. Una de ellas es doña Flora Hernández, quien junto con su esposo Cenobio Ramírez ha contribuido sustantivamente a la regeneración de la cuenca tributaria Acatepec y, más ampliamente, impulsado los procesos de regeneración en el municipio de Caltepec. Personalmente, casi no pude dar crédito a lo que presencié cuando Luis y yo la visitamos.

Doña Flora Hernández.

Con casi ochenta años a cuestas, no solo hacía un trabajo físicamente extenuante en su accidentada parcela, sino que desarrollaba acciones mayores de regeneración cuyos beneficios, si bien progresivos, son lentos. Como me fue explicado posteriormente, si se considera de uno a tres centímetros por año la regeneración de ese suelo tomará de cinco a diez años, acelerando el proceso que a la naturaleza tomaría entre 170 y 410 años.

Caía la tarde. Mientras que con firmeza daba instrucciones a sus tres sobrinos ayudantes, me explicaba la obra en cuestión y, ante mi insistencia, me habló un poco de su historia. “Antes esto era una barranca desde allá”, me comenta señalando hacia la parte alta de la parcela. Para este último bordo en la parte baja llevaban un mes nivelando el terreno y anhelaban poder usar maquinaria para lo que sería tortuoso hacer a mano. “Aquí vinieron de la Fundación Hilton, y una reportera. También vino el ingeniero Cardoza, director de suelos de CONAFOR, quien nos autografió con admiración su propio Manual de suelos”. Y es que, una vez apreciada la transformación de la otrora barranca seca esto es difícil de creer: su parcela tiene hoy grandes árboles y múltiples cultivos rodeados de árboles frutales -lo que a su vez es posible por el agua que ahora fluye gracias a las acciones en las partes altas de la cuenca tributaria.

Presa de roca en la cuenca tributaria Las Manzanas. Se puede apreciar cómo la ‘cicatriz’ de la cañada es en ese tramo un vergel, que además permite que tengan el recurso hídrico aguas abajo. Foto: Alternativas

Doña Flora no la tiene fácil pues a su esposo la diabetes le arrancó la vista. No tuve la fortuna de conocerlo, pero doña Flora me creó una imagen de él. “Tiene ochenta años, pero usted lo ve joven todavía; nomás no ve”. Más tarde me contaría Luis lo inusual de la ausencia de don Cenobio. “Él no abandona los trabajos. Él sigue, y de hecho conoce cada centímetro de su parcela. Da instrucciones de dónde debe ir el bordo, y luego uno viene y resulta que está bien hecho”, comenta Luis. Al preguntar a doña Flora qué es lo que permitirá este nuevo bordo muestra plena conciencia de los muchos años que tomará la regeneración del suelo. “Ahí vamos, a ver hasta dónde llegamos”, me dice animosa y sonriente antes de despedirnos. Y yo a estas alturas además de estar profundamente inspirado quisiera no volver a quejarme de nada, nunca.

De mis observaciones sobre las extraordinarias personas que conocí he hablado en varias ocasiones con Raúl Hernández Garciadiego, quien junto con su esposa Gisela Herrerías Guerra inició y dirige Alternativas. Pese a haber estado involucrado en toda la historia de Agua para Siempre, Raúl no deja de maravillarse de personas como doña Flora, que “no sólo no se rinden, sino que ante toda adversidad ven el futuro y trabajan por él. ¿No es eso un milagro?” – expresa. Más aún, me comenta que es algo muy vivido en la región, algo muy común. Raúl y Gerardo me hablaron de doña Esther Castilla, quien igualmente ha dedicado su vida a la regeneración. Décadas después y con una parcela vigorosa en la que cultiva la milpa y produce amaranto orgánico, experimenta técnicas magistralmente y se ha convertido en educadora. Y es que, como me comentó Gerardo, “los campesinos han tomado de Alternativas lo que es más valioso para su subsistencia”. Es decir, ha habido una apropiación social de los saberes generados en décadas de trabajo de Agua para Siempre, a su vez producto de ese milenario conocimiento en el trabajo de rescate y revitalización de las ‘sociedades hidráulicas’ popolocas.

El azolve, tan temido en presas hidroeléctricas, es precisamente lo que se busca con las presas de gaviones o de roca como ésta. Se trata de la creación de un suelo nuevo, recurso que pobladores llevan ocasionalmente a sus parcelas. Foto: Alternativas

El filósofo y la pedagoga

Raúl y Gisela, quienes hace casi cuarenta años decidieron dejar la capital del país para asentarse en la región de Tehuacán y dedicarse a los más pobres, dan todo el crédito a los campesinos de quienes han aprendido y con quienes día con día tejen este compromiso con la vida. Es a esos muchos campesinos “que han creído y regenerado las cuencas en silencio” a quienes dedicó Raúl el premio del primer lugar en la Iniciativa México en el Bicentenario, al recibirlo en 2010. Pero sería difícil explicar lo que Alternativas ha logrado sin ellos dos, sin su formación e inquietudes desde jóvenes. La opción por los pobres fue parte inherente a la formación de Raúl como filósofo con los jesuitas, pero también el estímulo intelectual de entender, por ejemplo, cómo fue que las sociedades originarias pudieron convivir armónicamente con el territorio, desarrollando técnicas para retener el agua, o si podría modificarse el curso de la invasión cultural de la modernidad. Además del llamado que representaron las carencias de la población del valle de Tehuacán -cuna del maíz y del desarrollo de la milpa como sistema de policultivo (maíz, frijol, amaranto y otros)- este territorio era en sí mismo un escenario interesantísimo.

