Matar. Crónicas desde el infierno / Entrevista a Carlos Sánchez

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Literatura



Carlos Sánchez: La literatura en el infierno

Gilberto S. Botello Montañez y Óscar Alarcón

Lo conocí en Cholula durante el Festival Vaniloquio 2015. Carlos Sánchez presentó La ciudad del soul, un libro publicado por Nitro Press. Otros periodistas también estuvieron presentes, Javier Valdez, Wilbert Torre. Con Carlos entablé una profunda amistad. Todavía recuerdo que durante la charla-presentación de su libro le pregunté qué le diría si tuviera a Enrique Peña Nieto delante de él. Yo esperaba que hiciera un comentario agresivo o que se mofara de él. Su respuesta fue contundente, sin poses y me sorprendió: “No le diría nada. Le daría un abrazo porque debe de ser un hombre muy solo. No me lo imagino llegando a su casa con el deseo de abrazar a sus hijos. No debe poder hacerlo. Le daría un abrazo.”

Crónicas desde el infierno, es un libro que publica Ediciones Proceso en este 2020, con un prólogo de Javier Aranda. Es una versión ampliada del que publicara Nitro Press en 2013. Este libro obtuvo el Premio del Concurso de Libro Sonorense, en el género de crónica.



El ejercicio periodístico que realizó Sánchez para este libro es un documento invaluable: ha entrevistado a gente que se encontraba en prisión por asesinato y nos trae su testimonio. Carlos nada en las aguas profundas y oscuras del alma de quien se atreve a arrancar una vida por la fuerza. Sus diálogos tendrían que alejarnos del morbo por saber qué es lo que pasa por la mente de un criminal y acercarnos a nuestro lado más humano a veces perdido, a veces olvidado.

En esta charla la hicimos a dos manos. Gilberto S. Botello Montañez participó en el curso de Periodismo que organizó Fábrica de Historias, que dirigen Yuyú Fernández y Carlos René Padilla. Se trata de un acercamiento a la vida de un escritor de cepa. Carlos Sánchez es fundador de Ediciones La Cábula en Hermosillo, Sonora, lugar donde Sánchez nació. Autor de más de diez libros, obtuvo el Premio del Concurso de Libro Sonorense, en el género de cuento por Hazlo por mi corazón.



“El barrio es carne de cañón. Siempre me han obsesionado los nacidos para perder. Quiero ser un puente entre esa persona etiquetada, confinada, y el posible lector que no conoce esos orígenes para contarle la otra historia”.

Aquí más que el lobo, lo que importa es sus motivos. El autor no se engolosina con el plato de sangre como ocurre con la narrativa simplona. Nos abre la puerta del subsuelo para vislumbrar, desde el fondo oscuro, la realidad de esos monstruos. Sus historias nos cuentan la otra historia, la otra realidad antes del crimen.

Carlos Sánchez (Hermosillo, 1970), escritor y periodista. Autor de varios libros en diversos géneros: crónica, novela, cuento, dramaturgia. En su vocación de reportero se ha especializado en trabajos de investigación periodística, en los que las voces suburbanas adquieren relevancia a través de la publicación de sus historias en diversos medios estatales y nacionales. Ejerce también el periodismo cultural e imparte talleres de escritura en diversos penales de Sonora. La descripción morosa del acto brutal no es el centro de sus crónicas sino los porqués, por grotescos que resulten. Matar, el libro de crónicas de Carlos Sánchez, nos acerca a la absurda psicología del monstruo. (Proceso Ediciones)

Conversar con los asesinos

Después de hablar con Carlos Sánchez uno no puede ser el mismo. Su sonrisa te contagia, pero algo hay en las palabras de este autor que siempre queda rebotando en la cabeza de quien lo escucha. Matar no es un libro fácil de leer, hay que tener mucho estómago para acercarse a las entrañas de la otra realidad de México. Una realidad que devora hombres y mujeres mientras llueve plomo en las calles.

Gilberto S. Botello Montañez. ¿Cómo describirías la influencia de Abigael Bohórquez en tu vida y en tu obra?

Carlos Sánchez: Inevitable pensar en su autoridad moral. Imposible agradecer el contenido y compromiso de su obra: la poesía, la dramaturgia, el periodismo. Abigael siempre buscó y creó espacios para la proyección de escritoras y escritores.

