Sierra Norte de Puebla: siempre, los muros de agua y las vestiduras desgarradas

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Mundo Nuestro. Llegan siempre anunciadas con premura, alertados como estamos desde siempre por sus consecuencias. son las tormentas tropicales. Ahora es Franklin. Ayer, el año pasado, Earl. Hoy mismo el sufrimiento de los damnificados. Mañana las vestiduras desgarradas de los funcionarios y políticos frente a las montañas deslavadas. Son los muros de agua, los torrentes de siempre: 1944, 1955, 1999, 2016. Y son los interrogantes siempre mal respondidos: ¿por qué no somos capaces de plantar contra la fuerza brutal de una naturaleza, que confirma a mazazos de agua y viento nuestra precariedad, estrategias de recuperación ambiental de largo plazo.

¿Alguien ha escuchado alguna vez de alguna campaña de forestación permanente, planificada y con recursos económicos suficientes para las montañas poblanas, igual en las sierras Norte y Negra que en los macizos volcánicos del centro del estado?

Siquiera un atisbo de que queremos aprender del pasado.



Nada. Sólo los recurrentes y veraniegos azotes de los huracanes. Y el ruido absurdo en la prensa y en los discursos.

CON LA TRAGEDIA EN LOS OJOS. PUEBLA: LOS NUEVOS MUROS DE AGUA

Noviembre de 1999

Las tormentas de octubre sobre la Sierra Norte de Puebla pusieron una terrible paradoja al descubierto, algo que hace aún más difícil reconstruir la infraestructura perdida: la región indígena-mestiza cuenta con altos niveles de producción agrícola e industrial pero se encuentra amarrada de manos por estructuras políticas y económicas extremadamente arcaicas.




Ironía mexicana: el azote del cielo trae la Sierra Norte de Puebla a la historia moderna del país. Ni las guerras civiles del siglo XIX provocaron una movilización social como la que se vive desde la primera semana de octubre. Más allá de los muertos —tal vez cerca de 500— y la destrucción de la economía y los servicios en un territorio al que el Estado con sus instituciones nunca acabó de llegar, sesenta horas de lluvias activaron el detonador de un cambio estructural en esta densa región de pueblos indios nahuas y totonacos sumidos en la marginación y la pobreza propias de los rasgos más arcaicos de México. Si a la inteligencia se suma una buena política, tal vez de la catástrofe resulte una nueva sierra. SIGUE

Cianuro en zona de deslaves: demasiados avisos para México

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Tetela de Ocampo, un municipio sumergido en la Sierra Norte de Puebla, está en estos momentos enfrentando la posibilidad de que se funde en su territorio una mina de oro a cielo abierto. Mina a cielo abierto significa quitar el bosque y procesar la roca de una amplia extensión de terreno. Significa también cianuro para lavar la roca y extraer el oro. El cianuro es una sustancia muy tóxica. SIGUE

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