La pedagogía freireana, compartida por ambos, fue también fundamental. De hecho, un pilar de Agua para Siempre es la metodología de investigación-acción participativa, a través de la cual se rescata y produce conocimiento proveniente tanto de lo antiguo como de lo moderno, de disciplinas académicas y de la experiencia vivida de campesinos. Tal vez es esta forma de producir saberes y compartirlos lo que ayude a explicar lo logrado en estos treinta años de servicio. Para 2017, Agua para Siempre ha trabajado en 56 cuencas tributarias que abarcan 14,890 km2, en las que ha realizado alrededor de 3 mil proyectos que incluyen la ejecución de más de 11 mil acciones de regeneración hidroagroecológica, beneficiando a cerca de 270 mil personas.

Convencidos de que el conocimiento sirve a la sociedad en la medida que se comparte, Raúl y Gisela decidieron crear en 1999 el Museo del Agua, mismo que ha permitido hacer aportes en la promoción educativa y en la participación social a sus más de 146 mil visitantes, a quienes se suman alrededor de 50 mil participantes en los cursos y talleres que ahí se imparten. Mediante su enfoque ‘educar para actuar’ fue pionero en la educación ambiental en México. El museo es reconocido como iniciativa del Programa Hidrológico Internacional de la UNESCO a través de la Red Global de Museos del Agua, de la que Agua para Siempre es socio fundador. A través de las visitas al Museo del Agua, de la impartición de igualmente cuantiosas conferencias y actividades educativas, el museo ha enriquecido la visión de desarrollo sostenible en la región, en México y en participantes de 22 países de cinco continentes. Centrado en la comprensión de las condiciones y desafíos locales desde una perspectiva global, el Museo del Agua es también un centro de demostración de tecnologías apropiadas, muchas de las cuales han sido creadas por personas formadas en Alternativas, de manera conjunta con los pueblos campesinos e indígenas.

El temple hecho organización

No todo son éxitos en esta singular organización (el cúmulo de premios y reconocimientos nacionales e internacionales es ciertamente impresionante). Alternativas se ha forjado, como suelen hacerlo las personas, a partir de lo que en su momento parecen fracasos. Algo parecido a la reflexión ‘yo soy yo y mis circunstancias’ de Ortega y Gasset, pero en el ámbito colectivo. Así como la experiencia de la presa Santa María la Alta marcó a la incipiente organización, ésta ha pasado por desafíos inmensos y en más de una ocasión, a decir de Raúl y Gisela, ha estado al borde de desaparecer. Me contaron cómo fue que, en 2005, en una crisis financiera derivada de las jugarretas de un gobernador poblano (de cuyo nombre preferimos no acordarnos), el empleo de 300 personas quedó en el aire. Tal fue el golpe que tuvieron que, en un momento límite, sugerir a todo aquél que pudiera, buscarse otro empleo. Con lágrimas en los ojos y múltiples pausas, Gisela y Raúl compartieron que solo una persona decidió irse, por necesidad, y que luego volvió.

Pero no todo reto es financiero. Además del cambio climático -que distorsiona severamente la distribución de lluvias durante cada ciclo agrícola- está la violencia que impera en México y que en estos años alcanzó, bajo la modalidad criminal conocida como huachicoleo, junto con otros delitos, a la región Mixteca-Popoloca. “A los pobladores les roban sus vehículos para el transporte de la gasolina robada, y una mujer ya fue asesinada”, me compartió con tristeza Gerardo, quien con pesar admite que hay zonas en donde ya no pueden trabajar por el riesgo que implica para los colaboradores de Alternativas.

Pese a todo ello, las personas que forman esta organización, así como las y los campesinos que regeneran el territorio en la región Mixteca-Popoloca, parecen tener un espíritu de hierro. Me queda la duda qué tanto es producto de vivir haciendo frente a la adversidad, del contagio de valores y formas de hacer las cosas, o si es el mismo trabajo colectivo, por el otro y en particular por los más abandonados, el que enaltece las más altas virtudes humanas.

Mundo Nuestro. La Manifestación de Impacto Ambiental presentada por la minera Almaden Minerals a traves de sus subsidiarias en México, están visibles en el portal de trámites de la SEMARNAT. El tiempo corre y los interesados debemos analizar a fondo lo ahi planteado para, desde nuestras distintas responsablidades, exponer los cuestionmientos obligados. Uno, por ejemplo, está en el propio tajo, su dimensión en el paisaje de la montaña en la cuenca alta del río Apulco. Hay muchos más: las presas de jale, las represas de agua, el propio proceso de lixiviación con cianuro, etc.

IXTACA MIA EXPLOTACIÓN/RESUMEN EJECUTIVO

https://apps1.semarnat.gob.mx:445/dgiraDocs/documentos/pue/resumenes/2019/21PU2019M0006.pdf



IXTACA MIA EXPLOTACIÓN/DOCUMENTO COMPLETO

https://apps1.semarnat.gob.mx:445/dgiraDocs/documentos/pue/estudios/2019/21PU2019M0006.pdf

El primer párrafo del resumen ejecutivo ilustra la dimensión del proyecto en toda su amplitud:



Naturaleza y objetivos del proyecto El denominado “Proyecto de explotación y beneficio de minerales Ixtaca”, con una vida útil estimada de 14.5 años, tiene por objeto el aprovechamiento de un depósito epitermal de minerales con contenidos de oro y plata, mediante el desarrollo de un tajo abierto con superficie, al final de su vida útil de 133.68 hectáreas (ha); así como del beneficio del material extraído a través de molienda, concentración gravimétrica, flotación, lixiviación y electrodeposición para obtener barras de doré. Las reservas probadas1 y probables2 del yacimiento que se pretende explotar son de 73 millones de toneladas de mineral con promedio de 0.59 g/t de oro y 36.3 g/t de plata. El proyecto en cuestión, como ha sido hasta ahora pretende continuar ejecutando sus acciones con estricta transparencia y cumplimiento al marco jurídico nacional aplicable a la naturaleza del proyecto e internacional en materia ambiental, fiscal, administrativa y derechos humanos.

