Día de la tierra/"Vida Endémica", un relato de la frontera y el desierto

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Muchos podrían morir como los otros y no sólo eso, sino hasta estas dunas estarían en peligro si el presidente continúa con su plan, le advirtió la inspectora forestal Morkecho. Alzó la mirada y se encomendó a Dios, en este oficio uno nunca sabe si regresará con los suyos. Ella se puso al frente, convinieron no hablar sino hasta después de llegar a la cima. Daban dos pasos y regresaban uno. Cuando al fin llegaron a la cúspide ella dijo sentir sus piernas gruesas como dos troncos.
“¿Sabía usted que las arenas de aquí son hermanas de las de White Sands? ¿Que las arterias milenarias están interconectadas? La diferencia es que aquí varias compañías extranjeras tienen el descaro de explotar los bancos de arena para hacer mosaicos y porcelanas. Pero de eso y de las perforaciones profundas que hacen a los mantos acuíferos y de las compañías mineras extranjeras que extraen plata y oro le contaré cuando termine de ponerle al tanto de la “extensión de la valla metálica”. Se acercó más y bajó la voz para decir: “Lo del Triángulo Dorado se cuece aparte; plantíos de amapola Señor Delegado”.
La inspectora forestal Morkecho se puso de espalda al viento que soplaba contra ellos. Sacó dos caramelos macizos, le ofreció uno al Delegado Federal, quien se limpiaba la arena sílica del rostro.
Después apuntó con su dedo, “para allá queda el “elefante”, desde Janos casi lo puede ver, pero si no, al llegar al retén militar, seguro lo verá. Claro, si no hay tormenta”. Dijo y se echó a reír.
¿Llueve mucho?
“No Señor Delegado, me refiero a las tormentas de arenas. Yo digo que ese cerro se parece a un elefante. Cuando se pueda, véalo. A su izquierda queda El Paso, a su derecha Sunland Park, siguiendo la extensión de la valla metálica se encontrará con el desierto de Arizona, la gran reserva la tenemos por acá” y señaló como para el rumbo de Janos. “Ahí concentramos a los que rescatamos. El problema es que a muchos el encierro los estresa y después termina por enfermarlos. Ante este riesgo, ponerlos en libertad sería como mandarlos al matadero y el no hacerlo, también. El único camino que los salvaría es que el proyecto sea cancelado. A ellos les pertenece el desierto y saben bien si van o vienen. Pero si no vienen o no van, se extinguirán pronto. Señor Delegado, en estos tiempos la gente del gobierno puede comer a un lado de alguien sin vida y ya no se les atora el bocado como antes. Pero yo no quiero acostumbrarme a eso”. Hizo una pausa. Vio al horizonte y dijo: “Solamente Dios cruza por estos caminos del desierto
¿Usted no quiere que ellos se extingan, verdad?”.
-Claro que no, contestó el Delegado. Tenía la boca seca.
El Gobierno Federal lo había nombrado tres días antes como responsable de protección ambiental en esa zona fronteriza, por lo que tuvo que viajar desde la Capital de la República. Solo viajó con una maleta y en el aeropuerto compró un libro que había sido publicado dos meses antes, donde la Real Academia Española, con edición conmemorativa, homenajeaba una obra clásica.

