Los contaminadores del río Atoyac. Una investigación de PCCI / PRESENTACIÓN

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Puebla Contra la Corrupción y la Impunidad

Los contaminadores del río Atoyac

PRESENTACIÓN



El mapa de la contaminación en la Cuenca Alta del Río Atoyac. Elaboración de PCCI en base a información de la CNA con datos del 2018.

Presentación / Una historia sin fin



Es una historia sin fin la de la catástrofe del río Atoyac en su cuenca alta. Sin duda entre los tres ríos más contaminados de México, la suya es una realidad preñada de promesas incumplidas por los sucesivos gobiernos de los últimos treinta años y de impunidad sin freno de los actores principales de su contaminación: las industrias y los municipios cuyos desechos encuentran salida en su atormentado cauce.

Puebla Contra la Corrupción y la Impunidad ha decidido como sociedad civil involucrarse en su esfuerzo por enfrentar la corrupción en la que se funda esta historia larga y sin fin. Y con una pregunta doble pero simple: ¿quiénes son los que contaminan el río y porqué lo hacen con tal impunidad?

Porque los políticos lo han hecho una vez más. Cambian los gobiernos y los nombres de los funcionarios, pero las fórmulas y las fotografías replican lo sucedido desde hace treinta años. Y de nuevo encuentran un nombre rimbombante para cumplir con el propósito. Ahora lo han denominado Convenio Marco para el Saneamiento del Río Atoyac. Antes encontraron nominaciones similares, por ejemplo, en el 2011 le llamaron “Acuerdo de Coordinación para conjuntar acciones y recursos a fin de continuar con el saneamiento de la Cuenca del Alto Atoyac”, y se tomaron la foto los gobernadores de Puebla y Tlaxcala Rafael Moreno Valle y Mariano González. Y prometieron.



Lunes 28 de septiembre en la ciudad de Puebla.

Como el 27 de marzo de 2008 José Luis Luege Tamargo, quien era director general de la Conagua, en representación del presidente Felipe Calderón, al anunciar una inversión de la federación y los gobiernos de Puebla y Tlaxcala por 2 mil 700 millones de pesos para sanear el Atoyac y la presa de Valsequillo. Ahí estuvo para firmar y prometer el gobernador poblano Mario Marín.

O el 25 de abril de 2011, otra vez con José Luis Luege Tamargo para encabezar un nuevo convenio, ahora con los gobernadores de Puebla y Tlaxcala, Rafael Moreno Valle y Mariano González. Reunión en Barranca Honda –justo el sitio de mayor contaminación del río, en los límites entre Puebla y Tlaxcala; el funcionario federal ofreció todo el respaldo económico del gobierno de Felipe Calderón para consolidar los proyectos que emprendan Tlaxcala y Puebla en pro del saneamiento de la cuenca.

Convenios sin fin… 2011, Moreno Valle y Mena.

Así que la historia sin fin.

Esta vez, el lunes 28 de septiembre pasado, han firmado y se han fotografiado los gobernadores de Puebla y Tlaxcala, Miguel Barbosa y Marco Mena, y las funcionarias federales María Luisa Albores (SEMARNAT) y Blanca Jiménes (CONAGUA).Y reprodujeron el boletín de prensa todos los medios: “El convenio sienta las bases para poner fin a un largo proceso de degradación ecológica de la cuenca del río Atoyac…Se construirán diversas obras de drenaje y saneamiento… Y el acuerdo será un modelo de saneamiento que sirva de referencia para el rescate de otros ríos en diversos sitios del país, y para que el marco legal cuide el bienestar de las personas y defienda la vida.”

Y se refieren al hecho de fondo y que obliga a los mandatarios en turno: la recomendación No. 10/2017 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), por la violación a los derechos humanos a un medio ambiente sano, saneamiento del agua y acceso a la información sobre la contaminación de los ríos Atoyac y Xochiac, debido a las descargas municipales e industriales, la que tres años después siguen sin cumplir todas y cada una de las autoridades que recibieron la recomendación: las dependencias federales Semarnat y Conagua, en la instrumentación de este convenio participan también la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris), los gobiernos de los estados de Puebla y Tlaxcala, así como los municipios colindantes con el río y sus afluentes.