Pensar entonces en Ixtacamaxtitlan



Los mineros canadienses de Almaden Minerals han metido en SEMARNAT desde principios de enero de este año la Manifestación de Impacto Ambiental para la explotación minera en Ixtacamaxtitlán.

Por lo menos ahora han tenido que abrirse de capa y poner en grafiquitas el tamaño del tajo que van a abrir en la montaña. Aquí dos de las imágenes que aparecen en la manifestación. Y una síntesis escrita de lo que significa esta brutal agresión contra el monte:

Dos mecanismos existen para parar un proyecto minero así: la consulta indígena (los canadienses afirman que el territorio no es indígena) y el ordenamiento territorial municipal (los gobiernos poblanos se han negado sistemáticamente a llevarlos a cabo, y es un hecho que no existe en Ixtacamaxtitlán). ¿Cuál será la postura del gobierno de AMLO? ¿El desarrollismo a costa del medio ambiente?

Lo que es obligado: discutir a fondo qué proyectos económicos deben desarrollarse. Lamentablemente no estamos en una sociedad dispuesta a plantearse problemas de fondo como este. Difícilmente será tema de preocupación de los partidos y sus candidatos. Pero es en esta coyuntura cuando debemos obligar a los actores políticos a definir que sociedad buscan, que relación con el medio ambienta proponen cuando hablan de creación de empleos y desarrollo económico.

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¿Mundo Nuestro. Las imágenes les dan la vuelta al mudo. Una presa de jales en la minera de hierro de la empresa Vale en Burandinho, en el estado de Minas Gerais, Brasil, colapsa el 25 de enero pasado y se lleva la vida de centenares de personas. Este video de la televisión brasileña expone con mucho detalle lo sucedido. Lo presentamos aquí para reflesionar una vez más en el hecho de que en Ixtacamaxtitlán una minera canadiense pretende construir una explotación minera a cielo abierto, con sistemas de represas en las que se acumulan a lo largo de la operación industrial millones de toneladas de lodos de desecho. El gobierno federal está obligado a responder a la solicitud de la empresa concesionaria de la mina. ¿Con qué información tomará la decisión? Son muchas las variables que tiene que tomar en cuenta. Una de ellas, sin duda, es la de las condiciones de construcción de estas represas. La magnitud de lo ocurrido en Burandinho permite imaginar la dimensión del riesgo que existe para la comunidad de Santa María Sotoltepec, la primera en el camino de una ola descomunal de lodo que puede resultar de la ruptura de una presa de jales como la que se pretende construir con el proyecto Ixtaca.

No podemos permitir en Puebla que esta discusión se quede en los escritorios de los funcionarios de la SEMARNAT. Exijamos un debate público sobre este proyecto industrial.



Vida y milagros

Lo vuelvo a decir porque lo creo con fundamento: el tema del agua es un tema de seguridad nacional. Aparece en los planes de desarrollo nacional año tras año, pero no se ha actuado en consecuencia. El drama de estas semanas por el desabasto de gasolina se quedará pálido el día en que realmente el agua falte de manera consistente. No hay valor para lo que no existe. Entonces empezaremos a entender por qué era un tema de " seguridad nacional" y la gravedad de haberlo ignorado y minimizado desde todos los ámbitos sociales y políticos, y en particular en la mayoría de los presupuestos gubernamentales de los tres niveles de gobierno.



En el estado de Nuevo León hace ya casi un cuarto de siglo que el gobierno estatal intervino de manera enérgica para coordinar a todos los ayuntamientos y homologar sus herramientas jurídicas, financieras y técnicas en materia de agua. Su objetivo fue lograr administrar de manera eficaz la escasez del agua mediante una empresa estatal pública sin fines lucrativos, pero acompañada de una fuerte contraloría social. La falta de agua los ha obligado a pensar a largo plazo y a ser eficientes para lograr un servicio de cobertura y saneamiento casi total, donde todos han entendido el hecho de que el agua que sale por tu llave tiene un costo, y el limpiarla, también. Nadie niega el derecho a acceder al agua, pero en Nuevo León saben ya que ese derecho va aunado a la responsabilidad de cuidarla, usarla con moderación y pagar por el servicio. Hay tarifas diferenciadas y el costo por usar más agua de la indispensable es muy caro. La escasez los volvió eficientes. El buen gobierno del agua en Nuevo León hace rato que no depende de los cambios políticos.