Si algo me legó Abigael es la actitud ante la vida, el creer que la literatura es un oficio que hay que defender con el arma más poderosa que es la dignidad, decir las cosas de frente, lo que duele o felicita. Bohórquez me enseñó que para vivir no se necesita más que lo que se trae puesto, algunas monedas para un trago y un lápiz para reconstruir los días. Insisto: con dignidad.

Óscar Alarcón. Platícanos, ¿qué es el miedo para ti? ¿Sentiste miedo en algún momento al realizar las entrevistas con algunos asesinos para escribir las crónicas?

Carlos Sánchez. El miedo es una camisa de fuerza que a veces nos impide caminar. Lo he vivido y lo sigo sintiendo. Al reencontrarme con las páginas de Matar, por ejemplo, muchas veces las voces se convierten en los rostros de los protagonistas, los veo con sus rictus de violencia, me salpican de sus impulsos.

Esto me hace cuestionarme: ¿Quién soy yo para que interrogue, atisbe, sobre las vidas de los otros? Sin embargo, el oficio me eligió desde la infancia, preguntar es mi vocación. Y asumir los riesgos, procede. Tengo miedo de la convivencia tan de cerca con la violencia, no obstante, la violencia la presenciamos todos en algún momento de nuestras vidas y hay que tener las agallas o la suerte, de salir avante.

Respecto al miedo por las conversaciones con asesinos, me tocó que, al revisar el material con uno de los entrevistados, porque ese era el compromiso, verificar datos antes de publicar, y al estar ahí, en una de las celdas, él empezó a tachar datos, lugares, “Esto no lo pongas porque van a saber que yo fui el asesino del restaurante”, me dijo, entre otras cosas. Sentí miedo porque él sabía que yo sabía.

No pasó nada porque al salir de la cárcel lo mataron en un hotel de Culiacán.

GSBM. En otra entrevista dices que las premisas para escribir el libro Matar, fueron: “¿Qué pasa por la mente de un asesino?” “¿Por qué una persona mata?” “¿Si una persona mata, yo también podría matar?”, según tu propio juicio, ¿cuál de ellas es la que mejor abordas en el libro?

CS. Pienso precisamente en el protagonista que les acabo de mencionar, Nahuel. Y pienso en él porque es un asesino que se fue construyendo desde la infancia, viendo a su padre que torturaba a sus víctimas.

Pero también pienso en lo que me comentara Rafael Ramírez Heredia cuando lo llevé a la prisión y conoció a Nahuel. “Ese es un asesino –me dijo al salir de la cárcel-, ¿viste la forma de su cráneo, su mandíbula, la manera de mirar?, así miran los asesinos”. Rafael no quiso regresar, se escandalizó. Y ya en la convivencia con él pude constatar los por qué de un asesino, lo que pasa por su mente, cómo elucubra.

En el caso de Nahuel nació en el contexto de la delincuencia, de los homicidios, no pudo hacer otra cosa, y me lo ratificó cuando le pregunté que si al quedar libre recompondría el camino de su vida: “No puedo, esto es un asunto de familia”, me dijo.

Entonces si tú creces en ese contexto, ya con el simple hecho de pertenecer a una familia con esas características, pues es obvio que tú o yo, también podemos ser asesinos.

ÓA. ¿Cuál es la crónica a la que más afecto le tienes, con la que más te identificas?

CS. Hay una en el libro La ciudad del soul, que se intitula “Porque no los labios”, es la historia de una chavita a la que un vato mata porque ella no dejó que la besara. Tomé la historia de un parte policiaco, indagué algunas cosas, y le di estructura citando Angelita, una canción de Jaime López, entrevero las estrofas con la narración.

Le tengo un lugar especial en mis notas por la historia de la chavita, siento que al nombrarla es como devolverle la existencia, pienso que la palabra es un acto de justicia, sin caer en el panfleto, decirla una y otra vez, al releer el texto, me hace sentir que su nombre no habita en el sepulcro. Aunque duela, es mejor nombrarla como una oración su nombre que emerge del subsuelo y levita en el universo.

GSBM. Hagamos un ejercicio: imagina que solo tuviste la oportunidad de escribir uno de estos libros: Linderos alucinados, Hazlo por mi corazón, La ciudad del soul o Matar, ¿cuál eliges y por qué?