Y no faltan los anuncios: en el municipio de Puebla, la Conagua afirma que ha elaboradp el proyecto ejecutivo para integrar la Manifestación de Impacto Ambiental para 10 kilómetros de colectores y subcolectores; y dice que en Huejotzingo ya construye 60 sistemas de saneamiento no convencionales —con base en biodigestores— y 19 en Tlahuapan.

Sí, es la historia sin fin en la desgracia del río Atoyac.

La investigación a la que se avoca Puebla Contra la Corrupción y la Impunidad quiere responder puntualmente quiénes, dónde y cómo contaminan los ríos en el estado de Puebla, en particular la Cuenca Alta del río Atoyac (ZMT de la Ciudad de Puebla) y las regiones agroindustriales de Tecamachalco y Tehuacán, las leyes que se trasgreden y los grados de afectación al medio ambiente y a la salud humana que su acción provoca.

Y se propone también describir el modus operandi de los hechos de corrupción que permiten la contaminación impune de los ríos de la cuenca del Atoyac. Busca responder quién y cómo cometen tales actos, y hacerlo con la descripción pertinente de los mecanismos de corrupción existente entre funcionarios públicos y particulares, y si este proceso alcanza a configurar redes de acción sistemática. Debe responder cómo opera este proceso y cómo logran estos actores la impunidad.

Con la creación de una base de datos accesible en línea y con la investigación periodística de procesos particulares que permita describir la importancia de la acción civil organizada en el enfrentamiento de esta realidad por la vía legal y por la movilización social, la información precisa deberá conducir a las denuncias civiles y penales por las vías que la ley permite y a través de la propia asociación civil Puebla Contra la Corrupción y la Impunidad y por las acciones que terceros involucrados puedan proponer.

Los matones del río

En la espuma, que inerte lleva el caudaloso río –reza el bolero--, van las huellas de un crimen artero. Disueltas en la bioquímica de nuestra catástrofe ambiental, vaporosas, como el palabrerío que hemos inventado para ocultar la derrota del Atoyac ante la justicia en México.

Los asesinos del río son obstinados, dejan su huella todos los días cuando regresan con sus descargas al lugar del crimen: cianuro, metales pesados, coliformes. Tintes, cromos y mierda. Todo corre revuelto como cuerpo del delito identificado una y otra vez por los forenses. Textileros, metalmecánicos, municipios, ahí corren todos con sus rastros persistentes medidos en demandas químicas y bioquímicas de oxígeno, temperaturas, PH, turbiedades, toxicidades, acidez, alcalinidad, indicadores fecales Cryptosporidium y Giardia, bacterias coliformes totales y Escherichia coli, metales pesados, plomos, mercurios, cobres, cromos, y los químicos bifenilos, policlorados, cianuros, arsénicos, potasios, sodios, fosfatos, bicarbonatos, boros, cloruros, cloritos, nitratos, nitritos, fluores, fósforos, amoniacos, óxidos y lo que quieras más, sólidos o disueltos… La huella de la muerte del río.

Y tras los forenses, los inspectores. A los asesinos del río los contempla la ley desde el monitoreo fisicoquímico y biológico como prueba en las visitas de inspección en cientos de articulados en las que sobresalen las palabras equilibrio ecológico, protección, restauración, conservación de los ecosistemas y recursos naturales, sustentabilidad, bienes y servicios ambientales, aguas nacionales, políticas hídricas, comités, coordinaciones, cuencas, disponibilidad, trámites, permisos, descargas, derechos, regulaciones, quejas, parámetros, mediciones, sanciones y, también, delitos. Todo un remolino verbal como los que se forman en la corriente espumosa del río muerto. A los matones la ley a la mexicana hace como que los persigue, y si por un descuido los detiene infraganti, una multa y un acto de contrición lo resuelve.