Cuando voy a la ciudad de México, al bajar hacia esa gigantesca masa de colonias que saturan el valle y suben por los cerros, siempre me asombra que el agua aún fluya y llegue , aunque sea de manera tandeada, por tuberías o en pipas. Más me asombra el saber que el agua residual se conduce hacia otros valles, sucia y contaminada, o hacia el vaso de lo que fue el lago de Texcoco, y que casi nada se haya hecho para evitarlo. Duelen los nombres de sus calles: Río Churubusco, Río Magdalena, Saltó del Agua, Barranca del Muerto. No queda casi nada de ese extraordinario sistema de ríos y lagos, solo el recuerdo y una demanda cada vez mayor de agua. Ahí está plasmada la negligencia de todos los gobiernos que han pasado por la ciudad y un malentendido derecho al agua que suele no pasar por las obligaciones. En la capital han gozado de subsidios y del privilegio de llevarse el agua de otros lados y aventarla asquerosa hacia los Estados vecinos, sólo por ser la capital. Aunque ya hay un buen sistema de cobros diferenciados implementado desde la administración de López Obrador, la administración y gestión no es sustentable y mucho menos responsable. Claudia Sheibaum ha dicho que la sustentabilidad hídrica será unos de sus ejes rectores. Le deseo muchísima perseverancia y suerte. El solo hecho de poner el tema a la cabeza de sus prioridades me parece fundamental. Ojalá que esa priorización pase por un presupuesto equiparable a la prioridad y por la creciente responsabilidad de que el que usa el agua debe de pagar, aunque sea los costos mínimos de que salga por su llave y se limpie después.

En Puebla capital y la metrópoli que surgió al permitir la conurbación sin orden ni concierto con otros 8 municipios, hemos ido copiando idéntico el modelo depredador del agua de la ciudad de México. Puebla y sus municipios aledaños extraen el agua del valle, se la llevan de otros municipios lejanos para crear desarrollos inmobiliarios altamente especulativos, desordenados y carentes de planeación conjunta. Toda esa agua regresa contaminada a los ríos de la cuenca del Atoyac y se dirige al distrito de riego de Tecamachalco o se sigue hacia los campos de riego de Atlixco. No ha habido dinero para entubar los ríos, a excepción del San Francisco, entubado en los años sesenta por su alta contaminación y su cercanía con el corazón del centro histórico. Se derribaron sus puentes y toda su galería de árboles. No ha habido dinero para otro entubamiento más allá de esos cuantos kilómetros convertidos en avenida. Qué bueno. Aún hay esperanza para rescatar al Atoyac, que cruza Puebla de norte a sur, tal y como se ha hecho con enorme paciencia y visión en otros lados del mundo. Los ríos tóxicos de la metrópoli aun corren abiertos, rodeados de su impresionante galería de árboles.



En 2013, el gobernador Moreno Valle concesionó el 70% del agua de la ciudad y su tratamiento a la empresa AGUA DE PUEBLA mediante un convenio que ha sido extremadamente difícil de conocer y descifrar porque fue blindado por convenios de confidencialidad injustificables, ya que se trata de un servicio público. Poco a poco la información ha ido fluyendo, sacada con tirabuzón mediante el juicio ciudadano estratégico que se sigue en un juzgado de la ciudad de México, o por la buena voluntad de algunos funcionarios que ya entendieron el cambio de los tiempos. Nada en la gestión pública debiera ser más transparente que el agua. Por el tamaño e importancia de su cobertura, el tema de la concesión debe transparentarse para revisar sus cumplimientos ambientales y financieros. Solo así se podrá analizar y decidir si debe continuar o no. Es un tema complejo que aún está sobre la mesa, y aunque el decreto de creación del Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado de Puebla (SOAPAP) y la concesión emanan de la ciudad de Puebla, el Consejo Directivo que otorgó la concesión lo preside el gobernador en turno.



En las campañas políticas del año pasado, el tema fue puesto sobre la mesa de todos los candidatos a la gubernatura, porque de dicha figura depende no solo el SOAPAP, sino la necesidad y voluntad para orquestar a los ayuntamientos conurbados y a los que no lo están también. La debilidad municipal es inmensa y casi todos necesitan construir sus herramientas jurídicas y financieras de administración del agua. Esas son las obligaciones del cuerpo intermedio que son los gobiernos de los estados. Así lo mandata la Ley de Aguas Nacionales. Su intervención es indispensable para hacer una planeación territorial alineada a la disponibilidad hídrica que logre poner de acuerdo a los municipios, fortaleciendo a los más débiles o rezagados en esa materia. La naturaleza y el agua no tienen fronteras políticas y su planeación no debe fundarse en esas divisiones.

Con respecto a las concesiones de los servicios, no es cuestión de decir sí o no a ellas. Hay que decir Sí, definitivamente Sí, a una poderosa rectoría del estado y a una contraloría social efectiva en un tema estratégico. Es decir, sí al largo plazo en la planeación, a la cultura del cuidado del agua y a la cultura de entender que usarla cuesta.

Estamos a punto de perder otro año para corregir la ausencia de una gestión hÍdrica estatal adecuada. Los dos candidatos del año pasado, Luis Miguel Barbosa y Martha Erika Alonso, comprometieron su palabra para priorizar este tema en caso de ganar.

Cinco meses de litigio post electoral frenaron la reingeniería política y económica del agua. Un fallo controvertido y un accidente fatal e inesperado nos tienen de nuevo en la ruta de otras elecciones en junio.

Desde hace dos semanas ya hay un gobierno interino encabezado por un experimentado y viejo político elegido de manera sorpresiva casi por unanimidad. Resulta que conoce como la palma de su mano a todas las partes involucradas. Quizás a él le interese dejar un legado y sacar de la chistera un acuerdo anticipado para una buena gestión del agua, evitando que este año sea un año más perdido e irrecuperable. Tiene exactamente seis meses para lograr un buen acuerdo en un tema impostergable.

Vamos a ver. dijo un ciego.

(Foto de portadilla tomada de Pueblaonline)

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Mundo Nuestro. "Eso nunca nos va a pasar a nosotros", dicen los ingenieros responsables de proyectos industriales como los que se construyen con la minería a cielo abierto.