CS. Me quedo con Matar, porque es un libro que se deja leer, conmueve, porque allí están las voces de esas personas que también cayeron en desgracia, víctimas o victimarios. Me quedo con Matar porque me ha dado la oportunidad de encontrarme con lectores que a la postre se convierten en mis amigos. También porque ese título se ha convertido en referencia de lo que he escrito.

ÓA. Daniel Sada decía que los temas se le imponían a él como novelista, ¿le ocurre lo mismo a un cronista, el tema por sí mismo se te impone como un ente que tuviera vida?

CS. En mi caso tiendo a escribir sobre lo que me ha tocado vivir, desde siempre supe que quería decir las otras historias de la gente, la vuelta de tuerca a un parte policiaco reproducido en un medio. Los temas eligen, así lo creo, la imposición de la que hablaba Sada.

He vivido la experiencia de diversos temas que me halan de la camisa, me ordenan fluir en el teclado. De pronto me siento utilizado por la literatura, como si yo solo fuese un instrumento, un lápiz de este alud de acontecimientos que ocurren en una historia, ese lápiz al que se le dita desde la memoria, desde ese lugar inexplicable donde las voces ordenan, construyen, y no se quedan quietas hasta llegar al punto final.

GSBM. ¿Matar es una forma de vivir?

CS. Para muchos, sí. Me he topado con personas que me han mirado y no pueden evitar el llanto, y se cuestionan, y se maldicen, y conjeturan: “¿Por qué no aprendí un oficio, como tú?” Los he visto ir por la vida con un puñal enclavado en la cintura, con una pistola como la herramienta para hacerse de lo más básico para sobrevivir.

También hay quienes gozan del oficio –si así se le pudiera llamar– la mente es a veces indescifrable.

ÓA. ¿Qué fue lo que te llamó la atención de la temática de Matar como para decir “Yo quiero escribir un libro así”?

CS. Parafraseo a Daniel Sada: el tema me eligió. Carnalito, estaba allí, desde niños, yendo a las cárceles, conviviendo con asesinos, en el barrio, en el mismo taller de carrocería donde por un tiempo viví. Estaba allí, los veía forjar sus cigarros de mota, servirse en la bolsa el solvente, inhalar. Los escuchaba contar sus historias de asaltos a domicilios, las narraciones de sus actos, de cómo violaban a las mujeres en los asaltos. Estaba allí y me tocaba mirar el cuchillo, escuchar el disparo.

La consecuencia no pudo ser otra más que conversar con asesinos para escribir, con un designio de la vida, tal vez.

ÓA. ¿Qué significa para ti la vida y obra de un periodista como Javier Valdez?

CS. Me duele el nombre de Javier, me duelen sus huérfanos. Converso con Sariiah, su hija quien tiene un hijo de nombre Javier.

La obra me significa desolación, a veces lo fatuo que representa el oficio del periodismo que significa también denuncia y que parecería ser que de nada sirve más allá de ir cavando tu propia tumba. Javier nos deja como enseñanza que el oficio del periodismo es un propósito en el cual se necesitan cojones.

Le pregunté a Javier varias veces el por qué y para qué los temas que trataba, narco, violencia, me respondió que tenía qué decirlo, y lo decía por su capacidad de empatía, porque amaba el oficio, el cual, supongo, también lo eligió a él. Javier me significa que si la vida te pone en el camino de escribir hay que tomar el toro por los cuernos, como lo hizo él.

GSBM. Sabemos que te interesa contagiar tu pasión y emoción por las artes ¿Qué mensaje final te gustaría que llegará a quien pueda leer esta entrevista?

CS. Me gustaría decir que las artes pueden salvarnos de esa camisa de fuerza que es la desolación que hemos vivido en la infancia, supongo que todos porque a todos nos ahorcan la mula de seis. El arte en cualesquiera de sus facetas tiene aristas que nos permite encontrarnos con nosotros mismos, reconocer lo que somos.

Decir arte me significa la emoción más reveladora, el deseo de permanecer en la butaca o morir abrazado de las páginas de un libro mientras el alma se vuelca hacia un bosque o un río o la mar o los trenes…

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Sobre el autor

Óscar Alarcón García

Oscar Alarcón García, escritor, su último libro es Polimastia. Actualmente es profesor de literatura en la Preparatoria Zapata de la BUAP.