Pero los matones saben que el atrofiado brazo de la ley difícilmente los alcanzará. Lo sabe la Auditoría Superior de la Federación en un diagnóstico de 2016 que analiza la capacidad de supervisión de la Comisión Nacional del Agua: de los 531,357 títulos de concesión, asignaciones y permisos registrados en el Registro Público de Derechos del Agua, el REPDA, sólo se efectuaron 2,697 (0.5%) visitas de inspección. (ASF, 2016a).

El gran medidor de la salud mexicana, el INEGI, también perfila la gravedad del estado en que se encuentra el medio ambiente: el costo de daño ambiental por el agotamiento de las aguas subterráneas se estima en 39 mil millones de pesos (INEGI, 2018c); y los costos de la contaminación se valúan en 41.5 mil millones de pesos (INEGI, 2018c). Ambas cifras están citadas en el estudio Corrupción en el sector agua, ¿Quién es el responsable de la crisis? Ethos, Laboratorio de Políticas Públicas, 2020.

Esa publicación, Corrupción en el sector agua, ¿Quién es el responsable de la crisis? publicada en este año, hace un certero diagnóstico de la realidad del agua en México, y es sin duda un punto de partida para quien quiera responder una pregunta simple: ¿por qué se mantienen en total impunidad las empresas y sus propietarios, los gobiernos municipales y sus alcaldes y funcionarios, responsables directos de la muerte del río?

La presencia del soborno, la captura regulatoria por las empresas, el nepotismo, el influyentismo o la mala asignación de recursos públicos en la gestión del agua tiene múltiples causas, afirma la investigación de Ethos. Y más: la falta de transparencia; la ambigüedad, omisiones y laxitud del marco normativo; así como la débil capacidad de supervisión.

Sobre la falta de información nuestra investigación aportará datos significativos: mala calidad de la existente, datos incompletos u omisos. A la fecha, no es posible saber con todo rigor cuál es el estado que guardan procesos legales como los generados por la Recomendación 10/2017 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a las autoridades locales y federales en Puebla y Tlaxcala sobre la omisión en sus responsabilidades para hacer cumplir el artículo cuarto de la constitución mexica a sobre el derecho a un medio ambiente sano.

“No hay certeza de su veracidad, no se supervisa su rigor técnico y no se generan bajo estándares de datos abiertos”, afirma Ethos. Y denuncia la ambigüedad sobre responsabilidades de los actores: los vacíos legales, las omisiones normativas, todo lleva a decisiones subjetivas. La laxitud de las reglas lleva al incumplimiento de las obligaciones.

Y un punto medular: la Inexistencia generalizada de supervisión. No hay consecuencias para el que está fuera de la norma.

Esta investigación sobre los matones del río, entonces, identifica al Estado como un actor principalísimo en la criminal catástrofe del rio Atoyac. Analizar la operación de las instituciones en el largo plazo es una obligación para cualquier propósito que intente responder por qué quienes contaminan lo hacen con total impunidad.

Ayuda de arranque un ejemplo: la carta en la plataforma de transparencia es de mayo de 2006. El presidente de México todavía es Vicente Fox. En Puebla manda Mario Marín, a pesar del escándalo del Gober Precioso. Es el año del Bicentenario del Benemérito de las Américas. “A quien corresponda” identifica a la ingenuidad de quienes reclaman el rescate del río, el registro de las huellas que dejan los matones, las huellas del cianuro, el plomo, el arsénico…

“Los análisis se llevan a cabo en el laboratorio Estatal de Calidad del Agua –dice la voz anónima del Estado desde un escritorio en la ciudad de Puebla--, el cual no cuenta con el equipo necesario para el análisis de metales pesados, solo en programas u operativos de emergencia es como se toman las muestras para el análisis de metales pesados a través de los laboratorios acreditados para ello. Sin embargo, en recientes fechas se realizo (SIC) un muestreo por parte de la Gerencia de Calidad del Agua y se analizaron metales pesados, situándose los que marca la NOM-001-SEMARNAT-1996, por debajo del límite de detección del laboratorio.”

El Estado sin firma. El Estado sin límite. El Estado de la indefensión del río.

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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...