No pasa hasta que les pasa.

La ruptura de un dique de contención en la mina de Brumadinho, estado de Minas Gerais, en Brasil provocó la muerte de al menos 65 personas y la desaparición de más de 280. Así se entiende la dimensión del riesgo que contempla la operación minera en el mundo. Y la amenaza que pende, contra todo lo que puedan decir los ingenieros y capitalistas de la empresa canadiense Almaden Minerals, el territorio serrano en la cuenca del río Apulco.

El testimonio de uno de los rescatistas recogido por el diario El País ofrece una idea de la dimensión de esta catástrofe:



"Las esperanzas de localizar a algún superviviente eran ayer mínimas, como explicó el portavoz de los bomberos, el teniente Pedro Ahiara: “Como esta tragedia implica lodo, que es un tipo de material que ocupa mucho espacio, [la situación] es diferente de cuando uno tiene algún tipo de derrumbamiento en que hay bolsas de aire y es probable encontrar supervivientes. Con el fango eso es muy difícil que suceda. Pero todavía trabajamos con todas las posibilidades, para garantizar que esas personas regresen lo más rápido posible con sus familias”.

En días pasados, en la gaceta de la SEMARNAT se publicó que la empresa canadiense Almaden Mineral, a través de su filial Minera Gorrión, presentó formalmente el proyecto de explotación minera a cielo abierto con su correspondiente Manifestación de Impacto Ambiental. Asi que el proyecto minero corre, y está cada vez más cerca de ser aprobado.

Aquí el resumen de lo publicado en la gaceta:

PUEBLA IXTACAMAXTITLAN 21PU2019M0006 MINERA GORRION, S.A. DE C.V.

EXPLOTACION Y BENEFICIO DE MINERALES IXTACA. MIA.- REGIONAL 18-ENE-19 ELEMENTOS QUE INTEGRAN EL PROYECTO: EL PROYECTO SE LOCALIZA EN EL MUNICIPIO DE IXTACAMAXTITLAN, ESTADO DE PUEBLA, E IMPLICA EL APROVECHAMIENTO DE UN DEPOSITO EPITERMAL DE MINERALES CON CONTENIDOS DE ORO Y PLATA, MEDIANTE EL DESARROLLO DE UN TAJO ABIERTO CON SUPERFICIE, AL FINAL DE SU VIDA UTIL, DE 133.68 HECTAREAS; ASI COMO DEL BENEFICIO DEL MATERIAL EXTRAIDO A TRAVES DE MOLIENDA, CONCENTRACION GRAVIMETRICA, FLOTACION, LIXIVIACION Y ELECTRODEPOSICION PARA OBTENER BARRAS DE DORE, DOS TEPETATERAS, UNA DE LAS CUALES SE UTILIZARA PARA LA DISPOSICION CONJUNTA DE TEPETATE Y JALES FILTRADOS Y DOS RESERVORIOS DE AGUAS PLUVIALES (FWD Y WSD). LA FWD TIENE UNA CAPACIDAD ESTIMADA DE 300,000 METROS CUBICOS PARA EL ABASTECIMIENTO DE LA ACTIVIDAD MINERA Y LA WSD TIENE UNA CAPACIDAD DE 1.8 MILLONES DE METROS CUBICOS, PARA ABASTECIMIENTO A LAS COMUNIDADES Y A LA ACTIVIDAD MINERA EN CASO DE QUE HICIERA FALTA. EN TOTAL, EL PROYECTO REQUIERE UNA SUPERFICIE DE 1 044.02 HA, DE LAS CUALES 466 HA SERAN OCUPADAS POR INFRAESTRUCTURA Y LAS RESTANTES SERAN APROVECHADAS COMO ESPACIOS LIBRES, PARA PROTECCION DE LAS INSTALACIONES Y SEGURIDAD DE LOS PROCESOS, ASI COMO CAMINOS. DE LA SUPERFICIE TOTAL DEL PREDIO, 191.54 HECTAREAS SON DESTINADAS A AGRICULTURA DE TEMPORAL ANUAL (TA), 88.86 HECTAREAS A AGRICULTURA DE TEMPORAL ANUAL Y PERMANENTE (TAP), 84.60 HECTAREAS SUSTENTAN PASTIZAL INDUCIDO (PI), 678.46 HECTAREAS SUSTENTAN VEGETACION SECUNDARIA ARBOREA DE BOSQUE DE TASCATE (SABJ) Y 0.56 HECTAREAS, SE ENCUENTRAN CUBIERTAS DE BOSQUE DE TASCATE (BJ), POR LA NATURALEZA DEL PROYECTO, Y CONSIDERANDO EL TIPO DE VEGETACION PRESENTE EN EL AREA DEL PROYECTO, QUE EN SU MAYORIA ES VEGETACION SECUNDARIA ARBOREA DE BOSQUE DE TASCATE SE REQUIERE LA AUTORIZACION EN MATERIA DE CAMBIO DE USO DEL SUELO EN TERRENOS FORESTALES PARA EL TOTAL DE LA SUPERFICIE (1 044.02 HECTAREAS).



Las tepetareras son justamente las represas que,como en el caso de Brasil, llegan a romperse. "Disposición conjunta de tepetate y jales filtrados". Todo eso con el tiempo se acumula en un mar de lodo que en Brumadinho se llevó la vida de más de trescientas personas.

Vale entonces llevar la vista a este foto-reportaje publicado el sábado pasado en el diario español El País.