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La inspectora forestal Morkecho volvió a insistir “debemos apurarnos, el segundo viernes de mayo será la convención de los alcaldes fronterizos, haga un pronunciamiento firme. Yo le voy armar el discurso”. Cuando terminó de hablar, solo se oía cómo trituraba en su boca el caramelo macizo. El Delegado guardó silencio para después decir que lo mejor era informar al Señor Secretario, quien acudiría a la Cumbre Mundial de Medio Ambiente para exponer los altos riesgos de la construcción.
“Pues apúrese porque ese Presidente del otro lado, está medio loco, ¡de que los hay, los hay!”
Ya para entonces, los médanos, estaban amarillos y un poco después se fueron poniendo rojos, tal vez por los efectos de los últimos rayos del sol.
Mientras descendían, al Delegado le pareció que ya había estado allí anteriormente, eso se debió a que un día antes, el capitán del avión les anunció a los pasajeros que estaban por conocer un lugar irrepetible. Se asomaron por la ventanilla y la luz de abril no les mintió: ahí, de color oro los médanos. Después volverían a oír otra voz, pero esta vez era para que se abrocharan el cinturón: Si los vientos nos lo permiten, ya pronto aterrizaremos.
El Delegado abrió el libro y lo empezó a oler. Respiro profundo entre páginas y páginas. Una y otra vez. Podrán publicar muchos y nunca serán iguales, cada uno tiene vida propia, hasta se puede decir que saben a algo, se dijo.
Él se encontraba leyendo donde dice: “este libro se acabó de imprimir el 6 de marzo de 2007, día en que Gabriel García Márquez cumple ochenta años” y ahí fue cuando el capitán les habló.
Cuando el Delegado y la Inspector Forestal bajaron de los médanos, los vientos habían cesado por completo, solamente dejando las huellas de los pies sobre la arena. Caminaron un trecho. El chofer los esperaba en la camioneta, después de unos kilómetros de polvareda, entraron a la carretera federal 45, poco a poco se alejaron del lugar. Atrás se fueron quedando las luces de la termoeléctrica y de la cementera. Pasaron a un lado de “La Puerta de Entrada”, monumento del escultor Sebastián. Al frente, una mancha como de luciérnagas interminables. El gran cerro en forma de elefante rodeado por un solo valle fronterizo: Ciudad Juárez, El Paso, Guadalupe, Sunland Park y de éste lado y más allá, Praxedis.
Por varios minutos, el silencio los invadió, hasta que el Delegado dijo “de noche no se ve la línea fronteriza. Todo es igual”.
La inspectora forestal contestó: “es nuestra vida endémica”.



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---Dos años después, 5 de junio de 2009, los médanos de Samalayuca, fueron decretados como Área Natural Protegida de flora y fauna.
---Las especies, algunas endémicas, que estaban en peligro de extinción, fueron protegidas y muchas otras, puestas en libertad.
----El Delegado fue removido del puesto.
----Por esos tiempos, dos inspectores forestales fueron secuestrados. Sus vidas y las de los suyos nunca volverían a ser las mismas después de haber sido puestos en libertad.
-----Este relato es un homenaje a todas las mujeres y hombres que han luchado por la sustentabilidad del planeta.
-----En memoria de todos aquellos que han perdido la vida en los incendios forestales, en los bosques y praderas. Ahí donde hay vida y que tal vez muchos de nosotros no la vemos.
Martín Bermúdez Mendoza. Tlalpan, Ciudad de México. Septiembre13 de 2016.



Sobre los médanos de Samalayuca, en Chihuahua/Información del portal del gobierno de Chihuahua

Los médanos de Samalayuca son una amplia extensión desértica localizada en el extremo norte del estado mexicano de Chihuahua, unos 50 kilómetros al sur de Ciudad Juárez. Reciben su nombre debido a que la principal población de la región es el poblado de Samalayuca. Los médanos están constituidos por dunas de arena sílica, blanca y fina que se mueven con el viento, y son el centro de una región desértica mucho más amplia, que constituye el Desierto de Chihuahua, sin embargo, a diferencia de las zonas circundantes que tienen gran población vegetal de matorral espinoso que impide la movilidad de la arena, la zona de los médanos se encuentra mayormente libre de ellos, lo cual llega en ocasiones a causar tormentas de arena que impiden la visibilidad.

Los médanos se extienden principalmente en el Municipio de Juárez y en los vecinos de Ascensión y Guadalupe, son atravesados de norte a sur por la Carretera Federal 45 y el Ferrocarril México-Ciudad Juárez, en últimas fechas constituyen un atractivo turístico, sobre todo de turismo de aventura. El 5 de junio de 2009, un decreto del presidente Felipe Calderón Hinojosa estableció el Área de protección de flora y fauna Médanos de Samalayuca.



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Sobre el autor

Martín Bermúdez Mendoza

Martín Bermúdez (Turicato, Mich., 1958), atleta olímpico, campéon mundial de marcha en 1979 y tres veces campéon panamericano en 50 Km; fue miembro del equipo de marcha olímpica durante 19 años y es miembro permanente del Comité Olímpico Mexicano. Formado como militar en el Cuerpo de Guardias Presidenciales, ha tenido también una trayectoria como funcionario público en SEMARNAT y en el gobierno de la ciudad de México.