La rotura de una represa de líquidos residuales de una mina brasileña, en imágenes:

Rescatistas trabajan en la búsqueda de víctimas que pudieran haber quedado enterradas en el barro. La compañía propietaria, la brasileña Vale, explicó que el accidente sucedió a primera hora de la tarde en la conocida como mina Judía.



En el silencio de las guacamayas aprendes a mirar el mundo. Es más un alarido que un canto el que rasga la tarde y cae sobre la cañada de las guacamayas. Llega de improviso, y aunque lo hemos esperado ansiosos, nos paraliza. Es un graznido que recorre la piel y la enchina. Una voz de mando que no aguarda ningún saludo. Un latigazo florido que marca la caída del sol y el término del día para estas comedoras de frutas que regresan a casa. Luego hay que buscarlas contra el cielo ya gris por encima de la selva reseca del año nuevo. Son dos, y no bajan hasta el acantilado en el que se resguardan de sus depredadores; de lejos revisan sus guaridas dispuestas para el amor de las parejas jóvenes que ven venir una vida larga si no se las arrebata un halcón en una mañana cualquiera de sol a pleno vuelo.

Luego el silencio. Los ojos más avispados descubren que las dos aves comandan la cuesta encaramadas en unas ramas despelucadas en la punta del cerro. A simple vista son apenas unos puntos coloridos contra la tarde parda. Han llegado como vanguardia de un revuelo de verdes, rojos y turquesas contra el cielo, atentas a todo movimiento sospechoso en su refugio. Los prismáticos las acercan y ellas están ahí, mirándonos de lado, en el gesto claro de que no las merecemos.

Foto de Erik Palacios Moreno, 2019.



Apenas las vemos. Otros ojos expertos y técnicos han logrado imágenes de estas aves exploradoras.

Guacamaya Verde Ara militaris Felipe Eduardo San Martín González en Naturalista. Avistada en Tamaulipas en el año 2016.



En vuelo, avistadas en Nayarit por Edwin Jacobo, en septiembre de 2014. También en Naturalista.



No tenemos la técnica ni las cámaras. Pero sí nuestros ojos y nuestro silencio. Las aves nos miran desde su atalaya, a la espera de su colonia que en unos instantes llegará a su dormidero en la Barranca de las Guacamayas Verdes, un paraje oculto de todo en la soledad de la montaña en la Reserva de la Biósfera Tehuacán- Cuicatlán. Nosotros atendemos a su llamado y callamos.

Encuentro muchísima información sobre estas maravillas. Y del riesgo mortal que corren por la desaparición de su hábitat y la persecución de la que son presa fácil. Dice la CONANP: “Actualmente en México se tiene registro de 22 especies de psitácidos de las cuales seis son endémicas. Todas excepto dos se encuentran en categoría de riesgo: seis especies en peligro de extinción, 10 amenazadas y cuatro en la categoría de protección especial (Defenders of Wildlife and Teyeliz, 2007). Del género Ara se conocen 15, de las cuales dos están extintas. En México existen dos especies pertenecientes a este género, la guacamaya verde (Ara militaris) y la guacamaya roja (Ara macao).”

La guacamaya roja pude verla en la Selva Lacandona. A duras penas, pues en su vuelo se pierden fácilmente entre las copas de la selva alta. Aquí en la Reserva es otra historia. Si caminas dos o tres horas de la mano de los guías, las verás cantar y volar en los despeñaderos que las aves tienen por dormitorio. Esta es una de las buenas historias mexicanas: la creciente alianza entre campesinos y científicos para la recuperación de una especie a la que los humanos tenemos al borde de la extinción.

Y con el apoyo de los campesinos los biólogos las han estudiado. Sobre el Ara militaris dice la propia CONANP: “Para el caso de Oaxaca, existe mayor cantidad de estudios, específicamente para el área de Cañadas en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, contando entre ellos: un estudio sobre reproducción de guacamaya verde en la cañada (Reyes y Bonilla, 2006); un estudio de la guacamaya verde en la cañada oaxaqueña (Bonilla, et al, 2007); un estudio sobre ámbito hogareño de la guacamaya verde (Ara militaris) en la cañada oaxaqueña (Bonilla, Reyes y Santiago, 2007); el estudio Observations of the military macaw (Ara militaris) in Northern Oaxaca, Mexico (Bonilla et al, 2007): un estudio sobre la dieta y disponibilidad Tehuacán-Cuicatlán (Contreras, Rivera y Arizmendi, 2007); el estudio Feeding ecology of military macaws in semiarid region of central Mexico.(Contreras et al, 2009); hábitos alimenticios en la reserva de la biosfera Tehuacán-Cuicatlán, (Martínez y Bonilla, 2008); estudio de biología reproductiva en la cañada oaxaqueña en Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán (Reyes, 2007); distribución, abundancia estacional y cronología de la reproducción de la guacamaya verde en la Reserva de Tehuacán-Cuicatlán, (Rivera, Contreras y Arizmendi, 2007); el estudio Seasonal abundance and breeding chronolology of the military macaw in semiarid region of central Mexico (Rivera, Contreras, Soberanes, Valiente y Arizmendi, 2008).”

Y así las describen las biólogas que en ellas se especializan: “El tamaño de Ara militaris va de 675 a 750 milímetros (Peterson y Chalif, 1998), por lo que en tamaño ocupa el sexto lugar dentro del género Ara. El plumaje es de color verde olivo. En la nuca, cuello, corona y dorso el tono es más brillante. Las plumas cobertoras y secundarias son de color verde olivo oscuro; frente y parte anterior de la región loreal color rojo carmesí; y la rabadilla y cobertoras de la cola presentan color azul turquesa. El pico es negro mate y el iris es de color amarillo; patas y dedos de color gris oscuro. Las plumas de la cola presentan en el dorso color rojo profundo o marrón en su base, y toman coloración rojo carmesí a azul turquesa hacia las puntas; el envés es de color amarillo al igual que las primarias cuyo dorso es azul turquesa.”

Un alarido de colores, entonces, contra la espesa y parda selva que las cobija.

Cartel con información sobre el Santuario del amor de la Guacamaya Verde.

Subimos a la montaña desde la 1 de la tarde. Maclovio Macoco, nieto de esclavos y experto basquetbolista, nos trepa en una Nissan de batea por una cuesta de piedras abierta a pico, pala y azadón hasta el punto del no va más para las cuatro ruedas. Mientras, Maclovio habla de sí y en retazos de la biografía de San José del Chilar.

“Yo soy nieto de esclavos africanos –nos ha dicho--, todavía mis dos abuelos negros lo fueron para los hacendados españoles. Mi abuela, la recuerdo, era una negra grande, robusta. Sé muy bien de dónde vengo. Aquí el Chilar no existía, la gente vivía en una hacienda al otro lado del río Grande, o de las Vueltas, como por aquí le llaman también. Fueron los que traían las recuas de mulas los que dejaron las semillas de los chiles, que solitas crecieron. Ahora ese chile es con el que se hace el mole negro, el chilhuacle, que ya no se produce mucho, que está bien caro, 800 pesos el kilo, señor. Apenas ora como que lo quieren empezar a sembrar de nuevo, pero se plaga mucho. Pero ya le digo, nieto de esclavos, de ahí vengo yo. Eso se acabó en 1944, cuando una tormenta se llevó todos los campos a lo largo del río, ahí acabó la hacienda y los españoles. Luego el gobierno dio las tierras, pero nuestros abuelos no las trabajaron y mejor se las quedaron los de los pueblos que se miran allá arriba, en la montaña fría.”

Maclovio sube al monte con nosotros, pero no forma parte del equipo de comuneros que llevan el proyecto de conservación en San José del Chilar. Él es basquetbolista, y dedicó diez años de su vida a enseñar el deporte de los rebotes sin salario a los niños del pueblo. Maneja la camioneta en respaldo de Isidro López, quien hace cabeza del proyecto y que por las fiestas de fin de año no encontró quien le ayudara. No es problema para el nieto de esclavos. Le encanta su monte y adora las guacamayas.

“Para nosotros era como hablar de los cactos, simplemente ahí estaban –dice--. Fue hasta que llegaron los biólogos que nos dimos cuenta del valor de estos pájaros…”

Sigue una marcha de dos horas por un desfiladero en el que reinan los órganos, les digo yo, candelabros, les dicen los naturalistas, cardones les llaman los campesinos de San José del Chilar. Isidro López, un hombre de mi edad, 63 años, comunero y cabeza del proyecto ambientalista impulsado desde hace unos seis años por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, la CONANP. Unas cabañas muy bien plantadas a pie de carretera, con un comedor inigualable en el esmero y sabiduría de sus cocineras, y una organización de guías bien capacitados en el conocimiento de la botánica de la selva baja caducifolia y en la historia particular de las aves que nos esperan en un rincón pétreo montaña arriba.

El grupo de mujeres comuneras de la organización Santuario del amor de la Guacamaya Verde.

Un puma captado por una de las cámaras instaladas por CONANP en la zona de la Barranca de las Guacamayas Verdes.

Aquí el contacto con Isidro Lópéz y los comuneros de San José del Chilar.

Cómo se han aliado campesinos y científicos para la defensa de estas aves maravillosas. Pienso en ello en el camino a la Barranca de las Gucamayas Verdes guiado por Isidro López. Él señala aquí y allá alguna de las plantas que las guacamayas encuentran en la región. Muchas de ellas son de digestión durísima, por lo que en las paredes del cañón al que subimos ellas encuentran elementos calizos que les ayudan a digerir plantas y frutos venenosos.

“Es como si se tomaran un Alka Seltzer”, dicen don Isidro mientras uno discurre entre agaves y candelabros revueltos con todo tipo de arbustos y árboles que en esta temporada sólo disponen de ramas y espinas nada apetecibles.

Más tarde encontraré en internet el estudio que para la CONABIO realizó la Doctora María del Coro Arizmendi Arriaga, de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, de la UNAM. La observación de las aves en la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán la llevaron a identificar por su nombre científico un conjunto de plantas que han permitido la existencia de las guacamayas en la región.

“La guacamaya verde –documenta el estudio-- prefiere como plantas alimenticias (Contreras-González 2007, Contreras et al. enviado) a Cyrtocarpa procera (Anacardiaceae), Plumeria rubra (Apocyanaceae), Tillandsia grandis (Bromeliaceae), T. ,makoyana (Bromeliaceae), Bursera aptera (Burseraceae), B. schlechtendalii (Burseraceae), Neobuxbaumia tetetzo (Cactaceae), Bunchosia montana (Malpighiaceae), Celtis caudata (Ulmaceae) y Lysiloma divaricada (Leguminosae) se recomienda que sus poblaciones y su fenología sean seguidas durante un periodo mediano-largo para asegurar que la guacamaya se mantenga en la zona.”

No se digiere fácilmente la taxinomia. Pero proyectos de turismo ecológico como el que Isidro López representa en San José del Chilar se sustentaron en investigaciones como la realizada entre el 2006 y el 2008 por la Doctora Arismendi. De la boca de Isidro López, mientras tanto, brotan nombres coloridos como el plumaje de las aves que resguarda: chupandio, cardones, bromelias, cuiajiotes, cacalosúchilts, tetecheras. Mientras, seguimos caminando sin abrumarnos de más.

En el suelo, un cactus nos mira con sorna desde su pelambre espinuda.

“Ese es el caca de perro”, dice Isidro, y nos mira con la misma mirada irónica del cactus.

Cactácea Caca de perro, en el camino a la Barranca de las Guacamayas Verdes. Foto de Alicia Mastretta.

Águilas y halcones. Iguanas y víboras. Tejones y zorras. Depredadores no le faltan a la guacamaya verde. Pero la historia no es nueva: somos los humanos su enemigo principal, igual por la pérdida de su hábitat que por su venta ilegal. Las cifras son brutales si se les mira en conjunto:

“De acuerdo con Defenders of Wildlife and Teyeliz (2007) –sigue el reporte de la CONANP--, aunque en el pasado se han realizado algunas investigaciones con respecto al tráfico de pericos, las preguntas fundamentales sobre el volumen de la captura ilegal (cómo y en dónde se realizan, cómo afecta la captura a las especies en particular y cómo se relaciona el comercio legal con el ilegal) han sido poco entendidas. Con base en entrevistas con captores y representantes de sus uniones, así como en el análisis de otros datos, se estima que se capturan entre 65 mil y 78 mil 500 pericos cada año. La tasa de mortalidad general para pericos capturados del medio silvestre excede el 75 por ciento antes de llegar al consumidor final, lo que se traduce entre 50 mil y 60 mil pericos muertos cada año, lo cual convierten a este comercio en uno terriblemente inhumano y de un gran desperdicio.”

Vista de satélite en el que se ubican los dos principales centros de vida de las guacamayas verdes en la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán.

Ya llevo esas cuentas en la cabeza cuando espero con mi grupo la llegada de las guacamayas. La carga abruma. No hay palabras que describan la belleza que el cielo del atardecer nos regala. Mucho antes de que cualquiera de la especie humana campeara por estos montes ellas ya estaban ahí para romper la cañada con sus cantos y sus vuelos. Éstas que vemos, a pesar de nosotros, nos han sobrevivido. El silencio es lo único que suplican.

Isidro López cuenta libretita en mano los ejemplares que bajan en parvada. 54, me dice cuando yo apenas he logrado avistar quince o veinte entre el revuelo de voces que rasgan la cañada. Nos ha dicho antes que, en un primer conteo en el 2006, en los primeros años de la reserva de la biósfera, los biólogos cerraron el cien el número de guacamayas en el dormidero de San José del Chilar. Para el 2011, sumaban 120, y en los últimos tiempos, ya con el proyecto ambiental en operación en los dos refugios, el del Chilar y el de Tecomavaca, unos cincuenta kilómetros al norte, las aves parlanchinas alcanzan los 160. Su crecimiento enorgullece a Isidro López. Y estoy seguro de que también a los científicos.

94, me dice al final, muy serio, Isidro.

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Las guacamayas discurren el tiempo hacia su noche alumbrada por un cielo estrellado con el que alucinaremos de regreso a San José del Chilar. Vuelan en bandadas de a cinco, de a siete, pero también en parejas que dan la vuelta por la cañada para regresar al ahujero que alberga su romance. Con los prismáticos identifico a una que se da besitos y se acicala sin rubor humano alguno. “Es la cañada del amor”, dice desde su atalaya el experto Isidro.

Foto de portadilla tomada de CONABIO: Informe final del Proyecto DT005 Monitoreo de la población de la guacamaya verde en la Reserva de la Biosfera TehuacánCuicatlán Responsable: M en C. Carlos Bonilla Ruz.

Lo sabe bien la Doctora María del Coro Arismendi. Ella se dio el lujo de observar los amoríos de estas parejas en el Cañón del Río Sabino. Y su relato provoca envidia del erotismo de estas delicadas amantes:

“Durante la actividad de selección de cavidades las parejas de Ara militaris inspeccionan las cavidades durante 5.2 ± 1.3 min, y cuando la cavidad ha sido seleccionada, los individuos estuvieron dentro entre 1 y 3 horas. Esta búsqueda se ocurrió entre los meses de marzo y mayo. Las primeras cópulas se observaron en el mes de febrero (en el 2006) y abril (en el 2007), y las últimas en el mes de agosto (2006). Durante la cópula las dos guacamayas se colocan juntas y se acicalan mutuamente, acompañado de movimientos de la cabeza hacia arriba y hacia abajo, e incluso llegan en ocasiones a alimentarse mutuamente. Posteriormente, una pasa la cola sobre la espalda de la otra, de forma que siguen juntas, pero mirando en sentidos opuestos, y se acicalan nuevamente. Esto lo pueden hacer hasta tres veces más, y cuando se colocan nuevamente mirando hacia el mismo lado, una de las guacamayas pasa una de sus alas sobre la espalda de la otra, y emite vocalizaciones guturales. Posteriormente cruzan las colas y frotan sus cloacas por unos pocos segundos. Luego se separan y se acicalan nuevamente (Rivera-Ortíz 2007).”

Dejamos atrás la cañada en el silencio espeso de la noche. Hace rato que las guacamayas duermen. Su refugio no da paso a un suspiro. Caminamos alumbrados por la linterna de minero que porta Isidro. Nos ayudamos con las lámparas de los celulares. Las apagamos para mirar de trecho en trecho el cielo estrellado.

Por unos instantes miro con las guacamayas la Vía Láctea.